Carlos y Elena tuvieron un hijo, Jordi. Fue bautizado, pues Carlos era muy católico, y educado como un chico normal, más o menos. Pero pronto empezaron los problemas. Elena tenía salidas secretas y escapadas nocturnas, y continuamente eludía las preguntas de su esposo. El ambiente en casa crispó, así que el chico lo acusó, como es de costumbre. Bajó su efectividad en sus estudios, se volvió cerrado e introvertido, y, salía llegar tarde siempre a casa, pues después de clase se escapaba a un parque cercano en su hogar, donde acabó conociendo a un buen número de vagabundos, y le acabaron apreciando de verás, pues el chico siempre aparecía con algún tipo de sustento, pan, galletas, leche, agua fresca... En casa el ambiente se hizo insostenible, los “secretos” de Elena, los gritos y discusiones eran el pan de cada día, los vecinos chismorreaban a cerca de los gritos y murmuraban sobre el matrimonio, los más osados se atrevían a afirmar que acabaría en tragedia. Todos coincidían en la pena del pequeño y lo compadecían. Durante unos años Carlos contrató los servicios de un detective privado, pues sospechaba que existía otro hombre en la vida de su esposa. Pasados unos meses se inició el proceso de separación, el divorcio lo pidió Carlos ignorando, ya harto, los lloros y suplicas de su esposa, la cual se aferraba a su amor por su esposo e hijo, pero aún así, en estos momentos de dolor ella se negaba a explicar la verdadera naturaleza de sus salidas o el fin de estas. El proceso de divorcio avanzaba, y el pequeño Jordi pasaba más tiempo en el parque... con los trotamundos. El divorcio concluyó, y Elena consiguió la custodia del niño. Durante un año y medio Jordi vivió en casa de su madre, y descubrió que esta hacia cosas extrañas, que las demás “mamas” no hacían. Encendía velas negras en extrañas posiciones con extraños signos, recitaba extraños poemas y cánticos. La mayoría de estas cosas Jordi las memorizó. Elena enseñó al pequeño a leer, y más tarde, otra lengua ya olvidada. A menudo el pequeño husmeaba libros y papeles(pergaminos) de su madre. De vez en cuando, un hombre venia a casa a hablar con la madre, tenia velas extrañas que prestaba a su madre y otras cosas que Jordi no recuerda, cantaban los tres juntos y recitaban poemas en un extraño juego pero muy divertido para el pequeño, pues siempre ocurrían cosas increíbles. Al fin el detective de Carlos descubrió el ambiente donde vivía el chico. Carlos lo denunció y volvió a los tribunales. Esta vez adquirió la ganancia del pobre Jordi que para desgracia entendía demasiado bien lo que ocurría con sus padres, y su madre fue encerrada por “extraña” en un centro de salud mental. Jordi conservó algún juguete de casa de su madre, y a veces cuando esta a solas juega(aunque esta vez el solo) a uno de esos extraños y divertidos juegos. Carlos y Jordi visitan a menudo a su madre en el centro, pero muchas veces se escapa solo el padre, pues aún la ama. NUNCA SUPIERON DE LA EXISTENCIA DEL EXTRAÑO PUES EL DETECTIVE NO LO DESCUBRIÓ; AUNQUE ESTE; VIGILA LA FAMILIA DE CERCA.