Respecto de la determinación del horario de los centros concertados, y de la intención en algunos momentos por parte de la Administración educativa de imponer el horario lectivo señalado en la normativa como un tope máximo e infranqueable, nuestro criterio siempre ha sido el mismo: la Administración puede señalar un horario mínimo, pero no uno máximo. Hace años elaborábamos este informe que, entendemos, puede ser de plena actualidad (a pesar de las modificaciones que introduce la LOE, y de la derogación de la LOGSE y la LOPEG), dado que la fundamentación de fondo es perfectamente aplicable tras la entrada en vigor de la nueva Ley Orgánica de Educación: “1º.- El horario lectivo señalado por la Administración Educativa (MEC o Consejería de Educación) siempre es, a nuestro juicio, mínimo. La LOGSE establece en su artículo 2.3 lo siguiente: “3. La actividad educativa se desarrollará atendiendo a los siguientes principios: La autonomía pedagógica de los centros dentro de los límites establecidos por las leyes, así como la actividad investigadora de los profesores a partir de su práctica docente.” Por otro lado, la LOPEG, en su artículo 5 indica: “Autonomía de gestión de los centros docentes. Los centros dispondrán de autonomía para definir el modelo de gestión organizativa y pedagógica, que deberá concretarse, en cada caso, mediante los correspondientes proyectos educativos, curriculares y, en su caso, normas de funcionamiento”. El calendario escolar y el horario de los alumnos es materia que entra en el ámbito de la gestión organizativa del Centro. Por otro lado, la elaboración del horario escolar por el propio centro sería reflejo del ejercicio de la libertad de enseñanza y del derecho a la creación y dirección de centros (art. 27.6 de la Constitución y art. 21 de la LODE). Es importante lo que dice la Sentencia del Tribunal Constitucional 77/1985, sobre el recurso previo de inconstitucionalidad presentado contra la LODE, en su fundamento jurídico 20: “El titular no puede verse afectado por limitación alguna que, aún respetando aparentemente un suficiente contenido discrecional a sus facultades decisorias con respecto a las materias organizativas esenciales, conduzca en definitiva a una situación de imposibilidad o grave dificultad objetiva para actuar en sentido positivo ese contenido discrecional”. De lo señalado por el T.C. se extraen dos conclusiones: - el titular del centro puede establecer el horario escolar de los alumnos por tratarse de una materia organizativa esencial, siempre respetando el mínimo establecido por la Administración. - la regulación de la Administración sobre la materia no puede vaciar de contenido ese ejercicio. Por su parte, el artículo 57 de la LODE, al enumerar las funciones del Consejo Escolar, indica: “Corresponde al Consejo Escolar del centro, en el marco de los principios establecidos en esta Ley: f. Aprobar y evaluar la programación general del centro que con carácter anual elaborará el equipo directivo”. El horario escolar es materia propia de la Programación General Anual del Centro. La Programación es elaborada por el equipo directivo del centro y se aprueba y evalúa por el Consejo Escolar. Esta función queda dentro del ámbito de organización y funcionamiento del Centro. La Administración educativa ha fijado unos horarios para impartir el currículo de la Educación Primaria, la Educación Secundaria Obligatoria, etc. Esto se hace como competencia atribuida por el artículo 149.1 de la Constitución. El Estado tiene competencia para establecer las enseñanzas mínimas (artículo 4.2 de la LOGSE), es decir, el contenido mínimo de los currículos que se impartan. Estas enseñanzas mínimas tienen reflejo en el horario mínimo establecido. Este horario se ha establecido en los diferentes Reales Decretos sobre enseñanzas mínimas de cada uno de los niveles educativos. En concreto, por ejemplo, para la Educación Secundaria Obligatoria, el Real Decreto 1007/1991, de 14 de junio, establece cuáles serán esas enseñanzas mínimas, y la Orden de 28 de febrero de 1996 de implantación de la Educación Secundaria Obligatoria, que desarrolla dicho Real Decreto, establece cuál será ese horario mínimo para los Centros que estaban, en ese momento, dentro del ámbito de gestión del Ministerio de Educación y Cultura. La Orden desarrolla el Real Decreto de enseñanzas mínimas, por lo que el horario que se establece, en lógica jurídica, es también mínimo. Una Orden no puede limitar, ni modificar, ni alterar el sentido de un Real Decreto, sino que se debe limitar, exclusivamente, a desarrollarlo, por lo que la Orden que desarrolla el Real Decreto de enseñanzas mínimas no puede establecer enseñanzas máximas en el sentido de “insuperables”. Es decir, el horario de la Orden de 1996 es mínimo, nunca máximo, y por encima de dicho horario el Consejo Escolar del Centro, en virtud de la autonomía organizativa puede establecer el que considere más oportuno, dentro de la Programación General Anual. Otro tanto puede decirse respecto de la Educación Primaria o de cualquier otra enseñanza reglada. La Administración Educativa, a través del servicio de Inspección, debe velar por el efectivo cumplimiento del contenido establecido en los diferentes Reales Decretos de enseñanzas mínimas y en sus órdenes de desarrollo. 2º.- Recreo: independientemente de que para los alumnos el recreo contabilice dentro de su horario lectivo, no hay ninguna duda de que para los profesores se debe contabilizar dentro de su jornada complementaria o “no lectiva” como la define ahora el Convenio Colectivo. El artículo 25 establece que “se entiende por actividad lectiva la impartición de clases, la realización de pruebas orales u escritas a los alumnos y la tutoría grupal”. Es decir, por exclusión el recreo no es actividad lectiva. Hay que tener en cuenta que el Tribunal Central de Trabajo en una sentencia de 1988 estableció, con toda claridad, que el recreo no se computa dentro de la jornada lectiva de los profesores. Si en Educación Primaria nos pagan 25 horas lectivas por clase, y las enseñanzas mínimas son 22´5 de clase más 2’5 de recreo, es claro que con esas 25 horas podemos impartir 25 de clase, además del recreo que se computa dentro de la jornada complementaria o no lectiva del profesor”.