TEMA 15 TRASTORNOS SOMATOMORFOS, DISOCIATIVOS Y

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TEMA 15
TRASTORNOS SOMATOMORFOS, DISOCIATIVOS Y FACTICIOS. SIMULACIÓN
TRASTORNOS SOMATOMORFOS
Sintomatología: presencia de síntomas corporales que sugieren un trastorno físico, sin
que exista una causa orgánica demostrable o un mecanismo fisiopatológico conocido
que los explique completamente o, de haberla, los síntomas físicos o el deterioro social
o laboral que producen son excesivos. Estos síntomas no son producidos de forma
voluntaria y tampoco pueden explicarse por el consumo de sustancias o por otra
enfermedad psiquiátrica, lo que no implica que no puedan darse simultáneamente; de
hecho, es muy frecuente encontrar un trastorno depresivo o ansioso de base.
La experimentación de síntomas somáticos es un suceso muy habitual en el ser
humano y por sí solo no constituye ninguna enfermedad psiquiátrica. Sólo debe
hablarse de somatización, y catalogarse como un problema médico, cuando el
individuo atribuye estas molestias a una enfermedad orgánica, frecuentemente grave,
y su convencimiento no cede a pesar de la negativa de los médicos; es más, estos
individuos suelen estar descontentos con el tratamiento que se les ofrece. En general,
los trastornos somatomorfos se encuentran más habitualmente en mujeres, a
excepción de la hipocondría que afecta por igual a ambos sexos.
El DSM-IV-TR identifica cinco Trastornos Somatomorfos específicos:





Trastorno de Somatización
Trastorno de Conversión
Hipocondría
Trastorno Dismórfico Corporal
Trastorno por Dolor
y dos categorías diagnósticas residuales:
 Trastorno Somatomorfo Indiferenciado
 Trastorno Somatomorfo no especificado.
Trastorno de Somatización (Síndrome de Briquet)
Se caracteriza por múltiples y vagas quejas somáticas que se inician antes de los 30
años, persisten durante varios años, y causan un deterioro evidente de la actividad
social o laboral del individuo. Raras veces remiten de forma completa. Se trata de un
trastorno polisintomático, en cuyo curso deben aparecer:
 Cuatro síntomas dolorosos relacionados con, al menos, cuatro zonas del cuerpo
(cabeza, tórax, etc.) o cuatro funciones (menstruación, micción, etc.).
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 Dos síntomas gastrointestinales, generalmente náuseas e hinchazón abdominal.
 Un síntoma sexual o reproductivo, que debe aparecer al margen del dolor. Por
ejemplo, las irregularidades menstruales en la adolescencia son un signo muy
frecuente.
 Un síntoma pseudoneurológico (deterioro de la coordinación o del equilibrio,
pérdida de la sensación de dolor o de tacto, sordera, etc.).
Los síntomas no pueden ser explicados por la presencia de una enfermedad médica, el
consumo de sustancias o como parte de otra enfermedad psiquiátrica, y no son
producidos de forma voluntaria.
Los individuos con este trastorno suelen caracterizarse por una personalidad narcisista
y dependiente. Suelen describir sus síntomas de un modo dramático, haciendo
hincapié en las repercusiones de éstos sobre su vida, y suelen mostrarse
exhibicionistas y seductores; por ejemplo, mostrando más de lo necesario en las
regiones a explorar.
En ocasiones, pueden exhibir un comportamiento impulsivo o antisocial, con conflictos
matrimoniales, amenazas e intentos de suicidio que no deben subestimarse, pues
algunos pacientes desarrollan síntomas depresivos con el paso de los años, luego el
riesgo de suicidio es real.
Al lado del trastorno de somatización podríamos colocar los cuadros que se definen
como trastorno somatomorfo indiferenciado (duración de 6 meses o más) o no
especificado (duración inferior a 6 meses), en los que no se cumplen estrictamente los
criterios del DSM-IV. Por ejemplo, casos de somatización referida solamente a un
órgano o sistema: colon irritable crónico, neurosis cardíaca, etc.
Trastorno de Conversión
Este trastorno, el más frecuente de los somatomorfos, se caracteriza por la presencia
de síntomas que sugieren una patología neurológica, sin que ésta exista. Estos
síntomas pueden resumirse en alteraciones motoras (tics, convulsiones, parálisis,
alteraciones de la coordinación y el equilibrio) y alteraciones sensoriales (anestesia,
ceguera, sordera, alucinaciones visuales, dolor).
Una característica particular de estos trastornos es que no deben diagnosticarse si se
pueden explicar por un comportamiento o experiencia culturalmente normales (por
ejemplo, las “visiones” en rituales religiosos), siempre y cuando no causen malestar
clínicamente significativo.
Los síntomas conversivos son el producto de las ideas que el individuo tiene de lo que
es la enfermedad, por lo que a menudo se tornan inverosímiles respecto a
mecanismos fisiopatológicos conocidos. Estos síntomas, además, son a menudo
inconsistentes, algo que se puede aprovechar en la exploración. Por ejemplo, si se
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coloca un brazo “paralizado” en alto, éste continuará durante un tiempo en esta
posición y caerá (pero sin golpear la cabeza).
La sintomatología no se produce de manera intencionada; el término conversión,
acuñado por Freud, habla de la resolución simbólica de un conflicto psicológico
inconsciente. De hecho, se exige como criterio la relación entre un acontecimiento
estresante y el inicio del cuadro sintomático. Por ejemplo, puede aparecer dolor en
una parte del cuerpo que el individuo vio dañarse a otra persona accidentada.
Suele iniciarse en la adolescencia o principio de la vida adulta, siendo muy extraño que
lo haga de forma tardía, y en general se resuelve en horas, días o semanas, aunque es
frecuente la reincidencia.
Los individuos pueden manifestar la belle indifference (una relativa falta de
preocupación por sus síntomas) o presentar actitudes de tipo dramático o histriónico.
Son individuos fácilmente sugestionables, por lo que sus síntomas pueden modificarse
o desaparecer según estímulos externos.
Hipocondría
Temor y convicción de padecer una enfermedad grave en contra de la opinión médica
fundada. Esta enfermedad deriva de sensaciones físicas e interpretaciones erróneas
acerca del cuerpo, que conducen al sujeto a un irrefrenable miedo a padecer
enfermedades graves, generalmente con protagonismo social (cáncer, sida, etc.).
Esta creencia no debe ser de tipo delirante (el individuo puede aceptar que está
exagerando la magnitud de la enfermedad) y no se limita a preocupaciones sobre el
aspecto físico, ni puede explicarse por la presencia de otro trastorno mental (como un
trastorno de ansiedad generalizada).
Trastorno Dismórfico Corporal
Preocupación permanente y excesiva por un defecto físico, más aparente que real.
Esta preocupación no se explica por la presencia de otro trastorno mental, ni alcanza
un grado delirante. Las preocupaciones más frecuentes son: el acné, la pérdida de
cabello, arrugas y otros aspectos que suelen ser cuestiones de actualidad, por lo que el
límite entre la patología y la normalidad es algo difuso. Estos sujetos suelen acudir a
cirujanos plásticos y dermatólogos para que solucionen su defecto, pero pronto
aparecen nuevas y más intensas preocupaciones por su físico.
La mayoría de los sujetos experimentan un malestar intenso en relación con su
defecto, se consideran “feos” patológicos, llegando a pasarse horas frente al espejo
observándose, tienden al aislamiento social e, incluso, al suicidio.
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Trastorno por Dolor
Aparición de dolor grave y deteriorante en ausencia de enfermedad física o excesivo
para la misma, que no es simulado ni explicado por otra enfermedad mental, y cuyas
características se relacionan con factores psicológicos. Si el paciente presenta otros
síntomas (inapetencia, anhedonia…) éstos sólo son objeto secundario de queja.
El dolor aparece repentinamente y aumenta en intensidad al cabo de pocas semanas o
meses. El abuso de sustancias (alcohol, opiáceos) puede complicar el curso del
trastorno. El dolor puede llevar a la inactividad y aislamiento social que, a su vez,
puede conducir a problemas psicológicos adicionales.
TRASTORNOS DISOCIATIVOS
Disociación: separación de algo que debería estar unido.
Trastorno Disociativo: defensa o mecanismo de protección frente a un trauma o
conflicto interno que permite a las personas aislarse de éste. Así, se produce una
alteración en los pensamientos y sentimientos del individuo, de modo que durante un
periodo de tiempo cierta información no se asocia o integra con otras informaciones,
provocando una serie de fenómenos clínicos y conductuales.
La característica esencial es una alteración en la función integradora de la conciencia,
la memoria, la identidad y la percepción del entorno. De hecho, la amnesia es el
síntoma más frecuente de estos cuadros.
La existencia de un acontecimiento estresante es clave para el diagnóstico, así como la
inexistencia de patología orgánica. El Trastorno Disociativo no siempre debe
considerarse patológico por sí mismo, ya que generalmente no produce malestar ni
deterioro, por lo que no se le puede catalogar de patología. De hecho, la disociación es
un proceso psicológico muy frecuente en la vida cotidiana; por ejemplo, quedarse
absorto leyendo un libro hasta dejar de tener conciencia de lo que sucede alrededor.
En el DSM-IV-TR se identifican cinco Trastornos Disociativos específicos:
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Amnesia disociativa
Fuga disociativa
Trastorno de identidad disociativo
Trastorno de la despersonalización
Trastorno disociativo no especificado
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Amnesia Disociativa
Incapacidad para recordar información personal importante, generalmente
relacionada con acontecimientos traumáticos o estresantes, que no se puede justificar
por el olvido ordinario.
Se produce una alteración reversible de la memoria que impide al sujeto recordar
experiencias previas. Sin embargo, aunque esta información permanece fuera de la
conciencia, puede continuar influyendo sobre el comportamiento de la persona. Dado
que la amnesia está presente en la mayor parte de los Trastornos Disociativos, sólo se
puede hacer el diagnóstico cuando la amnesia sea el único síntoma presente, y
siempre que ésta no se pueda explicar por los efectos fisiológicos directos de una
sustancia o por una enfermedad médica y, además, cause malestar clínicamente
significativo.
Los episodios de amnesia pueden ser precedidos de abusos físicos o experiencias
sexuales y situaciones estresantes, como la muerte de un ser querido o la ruina
financiera. También pueden conducir a la amnesia la turbación que provoca la
culpabilidad o las conductas criminales.
En la Amnesia Disociativa se han descrito varios tipos de alteración de la memoria:
 Amnesia localizada: el individuo es incapaz de recordar los acontecimientos de
un periodo de tiempo circunscrito
 Amnesia selectiva: el sujeto puede recordar sólo algunos de los
acontecimientos de un periodo de tiempo circunscrito
 Amnesia generalizada: la imposibilidad de recordar abarca toda la vida del
sujeto
 Amnesia continua: incapacidad para recordar acontecimientos que han tenido
lugar desde un momento determinado hasta la actualidad
 Amnesia sistematizada: la pérdida de memoria está circunscrita a cierto tipo de
información.
Puede resolverse de forma espontánea ante un estímulo o gradualmente, aunque la
recuperación de la información puede ser inexacta.
Fuga Disociativa
Es un trastorno muy poco frecuente que consiste en uno o más episodios de viajes
repentinos e inesperados fuera del hogar sin un propósito determinado y con una
incapacidad del individuo para recordar su pasado y su identidad personal. El individuo
suele desplazarse a un entorno previamente conocido y adopta una vida
aparentemente normal con otra identidad.
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El inicio de estas fugas suele estar asociada a un suceso traumático intolerable para el
individuo. La recuperación suele ser rápida, cuando se percata de su amnesia o
empieza a sentir confusión respecto a su nueva identidad. Puede existir amnesia para
los acontecimientos que han tenido lugar durante las fugas.
Trastorno de Identidad Disociativo ( o Trastorno de Personalidad Múltiple)
Se caracteriza por la presencia de dos o más identidades o personalidades distintas en
un mismo sujeto. Suele haber una personalidad original, generalmente pasiva,
dependiente, culpable y depresiva, y que no es consciente de las otras personalidades,
mientras que las personalidades alternantes si suelen tener conciencia de algunos
aspectos de las otras, incluso se critican entre ellas y pueden aparecer a modo de
voces internas. La transición a otra personalidad se suele dar de forma brusca,
generalmente ante estrés psicosocial, y marcada por ciertos comportamientos
(parpadeo rápido, cambios faciales, cambios de voz, etc.).
Los individuos con este trastorno presentan frecuentemente lapsos de memoria que
afectan a su historia personal. Es una patología muy poco frecuente y, al contrario de
lo habitual en los Trastornos Disociativos, crónica. Por lo general, estos sujetos refieren
haber padecido abusos físicos y sexuales, sobre todo durante la infancia, y son muy
propensos al suicidio y la automutilación.
Trastorno de Despersonalización
Se caracteriza por la presencia de experiencias persistentes o recurrentes de
distanciamiento o de ser un observador externo de los propios procesos mentales o
del cuerpo, permaneciendo intacto el sentido de la realidad, es decir, se percibe la
irrealidad de lo que ocurre, de ahí que generalmente tengan problemas para describir
lo que les ocurre, ya que tienen miedo de que estas experiencias impliquen estar
“loco”. Existen casos tanto de aparición aguda, tras un conflicto psíquico, como
crónicos.
TRASTORNOS FACTICIOS
Se presentan como un tipo de enfermedad muy complejo de difícil diagnóstico. Se
caracterizan por el fingimiento o la producción intencionada de signos o síntomas
físicos o psicológicos, con el único fin de asumir el rol del enfermo. Un subtipo de
trastorno facticio, el más grave y común, es el Síndrome de Münchausen, que se
caracteriza por la producción de síntomas predominantemente físicos.
En el Trastorno Facticio la producción de la enfermedad es intencional y consciente,
pero la motivación real es inconsciente e implica la necesidad de convertirse en
“paciente”, con la hospitalización como meta primaria y forma de vida del sujeto,
como una necesidad imperiosa de ser atendido y cuidado. No existen móviles de
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ganancia externa, económica o de eludir responsabilidades laborales o judiciales, lo
que les diferencia de la simulación. De hecho, su comportamiento se considera
compulsivo, es decir, está fuera del control del individuo, mientras que en la
simulación se considera, en cierto modo, un comportamiento adaptativo.
Criterios para el diagnóstico de Trastorno Facticio (DSM-IV-TR):
 Fingimiento o producción intencionada de signos o síntomas físicos o
psicológicos.
 El sujeto busca asumir el papel de enfermo.
 Ausencia de incentivos externos para el comportamiento (p. ej., una ganancia
económica, evitar la responsabilidad legal o mejorar el bienestar físico, como
ocurre en el caso de la simulación).
La presencia de síntomas facticios no excluye la coexistencia de síntomas físicos o
psicológicos verdaderos. Los síntomas que presentan pueden ser una exageración de
una patología previa, o pueden ser inventados (p. ej., el dolor), falsificados (p. ej.,
falsificar la medición de un termómetro), autoinflingidos, o una combinación de todos
ellos.
Suelen ser objeto de múltiples exploraciones e intervenciones quirúrgicas innecesarias,
lo que puede desencadenar un trastorno físico de origen iatrogénico. Cuando se les
descubre, abandonan rápidamente el hospital, incluso en contra de la prescripción
médica, argumentando una mala praxis.
Es más frecuente en mujeres, a excepción del Síndrome de Münchausen, más
frecuente en hombres. Este trastorno, cuando es crónico, es incompatible con el hecho
de que el individuo mantenga un empleo fijo, lazos familiares o que pueda establecer
relaciones interpersonales duraderas. Sin embargo, la cronicidad es poco frecuente,
siendo más habitual la presentación en episodios intermitentes. Su evolución es
variable: bien hacia la curación, o hacia la psicosis y el suicidio.
El DSM-IV-TR recomienda sospechar este trastorno cuando se combinan las siguientes
circunstancias:
 Cuadro clínico dramático o atípico que no pertenece a una enfermedad física o
mental identificable
 Síntomas o comportamientos que aparecen cuando el individuo es observado
 Pseudología fantástica
 Comportamiento antisocial en la sala de hospitalización
 Conocimiento excesivo de la terminología médica y rutinas hospitalarias
 Consumo encubierto de fármacos
 Múltiples intervenciones terapéuticas
 Historia intensa de viajes
 Pocos o ningún visitante durante la hospitalización
 Curso clínico fluctuante.
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Trastorno Facticio por Poderes (o Síndrome de Münchausen por poderes): consiste
en la producción intencionada de signos o síntomas físicos o psicológicos en otra
persona que se haya a su cargo, por lo general un niño pequeño (menor de 6 años). No
existen incentivos externos que justifiquen este comportamiento, por lo que se supone
que debe de haber una necesidad psicológica de asumir el papel de paciente a través
de otra persona. Este síndrome representa un subtipo de maltrato infantil, muy
frecuente por parte de la madre, quien deberá responder penalmente por ello.
POBLACIÓN CARCELARIA
Hemos de incidir particularmente en la aparición de este tipo de trastornos en
instituciones penales, debido a su relativa frecuencia, especialmente en adolescentes
internados en centros de menores o en madres en prisión separadas de sus hijos.
Ha de tenerse en cuenta la posible aparición de las denominadas psicosis carcelarias.
Estos trastornos se dan en personas equilibradas que, al ingresar en prisión, pueden
sufrir fenómenos reactivos a la privación de la libertad que pueden abarcar
somatizaciones, ansiedad, insomnio, etc., pero que se definirían como Trastornos
Adaptativos y que suele remitir ante eventos como el traslado al hospital.
Del mismo modo, pueden aparecer Trastornos Disociativos, entre los que cabe
destacar el Síndrome de Ganser, un trastorno a caballo entre la disociación y la
simulación que se suele dar en sujetos que esperan un interrogatorio. La manifestación
más llamativa es que no saben responder a las preguntas más elementales que se les
hace, aunque la forma de las respuestas revela que han comprendido el sentido.
Aunque podría tratarse de una simulación, el Síndrome de Ganser se encuadra dentro
de los Trastornos Disociativos, dado que en todos los casos descritos se ha
comprobado un estrechamiento en la conciencia.
ASPECTOS LEGALES DE LOS TRASTORNOS SOMATOMORFOS Y DISOCIATIVOS
Estos trastornos no implican una pérdida del contacto con la realidad, ni ocasionan
pensamientos delirantes, por lo que la imputabilidad no se encuentra alterada por
padecer un trastorno de este tipo. En ocasiones, el trastorno podría ser un factor de
influencia, pero la conducta criminal sería decisión de un individuo completo, lo que
podría disminuir la imputabilidad, pero no llegar a la inimputabilidad completa.
No obstante, no hay que descartar una posible reacción aguda “en cortocircuito”
secundaria a un importante estrés psíquico, bajo las cuales los enfermos pueden
cometer actos criminales que pueden llegar al asesinato o el suicidio, y que podrían
definirse exentos de culpabilidad pues no se realizan bajo control consciente. Para ello,
es necesario conocer el comportamiento normal “base” del individuo.
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El condicionamiento psicopatológico de los trastornos somatomorfos sobre conductas
con relevancia penal no se considera de suficiente intensidad para llevar a una
inimputabilidad parcial ni total. Sin embargo, sí se ha de tener en cuenta su posible
aparición a raíz de un acontecimiento traumático.
En el terreno civil, son motivo de incapacidad laboral y evaluación del grado de
discapacidad. Además, es frecuente que estos trastornos sean el origen de querellas
contra profesionales de la salud.
La Amnesia Disociativa puede tener importancia de cara al testimonio, a efectos
legales se considera como una amnesia.
En la Fuga Disociativa se pueden producir lesiones o accidentes durante el episodio,
absentismo laboral o un abandono del hogar. En estos casos, este trastorno puede ser
causa de inimputabilidad parcial e, incluso, completa.
El Trastorno de Identidad Disociativo puede alcanzar una gravedad suficiente para
cometer actos criminales en presencia de una personalidad alterna, en cuyo caso
podría llegarse a la inimputabilidad completa, teniendo en cuenta la personalidad
original del individuo.
SIMULACIÓN
Actitudes de encubrimiento, fingimiento o engaño, o invención consciente y meditada
de un trastorno mental o físico, y a la exageración o invención de una incapacidad
producida por un accidente o enfermedad, de la que se deriva alguna ventaja personal,
característica primordial que la diferencia de los Trastornos Facticios.
Aparece motivada por incentivos externos (compensación económica, escapar de una
condena criminal, obtener drogas…).
No se considera una enfermedad psiquiátrica, recogiéndose en el DSM-IV-TR dentro
del epígrafe “Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica”. Se trata de
un engaño análogo a la mentira, con la diferencia de que la Simulación no se limita a la
expresión verbal, sino que se acompaña, además, de una “puesta en escena” de la
mentira.
La Simulación suele buscar enfermedades de origen neuropsiquiátrico por motivos
evidentes. La Simulación no es un diagnóstico excluyente, por lo que no es raro
encontrar sujetos que presentan un Trastorno Facticio y, además, simulan. Estas
características, difícilmente objetivables, convierten la detección de la Simulación en
un reto, no siempre alcanzable.
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Tipos
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
Total y verdadera: el sujeto finge una enfermedad inexistente.
Sobresimulación: exageración de una enfermedad real.
Metasimulación: se prolongan o reproducen síntomas de un trastorno sufrido
anteriormente.
Disimulación: el sujeto esconde una enfermedad existente. Por ejemplo, un
paranoico puede esconder su enfermedad para dar validez a ciertos actos
jurídicos.
Detección
La DSM-IV-TR recomienda sospechar la simulación ante la combinación de las
siguientes situaciones:
 Presentación en un contexto médico legal (p. ej., la persona es enviada por el
fiscal para una exploración médica).
 Discrepancia acusada entre el estrés o la alteración explicados por la persona y
los datos objetivos de la exploración médica.
 Falta de cooperación durante la valoración diagnóstica e incumplimiento del
tratamiento.
 Presencia de un Trastorno Antisocial de la Personalidad.
No existen signos patognomónicos de fraude clínico, por lo que el observador debe
basarse en diferentes fuentes de información: la anamnesis, la evaluación clínica
evolutiva y el análisis de las pruebas psicológicas o médicas.
Dada la amplia variedad de síndromes y procesos patológicos susceptibles de ser
simulados, apenas es posible hacer un estudio general de la sintomatología de la
simulación, pues se basaría, simplemente, en un conocimiento exhaustivo de la
enfermedad a simular y de los trastornos psiquiátricos que pueden subyacer al
engaño.
Características comunes que aparecen en la evolución de estos sujetos:




Atipicidad del cuadro simulado, que no se ajusta a ninguna enfermedad
conocida. Frecuentemente se combinan manifestaciones de distintos
síndromes.
El cuadro clínico que aparenta es contradictorio y carece de la estabilidad y
continuidad del verdadero. Suele ayudar mucho al perito los errores en que
incurre el simulador al olvidar las características que atribuyó al síndrome
inicialmente simulado, por lo que se contradice en las entrevistas y exámenes.
Falta de correlación causal entre los síntomas simulados y la etiología
correspondiente.
Ausencia de pródromos (manifestaciones previas antes de aparecer la
enfermedad), con lo que el cuadro surge inmediatamente después de cometido
el delito.
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
Falta de correlación entre el síndrome simulado y la conducta del sujeto. Por
ejemplo, refiere ideas de persecución y no tiene la actitud defensiva ante éstas.
Exageración o atenuación de los síntomas dando siempre alusión a la
enfermedad, es decir, se convierten en exhibicionistas de la supuesta
enfermedad.
Falta de cooperación ante las pruebas e interrogatorios.
Incompatibilidad entre los resultados de las pruebas y el perfil de síntomas que
alega o imita. Por ejemplo, el sujeto falla en tareas fáciles y contesta bien a
preguntas que implican los mismos procesos cognitivos.
Ausencia de respuesta al tratamiento convencional.
Ausencia de fenómenos somáticos acompañantes del cuadro psicopatológico,
ya sea por la incapacidad de realizarlos o por el desconocimiento de los
mismos. Por ejemplo, el simulador de cuadros depresivos que no menciona el
insomnio porque desconoce esta asociación.
Por otra parte, se pueden realizar pruebas en base a los posibles errores conceptuales
que tiene el paciente. Por ejemplo, en sujetos que desconocen la enfermedad
psiquiátrica, es frecuente encontrar la idea de que estas enfermedades se asemejan a
la condición mental de un niño, descubriendo en el comportamiento del sujeto
actitudes más propias de esta edad que de la patología que pretende fingir.
Sin embargo, es más frecuente que el sujeto se haya estudiado a conciencia la
enfermedad a simular, en cuyo caso podemos descubrirlo gracias a su falta de
experiencia con la misma, lo que conlleva, por ejemplo, la exageración de síntomas
que se presentan.
En cualquier caso, la pericia del examinador y su experiencia como clínico constituyen,
en última instancia, la piedra angular de la detección.
Aspectos Legales
Informar sobre una simulación no es efectuar un diagnóstico psicológico, de hecho la
simulación suele terminar en el mismo momento en que se identifica. Por ello, no se
puede conceder valor o resultados legales a la simulación, de modo que no se puede
considerar una circunstancia atenuante ni agravante de cara a la posible sanción.
Sin embargo, dada la subjetividad que puede plantear la detección de la simulación, se
plantea en ocasiones la consideración de la simulación como un comportamiento
adaptativo: por ejemplo, fingir una enfermedad mientras se está cautivo del enemigo
en tiempo de guerra. En estos casos, es el examinador y su construcción de la realidad
quien va a considerar si estas conductas son disfuncionales o adaptativas.
Por otro lado, se plantea la cuestión de si la simulación puede ser, en sí misma, reflejo
de algún trastorno mental. Un ejemplo de esto es el trastorno facticio, en cuyo caso la
simulación subyace como síntoma del trastorno. Igualmente, podría aparecer como
síntoma provocado por un trastorno histriónico de la personalidad, debido a su afán
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manipulador. Aún así, la jurisdicción no tiene en cuenta estas matizaciones,
considerando que ciertos comportamientos tienen una intención clara por parte de la
persona que los lleva a cabo.
Aunque la mayoría de los simuladores que se presentan en un proceso judicial son
victimarios, podemos observar este comportamiento también en las víctimas,
generalmente sobresimulando para un mayor convencimiento de su papel; o en
procesos civiles, por ejemplo, para evitar disposiciones del tribunal como un desalojo.
En conclusión, la simulación una vez detectada, no modifica la imputabilidad del
individuo, y su único efecto sobre el proceso judicial puede ser indirecto, al restar
credibilidad al individuo simulador.
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