EL PROYECTO PERSONAL EL PORQUÉ DEL PROYECTO PERSONAL La necesidad de construir la propia personalidad Construir la propia identidad (= «estable sentido de continuidad interior que permanece en el tiempo y en las circunstancias»). Continuidad que integra: - El aspecto individual (permanecer en sí mismos) sea el aspecto social (asumir su propio rol en el tejido social). - El Yo actual (lo que soy) y el Yo Ideal (lo que quisiera y soy llamado a ser). EL PROYECTO DE VIDA El horizonte último de la persona: la felicidad. Pero, ¿Cómo conseguir la felicidad? ¿En qué consiste la felicidad? Es entonces que la persona comienza a interrogarse para dar una razón a su propia vida. Proyecto personal = como colocarse de frete a la propia vida y a la propia historia. Es entonces un ejercicio de libertad, En la decisión de lo que se quiere llegar a ser (Pro-iectus). Es tomar en nuestras manos la vida y obtener una visión de ella y del mundo. EL PORQUÉ DEL PROYECTO PERSONAL La NECESIDAD de esclarecer a donde se quiere caminar. - Dos categorías fundamentales: intencionalidad y superación: «Aquél que tiene un “fin” por que vivir puede soportar todo “como”» (Frankl). - El proyecto personal, constituido de un núcleo de intuiciones que, poco a poco, se va estructurando en un proyecto propio. La realización del proyecto de Dios sobre nosotros Del punto de vista de la fe: - «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» >>>>>> «¿Dónde te encuentras?». - Re definir constantemente el centro, la opción fundamental de la propia existencia, en la cual se debe trabajar de cerca para lograr la unificación de la persona. ¿QUÉ ES UN PROYECTO PERSONAL? Podemos describirlo como «una intuición anticipada del desarrollo del futuro, una hipótesis, una interrogación, una invitación, pero sobre todo el dar un sentido a la propia vida, un cúmulo de respuestas a los grandes interrogantes existenciales: ¿Para qué vine al mundo? ¿Qué sentido tiene el vivir y morir? ¿Qué sentido tiene el mundo que me rodea? ¿Podré o podremos de frente a las crisis presentes?».[1] En esta prospectiva, el proyecto es mucho más de un programa para ordenar la propia vida. Es el deseo de verdad; Iluminación del corazón; sentido puede dar luz y dirección a varias dediciones, unificando la vida cuotidiana y haciéndola más significativa. Por lo tanto no se trata sólo de reorganizar la agenda o de prefigurarse el cumplimiento de la perfección a través de verificas más o menos sistemáticas. Limitar el proyecto a una simple programación, nos puede engañar y confundir una buena programación con el cumplimiento de los resultados. Los procesos de transformación interior, se deciden a otros niveles: llegan al corazón, la profundidad de la persona. El árbol da frutos buenos solamente cuando vienen desde dentro, acrecentando sus raíces. Una programación si discernimiento es como el árbol sin raíces. Lo contrario, cuanto más profundas son las raíces. Más vitalidad tendrá en sus frutos el árbol El proyecto por consiguiente no es una certeza: se parece a una invitación, a una hipótesis, a dar un sentido a la propia vida, que se enraíza en profundidad. Solamente en la fidelidad que lo sostiene, El proyecto se convierte en garantía de futuro. LOS PRESUPUESTOS DEL PROYECTO PERSONAL Para poder actuar el proyecto personal, lo más importante es entrar en sí mismos, buscar la verdad, convertirnos en personas de análisis. NIVEL EXISTENCIAL El proyecto personal se explica en tomar decisiones sobre la propia vida. Entre tantas cosas que realizamos cada día, tal vez la tarea central es aquella de «convertirse en nosotros mismos» en el ejercicio de nuestra libertad y responsabilidad.[2] El hombre se convierte en adulto solamente cuando decide por sí mismo. El proyecto personal es un estímulo a retomar en mano con responsabilidad la vida, sin dejarnos fácilmente arrastrar de los gustos, de las modas, o también de los criterios establecidos de los otros. Los valores nos permiten progresar. Cuando faltan se vanifica el deseo, las ganas de superarnos a nosotros mismos. Se pierde entonces el sentido del proyecto, se debilita la propia identidad y se esfuma el dinamismo existencial. Se termina por abandonar las propias aspiraciones, faltando muchas veces a los compromisos, sin empeñarse mucho por lograr aquellos ideales que dan sentido a nuestra existencia. El proyecto personal ayuda a individuar aquel valor fundamental que responde a las necesidades existenciales del hombre y al rededor del cual se organizan los valores. Proyectar quiere decir elegir e y no se puede elegir verdaderamente bien si no se tiene una visión de conjunto de la existencia. Para llegar a esta interpretación unitaria de la existencia es necesario que todos los fragmentos dispersos en el campo magnético de la propia vida 2 (necesidades vitales, actividad, objetos, personas, cultura, etc.) sean “atraídas” de la opción fundamental, que se mantiene gracias al valor esencial escogido por nosotros, al cual nos confiamos para convertirnos actores de nuestra vida. Si es así, se puede hablar de un hombre integrado, o también, con una expresión análoga, de hombre unificado. Cuando falta el valor fundamental se arriesga de vivir para satisfacer sus propias necesidades, pero sin construir nada de definitivo y sin dar a la vida aquella auto trascendencia de la cual el hombre tiene necesidad. Esto implica entonces una situación de superación de sí mismo: no en el sentido de alienación, ni de mortificación, sino, al contrario, como capacidad de tender a algo que está más allá del Yo y que también lo realiza plenamente; en términos más precisos, algo que está más allá del Yo actual, más de aquellos que la persona sabe de saberlo hacer; o en lo cual está segura de realizarlo, y también es algo que atrae fuertemente: es el Yo ideal, un ideal de amar, una misión que cumplir.[3] NIVEL PSICOLOGICO El hombre es una realidad sistemática en el cual no se pueden separar los elementos Psíquico - espirituales de aquellos somáticobiológicos. La dimensión psíquica está condicionada de la dimensión somática y viceversa. Por esta razón, la elaboración de un proyecto personal necesita de una buena conociencia de la estructura psicológica de base. Ser concientes de los límites y de las propias capacidades. La imagen que tenemos de nosotros mismos y de los demás condiciona el comportamiento. Por esto se convierte importante, y fatigoso, la tarea de hacerse una idea de si mismo que se identifique lo más posible a la realidad. Para llevar adelante una vida serena y positiva, así como para establecer relaciones enriquecedoras con los demás, es necesario partir de una buena autoestima, es decir partir de una positiva imagen de sí mismos.[4] Esto implica percibir la vida, en su conjunto, como algo de positivo, sin renegar de lo que hemos vivido, también los errores, que se pueden convertir en motivo de crecimiento, adecuadamente integrados en nuestra personalidad. Como creyentes, después, sabemos que nuestro pasado, con todo lo que tiene de positivo e infidelidades, puede convertirse en terreno propicio del cual se sirva Dios para continuar a escribir su historia de salvación. Al contrario, la falta de autoestima constituye un grave obstáculo para la madurez de la persona. Genera tristeza, insatisfacción, inquietud, falta de fe en sí mismos: una situación paralizante en el camino de superación. Cuando la falta de auto estima es grave es necesaria la ayuda de alguien especializado. También una imagen exagerada de si mismos se convierte en un impedimento al crecimiento personal. Hay personas que denotan una fuerte necesidad de sentirse valorizadas. Ven solo los aspectos positivos y son incapaces de aceptar los negativos. De frete al límite reaccionan con el auto defensa. Considerando cada aspecto negativo una amenaza, quisieran borrar los limites de la propia personalidad, sin darse cuenta que el tentativo de esconder los aspectos desagradables es inconcientemente un engaño, porque el 3 defecto continua a estar presente, antes y después, terminará por encontrar la válvula de escape. Algunos al contrario proyectan sobre los demás sus propios defectos. Más grandes son sus defectos mayor es la fuerza con que acusan a los demás de tenerlos. En fin, existen personas que prefieren racionalizar y encontrar siempre una excusa para librarse de cada responsabilidad. Estos mecanismos pueden mezclarse entre ellos en maneras diferentes con el objetivo de protegerse de los propios límites. La consecuencia de todo esto es que nos construimos una falsa imagen de nosotros mismos. Para el creyente la relación con Dios es fundamento di una buena autoestima y base de la propia auto aceptación. No tenemos necesidad de defendernos de Él: nos acepta como somos, por esto que somos; nos ama aún en nuestra debilidad.[5] El proyecto personal se apoya también sobre el deseo de autoconciencia y viene de la voluntad de discernimiento de la persona. Quitarse la máscara no es siempre fácil. A veces preferimos vivir en la conciente ignorancia de nosotros mimos y de las reales y profundas motivaciones, en vez de afrontar la cruda verdad de nuestro Yo: «Quien obra la verdad viene a la luz» (cf. Jn 3,21). Cada quien tiene sus autodefensas para esconderse y no complicarse mucho la existencia. El proyecto personal, al contrario empuja a una visión realística de la vida e a una espiritualidad que tenemos como finalidad, la apropiación de las diversas dimensiones humanas para integrarlas en el conjunto de la experiencia personal. Las relaciones interpersonales ayudan eficazmente a una buena autoconciencia. Los demás son el espejo en el cual nos miramos para ver quien somos. No podremos nuca ver y entender algunos aspectos de nuestra personalidad si los demás no nos comunican cuales son. En este contexto, la vida de comunidad es un grande banco para la autoconciencia y la auto aceptación, pero puede crear también situaciones relacionales que la obstaculizan. Serán las relaciones de cualidad, la base que nos permitirá de crecer como personas. Una cualidad que depende non solo de algunas personas, sino de las dinámicas que se viene a crear entre los grupos y sobre todo del nivel de comunicación entre personas. Bien, una de las tareas más importantes de los responsables de comunidad será aquel de favorecer la creación de canales adecuados para comunicar. NIVEL ESPIRITUAL El nivel antropológico y el nivel bio-psíquico no son de por sí suficientes para dar al hombre la razón de su vivir. Es decir, no podrán nunca solos satisfacer la exigencia fundamental de construirse un sentido substancial y establemente positivo de la propia identidad. Sería peligroso e ilusorio pensar que nos es posible fabricar nuestra verdadera identidad solamente con el esfuerzo, el empeño y la imaginación. Esa va acogida como don para desarrollar, como semilla presente desde el inicio de nuestra existencia. 4 De acuerdo al mundo de los valores, se ha dicho que el proyecto personal parte de desear la verdad y es definido de aquel valor que toma posesión del corazón del hombre que unifica la persona. Ahora se trata de entender que cosa o quien está a la raíz del valor fundamental, es decir, su fundamento. Nuestra parcial bondad invoca la existencia del totalmente bueno; nuestra pequeña potencia invoca absolutamente fuerte; nuestra humanidad invoca la divinidad; nuestra finitud se delinea sobre el fondo del infinito que se revela en nuestro anhelo y en nuestros pensamientos. Para garantizar esta tensión en busca del horizonte último y fundamental de la existencia, es necesario fundar la propia identidad a un nivel más profundo, constituido de aquello se es y de aquello que estamos llamados a ser. El lugar humano en que se acoge lo esencial y en el cual Dios se manifiesta. Está a este nivel espiritual que nosotros podemos decir que la relación con alguien está constituida de cada proyecto personal.[6] El cristiano es aquél que hace de Jesús y de su Reino el centro de su proyecto de vida. Una decisión que comporta no pocas renuncias (dinero, prestigio, poder, comodidad, etc.) y que todavía no se puede identificar como fruto de un perfeccionismo moral, o bien de un voluntarismo más o menos heroico, sino como resultado de una iluminación interior y de una conversión al Espíritu. En fondo, hablar de proyecto cristiano quiere decir vivir la experiencia de la gratuidad de Dios, en la historia personal del hombre. Según una prospectiva teologal, el proyecto personal requiere que el creyente se ejercite en la escucha y en la obediencia a Dios, presente en la intimidad. La fe, como acogida de la Palabra de Dios, lo ayuda a referirse a los eventos del pasado como revelación de Dios a la humanidad, para comprender los significados que emergen de la historia. La esperanza, como espera de la acción de Dios en sus formas inéditas, viene como experiencia de él tendiendo hacia el don de Dios que irrumpe del futuro. La caridad, como apertura de la acción de Dios en las situaciones del presente, es ejercitada buscando de rendir cada instante espacio del amor de Dios.[7] Sin olvidar que la realización auténtica del propio Yo adviene solo cuando él vive abierto a los otros con deseo de donación y servicio. Hemos insistido sobre la autoconciencia y sobre la autoestima. A nivel espiritual la palabra clave es discernimiento. Si existe autoconciencia e auto aceptación sin discernimiento, no podemos todavía hablar de proyecto cristiano. Por discernimiento se entiende el ejercicio espiritual por el cual, a través de la reflexión y el análisis de ciertas experiencias, podemos intuir y percibir la acción de Dios sobre nosotros y, partiendo de esta, comprendemos su Voluntad, para disponer nuestras vidas, en orden a una decisión. En el discernimiento, «la voluntad de verdad» se convierte en deseo de entender «que quiere Dios de nosotros». Este descubrimiento de la voluntad de Dios será una iluminación interior del Espíritu capaz proponer una dinámica de transformación en la persona, que nos libera de la falsedad y nos permite vencer las resistencias, para podernos mirar por dentro y aceptarnos como somos. Para esto el discernimiento espiritual puede ser hecho solo a partir de una inclinación orante. 5 Objeto del discernimiento espiritual será el análisis de la realidad personal, pero también las dinámicas existenciales de fondo que revelan la dirección de nuestra vida, la opción fundamental, los objetivos y los medios. Conviene además escoger bien las estrategias de mediación: actividades, tiempos, lugares, personas, etc. En fin no pueden faltar los procesos de valoración. LA EXISTENCIA COMO VOCACIÓN El paso de los valores al valor, que de ellos es raíz y fundamento, es necesario para que una vida se convierta auténticamente en vocación.[8] Est6a deja de ser un suceso de acontecimientos más o menos ligados entre ellos y se convierte un suceso entre dos personas, una aventura en el cual los horizontes empujan siempre más allá en la realización de la propia misión. Se trata de un salto de cualidad que hace que el proyecto sea original y único. Los valores se recogen en una persona: Jesús de Nazaret. Será la orientación de la propia persona al Dios viviente, que llama a través de los valores, a dar un sentido a nuestro proyecto de vida. En este caso, proyecto personal y vocacional son dos aspectos correspondientes y complementarios. Esto quiere decir, en la prospectiva de la fe, que el proyecto es un instrumento para perseguir la misión. OPCION FUND. Y VIDA DE COMUNIDAD Uno de los objetivos del proyecto personal es aquél de revisar la opción fundamental. Antes que nada se necesita analizar con honestidad si la prioridad en la propia vida es seguir a Jesús y trabajar por su Reino. Es esto lo que define la identidad de la existencia cristiana y religiosa. El primer estilo de vida para seguir a Jesús es la pobreza que nos hace más libres de las cosas y de las personas. Libres para no ser poseídos de ninguna otra realidad que no sea Dios. «Solo Dios basta» de Teresa de Jesús. Aquél que se cree autosuficiente no puede recibir nada. Para ser fieles a los imprevisibles caminos de Dios, se necesita conciencia de que el proyecto es antes que nada obra del Espíritu. El corazón no se abra a la verdad si no sobra la acción del Espíritu: «El Espíritu Santo que el Padre mandará en mi nombre, Él les enseñará cada cosa» (Jn 14,26). El Espíritu se sirve de sus mediaciones, especialmente de la palabra y de la comunidad. De una parte, es decir sin mediación orante de la palabra de Dios no se puede releer la propia Historia a la luz de la fe. Por otra parte, no existe una secuela separada de Jesús. Los hermanos son el gran don que Dios nos concede: aquellos con los que celebro la eucaristía, comulgo en la fe, celebro el perdón, me siento hermano, establezco relaciones, afronto las crisis personales como momentos de crecimiento y de purificación. Cada vocación, de hecho, es vocación a crear comunidad, a compartir un proyecto. Sin compartir el propio proyecto con los demás, el propio proyecto, como vocación, se debilita. Jesús cuando llama a los suyos (cf. Mc 3,13-15), los llama a permanecer con él en comunidad. La pertenencia a la comunidad y la experiencia de la fe vivida en comunidad, son elementos esenciales en cada 6 proyecto de la vida religiosa y, en un cierto sentido, en la vida de cada creyente. ELECCIÓN VOCA. Y OPCIONES PERSONALES La comunidad no basta. En el proceso vocacional cada quien elige sus decisiones y rechaza otras. Cuando se elige se debe tener cuenta no solo de lo que se elige, sino de aquello que se renuncia. No hay elección sin ruptura. Algunas de estas decisiones son muy importantes: elegir una profesión, entrar en la vida religiosa, casarse, ser político, empresario, etc. Son decisiones que normalmente se hacen de una vez para siempre. Todavía no podemos tener la certeza de mantenernos fieles a estos trabajos importantes de la vida, si la elección no es acompañada de decisiones adecuadas, de opciones concretas y del trabajo para reforzar las raíces de la propia decisión. Solamente cuando la opción se consolida, se convierte constante, el empeño considerado perpetuo. En realidad son estas opciones concretas que expresan donde y como se encuentra nuestro corazón, el cual por desgracia tiende fácilmente a sustituir a Dios. Hablando específicamente de la vida religiosa, sabemos bien de hecho como no se puede permanecer como religioso, persiguiendo otras cosas. La opción fundamental se mantiene en el ejercicio de la libertad que se renueva cada día con decisiones concretas que manifiestan nuestra pertenencia al Señor. En este sentido el proyecto personal es también el desarrollo y la realización de un discernimiento vigilante. PROY. COMUNITARIO Y PROY. PERSONAL A Veces se parte del proyecto comunitario para llegar al proyecto personal. Las comunidades, de hecho, que se propusieron un proyecto comunitario «serio», entienden la importancia de los proyectos personales de cada miembro. Pero también ellos que tienen una experiencia pobre de proyecto comunitario, entre ven al menos como el proyecto personal pueda favorecer una comunicación auténtica y profunda.[8] Se podría casi decir que no es posible hacer un buen proyecto comunitario si previamente no se tiene un proyecto personal, pero en realidad para un proyecto comunitario, es suficiente la existencia de proyectos personales implícitos y un cierto nivel de comunicación. Dicho esto, es obvio que cuando el proyecto comunitario es precedido del proyecto personal, entre estos dos tendrán ventajas. El proyecto personal y el proyecto comunitario evidencian dos dimensiones esenciales de la persona: Su ser individual y su ser social. Teniendo las dos caras de la misma moneda no pueden ser consideradas como momentos antagonistas sino complementarias. En el proyecto personal nos queremos colocar delante a nosotros mismos y al mundo de nuestras relaciones, a la luz de la llamada de Dios y de nuestra opción fundamental. En el proyecto comunitario, al contrario, buscamos de vernos a la luz del proyecto que compartimos con los demás. El proyecto personal hace referencia a una serie de aspectos que de por sí, no se tratan el el proyecto comunitario, sea porque pertenecen a la intimidad de la persona sea porque no son competencia de la comunidad: situaciones, decisiones, 7 opciones son ligadas a la singularidad de la persona. Se trata de aspectos de “foro interno” que piden ritmos y modalidades propias y que, de común, son motivo a compartir más bien con el acompañador espiritual que con la comunidad. El proyecto comunitario tiende a crear convergencias entorno a la misión específica e a los empeños comunes que organizan y dan consistencia a la unión de la vida comunitaria: se buscarán entonces espacios comunes para la oración, para comer, para la comunicación fraterna, etc. El proyecto personal al contrario cubre otros aspectos que por su naturaleza piden un trato personal: la autoconciencia, los procesos personales que hoy vive la persona, las crisis, las dificultades, las resistencias en la vida espiritual, las relaciones, los propios trabajos, etc. En fin el proyecto personal y el proyecto comunitario tienden a acoger los orientaciones personales generales de los demás proyectos: el proyecto inspectoría, las orientaciones de la congregación, el Magisterio de la Iglesia. COMO REALIZAR UN PROYECTO PERSONAL La elaboración de un proyecto personal comporta que se parta de lo que se es, para determinar, a poco a poco, lo que se quiere ser. Un camino del “Yo actual” al “Yo ideal” constituye la fatiga y la alegría de un proceso dinámico que encuentra núcleo central en el ejercicio del discernimiento.[9] La cualidad del proyecto personal depende de hecho de la cualidad del discernimiento, de la voluntad de verdad sobre la propia vida, de las ganas de llegar fin en fondo de la propia existencia, de la disponibilidad a la conversión. Todo depende del modo con el cual se observa a sí mismo, a la propia historia personal, a la situación actual y a las propias relaciones. Las estrategias e las técnicas no sirven si la persona no acepta observarse en profundidad, para retomar en mano el timón interior y discernir “Quien se es” y “Quien se quiere llegar a ser” Hemos dicho que che cada auténtico proyecto toma inicio del encuentro de la persona con los valores capaces de promover el desarrollo y el crecimiento personal. En la medida en que los valores se entre ven y se interiorizan, así como construir una jerarquía, reaccionan como una fuerte carga energética que de un lado responden a las necesidades, del otro abre horizontes nuevos para el crecimiento. Estos valores, descubiertos a través de las mediaciones, reagrupándose en constelaciones a poco a poco, dan inicio al proyecto que vendrá. Una vez identificada la opción fundamental, se trata de dar forma orgánica al proyecto, aplicando una metodología simple que, con mucha ductilidad, podría considerar los pasos sugeridos más en general por el proyecto pastoral: análisis de la situación; determinar las prioridades; descripción de los objetivos generales; individuación de los objetivos específicos; actividades y mediaciones con sus tiempos; personas con las que puedo contar y en las cuales puedo confiar; tiempos y lugares para llevar adelante las actividades; fechas para valoración. Cierto, el proyecto personal requiere de tiempo y sobre todo de gradualidad y esperanza. Las personas poco habituadas se deben parar más en el análisis de la realidad y de sus procesos. El paso de la falta de un proyecto, a la elaboración de este no puede ser ni automático, ni inmediato, ni 8 obligatorio. Para quien inicia se requieren al menos dos momentos largos de la semana para realizar el análisis y tratar de ponerlo por escrito. La ayuda de un educador amigo (director espiritual, confesor, acompañador) ayudará a ciertos pasos que solos no podrán realizarlos. Para quien está habituado, será suficiente dedicar a la elaboración de proyecto, un día de retiro, o también los ejercicios espirituales. De cualquier manera, sobre todo al inicio, es muy importante tomarse con calma el tiempo necesario y dar continuidad al discernimiento personal. ETAPAS DEL PROYECTO PERSONAL Fieles a los presupuestos tratados antes, podemos enunciar en síntesis las siguientes etapas. Sin ninguna finalidad de completarla, al lado, a modo de ejemplo, algunas preguntas pertinentes en cada nivel. ETAPAS: NIVEL GENERAL ETAPAS: NIVEL GENERAL Trata de individuar los obstáculos que te impiden crecer. ¿Qué imagen tienes de ti mismo (a)? Eres capaz de individuar la fundamental “bondad” de tu ser para formar un positivo concepto de ti mismo (a)? ¿Crees conocer tu carácter, tu temperamento, tu personalidad? ¿Te aceptas como eres? ¿Aceptas tus límites, tus errores, sin ponérselos a los demás? Puedes superar el miedo de ser juzgado por los demás, de no ser aceptado? Describe el cuadro de valores que orienta tu vida. ¿Te sientes capaz para decidir? ETAPAS: NIVEL PSICOLOGICO o Trata de de descubrir e individuar algunas de tus auto defensas o inconsistencias psicológicas y espirituales. o En tu madurez afectiva, cuáles son los puntos sólidos sobre los cuales puedes contar, y cuáles son las principales dificultades, o problemas abiertos? Cómo se manifiestan? o ¿Qué grado de auto estima tienes? o ¿Te sientes reconocido o valorizado por los demás? o ¿Aceptas tu realidad interior? o ¿Vives en paz con tu pasado? o Eres capaz de perdonarte para convertirte en instrumento de perdón para los demás? ETAPAS: NIVEL ESPIRITUAL Es el más profundo y difícil. Las preguntas deben ser orientadas al discernimiento de la imagen de Dios de la cual depende la misma relación con él: 9 o A partir de tu experiencia con Dios, trata de definir la imagen que tienes de Él. o En confronto con el Dios revelado por Jesucristo, ¿te parece necesario cambiar la imagen que tienes de Él? o Describe tu historia de pertenencia a Dios, tu situación de creyente “hoy”, tu disponibilidad y entusiasmo vocacional. o Qué haces para discernir los «signos de Dios» en tu vida cuotidiana, para individuar el plan de Dios sobre ti. (LOS CONSAGRADOS) Si se es un consagrado, para completar el discernimiento, conviene interrogarse sobre el grado de identificación y de pertenencia al propio carisma: o Describe la cualidad de tu relación con la comunidad, tus dificultades, tus satisfacciones. o Trata de definir el desafío más importante en tu formación y en el momento presente. o ¿Cuál es tu dificultad en el ámbito de la misión? o Concentrado principalmente en las motivaciones, sobre la significativo de tus relaciones. UN FIN QUE ES UN INICIO… En la redacción de estas páginas sobre el proyecto, no hice referencia a la edad o a los estados de vida de las personas. Quise más bien presentar aspectos que considero importantes del proyecto personal y que, en cuanto tales, se aplicada a todos los hombres. El deseo de «querer ser más» esta presente en cada persona. Es por esto que el proyecto personal no privilegió a un cierto tipo de personas, ya que cada hombre y mujer afronta inexorablemente la tarea de la búsqueda de la propia identidad en proyección al futuro. Todo hombre nace dotado de cualidades, posibilidades, habilidades… En un determinado momento de la vida descubre que, tomando todo esto en sus manos, tiene la posibilidad de «hacerse a si mismo». Todo lo que es, y todo lo que tiene, no es más que un regalo recibido gratuitamente, para construirse a sí mismo, la persona que está llamado a ser. Entonces el don recibido se convierte tarea y responsabilidad irrenunciable para dar a la propia personalidad una determinada «figura». El proyecto se coloca así como mediación para favorecer la madurez di un proceso formativo, hacia un horizonte definitivo y pleno. En fuerza del proyecto personal el futuro, que no me pertenece, pero que se proyecta delante de mí, comienza a salir, en la medida en la cual soy fiel a la adhesión de los valores que decidí y a los cuales me someto porque dan sentido a mi caminar: «caminante no hay camino, se hace camino al andar» (A. Machado) 10 1] SOVERNIGO, Progetto di vita, 44. [2] Tra la numerosa bibliografia esistente sul concetto di «diventare se stessi» si può vedere il capitolo 2º di Cian «Diventare ciò che ciascuno è chiamato ad essere» in CIAN, Cammino verso la maturità,17-36. [3] Cf. A. CENCINI, Vita consacrata. Itinerario formativo lungo la via di Emmaus, Cinisello Balsamo, San Paolo, 1994. [4] Cf. CIAN, Cammino verso la maturità, 265-284. [5] Riguardo l’autoaccettazione si possono vedere, tra le pubblicazioni di John Powell, questi due saggi, con abbondanza di esercizi pratici: J. POWELL Esercizi di felicità, Cantalupa, Effatà, 41997; ID., Perché ho paura di essere pienamente me stesso. Alla scoperta della propria autoaffermazione, Città di Castello, Gribaudi, 2002. [6] Indicazioni suggestive per l’elaborazione di un progetto personale alla luce della fede si possono trovare nella pubblicazione di M. QUOIST, Costruire l’uomo. Il testamento spirituale di Michel Quoist, Torino, SEI, 1998. [7] Cf. C. MOLARI, Per un progetto di vita, Roma, Borla, 1985. 8] Sul progetto vocazionale in particolare si veda: G. SOVERNIGO, Eccomi, manda me. La mia ricerca vocazionale, Leumann, Elle Di Ci, 1987; A. CENCINI, Vita consacrata. Itinerario formativo lungo la via di Emmaus, Cinisello Balsamo, San Paolo, 1994; S. DE PIERI, Orientamento educativo e accompagnamento vocazionale, Leumann, Elle Di Ci, 2000. [9] ILARDUIA, Il progetto personale, 59-94. 11