Infancia, Estado y coordinación Por Lic. Osvaldo Agustín Marcón La coordinación en las intervenciones estatales es una de esas cualidades que debieran darse por obvias. Sin embargo el panorama actual ofrece múltiples indicadores de cierto descuartizamiento en las decisiones políticas con su consecuente impacto sobre el orden de lo técnico. Pareciera que este déficit también se encuentra en las instituciones para la infancia, cuyo repertorio de respuestas podría ser representado más como un archipiélago que como un continente, es decir como un conjunto de islas donde la eficacia de sus rutas de intercomunicación depende más de esfuerzos aislados que de una estrategia de conjunto. No se trata de un problema epidérmico sino de contradicciones que operan desde las estructuras más profundas atravesando la mayoría de sus expresiones. Se trata de una cuestión que, entre otras cosas, se conecta con el raquitismo que afecta a los partidos políticos, lugares en los cuales antes que equipos para una campaña electoral debieran formarse equipos de trabajo que luego, al acceder al gobierno, expresen técnicamente su identidad doctrinaria. Al respecto recordemos que desde hace ya varias décadas lo más común es que el partido político llegado al gobierno ponga de manifiesto tal carencia "llenando" los puestos con personalidades de variados orígenes cuyos bagajes técnicos no expresan una visión de conjunto sino particularidades que suman nuevas islas en unos casos y meras isletas en otros. La preocupación ante tal realidad promovió conceptualizaciones tales como, por ejemplo, la que se conoce como trabajo en redes, noción que entre otras cosas trata de resolver este conflicto desde la teoría científica. Sin embargo lo que se viene constatando es que dicho intento no da los resultados deseados en términos de transformación del problema. Ello permite, aún sin invalidar la noción de redes, confirmar la naturaleza eminentemente política del problema, y por ende la necesidad de una solución que comience desde tal dimensión fundante. Es posible que una de las causas claves de este déficit sea del orden de las representaciones sociales que sustentan la acción de quienes acceden al poder político. Ellos parecen reconocer que el problema existe pero no advierten su entidad, por lo que parecen no comprender en qué grado obstaculiza la eficacia de su acción. Así es que los indicadores de falta de coordinación son tan naturalizados que pierden su significado en tanto expresión de un conflicto radical. Ahora bien: difícilmente esta situación se supere si no se entroniza la coordinación (de paradigmas, de recursos, etc) como elevado objetivo de la gestión de gobierno. Ya no estamos ante la simple necesidad de cambios normativos, institucionales o en la voluntad de los agentes institucionales. Por el contrario, se requiere de transformaciones en las matrices del pensamiento dirigencial. Urge diseñar y aplicar una política que trascienda el mandato de cualquier gobierno instituyendo la coordinación como Política de Estado, pues esta situación es producto de muchas décadas de progresivo deterioro. No es exagerado suponer que estamos ante un sistema institucional herido de muerte. Podríamos afirmar que la misión es a las instituciones lo que el sistema nervioso es al cuerpo humano. A éste se lo considera muerto cuando no se constata actividad neurológica aunque todavía aparezcan signos de actividad cardiorrespiratoria. Por analogía podríamos decir que aunque las instituciones sigan moviéndose por su propia inercia interna puede dudarse de su vitalidad si en términos reales su misión ha desaparecido. Y si no está clara la misión de cada institución-isla menos clara está la del sistema de instituciones misión que -obviamente- depende de un diagnóstico de la realidad. La realidad social cambió, en general las instituciones siguen siendo las mismas, por lo que su antigua misión quedó desfasada. La falta de coordinación es funcional a este movimiento institucional por inercia dado que genera un "como-si" (como si la misión se estuviera cumpliendo), una ficción que promueve la tendencia al encierro sobre sí mismas sin permitir que las distintas partes del sistema funcionen como espejo de cada realidad institucional en particular. La misión institucional conservaría su sentido en un contexto más o menos lógico al que, como a todo lo humano, se le podría consentir un poco de inmadurez pero sin llegar al punto de que no coordine sus movimientos según el sentido común. Comentarios: Bueno, con respecto al tema que trabajó en este sitio, me surgen preguntas para circular: por qué seguimos esperando del sistema cambios que no puede hacer ,ya que de hacerlas se muere? El trabajar sin coordinación, en islas, tiene que ver con el poder y con el individualismo intrínsecos del sistema capitalista y de los cuales, entre otros, depende su supervivencia. Las instituciones continúan repitiendo el modelo de microexclusiones y de la generación de formas de subjetivación que le son funcionales. Las psicosis y las esquizofrenias funcionaban ,y funcionan como mecanismos "reconocidos" de exclusión. Sin embargo no tienen el mismo reconocimiento otras formas como: competencias extremas, descoordinaciones (en forma general),falta de tolerancia a la frustración, búsqueda permanente de conflictos, boicot a cualquier iniciativa que no se genere o protagonice, intolerancia a la diferencia, en suma: patologías del narcisismo individualista que este sistema ha generado. Sin embargo no se incluye el tratamiento en los congresos, manuales, etc. No creo en la queja continua (no es por Marcón) sino en la construcción de políticas alternativas que reconozcan estos temas y podamos seguir haciendo caminos sin estar tan ligados al poder político de turno, sino a la potencia nuestra y de los movimientos sociales que son muchos y buenos. Un abrazo a Osvaldo y a todos los colegas/as de ese sitio. Sonia Zapolsky- Mi mail:[email protected] Respuesta: Estimada Sonia y Colegas: Coincido en la postura que has planteado. No he participado anteriormente más que leyendo los mensajes dado que, sin desacreditar la discusión y el pensamiento de las personas que han participado, no encontré que allí estuviera el punto neurálgico de la reflexión. Reafirmo en tus palabras "no es la queja continua lo que construye, sino la construcción de políticas alternativas que reconozcan estos temas (la psicosis y esquizofrenia que imprime el sistema en la exclusión, descoordinación, falta de tolerancia, búsqueda permanente de conflicto, boicot a cualquier iniciativa, intolerancia a la diferencia: en suma, patologías del individualismo narcisista que este sistema ha generado.)" y podamos seguir haciendo caminos sin estar tan ligados al poder político de turno sino a la potencia nuestra y a los movimientos sociales que son muchos y buenos. Considero que siempre es bueno cuestionar lo natural, lo establecido, instar a la reflexión; pero creo que hay caminos de pensamiento que conducen más directamente a la acción transformadora. Este que se ha planteado aquí es uno. Afectuosamente a todos. Daniela Abramovsky Respuesta Siguiendo la charla con David, Cristina, Daniela y Sonia (yo) quiero transcribir algo que leí en función de un trabajo sobre intervención que estamos pensando con otros. "Reconocer al otro (en el caso del autor pone: la clase obrera) como sujeto de explotación, sino también como sujeto pasivo construido mediante los dispositivos de la dominación capitalista, sino también, y por encima de todo, como el sujeto activo que se constituye a sí mismo y proyecta una nueva sociedad a partir de sus propias necesidades y deseos" Michael Hardt Aparte de pensar en los conceptos de sujeto(sujeto a revisión) y lo de subjetividad. Para problematizar la construcción de subjetividad como tema muy importante para el TS. Un abrazo Sonia Publicado en Edición vespertina de diario El Litoral del día miércoles 10 de agosto de 2005