Las empresas dejan de pagar Ganancia Mínima Presunta La norma que dispuso la aplicación del tributo en 1998 determinó que regía durante 10 años contando dicho ejercicio. Dado que aún no ha sido aprobada una prórroga, las compañías ya no se verían en la obligación fiscal de ingresar el primer anticipo 2008 que "hipotéticamente" vencería en junio Si bien a partir del próximo 13 de junio “hipotéticamente” vencería el plazo para ingresar el primer anticipo 2008 en el Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, por ley, las empresas no deberán ingresar el tributo. Puntos Importantes La norma que puso en marcha el tributo en 1998 determinó que regía durante 10 años contando dicho ejercicio. Por lo tanto, si no existe una nueva ley que extienda la vigencia, las compañías no deberán ingresar el primer anticipo 2008 Esto es así, ya que la norma que puso en marcha este impuesto en 1998 determinó que regía durante 10 años contando dicho ejercicio. Por lo tanto, hasta que el Congreso de la Nación no extienda su vigencia con el dictado de una nueva ley, las compañías que cierren ejercicio al 31 de diciembre de 2008 no deberán cumplir con el pago al fisco. Asimismo, el vacío legal impactará de lleno en los niveles de recaudación. De hecho, de no tratarse de inmediato, los ingresos fiscales de junio se verán disminuidos. A fin de establecer un parámetro para dimensionar la importancia que tiene para las arcas fiscales, vale aclarar que en abril 2008 –último dato existente- en concepto del impuesto ingresaron a las arcas fiscales más de 97,5 millones de pesos. Voces Desde el Estudio Kaplan – Volman y Asociados, Mario Volman, explicó la situación. “La ley 25.063, publicada en el Boletín Oficial del 30 de diciembre de 1998, creó el Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta por el término de diez ejercicios económicos”. El tema de la vigencia no ha sido pacífico ya que al publicarse el 30 de diciembre, se discutió si se aplicaba desde el ejercicio 1998 que cerraba un día después de su oficialización. La ley establecía que entraba en vigencia al día siguiente de su publicación en el Boletín Oficial y que la aplicación del impuesto operaba para los ejercicios que cierren con posterioridad a la vigencia de la ley. Al respecto Volman detalló que “tanto el decreto reglamentario de la ley, como la Corte Suprema de Justicia en la causa Georgalos S.A. entendieron que el cierre de ejercicio que operaba con posterioridad al comienzo de la vigencia del impuesto, es el cierre de ejercicio que finalizó a las 24 horas del 31 de diciembre de 1998”. Por lo tanto – añadió Volman, “tal como surge del artículo 1º del decreto reglamentario de la ley el último cierre de ejercicio por el cual corresponde ingresar el Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta es el que habrá de cerrar el 30 de diciembre de 2008”. “Pero por el cierre de ejercicio 31 de diciembre de 2008 ya no habría de existir este gravamen y, por lo tanto, no habría sustento legal para el pago de anticipos a cuenta de este tributo”, aseguró Volman. Teniendo en cuenta que el primer pago a cuenta del período fiscal que cierra el 31 de diciembre de 2008 opera en el mes de junio de este año, el profesional destacó que “en la medida que no se haya prorrogado la vigencia de este gravamen, a esa fecha, no habría obligación del ingreso de anticipos, pues uno de los principios constitucionales que debe respetarse es el de “legalidad” o “nullum tributum sine lege”. “Si no existe un impuesto establecido por una ley formal del Honorable Congreso de la Nación el contribuyente no debe sentirse obligado a ingresar anticipos a cuenta de un impuesto inexistente”, concluyó Volman. Naturaleza del impuesto Marcelo Domínguez, miembro de la Comisión de Estudios Tributarios de la Federación Argentina de Consejos Profesionales de Ciencias Económicas (Facpce) fue categórico al señalar que “el Congreso de la Nación debería abstenerse de ampliar el plazo de vigencia del Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, dado que el mismo recae sobre empresas que obtienen pérdidas o que obtienen ganancias inferiores al 3% del activo invertido”. “Por lo tanto, con este impuesto se castiga injustamente a las empresas con inversiones en activos productivos y con escasa rentabilidad en su actividad. En particular, se castiga a las Pyme de capital intensivo -industriales o agropecuarias-, las cuales requieren de un plazo de maduración para generar utilidades”, expresó el profesional. “Por otra parte, si bien este impuesto ha sido concebido para castigar la presunta ineficiencia de los activos empresarios, al no permitirse la deducción del pasivo, el mismo no recepta la real capacidad contributiva de una empresa. En efecto, la capacidad contributiva de una empresa puede medirse eventualmente a través del patrimonio neto presuntamente ineficiente y no a través del activo presuntamente ineficiente”, manifestó Domínguez