Instituto de Estudios Fiscales María Pazos Morán diciembre 2004 Las políticas de Igualdad de género como factor productivo 1.- Introducción La igualdad de oportunidades es desde hace décadas un objetivo social ampliamente reconocido como justo y necesario, pero tradicionalmente se ha considerado una fuente de aumento del gasto público que podría dificultar el crecimiento y el desarrollo económico. Sin embargo, esta perspectiva responde a una visión limitada del crecimiento económico a corto plazo y que se sitúa en la perspectiva exclusiva del consumo. Los nuevos desarrollos de la teoría económica1 y la evidencia empírica acumulada en los últimos años contradicen esta visión estrecha de la economía. La consideración del desarrollo sostenible, que implica también aspectos distributivos, de integración y cohesión social, etc. y nos sitúa en la perspectiva no solamente del consumo sino de la inversión, permite atribuir a las políticas de igualdad de oportunidades un papel substancial en el crecimiento económico Estos argumentos refuerzan la necesidad de situar el empleo femenino de calidad en el centro de las políticas de género y, recíprocamente, de introducir la perspectiva de género como elemento clave de las políticas de empleo. La noción de la igualdad de oportunidades como factor productivo se enmarca en la concepctualización general de la política social como beneficiosa para la producción y para un funcionamiento más eficiente del mercado de trabajo. La Comisión Europea ha adoptado esta perspectiva. Así, en el Informe de 2004 sobre la igualdad entre mujeres y hombres destaca: “El potencial productivo de la mano de obra europea debe ser plenamente aprovechado para poder alcanzar los objetivos globales de la Estrategia de Lisboa, es decir, conseguir que, para 2010, «la economía europea sea la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, con capacidad de crecimiento económico sostenible, con más y mejores empleos y mayor cohesión social». Para poder llegar a buen puerto, es imprescindible promover la participación de las mujeres en el mercado de trabajo y esforzarse por eliminar las diferencias de género en todas las esferas de la vida. La reciente desaceleración económica ha aumentado ligeramente la tasa de desempleo de la Europa de los Quince, en la que las mujeres siguen enfrentándose a tasas de desempleo superiores a las de los hombres. Al mismo tiempo, las tasas de empleo han seguido aumentando, sobre todo las de las mujeres, si bien a un ritmo mucho más lento que en años anteriores. Aunque son evidentes algunas tendencias positivas, como la reducción de las diferencias entre mujeres y hombres en cuanto al empleo, la educación y la investigación y el aumento del número de mujeres en puestos de gestión y profesiones liberales, continúan existiendo importantes obstáculos para conseguir la igualdad entre mujeres y hombres. Es esencial reforzar el seguimiento y la evaluación. A este respecto, los indicadores establecidos en el Consejo, como parte del seguimiento a la Plataforma de acción de Pekín, ofrecen una base sólida” En el presente documento se destacan tres aspectos para ilustrar cómo las políticas de igualdad de oportunidades pueden contribuir a configurar una sociedad más productiva. A continuación se señalan algunos de los elementos que configuran la situación en nuestro país apuntando algunas necesidades de debate sobre la orientación de las políticas públicas. La consideración de que las políticas de género son necesarias no solamente desde el punto de vista de la equidad sino también para la consecución de una mayor eficiencia económica es una de las razones por las que el Instituto de Estudios Fiscales está impulsando decididamente la línea de investigación ‘Hacienda Pública y Género’. Con ello se pretende contribuir a activar el debate y a generar propuestas para un aumento de la productividad y de la competitividad de la economía española mediante la eliminación de las ineficiencias derivadas de los sesgos de género contenidos en la realidad de la práctica social y en las políticas públicas actuales. 1 Los recientes desarrollos de la teoría económica contradicen la hipótesis tradicional de que la organización basada en la división sexual del trabajo es eficiente y productiva. El reconocimiento de missing markets basados en información incompleta proporciona un marco para el análisis de los fallos e ineficiencias de los mercados. La teoría de los costes de transacción ha incorporado el análisis de las instituciones sociales, incluida la familia, en el contexto económico general, proporcionando la oportunidad de ampliar el campo de visión para incluir las esferas privada y pública y la organización de la reproducción social junto a la de la producción económica Instituto de Estudios Fiscales María Pazos Morán diciembre 2004 2.- Tres vías de contribución de las políticas de igualdad de oportunidades a una sociedad más productiva 2.1- las políticas de igualdad de oportunidades favorecen la elección individual y reducen el riesgo de exclusión social. La situación tradicional en la que las mujeres estaban especializadas en el trabajo doméstico y los hombres eran los principales/únicos perceptores de ingresos en la familia no es adecuada para prevenir el riesgo de exclusión y pobreza de hombres y mujeres en la situación actual de aumento de la inseguridad laboral y movilidad de las estructuras familiares. Estos riesgos son especialmente importantes para las mujeres ya que la falta de independencia económica reduce drásticamente la capacidad de negociación en el seno de la pareja y aumenta la probabilidad de pobreza y exclusión en caso de ruptura. Estimular la elección y reducir el riesgo social implica desarrollar el derecho de elección individual no impedido por estereotipos de género, junto con el objetivo más radical de valorar igualmente diversos atributos y actividades. Lo primero permite a los individuos y a los hogares tomar decisiones sobre la organización del trabajo doméstico y el empleo formal que no estén forzados por la necesidad de ajustarse al molde de modelos preestablecidos sobre comportamientos masculinos y femeninos. Lo segundo se refiere a si la forma en la cual se valoran los empleos, las cualificaciones y las actividades laborales refleja más las relaciones de poder que la utilidad social. Estas dos aproximaciones son complementarias; es inverosímil que avancemos hacia nuevas formas de valorar trabajos y actividades mientras sigamos con los actuales sistemas de asignación de roles y ocupaciones 2.2- La igualdad de oportunidades favorece un mayor desarrollo y un aprovechamiento más eficiente del capital humano. Esto se corresponde con los objetivos de la estrategia europea de empleo de avanzar hacia una economía activa y altamente productiva. Existe una considerable preocupación entre las autoridades europeas por mejorar los niveles de educación y formación profesional, así como por promover el concepto de formación continua a lo largo de todo el ciclo vital. Sin embargo, las mujeres constituyen una mano de obra con alto nivel de educación inicial que resulta desaprovechada y deteriorada por no tener las oportunidades de una formación y experiencia adecuadas. Esto es a todas luces ineficiente y contradictorio. El tiempo parcial como fenómeno femenino, la segregación de los mercados de trabajo, el subempleo femenino y la discriminación salarial de las mujeres son fenómenos que están relacionados entre sí y que producen enormes ineficiencias en el mercado de trabajo, impidiendo el aprovechamiento y desarrollo del potencial de la oferta de trabajo. Para que el aumento del empleo femenino vaya aparejado de un aumento de la productividad, hay que poner en pié medidas para que las mujeres participen de los empleos de calidad y para desincentivar el desarrollo de bolsas de trabajos mal pagados y marginales donde las mujeres y otros grupos se ven atrapados. Además de los factores de discriminación en sentido estricto (a la misma situación de capacidad y disponibilidad, las mujeres se ven discriminadas en el acceso al empleo y en la promoción profesional), las mujeres tienen menos oportunidades de desarrollar sus potencialidades debido a que la promoción y la formación profesional se reserva normalmente para los que tienen trabajos a tiempo completo. La promoción del empleo de calidad para las mujeres requiere que estas tengan continuidad en el empleo y que no pierdan contacto con el mercado de trabajo ni pierdan oportunidades para ejercitar o actualizar sus cualificaciones. En el lado de la demanda, en lugar de incentivar la creación de trabajos de bajos salarios y cualificaciones, se podría promocionar a las personas subempleadas (mayoritariamente mujeres) para aprovechar su capital humano al máximo, con lo que se liberarían los trabajos de baja cualificación para su ocupación por parte de los desempleados no cualificados. Sin embargo, en el diseño de las políticas de empleo suele partirse de la hipótesis de que todos los empleados están al más alto nivel posible. Esto persiste a pesar de la proliferación de discusiones paralelas sobre el impacto de los estereotipos de género y de la segregación en la elección de empleo 2.3- Las políticas de igualdad de oportunidades pueden contribuir a una economía más productiva permitiendo una nueva forma de conexión entre los hogares, la protección social y el mercado de trabajo. Instituto de Estudios Fiscales María Pazos Morán diciembre 2004 Estas políticas proporcionan las bases para la modernización del estado del bienestar de tal forma que se adecue a la realidad actual de los hogares de dos perceptores de ingresos y de un mercado de trabajo cada vez más flexibilizado. Como destaca la OCDE, “Cada vez más mujeres – y también más hombres- se enfrentan a responsabilidades duales y a menudo incompatibles frente al mercado de trabajo y a las responsabilidades familiares. Asegurar la compatibilidad entre el empleo y las responsabilidades familiares de los individuos es un gran desafío que emerge del proceso de cambio estructural. Compartir y repartir entre los géneros los roles en la familia y el empleo aumentará la fuerza de trabajo potencial, promoverá una mejor utilización del capital humano, favorecerá la igualdad de género y mejorará la calidad de vida”. Estos cambios en la concepción del estado del bienestar no son automáticos sino que requieren voluntad y compromiso político. Los sistemas de protección social se fundaron históricamente sobre asunciones acerca de las estructuras familiares que hoy resultan cada vez menos realistas. Las formas de vida han cambiado y seguirán cambiando, especialmente con la creciente participación de las mujeres en el mercado de trabajo. Es necesario un debate a fondo y una reorientación de las políticas públicas que elimine las incoherencias que pueden contribuir a acentuar los desequilibrios en lugar de corregirlos. La estrategia de empleo europea está concediendo cada vez más atención a la reestructuración de la división del trabajo doméstico como parte de su estrategia para aumentar las tasas de participación femenina. Queda aún mucho por hacer para vincular la vida social y los sistemas de impuestos y prestaciones con los objetivos de empleo. 3.- Referencia al caso español En España la situación es especialmente preocupante pues es uno de los países con menor tasa de empleo femenino. El Consejo Europeo de Lisboa, en el año 2000, subrayó la “importancia de una participación equilibrada de mujeres y hombres en la vida profesional y familiar”. Para ello definió objetivos cuantitativos encaminados, entre otras cosas, a lograr que la tasa de empleo femenino alcance el 60 % para el año 2010. España está muy lejos de alcanzar esa meta, situándose además 11.5 puntos por detrás de la media europea y solamente por delante de Italia y Grecia. Si bien es cierto que actualmente el empleo femenino crece ligeramente más que el masculino, las diferencias entre hombres y mujeres son inmensas. En 2003 el porcentaje de ocupados respecto a la población mayor de 16 años era del 62% en hombres y del 36% en mujeres. Aunque esta distancia ha disminuido en 2 puntos entre 2001 y 2003, ello ha sido, en gran parte, a costa de un aumento del empleo femenino a tiempo parcial. En 2003, mientras el porcentaje de la población ocupada a tiempo completo era el doble en hombres que en mujeres, dicho porcentaje de ocupados a tiempo parcial era tres veces más en mujeres que en hombres. España es el segundo país europeo con menor tasa de empleo a tiempo completo equivalente, a pesar de que ha alcanzado la plena igualdad entre hombres y mujeres en cuanto a nivel educativo. Esta evidente contradicción muestra que España no está utilizando eficientemente su potencial de capital humano. Sería necesario al menos mantener a las mujeres altamente cualificadas en el mercado de trabajo. Por otro lado, las de bajo nivel de educación tienen habilidades muy desarrolladas adquiridas a través de sus roles en la vida privada, por lo que pueden aportar una contribución productiva importante especialmente en tareas de cuidado y/o que exijan habilidades de organización y coordinación. Datos similares registran los indicadores de segregación del mercado de trabajo y de acceso a la formación y a la promoción profesional de las mujeres, aunque los estudios en profundidad son escasos en España y queda mucho camino por avanzar en asuntos tan elementales como la diferenciación por sexos de todas las estadísticas oficiales. A pesar de esta situación, según el Grupo de Expertos de la UE en Género y Empleo, en el Plan Nacional de Empleo Español de 2003 “las medidas de acción positiva para la igualdad entre los géneros son prácticamente inexistentes, y las muy escasas referencias al tema son muy vagas y abstractas”. Este grupo de expertos concluye el informe con dos recomendaciones: La primera, que se evalúen todas las medidas del Plan Nacional de Empleo de 2003 desde una perspectiva de género, en lo posible con indicadores cuantitativos. La segunda, que se articulen nuevas políticas y que se haga un seguimiento de la ley 30/2003 sobre transversalidad de género. Un obstáculo importante para el acceso al empleo y a la promoción profesional de las mujeres en nuestro país es la persistente división del trabajo entre los géneros, con una sobre-especialización de las mujeres en el trabajo doméstico y una escasa participación de los hombres. En España, mientras el número de Instituto de Estudios Fiscales María Pazos Morán diciembre 2004 personas que están empleadas en porcentaje del número de personas en edad de trabajar es sólo un 78,5% de la media de la UE, el número de horas efectivamente trabajadas por empleado es un 11% mayor que la media de la UE (datos: Guillermo de la Dehesa, El País, 1 de junio de 2004). Este dato refleja una cultura de la organización preocupante en primer lugar porque impide la incorporación de las mujeres, ya que ni ellas podrán promocionarse o aceptar trabajos que requieran esos horarios ni los hombres que los ocupan podrán incorporarse al trabajo doméstico para que las mujeres puedan asumir trabajos aunque sea con un horario más reducido. Ello colabora también a la segregación del mercado de trabajo, lo que como se señala anteriormente es una fuente de ineficiencias. Diversos trabajos empíricos demuestran que las jornadas excesivamente largas no están necesariamente relacionadas con la eficiencia empresarial y por el contrario pueden conducir al ‘presentismo’, es decir, la práctica de permanecer en el trabajo no para trabajar sino para demostrar disponibilidad. El presentismo está más extendido en jerarquías casi exclusivamente masculinas que en organizaciones con importante presencia femenina. La presión para alargar la jornada de trabajo no solamente no aumenta la productividad por hora de los trabajadores afectados sino que puede introducir factores de desequilibrio por los costes personales en términos de estrés y de imposibilidad de atender las responsabilidades familiares. Algunas recomendaciones para reducir estos desequilibrios sugieren la posibilidad de incentivar jornadas moderadas por ejemplo a través de menores cuotas a la Seguridad Social para jornadas ni muy cortas ni muy largas, así como la eliminación de los topes mínimos y máximos de las contribuciones. En cuanto a las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral de todas las personas, la Comisión Europea en su informe de 19 de febrero de 2004 sobre la igualdad entre mujeres y hombres, destaca que ‘el éxito de las políticas dirigidas a aumentar las tasas de empleo dependerá de que tanto las mujeres como los hombres puedan encontrar un equilibrio entre sus carreras profesionales y su vida familiar. La política dedicada a la conciliación de estos dos aspectos no debe considerarse un «asunto de mujeres» ni una política que sólo les beneficiará a ellas. Uno de los principales retos consiste en aplicar políticas que animen a los hombres a asumir sus responsabilidades familiares’ (CE, 2004). Aplicar estas directrices a España es un reto para nuestro sistema de impuestos y prestaciones. Es necesario hacer un balance de las medidas adoptadas hasta ahora, en particular de la ‘Ley 39/1999 Para Promover La Conciliación de la Vida Familiar y Laboral en las Personas Trabajadoras’ después de cinco años de aplicación. Por el momento, los datos parecen indicar que esta ley no ha contribuido a un mayor reparto del trabajo doméstico. Muchas son las medidas que se pueden adoptar para avanzar en este reparto, aprovechando las experiencias de otros países. Por ejemplo el establecimiento, anunciado por el gobierno actual para esta legislatura, de un permiso de paternidad intransferible, cuyo impacto y coste económico sería necesario evaluar. Referencias: Muchas de las ideas para elaborar este informe se han tomado especialmente de dos documentos: Jill Rubery, Jane Humpries, Colette Fagan, Damian Grumshaw y Mark Smith, ‘Equal opportunities as a productive factor’ En Systems of Production Markets, Organisations and Performance, - Jonathan Michie, Jill Rubery, Brendan Burchill, Simon Deakin (ed). Series: Contemporary Political Economy. Routledge Una version en http://europa.eu.int/comm/employment_social/employment_analysis/gender/equal_opps_as_prod_fact.pd f COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS Bruselas, 19.2.2004: INFORME DE LA COMISIÓN AL CONSEJO, AL PARLAMENTO EUROPEO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Informe de 2004 sobre la igualdad entre mujeres y hombres En http://www.guiafc.com/documentos/2004-COM-115.pdf