El satélite coreano y la hipocresía occidental

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El satélite coreano y la hipocresía occidental
Juan Nogueira Lopez :: 11/05/2009
Todos los medios, desde La Razón a Público (y este último, de forma especialmente virulenta),
participaron en las acusaciones contra el satélite
El día 5 de abril, Corea puso en órbita su segundo satélite artificial: el Kwangmyongsong No. 2.
Desde entonces, el “mundo libre” debate sobre la parte menos sustancial del lanzamiento, es decir,
sobre el cohete que transportaba el satélite. ¿Realmente sorprende este tratamiento informativo?
¿Sucedería lo mismo si el satélite fuese surcoreano? Las respuestas pueden parecer obvias. Sin
embargo, quiero dedicar este artículo a aportar algunos datos que ayudan a corroborar una idea que
los revolucionarios ya tenemos muy interiorizada: la prensa no es más que otro medio de
propaganda en manos de la clase dominante. ¿Cómo se vivió el lanzamiento del satélite en
Corea? La noticia se acogió con entusiasmo dentro del país. El 8 de abril, alrededor de 100.000
personas se manifestaron en Pyongyang para celebrar el éxito del lanzamiento. Choe Thae Bok habló
en representación del Partido del Trabajo de Corea. La idea fundamental de su discurso fue que, tras
los difíciles años 90 y la progresiva recuperación de la presente década, Corea está ahora a la
ofensiva, con toda una serie de ambiciosos objetivos económicos. La meta es estar en 2012 “a las
puertas de convertirse en una potencia socialista próspera”. Choe Thae Bok dijo que el satélite es un
resultado visible de que el país avanza en la línea correcta. En el acto también intervinieron
representantes de círculos cientificos, de la clase obrera, de los trabajadores agricolas, la juventud y
el estudiantado. Durante esos días, el periódico de mayor tirada de Corea, el Rodong Sinmun,
publicó un editorial que contenía ideas similares. Rodong Sinmun destacó que la tecnología utilizada
en el lanzamiento era 100% coreana, tanto en el cohete como en el satélite. El diario afirmó también
que el satélite es una prueba del potencial de la industria norcoreana. Al margen de los mensajes
oficiales, una serie de intelectuales norcoreanos hablaron públicamente para valorar el lanzamiento
del satélite. También el líder Kim Jong Il se reunió con los equipos técnicos y científicos que hicieron
posible el lanzamiento del Kwangmyongsong No. 2 y les felicitó en persona, uno por uno. La fecha
del lanzamiento no se dejó al azar. Tan sólo 4 días después, se reunió por primera vez la nueva
Asamblea Suprema del Pueblo (ASP), elegida el pasado 8 de marzo. Casi el 50% de los diputados
nunca habían sido elegidos anteriormente para el cargo. Pero lejos de destacar este dato o de
explicar el sistema electivo norcoreano, la prensa occidental buscó lo secundario y adjetivo de las
elecciones: en este caso, si el hijo de Kim Jong Il había sido elegido, o no, para la ASP.
Decepcionados, los propagandistas occidentales tuvieron finalmente que admitir que ningún hijo de
Kim Jong Il había ni siquiera concurrido a las elecciones parlamentarias. Con unos órganos políticos
rejuvenecidos y renovados, un éxito científico de repercusión mundial y un plan económico en
marcha que aglutina los esfuerzos de todos los trabajadores, Corea es hoy un país entusiasta y unido
en torno a su dirección política. El gobierno revolucionario es consciente de ello y ha sabido dar
ciertos golpes muy mediáticos y efectistas dentro de Corea del Norte. Por ejemplo, este 1 de mayo se
hizo la inauguración oficial de la línea de telefonía móvil “Koryolink”, con la más avanzada
tecnología del momento: el 3G. Además, las obras del Ryugyong avanzan a gran velocidad y una de
las fachadas ya está casi completamente acristalada. Este imponente edificio, de 330 metros de
altura, es el rascacielos más alto de la ciudad de Pyongyang y su construcción estuvo detenida
durante los años de la crisis. Desde el 16 de mayo de 2008, las obras han comenzado de nuevo, todo
un símbolo de la recuperación económica del país. Nada de esto apareció en los medios occidentales
durante el último mes. La “prensa libre” decidió que no tenía que interesarnos lo que piensen y
sientan los norcoreanos, al menos cuando el tema a tratar afecta a los intereses geopolíticos del
imperialismo. ¿Cómo nos presentan a Corea del Norte en la prensa? La información en
Occidente sobre Corea del Norte es un goteo irregular, en el que se presenta al país ante el público
occidental de una forma estereotipada: un régimen totalitario, militarista y con órganos de poder
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hereditarios. Por eso, las únicas noticias que se publican sobre Corea son aquellas que refuerzan
esta imagen. Se permiten vídeos de desfiles militares, lanzamientos de cohetes y noticias burlonas
sobre Kim Jong Il. De vez en cuando llegan rumores de presuntas torturas, hambrunas u otras
violaciones de los derechos humanos. En resumen, estamos ante la construcción maniquea de un
enemigo sin calidad humana, una especie de encarnación del mal. Para ello, los medios occidentales
se apoyan en rumores y fabricaciones de los servicios de inteligencia de Corea del Sur,
principalmente, y Japón y Estados Unidos, de forma secundaria. Nunca se presentan pruebas ni
fuentes de las presuntas violaciones de los derechos humanos. Sin embargo, el éxito de la campaña
de desprestigio contra Corea hace posible que cualquier información resulte creíble para el público
occidental: desde que los norcoreanos tengan prohibidas las bicicletas o las cortinas, hasta que el
metro no sea más que un plató de televisión para hacer propaganda en el exterior del “régimen”. El
grupo PRISA, con Jon Sistiaga (Cuatro) y Georgina Higueras (El País) como caras visibles, es el
máximo exponente en el Estado Español de manipulación descarada y propaganda maniquea.
¿Cómo nos contaron el lanzamiento del satélite? Al igual que ocurrió en 1998 con el
lanzamiento del primer satélite norcoreano al espacio, la prensa de puso al servicio de una
estrategia de desprestigio. Hubo tres pilares fundamentales de esta campaña: negar que Corea
hubiese lanzado un satélite, criminalizar el lanzamiento y presentar a Corea como el culpable y no
cómo la víctima de la situación geopolítica en el Extremo Oriente. Vamos a ver algunos ejemplos de
ello. La “prensa libre” niega que Corea del Norte haya puesto un satélite en órbita Todos los
medios occidentales optaron por un estilo de redacción similar: Pyongyang lanza un misil, aunque
alega que es un satélite. Otra opción fue entrecomillar satélite o, directamente, hablar de un misil.
Por ejemplo, la estadounidense CNN dijo que un “misil Taepodong-2, diseñado para llevar una ojiva
nuclear hasta territorio estadounidense, ha sobrevolado el norte de Japón y ha caído en el océano
Pacífico.” Un ejemplo en la prensa española lo encontramos en el diario “El Mundo”, donde en varias
noticias encontramos frases como “El lanzamiento del misil estratégico ha levantado duras críticas
de la comunidad internacional.” Esta redacción asume implícitamente que el lanzamiento ha sido
una prueba misilística. Otro ejemplo es el titular del día 6 de abril: “Incertidumbre en Japón tras el
lanzamiento del misil norcoreano”. Esta versión fue impulsada por los líderes políticos de Japón,
Corea del Sur y Estados Unidos. El diario de Pedro J. Ramírez, también cita a un portavoz de las
Fuerzas Armadas de EEUU establecidas en Corea del Sur, para decir que "El aparato ha aterrizado
en el océano Pacífico" y que, por tanto, el lanzamiento no ha tenido éxito o ha sido un misil. Otros
medios citan esta misma versión, difundida, fundamentalmente, por Japón. El país nipón aseguró
que varias buques de guerra partieron para recoger los restos del misil. Revisando hemeroteca y
bibliografía, es posible comprobar que en el conflicto de 1998 Japón hizo exactamente lo mismo.
Entonces, como ahora, sus buques no encontraron restos. Al menos, no encontraron lo que les
hubiese servido para su propaganda. El asunto se acalló y no se volvió a mencionar en la “prensa
libre”. No deja de ser una operación mediática muy medida que, en un momento puntual, refuerza la
campaña de desprestigio y manipulación, pero que no tiene un mayor recorrido. Otro ejemplo de
manipulación en esta misma línea lo encontramos en unas declaraciones de la cancillería rusa. El
ministerio ruso de exteriores dijo que “en Moscú han seguido el lanzamiento del cohete. Al parecer,
no hubo desviación de la trayectoria prevista.” Sin embargo, a pesar de que la ruta del cohete había
sido la correcta, no habían sido capaces de seguir el satélite una vez en el espacio. Por lo tanto,
“esta situación exige ser estudiada por los expertos militares” y sobre todo, recomienda a la
comunidad internacional “prudencia” y no hacer “juicios apresurados”. De forma esperpéntica, estas
declaraciones dieron titulares muy jugosos a la “prensa libre”, tales como “Rusia dice que Corea del
Norte no ha puesto en órbita ningún satélite”, que no tienen nada que ver con el contenido de las
declaraciones. Sin embargo, la prensa burguesa no ha sido capaz de hilvanar un mensaje coherente.
De hecho, tres versiones se han difundido de forma simultánea: que era un misil, que era un satélite
que estaba en el espacio, pero no funcionaba, y que Corea había intentado poner en órbita un
satélite, pero había caído al Pacífico. Estas versiones contradictorias, en ocasiones se mezclaban en
una misma noticia, con lo que directamente parecían burlarse de la inteligencia del público
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occidental. Algunos medios, incluso, reconocieron la falta de coherencia de sus mensajes, pero
culpabilizando al “régimen de Pyongyang” por su “hermetismo”. Sin embargo, con toda la confusión,
se filtraron noticias sorprendentes en algunos medios. Por ejemplo, la agencia surcoreana Yonhap
aseguró ya el día 5 que “el cohete porta un satélite y no un misil de largo alcance, como temían
Japón, Corea del Sur y Estados Unidos”, citando a fuentes gubernamentales surcoreanas. Ese mismo
día, el Ejecutivo surcoreano dijo oficialmente que Corea del Norte parecía haber lanzado un satélite
de comunicaciones, como había informado previamente, y no un misil, como se temía, pero aseguró
que esta prueba fue una "provocación". En resumen, Rusia confirma que el cohete sigue la ruta
prevista, Corea del Sur afirma que es un satélite y Corea del Norte afirma que el satélite funciona a
la perfección y que están recibiendo información recogida por el mismo. Sin embargo, la prensa nos
sigue mostrando titulares en los que implícitamente se afirma que el lanzamiento era una prueba de
misiles. La criminalización del lanzamiento "Desde el punto de vista del Gobierno [Japonés],
incluso si se trata del lanzamiento de un satélite es una violación a las resoluciones 1965 y 1718 de
la ONU, que llaman a la detención de todas las actividades de Corea del Norte relacionadas con
misiles balísticos.”. Así se expresaba el secretario general del gobierno japonés. Las resoluciones
que menciona reconocen el derecho de todo país a explorar pacíficamente el espacio, pero advierten
que en el caso de Corea del Norte, ésta debe actuar con “contención”. Esto da idea de la parcialidad
de las resoluciones de Naciones Unidas. De la misma forma, Barack Obama, presidente
norteamericano, acusó a Corea del Norte de "violar las normas" y exigió una "respuesta firme" a
Corea del Norte. Los medios occidentales contribuyeron a criminalizar el lanzamiento pacífico del
satélite. Por ejemplo, volviendo al diario español “El Mundo”, el 6 de abril finalizaba una noticia
diciendo que “Corea del Norte ha provocado este tipo de tensión en repetidas ocasiones, con sus
pruebas nucleares y de misiles. En 1998, lanzó el misil Taepodong-1, del que una parte voló sobre
Japón y cayó después en el Pacífico. En 2006, Pyongyang llevó a cabo pruebas de misiles tanto
balísticos como nucleares.” Esta información, además de presdisponer al lector hacia a rechazar a
Corea del Norte, contiene numerosas mentiras. En primer lugar, Corea del Norte no provoca
tensión, al menos no más que la que crean cada mes el resto de países que prueban cohetes,
satélites y misiles, sin que sean acusados de “elevar la tensión”. Son Estados Unidos y sus estados
satélite lo que, a través de sus órganos de prensa, tratan de criminalizar a Corea del Norte para, de
esta forma, legitimar la presencia de bases norteamericanas en la zona. En segundo lugar, lo que el
diario de Pedro J. denomina ensayo de misiles de 1998 fue, en realidad, el lanzamiento del primer
satélite artificial norcoreano. Finalmente, Corea del Norte jamás ha probado, a diferencia de Estados
Unidos, Francia o Rusia, misiles con una ojiva nuclear. Por contra, Corea del Norte, en 2006, realizó
una única prueba nuclear subterránea, mucho más segura. En cualquier caso, el objetivo está claro:
señalar a Corea como país imprevisible, dotado de armamento peligroso. El último lanzamiento no
sería más que otra prueba. Corea del Norte como culpable del conflicto geopolítico en el
Extremo Oriente Además de la criminalización de la puesta en órbita del satélite, durante el último
mes se han publicado una serie de noticias con el objetivo de situar a Corea del Norte como culpable
del conflicto geoestratégico del Extremo Oriente. Estados Unidos y Japón han impulsado una batería
de sanciones en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que han chocado con las
pretensiones de China y Rusia, menos dispuestas a alterar la estabilidad de la zona. Al final todo se
ha quedado en una condena simbólica y en la posibilidad de que, de forma autónoma, cada país
pueda poner sanciones comerciales contra Corea del Norte. Japón ya lo ha hecho y Estados Unidos
lo toma como posibilidad. Además, las Naciones Unidas podrían sancionar a tres empresas
supuestamente relacionadas con el programa misilístico de Corea del Norte. Corea considera que no
hay motivos para ninguna sanción, ya que muchos países ponen satélites en el espacio de forma
habitual. También son frecuentes las pruebas con misiles, incluidos de largo alcance. Por lo tanto, o
se sanciona a todo estos países o no se sanciona a ninguno. Además, Pyongyang cree también que
este conflicto viene de mucho más lejos y que, por tanto, los problemas deben resolverse en el marco
del mecanismo del que los actores del conflicto se habían dotado: las conversaciones a seis bandas.
Poner sanciones de forma unilateral va contra el espíritu de las conversaciones y, además, si Corea
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aceptase bajo sanciones una nueva ronda de diálogo, sería como aceptar un chantaje que condiciona
la posición desde la que cada país negocia. Por eso, tras ser sancionado y habiendolo advertido con
anterioridad, Corea del Norte abandonó las conversaciones a seis bandas y se desligó de los
acuerdos tomados. En el clima de criminalización que los medios crearon, grandes sectores
occidentales aceptaron de buena gana que se sancionase a Corea del Norte e incluso aceptaron la
idea de que la culpable del fin de las conversaciones a seis bandas era ésta. Pero, ¿qué país se
sentaría a negociar con quienes le sancionan por hacer lo que cualquier otro país del mundo?
Occidente ha cruzado una línea roja irrenunciable para la Revolución coreana: su dignidad nacional
y su soberanía. En cualquier caso, y más allá del circo mediático, Occidente ya está moviendo ficha
para intentar volver a negociar con Corea del Norte. Japón y Corea del Sur se han reunido para
encontrar una fórmula de acercamiento, mientras el Ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov
visitaba Pyongyang para firmar varios acuerdos de cooperación, lo que en estos momentos sólo
puede tener una posible traducción: Rusia apoya políticamente la postura norcoreana. Desde luego,
Rusia lo hace por sus propios intereses geopolíticos en la zona y no por internacionalismo. Por su
parte, Estados Unidos ha hecho un gesto de suma importancia: ha borrado a Corea del Norte de su
lista de países terroristas. Estados Unidos publica todos los años en mayo su lista de países
terroristas, entre los que incluye a Cuba y a Bielorrusia, entre otros. El año pasado, Estados Unidos
decidió sacar a Corea de su lista de países terroristas, para poder llegar a un acuerdo sobre el
armamento nuclear. Sin embargo, el momento de publicar la lista de 2009 llega justo cuando la
relación entre Corea y Estados Unidos está en un peor momento. A la administración
estadounidense le ha tocado elegir entre una vía de confrontación (incluir a Corea entre los países
terroristas, lo que hubiese servido a Pyongyang para argumentar que es Estados Unidos quien
rompe los acuerdos de 2008) o una vía de diplomacia en la sombra, mientras de cara a público se
continúa con las palabras altisonantes. Barack Obama parece haber optado por la vía diplomática,
por el momento. Además, a propuesta de Corea del Norte, las dos Coreas están manteniendo
encuentros bilaterales en zonas fronterizas. La primera se dio el 21 de abril y la segunda el 5 de
mayo. De esta forma, se ha pasado de las amenazas a la negociación discreta, síntoma de que
Pyongyang está ganando la partida. En cualquier caso, en la prensa, continúa la campaña de
criminalización. El mismo día del lanzamiento del satélite norcoreano, Barack Obama declaraba que
"La existencia de miles de armas nucleares es el legado más peligroso de la Guerra Fría" y que "el
riesgo de un ataque nuclear ha aumentado, ya que más países cuentan con armamento atómico y
continúan las pruebas nucleares.” Los medios tradujeron el mensaje rápidamente, señalando a
Corea como un peligro para la paz, por tener armas nucleares. No dijeron, desde luego, que 1000
cabezas nucleares norteamericanas están en Corea del Sur, preparadas para atacar. Tampoco que
Estados Unidos realiza dos ejercicios anuales junto al ejército surcoreano, en el que se ensaya el
lanzamiento de hasta 30 artefactos nucleares en Corea del Norte. Además, hubiese sido bastante
aclaratorio que se recordase que Estados Unidos es el único país que ha utilizado armas nucleares
contra civiles desarmados, precisamente en Asia, provocando centenares de miles de víctimas
inocentes. Por otro lado, la Unión Europea y Estados Unidos hicieron una declaración conjunta, en el
que pedían a Corea “cooperación para alcanzar la paz” en Asia. Este cinismo esconde el mismo
objetivo: señalar a Corea como principal obstáculo para la paz. En resumen, los medios señalan a
Corea del Norte como culpable de la situación en el Extremo Oriente asiático. De esta forma,
esconden la compleja geopolítica de la zona y los intereses de cada uno de los actores. ¿Qué
hubiese pasado si el satélite lo hubiese puesto en órbita otro país? Comencé el artículo
cuestionándome qué hubiese pasado si el satélite hubiese sido surcoreano. El interés de la pregunta
es el siguiente: cuando Corea del Norte envía un satélite al espacio, no se juzga el lanzamiento en sí,
sino el sujero; es decir, el hecho de que es un país socialista y férreamente anti-imperialista quien lo
hace. La mejor manera de demostrarlo es ver cómo reacciona el mundo y, más en concreto, la
prensa occidental, ante la puesta en órbita de satélites de otros países. Algunos lectores pueden
argumentar que este ejercicio no es justo, ya que partimos de una premisa que no todos comparten,
es decir, partimos de que estamos hablando de un satélite y no de un misil de largo alcance. Por eso,
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no sólo voy a examinar las reacciones ante el lanzamiento de satélites, sino también ante misiles
balísticos y otras armas. El lanzamiento de satélites Para el primer supuesto, vamos a analizar la
reacción ante la puesta en órbita de satélites extranjeros. En concreto, vamos a analizar el caso de
los satélites de otro país de la zona: Japón. Gracias al diario argentino ADNmundo, sabemos que el
país del sol naciente puso en septiembre de 2006 un satélite en órbita. No hay, por supuesto, ningún
reproche por el lanzamiento. Al contrario, el tratamiento de la noticia da idea de que se trata de un
hecho completamente rutinario. Lo más sorprende es que, a diferencia de Corea del Norte, que puso
en órbita un satélite de comunicaciones experimental, Japón lanza un cohete que porta “el tercer
satélite espía del país”. No sólo eso, “la agencia espacial del Japón (JAXA), tiene planes además de
lanzar un cuarto satélite a finales de año, según Kiodo”. Si Corea del Norte recibe todo tipo de
críticas y sanciones por un satélite de comunicaciones, el castigo debería ser ejemplificante para
Japón por poner un satélite militar en el espacio. Pero quizás la clave la veamos en el cierre de la
noticia: “Los cuatro satélites permitirán que Japón vigile cualquier punto del mundo y serán usados
especialmente para vigilar a Corea del Norte.” Según la página web norcoreana Naenara, entre
2004 y 2008 Japón puso en órbita 16 satélites. Además, tan sólo dos días antes del lanzamiento del
satélite norcoreano, la Base Estratégica para el Desarrollo Espacial de Japón declaró que en los
próximos 5 años, el país pondrá en órbita 35 satélites. Uno de los objetivos principales, dijo, son las
acciones de espionaje contra Corea del Norte. Sobran las palabras. ¿Y si hubiese sido un misil
balístico y no un satélite? Como dije anteriormente, lo importante no es el lanzamiento en sí, sino
el hecho de que quien lo hace es Corea del Norte. Ya he citado antes la declaración del gobierno
japonés en la que afirma que "incluso si se trata del lanzamiento de un satélite, es una violación a las
resoluciones 1965 y 1718 de la ONU, que llaman a la detención de todas las actividades de Corea del
Norte relacionadas con misiles balísticos.” Es decir, sea lo que sea, y sin importar que otros países
puedan hacerlo, lo que importa es que Corea debe “autocontenerse”. Y para hacerlo, es irrelevante
que lo que quiera poner en órbita sea satélite o misil. Ya hemos visto que Japón pone en órbita
satélites de forma impune, incluso si el objetivo declarado de los mismos es espiar a Corea del
Norte. Ahora bien, algunos pueden pensar que a Corea se le criminaliza y sanciona porque en
realidad lo que está probando son misiles de largo alcance. Sin embargo, muchos países han
probado misiles de largo alcance en fechas recientes y ninguno ha sido condenado por las Naciones
Unidas. De hecho, las noticias de estas pruebas con misiles han carecido de protagonismo en la
prensa “libre”. Por ejemplo, el viernes 10 de abril, el diario caraqueño “El Universal” publicaba que
Rusia había probado con éxito un misil balístico intercontinental, con alcance de 6000 km. “Rusia
desarrolló con éxito hoy un lanzamiento de prueba de un misil intercontinental, como parte de los
experimentos que debe implementar para extender la vida útil de los proyectiles por hasta 22 años.”
Además, añadió que “las pruebas de lanzamiento de nuevos misiles se han convertido en una rutina
en los últimos años, y el Kremlin asegura que la crisis financiera no evitará que invierta el dinero
necesario en sistemas de defensa.” Por lo tanto, mientras que Corea es sancionada por un satélite
cuyo cohete transportador podría usarse como misil intercontinental, Rusia prueba de forma
rutinaria misiles intercontinentales con ojiva nuclear. Gracias al diario cubano Granma, además,
sabemos que este no fue el único lanzamiento ruso al espacio en el último mes. La noticia, del 30 de
abril, dice: “el satélite de uso militar Cosmos-2450 fue puesto hoy en la órbita preestablecida por el
misil impulsor ruso de clase media Soyuz-U”. Además, añade que “el viceministro de Defensa
Vladimir Popovkin informó que dos satélites militares de comunicación y un "totalmente nuevo
ingenio de inteligencia militar" serían lanzados durante 2009”. Podría argumentarse -erróneamenteque Rusia no amenaza a nadie, mientras que la Península Coreana vive aún una situación de Guerra
Fría. Sin embargo, el mes de abril también fue de intensa actividad misilística en el Océano Índico,
donde Pakistán y la India viven desede hace décadas un eterno conflico que, en el pasado, estalló en
tres ocasiones en forma de guerra abierta. Ninguno de ellos fue sancionado ni la noticia fue
especialmente destacada en los medios. De esta forma, India lanzó el 15 de abril un misil balístico de
alcance medio. Según la agencia de noticias rusa RIA Novosti, “el Ejército de India tiene en su
arsenal misiles Prithvi-I y Prithvi-II, capaces de portar ojivas de entre 500 y 1.000 kilógramos y
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abatir objetivos a una distancia de 150 y 250 kilómetros, respectivamente. Actualmente se van
desarrollando cinco modelos de cohetes para las Fuerzas Armadas de este país.” De mayor alcance
es el misil K-15, transportado en submarinos nucleares. India probó el 26 de febrero de 2008 este
misil, que ya está operativo en sus arsenales, aunque se prevé que 2009 se hagan nuevas pruebas.
Por su parte, Pakistán no se queda atrás en la carrera armamentística. Según RIA Novosti, en julio
de 2007, “Pakistán realizó un nuevo ensayo exitoso de su misil de crucero Hatf VII Babur, capaz de
portar ojivas nucleares y abatir objetivos a una distancia de hasta 700 kilómetros”. Sin embargo,
esta dictadura pro-yanki tiene armas aún más avanzadas. Reuters nos informaba en abril de 2006 de
que el país había probado “un misil balístico con capacidad nuclear y con un rango de 2.000
kilómetros.” India y Pakistán estuvieron a punto de comenzar una guerra nuclear en 2002. Sin
embargo, algún lector podría considerar que esto es un caso aislado. Nada más lejos de la realidad.
El 7 de abril, tan sólo dos días después de la puesta en órbita del polémico satélite norcoreano,
Europa Press nos informaba de los siguiente: “Israel ensayó hoy con éxito un misil balístico 'Arrow
II' en el sur del país”. Añadía que “El Arrow es un proyecto de defensa desarrollado en cooperación
por la Fuerza Aérea israelí y la estadounidense Boeing”. En resumen: Cuatro países con conflictos
abiertos, Israel, Pakistán, India y Rusia, han probado en fechas recientes misiles balísticos. Ninguno
de ellos ha sido condenado ni sancionado, a diferencia de Corea del Norte, que ni siquiera realizaba
una prueba con misiles balísticos. Nuevamente, sobran las palabras. ¿No será la clave de todo
que ninguno de estos países se ha saltado normas internacionales, a diferencia de Corea?
Cualquier país del mundo tiene derecho a poner satélites en el espacio para fines pacíficos.
También, a probar misiles balísticos. Las resoluciones 1965 y 1718 de las Naciones Unidas
reconocen este derecho, pero al mismo tiempo, piden a Corea del Norte “contención”. Son,
jurídicamente, una aberración y, por sentido común, completamente injustas. Corea del Norte, desde
el mismo día en que fueron promulgadas, declaró públicamente que no las acataría. Sin embargo, no
reconocer una resolución no exime a Corea de las consecuencias legales que pueda tener la
desobediencia. En cualquier caso, sería iluso esperar que Corea del Norte asumiese resoluciones
que atentan contra su soberanía. En cualquier caso, Corea del Norte no es el único país que desafía
las resoluciones de la ONU, aunque sí es uno de los pocos países que es sancionado por ello. Israel,
por ejemplo, incumple desde hace décadas varias resoluciones que le obligarían a abandonar los
territorios ocupados en Siria, Líbano y Palestina. Estados Unidos aún debe una cifra astronómica a
Nicaragua por los daños ocasionados durante la salvaje guerra de los años 80. Un tribunal
internacional dependiente de las Naciones Unidas condenó a Washington a pagar la indemnización.
Sin embargo, Estados Unidos decidió simplemente ingorarlo. Pero centrándonos en el tema de los
misiles, Estados Unidos nos sirve también como ejemplo de incumplimiento de la normativa
internacional. El 21 de febrero de 2008, Estados Unidos probó un misil anti-satélite. En los años 80,
la URSS y Estados Unidos ya habían probado misiles capaces de destruir satélites, pero se
prohibieron nuevas pruebas, debido a que los restos de los satélites destruidos podían dañar
seriamente a los que estaban en órbita. Por eso, Estados Unidos alegó en 2008 una excusa bastante
sospechosa: con su misil habían destruido un depósito de combustible de un antiguo satélite espía,
que aún seguía en el espacio. Este depósito, según la versión norteamericana, podría significar un
peligro si caía accidentalmente a la Tierra. Sin embargo, la tecnología utilizada en el misil es inédita,
lo que hace sospechar que en realidad se trató de un ensayo militar. Así lo expresaron Rusia y China,
que sin embargo no pidieron sanciones contra Estados Unidos. Quizás porque ambos países también
están volcados en sus propias carreras espaciales. Un año antes, China hizo la prueba de un misil
similar, que fue bastante criticada en Occidente. China, a diferencia de Estados Unidos, sí reconoció
que se trataba de un ensayo militar, aunque defendió su derecho a realizarlo. Ninguno de los dos
países fue condenado ni sancionado. Una noticia curiosa: el misil español Dos semanas después
del lanzamiento del satélite norcoreano, el diario español “El Mundo” publicaba una curiosa noticia:
“Defensa prueba en Sudáfrica un misil que alcanza 350 kilómetros”. El periódico de Pedro J.
Ramírez señala que “El Ejército del Aire va a realizar de forma inminente las pruebas del misil más
ambicioso que han adquirido hasta ahora las Fuerzas Armadas.” España ha adquirido 43 unidades
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de misil Taurus [desarrollado por la empresa de capital conjunto alemán y sueco Taurus Systems
GmbH], con un coste por unidad de 980.000 euros. Estos misiles pueden dispararse desde los
aviones F-18 y los Eurofighter. Como en España no existen campos de tiro suficientemente grandes,
la Fuerza Aérea se ha desplazado hasta Sudáfrica. El diario señala que con la prueba de los Taurus,
“la aviación española habrá dado un paso enorme en la adquisición de armamento. Muy pocos países
en el mundo tienen a sus Fuerzas Armadas dotadas de misiles de crucero, y muchos menos en
Europa. El Ministerio de Defensa eligió el modelo por su capacidad para alcanzar objetivos definidos
con gran precisión, con errores de muy pocos metros.” A continuación, El Mundo publica un mapa
de España y el radio de alcance de los Taurus, indicando que con ellos se podrían bombardear
ciudades como Rabat o Casablanca, en Marruecos. Con esto, la “prensa libre” española nos muestra
su rostro más siniestro: de forma indisimulada, el diario se alegra por unos ensayos misilísticos del
Ejército español, que le permiten amenazar a países vecinos como Marruecos con los que no se
mantienen litigios abiertos de ningún tipo. En realidad, lo que esta noticia resalta no es la posible
utilidad de estos misiles como elemento disuasorio para posibles atacantes (que, por cierto, en todo
caso, habría que especificar cuáles), sino el hecho de que España se coloque a la cabeza de Europea
en cuanto a armamento. El viejo sueño imperialista resucita en las páginas de uno de los principales
diarios de la derecha española. Conclusiones Desde hace décadas, las revoluciones socialistas
sufren una gigantesca campaña de propaganda en su contra. Probablemente, estamos ante la mayor
campaña de la historia en cuanto a mentira, guerra psicológica y manipulación. De forma sostenida
en el tiempo, Cuba y Corea llevan lustros siendo los principales blancos. Numerosas organizaciones
participan en esta intoxicación masiva: la Fundación Americana para la Democracia, la Radio “Asia
Libre” y otras muchas organizaciones dependientes de la CIA y de los servicios secretos de Corea
del Sur y Japón. Sin embargo, el efecto de esta campaña contra Corea y Cuba es muy diferente,
dependiendo del país. Por un lado, Corea del Norte se ha blindado contra la penetración ideológica
del imperialismo, a través de lo que Kim Jong Il denominó la “red de mosquito”. Estas medidas de
seguridad son, en ocasiones, incomprendidas fuera del país. Sin embargo, son estratégicas en la
construcción del socialismo coreano. La razón es simple: la mitad del país está ocupada por el
imperialismo y existe una amenaza constante de guerra en la Península Coreana. En este sentido, los
coreanos viven más protegidos que los cubanos en cuanto a infiltración exterior. Si bien el
imperialismo ha fracasado estrepitosamente a la hora de penetrar en Corea del Norte, Corea del Sur
ha logrado un éxito sorprendente en cuanto a la propaganda exterior. Dos factores han contribuido a
ello: por un lado, la no existencia en Occidente de un movimiento de solidaridad con Corea tan
articulado como el de solidaridad con Cuba. Por otro lado, un mal enfoque por parte de Pyongyang a
la hora de lanzar su propaganda exterior, que se confunde habitualmente con la interior. La suma de
estos dos factores (un Occidente poco receptivo y una Corea que no sabe cómo dirigirse a él) da un
resultado lamentable. Corea del Sur, en cambio, ha sido muy hábil a la hora de utilizar este caldo de
cultivo. Gracias e ello, a día de hoy, la manera de pensar y de hablar sobre Corea del Norte está muy
estructurada. Es un cículo vicioso en el que, una vez que entras, no puedes salir. Cualquier persona
que empiece por creerse historias de campos de concentración, un ejército contra su pueblo y una
férrea dictadura totalitaria, no tendrá fácil romper ese cúmulo de prejuicios, ya que las acusaciones
son tan graves que, o se rechazan completamente, o no hay otra opción que condenar el socialismo
coreano. No hay términos medios. En este sentido, las noticias publicadas en torno al satélite del 5
de abril fueron un reflejo de propaganda y criminalización. Debido a que la mentira sobre Corea
empezó hace mucho, es imposible saber si la campaña es completamente intencional o si los
periodistas realmente creen lo que están escribiendo. En cualquier caso, es irrelevante. Todos los
medios, desde La Razón a Público (y este último, de forma especialmente virulenta), participaron en
las acusaciones. A nosotros nos toca una tarea difícil: desde la lejanía, descifrar y conocer la realidad
que existe en Corea. Esta verdad no se halla en un fingido término medio o una hipócrita apariencia
de neutralidad. Una de las grandes mentiras que nos contó la burguesía -y que nos creímos- fue que
las ciencias sociales no tienen un contenido de clases. En este momento de crisis económica del
sistema, podemos asestarle una puñalada aún más mortal al capitalismo: cuestionar su hegemonía
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política e ideológica. Y eso sólo lo podemos hacer recuperando el valor del compromiso. Un
compromiso que no es un amor ciego, pero tampoco todo lo contrario. Decía Lenin que la verdad es
revolucionaria y tenía razón. Kaos en la Red
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