desarrollo de algunos puntos de los documentos

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DESARROLLO DE ALGUNOS PUNTOS DE LOS DOCUMENTOS
DEL XXXVI CAPÍTULO GENERAL - JULIO 2007
El Capítulo General nos hizo una invitación a reflexionar sobre el sentido y el alcance de
nuestra Misión hoy desde la perspectiva que este Capítulo le dio como “pietas educativa”,
“compasión – pasión educativa”, “Nazaret escuela de humanidad”. Profundización y
reflexión, tanto a nivel personal como comunitario, a partir de la vivencia que tenemos;
desde la práctica de vida de la vivencia carismática. La misión es un aspecto esencial de
nuestra identidad y hoy estamos llamados a desarrollar el alcance de la misma desde la
dinámica que le imprimió el Hno. Gabriel con su “compasión educativa” con la que
intentó dar una respuesta a las carencias de humanidad y distorsión de la dignidad humana
de su época. Sin duda que esta reflexión sobre la misión establece una continuidad con la
reflexión que durante el sexenio posterior se realizó sobre nuestra identidad con la mirada
puesta en Nazaret. “Ser hermano”, “sencillamente hermano” fue la línea orientadora del
anterior Capítulo que nos centró en la contemplación del misterio de Nazaret; en el ir y
contemplar, mirar y empaparse de la vida de Nazaret. Este Capítulo nos invita a salir de
Nazaret y andar los caminos de la humanidad desde la experiencia de “ser sencillamente
hermano” para hacernos más humanos y humanizar a nuestros hermanos.
1-. La Misión desde Nazaret.
Ir a Nazaret a contemplar el misterio de la encarnación y salir de NAZARET a
anunciarlo al mundo.
Tomamos la misión como “el estar con los hombres y hacerse cargo de su situación”,
“como pasión-compasión” evangélicas. Como el ir y estar con los hombres, como acción
y actitud transformadora en todos los ámbitos y a través de todas las acciones pequeñas y
grandes. Acción transformadora desde la fe y la esperanza en que, dejando a Dios espacio
en nosotros, es capaz de transformar y glorificar nuestra realidad humana.
Ir a Nazaret para aprender de Dios cómo mira y ve al hombre, a la humanidad, cómo la
acompaña, cómo la trabaja, cómo la educa. Aprender la paciencia del alfarero en el proceso
de formación del ser humano.
Salir de Nazaret, esta es la invitación del Capítulo con esa nueva manera de ver,
comprender, mirar y acercarnos a los hombres. Apasionarse por Dios y por la humanidad
como El lo hizo solamente es posible desde Nazaret. La pasión por Dios y por la
humanidad se aprende y se asimila a través de la contemplación del Misterio de la
encarnación en Nazaret. Aquí descubrimos lo que es la compasión por la humanidad caída,
sumergida, desfigurada. Mirando Nazaret y mirando la historia humana descubrimos lo que
es “la pietas educativa”.
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Consideramos la misión del Instituto como la profundización y ampliación del “ministerio
educativo del Hno”. Vocación y ministerio educativo como: cercanía, proximidad, contacto
y acompañamiento de todo lo humano. Estando cerca, próximo, frente al otro, al lado del
otro posibilito que la otra persona se reconozca y comience así un proceso de
concientización, identificación, responsabilización y compromiso.
Educar como creación de espacios y ambientes afectivos compartidos facilitadores y
autorizadores de procesos de aprendizaje. Como capacidad de liderar procesos de
conocimiento personal, de interiorización, de confrontación y diálogo; pero sobre todo
como proceso de apego, desapego y autodeterminación. Como proceso de aprendizaje de
un estilo de vida y de visión del mundo que surge de la jerarquización y consolidación de
valores que permiten dar un sentido-significado a la vida, una confianza en el futuro y por
lo mismo dan una capacidad de tomar decisiones orientadas hacia esos valores. Educar
como la capacidad de crear espacios afectivos y espirituales comunes y consensuados
basados en el respeto, la confianza y el servicio. Educar como ejercicio para el respeto
mutuo entendido como aceptación del otro diferente, legítimo, autónomo.
2-. La misión desde la pedagogía de la Encarnación: crear vínculos, lazos
vitales, acercarse, aproximarse; crear un espacio afectivo-espiritual nuevo, relación
empática.
Educar y evangelizar desde la pedagogía nazarena. Esta está marcada por el estilo de
relaciones que se establecieron en la “escuela nazarena” con la presencia del Dios de
Jesús hecho hombre. Está marcada por el tipo de relaciones, el modo de relacionarse y
convivir que abarcan las posturas existenciales estructurales fundamentales de la
persona humana. Estas son: relación con uno mismo, relación con los demás, relación
con el medio ambiente y relación con Dios.
El ser humano se define por su capacidad de relación, el ser humano es un ser relacional y
el destino del ser humano se juega en el acierto o fracaso de sus relaciones. Por esto mismo
la pedagogía de la comunión es pieza esencial en la realización y humanización de la
persona. Por eso la primera iniciativa de Dios respecto del ser humano es relacional y de
proximidad.
La humanización, la acción humanizadora, la educación y evangelización como acción
humanizadora solamente es posible desde la pedagogía de la Encarnación, desde la
espiritualidad de la comunión, del espíritu de cuerpo y de familia.
Pedagogía de la comunión que es: cercanía, humildad, obediencia, proximidad y contacto
con lo humano desde la caridad trinitaria, desde el amor nazareno. Pedagogía que implica
contar con lo humano, partir de lo humano, seguir y recorrer el camino del hombre
en sus distintas situaciones. Es un estilo de acercamiento y de estar con el otro.
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Pedagogía desde una espiritualidad y camino espiritual que empieza desde abajo, desde la
propia y circunstancial situación humana, desde la historia concreta, desde los sentimientos
humanos más profundos.
Humildad y obediencia evangélicas describen el acontecimiento de la Encarnación del Hijo
de Dios, de cómo este Hijo de Dios se fue haciendo humano. Humildad es aceptar la
verdad. Obediencia es escuchar al otro.
Esta pedagogía implica humildad y obediencia; aceptación de los límites, apertura y
escucha.
Humildad como el coraje de percibir y aceptar la propia condición humana con sus
grandezas y miserias; es decir, dejarnos humanizar, que se compadezcan de nosotros y
ofrecer la posibilidad de que nos humanicen. Sin pasar por aquí no podemos hacer proceso
con los demás. Nuestros pecados y miserias pueden convertirse para nosotros en fuente de
humildad y amor. Gracias a ellos podemos experimentar cómo nos vamos haciendo
humanos. Estar inmersos en la humildad es estar inmersos en Dios ya que Dios es el fondo
del abismo. La humildad nos obtiene las cosas que son demasiado altas para ser enseñadas;
alcanza y posee lo que la palabra no alcanza.
Obediencia como escucha de la propia condición humana, de la realidad, de los otros y de
Dios. Escuchar a la realidad, escuchar al otro. Escuchar, entender, comprender y
compenetrarse de la realidad humana. Obediencia como dejarse hacer, modelar,
experimentar, educar y guiar por Dios y su Palabra.
No es la dimensión religiosa la que deshumaniza al hombre, lo que le deshumaniza es lo
inhumano. La dimensión religiosa abre al futuro, a la esperanza y amplia la capacidad de
vinculación de la persona.
El futuro no es de la ciencia y de la técnica, aunque son muy importantes en el desarrollo
del ser humano, pues, son herramientas al servicio de la vida pero no son las fuentes de la
vida. El futuro es de la mística y de la santidad como generadoras del amor, del respeto, del
servicio y de la esperanza.
Desde esta pedagogía lo humano es el elemento clave y el punto de partida de todo
proceso espiritual. Lo humano es el material más precioso para el desarrollo
espiritual.
Esta pedagogía permite contemplar la dinámica de la realidad humana, de la condición
humana y así escucharla e iluminarla desde la Palabra de Dios.
Desde este punto de partida lo más real de cada uno son las historias personales, ellas son lo
más cierto de cada cual. Contarnos nuestras historias de humanización y deshumanización,
nos permite tomar contacto con lo verdaderamente humano y con el proceso de cómo Dios
y a través de qué nos ha ido humanizando.
Escuchar las historias humanas para aprender. Contemplar las historias humanas para
descubrir. Admirar las historias humanas como palabra e historia de Dios.
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3-. La presencia como lenguaje total, como “palabra educadora”.
La presencia: palabra y gesto fundamentales. Presencia es la palabra y el gesto a
través del cual Dios nos dice que está presente ante nosotros y nos dice quién es él.
La presencia es la palabra y el gesto reveladores de la identidad, afirmación,
reconocimiento y aceptación de la existencia del otro. Estar presente ante el otro es decirle;
estar diciéndole que existe, es revelarle su existencia y dignidad.
La presencia como dinámica encarnadora, habilitadora, liberadora, autorizadora y
transmisora de calidad humana y del propio carisma.
La dinámica de la presencia como oportunidad y ocasión propicia para la acción de la
gracia, como oportunidad para acercarse al otro y que el otro venga a mi.
La presencia permite: habilitar, autorizar, organizar, identificar, ordenar, clarificar,
propiciar, gestionar, decidir.
La presencia como palabra fundamental que expresa la realidad toda, como lenguaje global
del ser humano para otro ser humano.
Por lo cual importa mucho que hagamos conciencia del don y riqueza de la presencia.
Por la presencia puedo oír y me pueden oír, puedo hablar y me pueden escuchar, puedo
conversar con otro y por lo mismo decirme, expresarme y expresar al otro. Puedo
intercambiar, podemos inventarnos al decirnos y escucharnos. Podemos intimar, podemos
tocar y ser tocados, acariciar y ser acariciados, pedir, dar y recibir.
Una presencia así es generadora de IDENTIDAD, RECIPROCIDAD Y ALTERIDAD.
Cuando Dios se quiere hacer presente en medio de los hombres dice: “Padre dame un
cuerpo” y “La Palabra se hizo carne”. Se hace presente a través de un cuerpo.
La presencia humana, la figura humana, el estar entre los hombres es la primera
palabra de Dios y el lenguaje por El elegido para comunicarse con nosotros.
La palabra más hermosa pronunciada por Dios, la palabra más querida por Dios y la
primera palabra que habitó entre nosotros, adquirió figura humana y presencia humana.
Nos resulta determinante recuperar la dinámica de la presencia humana, del estar, de
la mirada, del rostro. Estando soy y hago ser, acompaño, toco, miro, veo, hablo, me
acerco y me alejo, despierto vivencias, etc. Estar presente es reproducir la palabra
creadora, transformadora, educadora, salvadora de Dios.
La presencia como forma de mirar al ser humano, a la persona, a la humanidad, a la
realidad.
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Presencia como mirada empática: que se pone en el lugar del otro y no solamente
mirada simpática, narcisista.
Presencia como mirada compasiva- algésica: compasiva, misericordiosa, gratuita
y no anestésica.
Presencia como mirada laboriosa: trabajadora, esforzada, servicial, recíproca y no
hedonista.
ALGUNAS CONSECUENCIAS PARA SER UNA PRESENCIA: SIGNIFICATIVA,
EDUCADORA, CONVOCANTE Y CORRESPONSABLE.
1-. El crecimiento y el desarrollo humano y espiritual.
Alguien, algo para ser aceptado y amado tiene que ser primero conocido.
Lo que no es asumido no puede ser redimido: conocernos, aceptarnos, entregarnos.
Conocerse es la primera exigencia de la humanización. Conocernos, determinar un
proceso de conocimiento, interiorización, maduración, desapego y liberación nos resulta
imprescindible para poder hacer proceso con los demás.
Nadie hace con los demás más proceso que el que ha hecho con uno mismo. Para poder
humanizar y realizar un proceso de humanización con los demás el primer paso es el
conocimiento, el determinar, dibujar y establecer el “mapa interior” de cada uno.
Autoconocimiento junto con la autoevaluación y la autocrítica necesarias para poder seguir
creciendo.
Realizar un proceso también y sobre todo de “alfabetización emocional”. Nos han
preparado para leer y escribir, para manejar muchas otras herramientas para aprender a
pensar y hablar pero no nos han preparado de la misma manera para la lectura,
interpretación y comunicación de los sentimientos, emociones y toda la dimensión afectiva
de la persona.
La comunicación empática es otra de las dimensiones que tenemos que cultivar para
humanizarnos y humanizar. Se trata de una práctica, de un ejercicio que invita a generar
un estilo de relaciones personales y de vida mejor y más sana. Nada más importante en el
proceso de crecimiento que la interacción.
La diferencia fundamental en el tipo de persona que logremos reside en el tipo de
relaciones, en la manera cómo nos relacionamos con los demás, cómo nos relacionamos
con nosotros mismos y cómo nos relacionamos con Dios.
Somos seres “conversacionales”, decía Martín BUBER, por eso la atención al contenido
de nuestras relaciones y conversaciones es otro aspecto clave en nuestro proceso de
humanización. En ellas expresamos lo más íntimo, el contenido del alma, aquello que
realmente somos y de lo que estamos hechos.
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2-. La formación y la inversión en la capacitación de las personas e
instituciones.
“En tiempos de cambio, quienes están abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro,
mientras aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya
no existe”. (Eric HOFFER)
Sin formación y capacitación no hay cambio posible. Formación para conocerse y
conocer la realidad y así poder incidir en ella.
Formación como aprendizaje para leer e interpretar la propia vida a la luz de la
Palabra de Dios y de la ciencia.
No hay cambio más importante en la historia de la humanidad que el que transforma
radicalmente la concepción que tenemos de nosotros mismos. De la concepción que
tengamos de cómo somos, se deriva todo el resto de lo que pensamos y hacemos; lo que
comunicamos.
El tipo de ser que somos se va constituyendo en las conversaciones que mantenemos
con nosotros mismos, con los demás y con el misterio de la vida. Quien logra acceder a
nuestras conversaciones más íntimas con nosotros mismos, logra asomarse al dominio
misterioso y no atrapable del alma humana.
En las conversaciones encontramos, entonces, las claves para entender mejor cómo
somos cada uno, por qué tenemos los problemas que tenemos, cuáles son las raíces de
nuestras alegrías y sufrimientos y cómo podemos abrirnos paso en la vida.
Las conversaciones participan en la construcción de nuestras identidades, en la
formación de nuestras relaciones, en la creación de posibilidades y futuros diferentes.
Más importante que conocerse a sí mismo, por más importante que ello pueda resultar, es
participar activamente y responsablemente en el proceso de nuestra propia construcción.
Recocer que hay cosas que no sé o no conozco, que hay cosas en las que no tengo
competencia; implica operar desde la humildad como requisito para aprender. La
arrogancia y el fanfarronerismo, nos llevan a la falsa creencia de saberlo todo y desde esa
actitud nos cerramos las puertas para el aprendizaje, el diálogo y la relación.
Humildad es estar orgullosos de lo aprendido, pero ubicándonos siempre en la mente,
en el alma o en la actitud del aprendiz, del que está abierto al aprendizaje.
El perfeccionismo en el que nos hemos educado ha generado una competencia y peor
todavía un temor al no saber y al no quedar bien en vez de considerarlo, el no saber y la
carencia, como una oportunidad. Y es justamente ese temor el que nos impide aprender.
El amor y el reconocimiento de la carencia son los que alejan el temor. Formación y
aprendizaje como acciones recíprocas de interacción de igual a igual con los otros y con la
realidad.
Sin capacitación y deseos de aprender no hay cambio posible. La actitud de
capacitación y formación permanente son fundamentales.
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Sin inversión en horas y en dinero en la formación y capacitación de las personas y en la
mejora de las instituciones al servicio de la misión no puede haber cambios importantes ni
modo de preparar el futuro.
3-. La gestión, la conducción, el discernimiento y la orientación.
Hoy, día gestionar y gestionar bien es parte de la responsabilidad en la educación y
evangelización. Hoy es muy importante la gestión de los recursos para llevar a delante
y proyectar al futuro nuestro carisma.
Hoy dada la situación que nos toca vivir, tenemos la responsabilidad de gestionar bien los
recursos para que la obra y el carisma continúen. La acción humanizadora y la
transmisión del carisma tienen que ver hoy con una buena gestión.
También en esto tenemos que formarnos, prepararnos y considerarlo como una herramienta
importante en nuestra misión.
El gran desafío hoy es aprender. Enseñar el oficio de aprender es ir más allá de
transmisión de información. Aprender es expandir nuestra capacidad de acción efectiva.
Todo aprendizaje y camino hacia lo nuevo implica salir de la zona de confort y bienestar o
comodidad en que me encuentro. Esta salida implica una herida narcisista, cierto dolor ya
que requiere una declaración de no saber que muchas veces puede herir nuestra autoestima.
Es un reconocimiento de que hay algo “que no sé” pero, al mismo tiempo, requiere una
voluntad de aprender. “No sé pero quiero aprender”. En este sentido consideramos el
aprendizaje como un proceso y una responsabilidad.
La verdadera gestión hoy es y se llama participación. El verdadero poder creador del
futuro no lo dan ni el capital, ni el trabajo, ni los recursos, el verdadero poder lo dan la
gestión partida, la comunión, la comunidad de aprendizajes, la capacidad de crear espacios
nuevos. La verdadera autoridad surge de la sabiduría compartida, de los saberes
compartidos, de la experiencia de vida compartida, gestionada y orientada.
El mayor poder de gestión reside en la capacidad de construir con los otros un espacio
ético-emocional-espiritual basado en el respeto, la confianza y el compromiso decidido
del servicio y la responsabilidad. Gestionar bien es autoevaluación, evaluación,
monitoreo, dejarse cuestionar y participación desde valores y metas comunes.
4-. Liderar procesos de búsqueda, de crecimiento; buscar nuevos horizontes.
“Relata un cuento Zen que en un monasterio había un discípulo que siempre desafiaba a su
maestro. Cierta vez, ocultando a sus espaldas un pájaro que sostenía en las manos, el
discípulo se paró desafiante ante el maestro y le preguntó: “Maestro, detrás de mí tengo
un pájaro. Dígame Ud. Que lo sabe todo: ¿Está vivo o muerto?”. (De tal modo, si decía
que el pájaro estaba vivo lo ahorcaba y si decía que estaba muerto abriría sus manos y lo
dejaría volar.) El maestro lo miró a los ojos con respeto y compasión, respiró
profundamente y con mucho amor le respondió: “Eso depende de ti. ¡La solución… está en
tus manos!”.
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¿Cómo quieres vivir tu vida? ¿Cómo quieres usar el poder que está en ti? ¿Cómo quieres
invertir lo que has conseguido? Eso está en ti. El fututo y el destino de tu vida están en ti.
Generar contextos y ambientes de confianza, confiabilidad, respeto, humildad,
compasión y amor. Contextos aprendientes para expandir capacidades de acción efectiva:
esta es la actitud de un potencial líder y del acompañante.
Liderar y acompañar procesos de búsqueda es: un arte, una técnica, una disciplina que se
aprende, un estilo de lideranza y gerenciamiento. Es la capacidad de inducir a alguien a
atravesar la brecha del aprendizaje que se constituye a partir del deseo o de la
insatisfacción. Sin ella, no hay proceso de aprendizaje y por lo tanto de cambio o mejora
del futuro. Liderar y acompañar es inducir al proceso de aprendizaje a través del cual
acortamos la brecha con nuevas respuestas y acciones. Como proceso, el acompañamiento,
es una invitación a salir de la zona de la comodidad y bienestar para cuestionarse y
cuestionar el modo de pensar, de comunicarse, de observar, de actuar; para aprender nuevas
respuestas ante los viejos y los nuevos desafíos.
Es un proceso para diseñar futuro. Es cuestión de responsabilidad.
Responsabilidad es la habilidad para responder a las situaciones que se nos presentan. No
es cuestión de ponerse en víctimas ante las situaciones sino de observar cómo nos
posicionamos frente a las cosas que nos suceden y elegir las acciones desde una libertad
esencial a la que ningún ser humano puede negarse.
Frente a las distintas situaciones que nos encontramos en la vida, en general, estamos
dando dos tipos de respuestas: las tranquilizadoras o reactivas y las generadoras de
posibles soluciones.
Las tranquilizadoras no resuelven nada y el problema sigue existiendo, pues, trasladamos
la culpa a los demás, a las circunstancias o a no sé quien. En esas respuestas me declaro
inocente, no me involucro y pongo la responsabilidad en el sistema, o en la cultura, o en el
tiempo. Es una explicación irresponsable. Dar estas respuestas no es gratuito. Tiene el
enorme costo de ubicarnos en el rol de “víctima”. Me declaro inocente, pero al mismo
tiempo impotente e incompetente. Estas explicaciones cierran posibilidades de acción.
Cierran posibilidades de responder a una situación.
En cambio, si me hago parte del problema y me considero parte del problema, es decir, me
involucro, puedo ser parte de la solución. Aquí está la diferencia con la respuesta
tranquilizadora: lo que obtengo, como resultado cuando me involucro, es lo que contribuyo
a producir.
La cuestión pasa por asumir responsabilidad=habilidad para responder a una
situación. Pasa por tomar conciencia, de que, aunque las circunstancias sean difíciles,
puedo elegir quién voy a ser y cómo lo voy a hacer. Si extiendo mi mano para
estrechar otra mano, estaré eligiendo ser el tipo de persona que extiende su mano y
colabora; y eso independientemente de de si el otro la extiende o no.
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Mi ser es definido desde mí, no desde la actitud del otro. Actuamos como somos pero
también somos como actuamos. LA ACCIÓN GENERA SER, O EL TIPO DE SER
QUE YO DECIDO.
“La libertad íntima nunca se pierde. Es esa libertad íntima que nunca se nos puede
arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”. (Víctor FRANKL, en el
libro, “El hombre en busca de sentido”).
Nunca deberíamos vernos como víctimas de diversas fuerzas. Lo que somos, es siempre
fruto de nuestra decisión.
El proceso de acompañamiento y liderazgo es siempre un proceso de asunción de
responsabilidad.
El Hno. Gabriel se definía como animador y formador de animadores, pues, claramente
comprendía lo que con esto se jugaba en la comunidad, en la educación, en la
evangelización etc.
“ La personalidad evangelizadora del Hno. Gabriel se configura como animadora y como
formadora de animadores de la comunidad cristiana. El Hno. Gabriel es ante todo
un animador. Ya desde pequeño muestra su capacidad de convocar, de reunir y de guiar
a un grupo. Propone una serie de actividades e iniciativas para que la comunidad local
cristiana tome conciencia de si misma. Anima al grupo desde dentro: es sencillo y cercano.
No se impone por sus conocimientos y estudio, sino por la experiencia y las convicciones
profundas que trasmite. Es capaz de concebir y proponer un proyecto de vida basado en el
Evangelio, comunicándolo y trasmitiéndolo de muchas maneras, desde un sencillo
prospecto, una carta o una conversación, hasta su máximo desarrollo en el Nuevo Guía.
De temperamento fuerte y sólido, nunca se avergüenza de sus convicciones, pero sabe
aconsejarse y dejarse guiar, tiene la valentía y humildad de empezar de nuevo después de
cada fracaso y mantener firme su proyecto hasta el final sabiéndolo adaptar a los cambios
que se van produciendo en la iglesia y en la sociedad de su tiempo”.
( La Misión del Instituto, Nº 13)
“ Como formador de animadores, conoció y acompañó a cada Hermano desde los
comienzos de su vocación hasta el final de sus días: el diálogo personal y las charlas en
grupo, la correspondencia y las visitas, las reuniones anuales, las circulares, eran medios
preferidos de formación. A través de ellos sabía proponer las metas, estimular al
crecimiento, corregir los desvíos, afianzar las convicciones, superar las dificultades, crear
espíritu de cuerpo y de familia, organizar y confiar las responsabilidades. En sus escritos,
sobre todo, en las varias ediciones de las reglas de vida, supo dar un perfil bien definido a
la vocación de Hermano como religioso laico, animador de la comunidad cristiana,
mediante el ejercicio de varios ministerios laicales y de una serie de actividades tendentes
a la construcción de la comunidad eclesial y de la evangelización; entre ellas privilegiaba
la educación cristiana, la catequesis y el servicio litúrgico. Veía en la Sagrada Familia de
Nazaret, imagen de la Santísima Trinidad, el modelo a la vez ideal y concreto de toda
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comunidad, y supo proponerla a los Hermanos y a las familias como lugar de encuentro y
punto focal de una espiritualidad que valora la sencillez en las relaciones, la humildad, la
entrega generosa a los demás, la unión y la obediencia, el amor a la vida de trabajo y de
silencio, la fe y la confianza en Dios. Como hombre concreto y práctico, supo sintetizar y
proponer para las escuelas los mejores métodos pedagógicos de su tiempo, escribiendo
libros y ofreciendo materiales didácticos, dio preciosas indicaciones para los catequistas y
para los Hermanos empleados en las iglesias y elaboró preciosas síntesis de la doctrina
cristiana al servicio de la catequesis, completándolo con textos litúrgicos, oraciones,
cantos y sugerencias para la vida cristiana y la participación en las celebraciones
litúrgicas”. ( La Misión del Instituto, Nº 14)
Animar, acompañar, liderar es aprender a revisar nuestros juicios, nuestros procesos de
razonamiento, de las respuestas que damos, de reacciones que tenemos y aprender a darnos
explicaciones generativas. A ser protagonistas con posibilidades de acción efectiva. Es
aprender a dar explicaciones en primera persona.
Por ejemplo, una cosa es decir: “mi jefe es un injusto” y otra muy diferente: “no sé cómo
hacer para que mi tarea sea reconocida”.
En el primer caso soy y me pongo en actitud de víctima y se cierran todas las posibilidades
de acción a menos que mi jefe cambie de actitud; o sea, que delego en él el poder que
también está en mis manos. En la segunda, declaro mi incompetencia y al mismo tiempo
asumo poder, abriéndome a otras posibilidades de acción que puedan ser operables desde
mí persona.
LIDER Y ACOMPAÑANTE ES:
 Aquel que abre caminos nuevos e inexplorados superando miedos e inercias que
atan y hartan; que esclavizan al pasado y que consciente de las herencia que
custodia no deja que esta se ancle en viejos odres sino que hace que se convierta en
sabiduría existencial que ilumina el presente y orienta hacia el futuro.
 El que promueve una visión a largo plazo, de futuro, que construye futuro con
significado y sentido. Necesitamos narraciones y narradores de aquello en lo que
queremos convertirnos.
 Aquel que asume riesgos y arriesga, se involucra y es motor del cambio. Lo que
posibilita el futuro son las decisiones arriesgadas. Han sido y serán las situaciones
difíciles las que hicieron crecerse y asumir responsabilidades comunitarias.
 El que tiene la capacidad de convencer, de mover y conmover a las personas. El
líder no es individualista – personalista, necesita de otros. Por eso genera procesos
en los que se permita que todo el equipo participe del liderazgo como fuerza
dinamizadora de toda la institución. Sin duda esto viene de la fuerza interior.
 Aquel que trasmite seguridad y sobre todo que estimula y promueve relaciones
de confianza. Es muy importante, quizás lo más importante, estimular los
encuentros personales en los que compartimos: discursos, dificultades, sueños,
metáforas, pero también logros, experiencias y recuerdos enriquecedores. No
olvidemos que la fe es también el relato de los creyentes.
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El que genera cambios, define rumbos. La acción sigue a la imaginación: aquello
que anticipamos determina lo que nos encontramos al final del camino. El “no
tengáis miedo”, es una llamada constante a ser creativos como forma de fidelidad lo
cual genera esperanza.
Concluimos con otro relato esclarecedor sobre el acompañamiento y liderazgo.
“Érase una vez un escritor que vivía en una playa tranquila, junto a una colonia de
pescadores. Todas las mañanas, temprano, paseaba por la costanera para inspirarse y de
tarde se quedaba en casa escribiendo.
Un día, caminando por la orilla de la playa, vio una figura que parecía danzar. Al
aproximarse, observó a un joven agarrando estrellas de mar en la arena y, una a una,
arrojarlas de vuelta al océano.
-¿Por qué estás haciendo esto?- preguntó el escritor.
- ¿No lo ves?- dijo el joven-. La marea está baja y el sol está brillando. Si las dejo en la
arena, se secarán al sol y morirán.
- Muchacho, existen miles de kilómetros de playa en este mundo y cientos de miles de
estrellas de mar desparramadas a lo largo de ellos. ¿Qué diferencia hace? Tú devuelves
algunas al mar, pero la mayoría morirá de cualquier forma.
El joven tomó una estrella más e la arena y la arrojó de vuelta al océano. Miró al escritor
y dijo:
-Para ésa ya marqué la diferencia.
Aquella noche el escritor no logró dormir; tampoco pudo escribir.
Por la mañana fue a la playa, aguardó al joven y junto con él comenzó a devolver estrellas
al mar”.
Liderar es el arte de soplar brasas, de facilitar el aprendizaje, el que acompaña al otro
para generar nuevas respuestas. Es sobre todo animar y dar aliento.
Hno. Aurelio, Julio de 2008
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