KANT Contexto histórico, cultural y filosófico. La dificultad de establecer fronteras precisas en la delimitación de las épocas históricas no impide que aceptemos que la Edad Moderna es el período que se inicia con el derrumbamiento del mundo medieval y con el Renacimiento y que se extiende hasta la época de las grandes revoluciones de finales del siglo XVIII. Hemos de admitir que, a lo largo de esta etapa y junto con las corrientes nacionalista y empirista en filosofía, existen otros movimientos que gozan de una presencia importante en la cultura europea. Si en el ámbito de la literatura y de las artes plásticas hay que mencionar el Barroco como expresión de las tensiones religioso-políticas que sufre Europa, en el campo del pensamiento hay que destacar la importancia de la Ilustración. Kant, en su obra Respuesta a la pregunta, ¿Qué es la Ilustración?, la define así: <<el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad consiste en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro. Así , entendida, podríamos encontrar vestigios de la Ilustración en las corrientes racionalista y empirista, en el Renacimiento y en los orígenes de la filosofía europea. Pero si no circunscribimos al siglo XVIII, vemos en este movimiento intelectual el caldo de cultivo ideológico que orientó a las gentes hacia los profundos cambios políticos y sociales que fueron el origen de la Edad Contemporánea, entre los que cabe destacar la Revolución Francesa y la Revolución Industrial. Se trata, pues, de un factor clave para interpretar la Modernidad, y el tránsito hacia la Edad Contemporánea. Los ilustrados aplican un uso libre de la razón en su modo de concebir el mundo, el hombre y la moral, insistiendo en el carácter contractual de la sociedad, que es el resultado del acuerdo libre entre los hombres, y entendimiento de la historia como un progresivo, un camino de continuo perfeccionamiento y mejora. Dieron gran importancia a la educación, y a la divulgación de las ideas, interés que se plasmó en la publicación de la Enciclopedia. La ética moral Kantiana. Junto a un uso teórico de la razón, conocer la realidad, Kant considera un uso práctico, aplicando a dilucidar lo que debemos hacer, que nos ayuda a descubrir los principios y fundamentos que han de orientar nuestra vida moral. En su propuesta ética destacamos: 1. Es una moral de intenciones: No importa tanto lo que se haga cuanto << la voluntad de lo que se haga >>. 2. Es una moral formal, sin contenidos materiales: no nos marca una determinada finalidad para nuestra conducta ni ofrece << recetas >> de comportamiento. 3. Es categórica: lo que debamos hacer no puede estar condicionado por ninguna pretensión ajena al deber mismo. 4. Es, por todo ello, una moral autónoma, en la que la persona, libre de cualquier orientación externa y sin condicionamiento subjetivo, decide por sí misma, con arreglo a un imperativo. 5. Es a priori: no es nuestra experiencia acerca de nuestros comportamientos la que nos dicta lo que debamos hacer, sino << la razón >>, con independencia de la experiencia. 6. Es una moral universal: extensible a todo ser humano, al margen de su condición personal, cultural y social. Conceptos importantes. Imperativo Categórico: Un imperativo es el mandato que pretende orientar moralmente nuestra conducta. Este mandato es hipotético cuando es un medio para alguna otra cosa. Entonces, la acción se considera buena siempre y cuando, a través de ella, se logre algo. Solo entonces me sentiría obligado a comportarme así. Por el contrario, y este es el sentido que otorga Kant a la ley moral, este mandato es categórico y no hipotético, cuando la acción es considerada como buena en sí, sin otra finalidad, de acuerdo con la razón digna de ser querida por mí y por todos. Buena voluntad: Es el criterio para la recta catalogación moral de nuestra conducta. No importa tanto lo que hagamos cuanto la buena disposición de nuestro querer, al servicio de lo que es nuestro deber, que ha de ser extensible a cualquier persona. Ilustración. Es la época histórica caracterizada por la confianza en la razón y en su capacidad de cambiar el mundo. La razón es una fuerza, un arma para luchar contra el dogmatismo, la superstición, el poder absoluto y todos los obstáculos que impiden el progreso humano. Mediante la razón, el pensador ilustrado, confía en dominar la naturaleza para mejorar las condiciones de vida de los hombres, y en reorganizar la sociedad de acuerdo con principios racionales para traer la felicidad. Progreso. Durante la ilustración, la historia se concibe como un proceso que sigue una dirección de continuo avance y perfeccionamiento en todos los ámbitos del quehacer humano. Esta concepción de la historia se basa en la confianza en la razón, ya que mediante ella se espera dominar la naturaleza y cambiar la sociedad de acuerdo con los intereses humanos. Razón. Es la facultad de conocimiento superior, y como tal se distingue del mero conocimiento empírico, del conocimiento que nos proporcionan los sentidos, de la experiencia. Es una capacidad irrenunciable de la naturaleza humana que, según Kant, ha de guiar tanto nuestro conocimiento (uso teórico de la razón) como nuestra conducta moral (uso práctico). El concepto de <<razón>> tiene también en Kant otro significado, no ya como facultad de conocimiento diferente de la experiencia, sino como facultad diferente del entendimiento, que no se aplica ya sobre la experiencia (y, por tanto, no produce ya ciencia, sino metafísica), sino que trata de unificar y generalizar al máximo el conocimiento humano en la búsqueda de la explicación última de la realidad y desemboca en los ideales de la razón. Entendimiento. El entendimiento es la facultad humana mediante la cual se ordenan los datos de la sensibilidad (que proporcionan los sentidos) organizando su diversidad mediante los conceptos a priori del entendimiento o categorías. El entendimiento es una facultad distinta de la sensibilidad, aunque no puede prescindir de ella, pues no puede haber conocimiento científico sin los datos de la experiencia. Pero tampoco hay conocimiento sin el entendimiento, que organiza y piensa la experiencia. Categorías. Son los conceptos a priori del entendimiento. Son conceptos a priori porque no han sido abstraídos de la experiencia por ninguna facultad humana, sino que forman parte y constituyen la estructura del entendimiento; es decir, son nuestro modo de interpretar el mundo sobre la base material que proporciona la experiencia. Actúan sobre los fenómenos sensibles organizándolos, permiten formular un conocimiento universal y necesario (científico). Categórico. Un imperativo categórico es el mandato que pretende orientar moralmente nuestra conducta. Este mandato es hipotético cuando es un medio para alguna otra cosa. Entonces, la acción se considera buena siempre y cuando, a través de ella, se logre algo. Solo entonces me sentiría obligado a comportarme así. Por el contrario, y este es el sentido que otorga Kant a la ley moral, este mandato es categórico, y no hipotético, cuando la acción es considerada como buena en sí, sin otra finalidad, de acuerdo con la razón, digna de ser querida por mí y por todos. Deber. Concepto clave de la ley kantiana. Las decisiones de nuestra voluntad han de ser tomadas no por lo que pretendamos con ella ni por los efectos que de ellas se puedan derivar, sino porque entendamos racionalmente que así han de ser, para mí y para cualquier otra persona. Una conducta puede ser conforme al deber (ayudar a cruzar la calle a un ciego), pero no por ello acreditable moralmente (cuando se hace por quedar bien ante los vecinos). Un comportamiento que pretenda legitimarse moralmente ha de ser hecho por estricto deber, sin otra finalidad que lo contamine. A un ciego debo ayudarle a cruzar la calle, me vean o no los vecinos. Emotivismo moral. Hume considera que las acciones humanas no se derivan de la obediencia a unos principios morales, sino del sentimiento de aprobación o desaprobación que nos produce una determinada conducta. Luego, la moral no se funda en una ley universal a priori, como piensa Kant, sino que nuestros actos persiguen la aprobación, el placer, una finalidad distinta del puro deber. Por tanto, la moral como la entiende Hume no es autónoma, no es a priori ni tampoco es universal. No obstante, Hume reconoce cierta regularidad en la conducta de los seres humanos basada en la naturaleza humana es común a todos. Comentarios sobre el texto (apuntes). Kant comienza anunciándonos una <<ética de intenciones>>. Lo importante no es tanto lo que hagamos ni lo que se siga de ello, sino la voluntad, la buena voluntad, con la que lo hagamos. Interesa, entonces, profundizar en este concepto. A continuación, Kant profundiza en el concepto de buena voluntad, a la que desvincula de cualquier finalidad distinta del mero hecho de querer. No importa, por tanto, que no se realicen nuestros propósitos, que no consigamos nada en absoluto o que carezca de utilidad, lo que importa para calificar moralmente una acción es la intención con que se ha hecho, que sea el resultado de una buena voluntad. Aunque nuestra voluntad sea buena… a veces los resultados, no se ajustan moralmente a esto. Buena voluntad= Intención buena Resultados efectúe –realice Kant conecta la buena voluntad con el deber y clasifica las acciones en relación con él: contrarias al deber, que son inmorales; conformes al deber, que pueden ser morales o no, dependiendo de si se realizan por el deber o siguiendo una inclinación; y por el deber, que son las acciones propiamente morales, pues solo se justifican por el propio deber. Es decisivo para considerar una acción moral determinar si el individuo actúa honradamente porque es su deber o por conveniencia. Kant insiste en la relación entre el deber y la voluntad ( el principio del querer) y vuelve a señalar que el valor moral de una acción no reside en lo que se pretenda con ella (en los objetos de la facultad de desear) no en los efectos que de ella deriven, sino de la voluntad pura con que se realiza. Ese deber que orienta todas nuestras acciones consiste en el respeto a los principios morales. Se toman las decisiones por deber, no por otros propósitos ni por sus efectos. Se puede dar la paradoja de que estemos obligados moralmente a realizar una acción contraria a nuestras inclinaciones y que nos resulte perjudicial. Una vez establecido que la moralidad de las acciones se funda en el respeto a la ley, Kant se pregunta por el carácter de esa ley, por cómo ha de ser para determinar nuestras acciones. Cuando actuamos lo hacemos de acuerdo con unos principios que orientan nuestro comportamiento, pero estas máximas son particulares, y, por tanto, en ellas no se puede fundar una moral universal. Solo si puedo querer que estas máximas sean leyes universales tendrán carácter universalizable de los principios que determinan nuestras acciones. Kant realiza la primera formulación del <<imperativo categórico>>, de la ley que obliga a todos sin proponer fines distintos del deber, y en la que se asienta la moral universal. Imperativo categórico. Máxima de mi actuar Ley universal (Pensamiento que me tiene que regir) Si una acción no es extrapolable, no es ético aplicártelo a ti mismo. Razón Ley ; Voluntad Máxima *** Kant diferencia entre el ser y el deber ser, entre lo que ocurre en realidad y cuál es nuestro deber. No se trata de ver lo que se hace, sino lo que la razón nos dicta sobre lo que debe hacerse. Esta distinción es necesaria porque la ley moral obliga aunque en la realidad nunca hubiera habido acciones basadas en ella. Kant aclara que la moral no se puede deducir de ejemplos, no se puede derivar de la experiencia. Es en la razón, en sus leyes morales, en la que se funda la moral, no en la experiencia. Lo que debemos hacer no debe responder a causas subjetivas, sino a causas objetivas, que han de ser válidas para cualquier ser racional. Ahora bien, la razón manda a la voluntad lo que debe hacer, pero la voluntad puede no hacerlo. Este es el motivo de esa diferencia entre el ser y el deber ser que antes comentábamos. Un imperativo no es otra cosa que un principio que manda. Ahora bien, el imperativo categórico es distinto del hipotético porque este no obligaría en todos los casos, sino en función de que se pretenda alcanzar un objetivo. Kant compara el imperativo categórico y las leyes naturales. Las leyes naturales determinan necesariamente lo que acontece en la naturaleza. Kant expresa esta segunda fórmula del imperativo categórico destacando que nuestras acciones deberían regirse por una necesidad igual que la que reina en la naturaleza; es decir, la razón debe mandar a la voluntad sin que esta pueda eludir o ignorar sus mandatos. En la última declaración, nos expresa cuál entiende Kant que es el fundamento último en el que este tipo de moral ha de apoyarse. Presenta una nueva y tercera fórmula de su imperativo categórico: el ser humano concebido como fin en sí mismo.