Expediente No. 02-008928-0007. Resolución No. 11515-02 Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San José, a las ocho horas cincuenta y dos minutos del seis de diciembre del dos mil dos. Recurso de amparo interpuesto por José Manuel Echandi Meza, cédula de identidad número –624-734 y Max Alberto Esquivel Faerron cédula de identidad número 1-691-926, en su condición, respectiva, de Defensor y Defensor Adjunto de los Habitantes de la República, ambos mayores de edad, casados, abogados, vecinos de San José, contra el Consejo de Gobierno y el Ministerio de Educación Pública. RESULTANDO: 1.- Por memorial presentado el 25 de octubre del 2002 (visible a folios 1-24), el Defensor y el Defensor Adjunto de los Habitantes interpusieron recurso de amparo contra el Consejo de Gobierno y el Ministerio de Educación Pública impugnando el acuerdo de reducir el curso lectivo para el año 2003 de 200 a 174 días. Ambos personeros aducen que esa actuación contraría el convenio Centroamericano sobre Unificación Básica de la Educación de 1962, el cual fue ratificado mediante la Ley No. 3726 del 16 de agosto de 1966, puesto que, este instrumento de integración centroamericana establece en su numeral 25, inciso 7°, un ciclo lectivo de 200 días efectivos. De la misma forma, estiman que el acto impugnado quebranta el derecho fundamental a la Educación consagrado en diversos instrumentos internacionales de los Derechos Humanos, así como el concepto jurídico indeterminado del “interés superior del niño”. Esgrimen como infringidos los ordinales 7°, párrafo primero, 78 de la Constitución Política, 2, inciso 1°, 3, inciso 1°, 4, 28 y 29 de la Convención sobre los Derechos del Niño, 25, inciso 7°), del Convenio Centroamericano sobre Unificación Básica de la Educación. 2.- La presidencia de la Sala por resolución de las 16:11 horas del 28 de octubre del 2002 (visible a folios 68-72), le dio curso al recurso de amparo interpuesto. 3.- Las diputadas Joyce Zurcher Blen y Laura Chinchilla Miranda, de otras calidades no indicadas, mediante escrito presentado el 2 de noviembre del 2002 (visible a folios 73-83), solicitaron que se les tenga como coadyuvantes activas. Estiman que las acciones tendientes a modificar el presupuesto del Ministerio de Educación realizadas por la Ministra de esa cartera, con el propósito de desviar los recursos presupuestados para el pago de salarios y el incentivo por ampliación del curso lectivo constituyen un violación del derecho fundamental a la educación de las niñas y los niños del país, lo cual, a su entender, repercute, a la largo plazo, en el derecho de acceso a las mejores oportunidades de empleo y disminuye la posibilidad del ejercicio pleno del derecho al trabajo de los actuales educandos. 4.- La Ministra de Educación, Astrid Fischel Volio, mediante libelo presentado el 4 de noviembre (visible a folios 138-142) rindió el informe de ley. En su opinión, el Ministerio de Educación a su cargo ha defendido, sistemáticamente, el curso lectivo ampliado a 200 días, tanto es así que en el anteproyecto de presupuesto del 2003 se incluyeron las partidas presupuestarias para el pago del respectivo incentivo a los educadores por ampliación del curso lectivo. Indica que ante la grave situación fiscal que enfrenta el país, los jerarcas ministeriales fueron instruidos para respetar los severos límites establecidos por el Ministerio de Hacienda, tanto es así que el recorte presupuestario ascendió a las suma de 16.300 millones de colones, con lo que fue afectada, parcialmente, la partida establecida para el incentivo por ampliación del ciclo lectivo. Manifiesta que ante la Asamblea Legislativa hizo patente su voluntad de mantener el curso lectivo ampliado, siempre y cuando, se proveyeran los recursos adicionales, sin afectar el presupuesto. Expresa que al no contar con una respuesta positiva de los diputados, le propuso al Consejo de Gobierno la necesidad de suspender, temporalmente, el Convenio Centroamericano en lo tocante a los 200 días efectivos de clase, para evitar la mutilación de los programas que aseguran el acceso, la permanencia y éxito escolar de la población más necesitada y vulnerable y, ante el apoyo del Presidente de la República y del Consejo de Gobierno, se propuso reorientar los recursos parciales destinados a la ampliación del curso lectivo. Finalmente, indica que el Ministerio a su cargo continuará tramitando ante los diputados el financiamiento requerido para el pago de los incentivos a los educadores por la ampliación del curso lectivo. 5.- La Ministra de la Presidencia, Rina Contreras López, por escrito presentado el 5 de noviembre del año en curso (visible a folio 143), se adhirió a los términos del informe presentado por la Ministra de Educación. 6.- Por escrito presentado el 12 de noviembre del presente año (visible a folios 146-152), Eduardo Rojas Carranza, Presidente de la Asociación Nacional de Educadores solicita que a la organización que representa se le tenga como coadyuvante pasivo. En su criterio, el período lectivo de 200 días no ha producido un mejoramiento de la calidad de la educación, como tampoco se ha incrementado la promoción o el rendimiento académico de los estudiantes. A su entender, existen problemas de infraestructura educativa para que los educandos reciban lecciones y puedan aprovechar de la mejor forma el tiempo lectivo, los que se agravan si este se prolonga, al producirse un deterioro de las instalaciones e inmobiliario. El representante de la ANDE estima que el artículo 25, inciso 7°, del Convenio Centroamericano está referido a la educación primaria, excluyendo el resto de los ciclos de la Educación General Básica. Sostiene que el Derecho a la Educación no se respeta si el estudiante no goza de un ambiente propicio para el estudio, materiales didácticos, alimentación y medios de transporte. Argumenta que es obligación del Estado dotar de recursos materiales, presupuestarios, didácticos y capacitación a los docentes para hacerle frente a las exigencias educativas y que falta una adecuación de los programas de estudio a un ciclo lectivo ampliado. Finalmente, puntualiza que según los resultados arrojados por una encuesta aplicada a los educadores, estudiantes y padres de familia, el período ampliado no ha mejorado la calidad de la educación, habiendo producido, más bien, perjuicio en la economía familiar, el rendimiento escolar y el estado general del sistema educativo. 7.- En la substanciación del recurso se han observado las prescripciones de rigor. Redacta el Magistrado Jinesta Lobo; y, CONSIDERANDO: I.- LEGITIMACIÓN Y COADYUVANCIAS. En el recurso de amparo la legitimación es vicaria, motivo por el cual el ordinal 33 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional estipula que “Cualquier persona podrá interponer el recurso...” por otra. La Defensoría de los Habitantes de la República es un órgano adscrito a la Asamblea Legislativa que de conformidad con su ley de creación -No. 7319 del 17 de noviembre de 1992 y sus reformas-, fue concebido, específicamente, entre otros cometidos, para “(...) proteger los derechos y los intereses de los habitantes (...)”, categoría general dentro de la cual se encuentran los educandos entendidos como administrados sometidos a una relación de sujeción especial, motivo por el cual su legitimación activa resulta incuestionable. En otro orden de consideraciones, las diputadas Joyce Zurcher Blen y Laura Chinchilla Miranda formulan solicitud de coadyuvancia activa y, por su parte, el personero del ANDE, solicitó que se que tuviera a la organización que representa como coadyuvante pasiva. Sobre este particular, el numeral 34, párrafo 3°, de la Ley de la Jurisdicción Constitucional estipula que la intervención adhesiva de terceros, tanto en su perfil activo como pasivo, es perfectamente admisible, razón por la cual a los petentes se les tiene como terceros interesados en el presente recurso. II.- EL DERECHO DE APRENDER. El Derecho a la Educación o libertad de enseñanza consagrado en el numeral 79 de la Constitución Política comprende, en su contenido esencial, un haz de facultades que atañen a cada uno de los sujetos que intervienen en el proceso educativo integral a que se refiere el ordinal 77 del mismo texto, esto es, los educadores, los educandos y sus padres de familia. Los educadores tiene el derecho de enseñar el cual se ostenta cuando el ordenamiento jurídico autoriza a un sujeto, después de haber cumplido una serie de recaudos de carácter sustancial y formal fijados por éste, para transmitir o facilitarle a otros sus conocimientos, experiencia, creencias y opiniones. Este derecho incluye, desde luego, la posibilidad de fundar, organizar y poner en funcionamiento centros de enseñanza privada. Desde el perfil de los educandos y de los padres de familia, cuando los primeros son menores de edad, tienen el derecho de elegir a sus maestros de acuerdo con sus preferencias y expectativas, el que se traduce, preponderantemente, en la opción que poseen de elegir entre la educación estatal y la privada –y dentro de la última sus múltiples opciones-. Por último, los estudiantes poseen el derecho de aprender que radica en la posibilidad de adquirir los conocimientos, la experiencia, los valores y las convicciones necesarias para el pleno y digno desarrollo de su personalidad, con el único limite razonable derivado de la propia y personal capacidad intelectual y psíquica de cada educando. En nuestro ordenamiento constitucional, el derecho de aprender, por lo menos hasta cierto estadio, se configura, como un poder-deber, dado que, tal y como lo prescribe el artículo 78, párrafo 1°, de nuestra Carta Magna “La educación preescolar y la general básica son obligatorias...” . A tenor de las consideraciones precedentes, esta Sala estima que la duración efectiva del ciclo lectivo es un aspecto que concierne, directamente, al derecho de aprender del estudiantado, puesto que, entre más prolongado sea éste más tiempo, posibilidades y oportunidades tendrán de adquirir y asimilar conocimientos y, por consiguiente, de preparar adecuadamente, su plena formación humanista, personal y, eventualmente, profesional. Ciertamente, el ciclo lectivo no es una cuestión meramente cuantitativa sino, también, cualitativa, por lo que, resulta lógico y razonable que al ampliarse el lapso en que los educandos están sometidos a los procesos educativos mejore la calidad y la consistencia de su formación. Nótese, adicionalmente, que a tenor del artículo 26 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (aprobada por la Ley No. 4534 del 23 de febrero de 1970), los estados deben adoptar medidas internas para “(...) lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos que se derivan de las normas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura (...)”, razón por la cual los poderes públicos deben mantener en sus políticas de mejoramiento cuantitativo y cualitativo del sistema educacional una tónica que revele un ritmo progresivo o, por lo menos, sostenido y no adoptar políticas y realizar actuaciones que lejos de implicar un progreso supongan un retroceso. Bajo esta inteligencia, el acuerdo del Consejo de Gobierno adoptado en la Sesión No. 24 del 15 de octubre del 2002, artículo tercero, en cuanto, dispone retornar al número de días lectivos establecidos en la Ley de Carrera Docente resulta sustancialmente disconforme con el Derecho de la Constitución. Es menester agregar que este Tribunal entiende, claramente, que el incremento del ciclo lectivo de 174 a 200 días, aisladamente considerado, no es el factor determinante de la calidad de la enseñanza, puesto que, ese extremo se debe acompañar del diseño e implementación de una serie importante de políticas y medidas tendientes a lograr ese fin. III.- EL RANGO CONSTITUCIONAL DEL CONVENIO CENTROAMERICANO SOBRE UNIFICACIÓN BÁSICA DE LA EDUCACIÓN DE 1962 Y EL PRINCIPIO DE LA JERARQUÍA NORMATIVA DE LAS FUENTES. La norma fundamental de nuestro sistema jurídico estatuye, con meridiana claridad, en su artículo 7°, párrafo 1°, que “Los tratados públicos, los convenios internacionales (...) debidamente aprobados por la Asamblea Legislativa, tendrán desde su promulgación o desde el día que ellos designen, autoridad superior a las leyes”. Consecuentemente, dentro de la jerarquía de las fuentes escritas del Derecho Administrativo costarricense un convenio o tratado –debidamente aprobado y promulgado- tiene un rango, por su potencia y resistencia normativas, supralegal, siendo que las leyes en sentido material o formal y, desde luego, cualquier acto administrativo concreto –v. gr. acuerdos, resoluciones, etc.- o general – v. gr. decreto, reglamentos- no pueden contrariarlos o desaplicarlos. Sobre este particular, la Ley General de la Administración Pública en su ordinal 6° es lo suficientemente explícita y clara al indicar que las fuentes escritas del ordenamiento jurídico-administrativo lo serán –en orden de prelación- la Constitución Política, “Los tratados internacionales y las normas de la Comunidad Centroamericana”, las leyes y demás actos con valor de ley, los reglamentos, etc.. Conviene observar que el numeral 48 de la Constitución Política, integra dentro del parámetro de constitucionalidad, a efecto de enjuiciar la regularidad o validez constitucional de un acto, los instrumentos internacionales cuando contemplan o regulan un derecho humano, tal y como acontece con el Convenio Centroamericano Sobre Unificación Básica de la Educación al desarrollar diversos aspectos del derecho a la educación. En el presente asunto, el Convenio Centroamericano sobre Unificación Básica de la Educación de 1962, fue aprobado y promulgado mediante la ley No. 3726 del 16 de agosto de 1966, motivo por el cual tiene rango superior a cualquier ley, reglamento o acuerdo administrativo. El Poder Ejecutivo, a propuesta de la Ministra de Educación y con el respaldo del Consejo de Gobierno a través del acuerdo recurrido, pretende desaplicar el ordinal 25, inciso 7°, del referido convenio en cuanto estipula que los estados signatarios “(...) deciden fijar un mínimo de doscientos días anuales de clase efectiva con una jornada diaria no inferior a cinco horas” (el resaltado no es del original), para aplicar el artículo 176 de la Ley de Carrera Docente al establecer que “En todos los niveles de la enseñanza, el curso lectivo se iniciará el primer lunes de marzo y terminará el último sábado de noviembre”. De igual forma, ese órgano prohijó las gestiones de la Ministra de Educación tendientes a lograr la suspensión temporal del Convenio Centroamericano en cuanto a los 200 días lectivos hasta que el déficit fiscal se haya recuperado. Es evidente que tales actos y actuaciones del Poder Ejecutivo, quebrantan los artículos 7°, párrafo 1°, 48 y 79 de la Constitución Política y el principio de la jerarquía de las fuentes del ordenamiento jurídico que recoge implícitamente esa norma suprema, puesto que, el artículo 176 de la Ley de Carrera Docente tiene un rango inferior al 25, inciso 7°, del Convenio Centroamericano sobre Unificación Básica de la Educción y le está vedado al Poder Ejecutivo, en aplicación del principio de legalidad -de profunda raigambre constitucional (artículos 11 y 28 de la Constitución Política)-, apartarse y, por consiguiente, suspender temporalmente la observancia y aplicación de uno de los componentes del parámetro de constitucionalidad –como lo es el Convenio- que debe orientar su gestión y el ejercicio de sus funciones. Conviene agregar, por último, que este instrumento comunitario no ha sido objeto de enmiendas, modificaciones, reservas o denuncias que justifiquen su inaplicación total o parcial. IV.- LÍMITES O RESTRICCIONES PRESUPUESTARIAS Y DERECHO A LA EDUCACIÓN. El Derecho a la Educación, en sus tres vertientes –derecho a educar, derecho a elegir los educadores y derecho a aprender-, no puede, al igual que cualquier otro derecho fundamental o humano, estar sujeto a restricciones, limitaciones o condicionamientos de índole presupuestario. Los Derechos Fundamentales y Humanos son el fundamento y la base del entero ordenamiento jurídico y poseen una eficacia directa e inmediata y, ante todo, vinculan muy fuertemente a todos los poderes públicos, los que están obligados a crear las condiciones para su ejercicio efectivo y pleno respeto. En la especie, la Ministra de Educación, con el aval del Consejo de Gobierno, justifica la reducción del ciclo lectivo de 200 a 174 días y, por consiguiente, la inobservancia del Convenio Centroamericano sobre Unificación Básica de la Educación y el retorno a los términos del artículo 176 de la Ley de Carrera Docente, en razones de orden presupuestario como lo son el acusado déficit fiscal y las restricciones impuestas por el Ministerio de Hacienda a los anteproyectos de presupuesto. Esos argumentos meramente crematísticos no tienen la virtud de enervar la aplicación y respeto del Derecho a la Educación en su manifestación específica de los educandos a aprender, dado que, éste es un derecho que se encuentra consagrado en el texto constitucional y que, por ende, debe ser respetado y fortalecido y no cercenado. Si el Ministerio de Educación incluyó en su anteproyecto de presupuesto para el 2003 las partidas y sub-partidas pertinentes para hacerle frente a la erogación correspondiente al pago del incentivo a los educadores por ampliar el ciclo lectivo –aproximadamente 21 mil millones de colones- y, posteriormente, ante las restricciones impuestas por el Ministerio de Hacienda y compartidas por el Consejo de Gobierno, éstas se redujeron ostensiblemente –aproximadamente en un 50%-, es responsabilidad del Poder Ejecutivo tomar las previsiones y efectuar los reajustes y modificaciones presupuestarios necesarios para hacerle frente a ese gasto. De otra parte, la Asamblea Legislativa y cada uno de sus legisladores son los principales llamados a ser concientes de los compromisos financieros derivados de la aprobación y promulgación de un Convenio Centroamericano de rango constitucional y que forma parte del parámetro de constitucionalidad desde hace más de 35 años, así como de adoptar todas las providencias indispensables a fin de asegurarle a los educadores y educandos los fondos requeridos para hacerle frente a la ampliación del ciclo lectivo. Conviene añadir que al momento de interponerse el amparo, todavía no se había aprobado la Ley del Presupuesto Ordinario de la República del 2003, siendo que a la fecha de emisión de la presente sentencia ya fue aprobada con lo cual la amenaza invocada en el recurso se ha trastrocado en un quebranto efectivo. Es menester indicar que la necesidad apuntada por este Tribunal Constitucional de incluir en el presupuesto ordinario de la República los programas, partidas y sub-partidas necesarias para sufragar los gastos por pago del incentivo a los educadores, no justifica, bajo ningún concepto, la disminución de otras destinadas a la acción educativa tales como becas, transporte de estudiantes, construcción de infraestructura, adquisición de mobiliario y equipos, etc.. V.- Como corolario de lo expuesto, se impone declarar con lugar el recurso de amparo interpuesto por el Defensor de los Habitantes y el Defensor Adjunto, anular el acuerdo del Consejo de Gobierno adoptado en la Sesión No. 24 del 15 de octubre del 2002, artículo tercero y ordenarle a la Ministra de Educación que proceda, inmediatamente, a realizar las actuaciones necesarias, incluidas las relacionadas con las modificaciones presupuestarias, a efecto de restablecer el ciclo lectivo en doscientos días. POR TANTO: Se declara con lugar el recurso de amparo. Se anula el acuerdo del Consejo de Gobierno adoptado en la Sesión No. 24 del 15 de octubre del 2002, artículo tercero. Se le ordena a la Ministra de Educación, Astrid Fischel Volio, que proceda, inmediatamente, a realizar las actuaciones necesarias, incluidas las relacionadas con las modificaciones presupuestarias, a efecto de restablecer el ciclo lectivo en doscientos días. Todo lo anterior bajo el apercibimiento que de conformidad con el artículo 71 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, se impondrá pena de prisión de tres meses a dos años o de veinte a sesenta día multa a quien reciba una orden de esta Sala que deba cumplir o hacer cumplir y la inobserve, siempre que el delito no esté más gravemente penado. Se condena al Estado al pago de las costas, daños y perjuicios causados con los hechos que sirven de fundamento a esta declaratoria, los que se liquidarán en ejecución de sentencia de lo contencioso administrativo. Luis Fernando Solano C. Presidente Luis Paulino Mora M. Carlos M. Arguedas R. Ana Virginia Calzada M. Adrián Vargas B. Gilbert Armijo S. Ernesto Jinesta L.