Palabras del Secretario General de la CAN, Freddy Ehlers, en la Ceremonia de Inauguración de CLIMA LATINO Quito, 17 de octubre de 2007 Ciudadano presidente de la República y amigo Rafael Correa; ciudadano vicepresidente de la República, Lenin Moreno; señor Alcalde de la ciudad, Paco Moncayo; Queridos Ministros. Muy especialmente, quería resaltar la presencia en la ciudad de Quito, de quien el fin de semana anterior, acaba de recibir el Premio Nóbel de La Paz, a nombre de los científicos del mundo, el doctor Osvaldo Canziani, quien nos acompaña aquí para honrar este evento. Gracias por su labor dedicada a alertar al planeta desde hace muchas décadas. Finalmente lo están escuchando. Muchas gracias a todos ustedes. Señor Presidente, esperábamos en este evento 200 a 300 personas; se han inscrito 1,500 de toda América Latina. Tuvimos que cerrar las inscripciones porque no había cupo ya. Han venido de todos los países. Han venido delegaciones oficiales de China, de Finlandia, de Europa. Estamos cumpliendo su pedido y su mandato al ir el Ecuador a la Comunidad Andina para hacer de estos eventos, de estos hechos y de estas acciones, los prioritarios de una nueva visión de lo que tiene que ser la integración integral. Ciento cincuenta peruanos han llegado, pagándose ellos su pasaje y su estadía. Cincuenta de Colombia, treinta de Bolivia. Y así, hermanos de todo el continente que se encuentran aquí. Esta es una reunión de la sociedad civil, de las ONGs, de las universidades, de los científicos, de las alcaldías y de los gobiernos. Y quiero expresamente agradecer a las alcaldías de Guayaquil y de Quito, y al Gobierno Nacional, por esta muestra de unidad en el país, por esta muestra de que juntos debemos y podemos convertir al Ecuador en el primer país sustentable del mundo. Convertir a la Comunidad Andina en Sustentable, y como lo propuso usted señor Presidente en su discurso inaugural, crear la Gran Nación Sudamericana Sustentable. Esa nueva Era, la que también usted anunció, es la que está naciendo. El Libertador Simón Bolívar, en su magistral discurso ante el Congreso de Angostura, dijo que el primer deber de un Presidente y de un Gobernante es “dar al pueblo el mayor grado de felicidad posible”. Nunca habló Bolívar de bienestar material. Habló de felicidad. Pero en el camino fueron cambiando las cosas; se creyó equivocadamente que el progreso material y económico daba felicidad. Y no es así. Un gran filósofo entrevistado recién por las cadenas internacionales -un gran filósofo francés- dijo que desde el año 1960 hasta hoy se ha triplicado la riqueza del mundo. Somos tres veces más ricos globalmente, pero no somos más felices. Y hace mucho tiempo, hace muchos siglos, San Agustín dijo una frase muy simple y sencilla: “Para ser feliz hay que querer lo que se tiene”. Y recuerdo que en alguna conversación con usted, ciudadano presidente, me decía además que “hay que tener poco, y de lo poco, poco”. Creo que esa es la misión y la visión que tiene que tener la nueva Constitución ecuatoriana. El Ecuador puede, el ciudadano ecuatoriano puede dar al mundo la Constitución mundial, la Constitución del amor; la Constitución en la que no se está pidiendo, sino que se está entregando. Hace 150 años el gran jefe indio Seattle escribió una carta al presidente de los Estados Unidos, el señor Pierce, quien quería comprar las tierras de los indios como finalmente lo hizo. Hace 150 años alertó de manera premonitoria lo que iba a pasar. El jefe indio murió hace más de un siglo, su tribu ha desaparecido, junto con toda su nación, su pequeña nación. Pero él dijo que no entendía cómo el hombre blanco quería comprar las tierras de los indios. Decía el gran jefe Seattle: “Sino nos pertenece a nosotros, cómo podemos vender algo que no nos pertenece? Porque no es nuestro el color ni el aroma de las flores, ni el murmullo que hace el viento en los bosques. No entendemos por qué el hombre blanco quiere comprar todo”. Nos pidió que enseñásemos a nuestros hijos lo mismo que ellos venían enseñando desde hace siglos, es decir, desarrollar una armonía con la naturaleza. Siglo y medio después, otro indio y gran filósofo desde el Altiplano boliviano, David Choquehuanca, el canciller de Bolivia, a nombre de su pueblo Aymara, nos pide y nos dice: “Nosotros no entendemos lo que el hombre blanco quiere decir con: queremos vivir mejor”. No entendemos qué significa, dice Choquehuanca. Vivir mejor que qué? Mejor que nuestros abuelos, que nuestros padres?. Mejor de lo que vivíamos hace un año o hace 10 años?. Mejor que el hermano y el socio y el amigo?. Vivir mejor que qué? Porque ese vivir mejor, que sólo puede ser medido en dinero y en poder, es lo que nos ha llevado a este momento dramático en el que vive la humanidad ahora. Hay que vivir bien dice Choquehuanca y no vivir mejor. Vivir bien con lo que tenemos. Esa es la gran tarea de nuestro tiempo. El día de hoy señor Presidente, se inician las conferencias magistrales en Quito. Hoy aquí, mañana en el teatro Sucre, por la mañana. En la tarde continuarán los 21 talleres que se iniciaron en Guayaquil. Y, al final de este evento latinoamericano y mundial, el día jueves, le presentaremos a usted, en la persona del señor Vicepresidente, las 21 propuestas de la sociedad civil de América Latina; para que usted tenga la bondad de hacerlas llegar a los presidentes latinoamericanos, y así, poder ir con una sola voz a Bali, en diciembre, a la reunión mundial donde se va a definir el futuro de la humanidad. Y luego para el Encuentro de Presidentes de América Latina y Europa a realizarse en Lima el próximo mes de mayo. Yo quiero pedirle señor Presidente que junto al canto de “Patria Tierra Sagrada”, en las escuelas y colegios del Ecuador se inicie un plan mundial para hacer un pequeño momento de silencio, para comunicarnos con nuestro maestro interior, que creo es lo nos hace falta a todos. Que los niños de seis años hagan 6 minutos. Los de 8, 8, los de 10, 10. Silencio nada más, no hay nada más que se necesita. Es la mejor medicina. La medicina del alma. La más importante para poder entender que en este mundo, al cual nosotros pensamos equivocadamente que la tierra nos pertenecía, tenemos que reconocer que nosotros pertenecemos a la tierra. Y esa es la gran diferencia que hará el gran cambio. Pablo Neruda dijo angustiado, reclamándole al Libertador Simón Bolívar que por qué no despertaba. Por qué no despertaba? -le decía a Bolívar- que su tierra amada, esta América, estaba sufriendo. Y dice Neruda que entre sueños y realidad se levanta y despierta Bolívar, por un momento, y conversa con el gran poeta chileno. Le dice Bolívar: “Es que yo despierto cada 100 años cuando despierta el pueblo”. Hace 200 años despertó Quito, despertó Bolívar. Hace 100 años, despertó Alfaro. Y hoy ciudadano presidente, ha despertado el pueblo ecuatoriano. Sólo tenemos que aprender a caminar junto a él. Muchas gracias.