ILUSTRACIÓN •

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ILUSTRACIÓN
En la segunda mitad del siglo XVIII, pese a que más del 70% de los europeos eran analfabetos, la
intelectualidad y los grupos sociales más relevantes descubrieron el papel que podría desempeñar la razón,
íntimamente unida a las leyes sencillas y naturales, en la transformación y mejora de todos los aspectos de la
vida humana. Para entender correctamente el fenómeno de la Ilustración hay que recurrir a sus fuentes de
inspiración fundamentales: la filosofía de Descartes -basada en la duda metódica para admitir sólo las
verdades claras y evidentes- y la revolución científica de Newton, apoyada en unas sencillas leyes generales
de tipo físico. Los ilustrados pensaban que estas leyes podían ser descubiertas por el método cartesiano y
aplicadas universalmente al gobierno y a las sociedades humanas. Por ello, la élite de esta época sentía
enormes deseos de aprender y de enseñar lo aprendido, siendo fundamental la labor desarrollada por Diderot y
D'Alembert cuando publicaron la Encyclopédie raisonée des Sciences et des Arts entre 1751 y 1765,
completada en 1764 con el Dictionnaire philosophique, de Voltaire.
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Características
Antropocentrismo: Hay un nuevo Renacimiento en que todo gira en torno al ser humano; alrededor de su
razón material y sensible al mundo que en torno a su espíritu sensible hacia Dios, de forma aún más
pronunciada, particularmente, que en el siglo XVI; si bien, el papel que entonces jugó Italia lo desempeña esta
vez Francia. La fe se traslada de Dios al hombre: hay confianza en lo que éste puede hacer, y se piensa en que
el progreso (surge en este siglo la palabra) del hombre es continuo e indefinido (Condorcet) y los modernos
son mejores que los antiguos y los pueden perfeccionar. Se formula la filosofía del optimismo (Leibniz) frente
al pesimismo característico de la Edad Media y el Barroco. La sociedad se seculariza y la noción de Dios y la
religión, empieza a perder, ya definitivamente, la importancia que en todos los órdenes había tenido hasta
ahora; se desarrolla una cultura exclusivamente laica e incluso anticristiana y anticlerical. Empiezan a
formularse las expresiones más tibias de espiritualidad: nihilismo libertino (Casanova, Pierre Choderlos de
Laclos), Masonería, deísmo (Voltaire), agnosticismo; incluso se formulan ya claramente las propuestas del
ateísmo (Pierre Bayle, Baruch Spinoza, Paul Henri Dietrich) y el satanismo, expuesto por algunos personajes
de novelas escandalosas de la época (Marqués de Sade, etc). La atención a los aspectos más oscuros del
hombre constituye lo que ha venido a llamar "la cara oscura del siglo de las luces".
Racionalismo: Todo se reduce a la razón y la experiencia sensible, y lo que ella no admite no puede ser
creído. Durante la Revolución Francesa, incluso, se rindió culto a la «diosa Razón», que se asocia con la luz y
el progreso del espíritu humano (Condorcet). Las pasiones y sentimientos son un mal en sí mismos. Todo lo
desprovisto de armonía, todo lo desequilibrado y asimétrico, todo lo desproporcionado y exagerado se
considera monstruoso en estética.
Hipercriticismo: Los ilustrados no asumen sin crítica la tradición del pasado y por ello desdeñan toda
superstición y superchería considerándolos signos de oscurantismo: es preciso depurar el pasado de todo lo
que es oscuro y poco racional. La historia se empieza a documentar con rigor; las ciencias se vuelven
empíricas y experimentales; la sociedad misma y sus formas de gobierno empiezan a ser sometidas a la crítica
social, lo que culmina en las revoluciones al fin del periodo.
Pragmatismo: Sólo lo útil merece hacerse; se desarrolla la filosofía del Utilitarismo preconizada por Jeremías
Bentham, que halla un principio ético general en la felicidad preconizada por Epicuro, bajo la fórmula de "la
mayor felicidad para el mayor número de gente". Las literaturas y las artes en general han de tener un fin útil,
que puede ser didáctico (enseñanza), moral (depurar de las insanas pasiones) o social (sátira de las malas
costumbres, para corregirlas). De ahí que entren en crisis géneros como la novela o que se cultiven las novelas
de aprendizaje y que se pongan de moda las fábulas, las enciclopedias, los ensayos, las sátiras, los informes.
El teatro pretende corregir las costumbres con la comedia y limpiar de pasiones el alma con la tragedia.
Imitación: La originalidad se considera un defecto, y se estima que se pueden lograr obras maestras «con
receta», imitando lo mejor de los autores grecorromanos, que se constituyen en modelos para la arquitectura,
la escultura, la pintura y la literatura. El academicismo impera en el terreno artístico y sofoca toda creatividad.
El buen gusto es el criterio principal y se excluye lo imperfecto, lo feo, lo decadente, lo supersticioso y
oscuro, la violencia, la noche, las pasiones desatadas y la muerte. El teatro debe someterse a las reglas de las
tres unidades estatuidas por Aristóteles: unidad de acción, lugar y tiempo; es más, los franceses añaden la
unidad de estilo.
Idealismo: El buen gusto exige rechazar lo vulgar: no se cuenta con los criterios estéticos del pueblo y la
realidad que ofrece la literatura es mejor de lo que la realidad es, es estilizada, neoclásica. El lenguaje no
admite groserías ni insultos, no se presentan crímenes, y todo es amable y elevado. Se excluye lo temporal y
lo histórico, el cambio, de la cosmovisión ilustrada.
Universalismo: Los ilustrados asumen una tradición cultural cosmopolita y todo tipo de tradiciones en la
horma grecorromana que les sirve de fuente principal. Sienten interés por lo exótico, pero no lo asumen. Todo
lo francés se pone de moda y poseer la lengua francesa se transforma en un signo de distinción: el arte y la
cultura francesa influye en Alemania, España y Rusia.
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El siglo de las Luces
El siglo XVIII constituye, en general, una época de progreso de los conocimientos racionales y de
perfeccionamiento de las técnicas de la ciencia. Fue una época de enriquecimiento que potenció a la nueva
burguesía, si bien se mantuvieron los derechos tradicionales de los órdenes privilegiados dentro del sistema
monárquico absolutista. Sin embargo, la historia del siglo XVIII consta de dos etapas diferenciadas: la
primera supone una continuidad del Antiguo Régimen (hasta la década de 1770), y la segunda, de cambios
profundos, culmina con la Revolución Estadounidense, la Revolución Francesa y Revolución Industrial en
Inglaterra.
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Religión en la ilustración
En la religión se realizan las primeras formulaciones del deísmo, el ateísmo y el satanismo y se estudia la
naturaleza desde el punto de vista científico, abandonando las viejas concepciones. La aparición en el seno de
la Ilustración de estas tendencias religiosas se terminaron de desarrollar en la Revolución Francesa. Se tenía
una concepción espiritual de la iglesia. La religión se convierte en un compromiso personal con Dios,
abandonando las imposiciones de esta institución, que según los ilustrados ocupaban el lugar de Dios. La
Ilustración se caracterizaba por la pluralidad y la tolerancia. Convivirán ortodoxos, católicos y protestantes;
deístas y partidarios de la religión natural. Pero también había ateos. La Iglesia estaba sometida al estado
absoluto, lo cual generó conflicto en los países católicos, ya que dependían a su vez de las decisiones del
pontífice en Roma.
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Las artes y las ciencias
En Geografía se termina de cartografiar todo el globo, a excepción de los círculos polares y algunas regiones
de África. En el arte se abre paso el Neoclasicismo que se enfrentará al Romanticismo del siglo XIX. En
física, óptica y matemáticas los avances son impresionantes gracias a las contribuciones de sir Isaac Newton y
otros estudiosos. Surge la Economía política como ciencia moderna gracias a las aportaciones de los
fisiócratas y sobre todo del liberalismo de Adam Smith y su monumental obra La riqueza de las naciones.
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La Revolución industrial es un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y
principios del XIX, en el que el Reino Unido en primer lugar, y el resto de la Europa continental después,
sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la
humanidad, desde el Neolítico.
La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la
manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los
procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y
posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la
máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada con la industria textil.
Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y
desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la
manufactura en otras industrias e incrementó también su producción.
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CAUSAS
Las causas de la Revolución industrial son diversas, de las cuales destacan las causas demográficas, agrícolas
y la mejora de nuevas vías de comunicación y tecnologías. Algunos historiadores la contemplan como el
momento en el que se dejaron atrás los cambios sociales e institucionales surgidos con el fin de la etapa feudal
británica después de la Guerra Civil Inglesa en el siglo XVII.
En el campo de la agricultura la existencia de controles fronterizos más intensos evitaron la propagación de
enfermedades y disminuyó la propagación de epidemias como las ocurridas en tiempos anteriores. La
revolución agrícola británica hizo además más eficiente la producción de alimentos con una menor aportación
del factor trabajo, alentando a la población que no podía encontrar trabajos agrícolas a buscar empleos
relacionados con la industria y, por ende, originando un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades
así como un nuevo desarrollo en las fábricas. La expansión colonial del siglo XVII acompañada del desarrollo
del comercio internacional, la creación de mercados financieros y la acumulación de capital son considerados
factores influyentes, como también lo fue la revolución científica del siglo XVII. Se puede decir que se
produjo en Inglaterra por su desarrollo económico, político y tecnológico.
La presencia de un mayor mercado doméstico debería también ser considerada como un catalizador de la
Revolución industrial, explicando particularmente por qué ocurrió en el Reino Unido.
La invención de la máquina de vapor fue una de las más importantes innovaciones de la Revolución
industrial. Hizo posible mejoramientos en el trabajo del metal basado en el uso de coque en vez de carbón
vegetal. En el siglo XVIII la industria textil aprovechó el poder del agua para el funcionamiento de algunas
máquinas. Estas industrias se convirtieron en el modelo de organización del trabajo humano en las fábricas.
Además de la innovación de la maquinaria, la cadena de montaje contribuyó mucho en la eficiencia de las
fábricas.
• Revolución agrícola: aumento progresivo de la producción gracias a la inversión de los propietarios
en nuevas técnicas y sistemas de cultivo, además de la mejora del uso de fertilizantes.
• El desarrollo del capital comercial: Las máquinas se aplicaron a los transportes y a la comunicación
iniciando una enorme transformación. Ahora las relaciones entre patronos y trabajadores es
únicamente laboral y con el fin de obtener beneficios.
• Cambios demográfico-sociales: la modernización de la agricultura permitió un crecimiento
demográfico debido a la mejora de la alimentación. También hubo adelantos en la medicina y en la
higiene, de ahí que creciera la población. También hubo una emigración del campo a la ciudad
porque la ocupación en labores agrícolas disminuyó mientras crecía la demanda de trabajo en las
ciudades.
Esta primera revolución se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo artesanal por la
máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige individuos más cualificados, produce
una reducción en el número de personas empleadas, arrojando de manera incesante masas de obreros de un
ramo de la producción a otra. Especialmente del campo a la ciudad.
• Revolución francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que
convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, numerosas otras naciones de Europa, entre 1789 y
1799, enfrentando a partidarios y opositores del sistema denominado del Antiguo Régimen.
Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía durante 75 años
después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la
revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, y en
algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país. La
revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de sus estertores, en la medida que le
derrocó con un discurso capaz de volverlo ilegítimo.
Causas de la Revolución
En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución: a un régimen monárquico
sucumbiendo a su propia rigidez en un mundo cambiante se unió el surgimiento de una clase burguesa que
cobraba cada vez mayor relevancia económica y el descontento de las clases más bajas, Junto con la
expansión de las nuevas ideas liberales que surgieron en esta época y que se ubican bajo la firma de «La
Ilustración».
De manera más detallada las causas puntuales de la Revolución incluyen el auge de la burguesía, con un
poder económico cada vez más grande y fundamental en la economía de la época. El odio contra el
absolutismo monárquico se alimentaba con el resentimiento contra el sistema feudal por parte de la emergente
clase burguesa y de las clases populares.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas por Voltaire, Rousseau
o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos de libertad política, de fraternidad y de igualdad, o de
rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la separación de poderes del Estado).
Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen y ayudaron a su derrumbe.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del estado fue exacerbada por un sistema de
extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos privilegiados, nobleza y clero, no tenían
obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado y
el descenso de los beneficios para los terratenientes y los campesinos, y una escasez de alimentos en los
meses precedentes a la Revolución. Con el tiempo se agudizaron las tensiones, tanto sociales como políticas,
que se desataron cuando se produjo una gran crisis económica a consecuencia de dos hechos puntuales: la
colaboración interesada de Francia con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un
gigantesco déficit fiscal) y la disminución de los precios agrícolas.
El conjunto muestra un resentimiento generalizado dirigido hacia los privilegios de los nobles y el dominio de
la vida pública por parte de una ambiciosa clase profesional, en el contexto de la Independencia de los
Estados Unidos, proceso revolucionario que abrió los horizontes de cambio político a los franceses.
Antecedentes
La revolución francesa fue producto de muchos factores internos y externos que tuvieron mucha importancia
a la hora de la manifestación en general, es importante mencionar también que estos hechos fueron
provocados por el desequilibrio de la nación en el ámbito económico, social y cultural; ya que no todos
estaban en condiciones de igualdad.
La actividad revolucionaria comenzó a gestarse cuando en el reinado de Luis XVI (1774-1792) se produjo
una crisis en las finanzas reales, que en aquel entonces se equiparaban a las finanzas del Estado, debido al
crecimiento de la deuda pública.
Si bien Francia era un país con una economía en expansión, tenía una estructura social conflictiva y un estado
monárquico en crisis. De hecho, puede hablarse de una crisis del Antiguo Régimen en toda Europa
Occidental, pero la forma en que esta crisis se dio en el Estado francés, siendo su causa principal la crisis del
campo y los levantamientos campesinos, además de la existencia de una burguesía que había adquirido
conciencia de su papel, explican que pudiera darse en Francia una revolución con consecuencias mucho
mayores a las que tuvieron otros levantamientos de corte liberal de la época.
Existía una oposición generalizada contra reglas económicas y sociales que favorecían a grupos privilegiados.
El Estado francés padecía una grave crisis financiera (gastaba mucho más de lo que ingresaba), en parte
debido al apoyo económico enviado por el gobierno a las 13 colonias inglesas en la guerra de independencia.
Durante el reinado de Luis XV y Luis XVI, diferentes ministros, incluyendo Turgot y Necker, trataron sin
éxito de reformar el sistema impositivo y convertirlo en un sistema más justo y uniforme. Tales iniciativas
encontraron fuerte oposición en la nobleza, que se consideraba a sí misma garante en la lucha contra el
despotismo. Tras la renuncia de estos ministros, se nombró en 1783 a Charles de Calonne a cargo de las
Finanzas.
Calonne indicó, tras un estudio detallado de la situación financiera, que ésta no era sostenible y que se
precisaba llevar a cabo reformas importantes. En particular, prescribía un código tributario uniforme en lo
concerniente a la tenencia de tierras. Aseguraba que así se permitiría un saneamiento de las finanzas. Sin
embargo, aunque Calonne convenció al rey de la necesidad de la reforma propuesta, la Asamblea de notables
rehusó aceptar estas medidas, insistiendo en que únicamente podía aprobar dicha reforma un órgano
representativo —preferentemente, los Estados Generales . El rey, viendo que Calonne se había convertido en
un estorbo, lo despidió y reemplazó por Étienne de Loménie de Brienne, el arzobispo de Toulouse, quien
había sido líder de la oposición en la Asamblea.
Brienne intentó llevar a cabo las reformas propuestas por Calonne, pero éstas encontraron nuevamente una
fuerte oposición, sobre todo por parte del Parlamento de París. Brienne trató de proseguir con la reforma
tributaria a pesar de los parlamentos, pero esto ocasionó una masiva resistencia de los grupos pudientes que
desembocó en el retiro de los préstamos a corto plazo. Tales préstamos daban oxígeno y vida a la economía
del estado francés en aquel momento, por lo que esto indujo, prácticamente, una situación de bancarrota
nacional.
Derrotado, Brienne renunció en agosto de 1788 y Necker volvió a tomar las riendas de las finanzas francesas.
Fue también por aquellos días que se convocó (para mayo de 1789) a los Estados Generales, por primera vez
desde 1614.
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