COOPERACION TECNICA BELGA SENPLADES DISEÑAR PROPUESTAS PARA LA DISTRIBUCION DE TIERRAS EN APLICACIÓN A LOS PRINCIPIOS DE FUNCION SOCIAL Y AMBIENTAL QUE ESTABLECE LA NUEVA LEGISLACION Y PLANIFICACION DEL DESARROLLO DEL ECUADOR PRODUCTO No. 2: “Un documento físico y digital que contenga estrategias desde el Estado, respecto de tierras redistribuidas, para incentivar dinámicas agrarias sostenibles y que promuevan la soberanía alimentaria, incluyendo uso, acceso, organización social, formas de producción, comercialización y transformación, y estrategias de acompañamiento.” Sistema de Investigación Sobre la Problemática Agraria en Ecuador SIPAE1 1 Este documento ha sido preparado por el equipo SIPAE con aportes de Fernando Buendía, Javier Rodríguez 1 Contenido 1. Introducción .............................................................................................................. 3 2. Antecedentes............................................................................................................. 4 3. Estrategias para incentivar dinámicas agrarias sostenibles y que promuevan la soberania alimentaria ........................................................................................................ 5 4. 5. 6. 3.1 Aproximación Conceptual: ............................................................................ 5 3.2 El rol de la Tierra en el Régimen de Desarrollo:............................................ 9 3.3 Acceso, uso y aprovechamiento de tierra en el régimen del buen vivir: ...... 18 Criterios para políticas para generar dinámicas rurales sostenibles ....................... 19 4.1 Las intervenciones anteriores sobre la ruralidad .......................................... 20 4.2 La comprensión de la ruralidad .................................................................... 23 4.3 Dinámicas rurales sostenibles ...................................................................... 27 4.4 Criterios para diseñar estrategias de intervención ........................................ 29 Aproximaciones a una tipología de tierras en Ecuador .......................................... 31 5.1 Resultados generales según la tenencia y la condición jurídica ................... 32 5.2 La ubicación por cantones ............................................................................ 33 5.3 Caracterización de las Unidades Productivas............................................... 34 Referencias ............................................................................................................. 39 2 1. Introducción El proyecto “Diseñar propuestas para la distribución de tierras en aplicación a los principios de función social y ambiental que establece la nueva legislación y planificación del desarrollo del Ecuador”, propende el establecimiento de estrategias de intervención del Estado en la situación de inequidad en la tenencia de la tierra, para democratizar su acceso, y generar condiciones para un nuevo desarrollo rural, que afirme las evoluciones en las dinámicas agrarias que permiten sostener y ampliar la soberanía alimentaria, la función social y ambiental de la tierra, así como otras políticas de desincentivos, entre ellos los tributarios, para enfrentar la concentración de tierras, al tiempo que políticas de incentivos al reagrupamiento de tierras y minifundios. El documento presentado a continuación, es el segundo producto del proyecto anteriormente mencionado y contiene los lineamientos para el establecimiento de estrategias desde el Estado, respecto de tierras redistribuibles (redistribuidas), para incentivar dinámicas agrarias sostenibles y que promuevan la soberanía alimentaria, incluyendo uso, acceso, organización social, formas de producción, comercialización y transformación, y estrategias de acompañamiento. Para la elaboración de esta información se ha compilado, analizado y comprado los datos del 3er censo nacional agropecuario. Así mismo se sintetizo las diversas experiencias e informaciones sobre los el proyecto FEPP-Pro-tierras y el proyecto PRAT - MAGAP. Adicionalmente la información incorpora un resumen de los límites y potenciales de las políticas agrarias y del mecanismo actual de expropiación del INDA. La estructura de este documento y segundo producto se concentra en las estrategias para incentivar dinámicas agrarias sostenibles para ello se discute y analizan otras corrientes de pensamiento sobre el desarrollo rural, a la ves el documento finaliza con los primeros análisis sobre las zonas que en alguna medida pudieran tener un potencial de intervención. La organización de este documento tiene el siguiente orden: Estrategias para incentivas las dinámicas agrarias sostenibles Criterios para generar políticas para dinámicas agrarias sostenibles Aproximacio nes para una tipología de tierras en el Ecuador Para dar cumplimiento al objetivo específico n°3 de: establecer estrategias desde el Estado, respecto de tierras redistribuidas, para incentivar dinámicas agrarias sostenibles y que promuevan la soberanía alimentaria, incluyendo uso, acceso, organización social, formas de producción, comercialización y transformación, y estrategias de acompañamiento, y su producto solicitado en el marco de esta consultoría, se presenta 3 la metodología y las actividades que se han desarrollado para la concreción de las diferentes temáticas. Metodología Análisis de dinámicas agrarias y sistemas productivos de las microrregiones y zonas susceptibles de una intervención Actividades Caracterización de las tierras y de la situación de los productores del entorno, en términos agro-socioeconómicos y organizativos en los diferentes predios. Delineamientos de propuestas participativas de intervención para la Elaboración de una tipología de las gestión, adjudicación y producción diferentes tierras. sostenible según la tipología de de las tierras con posibilidades de afectación. Elaboración de propuestas de dinámicas agrarias sostenibles dentro de las tierras estatales reformadas con las consiguientes necesidades y estrategias diferenciadas de acompañamiento. 2. Antecedentes El Ecuador en los últimos años ha venido realizando esfuerzos para reestructurar las políticas en el ámbito del desarrollo rural, con el desafío de enfrentar los problemas estructurales que han mantenido en el largo plazo de situaciones de pobreza, atraso, desnutrición, a lo que se ha sumado en los últimos años una constante emigración. La nueva Constitución del 2008 y el nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2009 – 2013 proponen un cambio en la comprensión respecto del desarrollo, las relaciones campo – ciudad, la regionalización y los territorios, bajo los paradigmas del Buen Vivir Rural, o Sumak Kawsay, el desarrollo social y solidario, soberanía alimentaria, función social y ambiental de la tierra, colocando al centro la satisfacción de las necesidades básicas del conjunto de la población y respecto a la naturaleza. Es así como, la Constitución, el Plan Plurinacional del Buen Vivir, proponen nuevos roles del Estado respecto del desarrollo rural, con el fin de enfrentar los problemas estructurales de la tenencia de la tierra, la persistencia del latifundio, la concentración y re – concentración de las tierras, pero también dar respuestas a problemas como el minifundio y la fragmentación de la tierra. En este contexto, la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo –SENPLADES-, ha iniciado la construcción de la Estrategia Nacional de Desarrollo Territorial Rural (ENDTR), para lo cual ha unido esfuerzos con la Cooperación Técnica Belga –CTB- y dentro del Marco del Programa de Desarrollo Rural del Norte del Ecuador (PDRN) se ha considerado pertinente iniciar las acciones previstas en el punto 1.4 “Apoyar a la generación de políticas a través del análisis, capitalización y divulgación de las experiencias a nivel local en el área de desarrollo económico rural”, para que apoyen a la formulación y difusión de la Estrategia Nacional de Desarrollo Territorial Rural. 4 Por ello, en el diseño de una Estrategia de Desarrollo Rural, se debe incorporar políticas claves que transformen la existente inequidad en el acceso a los recursos productivos, sobre todo en lo relacionado al recurso tierra. Además, esta estrategia debe incluir los principios de la función social y ambiental de la tierra, contemplados en la Constitución del Ecuador y en La Ley Orgánica de Régimen de Soberanía Alimentaria –LORSA-. Para coadyuvar a la estructuración de la Estrategia de desarrollo Rural, se requiere de un estudio específico que involucre una serie de propuestas sobre procesos de redistribución de tierras, establecimiento de políticas de desincentivos a la concentración de la tierra, incentivos a la asociación y reagrupamiento de minifundios, etc. Por ello, el Sistema de investigación sobre la problemática agraria en el Ecuador – SIPAE-, respondió a la convocatoria conjunta realizada por la Cooperación Técnica Belga – CTB- y la Secretaria Nacional de Planificación y Desarrollo – SENPLADES-, al ser una institución con experiencia en investigación y estudios sobre problemática agraria y rural a nivel nacional. 3. Estrategias para incentivar dinámicas agrarias sostenibles y que promuevan la soberania alimentaria 3.1 Aproximación Conceptual: 3.1.1 El campesinado como productor mercantil simple: Los enfoques clásicos de la teoría crítica asociaban al campesinado con la persistencia de “modos de producción no capitalistas” que, ya sea como formas de transición (Lenin) o también como formas estables y asincrónicas de organización económica (Chayanov), se mantienen subordinados al modo de producción capitalista dominante. En el Capítulo Sexto Inédito de el Capital, Marx establece que, en función del proceso histórico concreto de desarrollo del capitalismo, en cada región las formas de supeditación del trabajo al capital, encuentran modalidades específicas identificadas bajo las figuras de “subsunción formal y subsunción real del trabajo al capital”. La subsunción formal del trabajo al capital, productora de plusvalía absoluta, corresponde a las dinámicas incipientes de surgimiento y del desarrollo del capitalismo, en las cuales se identifica la supeditación formal a través de tipos específicos de relación de dependencia laboral y del vínculo salarial2. Por ello, Marx señala que, en el proceso de cada formación económico social concreta, en aquellos segmentos económicos estructurados bajo formas no capitalistas, pueden establecerse diversas modalidades de articulación subordinadas, que, transfieren plusvalor hacia las formas capitalistas dominantes, mediante mecanismos encubiertos. “Denomino subsunción formal del trabajo en el capital a la forma que se funda en el plusvalor absoluto, puesto que sólo se diferencia formalmente de los modos de producción anteriores sobre cuya base surge (o es introducida) directamente, sea que el productor (producer) actúe como empleador de sí mismo (selfemploying), sea que el productor directo deba proporcionar plus-trabajo a otros. La coerción que se ejerce, y de este el método por el cual se expolia el plustrabajo, es de otra índole”. Marx, Karl. El Capital, Capitulo VI Inédito, siglo XXI editores pp. 2 5 Es el caso de su investigación de algunas regiones de la India, donde la persistencia de la forma de organización productiva a la que caracterizó como “ producción mercantil simple”, se desenvuelve vinculada al mercado, a través de la transferencia de valor que se realiza a prestamistas y comerciantes, razón por la cual estarían transitando hacia la “subsunción formal del trabajo al capital”. La transición de las formas de producción no capitalistas puede experimentar dinámicas con temporalidades y ritmos disímiles dependiendo de las fuerzas del capital y de las condiciones concretas en que se desenvuelven. De esta manera, por ejemplo, Marx y otros autores identificaron la persistencia de sistemas productivos de carácter tradicional, asincrónicos, en determinadas formaciones económico-sociales de Oriente, que llegaron a denominarse como “modo de producción asiático”3 y que sirvieron de base para identificar las formas productivas comunales existentes en las comunidades andinas. La estructural subordinación de las regiones periféricas a la metrópoli capitalista, originadas en los históricos procesos de dominación colonial, ha operado como una vena abierta -de acuerdo a la analogía de Eduardo Galeano- que impidió la acumulación de condiciones necesarias para provocar una transformación similar a la ocurrida en las regiones centrales, respecto a la situación agraria. El desarrollo del capitalismo periférico, por el contrario, ha dado lugar a la consolidación de formas precapitalistas y no capitalistas en el agro, denominadas por la tradición marxista como producción mercantil simple y comunales. Estas formas de producción históricamente constituidas son las que caracterizan globalmente a los pequeños y medianos productores rurales denominados campesinos, quienes además poseen un conjunto de elementos de identidad (históricos, geográficos, culturales, sociales y políticos) que estructuran y consolidan su modo de vida. Los estudios latinoamericanos sobre campesinado, inmersos en su mayor parte dentro de la corriente de Chayanov, identificaron las formas predominantes de organización productiva rural como aquellas en las que "( ...) la familia campesina, (es) una familia que no contrata fuerza de trabajo exterior, que tiene una cierta extensión de tierra disponible, sus propios medios de producción y que a veces se ve obligada a emplear parte de su fuerza de trabajo en oficios rurales no agrícolas"4; aunque no coincidan en las consideraciones de carácter marginalista y dualista que acompañan los análisis del autor. A pesar de la continuidad que han poseído las formas campesinas de organización en virtud de la capacidad de autoreproducción de sus condiciones materiales y por ende del modo de vida campesino, sin embargo, considerada globalmente, la población campesina (y rural) podría considerarse dentro de la categoría de “fuerza laboral de reserva”, es decir, como bolsones de organización económica tradicional -agropecuaria principalmente- que en mayor o menor medida tienden a adecuarse funcionalmente, a los ritmos de la producción capitalista dominante5. 3 Marx, Karl 1858 Formaciones económicas precapitalistas. Prólogo de Eric Hobsbawm. Siglo XXI Editores, Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1971. 4 Chayanov, Alexander (1985). La organización de la unidad económica campesina, Buenos Aires (Argentina), Nueva Visión, 1985, p.44 5 Ver en Marx, Karl. El Capital, Tomo I, Capitulo XVI, Acerca del Ejercito Industrial de Reserva. 6 El ejemplo más evidente de tal aseveración es el agravamiento del fenómeno migratorio (campo-ciudad, campo-campo, internacional) originado en los atributos de movilidad y adaptación (disciplinamiento a las exigencias de la acumulación) que posee el trabajo en el capitalismo (convertido en una mercancía de libre contratación y al mismo tiempo carente de los medios para reproducir sus condiciones de vida). 3.1.2 Transformaciones campesinas durante el proceso capitalista desarrollista (décadas 60- 70 del siglo pasado): Apropiadas de las versiones dominantes del paradigma de la modernidad y del progreso, las élites locales del capitalismo periférico latinoamericano concibieron al sector campesino como “el rezago” que debía incorporarse mediante la aplicación de un programa de modernización del campo. Además de una tibia modificación de la tenencia de la tierra, el desarrollismo agrario provocó la abolición de las relaciones serviles y precarias e incorporó paquetes de asistencia técnica, crediticia, etc. A pesar de su debilidad esta tibia Reforma Agraria contribuyó a la abolición de las formas precarias de explotación del trabajo y a la consolidación de las unidades de producción familiares y comunitarias, integradas al mercado a través de la comercialización de sus productos y también produciendo para el autoconsumo. Mediante el intercambio desigual y el crédito usurario, transferían plusvalía al capital comercial y al capital financiero para fortalecer el proceso general de acumulación capitalista. La mayor parte de estas unidades campesinas de producción, se mantuvieron bajo condiciones de reproducción simple o deficiente, compensando con la autoexplotación del trabajo y con el empleo rural fuera de la propiedad familiar, los desniveles productivos. Las debilidades en el acceso a medios y recursos productivos, mantuvieron estancadas las condiciones técnicas así como la productividad del suelo. La presión demográfica sobre la tierra, ocasionaba el deterioro del empleo además de la insuficiencia de ingresos que extendió de forma generalizada la pobreza en el campo. 3.1.3 Transformaciones del campesinado durante el período neoliberal: Los procesos de ajuste estructural y las transformaciones del Estado, iniciados en 1982, produjeron una reducción drástica de la intervención del Estado en la economía y en la provisión de servicios básicos; eliminando un conjunto de políticas orientadas al fomento agropecuario que repercutieron directamente en las posibilidades del desarrollo agrario de la agricultura familiar. Además la disminución de la inversión social generó el deterioro de la educación, la salud, la infraestructura y los servicios básicos, rurales. Efectivamente la “reforma neoliberal del Estado” desmanteló las políticas agropecuarias de apoyo a la seguridad alimentaria y a la agricultura campesina, truncando el proceso de desarrollo rural que el país había experimentando en las décadas anteriores y afectando severamente las condiciones económicas de los pequeños productores agropecuarios y sus familias. Empezando en los años ochenta con la eliminación de la 7 ENAC, EMSEMILLAS, FERTISA y la disminución del presupuesto para el área agrícola, se continuó en los años noventa con la contrarreforma agraria a través de la “ley de Ordenamiento Agropecuario”, la nueva “ley de aguas”, la reforma del Ministerio de Agricultura, la descapitalización del Banco de Fomento, la privatización de los Centros de Asistencia técnica, la eliminación de los aranceles agrícolas y el sacrificio de los productos agropecuarios en los acuerdos comerciales que se están negociando (ALCA, TLCs, CAN-UE)6; y al final la crisis de las políticas Agropecuarias para la economía familiar. Uno de los aspectos principales de la denominada contrareforma del agro, fué la pérdida de la importancia del sector agropecuario para la seguridad alimentaria y el desarrollo industrial. El modelo aperturista que disminuyó y hasta eliminó en algunos productos, los aranceles y las regulaciones a las importaciones agropecuarias, generó una invasión de productos agropecuarios importados destinados al consumo y al abastecimiento de la producción industrial. De esta forma en los últimos años el país ha importado el 100% del trigo, el 100% del garbanzo y la lenteja, el 50% del maíz duro, además de considerables volúmenes de leche en polvo, arroz, frutas, partes de pollo y otros productos elaborados como caramelos y licores. Bajo el enfoque neoliberal la estructura agropecuaria se reorientó hacia el desarrollo empresarial destinado principalmente a la exportación, concentrando los recursos económicos y agrícolas a la generación de los denominados comodities como flores, maderas, camarón, pescado, espárragos, frutas tropicales, banano, etc. La finca campesina durante este período entró en una espiral de desinversión y empobrecimiento, agravado por el endurecimiento del intercambio desigual respecto a la comercialización de sus productos, a la constante elevación de los precios de los insumos agropecuarios, a los elevados costos del crédito, al agudizamiento de la escasez de agua de riego debido al estancamiento de los canales de riego y de las inundaciones, hasta el nivel del despojo estructural de las familias campesinas. Los diversos productos agrícolas que genera la finca campesina (arroz, maíz, café, horticultura, ganado, pesca artesanal, etc) fueron duramente afectados por esta crisis, hasta que se tornó insostenible la actividad agropecuaria Los pequeños y medianos productores agropecuarios han experimentado en las dos últimas décadas un retroceso sin precedentes en sus condiciones económicas y sociales. Producto de esta crisis, las economías campesinas retornan a la autosubsistencia en circuitos de constantes pérdidas y déficits, que deterioran el nivel de vida de las familias y comunidades, lo cual, junto a la erosión del suelo y tierras cultivables, les fuerza a abandonar el campo y a migrar masivamente, hacia la ciudad y hacia el exterior para realizar trabajos fuera de sus fincas con el fin de recuperar el ciclo de supervivencia. El impacto directo de la crisis agropecuaria en el sector rural se evidencia en la pérdida sustantiva de los medios de producción al alcance de los pequeños productores: tierra, agua, fuerza de trabajo, acceso a financiamiento y capacitación técnica; al punto de convertir sus economías en actividades de supervivencia que no garantizan la seguridad 6 Es conocida la expresión de un connotado economista de orientación neoliberal, Ministro de Economía del Sr. Gutierrez “…vivamos de los subsidios de EEUU y aprendamos en el sector agropecuario para que somos competitivos”. 8 alimentaria familiar, ni los medios para atender sus necesidades elementales de educación, salud, vivienda, etc. Por ello, en el sector rural se concentra gravemente tanto la pobreza moderada como la extrema pobreza, pues, según la estadística el índice de necesidades básicas insatisfechas en el área rural alcanzan más del 85% y la pobreza de consumo afecta al 60% del total de la población rural. 3.2 El rol de la Tierra en el Régimen de Desarrollo: El acceso y uso de la tierra, así como también las formas de producción y comercialización y el conjunto de las políticas públicas agropecuarias vienen subordinadas al régimen de desarrollo, el mismo que determina en última instancia los marcos de las relaciones sociales que se establecen entre las formas productivas capitalistas y no capitalistas. Por ello resulta insuficiente considerar la redistribución de la tenencia de tierra y el acceso del campesinado a este recurso básico, sin insertarlo dentro de un conjunto más amplio de políticas públicas destinadas a revertir el régimen de capitalismo salvaje que se ha instalado en el agro ecuatoriano. Durante el período desarrollista reseñado brevemente, el impulso que tuvo la reforma agraria obedecía a un programa de desarrollo capitalista nacional, satisfaciendo la necesidad de liberar la mano de obra de las ataduras precaristas del régimen de hacienda y de garantizar el abastecimiento alimentario e industrial tanto para la emergente población trabajadora como para la manufactura asentadas en las urbes, además de estabilizar a la baja sus salarios. En el período neoliberal, con un régimen de economía social de mercado, el rol de agro se transformó, reorientándose a la producción de bienes exportables y cubriendo la demanda interna bajo modalidades agroempresariales de producción, lo cual generó una contrareforma agraria, que provocó la reconcentración de la tierra y los demás recursos productivos agropecuarios, acuícolas y pesqueros. 3.2.1 El régimen de desarrollo en la nueva Constitución: La nueva Constitución está cobijada por un techo programático cuya finalidad última es el Buen vivir o Sumak Kausai. Se trata de un concepto “postcapitalista” inspirado en la cosmovisión campesino-indígena, que establece la primacía del enfoque de justicia y armonía en todos los aspectos de la convivencia humana, social y con la naturaleza: i) a nivel político impulsa con fuerza la participación ciudadana y social, mejorando también la representación; ii) a nivel económico, establece que el régimen económico del país es “solidario”; iii) a nivel social crea un sistema de inclusión y equidad para la protección integral de las personas y universaliza derechos básicos como la educación, la salud, la seguridad social, la alimentación, además de que desarrolla los derechos para los grupos de atención prioritaria; iv) a nivel cultural instituye el estado plurinacional e intercultural, reconociendo derechos colectivos de grupos étnicos; v) a nivel de la justicia restablece el derecho ciudadano a la justicia; vi) a nivel ambiental instituye por primera vez en el mundo, los derechos de la naturaleza. El Buen vivir rompe radicalmente con el enfoque jurídico-institucional pre existente 7 que profundizó la economía social de mercado y la supuesta libertad de los agentes 7 a ser reemplazado con una nueva normativa acorde con la nueva Constitución 9 particulares. La Constitución de Montecristi trastoca el denominado pacto social constitucional de 1998 que favoreció por una parte a los grupos económicamente más fuertes, facilitando su dominio de los mercados y la apropiación de los recursos naturales8, y por otra parte, a las élites políticas oligárquicas9. Ambos sectores estrechamente ligados unos y otros. El cambio del régimen constitucional implica una ruptura radical en el ordenamiento económico, social, político y territorial del país, y en la medida en que se profundice a través de las leyes, de las instituciones y de la conciencia ciudadana, trastocará sustancialmente las inequitativas relaciones sociales existentes, cimentando una modificación histórica de la correlación política en la sociedad ecuatoriana. Respecto del régimen de desarrollo la nueva Constitución establece como parte de sus objetivos en el art.276, numeral 2) Construir un sistema económico justo, democrático productivo, solidario y sostenible basado en la distribución igualitaria de los beneficios del desarrollo, de los medios de producción y en la generación de trabajo digno y estable. Y además establecer en el numeral 4) Recuperar y conservar la naturaleza y mantener un ambiente sano y sustentable que garantice a las personas y colectividades el acceso equitativo, permanente y de calidad al agua, aire y suelo y a los beneficios de los recursos del subsuelo y patrimonio natural. De acuerdo a la Constitución, el régimen del buen vivir se sustenta en el logro de la soberanía económica basada en un sistema económico social y solidario, que reconoce al ser humano como sujeto y fin; propende a una relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza; y tiene por objetivo garantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales e inmateriales que posibiliten en buen vivir. Por ello el sistema económico se integrará con las formas de organización económica estatal, privada, mixta, popular y solidaria (art. 283). Por ello, la política económica tiene entre sus objetivos permanentes: 1) Asegurar una adecuada distribución del ingreso y de la riqueza nacional; 2) Incentivar la producción nacional, la productividad y competitividad sistémicas, …3) asegurar la soberanía alimentaria y energética, 4) Promocionar la incorporación de valor agregado con la máxima eficiencia, dentro de los límites biofísicos de la naturaleza y el respeto a la vida y a las culturas, 5) Lograr un desarrollo equilibrado del territorio nacional, la integración entre regiones, en el campo, entre el campo y la ciudad, en lo económico, social y cultural…(art. 284) Y la política comercial tiene entre sus objetivos permanentes: 1) Desarrollar, fortalecer y dinamizar los mercados internos…3) Fortalecer el aparato productivo y la producción nacionales, 4) Contribuir a que se garantice la soberanía alimentaria y energética, y se reduzcan las desigualdades internas…5) Impulsar el desarrollo de las economías de escala y el comercio justo, 6) Evitar las prácticas monopólicas y oligopólicas, particularmente en el sector privado, y otras que afecten el funcionamiento de los mercados ( art. 304). Además establece que el Estado desincentivará las importaciones que afecten negativamente a la producción nacional, a la población y a la naturaleza (art. 306) 8 Se refiere a los mercados financieros, comerciales, laborales, así como a los recursos como el petróleo, turísticos, mineros, etc. e 10 Para facilitar los intercambios económicos y el comercio justo, el Estado se obliga entre otros aspectos a definir una política de precios orientada a proteger la producción nacional (art. 334), a impulsar y velar por el comercio justo (art. 335), a promover el desarrollo de infraestructura para el acopio, transformación, transporte y comercialización de productos para la satisfacción de las necesidades básicas internas…(art. 337). Además en el art. 334, el Estado se obliga promover la democratización del acceso a los factores de producción, para lo cual le corresponderá: 1) Evitar la concentración y acaparamiento de recursos y factores productivos, promover su redistribución y eliminar privilegios o desigualdades en el acceso a ellos…4) Desarrollar políticas de fomento a la producción nacional en todos los sectores, en especial para garantizar la soberanía alimentaria y la soberanía energética, generar empleo y valor agregado. 3.2.2 Hacia un modelo endógeno de desarrollo del sector agropecuario: De acuerdo al art. 281 de la Constitución, la soberanía alimentaria constituye un objetivo estratégico y una obligación del Estado, para lo cual se responsabilizará entre otros aspectos de: 1) Impulsar la producción, transformación agroalimentaria y pesquera de las pequeñas y medianas unidades de producción, comunitarias y de la economía social y solidaria, 2) Adoptar políticas fiscales, tributarias y arancelarias que protejan al sector agroalimentario y pesquero nacional, para evitar la dependencia de importaciones de alimentos, 3) Fortalecer la diversificación y la introducción de tecnologías ecológicas y orgánicas en la producción agropecuaria, 4) Promover políticas redistributivas que permitan el acceso del campesinado a la tierra, al agua y otros recursos productivos, 5) Establecer mecanismos preferenciales de financiamiento para los pequeños y medianos productores y productoras, facilitándoles la adquisición de medios de producción, 6) Promover la preservación y recuperación de la agrobiodiversidad y de los saberes ancestrales vinculados a ella; así como el uso, la conservación e intercambio libre de semillas…8) Asegurar el desarrollo de la investigación científica y de la innovación tecnológica apropiadas para garantizar la soberanía alimentaria…10) Fortalecer el desarrollo de organizaciones y redes de productores y de consumidores asi como la comercialización y distribución de alimentos que promueva la equidad entre espacios rurales y urbanos, 11) Generar sistemas justos y solidarios de distribución y comercialización de alimentos. Impedir prácticas monopólicas y cualquier tipo de especulación con productos alimenticios…14) Adquirir alimentos y materias primas para programas sociales y alimenticios, prioritariamente a redes asociativas de pequeños productores y productoras. Además el artículo 282 señala que el Estado normará el uso y acceso a la tierra que deberá cumplir la función social y ambiental y que se creará un fondo nacional de tierras, establecido por ley, regulará el acceso equitativo de campesinos y campesinas a la tierra. En este artículo se señala además que se prohibe el latifundio y la concentración de la tierra, así como el acaparamiento o privatización del agua y sus fuentes. El régimen de desarrollo agropecuario que, de acuerdo al mandato de la Constitución, se establece para el país, prioriza la soberanía alimentaria como objetivo estratégico y 11 coloca en el centro de las políticas estatales el logro de este propósito, enfatizando en el apoyo a los pequeños y medianos productores como abastecedores de la producción agroalimentaria. Esto implica fundamentalmente revertir las tendencias desestructuradoras del régimen actual a través de una intervención potente del Estado para la recuperación y sostenibilidad de los pequeños y medianos productores agropecuarios. El impulso del eje productivo enfocado al fortalecimiento del sector de la economía popular y solidaria, generará la dinámica requerida para mejorar la calidad del empleo rural, los ingresos de los productores y disminuirá la tendencia emigratoria. En última instancia se trata de romper con la tradicional supeditación de la periferia rural respecto del centro capitalista y de generar una multicentralidad extendida en el territorio, que favorezca la inversión y el crecimiento a lo largo de las zonas rurales y urbanas del país. Trastocar estructuralmente el proceso de acumulación de riqueza creando nuevas relaciones sociales que, eliminen los mecanismos tradicionales de transferencia de la renta hacia los sectores económicos dominantes y produzcan dinámicas de apropiación de la renta por parte de los productores y los sectores sociales, implica entre otras estrategias: 3.2.3 Impulsar la producción agropecuaria, acuícola y turística como eje del desarrollo nacional: Considerando las características de la estructura económica nacional es evidente que su base productiva aún está sustentada en la producción agropecuaria, acuícola, pesquera y turística, y que las posibilidades ciertas de su crecimiento económico se encuentran en la potenciación de estos sectores básicos, además de su desarrollo agroindustrial y de servicios conexos, incluidos los de la infraestructura turística. Pero no se trata únicamente de reproducir los patrones de acumulación y de relaciones económicas que se han desenvuelto dentro del territorio y que han conducido a su agotamiento y a la situación de crisis estructural que hemos señalado. Se precisa superar la trampa del mal crecimiento que generó una polarización en la distribución de la renta y su transferencia hacia las regiones centrales del país y del exterior. Estamos hablando de un modelo postneoliberal y en cierta medida postcapitalista, en el marco del mandato constitucional del Buen Vivir o Sumak Kawsay. Proponemos un modelo endógeno de desarrollo económico, orientado en primer lugar, hacia la soberanía alimentaria, es decir, a la producción para el mercado interno local y nacional, sin descuidar las posibilidades del mercado externo. Considerando el rol que tradicionalmente ha jugado la economía campesina como abastecedor de alimentos y servicios turísticos para el consumo nacional y local, es evidente que puede proyectarse en este rol para cubrir una demanda creciente impulsada por el crecimiento de los demás sectores de la economía y principalmente por la redistribución de la riqueza en el país, producto del proceso de cambio estructural que experimenta el país desde el año 2007. De esta manera, es de esperar que en los próximos años se incremente el consumo nacional de cárnicos (aves, cerdos, vacunos), lácteos, pescado, cereales, productos 12 hortícolas, etc., favoreciendo el crecimiento sostenido de la producción rural, así como también del turismo rural. Cabe resaltar que la Constitución de Montecristi en vigencia, establece una priorización de la producción para la soberanía alimentaria otorgándole un conjunto de beneficios y ventajas al pequeño y mediano productor que deberán ser implementados a través de un nuevo régimen agropecuario nacional y local. Se trata del restablecimiento institucional y de manera fortalecida por el mandato constitucional, del pacto social con los productores agropecuarios, atribuyéndoles el rol de responsables de la soberanía alimentaria nacional. Entre otros aspectos cabe resaltar la priorización de las compras públicas para los programas alimentarios de la producción realizada por los pequeños y medianos productores. 3.2.4 Desarrollar el procesamiento y la industrialización agroalimentarias: Se volvería a caer en la trampa del intercambio desigual si es que los sectores agropecuarios se mantienen exclusivamente como productores de materias primas. Por ello, se demanda un esfuerzo importante para desarrollar el procesamiento y la industrialización alimentarios, instalando infraestructuras básicas y productivas en las zonas rurales e intermedias, desarrollando la innovación tecnológica, el acceso al crédito, etc. De esta manera, se revertirá la tendencia de territorios perdedores que han jugado las zonas rurales a través de los años y se generarán dinámicas favorables de acumulación local de la renta productiva. Una estrategia de industrialización para el sector agroalimentario de pequeños y medianos productores, debe concebirse como un proceso cuya primera fase debería orientarse a la conservación de la producción y al procesamiento básico, a través de tecnologías que puedan adaptarse y replicarse con facilidad, que tengan bajos costos y que no impliquen mayores niveles de base tecnológica. Las experiencias de conservas de frutas de los pequeños productores de Tungurahua, de procesamiento de lácteos en Salinas de Bolivar, de café orgánico en Loja, de cacao fino en Esmeraldas, de plantas aromáticas en Chimborazo, de conservas de pescado en Manabí, de turismo ecológico, etc., nos dan una pauta de lo que podría implicar el salto industrial que se pretendería realizar. Además el modelo de gestión y propiedad que debería implementarse es el de empresas comunitarias, que aproveche la ventajas del asociativismo y redistribuya los ingresos para los productores y la comunidad. 3.2.5 Superar el modelo productivo basado en la renta de la naturaleza: Sobre el desarrollo agropecuario, acuícola y turístico se cierne como una amenaza fatal la irregularidad climática provocada por la gigantesca deforestación de los bosques y montañas y por los efectos globales del cambio climático. Por ello es emergente la necesidad de superar el modelo sustentado en la renta de la naturaleza (régimen de lluvias, fertilidad natural del suelo, diversidad biológica, entre otras), impulsando un proceso planificado de recuperación y fortalecimiento de los elementos productivos básicos. 13 Dada la irregularidad del relieve y la diversidad de climas y de zonas de vida que posee el país, no se puede establecer lógicas productivas homogéneas para todas las regiones territoriales, y por el contrario, se puede aprovechar la diversidad regional para impulsar una producción agropecuaria diversificada, de acuerdo a las características de cada una de ellas. El ordenamiento territorial y la zonificación productiva, se imponen como una estrategia de optimización y adecuación agroproductiva del territorio, evitando el uso desordenado del suelo y de los recursos, presente en la lógica mercantil que ha primado en la dinámica nacional. Así por ejemplo, deben establecerse zonas de recuperación forestal y de uso agropastoril para volver a cubrir las montañas con capa vegetal y boscosa, que preserven la humedad y alimenten las fuentes de hídricas en las cuencas altas de los ríos. Igualmente debe evitarse la deforestación de las zonas de bosque primario y secundario como las zonas cafetaleras, cacaoteras, frutícolas y otras (convirtiéndolas en bosque protector), para que pueda sostenerse la humedad del suelo de estas microregiones. Los suelos de valles con posibilidades de irrigación como las cuencas bajas de los ríos, con pendientes leves, cercanía a los mercados y vías de acceso estables; deben tener un tratamiento especial orientándolos hacia la producción intensiva, con una zonificación por cultivos a fin de optimizar los rendimientos y recursos e incorporando la mecanización agrícola. Así por ejemplo, la zona de la cuenca baja del río Guayas que tiene suelos de inundación, fertilizados de manera natural con materia orgánica proveniente de las zonas altas del río, posee una vocación natural para la producción arrocera, que, con pocos insumos alcanza rendimientos superiores a 72 quintales por hectárea, y puede convertirse, además de abastecedor de la graminea para el país, en el principal proveedor para la región andina, deficitaria de este producto. 3.2.6 Diseñar y ejecutar un plan integral nacional de manejo hídrico : Un eje fundamental, sine qua non para el desarrollo agropecuario es el desarrollo y potenciación de la infraestructura hídrica para optimizar los recursos existentes. Debido a la deserción estatal de las políticas de fomento agropecuario para los pequeños productores, los sistemas de presas y canales de riego que fueron construidos en años pasados, se quedaron truncos en sus obras complementarias como los canales de riego secundarios y terciarios, de tal forma que el impacto potencial quedó reducido a un pequeño número de beneficiarios. Tal es el caso del trasvase de la presa Daule Peripa a la provincia de Santa Elena y del sistema de trasvase, presas y de canales de riego en la provincia de Manabí, entre otros. Pero además, es necesario impulsar con fuerza nuevos proyectos de captación, almacenamiento y distribución del agua para riego, para incorporar nuevas zonas a la producción agropecuaria, actualmente subutilizadas, tales como la sabana costera. En el caso de la provincia de Manabí, por ejemplo, existe el denominado Plan Integral de Manejo Hidrico de Manabí (PHIMA), elaborado por la prefectura en el año 2004, que podría entrar a estudios definitivos y construirse por fases, empezando por las zonas que están más afectadas por la sequía como la zona sur y la zona norte. Igualmente es necesario desarrollar el riego campesino impulsando la dotación de sistemas de riego familiares y comunitarios en base a tecnologías alternativas como reservorios impermeabilizados con geosintéticos, riego por aspersión, riego por goteo, 14 etc. Además se requiere la capacitación de los agricultores en el uso del riego y el fortalecimiento de la organización de los regantes en las Juntas de Riego. Las concesiones de agua de acuerdo con el mandato constitucional y con la ley deben priorizar la agricultura campesina para la soberanía alimentaria, para lo cual se deberán eliminar las concesiones ya existentes utilizadas para otros usos y se deberá impulsar una redistribución del recurso hídrico según el orden de prelación que manda la Constitución. 3.2.7 Impulsar la agricultura sustentable y agroecológica: Para recuperar los suelos y la biodiversidad se hace necesario y urgente cambiar el modelo tecnológico, desarrollando la agricultura sustentable, disminuyendo el uso de insumos químicos que generan dependencia y una importante transferencia de la renta agrícola al capital comercial. Mediante la introducción y desarrollo de la lombricultura, composteras industriales, biofábricas y otros, se podrá alcanzar el abastecimiento local de diversos productos biológicos (estimulantes foliares, fertilizantes orgánicos, controles biológicos de plagas, etc); se recuperará la fertilidad del suelo y disminuirá la dependencia tecnológica. Para recuperar la biodiversidad de la región, debe impulsarse el acopio y el libre intercambio de las semillas a través de bancos comunitarios que abastezcan las necesidades de los cultivos, en especial los vinculados a la soberanía alimentaria. La promoción de la producción agroecológica debe estar acompañada del fomento de los mercados de productos alimentarios limpios, pues, no se puede impulsar la agricultura orgánica si no está acompañada de estímulos respecto a los precios de los productos. El mecanismo de las compras públicas, así como también el desarrollo de la inteligencia de mercados, podrían contribuir a la generación de una demanda sostenida que aliente a los pequeños agricultores a desarrollar la producción agroecológica. Igualmente es necesario reorientar la formación e investigación que realizan las universidades y centros de investigación agropecuaria, proyectándolos a la investigación genética, a la reproducción de semillas y plantas, etc., bajo modelos participativos que induzcan e incorporen a los productores agrícolas al desarrollo tecnológico. 3.2.8 Atender integralmente las cadenas productivas y de valor agropecuarias, acuícolas y turísticas: La implantación de un modelo de desarrollo alternativo debe atender de manera integral a la producción campesina, fortaleciendo las cadenas productivas y de valor, controladas directamente por los pequeños productores. A través de la zonificación deben desarrollarse servicios especializados que atiendan integralmente a las cadenas agroproductivas existentes. Entre otras deben impulsarse la especialización y los servicios a las cadenas de: café, arroz, maíz, cacao, ganado vacuno y avícola, banano, pesca artesanal y turismo. Las acciones de apoyo al sector agropecuario que ha venido desarrollando el MAGAP son dispersas, puntuales, poco sistemáticas y asistencialistas, y por ello, ineficaces para 15 recuperar al sector. El cambio que se propone implica un reordenamiento institucional para articular y concentrar las intervenciones de acuerdo a la zonificación del territorio, y una fuerte inversión de recursos por cadena productiva. Así por ejemplo, un programa para el desarrollo de la producción en la zona arrocera debería contemplar integralmente acciones para la preparación de los suelos (mecanización para la nivelación y drenaje, recuperación de materia orgánica, etc), acciones para el acceso a las semillas e insumos en condiciones adecuadas, acciones de asistencia técnica permanentes, acceso adecuado al crédito, acciones para la cosecha (mecanización), acciones para la postcosecha (secado pilado y embodegado), acciones para la comercialización (precios de sustentación, exportación). Es preciso poner atención a los llamados negocios inclusivos que han venido implantando en el agro los grupos monopólicos e industriales agrícolas, que, de acuerdo a la investigación realizada por Fernando Larrea y Florencia Campana, no hacen más que refuncionalizar y actualizar la histórica subordinación del pequeño productor familiar a sectores con elevados niveles de concentración de capital. En su investigación demuestran que el llamado contrato agrícola, deja en manos del pequeño productor, todos los riegos productivos, genera un fuerte dependencia tecnológica y financiera, y no asegura precios justos a causa de las restricciones para la entrega del producto. 3.2.9 Intervención vigorosa del Estado en la Comercialización agropecuaria: De acuerdo a varias investigaciones la comercialización es el aspecto más débil y crucial de la inserción de la producción campesina, porque a través del intercambio desigual se transfiere la mayor parte de la renta agropecuaria hacia el intermediario o el industrial. Por ello, se hace necesaria una vigorosa intervención del Estado en el proceso de comercialización para la regulación de los precios, empezando por el establecimiento de una política de restricciones a la importación de productos agropecuarios nacionales y de promoción de las exportaciones agropecuarias, evitando el juego de la sobreproducción relativa en las épocas de la cosecha, principalmente del maíz y del arroz. La fijación anual de precios de sustentación de la producción y el estricto cumplimiento de los mismos constituye otro recurso necesario para evitar la explotación de los productores por parte de los intermediarios. Dada la enorme asimetría existente en el mercado agropecuario, es el Estado quien debe determinar la banda de precios para los productos agropecuarios y controlar los denominados “contratos agrícolas” que atan a los campesinos con las cadenas industriales, obligándoles a asumir la totalidad de riesgos. Además se precisa la construcción de sistemas de almacenamiento y bodegaje para conservar los productos agropecuarios y que puedan ingresar en el mercado de acuerdo con la demanda de los mismos. No se trata solamente de secadoras, patios y silos para el arroz y el maíz como tradicionalmente se ha utilizado, sino también de cuartos congelados para la pesca, los mariscos, los lácteos y cárnicos, de patios y secaderos para el café, etc. Aún las frutas y los productos hortícolas que normalmente se comercializan frescos, pueden almacenarse y conservarse en condiciones óptimas para distribuirse según las dinámicas de la demanda. 16 La adquisición de una parte de la producción agropecuaria por parte del Estado para el abastecimiento de los programas alimentarios constituye otro mecanismo previsto por la Constitución para garantizar los precios de la producción campesina. En esta línea se debe dar impulso al desarrollo del comercio justo, buscando el relacionamiento directo entre productores y consumidores mediante el desarrollo de mercados alternativos como las ferias libres, las canastas comunitarias, entre otros. 3.2.10 Transformar a la institucionalidad y a los actores estatales del desarrollo rural para el buen vivir: La propuesta de un desarrollo rural para el buen vivir que se propone, significa un cambio de ciento ochenta grados en el modo de desarrollo económico y productivo que se han venido aplicando a través de los años y para ello debe estar acompañada, obligatoriamente, de una radical transformación de las instituciones nacionales, sin perjuicio de la transformación correspondiente que deben experimentar las entidades provinciales, cantonales y parroquiales. En el nivel del régimen dependiente, corresponde al Ministerio de Agricultura, Ganadería Acuacultura y Pesca MAGAP, liderar el proceso de cambio institucional, en correspondencia con su rol de rectoría de las políticas agropecuarias y del desarrollo rural. Junto al MAGAP deben armonizar sus políticas, programas y acciones, las demás instituciones vinculadas temáticamente al desarrollo productivo rural, tales como, la entidad encargada de la competitividad, el Instituto de Economía Popular Solidaria y la Secretaría Nacional de Planificación, entre las principales. Igualmente corresponde al nivel seccional provincial, estos es, al Consejo Provincial, a los municipios y las juntas parroquiales rurales, fomentar el desarrollo económico local en las zonas rurales de acuerdo a sus competencias constitucionales, insertando sus acciones en forma articulada con las iniciativas del nivel dependiente. Alcanzar la coordinación y articulación de las instituciones estatales pertinentes, para dar impulso al cambio del modo de desarrollo nacional y locales, demanda una fuerte capacidad de presión del movimiento campesino, porque implica superar las tendencias fraccionarias y los intereses de cada uno de los actores, sea del nivel dependiente o del nivel seccional. En el marco de la nueva Constitución, se puede concebir una propuesta de esta envergadura, pero no sin la ruptura de una cantidad de obstáculos, que, probablemente llevará bastante tiempo superarlos y podrían ralentizar el proceso. Por ello se debe considerar a la presente propuesta como un horizonte de mediano plazo que se materializará de acuerdo a las condiciones concretas en las que se vaya implementando. 3.2.11 Revertir la tendencia migratoria negativa mediante el impulso de propuestas generadoras de empleo Frenar y superar la constante emigración de la población campesina debe convertirse en uno de los objetivos centrales de la política pública nacional y local. Para esto las zonas rurales deberán crecer en su economía a un ritmo constante muy superior al que han tenido en los años pasados, pero dentro de una lógica que distribuya la riqueza social en forma equitativa, que preserve el medio ambiente y utilice en forma racional sus recursos naturales. 17 El empleo agropecuario acuícola y pesquero que se atribuye a las unidades de producción familiares, experimenta un grave deterioro, al punto que no cubre los costos de reproducción familiar ni productivos. Por ello, la alternativa principal para disminuir la migración es incrementar sustancialmente las condiciones productivas de las fincas familiares para que alcancen niveles ampliados de reproducción, mediante la inversión masiva en infraestructura productiva, recursos crediticios, asistencia técnica, sistemas equitativos de comercialización. Pero además deben impulsarse con la potencia necesaria, los encadenamientos productivos asociados con la producción básica, esto es, la industrialización agropecuaria, acuícola y pesquera, el turismo rural, cultural y la artesanía. El impulso de estos ejes productivos, enfocado al fortalecimiento del sector de la economía popular y solidaria, generará la dinámica requerida para mejorar la calidad del empleo rural, los ingresos de los productores y disminuirá la tendencia emigratoria. 3.3 Acceso, uso y aprovechamiento de tierra en el régimen del buen vivir: La Constitución relieva el carácter especial que posee la tierra, determinado por ser el hogar (hábitat) de las personas y de la naturaleza (Pachamama) y el territorio sobre el que se asientan el Estado y la sociedad, cuyo acceso, uso y aprovechamiento sustentable y equitativo constituye una condición básica para el logro del buen vivir. Esta caracterización que surge de la Constitución le convertiría a la tierra en un bien patrimonial, objeto de apropiación individual, colectiva y social, dentro de un marco económico solidario, equitativo y sustentable. Esta constatación establece la responsabilidad del Estado como garante de los derechos constitucionales de efectuar una intervención en la estructura de distribución, tenencia y uso de la tierra para adecuarla al rol que debe cumplir de acuerdo al mandato constitucional, lo cual implica entre otros aspectos: o Ordenamiento del territorio: Estableciendo de acuerdo a las características de cada zona el tipo de actividades productivas y de conservación que pueden efectuarse dentro de las mismas, así los modelos de aprovechamiento de los recursos existentes. o Prelación del uso de la tierra y de los recursos: Priorizando la soberanía alimentaria, luego los usos para la industria nacional y la exportación. o Reestructuración de la tenencia de la tierra: Superación del latifundio y del minifundio; generación de formas alternativas de tenencia (cooperativas, tierras comunitarias, tierras estatales entregadas en usufructo, etc.); definición de tamaños apropiados para hacer más eficientes las unidades de producción agropecuaria según las características de cada región, etc. o Sistema de incentivos y desincentivos: Para intervenir de manera eficaz en el ordenamiento, prelación y reestructuración de la tierra, tales como el fondo de tierras, estímulos crediticios, tributos, etc. 18 4. Criterios para políticas para generar dinámicas rurales sostenibles La presente sección pretende introducir algunos criterios sociales para la formulación de políticas que tengan por finalidad generar dinámicas rurales sostenibles, dentro de áreas afectadas por redistribución de tierras. No debe entenderse que nos referimos a las políticas sociales como únicos instrumentos adecuados para tal finalidad. Al contrario, tal como sugerimos más adelante, la generación de dinámicas sostenibles requiere de la confluencia organizada de variadas iniciativas y acciones desde diferentes instancias y sobre diferentes ámbitos. Más apropiadamente, la sección refiere a los criterios sociales a ser considerados para diseñar estrategias de intervención. El propósito expresado requiere de precisar lo que entendemos por dinámicas rurales sostenibles. Igualmente, consideramos necesario definir lo que entendemos por ámbitos de intervención, tomando en cuenta los elementos que definen la ruralidad de manera integral. Y además, necesitamos hacer un breve comentario sobre los alcances y limitaciones del presente texto. La presente sección fue elaborada a partir de la reflexión y los estudios desarrollados por el SIPAE en su iniciativa por caracterizar la tenencia de la tierra y la concentración del agua en diferentes zonas del país. Obedece, más bien, a un proceso de discusión acerca de las condiciones bajo las cuales un modelo de desarrollo rural resultaría más incluyente, y sobre los mecanismos de intervención sobre determinadas áreas, considerando la estructura social establecida sobre el territorio. No hubo posibilidad de generar modelos basados en indicadores estadísticos para un área en particular. El propósito consiste, más bien, en sugerir directrices aplicables a la diversidad de las áreas previstas para afectación. Para ello, primero presentamos unos breves comentarios que sintetizan los ‘lugares comunes’ de las críticas a las intervenciones anteriores del Estado, los gobiernos seccionales, las organizaciones no gubernamentales, los organismos de cooperación, y otros sectores desde donde se diseñan e implementan planes de intervención sobre la ruralidad. Luego hacemos referencia a los elementos que distinguen a la ruralidad en sentido amplio. Esto supone, por cierto, hacer una crítica a los modelos de intervención (o de desarrollo rural) que han enfocado la atención en las actividades y procesos agrícolas, sin considerar otras estructuras sociales ni los contextos de comercialización, producción, consumo y organizaciones en los que las actividades productivas agrícolas se encuentran inmersas. El tercer acápite corresponde a una breve discusión sobre lo que entendemos por dinámicas rurales sostenibles, abriendo un debate con enfoques de intervención que, a pesar de considerar definiciones amplias de la ruralidad, sugieren diferentes mecanismos para la acción que otorgan diferentes contenidos a las nociones de ‘inclusión’, ‘equidad’, etc. Finalmente, sugerimos algunos criterios para diseñar estrategias de intervención que expresan un intento por superar las limitaciones de las intervenciones anteriores, y a la vez pretenden dotar de contenido democratizador a las acciones a diseñarse. 19 4.1 Las intervenciones anteriores sobre la ruralidad A pesar de los planes, programas y proyectos aplicados para el desarrollo del sector rural en el Ecuador, las condiciones de pobreza y marginalidad de gran parte de la población parecen mantenerse persistentes. En un trabajo que sirve a diferentes fines – criticar al discurso del desarrollo por sus efectos de desmovilización política de organizaciones indígenas y campesinas–, Víctor Bretón (2001) apunta que la provincia de Chimborazo, por ejemplo, ha registrado la mayor magnitud de fondos recibidos de cooperación para el desarrollo e intervenciones para reducir la pobreza durante las últimas dos décadas del siglo XX, y sin embargo mantiene algunos de los índices de pobreza y marginalidad más altos del territorio nacional. Lo cierto es que, si bien las causas y la racionalidad detrás de los fracasos en las intervenciones pueden ser analizadas desde diferentes perspectivas teóricas y políticas, los hechos reflejan algunos efectos bastante identificables de todos los planes implementados sobre la ruralidad. Uno de los efectos más significativos es la constitución de una arquitectura organizativa amplia y compleja en todos los espacios rurales del país. Desde la constitución de cooperativas y asociaciones productivas agrícolas dirigidas por el Estado (por el IERAC, específicamente), hasta la constitución de las contrapartes para proyectos de desarrollo bajo la forma de organizaciones segundo grado, microempresas y asociaciones de productores, promovidas por ONGs y organismos de cooperación; el campo ha visto una multiplicación de organizaciones de diferente carácter y formato en las últimas tres décadas del siglo pasado. No debe desestimarse, por lo tanto, el efecto de acumulación de experiencia organizativa y desarrollo de capacidades técnicas de gran parte de la población rural organizada. A la par, existe una visibilización, esto es, una construcción de un marco interpretativo, que identifica las necesidades, carencias, potencialidades, recursos y demandas de varias poblaciones asentadas en ámbitos territoriales específicos. Así, tampoco debe desestimarse el diagnóstico general levantado que caracteriza al campo en el Ecuador, ni tampoco la interiorización del mismo por parte de los actores rurales y urbanos. Por cierto, este marco interpretativo ha reflejado avances en sí mismo: desde una concepción que ponía el énfasis en los procesos productivos vinculados a la agricultura, se ha transitado a una identificación de espacios locales para la implementación de las acciones, y recientemente se ha adoptado la perspectiva territorial que considera a las microrregiones o a los ‘territorios’ de diverso carácter (cuencas hidrográficas, por ejemplo), como las unidades básicas para la promoción del desarrollo. Debe decirse que los criterios de definición de un ‘territorio’ son arbitrarios, éste es, pues, una construcción social que parte de la identificación de determinados actores que despliegan ciertas dinámicas y se mueven dentro de marcos normativos e institucionales comunes. Finalmente, en determinados casos, las condiciones de inequidad y pobreza se han visto reducidas, y así debe reconocerse que varias intervenciones han resultado exitosas, aunque sea de manera parcial. En muchos casos, las condiciones del éxito han estado marcadas por las posibilidades de vinculación de iniciativas locales a cadenas de 20 comercialización internacionales (como en el caso de aquellas que se articulan a cadenas de comercio justo o agricultura orgánica). Otras iniciativas han demostrado la adecuada confluencia de las acciones de instancias públicas con las de actores y organizaciones privadas y de sociedad civil; y otras, han logrado articular adecuadamente la cultura (política) de las poblaciones locales para encaminar proyectos de desarrollo. El desarrollo desigual de estas iniciativas y los efectos polivalentes nos conducen a preguntarnos por qué unas iniciativas prosperan, mientras que otras fracasan. O más apropiadamente, por qué mientras en algunos casos se alcanzan los objetivos planteados, en otras situaciones las iniciativas sirven más bien para profundizar las desigualdades, fortalecer redes clientelares, concentrar el poder económico y político en determinados sectores, etc. Más aun, por qué algunas iniciativas de desarrollo económico repercuten sobre las condiciones de democratización o tienen efectos sobre la gestión política institucional de manera general, mientras que otras, aunque reflejan impactos sobre lo socio-económico, profundizan condiciones de baja democratización en la gestión de los territorios. En un intento de dar respuesta a estas interrogantes, mucho se ha trabajado sobre las intervenciones para el desarrollo de la ruralidad. A continuación se presentan las conclusiones más significativas (y a la vez, lugares de consenso) sobre las limitaciones de los programas y proyectos de desarrollo rural implementados hasta ahora. En primer lugar y en rigor debemos mencionar la ausencia de una política de Estado de desarrollo rural identificada en todas las críticas. Esto indica una ausencia de una única matriz de directrices, objetivos, competencias y mecanismos operativos las articular todas las iniciativas públicas y privadas en función de objetivos planteados. Por otro lado, sin una matriz rectora estatal, tampoco existen muchas iniciativas de esfuerzo consensuado entre distintos actores de la sociedad. En pocos casos (muchos sin continuidad) se han concertado esfuerzos entre los actores de la cooperación, del ámbito empresarial, del ámbito organizativo rural y del ámbito político institucional. Existe un sesgo agrarista que constituye una huella genética en los planes diseñados. Hasta ahora la identificación entre desarrollo rural y desarrollo agropecuario se mantiene, descuidando factores extra-agropecuarios que inciden sobre las condiciones socio económicas de la población rural. Así, se ha reducido el desarrollo rural al eje de desarrollo productivo de las actividades agrícolas. Por otro lado, la visión sobre el desarrollo agrícola pierde de vista el carácter sistémico del mismo. “La problemática de la producción agrícola, es abordada en la mayoría de programas y proyectos, de forma aislada sin considerar las interacciones entre las poblaciones locales y las ciudades intermedias, ni siempre con las cadenas productivas y de valor. Tampoco presentan propuestas para fortalecer las conexiones funcionales para los intercambios entre las zonas rurales con los centros urbanos” (Chiriboga, 2008). No dejamos pasar este punto sin comentar que en aquellas iniciativas en donde efectivamente se considera la articulación de las actividades agrícolas en cadenas de comercialización más amplias, se pierde de vista el análisis de la extracción de la riqueza que efectivamente opera, y que muchas de las acciones ‘pro-pobre’ esconden. Lo mismo se puede comentar con respecto a las iniciativas relacionadas al comercio justo y agricultura orgánica. Una nueva observación de consenso parece ser aquella que apunta a la dispersión de las acciones. Acciones puntuales y descontinuadas producen efectos, a veces, contradictorios. Así mismo, provocan la superposición de competencias y 21 responsabilidades entre determinadas instancias del Estado, la concentración de esfuerzos en determinados sectores y/o territorios, y el descuido de otros. Aquellas acciones que apuntan a ser de carácter nacional o general no incorporan una comprensión de la diversidad del territorio nacional, y son recientes las propuestas de intervención diferenciada por sectores y territorios. Y en las áreas intervenidas no se incorpora una adecuada comprensión de la estructura del ingreso rural y la multifuncionalidad de las unidades campesinas –esto es la diversificación de actividades productivas agrícolas y la incorporación de actividades productivas no agrícolas. Este sesgo que enfatiza lo agropecuario con una limitada comprensión, está aparejado por una gama diversa de concepciones sobre el desarrollo rural. “La falta de una convergencia sistemática ha significado múltiples interpretaciones y enfoques en cómo enfrentar los temas de pobreza, desarrollo rural y desarrollo sostenible; de forma que permitan una aproximación consistente desde la planificación hasta la ejecución de las acciones de desarrollo rural” (Chiriboga, 2008). Existen pocos esfuerzos, o una ausencia de una racionalidad, para la sistematización de resultados a través de la construcción de indicadores representativos y mediante el levantamiento de información permanente. El componente participativo de las intervenciones es otro de los temas señalados. Apenas recientemente se ha identificado la necesidad de contar con la participación de los actores locales territoriales, protagonistas de las dinámicas rurales, en la formulación de estrategias de intervención. Muchas veces, por cierto, la participación ha sido confundida con metodologías de socialización que buscan la legitimación de las estrategias (diseñadas desde arriba por técnicos expertos), por parte de los actores locales. En esta misma línea, la comprensión de los actores locales no ha sido la adecuada, limitándose a caracterizaciones de los aspectos socio-económicos y descuidando las cualidades culturales y políticas, que han demostrado ser determinantes en el éxito y fracaso de las estrategias de desarrollo rural. La comprensión de las características de la población rural no ha sido adecuada, limitándose a los indicadores demográficos. Elementos como la llamada ‘feminización del campo’ no sólo tienen que ver con el incremento efectivo de la población rural femenina en las últimas décadas. Efectivamente el Ecuador, conforme a la tendencia general de la región, ha asistido a un proceso de ‘feminización de la agricultura’ durante las últimas dos décadas. Si bien se registra una disminución de la fuerza laboral total empleada en tareas agrícolas durante los ‘90s, la fuerza laboral femenina dedicada a tales tareas aumentó en el mismo período (FAO, 1999: 12,13). De manera más específica, la ‘feminización de la agricultura’ puede ser interpretada como un aumento en las tasas de participación de las mujeres en el sector agrícola, ya sea como trabajadoras independientes o como trabajadoras agrícolas asalariadas –es decir, un aumento del porcentaje de mujeres económicamente activas en áreas rurales–; o como un alza en el porcentaje de mujeres en la fuerza laboral del sector agrícola en relación con el de hombres, ya sea porque más mujeres están trabajando y/o porque hay menos hombres en la agricultura (Katz, 2003: 33; Deere, 2005: 17). Este aumento de participación en actividades agrícolas se vincula, usualmente, a las políticas neoliberales implementadas en la región desde los ‘80s. Entre otras, tales políticas han tenido como consecuencia el paso de cultivos tradicionales a cultivos de uso intensivo de mano de obra, y en base a datos nacionales y estudios de caso locales, se registra que la 22 incorporación de las mujeres a las actividades agrícolas se produce bajo dos tipos. Por un lado, aparecen aquellas que integran la fuerza laboral remunerada empleada en cultivos no tradicionales de exportación –flores, frutas y verduras–, y por otro, aquellas mujeres que constituyen la fuerza laboral asumiendo mayores responsabilidades ya sea como agricultoras principales o como trabajadoras familiares no remuneradas (Lastarria- Cornhiel, 2008: 5-6). El indicador de feminización del campo debe ser procesado no en términos demográficos, sino como característica estructural que determina ciertas dinámicas rurales importantes, y que marca el campo para la acción de los actores y la forma como reciben y participan en las intervenciones para el desarrollo. La participación de las mujeres en particular es importante, y no debe ser homogeneizada como variable sumada a las cualidades étnicas de la población, aunque ciertamente éstas también han sido poco trabajadas. “Esta colección dispersa de iniciativas, genera ineficiencias que se traducen en la saturación de recursos en determinados campos, en la superposición recurrente de proyectos locales, en la duplicación de esfuerzos y en poblaciones atendidas con un enfoque paternalista. Esto incrementa los costos de administración en la medida que cada proyecto tiene su sistema administrativo y de gestión” Chiriboga, 2008). Finalmente, el tema presupuestario ha sido referido como problema, aunque su realidad efectiva se encuentra en debate. “Al parecer, uno de los problemas del desarrollo rural y la política social no es, como se ha dicho, la falta de recursos. El presente inventario permite identificar que, por ejemplo las actividades institucionales de fomento productivo en marcha, a cargo del MAGAP, superan los 80 millones de dólares, y de igual forma el MIES maneja una cartera de más de 100 millones de dólares para ejecutar sus actividades” (Chiriboga, 2008). 4.2 La comprensión de la ruralidad Queremos directamente referirnos a dos desarrollos teóricos que constituyen esfuerzos para caracterizar de mejor manera la ‘ruralidad’, incorporando una perspectiva más amplia, considerando elementos que superan las cualidad estrictamente agropecuarias, y tratando de romper la identidad entre desarrollo rural y desarrollo agropecuario. Nos referimos a los enfoques de la nueva ruralidad y desarrollo territorial rural. La nueva ruralidad, por su parte, constituye una propuesta de marco interpretativo que deviene en una agenda de investigación e intervención. Si bien ha sido planteada para el desarrollo de intervenciones para el desarrollo, pertenece más bien al ámbito académico, y supone un intento de delimitación del (nuevo) campo de trabajo de la sociología rural (Gómez, 2008). El desarrollo territorial rural (DTR) por otro lado, más bien obedece a reflexiones realizadas sobre la marcha de la gestión institucional de organismos internacionales de cooperación y experiencias regionales ensayadas para la gestión con enfoque territorial. El DTR surge a la luz de las iniciativas LEADER en Europa, las iniciativas de asociación productiva rural en Canadá y Estados Unidos, y otras experiencias similares en otras regiones del mundo (Schejtman y Berdegué, 2004). 23 Ambas propuestas asumen determinados supuestos para formular sus criterios operativos para la intervención e investigación. Estos supuestos, a la vez, parten de dos antecedentes identificables. Por un lado, un primer antecedente a la nueva concepción de lo rural es el paraguas común a varias temáticas de las reflexiones sobre la globalización y la interdependencia de los agentes, instituciones y espacios territoriales a nivel global. Y segundo, otro antecedente que marca la concepción ampliada de la ruralidad es la crítica al esquema clásico del desarrollo en una vía, del progreso desde lo agrícola-manufacturero a lo urbano-industrial. Con respecto a lo primero, la nueva concepción de lo rural no deja de definirlo como un espacio específico dotado de historia, cultura, condiciones sociales, económicas y ecológicas, y arreglos institucionales determinados. Quizás la característica determinante para designar los espacios rurales es la densidad poblacional relativa. Así, en varias tipologías de territorios rurales, el criterio para la definición de principio de los mismos corresponde a un umbral de densidad de la población habitante. A este criterio determinante se le suma la comprensión del lugar de lo rural en la dinámica política y económica mundial. A la luz de las teorías de globalización se han hecho explícitas constataciones sobre el carácter globalizado del sistema agroalimentario mundial, sobre las condiciones de apertura y de nuevas economías, y del impacto diferenciado del cambio en las reglas del juego del intercambio. El papel de los espacios tradicionalmente vinculados a la producción de alimentos ha sido relevado, y la nueva concepción de los rural ha surgido a partir de constatar que en éstos la estructura productiva y las estrategias de supervivencia se han diversificado. Por otro lado, el esquema clásico de pensar el mundo rural como una fuente constante de insumos para la industrialización y el desarrollo urbano, ya no es más legítimo. Más bien, la reflexión se ha invertido al considerar cuáles son los posibles aportes que los núcleos urbanos pueden representar para el desarrollo de las zonas rurales. Los nuevos enfoques sobre ruralidad consideran entre los factores más importantes para su caracterización a los núcleos urbanos cercanos y a las posibilidades de acceso a los mismos. De manera particular, la nueva ruralidad incorpora dos tipos de variables para integrar una comprensión más global del campo. Por un lado aparecen las variables de contexto, y por otro, las variables de sistema. Estos dos tipos de variables remiten a la distinción entre condiciones estructurales y dinámicas de los actores: mientras las variables de contexto son las características locales y extra-locales que ‘marcan la cancha’, las variables sistémicas remiten a las características y comportamiento de los actores. Esquema conceptual Nueva Ruralidad Variables Variables de Contexto Contexto local Descripción Variables económicas. Distribución de recursos productivos, capacidad tecnológica, capacidad de gestión de procesos productivos, oportunidades económicas inherentes al contexto. 24 Variables socio-políticas. Cohesión social, niveles de participación, estructuras de organización, capacidad de incidencia de los actores locales, caracterización del poder local. Variables culturales. Cultura política, valores predominantes y prácticas culturales. Contexto global Variables de Sistema Estructura social rural Condiciones de protección y apertura de un determinado ámbito territorial, relaciones internacionales, posición relativa en el proceso de globalización, especialización funcional en relación a otros países/territorios. Estructuras organizativas y actores vinculados ala gestión del territorio, interacción y dinámicas de los diferentes proyectos que los actores despliegan sobre el territorio. Distribución de servicios y modo de funcionamiento (salud, educación, seguridad, asociatividad). Características poblacionales y demográficas. Estructura cultural rural Estructuras de valores y significaciones para la organización y la acción en el medio rural. Curvas de aprendizaje de prácticas culturales frente a características y acciones de los actores. Mecanismos de transmisión de conocimiento y experiencia. Estructura productiva rural Unidades productivas de diferente escala e interacción entre las mismas, estructuras viales, gestión de la economía de las unidades productivas, Demandas, alianzas y conflictos Análisis de la acción colectiva y conflictividad en el medio rural Elaboración propia a partir de Gómez, 2008 El DTR coincide con los principios normativos que plantea la nueva ruralidad. La reducción de la pobreza, se apunta desde el DTR, se alcanza a través de la modernización del campo. Esta modernización está determinada por ciertas características de los espacios territorios y los actores asentados sobre los mismos. Así, el DTR asume siete supuestos fundamentales: 1. La competitividad determinada por la amplia difusión del progreso técnico y el conocimiento, es una condición necesaria de sobrevivencia de las unidades productivas. 25 2. La innovación tecnológica que eleva la productividad del trabajo es una determinante crítica del mejoramiento de los ingresos de la población pobre rural. 3. La competitividad es un fenómeno sistémico, es decir, no es un atributo de empresas o unidades de producción individuales o aisladas, sino que se funda y depende de las características de los entornos en que están insertas. 4. La demanda externa al territorio es el motor de las transformaciones productivas y, por lo tanto, es esencial para los incrementos de la productividad y el ingreso. 5. Los vínculos urbano-rurales son esenciales para el desarrollo de las actividades agrícolas y no agrícolas en el interior del territorio. 6. El desarrollo institucional tiene una importancia crítica para el desarrollo territorial. 7. El territorio no es un espacio físico “objetivamente existente”, sino una construcción social, es decir, un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una identidad y un sentido de propósitos compartidos por múltiples agentes públicos y privados. A partir de los antecedentes hasta aquí analizados, el documento plantea ocho criterios para el diseño e implementación de programas de DTR (Schejtman y Berdegué, 2004): Criterio 1. La transformación productiva y el desarrollo institucional se deben abordar de forma simultánea en los programas de DTR. Se condicionan mutuamente y ambos son necesarios para que se logren reducciones significativas y sustentables de la pobreza rural. Criterio 2. Los programas de DTR han de operar con un concepto ampliado de lo rural, que debe necesariamente incluir el o los núcleos urbanos con los que las áreas pobres tienen o podrían tener vínculos funcionales en aspectos tanto productivos como sociales. Criterio 3. Para los programas de DTR el territorio es un espacio con identidad y con un proyecto de desarrollo concertado socialmente. En cada proceso de desarrollo rural, el territorio es una construcción social y no un espacio “objetivamente existente” en virtud de variables físicas o económicas. Criterio 4. Los programas de DTR deben considerar explícitamente la heterogeneidad entre territorios, para lo cual se plantea una tipología sobre la base de los dos elementos del DTR: transformación productiva y desarrollo institucional. Los cuatro tipos resultantes son: Territorios Tipo I: Aquellos que han avanzado en su transformación productiva y logrado un desarrollo institucional que ha permitido grados razonables de concertación e inclusión social. 26 Territorios Tipo II: Aquellos en que si bien existen procesos significativos de crecimiento económico, éstos tienen un débil impacto sobre el desarrollo local y, en particular, sobre las oportunidades para los sectores pobres. Territorios Tipo III: Aquellos que se caracterizan por una institucionalidad robusta, que con frecuencia se expresa en una identidad cultural fuerte, pero que carecen de opciones económicas endógenas capaces de sustentar procesos sostenidos de superación de la pobreza rural. Territorios Tipo IV: Aquellos en franco proceso de desestructuración societal y económica. Criterio 5. Los programas de DTR deben convocar a la diversidad de agentes del territorio. Los sectores rurales pobres pueden por sí mismos desarrollar ciertos tipos de capacidades y competencias, a partir de su propia organización. Sin embargo, habrá otras determinantes del desarrollo a la que los pobres sólo accederán a través de puentes que los vinculen con otros agentes económicos y sociales. Por ende, la construcción de estos puentes y el relacionamiento con estos otros actores, es decir, la promoción de la concertación social, son tareas ineludibles del DTR. Criterio 6. Los programas de DTR deben considerar todas las posibles rutas de salida de la pobreza: agricultura, empleo rural no agrícola, migración (con sus ambivalencias respecto del DTR) y sus combinaciones o multiempleo. Se asume que la opción de redes de protección social, aunque éstas tengan impacto en la pobreza, opera con una lógica transversal y no de DTR. Se desprende, como veremos más adelante, que los actores protagonistas del desarrollo, dinamizadores de la transformación productiva e institucional de los territorios, son las empresas que cuentan con un determinado desarrollo tecnológico y que están inscritas en determinados contextos favorables u hostiles para las mismas. En el siguiente acápite pretendemos abrir una discusión sobre estos criterios operativos que se desprenden de los nuevos enfoques de la ruralidad, y definir a partir de ahí lo que serían dinámicas rurales sostenibles. 4.3 Dinámicas rurales sostenibles Nos parece necesario trabajar el presente acápite en diálogo y respuesta a los paradigmas descritos brevemente en el acápite anterior. No pretendemos hacer una crítica a los supuestos epistemológicos que subyacen a los paradigmas, ni tampoco señalar las limitaciones efectivas de las experiencias que los han aplicado como marco orientador para la intervención. Reconocemos que vivimos un momento de transición en el que nuevas herramientas y marcos para la acción deben desarrollarse, y resulta saludable poner a estas herramientas y paradigmas en diálogo y análisis para lograr cada vez nuevas y mejores estrategias de superación de la pobreza rural. Debido a su pertinencia, nos concentraremos en el DTR para caracterizar lo que entendemos por dinámicas rurales sostenibles, y posteriormente sugerir criterios para política pública para promover las mismas. El paradigma del DTR se materializa en los 8 criterios operativos para la intervención (ver más arriba). De éstos, especialmente de aquellos que refieren a la clasificación de 27 los territorios y a los arreglos institucionales para promover el desarrollo de los mismos, se desprende que los principales agentes caracterizados y que sirven como motores para el desarrollo son las empresas productivas de diverso tipo. De acuerdo al DTR, las empresas pueden ser clasificadas de acuerdo a su desarrollo tecnológico, de acuerdo a su vinculación con el resto de empresas, de acuerdo al tipo de relaciones que mantienen con el resto de agentes asentados en el mismo territorio, y de acuerdo a la competitividad sistémica en la cual se encuentran inmersas. Esas cualidades son las que definen los territorios, de mayor a menor grado de transformación productiva (en sentido modernizador) y de mayor concertación a mayor fragmentación y conflictividad entre los agentes. Los territorios que se consideran con potencial de desarrollo son aquellos que presentan empresas con vínculos con los demás agentes, e inscritas en condiciones de competitividad aceptables. Así, el resto de agentes asentados en el territorio, pueden alcanzar la mejora de sus condiciones si se articulan a estas empresas, que a la vez deben estar vinculadas a mercados dinámicos. Entre las formas señaladas para la articulación de, por ejemplo, los sectores más pobres, aparece la agricultura por contrato y otras modalidades de trabajo rural asalariado. Pensamos, a este respecto, en los productores de maíz de la costa central ecuatoriana, relacionados con el proceso productivo de la agroindustrial PRONACA. Por otro lado se señala que aquellas experiencias que revelen un exitoso desarrollo endógeno, son aquellas que han logrado articularse a cadenas internacionales que otorgan valor a sus productos. Aquí pensamos en los productores bananeros de El Oro, que están vinculados a los sistemas de comercio justo con compradores europeos y norteamericanos. Finalmente, la referida presencia de la agroindustria dinamizadora de la economía local y transformadora de la estructura productiva, nos hace pensar en los incipientes (pero efectivamente) complejos industriales de las fincas florícolas en la Sierra norte. A la luz de las distintas investigaciones se pueden realizar algunas críticas a los sistemas agricultura bajo contrato. No se debe perder de vista, creemos, que esta modalidad representa una salida para aliviar la imposibilidad de producir por cuenta propia de los productores maiceros. Y que además constituye un mecanismo de extracción de la riqueza por la forma como se establece el arreglo específico para la contratación. Son varias las críticas realizadas a las iniciativas de comercio justo, ante la constatación de la absoluta asimetría entre los precios finales de los productores de ‘sello verde’ y la remuneración recibida por los productores de origen. Finalmente, como mínimo, los complejos agroindustriales de producción intensiva nos causan dudas, debido a los ampliamente estudiados impactos ambientales y de desarticulación social. Las florícolas, para mencionar un ejemplo, captan una mayor proporción de mano de obra que otros sistemas productivos, pero registran igualmente una de las mayores tasas de deserción laboral. Son conocidos los efectos sobre el ambiente y la salud humana del uso de agroquímicos, así como los problemas sociales que aparecen en contextos locales que reciben una afluencia significativa de mano de obra externa. A la par de estas críticas, señalamos una ausencia dentro de los planteamientos revisados. Se trata de la disponibilidad de activos productivos, que a la vez está relacionada con las posibilidades de sostenibilidad de los determinados esquemas de desarrollo. Las modalidades propuestas para la articulación de sectores pobres a las empresas productivas, descartan la posibilidad de procesos de redistribución de activos productivos que garantizarían mayores de equidad, si van acompañados de políticas de 28 promoción productivas, comercialización, consumo y ahorro adecuadas. No es nuevo señalar que el coeficiente de Gini para la región latinoamericana refleja condiciones inequitativas de distribución de la riqueza, y que la tenencia de la tierra, disponibilidad de crédito, acceso a infraestructura y capacitación son las variables que componen al indicador. Tampoco es nuevo señalar que estas condiciones de inequidad de partida contribuyen a perpetuar las brechas entre unos y otros sectores de la población. De considerar una redistribución de los activos productivos –como por ejemplo en procesos de afectación de tierras para redistribución–, resulta necesario considerar también mecanismos para garantizar que la mejora en la distribución (la equidad) se mantenga y sea progresiva. Políticas como límites a la propiedad y a la fragmentación, no sólo de la tierra sino de los recursos productivos en general, aparecen como necesarias pero ausentes en los planteamientos revisados. Por otro lado, los efectos sobre el ambiente deben ser considerados como factores que influyen también sobre lo social. No es casual la alta correlación entre desarticulación social (escalada de conflictos sociales, aumento de niveles de violencia e inseguridad, etc.) y contaminación ambiental en contextos de economías locales dinamizadas por agroindustrias intensivas. Cuestionamos así la sostenibilidad de agentes –agroempresas– que resulten devastadoras ambientalmente y desestructurantes del tejido social. Finalmente, aunque conscientes que la evidencia muestra resultados prometedores a mediano plazo, cuestionamos la consideración de la demanda externa como incentivo predominante de la dinámica productiva de un territorio. Esto por dos razones fundamentales. Primero, cuestionamos la sostenibilidad de una dinámica productiva basada en compradores extranjeros, debido a las conocidas fluctuaciones en el mercado, crisis financieras globales y condiciones políticas que operan para determinar los términos del intercambio. Segundo, porque pensando en clave de soberanía alimentaria, que por cierto ha sido declarada política de Estado en la actualidad, los territorios deben garantizar, ante todo, la producción de alimentos para el autoconsumo. La discusión sobre escalas es amplia, pero la subordinación a la demanda de bienes resulta cuestionable. Por ello, entendemos por dinámicas rurales sostenibles aquellas que parten de situaciones de distribución equitativa de activos productivos, cuentan con arreglos institucionales y mecanismos para garantizar la permanencia y progresividad de esta equidad, operan con la concertación de las acciones de los agentes asentados en el territorio, y funcionan con lógicas dictadas por un ente rector –el Estado– que garantizan la complementariedad entre los territorios, el cuidado del ambiente y el respeto a la diversidad de actores territorioales. Todo, por supuesto, con el fin de reducir la pobreza. 4.4 Criterios para diseñar estrategias de intervención Construcción de matriz nacional de política de intervención. Consideramos necesaria la construcción de una matriz nacional de intervención para el desarrollo rural que: Sea elaborada por el Estado en concertación con otros actores con experiencia en desarrollo rural. 29 Parta de una concepción amplia de ruralidad recuperando aquella provista por los enfoques de nueva ruralidad y desarrollo territorial rural, esto es, observando la diversidad de los territorios, la interrelación urbano-rural, la estructura productiva y composición del ingreso y las condiciones socio-demográficas de los agentes territoriales. Racionalice las intervenciones definiendo responsabilidades y ámbitos de competencia entre los agentes públicos, privados, de cooperación internacional, y de organizaciones de la sociedad civil. Garantice una comprensión consensuada del desarrollo rural y establezca condiciones mínimas para las iniciativas de intervención. Políticas diferenciadas territorialmente. Las políticas deberán comprender la diversidad territorial, construir tipologías de territorios y diseñar estrategias de intervención específicas. Identificación de territorios. Los territorios son una construcción social. La primera tarea es identificar las áreas que pueden constituir un territorio, y de las cuales formarán parte las tierras afectadas por procesos de redistribución. Para la constitución de un territorio sugerimos la consideración de diferentes variables expresadas en indicadores estadísticos, los mismos que después deberían ser procesados para identificar asociaciones y grupos estadísticos correlativos que arrojen poblaciones similares, inscritas en las mismas dinámicas territoriales. Indicadores económicos Empleo, nivel de diversificación de actividades productivas, activos productivos disponibles, estructura del ingreso por unidades domésticas, caracterización de las cadenas de comercialización que operan en el territorio. Indicadores sociales Organización social, mapa de actores locales, nivel de incidencia de las actorías para colocar temas en agenda, estructura política institucional, caracterización socio-demográfica de la población. Indicadores culturales Prácticas culturales ligadas a producción, mecanismos comunicación y transferencia experiencia. Indicadores ambientales Caracterización de factores climáticos y de agro-biodiversidad. la de de eco- 30 Concertación de la institucionalidad pública. El Estado, en sus diferentes niveles, deberá concertar acciones para garantizar intervenciones más coherentes. Estrategias de articulación de los actores no-públicos para la intervención. Lo propio para la participación de actores privados, empresariales y agremiados. Proceso participativo y generación de consensos. Concertación en el nivel social entre los distintos actores y agentes que operan al interior de un territorio y fuera de él. Temporalidad. Diseño de políticas de intervención en función de procesos reales y no en función de tiempos políticos y electorales. Las estrategias deberían ser diseñadas para no menos de 5 años. Comprensión de estructura del ingreso, estructura productiva y estrategias de subsistencia. En función de la cual se deberán diseñar mecanismos para garantizar que las remesas y las remuneraciones de actividades no agrícolas, rurales o no, sean colocadas en el desarrollo de los activos productivos de los territorios, así como en infraestructura y servicios para su desarrollo social y cultural. Sistema de indicadores y diagnóstico permanente en función de objetivos planteados. Construcción de un sistema de indicadores de avance, una institucionalidad con la capacidad técnica adecuada y mecanismos de levantamiento de información permanente que den cuenta de los logros/limitaciones en función de objetivos planteados. 5. Aproximaciones a una tipología de tierras en Ecuador Hemos hecho varios mapa de la ubicación de las UPAs de más de 500 ha según la condición jurídica y el tipo de titulo (UPAs estatales, comunitarias, privadas). 1. Definición del tipo de propiedad. Basados en la categoría del propietario de la UPA se infirió el tipo de propiedad en pública, comunitaria y privada. Se hizo una clasificación adicional en casos relacionados con áreas protegidas y bosques protectores. 2. Enlace de la base de datos de la muestra con el mapa de parroquias. Utilizando como referencia geográfica la división político administrativa del 2001, se enlazó la base de datos con la parroquia a la corresponde a fin de localizar geográficamente. El INEC propone en su pagina web varios resúmenes de los datos. Pero estos nos parecieron limitados. Primero, los rangos de tamaño utilizados para desagregar los datos no sobrepasan 200ha: <1 ha 1 hasta 2 Has 2 hasta 3 Has 3 hasta 5 Has 5 hasta 10 Has 10 hasta 20 Has 20 hasta 50 Has 50 hasta 100 Has 100 hasta 200 Has Según, los análisis sobre la estructura agraria en Ecuador (referencia producto n°1), es importante establecer las ubicaciones de las UPAs de más de 500ha. Así, con los datos 31 200 Ha y más brutos (descargable en la página web del INEC, formato Access), pudimos construir los rangos siguientes: Rangos 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 1000 a intervalo (ha) < 5 ha 5 a 10 10 a 20 20 a 50 50 a 100 100 a 200 200 a 500 500 a 1 000 5 000 5 000 a 10 000 > 10 0 Segundo, trabajar con los datos brutos permite de tener una desagregación a nivel cantonal más preciso que en los resúmenes y además permite de facilitar el tratamiento de la información. En efecto, los resúmenes proponen una desagregación cantonal pero a dentro de cada provincia. Además, la base cruda no permite más fácilmente de hacer la superposición de varias variables tal cuales la condición jurídica y la tenencia de la tierra con la superficie y los cantones. 5.1 Resultados generales según la tenencia y la condición jurídica Según los variables disponibles en el censo, llamamos “comunero” las tierras comunitarias o cooperativas, “publica”, las UPAs estatal y “Privadas” o “particulares” las UPAs que son ni comunitaria ni públicas. El “total” reagrupe todas las UPAs cualquier que sea la tenencia. El tamaño hace referencia a los de arriba. TENENCIA TAMANO 1 2 TOTAL 535 309 4 804 802 529 722 774 225 9 867 1 233 763 142 UPA 101 066 1 868 95 99 102 SUPERFICIE 688 987 12 702 624 675 661 75 660 1 845 99 73 716 1 017 807 25 123 1 259 991 425 SUPERFICIE SUPERFICIE UPA 5 SUPERFICIE UPA 6 SUPERFICIE UPA 7 SUPERFICIE UPA 8 SUPERFICIE UPA 9 SUPERFICIE UPA 10 SUPERFICIE UPA 11 SUPERFICIE UPA TOTAL UPA PRIVADAS SUPERFICIE (ha) UPA 4 ESTATAL UPA (numero) UPA 3 COMUNERO SUPERFICIE 76 792 2 396 116 74 279 2 372 027 78 185 4 116 2 289 727 34 498 1 627 17 32 854 2 242 409 100 232 1 352 2 140 825 12 941 535 62 12 347 1 666 879 67 766 7 976 1 591 400 5 123 202 21 4 901 1 404 260 54 863 6 071 1 343 806 938 67 8 862 598 285 42 458 5 514 550 313 494 56 4 434 909 902 127 018 9 994 772 890 38 4 2 32 233 821 24 824 11 500 197 496 23 4 2 17 447 228 59 823 23 622 363 783 842 882 13 408 1 229 828 268 12 355 831 602 862 73 261 11 680 469 Ejemplo de lectura: 4 804 UPAs comunero son de tamaño 1 (menor a 5 ha) y representan una superficie total de 9 867 ha. 32 5.2 La ubicación por cantones Figura 1 : Ubicación de las UPAs privadas mayores a 500 ha Ejemplo de lectura: los cantones los más obscuros concentran en términos absolutos el mayor numero de UPAs particulares de más de 500ha (entre 39 y 63 UPAs cada uno). Eso es independiente de la superficie total de cada cantón. En un total de 1346 UPAs privadas de más de 500 ha, se nota que estas UPAs se ubican principalmente en los cantones de GUAYAQUIL, PEDERNALES, NARANJAL, ZAPOTILLO, CUENCA, SUCRE, CHONE, FLAVIO, ALFARO, y SANTA ELENA (cantones que tienen más de 24 UPAs de más de 500 ha). 33 Figura 2 : Ubicación de las UPAs “comunero- cooperativo” mayores a 500 ha 5.3 Caracterización de las Unidades Productivas Figura 3: Distribución del uso según el tamaño para todas las UPAs (total) 34 Figura 4: Distribución del uso del suelo en términos de superficie por las UPAs de menos de 5 ha y de mas de 500 ha (total) Ejemplo de lectura: las Upas de menos de 5 ha dedican principalmente su superficie a la producción transitoria (42%). Globalmente, parece que el tamaño sea un bueno arbitraje por el uso del suelo. En efecto, parece que grandes y pequeñas UPAs no utilizan las mismas proporciones de tierra. Aunque la superficie dedicada a la producción transitoria baja cando el tamaño aumenta, la parte destinada a los montes y bosques y a los pastos cultivados aumentan según el tamaño. Las UPAs de más de 500 hectáreas dedican en promedio de36% de sus superficies a los montes y bosques , y solo menos de 7% a los pequeñitos productores. Del mismos modo, 42% de la superficie explotada por las UPAs de menos de 5 hectárea está dedicada a cultivos transitorios, y solo 2% en el caso de UPAs de más de 500 hectareas. Se nota por fin, la importancia de la superficie explotada como pastos o paramos, lo que puede confirmar la presencia de explotaciones extensivas entre las grandes UPAs. Figura 5: Uso del suelo según el tamaño y el tipo de tenencia 35 La distribución parece similar al total para las pequeñas UPAs y las grandes en el caso de las UPAs particulares. Sin embargo, la distribución del uso del uso para las grandes UPAs dichas comunero esta significativa. 80% de la superficie estaría dedicada a los páramos y bosques, con una repartición igual. Figura 6: distribución de la superficie dedicada a la producción permanente según el producto Ejemplo de lectura: 37, 4% de la superficie que dedican las UPAs de más de 500 ha para la producción permanente están utilizadas para la caña de azúcar para azúcar. 36 Cuadro 2: detalles de la distribución de la superficie dedicada a la producción permanente según el producto Caña de azúcar para azúcar Palma africana Banano Cacao Plátano Café Palmito Té Piña Caña de azúcar otros usos Otros Limón Cocotero Naranja Papaya Aguacate ha Higo Manzana Durazno Frutilla o fresas Pimienta dulce > 500 ha 37,4% 32,3% 16,4% 6,8% 2,5% 1,4% 1,2% 0,7% 0,4% 0,4% 0,6% 0,3% 0,1% 0,1% 0,1% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% < 5ha 0,6% 0,4% 11,7% 28,5% 13,5% 28,4% 0,0% 0,0% 0,4% 5,2% 11,2% 1,0% 0,4% 3,3% 0,5% 1,2% 0,0% 3,3% 1,5% 0,1% 0,0% Figura 7: distribución de la superficie dedicada a la producción transitoria según el producto 37 La categoría “otro” reagrupa 35 productos. Con la desagregación más fina de los rangos de tamaño para las pequeñas UPAs, la categoría “otro” alcanza hasta 45% de la superficie para las UPAs menor a 1 ha, y con una distribución casi igualitaria por cada productos: así se puede notar la diversificación importante de las pequeñas UPAs en términos de productos. 38 6. Referencias Bretón, Víctor, 2001, Cooperación al desarrollo y demandas étnicas en los Andes ecuatorianos: ensayos sobre indigenismo, desarrollo rural y neoindigenismo, FLACSO Sede Ecuador, Quito Chiriboga, Manuel, 2008, Diseño de las políticas nacionales para el desarrollo territorial rural, Consultoría para MIES, no publicado. Deere, Carmen Diana, 2005, The Feminization of Agriculture? 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