Juan Pablo II ¿El Papa bueno?

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Juan Pablo II ¿El Papa bueno?
CJC de Valladolid :: 04/04/2005
La muerte de Juan Pablo II se produce en un momento especial para una Iglesia Católica
inmersa en una profunda crisis.
Aunque el mensaje de cara a la galería sea diferente lo cierto es que la Iglesia
pierde más poder político e influencia social cada día que pasa. Esto se traduce en una incapacidad
cada vez mayor para influir en la sociedad (algo que se refleja en la disminución de la asistencia a la
iglesias, la falta de nuevas "vocaciones", etc.). Aunque se acuda a las estadísticas que hablan de una
población mayoritariamente católica en el Estado, los católicos practicantes son cada vez menos y el
alejamiento de la doctrina de la Iglesia con respecto a las nuevas situaciones sociales es más que
evidente. A pesar de todo esto, la jerarquía eclesiástica (a la que hay que diferenciar de las bases) ha
hecho lo más fácil: refugiarse en sí misma y dejarse llevar por los sectores más conservadores. La
Iglesia es, de por sí, una institución conservadora pero en los últimos años se ha radicalizado
peligrosamente. Los sectores más reaccionarios se han hecho con el poder y la influencia de
organizaciones como el Opus Dei se incrementado de forma alarmante. En este contexto parece
difícil que el nuevo Papa que se elija vaya a ser más "aperturista" que el último (algo no muy difícil,
puesto que Juan Pablo II no ha sido un pontífice muy progresista, precisamente). Lejos de la imagen
de anciano venerable y bonachón, solo hace falta leer alguno de los libros que ha escrito este Juan
Pablo II para ver su verdadera cara. En alguno de ellos habla del matrimonio entre homosexuales
como algo "diabólico" y, entre otras muchas cosas, arremete contra la progresiva liberación social de
la mujer y defiende el modelo de familia "tradicional (esto es: machista y represiva para la mujer).
Ninguno de sus escritos tiene desperdicio. Por supuesto no le ha faltado la flema propia de otros
Papas, que por un lado hablaban del derecho a la vida y la "maldad’ de la guerra y el aborto y por
otro se daban la mano con asesinos como Bush o Aznar, precursores de la guerra de Irak y otras. Ha
denunciado la guerra en genérico pero no ha hecho nada para evitar genocidios como el palestino o
el iraquí. Ha sido un Papa marcadamente anticomunista y reaccionario, ambiguo con las dictaduras
sudamericanas (y otras) pero muy "combativo" con el antiguo bloque soviético y las ramas
progresistas de la Iglesia (a las que ha intentado machacar). Ha contado con el visto bueno de la
ultraderecha y ha sido capaz de canonizar a personas como Escrivá de Balaguer (fundador del Opus
Dei, una organización abiertamente machista y reaccionaria cercana a la ultraderecha europea).
Como vemos, todo un dechado de virtudes De todas formas esta actitud (tan alejada de las versiones
lacrimógenas y manipuladas que hemos visto estos días sobre este individuo) , más que personal,
refleja la ideología predominante en la Iglesia católica de nuestros días: La Iglesia es una institución
que se mueve en función de sus propios intereses. Desde su origen se ha aliado con el poder y ha
buscado siempre su propio beneficio. Ha cometido crímenes indescriptibles ( la Inquisición mató y
torturó a cientos de miles de personas) y ha sido cómplice de algunos de los peores episodios de la
Historia. Se ha enriquecido haciendo aquellas cosas que tanto condena después (especulando en
bolsa, sangrando a los creyentes, haciendo negocios fraudulentos, etc.). Casi todos sus esfuerzos en
los últimos años han ido destinados a luchar contra los derechos de los homosexuales, la liberación
de la mujer, etc. Ha intentado aferrase desesperadamente a la poca influencia que aún posee. Sobre
la pobreza, las injusticias sociales, las guerras, etc. ha mantenido la misma postura hipócrita de
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siempre: se condena, se lamenta , pero ninguna acción concreta ni denuncia real. Su complicidad
con el poder y su ataque contra los más indefensos ha sido más claro que nunca. En definitiva su
actitud ha sido coherente con la clase dirigente católica: capitalistas cuyo único interés en
enriquecerse mientras miles de millones de seres humanos se mueren de hambre poniendo, eso si, la
otra mejilla.
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