Crisis económica internacional: ¿Comienza el segundo capítulo?

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Crisis económica internacional: ¿Comienza el segundo
capítulo?
Paula Bach :: 18/02/2010
?Si Grecia es un problema para la eurozona, España podría ser un desastre porque se trata de
la cuarta economía de la región?
Tres elementos fundamentales se han conjugado en el escenario económico mundial. La situación
económico-financiera por la que atraviesan los tres países de la eurozona, Grecia, Portugal y España,
y más en general los denominados despectivamente PIGS (por la inicial de los tres países más
Irlanda y que en inglés significa cerdos), como consecuencia del crítico estado de sus economías, sus
abultados déficits fiscales y deudas públicas. Esta situación, además de que podría transformarse en
una seria amenaza a la continuidad de la moneda común europea, tiene interesantes puntos de
contacto con la crisis de la convertibilidad en Argentina que acabó con la caída del presidente De la
Rúa en el año 2001. Como ayer en Argentina, hoy en Grecia y España se anuncian y ya se están
aplicando duros planes de ajuste fiscal, reformas laborales, recorte de conquistas y rebajas
salariales. Grecia anticipa las primeras respuestas de los trabajadores y el movimiento de masas, en
España hay una tensa situación política y el gobierno de Zapatero descendió a los niveles más bajos
de popularidad. La crisis de la relación entre China y EE.UU. que tiene su origen en la negativa de
China a revaluar el yuan, cuestión que obstaculiza las intenciones de EE.UU. de incrementar su
competitividad internacional y reducir las importaciones. Norteamérica está respondiendo con
ofensivas como la amenaza de Google de retirarse de China, la venta de armas a Taiwán (isla que
formaba parte de China y en la que se replegaron las fuerzas de la contrarrevolución de Chiang KaiShek en 1949) y la entrevista que Obama confirmó con el Dalai Lama (líder espiritual del budismo
tibetano y actual dirigente del gobierno del Tíbet en el exilio) contra la voluntad del gobierno de
Pekín. La propia situación de la economía norteamericana que combina un crecimiento anualizado
del 5,7% del PBI para el cuarto trimestre de 2009, con un desempleo que se mantiene en torno al
10%, una profunda crisis presupuestaria y de deuda, una abrupta caída de la popularidad de Obama
y los últimos reveses demócratas como la pérdida de la banca en Massachussets que hasta su
muerte ocupó el demócrata Edward Kennedy. Estos tres elementos son expresión de los límites de la
forma en la que el capitalismo evitó que la Gran Recesión se transformara en depresión, que se
manifiestan de manera más o menos mediada como crisis de presupuesto y de deudas públicas. Esta
situación podría estar inaugurando una nueva ronda de la crisis económica mundial. Consecuencias
de la transformación de deuda privada en deuda pública Luego de la caída de Lehman Brothers a
fines de 2008 y el fin de la burbuja inmobiliaria que inauguró la recesión económica mundial más
profunda desde la crisis de los años ‘30, los principales Estados capitalistas evitaron una depresión
al costo de convertir deuda privada en deuda pública. Tanto en Estados Unidos como en los países
que integran la Unión Europea y Japón, las principales bancas de inversión, aseguradoras y bancos
comerciales (aunque también empresas como General Motors) evitaron la quiebra a través del
salvataje estatal. Planes de estímulo fiscal y tasas de interés históricamente bajas constituyeron
mecanismos claves para reanimar la demanda y el crédito. Evitando un saneamiento de capitales en
la magnitud que la crisis lo exigía, lograron contener el curso depresivo de la economía, pero al
mismo tiempo trasladaron el problema a otra parte, sin lograr resolverlo en su lugar de origen. Y
efectivamente parte de la crisis se traspasó del sector privado al sector público, es decir, al Estado.
Los déficits fiscales y las onerosas deudas públicas devienen ahora el sector más vulnerable de la
economía. El mercado de deuda pública bajo la forma de títulos, bonos y otros instrumentos
financieros funciona de manera similar a cualquier otro mercado de capitales y dado que los ataques
especulativos se dirigen hacia puntos críticos del sistema, puede sostenerse que “ (…) los problemas
en los mercados de deuda pública empiezan a parecerse peligrosamente a los ataques especulativos
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contra el sector financiero de hace año y medio” (El País, 4/02). La intervención de los Estados para
contener el curso de la crisis arroja así un resultado de dos caras: contiene la caída de los negocios
privados a costa de absorber la crisis e incentivar la gestación de una nueva burbuja de deuda
pública. El problema reside en que, por un lado, la deuda pública constituye, como decía Marx, el
más ficticio de todos los capitales ficticios ya que carece de cualquier tipo de contraparte real. Por
otro lado, en el primer acto el Estado actuó como garante de los negocios capitalistas; en un
segundo acto, si efectivamente el blanco lo constituyen los Estados, ¿quién va a rescatarlos?
Europa: una casa de locos Las primeras consecuencias financieras de los altos endeudamientos
estatales y su dudosa capacidad de pago, se hicieron sentir en el pequeño emirato árabe de Dubai.
Más tarde la situación comenzó a amenazar seriamente al símbolo más importante de la unidad
europea: el euro. Primero fue Grecia. Ahora se siente en la tríada Grecia, Portugal y España. Pero
sobre todo España, donde la bolsa de valores sufrió en dos días una caída de más del 7%, situación
que el director general del FMI, Dominique Strauss-Kahn, comparó con “lo que pasó en Estados
Unidos”. Como señaló el economista y editorialista del Financial Times, Nouriel Roubini, “Si Grecia
es un problema para la eurozona, España podría ser un desastre porque se trata de la cuarta
economía de la región” (La Nación, 5/02). La economía española cayó “(…) a una velocidad
vertiginosa después de que el país entró en recesión en 2008. Sus déficits públicos pasaron de un
excedente del 2,23% del PBI en 2007 a un déficit del 11,4% en 2009. La deuda pública española
progresó del 36,2% en 2007 al 55,2% en 2009 y debería llegar al 74% en 2012”. (La Nación, 5/02).
El desempleo en España roza el 20% y es por lejos el mayor de la eurozona. España junto con
Grecia, Portugal e Italia y, por fuera de la zona del euro, Gran Bretaña, son los países de la Unión
Europea cuyas economías estuvieron más comprometidas en el proceso de especulación
inmobiliaria. Por ese motivo están entre los más directamente afectados por la crisis desatada en
2008 en el corazón de Estados Unidos. Además de España, Grecia tiene un déficit público que llega
al 12,7% PBI, su deuda pública se encuentra en torno al 110% del PBI y en Portugal, el déficit fiscal
llega al 8% del PBI y su deuda pública alcanza alrededor del 80%. Sin embargo la idea de que el
problema del endeudamiento afecta solamente a los “PIGS” es como señala el economista marxista
francés Isaac Joshua, una ilusión. Como acaba de reconocer el presidente del Banco Central
Europeo, Jean-Claude Trichet, los dieciséis países que integran la zona euro poseen en promedio un
déficit fiscal de alrededor del 6% del PBI, un valor que se encuentra muy por encima del 3% que
exige la Unión Europea. Además para tomar algunos ejemplos relevantes, en Estados Unidos el
déficit fiscal ronda el 11% del PBI, el 8% en Francia, el 11,6% en Gran Bretaña y alrededor del 10%
en Japón. La deuda pública representa aproximadamente el 85% del PBI de Estados Unidos, el 76%
en Francia, el 60% en Gran Bretaña y más del 100% en Japón. El problema de los déficits fiscales y
el endeudamiento público en sí mismo, no es entonces un problema exclusivo de los “PIGS”, ni
siquiera es específicamente un problema de la eurozona. La particularidad de la zona del euro es
que la pertenencia a la moneda europea impide recurrir a mecanismos tales como la manipulación
de las tasas de interés que son manejadas por el BCE (actualmente bajo dirección alemana) o
implementar devaluaciones [1]. Y el hilo se corta siempre por su parte más delgada... Es por ello que
el ataque especulativo (que con particular saña estimularon los periódicos Financial Times y The
Wall Street Journal, consejeros del capital especulativo internacional) se centró en los países más
débiles que para permanecer en la zona del euro tendrán que implementar fuertes ajustes fiscales
para reducir los déficits y la deuda y aumentar la competitividad externa de sus economías a través
de reducciones salariales y recortes de conquistas obreras, tal como ya anunciaron el presidente de
España, el “socialista” Rodríguez Zapatero y el aún más “socialista” primer ministro de Grecia,
Giorgios Papandreu. Los límites de las políticas de salida de la crisis se expresan así con todo su
potencial en los países más pobres de la zona euro, en los cuales el antídoto contra la depresión
económica, el endeudamiento estatal, no puede continuar si quieren mantenerse en el marco de la
moneda europea. Los países más ricos como Alemania o Francia, van a intentar mantener el euro a
costa de la exigencia de planes neoliberales a los países más pobres para dar continuidad a las
políticas de “keynesianismo financiero” en los países ricos. Al cierre de esta edición trascendió que
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los gobiernos de la eurozona habrían decidido asistir a Grecia, lo que abre la posibilidad de que a
cambio del plan de ajuste anunciado por el gobierno se prepare algún tipo de salvataje que podría
suavizar momentáneamente las presiones al interior del mercado de bonos. Sin embargo estas
políticas, obscenas como son, tendrán que enfrentarse (Grecia es un anticipo) a la ira y la resistencia
más aguda de los trabajadores y los sectores populares pues ya no se trataría, al menos en estos
países, de contener la crisis sino de descargarla con los métodos más tradicionales sobre las masas.
Tanto una profundización de la crisis financiera como el desarrollo de la resistencia del movimiento
obrero, en el corto o en el mediano plazo, podrían generar un contagio hacia Irlanda y hacia países
cada vez más centrales como Italia, cuestionando directamente la existencia del euro o la
pertenencia de muchos países a la eurozona. Incluso podría terminar afectando a la propia Gran
Bretaña que está por fuera de la zona del euro pero dentro de la Unión Europea, que posee fuertes
desequilibrios en su economía y cuya moneda, la libra esterlina, se encuentra en estado reservado.
La actual crisis europea vuelve a poner en escena el viejo-nuevo problema de que Europa no es ni
puede ser un “supraestado”. En los años ‘20 el economista inglés John Maynard Keynes llamó al
continente europeo una “casa de locos”. La imposibilidad de la unidad capitalista europea (y el rol
del euro) representa un problema agudo que, aunque no por primera vez en la historia, hoy vuelve a
ponerse de manifiesto en toda su dimensión. Crecimiento norteamericano y mayores tensiones
en la relación con China Hace pocos días se dieron a conocer los datos del crecimiento
norteamericano del último trimestre de 2009 que arrojaron una cifra positiva del 5,7% del PBI en
términos anualizados. Este crecimiento en apariencia impactante, que fue sin duda el mayor desde
el comienzo de la crisis de fines de 2008, se explica fundamentalmente por la recomposición de
inventarios de las empresas y paquetes gubernamentales de estímulo al consumo. La recomposición
de inventarios se asocia al hecho de que durante lo peor de la crisis, las empresas prácticamente
liquidaron sus stocks, por lo que constituye un factor excepcional que no puede ser considerado
como elemento de crecimiento estructural de la economía. Como consecuencia del freno de la caída
de la economía que ya lleva dos trimestres, los stocks cayeron a una velocidad mucho menor de lo
que lo venían haciendo. Según la agencia EFE “los inventarios empresariales se redujeron en 33.500
millones de dólares en el cuarto trimestre, tras caer 139.200 millones entre julio y septiembre.”
(4/02) Según la misma agencia “en total, el 60% del crecimiento del último trimestre obedeció a esa
fuerte caída en la reducción de inventarios, que demuestra que las empresas han vuelto a reponer
sus existencias, mermadas por la recesión.” Si se elimina ese 60%, el crecimiento del cuarto
trimestre representaría aproximadamente el 2,3% (siempre en términos anualizados) es decir sería
menor que el crecimiento de 2,4% del tercer trimestre y estaría en línea con la recuperación
previsiblemente débil de la economía norteamericana. Recuperación que, por otra parte, está
sostenida sobre las muletas de los planes de estímulo fiscal y las bajas tasas de interés. Al igual que
en los “PIGS”, los déficits y el endeudamiento estatal cumplen un rol central en mantener a flote la
economía norteamericana que está acumulando el mayor déficit desde la Segunda Guerra Mundial y
posee la deuda pública más grande del mundo, equivalente a más de 12 billones de dólares. Las
dudas sobre las posibilidades de cumplimiento de pago redundan en una permanente fuente de
inestabilidad en la economía norteamericana y mundial. Es por ello que la contracara del anuncio
del crecimiento salió a luz como una profunda crisis presupuestaria casi al mismo momento en que
se anunciaba el índice y condujo a una serie de compromisos poco creíbles de reducción del déficit
fiscal como subproducto de presiones republicanas. Incluso, en el último momento, y como expresión
de la debilidad extrema de las finanzas norteamericanas, el presidente de la Reserva Federal, Ben
Bernanke, anunció que procedería a disminuir la base monetaria como un primer paso para suprimir
posteriormente las medidas de estímulo a lo que aparentemente seguiría un incremento de las tasas
de interés. Esta medida de dudosa aplicación inmediata dada la vulnerabilidad de la economía
norteamericana, buscaría profundizar la atracción de capitales mediante un mayor rendimiento de
los bonos del Tesoro acelerando la quiebra de los países más débiles. No obstante, en una situación
extremadamente crítica, arriesga impulsar nuevamente hacia una tendencia recesiva a la alicaída
economía norteamericana. Por el momento, no sólo la recuperación tiene una débil base estructural,
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apoyada como está en los planes de estímulo estatal y dinero barato, sino que además muestra su
debilidad en la incapacidad de generar recuperación del empleo. La tasa de desocupación es de
alrededor del 10% y representa uno de los problemas más graves que enfrenta el estado. Los índices
de recuperación de la economía no afectan la tasa de desempleo que apenas logró detener el ritmo
de su incremento. Este problema está en la base de la caída de la popularidad de Obama y el
debilitamiento del Partido Demócrata. El carácter poco genuino de la recuperación de la economía
norteamericana y con él, la elevada desocupación, son los elementos que determinan que Estados
Unidos haya apostado a una política de dólar bajo que implica una actitud internacional más
ofensiva con el fin de aumentar la competitividad y reducir las importaciones. Es en este contexto
que toma relevancia su relación con China. Las propias condiciones de la recuperación niegan la
posibilidad de que se reestablezca el equilibrio relativo entre China y Estados Unidos que rigió
durante los últimos años y determinan una política internacional más agresiva por parte de Estados
Unidos. Norteamérica precisa que China revalúe el yuan [2] buscando frenar las importaciones pero
también para captar una franja importante de su mercado interno. Estos son los elementos que se
encuentran detrás del cambio de política “amigable” norteamericana y su actual ofensiva sobre
China con el fin de debilitarla y doblegarla [3]. Hacia un incremento de las contradicciones Las
medidas que en su conjunto aplicaron los principales estados capitalistas para contener la depresión
encontraron un límite. Las inestabilidades señaladas ponen en escena la situación paradójica de que
no se puede continuar como hasta ahora, pero un cambio de política en el sentido de reducir los
estímulos fiscales y aumentar tasas de interés, en el contexto de una recuperación que casi nada
tiene de estructural, conduciría a una nueva caída. En principio es probable que esta situación
redunde en una combinación ecléctica de planes neoliberales en los países más débiles y la
continuidad de salvatajes en los más fuertes aunque esto último amenaza con crisis recurrentes y
probablemente lleve a cambios abruptos de políticas con consecuencias impredecibles. Salvajes
planes de ataque en las naciones más débiles van a incentivar seguramente un recrudecimiento de la
lucha de clases que podría contagiar a las naciones más fuertes con muy alto desempleo como es el
caso de los Estados Unidos. La estrategia de devaluación del dólar y la política de “mano abierta” de
Estados Unidos hacia China que buscaba una recuperación más estructural de la economía
norteamericana “guardando las formas” ha fracasado. También están abortando los intentos al
interior de la Unión Europea de mantener dentro del euro a economías profundamente desiguales,
dejando correr desequilibrios extremos. Todos estos elementos van a provocar, están provocando,
mayores contradicciones al interior de los bloques o los pretendidos bloques existentes. A su vez una
profundización de la crisis en Europa aumentaría las tendencias a la devaluación del euro cuya
contratara es la revaluación del dólar. Este elemento afectaría seriamente los intentos de Estados
Unidos de recomponer su competitividad mundial y reducir las importaciones, agudizando las
tensiones entre bloques y en particular, entre las potencias como Estados Unidos y Alemania. Tanto
estos elementos como las tensiones entre Estados Unidos y China, que no hay que olvidar que aún
siendo un país dependiente, es la tercera economía mundial detrás de Estados Unidos y Japón y
posee el 22% de los bonos del Tesoro norteamericano, podrían conducir hacia un incremento del
proteccionismo y a un mayor estancamiento del comercio mundial. Más allá de los tiempos
concretos, estamos frente a los primeros elementos de una nueva ronda de la crisis mundial que muy
probablemente va a aumentar las contradicciones al interior de los bloques o semi-bloques, entre los
Estados, con mayores ataques al movimiento de masas, mayores desigualdades económicas y mayor
lucha de clases. No parece que en lo inmediato se vuelva a un curso depresivo coordinado, del
conjunto de la economía mundial como sucedió a fines de 2008, entre otras cuestiones porque el
principal afectado por ahora no es ningún país central. Sin embargo es muy probable que de forma
más extendida en el tiempo se estén gestando las condiciones para una nueva recaída que, en una
primera etapa, probablemente sea más desigual que la de 2008, pero que en el mediano plazo puede
volver a poner en escena de forma más violenta no sólo las condiciones de la depresión económica
sino aquellas del enfrentamiento entre estados y del desarrollo de la lucha de clases.
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Notas [1] Para un estudio exhaustivo de los antecedentes de la actual crisis de la Unión Europea y el
euro ver “Europa frente a la crisis capitalista mundial”, Juan Chingo, artículo traducido al español de
la revista Stratégie Internacionale año 2009, disponible en www.ft-ci.org [2] Esta definición
presupone que la mayor competitividad de China está asociada solamente a una política monetaria
cuando en realidad, es sólo un elemento. La clave de la mayor competividad de China está sujeta a
sus paupérrimos salarios, cuestión que Estados Unidos jamás va a mencionar porque es altamente
beneficiosa para sus propias multinacionales y la deslocalización de inversión hacia China que operó
durante los últimos años. [3] Para profundizar sobre las tendencias de la relación entre China y
EEUU en el marco de las condiciones de la recuperación económica ver LVO Nº355, “Cuatro
preguntas sobre la situación económica mundial. Crujidos de la ‘recuperación’”, Paula Bach.
Panorama Internacional
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