Los Genoveses se establecieron en Madeira a mediados del siglo

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LOS SPINOLA Y MADEIRA
Los Genoveses se establecieron en Madeira a mediados del siglo
XV como los principales agentes en el comercio del azúcar de caña y
extendieron sus actividades a la posesión de la tierra a través de la
compra y el matrimonio. Hacia 1470, gracias al contrato que
establecieron con el Señor de la isla, el Infante de Portugal, ya
disfrutaban de una posición mayoritaria en la compañía creada para
manejar el comercio del azúcar, representada por Baptista Lomellino,
Francisco Galvo y Micer Leao. En el último cuarto del siglo se unieron
Cristóbal Colón en representación de los Spínola, Joao Antonio Cesare,
Bartolomeu Marchioni, Jerónimo Sernigi y Luis Doria. A este grupo
inicial siguió al principio del siglo XVI otro grupo más grande que formó
la base de la comunidad italiana residente en la isla de quien los más
importantes eran Lourenzo Cattaneo, Joao Rodrigues Castelao, Chirío
Cattaneo, Sebastiao Centurione, Luca Salvago, y Giovanni y Lucano
Spínola.
Antes del establecimiento de la economía del azúcar a mediados del
siglo XV, Madeira se había distinguido como el principal almacén de
grano del Atlántico, abasteciendo los mercados y áreas de la costa
portuguesa que lo requirieran. Por esta razón la corona había perfilado
una política de grano basada en la apertura de dos líneas de
distribución: la primera iba a los puertos portugueses del continente
(Lisboa, Oporto, Lagos) y se creó en 1439 a través de la provisión de
exenciones de impuestos; la segunda fue creada por la corona bajo
Alfonso V con el propósito de abastecer los mercados en el Sahara y las
costas de Guinea. La última se caracterizó por la negociación de
contratos con los comerciantes bajo los regímenes de concesión de
monopolio o el acceso preferencial. Así en 1466 todo el trigo de los
dominios del Infante fue manejado por un comerciante catalán, aunque
en 1473 se estableció un contrato con Baptista Lomellino para que
“tome todo el trigo que haya en esa isla”.
Las dificultades experimentadas desde 1461 y que empeoraron en
la década siguiente introdujo grandes alteraciones en la economía de
Madeira y llevó a un trasvase hacia el comercio del maíz. Los esfuerzos
del Infante Don Fernando en 1461 y 1466 para mantener el dominio del
grano en la economía de las islas y sus rutas de distribución se
derrumbaron ante el alto valor y rentabilidad del cultivo de la caña de
azúcar. El comercio era el agente principal en las relaciones con Europa,
y el azúcar fue el producto dominante y objeto de comercio en Madeira
entre 1450 y 1550. El régimen del comercio del azúcar de Madeira en los
siglos XV y XVI, según Vitorino Magallanes Godinho, era “oscilar entre un
comercio libre favorablemente restringido por la intervención de la corona
o de los capitalistas poderosos, que era un monopolio total, y un grupo
de monopolistas cada uno de los cuales manejaba una zona particular”.
El libre comercio del azúcar sólo existió hasta 1469 en cuyo año el
declive de los precios dio lugar a la intervención del Infante que
restringió su comercio exclusivamente a los comerciantes de Lisboa.
Los habitantes de Madeira, acostumbrados a tratar con extranjeros,
reaccionaron enojadamente a esta decisión. No teniendo muchas
alternativas, en 1471 el Infante Don Fernando subastó todo el monopolio
del azúcar a una compañía formada por Gil Vicente, Álvaro Estévez,
Baptista Lomellino, Francisco Calvo y Martim Anes Boa Viagem. Esta
decisión causó un grave conflicto entre el consejo del pueblo y los
contratistas.
En 1418 los Genoveses redescubrieron la isla de Madeira (ya
conocida por los romanos). En 1450 los Spínola y los Centurione
introdujeron allí el cultivo de la caña de azúcar. Madeira, por su agua y
sus bosques, así como por su situación pasó a ser un punto estratégico
para los nuevos descubrimientos hacia África y América.
De los Anales de la Historia de la familia Spínola y de los del Estado
Soberano de Génova podemos destacar a continuación los siguientes
relatos y anotaciones:
1418 - Los Genoveses redescubrieron la isla de Madeira (ya conocida
por los romanos). En 1450 introdujeron allí el cultivo de la caña de azúcar.
Madeira, por su agua y sus bosques, así como por su situación pasó a ser
un punto estratégico para los nuevos descubrimientos hacia África y
América.
1470 – Baptista recibió de Lanzarote Teixeira muchas tierras en Porto
da Cruz, Faial y Santa Cruz (Madeira), donde tuvo casas en la primera y
última parroquias, autorizado por el Rey de Portugal Alfonso V “el
Africano”. Todavía hoy en día hay en Porto da Cruz un sitio llamado
“Terra Baptista” y en Santa Cruz otro llamado “Pomar do Baptista”.
Algunos años después de su asentamiento le ardió la casa, papeles y
títulos, siéndole pasada una pensión pública por Gonzalo Arrais en 1486,
por mandato de Doña Beatriz, Infanta de Portugal, reinando Juan II “el
Perfecto” (el que asesorado por una junta, negó su ayuda a Colón en
1484). Le fueron dadas o vendidas algunas tierras que habían sido de
Robao Teixeira, en 1516, por haberlas descuidado. Fue caballero hidalgo
de la Casa Real de Portugal. Hizo testamento en 1512, vinculando su
mayorazgo en su hijo Joao Baptista, concedido por el Rey Manuel I “el
Afortunado”. Todavía en 1515 estaba vivo y sustituyó a García Moniz en la
Concejalía de la Cámara, por haberse ido éste a Flandes.
1471 - Eliano Spínola y Lodisio Centurione Scotto reciben del Papa
Sixto IV (Francesco de la Rovere, el creador de la Capilla Sixtina) los
derechos para explotar el alumbre de Tolfa, en el Lacio, cerca de Roma.
En 1478 desarrollaron intereses comerciales en Madeira y enviaron a
Cristóforo Colombo como su agente allí (Francisco Antonio Doria, 1999).
1479 – Colón, en Portugal, completó su educación autodidacta y fue
allí donde maduró, o quizá nació en él, la idea de cruzar el océano en
busca de la India. Al retorno de su último viaje a Génova, en 1479,
Cristóbal Colón llevó consigo a Portugal a su hermano Bartolomé, que era
diez años más joven que él, el cual abrió una tienda de libros y mapas
geográficos en Lisboa, que él mismo publicaba y vendía.
En ese viaje había traído a Génova una carga de azúcar de Madeira,
dejando una declaración en el banco de los Centurione, el 25 de agosto,
como lo atestigua el documento de Assereto, en que decía que no había
podido comprar y entregar todo el azúcar pedido porque no había
recibido la cantidad de dinero necesaria para tal propósito. En este
documento aparece su nombre, declarando ser “civis Janue” ó
“ciudadano de Génova”, y tener 27 años. Continuó siendo ciudadano
genovés hasta su muerte y de hecho nunca quiso nacionalizarse ni en
Portugal ni en España.
En Lisboa ambos hermanos tuvieron la ocasión para conocer a
estudiosos y expertos entre los que estaba Vizinho, discípulo del
astrónomo judío Abraham Zacuto, además de ponerse en contacto con la
numerosa comunidad Genovesa de la ciudad, sobre todo con los
Centurione, Spínola y Di Negro. De hecho Colón, después de año y medio
de su primera llegada, volvió a viajar por cuenta de estos navieros
Genoveses, llevando artículos a Flandes, Inglaterra e Irlanda. Dejó escrito
que había llegado hasta Islandia y también más allá de allí (documento de
Ugo Assereto descubierto y publicado en 1905).
Después continuó viajando hacia el sur hasta alcanzar las Canarias,
la isla de Madeira y las costas Africanas.
1492 – Cristóbal Colón descubre América. De las últimas
investigaciones recogidas por Trinidad de León - Sotelo, publicadas en un
especial del diario “ABC” de Madrid del año 2000, Cristóbal Colón nació
en Génova, pero desde muy niño fue llevado por su familia a Lisboa.
Domenico Scotto, un mercader genovés, se asienta en Lisboa allá por
1451 con el fin de dedicarse al comercio por cuenta del Albergo Colonne,
del que tomaría el apellido, llamándose Domenico Colonne. Este hombre
se llevó consigo a su esposa, María Spínola, y a su hijo, Cristóforo, de
apenas cinco años. En 1456, Domenico se había situado bien, y con otros
mercaderes genoveses formaron una sociedad para administrar el
monopolio del corcho, que les fue concedido por el Rey Alfonso V de
Portugal, un dato que explicaría la amistad de sus hijos Cristóforo y
Bartolomeo con el infante Joao, que sería Rey con el nombre de Joao II.
Años más tarde, en 1475, el Albergo Colonne se disuelve y Domenico se
integra en el Albergo Salvago, pasando a llamarse Domenico Salvago,
nombre que no debe olvidarse para seguir los pasos de su célebre hijo.
Este, a los catorce años, se enrola en la flota armada del Albergo Salvago,
bajo pabellón genovés, para socorrer a la colonia Genovesa de
Famagusta y a la Reina de Chipre. Pasó por la Escuela de «Naviamento»
de Sagres y estudió latín en la pequeña localidad portuguesa de Pavía.
Hasta ahora, aunque algunos citaban ese nombre, se referían a la ciudad
italiana, lo que llevó a muchos historiadores a desmentirlo porque su
nombre no se encontraba entre los alumnos. Tras estos estudios, Colón
ingresa en el convento franciscano de Évora, como simple tonsurado o
clérigo no ordenado, donde estudió gramática, filosofía y teología. El
descubridor perteneció a la Orden Tercera de San Francisco de Asís,
hecho que explica que a su llegada a España encontrara cobijo en el
monasterio franciscano de la Rábida, que al regresar de su segundo viaje
se presentase ante los Reyes Católicos con hábito de franciscano y que
sus restos fueran sepultados en la Iglesia del Convento de San Francisco
de Valladolid. Son determinantes las palabras de su hijo Hernando: «En
los ayunos y en rezar el oficio divino pudiera ser tenido por profeso en
religión». Algo llamativo es que durante buena parte de su vida Cristóforo
practicara el corsarismo (algo que ya citan Hernando Colón y De las
Casas) para apoyar y defender de ataques piratas a convoyes
comerciales. Navegó bajo diferentes pabellones, en los barcos de los
Spínola, Di Negro, y Centurione. En 1476 tras un naufragio en Portugal se
queda en este país, estableciéndose un año después en Madeira, desde
donde navega al servicio de la corona portuguesa. Es aquí donde dicen
que rescató a un náufrago que había venido del otro lado del Océano, y
que murió poco después. En 1481 se casa en Lisboa con Filippa Moniz.
En 1482 embarca con su hermano Bartolomé en la primera expedición de
Diego Cao a Guinea. Dos años más tarde ha de abandonar Lisboa por la
persecución del rey contra los parientes del duque de Braganza, que
habían conspirado contra la Corona, entre los que figuraban parientes de
su esposa. Se refugia en Castilla. Hasta aquí lo que hasta ahora eran años
oscuros en la vida del descubridor de América. Todos los historiadores
aseguran que fue mercader, pero, dice Enseñat que su nombre habría
figurado en los archivos genoveses o de las colonias de Génova en
ultramar. Con respecto a su fecha de nacimiento, que se ha establecido
en 1430, 1435, 1436, 1441 y los que le siguen hasta 1447, amén de 1451,
Enseñat elige 1446. Lo explica: el 21 de diciembre de 1492 confiesa el
Almirante que cuando llegó a Castilla en 1484, ya había andado veintitrés
años en la mar, lo que significa que empezó en 1461. Su hijo Hernando
revela que de los papeles heredados de su padre se deduce que empezó a
navegar con catorce años y que siempre anduvo en la mar. De esto
deduce Enseñat que Cristóforo nació sobre 1446 poco más o menos,
fecha que se acerca a las de Bernárdez (1446) y Juan Bautista Muñoz
(1445).
Ya en 1504, Ovando informaba al Rey Fernando II “el Católico”, que
los bienes enviados al Caribe a cambio de oro estaban en su mayoría
controlados por Genoveses y extranjeros. Tras el periodo inicial de
producción de oro, los colonos se percataron de que, gracias a la mano de
obra barata de que disponían, también podían producir azúcar, derivado de
las cañas que llevaron desde África. Como había ocurrido en las islas
Canarias, y anteriormente en las Azores y Madeira con los Spínola, el
capital extranjero desempeñó un papel crucial. Las fábricas de azúcar
(«ingenios» u «obrajes») de La Española, financiadas sobre todo por los
Genoveses, acabaron por tener profundas consecuencias para el Nuevo
Mundo. Muchos Genoveses se marcharon a vivir a América con el fin de
gestionar directamente sus negocios. El financiero Gerónimo Grimaldi, que
actuaba en nombre de sus colegas Centurione, Spínola, Doria y Cattaneo,
vivió en La Española entre 1508 y 1515 y allí dirigió los intereses de su
empresa. Más tarde, los Genoveses ampliaron sus actividades a Puerto
Rico, Cuba, y al continente Americano.
En 1510 se fue a Funchal, en Madeira, Eliano Spínola, y en 1513 el
Rey Manuel I le otorgó feudos a su hijo Antonio en la isla. Tanto desde
Madeira como desde Lisboa, en la que ya estaban desde tiempos
anteriores, los Spínola se introdujeron en Brasil.
Fonte: La Familia SPINOLA - José Antonio Spinola
Elaborado : FMSSPINOLA - www.rootsspinola.net
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