Goolishian_-W Constructivismo

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Constructivismo, autopoiesis y sistemas determinados por problemas
Harold A. Goolishian y Lee Windermanu
La aplicación del pensamiento constructivista social y el concepto de autopoiesis son
discutidos en relación a la práctica clínica de la psicoterapia. Luego de una breve discusión
de estos conceptos, se presenta una fundamentación teórica para la práctica clínica,
focalizando la idea de que los sistemas humanos son esencialmente sistemas generados por
significados. El concepto de Sistema Determinado por Problemas se elabora. Se discute el
desarrollo de la definición de problemas, la dirección de la conversación terapéutica y
conceptualizaciones de práctica psicoterapéutica.
Introducción
Se nos pide que discutamos la pertinencia, aplicabilidad y utilidad de los supuestos
fundamentales del constructivismo radical y el concepto de autopoiesis en psicoterapia. Para
lograrlo delinearemos brevemente estos conceptos desde nuestra óptica en su relación con
la psicoterapia. Habremos de describir, entonces, el marco teórico que desarrollaremos
como fundamento de nuestro trabajo clínico. En primer lugar desearíamos puntualizar
algunos aspectos. La actividad que llamamos psicoterapia incluye una estructura y un
propósito que cuestiona continuamente el desarrollo evolutivo de esa relación. La
psicoterapia es una relación entre personas que se estructura desde su inicio a partir de una
parcialidad instrumental. Incluye también una fuerte predisposición jerárquica que deriva de
la misma naturaleza de las condiciones sociales, políticas, culturales y lingüísticas que dan
origen a esta situación. Como psicoterapeutas estamos de continuo en conocimiento de -y
luchando contra- la naturaleza instrumental de nuestra actividad. Como practicantes clínicos
constantemente nos enfrentamos con nuestra necesidad de actuar y, por lo tanto, creamos
la ilusión de certeza donde muchas veces no hay ninguna. Encaramos este tema de frente
cuando volvemos sobre la cuestión de la objetividad.
Objetividad
Dentro del campo de la terapia familiar emerge un tema central que adopta diversas
formas a través de la literatura. El tema se planteará mejor como interrogante: ¿Hay una
realidad independiente del acto observacional? ¿Existimos en una realidad observable
dependiente? ¿Participamos en la creación del mundo según la manera en que lo
percibimos?
La posición constructivista
La visión constructivista cuestiona nuestra noción de un mundo compuesto por
propiedades estables que existen independientemente de la observación. De esta manera,
el mundo se vuelve un mundo de sistemas observantes (Von Foerster, 1981) en el cual
(como el mundo quántico) el modo de observación modifica lo observado. Es un mundo
caracterizado por un flujo calidoscópico de eventos; patrones (redes) de relaciones en las
cuales todos los que perciben son a la vez parte. Scarr (1985) caracteriza estas redes de
relaciones como "una nube de eventos correlativos", una nube en la que participamos
modificando la percepción, y a la que (a través del lenguaje) damos significado. La visión
constructivista sostiene que todo conocimiento, incluida la realidad científica, es una construcción mental dentro del campo social. Utilizamos "mental" en el sentido empleado por
Bateson (1972-1979): o sea, como la totalidad de los procesos mentales, conscientes e
inconscientes y las actividades que interactúan de un modo recurrente y recursivo. Von
Foerster (1981) dijo: "si quieres conocer, pasa a la acción". Maturana y Varela (1987)
señalaron: "toda actividad es conocimiento y todo conocimiento es actividad" (p. 27). El
conocimiento no es sólo una serie de experiencias provenientes de un mundo estable
recibidas pasivamente. La posición constructivista se orienta hacia un mundo creado por la
interacción, y no sólo interacción entre sentidos sino interacción dentro del campo del
lenguaje.
Los constructivistas describen cómo el mundo en el que vivimos, el mundo de la
experiencia, se construye a través de la percepción. Nosotros sostenemos la posición de que
los sistemas sociales, de los cuales los individuos son un subsistema, son redes
comunicacionales caracterizadas por, y a través de, el lenguaje. Por lenguaje nos referimos
específicamente al significado lingüísticamente mediado, y contextualmente relevante,
generado en la interacción. "El conocimiento no es algo que esté en la cabeza de las
personas, sino algo que las personas llevan a cabo conjuntamente" (Gergen, 1982, p. 270).
Para Gergen, la realidad es producida por acuerdo de significados y esto no ocurre fuera del
contexto de interacción lingüística humano.
Autopoiesis, determinismo estructural y evolución del lenguaje
Autopoiesis, término inventado por Maturana y Varela (1987), deriva de dos vocablos
griegos: auto (sí mismo) y poiesis (creación, producción). Por lo tanto, su significado es que
se crea a sí mismo. Maturana y Varela emplean este término para describir sistemas
biológicos organizados de manera tal que el sistema mismo crea aquellos componentes
necesarios para el mantenimiento de su organización. Caracterizan todo lo viviente como
poseedor de una organización autopoiética, "desde una única célula hasta seres humanos"
(Maturana y Varela, 1987, p. 49). La característica más impactante de un sistema
autopoiético es que se jala a sí mismo de sus propias correas y se diferencia
progresivamente de su entorno por su propia dinámica. "Los organismos vivos se
diferencian entre sí por su estructura, pero son similares en su organización" (Maturana y
Varela, 1987, p. 46). Lo sorprendente acerca de entidades autopoiéticas es que "su
organización es tal que su único producto es el sí mismo, sin poder diferenciar entre
productor y producto. La existencia y la actividad de una unidad autopoiética son
inseparables y éste es su específico modo de organización" (Maturana y Varela, 1987, p.
48).
Lo particularmente relevante para la psicoterapia son las características organizacionales
de las entidades autopoiéticas. Al ser éstas organizacionalmente cerradas (Le., autónomas),
ellas mismas especifican los mecanismos operacionales que les son apropiados (Maturana y
Varela, 1987). Los sistemas vivos son autónomos, cerrados informacionalmente y
recursivamente organizados. Los sistemas vivos se comportan como una función del modo
en que están constituidos. Su comportamiento está estructuralmerite determinado; no
ambientalmente determinado. El comportamiento de un sistema vivo es producto de la
relación entre los distintos componentes de ese sistema. Reacciona de una manera idiosincrática cuando es perturbado por estimulación ambiental. Así, cuando el terapeuta, o el
experimentador, perturba un sistema -una persona o una familia-la respuesta es
determinada por la coordinación interna y relaciones organizacionales entre los
componentes estructurales del sistema. El sistema determina su respuesta a una perturbación. La estimulación ambiental no causa la-respuesta. Podríamos decir que es-la
ocasión para la ocurrencia de la respuesta. De este modo, Maturana acuña el concepto de
interacción informativa (enseñanza, en un sentido coloquial). Lo que ocurre en la
comunicación entre dos entidades no es la instrucción literal de una entidad a la otra (el
otorgamiento de alguna cosa -p. ej., consejo o conocimiento-, por parte de una y el tomarlo
por la otra) sino, preferiblemente, el ajuste recíproco entre las interacciones estructural
mente determinadas de una entidad y las interacciones estructuralmente determinadas de
otra, de modo que el comportamiento de cada entidad es producto de la recíproca perturbación del comportamiento de la otra.
La historia de estas interacciones recurrentes (coordinaciones de acciones) es la historia de
un acoplamiento estructural de las entidades en un medio ambiente, interacciones que se
dan en un proceso temporal. Así, la relación recíproca entre entidades en continua
coordinación de acciones produce lo que Maturana denomina "curso co-ontogenético
estructural", esto es, sendas co-evolutivas paralelas de evolución sistémica. Es desde estas
nociones básicas -autopoiesis, comportamiento determinado estructuralmente y
acoplamiento estructural- que Maturana y Varela (1987) teorizan acerca de las derivaciones
de la creación del comportamiento lingüístico que se da en seres vivientes.
Por ejemplo, cuando dos entidades vivas poseen una historia de interacción recíproca de
manera que están acopladas estructuralmente, un observador podría decir que coordinan
sus acciones en este campo de acoplamiento estructural de su existencia. Si estas entidades
son suficientemente complejas serán capaces de coordinar sus acciones sobre la
coordinación de sus acciones. En este punto diría Maturana (1978) que emerge el lenguaje.
El lenguaje es más que coordinación de comportamientos. El lenguaje (o la coordinación de
conductas coordinadas) es la adscripción de significado a la coordinación de comportamientos (Maturana y Varela, 1987).
La complejidad conductal de este tipo produce un campo lingüístico consensual, un
campo de interacciones semánticas. En este campo de experiencia, los participantes
interactúan a través de sus descripciones de la experiencia (nunca se explica nada), y sus
descripciones de sus descripciones, y sus descripciones de las descripciones descriptas,
etcétera. Estos sistemas biológicos que interactúan lingüísticamente crean sistemas de
significados que son comunicados por medio del lenguaje. Para Maturana, el significado es
construido dialógicamente (Epstein y Loos, 1987). "Oialógico" se refiere a intercambio
interactivo de ideas entre dos o más personas en una conversación. Esta -iaea
reflejaTañoción de Bateson acerca de que la mente (la significación) se da en lainteracción,
no en la cabeza (Bateson, 1979).
Asumimos que, en el campo de la psicoterapia, los terapeutas interactúan a través de
sus clientes con sistemas de significados (tramas recursivamente organizadas de acuerdos
consensuales y lingüísticamente organizados basados en la experiencia). Creemos que el
trabajo de la terapia es la exploración de estos sistemas de significados. La psicoterapia es
exploración, mapeo y, más que nada, la creación y mantenimiento de lo que Bateson (1972)
llama una ecología de la mente (una ecología de significados). Dado este nuevo vocabulario,
la terapia debería ser descripta como la creación de una red de observadores participantes
ensamblados estructuralmente, interactuando dentro de un campo lingüístico; cada acto de
un observador participante, como una recíproca perturbación de otro observador
participante, todo coevolucionando a través de un proceso temporal, dentro de una red de
relaciones de significados evolutivos. "Nosotros y nuestros clientes conjuntamente, como
humanos autónomos, cada acto de acuerdo con la propia estructura, pero formando
novedosos ensambles, creando, si quieren, una minisociedad en la que puedan surgir
nuevas opiniones" (Efran et al., 1987, p. 46).
Desde nuestro punto de vista la estructura de esta ecología de significados es la
-que determina quién hace qué y a quién, en sistemas humanos. El sistema interaccional
relevante para cualquier problema en estudio está determinado en el lenguaje, no en la
estructura social o en el rol. La dinámica organizacional de estos sistemas de significados,
que existe en el lenguaje, determina los diversos comportamientos y problemas por los
cuales es requerida la consulta terapéutica. y esto es así desde el momento en que
trabajamos con individuos
que tienen problemas consigo mismos, o bien con varios individuos que consultan por un
problema.
El dominio de significados
Podemos resumir lo que creemos es importante en la tarea de la psicoterapia de la
siguiente manera: los humanos constituyen sistemas significantes; el significado es
construido por acción social y diálogo; y la interrelación humana es producto de la interacción en un campo lingüístico. Estas afirmaciones no requieren de un punto de vista
objetivo o representativo de la realidad. Preferiblemente, esta posición sostiene como punto
nodal la creencia de que toda realidad es una construcción social. El mundo en que vivimos
(no necesariamente el mundo tal cual es) es definido a través de las descripciones que
nosotros hacemos de nuestra experiencia. Nuestra experiencia, o nuestra descripción de
nuestra experiencia -esto es, cómo nos representamos a nosotros mismos aquello que
experimentamos- es una función de nuestra construcción autopoiética. Nuestros actos de
representación son lenguaje (Maturana y Varela, 1987). Vivimos y actuamos en un mundo
que definimos por medio de nuestro lenguaje descriptivo.
Así como nosotros co-ordinamos nuestras acciones, nuestras acciones se co-ordinan con
las acciones de otros seres humanos, quienes generan sus descripciones del mismo modo
que nosotros. Es importante recordar que el lenguaje no refleja la naturaleza. El lenguaje y
la cognición no se dan por aprehensión de representaciones, o sucesivas aproximaciones
acerca de qué es eso que está allí. Lo que describimos como lenguaje son los productos de
nuestros intentos por alcanzar la comprensión (el producto de un acople estructural en un
campo lingüístico) con aquellos con quienes estamos en contacto. Esta posición requiere
esencialmente que abandonemos la noción de seres humanos como conocedores de las
esencias de la naturaleza. En su lugar deberemos sentirnos satisfechos de sustituirla por la
de seres humanos que interactúan por medio del lenguaje y desarrollan complejas tramas
de significados dentro de las cuales actuamos como si nuestros significados adscriptos
fueran anta lógicamente verdaderos. Bateson (1979) y Maturana (1978) hacen notar que
estamos construidos de un modo que fomenta la ilusión de que nuestras descripciones son
precisas representaciones del mundo tal cual es objetivamente, en sentido anta lógico.
Desde la posición social constructivista, nuestras descripciones no son función de un
apareamiento con el afuera. Nuestras descripciones son producto de haber alcanzado un
ajuste lingüístico (comprensión consensual) con aquellos con quienes estamos en
comunicación, tanto como adecuarnos a las demandas que experimentamos del ambiente.
Lo que importa no es su veracidad sino nuestra lealtad hacia otros seres humanos sumidos
conjuntamente en la oscuridad (Rorty, 1982).
Sistemas determinados por problemas: definición del sistema a tratar
Braten (1986) definió un sistema sociocultural como "sistema de procesamiento de
significados constituido por participantes interactuantes que mantienen y transforman su
propia identidad y su red por medio de la comprensión más o menos compartida, tanto de
ellos mismos como del mundo". Continúa diciendo que esta comprensión "no es subjetiva ni
objetiva, sino intersubjetiva, y genera su sujeto/objeto complementario" (p. 195). Se refiere
a esto como un entrecruzamiento dialógico de perspectivas.
Definimos al objetivo de tratamiento como sistemas de acción social delimitados, esto es,
sistemas definidos sobre la base de interacción comunicacional. Intentamos ir más allá de
los sistemas predeterminados a partir de definiciones sociales tradicionales
consuetudinarias. De esta manera, abandonamos los modelos de tratamiento definidos por
conceptos tales como individual, conyugal, familiar y otros sistemas sociales más amplios.
Definimos el sistema a tratar a partir de aquellos que están activamente comprometidos en
una interacción lingüística (estructuralmente acoplados en una interacción lingüística),
enfrentando un problema, o en oposición antagónica. Llamamos al sistema así definido
como Sistema Determinado por Problemas.
Los Sistemas Determinados por Problemas son sistemas lingüísticos compuestos por
campos de experiencia lingüística que se intersectan en evolución continua y cambiante, con
creciente o decreciente número de actores. Lo que mantiene unidos a estos actores es la
experiencia en común de desacuerdo antagónico acerca de un fenómeno conductal
percibido. El sistema terapéutico es definido independientemente de cualquier convención
social a priori, límite o agrupamiento de individuos (p.ej., familia nuclear, familia extensa,
comunidad, asociación, etc.). Por lo tanto, decimos que los sistemas no producen los
problemas;
ellenguajear acerca de los problemas constituye los sistemas. A pesar de que no definimos
los sistemas terapéuticos en términos de individual, familiar, sistemas extensos, etc., esto
no significa que no atendamos estos agrupamientos en nuestros consultorios. Cuando
vemos familias o individuos, puntualizamos nuestra forma de pensar en términos de la red
comunicacional que define el problema. Intentamos impedir que nuestra forma de pensar se
vea limitada por estructuras sociales predeterminadas.
Como ejemplificación de Sistema Determinado por un Problema sería la de aquellos
individuos que se reúnen para el elegir a un miembro de la junta escolar local. Los
individuos comprendidos en el sistema operan dentro de un campo lingüístico que es
caracterizado por la tarea conjunta de elegir uno del grupo para la junta escolar. El
problema es el compromiso que los mantiene unidos para llevar a cabo la elección de este
individuo. Los individuos así unidos operan de un modo co-ordinado, evolucionando en una
red de complejidad creciente de descripciones lingüísticas acerca de sus tareas y acciones.
Luego de un tiempo, la naturaleza estructuralmente ensamblada de este grupo se
incrementa según la naturaleza evolutiva de sus acciones co-ordinadas. Este acoplamiento
estructural no es sólo el producto de conexiones lingüísticas entre los miembros del grupo,
sino que también posibilita nuevos complejos de conexiones lingüísticas. Este particular
Sistema Determinado por un Problema se mantiene hasta que el desacuerdo antagónico o
problema ya no es más percibido como tal. En este caso, luego de la elección, se gane o se
pierda, el problema -esto es, la elección de un miembro de la junta escolar- no existe más.
El sistema comunicacional, que se creó a sí mismo para la elección del miembro de la junta
escolar, se desintegra.
Un ejemplo clínico de Sistema Determinado por un Problema es el siguiente: una madre
soltera de 17 años con una hija de 16 meses se presenta en la clínica de salud mental,
derivada por la oficina de bienestar infantil. La madre dice que fue enviada por la
trabajadora social infantil que había investigado la calidad de sus cuidados maternales a
partir de una queja por negligencia hacia su hija. La consulta con la trabajadora social
infantil revela que su investigación indica que la abuela paterna de la niña se había quejado
amargamente de que la madre le impedía ver a la niña. La madre de 17 años, quien estudia
aún en el colegio secundario, está tomando clases especiales para madres adolescentes en
edad escolar. Está muy ligada a su consejero escolar, quien da una clase de habilidades parentales. La madre de la adolescente ha renegado de ella porque su embarazo fuera del
casamiento viola sus creencias religiosas fundamentalistas, e incluso teniendo en cuenta
que ya no tiene una hija, la llama varias veces por semana para darle largas lecturas
religiosas y leerle extractos de la biblia que se refieren a la condena del comportamiento de
la adolescente. Perturbada, la adolescente se dirige a su consejero para consolarse. El
consejero está conmovido por la situación de la adolescente; la ha invitado a su casa a
cenar y conocer a su familia.
En la situación clínica anteriormente descripta, definiríamos el sistema terapéutico
relevante como aquellos individuos que participan activamente en la red. El sistema
determinado por un problema entrecruza relaciones de consaguinidad y límites organizacionales y legales. Para comenzar un tratamiento articularemos un sistema determinado
por un problema compuesto por una madre de 17 años y su hija, la trabajadora social
infantil, la abuela paterna (y, quizás, el padre), la madre de la adolescente, el consejero
escolar y, ahora, el terapeuta. El sistema comprende claramente un multiverso (diferente de
un universo) de definiciones del problema, objetivos terapéuticos e información "relevante".
Referimos el problema a tratar como una descripción evolutiva de un problema, que surge
de la conversación terapéutica en la que participa y dirige el terapeuta. Junto con Wittgenstein (1953) enfatizamos que el significado deriva de los usos comunicacionales a los
cuales el significado se adscribe. Los significados, como los problemas, no son simples
derivaciones de la estructura y la definición. Según ha indicado Hoffman (1985), no
pensamos más que los problemas están "en" la familia o en cualquier otra unidad espacial o
socialmente definida. Los problemas surgen de la significación intersubjetiva de todos los
que se encuentran en intercambio comunicacional activo y, como tal, están ellos mismos
siempre cambiando.
El concepto de Sistema Determinado por un Problema no se refiere a otro tipo de
patología objetivada. Los problemas y los Sistemas Determinados por Problemas son
modificados y reinterpretados tan a menudo y rápidamente como en los otros discursos
alrededor de los cuales organizamos la significación y la interacción social. Desde nuestra
óptica sostenemos que vivimos en un mundo producido por interacción lingüística y que
comprendemos nuestro mundo a partir de historias que evolucionan (descripciones) y
discursos según los cuales organizamos y damos significado a nuestra experiencia. Como
tal, la meta de la terapia desde nuestra concepción, es la continuidad de la conversación
terapéutica de manera que el discurso co-construido que surja no incluya aquello que fue
experimentado como un problema o motivo de preocupación.
Diagnosis y definición de problemas
El proceso de diagnosis, el mapeo de sistemas individuales o familiares en categorías
diagnósticas, ha recorrido un largo camino en psicología y psicoterapia. La diagnosis no es
sólo una intención de la psicología de convertirse en una ciencia empírica de la mente y la
conducta, sino, fundamentalmente, tiene raíces en la observación de sentido común de que
hay similitudes y regularidades en las conductas presentadas por nuestros clientes. La epistemología lógico-empírica de la psicología crea una lente a través de la cual vemos que
estas similitudes representan una hipotética y común condición fundamental que se supone
debe variar sólo idiosincráticamente en las condiciones ambientales individuales. El brillante
análisis de Maturana (1978) sobre ciencia empírica sirve como excelente crítica del proceso
diagnóstico.
Maturana (1978) analizó los procedimientos de la ciencia empírica y al hacerlo, la mostró
como un ejercicio en un mundo tautológico de sistemas observantes. La observación
empírica se realiza mediante un "observador como un sistema con propiedades tales que le
permiten realizar estas operaciones y, por lo tanto, en el que las propiedades del
observador, al determinar las operaciones que puede realizar, determina el posible campo
de observación del observador" (p. 28). Continúa Maturana:
La ciencia es necesariamente un campo de definiciones operacionales socialmente
aceptadas, validadas por procedimientos especificados por el observador que los crea como
un observador standard que puede realizar las operaciones necesarias para su producción.
En otras palabras, frecuentemente no estamos en conocimiento de que la ciencia es un
campo cognitivo cerrado en el que todas las definiciones son necesariamente dependientes,
válidas sólo en el campo de interacciones en el que el observador standard opera y existe.
Como observadores, generalmente tomamos al observador como garantía y, al aceptar su
universalidad por implicación, adscribimos muchas de las invariantes de nuestras descripciones que dependen del observador standard a una realidad que es ontológicamente
objetiva e independiente de nosotros (p. 29).
El proceso diagnóstico, como el método científico, es un procedimiento tautológico
basado en la propia definición del terapeuta acerca de qué debe ser observado, cómo será
definido y con qué criterios se evaluará. Desde este punto de vista tradicional, los
terapeutas gozan del status de acceder a información particular y privilegiada y
conocimientos que surgen de una imagen normalizada e idealizada de funcionamiento
adecuado.
La mayoría de los terapeutas estaría de acuerdo en afirmar que sus valores, teorías y
experiencias influencian lo que observan, o bien, que el procesamiento de su información es
selectivo. Sin embargo, muy pocos suscribirían la noción de que sus expectativas (teoría
descriptiva) determinan la conducta de su cliente tanto como la información así descubierta.
Como terapeutas tendemos a obviar nuestra activa participación en la confirmación
conductal de nuestras predeterminadas hipótesis y diagnosis. Igualmente importante es el
hecho de que los clientes también aportan prejuicios y valores que influencian sus
expectativas acerca del terapeuta y de la terapia. Y es a través de estos prejuicios que
observan la actividad del terapeuta y confirman sus expectativas.
En nuestro trabajo, la diagnosis es reemplazada por el proceso de definición de
problemas. La definición de problemas es una actividad conjunta del sistema constituido por
el cliente con el terapeuta. Es la creación de un campo consensual cuyos parámetros son las
descripciones lingüísticas del problema, que surgen de la conversación con los miembros del
sistema determinado por un problema. No vemos la definición de problemas como
representación de desviación con respecto a hipotéticos estados idealizados. Las
definiciones de problemas son descripciones fenomenológicas del mundo en que vivimos. La
definición de problemas es una descripción colectiva como producto evolutivo de una conversación entre participantes que operan dentro 'de los límites prescriptos lingüísticamente"
de un sistema determinado por un problema. La definición de problemas no es estática.
Evoluciona cuando el Sistema Determinado por un Problema -la red de significados
comunicacionales- evoluciona.
Colaboración terapéutica
En distintos trabajos (Anderson, Goolishian, Pulliam y Winderman, 1986; Anderson,
Goolishian y Winderman, 1986; Goolishian y Anderson, 1987a) hemos sostenido que nos
hemos alejado de la noción en la cual ros terap_utas poseen un conocimiento prÍÍtllegiado,
particular, superior que les permite diagnosticar la realidad ontológica de un _sis(_ma. En
su reemplazo, nos orientamos hacia una definición colaborativa de problemas, que se inicia
con la intersección de dos campos fenomenológicos: 1) desde la posición del terapeuta,
nuestra curiosidad acerca de la gente en quienes estamos interesados; 2) desde la posición
del cliente, es su inquietud o motivo de alarma de la percepción de su experiencia, tanto
cognitiva como conductal, lo cual origina la interacción entre individuos que están ligados
por este motivo de preocupación.
Comenzamos el proceso terapéutico explorando la experiencia de desacuerdo antagónico
a partir del mundo lingüístico de cada individuo. Queremos conocer las posiciones de todos
los miembros del sistema problemático. Este proceso no es sólo recolección de datos. Por el
contrario, al comprometerse el terapeuta en la conversación, la red de significados
comunicacionales que articula el Sistema Determinado por un Problema se enriquece y
altera, precisamente, por el compromiso en la conversación terapéutica. El terapeuta es un
miembro del Sistema Determinado por un Problema y, como tal, participa en la cocreación
del campo lingüístico en el que la terapia tendrá lugar.
La responsabilidad del terapeuta es focalizar la creación de un espacio conversacional en
el que los clientes y el terapeuta puedan conversar. El espacio conversacional es el contexto
en el que el cliente y el terapeuta se comprometen en un diálogo de manera que sean
respetados y valorados los múltiples puntos de vista comprendidos en el Sistema
Determinado por un Problema. La conversación terapéutica puede realizarse de muy
diversas maneras y no necesita incluir a todos los miembros del Sistema Determinado por
un Problema cada vez. En muchos casos, como con trabajadores sociales, la conversación
terapéutica se lleva a cabo fuera del consultorio del terapeuta, o bien telefónicamente. El rol
del terapeuta no consiste en orientar o dirigir la conversación hacia una conclusión
particular determinada por el terapeuta. En este modelo, el terapeuta no es sólo un
observador participante, es un director (manager) participante de la conversación terapéutica. El terapeuta no es un oyente pasivo, ni un participante activo. La habilidad del
terapeuta reside en su afinada sensibilidad hacia el lenguaje, y la capacidad de hacer
preguntas que abran la conversación a la elaboración de nuevos significados y conexiones
comunicacionales. La realidad dialógica terapéutica así creada debe ser psicológicamente
segura para todos. La tarea terapéutica podría ser descripta como la búsqueda de la
corrección en todo lo dicho: "corrección" en el sentido de que todos los puntos de vista se
experimentan como orientándose hacia la adecuación con el conjunto de puntos de vista
que evolucionan en el Sistema Determinado por un Problema.
Terapia y cambio
La terapia es una actividad lingüística en la cual la conversación acerca de un problema
genera el desarrollo de nuevos significados. A través de la participación en el campo
lingüístico creado por el sistema terapéutico, los significados consensualmente fijados que
son parte del medio lingüístico del sistema determinado por un problema son ensanchados,
modificados, cambiados y re-examinados en la conversación terapéutica. El tratamiento es
el proceso de disolución (en el sentido de significados fijados indisolublemente) de un sistema problemático, más que encontrar solución a problemas. El lenguaje cambiado del
Sistema Determinado por un Problema, conduce a la disolución del sistema problema
(Goolishian y Anderson, 1987b). La psicoterapia es un diálogo acerca de un problema en un
proceso temporal. Por esta definición entendemos permanecer conversando acerca de un
problema hasta que el sistema lingüístico (el Sistema Determinado por un Problema) ya no
incluya el problema, o desacuerdo antagónico, en el campo lingüístico que lo define.
Dirigir la conversación
En el sistema terapéutico la conversación es dirigida por el terapeuta de manera tal que
el terapeuta está constantemente en contacto con todos los miembros del Sistema
Determinado por un Problema. La habilidad psicoterapéutica reside en la capacidad para
llevar a cabo múltiples conversaciones simultáneamente de modo que, en un proceso
temporal, nuevas ideas, de acuerdo con lo experimentado por los miembros, puedan surgir
y permitir el contacto de unos con otros. Como producto de esta conversación terapéutica,
se desarrollarán nuevas conexiones lingüísticas dentro del Sistema Determinado por un
Problema.
En esta descripción del proceso terapéutico, los objetivos terapéuticos son orientados
procesal mente. La tarea terapéutica consiste en crear un espacio conversacional de modo
tal que la conversación entre todos los miembros del sistema terapéutico se mantenga
durante todo el tiempo. Desde el contacto inicial, a través de las entrevistas, el terapeuta
elige y decide acerca de qué hablar. Hemos definido algunos lineamientos para la iniciación
Y continuación de conversaciones terapéuticas (Goolishian y Anderson, 1987a).
1. El interrogatorio debe comenzar con los parámetros del problema según lo define el
Sistema Determinado por un Problema. Al mismo tiempo debe ser respetuoso de todos los
puntos de vista representados en el Sistema Determinado por un Problema. El terapeuta
debe ser, capaz de operar desde la posición de validar que existen simultáneamente
múltiples descripciones. Estas descripciones incluirán lo que inicialmente aparecen como
creencias antagónicas, valores y presuposiciones acerca de intencionalidad, y causa y
efecto, dentro del Sistema Determinado por un Problema.
2. El terapeuta elige el lenguaje co-operativo en lugar del anti-cooperativo. La
orientación del terapeuta en atención a las diferentes posiciones consiste en encontrar las
conexiones entre las distintas ópticas y el convencimiento de que estas conexiones pueden
ser lenguajeadas dentro del contexto terapéutico. El terapeuta admite la "credibilidad
recíproca" para todos los puntos de vista presentados dentro del sistema determinado por
un problema, participando así en un sistema lingüístico de manera que proteja la
perspectiva dialógica por sobre la monológica.
3. De acuerdo con algunos escritos psicoanalíticos (Schafer, 1976; Spence, 1983) y
sistémico-estratégicos (Watzlawick et al, 1974; Haley, 1976; Selvini Palazzoli et al., 1978)
que enfatizan el lenguaje del cliente, los terapeutas ¡:¡prenden la naturaleza idiosincrática
del lenguaje del cliente. El lenguaje es la transformación de la experiencia en un campo
público y, como tal, contiene una relación metafórica importante a la conexión entre
_xperiencia pública y privada.
4. Los terapeutas hacen preguntas cuyas respuestas requieren otras preguntas. Los
terapeutas deberán correrse de la posición que enfatiza el descubrimiento de información y
empeñarse en la focalización de la creación de una nueva verbalización de la experiencia
lenguajeada. Las preguntas de los terapeutas deberían llevar la conversación hacia el límite
de lo que la experiencia lenguajeada revela, de manera que un cuastionamiento más
exhaustivo incluya lo que no ha sido dicho o pensado anteriormente.
5. El terapeuta es un oyente respetuoso que no conoce demasiado rápidamente ni
comprende apresuradamente.
6. El propio diálogo interno del terapeuta es dialógico naturalmente, abierto a nuevos
significados y a la creación de nuevos relatos.
El filosófo Gadamer (1975) cita un frase de Hans Lipps (1938) que establece que todo
acontecimiento lingüístico conlleva un "circuito inexpresado". Gadamer llama a esto la
"infinitud de lo no dicho". Esto implica que toda comunicación lingüística conlleva una
infinidad de posibles nuevas expresiones y significados. De manera que el contenido de todo
diálogo está abierta al cambio. La terapia es una actividad que se expande y elabora sobre
lo no dicho. Entonces, aunque nuestro potencial para la complejidad lingüística y plasticidad
está determinado por nuestra estructura biológica, la confianza en el empeño terapéutico no
se basa en una estructura psíquica o estructura familiar. Como psicoterapeutas confiamos
en nuestra habilidad para desarrollar nuevos I relatos, temas e historias, haciendo y rehaciendo nuestras descripciones basadas en el lenguaje de las relaciones que mantenemos
con otros y con nosotros mismos.
Adoptamos, entonces, los siguientes puntos de vista: a) los seres humanos son unidades
autopoiéticas cuyo comportamiento está determinado estructuralmente; b)el mundo que
creamos es creado por un lenguaje a través de la creación de campos lingüísticos; y c) todo
lo que observamos depende del acto observacional y del criterio que utilizamos para
caracterizar dichas observaciones; nos aliamos con un punto de vista social-constructivista
acerca de la creación del conocimiento. De esta manera redefinimos el proceso terapéutico
como co-creación y co-desarrollo de un particular sistema significante lingüístico. Esto es,
un sistema lingüístico interactivo caracterizado por la lucha por resolver lo que el sistema
experimenta como problemático.
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