HISTORIA DEL ARTE El Paleolítico

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HISTORIA DEL ARTE
El Paleolítico
Durante la primera fase de la era cuaternaria, el pleistoceno o era de las glaciaciones, los homínido
evolucionaron hacia especies de creciente inteligencia, capaces de fabricar instrumentos. Los australopitecos,
cuyos restos se han hallado en el África oriental y meridional, en China y el sudeste asiático, parecen haber
sido los primeros en desarrollar una primitiva industria lítica: la cultura de instrumentos de guijarro.
Arte
Es posible formular una definición amplia del arte a partir de la etimología de esta palabra que proviene del
termino ars, equivalente latino de la voz griega techné. Según este significado original y con un sentido
amplio, el arte es adquisición de destreza para la realización de una actividad, mediante su practica, con un fin
determinado. Esta acepción, permite, por ejemplo, hablar del arte de la guerra, como la aptitud para combatir
obtenida a través de la aplicación de la estrategia, de la táctica y del uso de las armas en un enfrentamiento
con enemigos.
En un sentido estricto el termino arte es utilizado para señalar las actividades que persiguen una finalidad
estética. Dentro de este concepto quedan englobados aquellos actos a través de los cuales el ser humano busca
expresar sus emociones, manifestar sus sentimientos, sus angustias, sus inquietudes y aspiraciones
espirituales.
Aunque no existe una definición exacta que delimite la noción de arte, diversos artistas y pensadores se han
dedicado a reflexionar sobre dicha noción y sus ideas nació una rama de la filosofía denominada estética; de
acuerdo con los sistemas de ideas dominantes en los terrenos filosófico, sociológico o psicológico, surgen
diversas teorías estéticas.
Determinados autores intentaron definir el arte distinguiéndolo de otras disciplinas por contraposición. Los
estudiosos pertenecientes a esta corriente señalan que el arte no es ni ciencia ni filosofía, porque no extiende
el dominio del saber científico o filosófico. Esta definición como otras, intenta circunscribir la noción de arte,
sin embargo, ninguna de ellas ha logrado aun una definición absolutamente precisa de qué es el arte.
Concepciones del arte a través de la historia
Hasta el siglo XVIII, la mayor parte de las reflexiones teóricas acerca del arte podían encuadrarse en dos
amplios grupos: las que abordaban la cuestión dentro de una especulación filosófica general, y las que
incidían en los aspectos puramente técnicos. Las primeras se adscribirían a lo que en 1750 el alemán
Alexander Baumgarten definiría como estética: una rama de la filosofía cuyo objeto no es la obra artística en
si misma, sino la belleza y lo bello según se manifiestan en el arte.
Esta concepción se remonta a los pensadores griegos. Así, Platón identificaba la belleza con el bien, y
Aristóteles definía la literatura, y por extensión todo el arte, como representación. La labor del artista seria
representar la realidad, extrayendo de ella sus partes más significativas; el arte consistiría, por tanto, en una
representación racional de la realidad. Esta concepción persistiría hasta el romanticismo, incluso en aquellos
autores que resaltaban el carácter arrebatado de la creación artística. Así, en el siglo I, el anónimo autor del
tratado De Lo Sublime resaltaba como una de las fuentes del arte elevado la vehemencia y el entusiasmo en lo
patético y emocional, pero no se recataba en afirmar que el arte es perfecto en el momento en que parece ser la
naturaleza.
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En la antigua Roma, predominaba una noción histórica del arte en virtud de la cual este se identificaba como
un progreso continuo que había llegado a su culminación. La representación no podía ya ser más perfecta, y
así, exceptuamos las aportaciones de la arquitectura, que no se consideraba propiamente un arte, los artistas
romanos se dedicaron fundamentalmente a la imitación de los modelos clásicos griegos.
En la edad media, el arte se concibió casi de forma exclusiva desde una perspectiva religiosa, como exaltación
de los ideales cristianos. El objeto seria la glorificación de la majestad divina, y como tal la noción del artista
individual quedaba oscurecida.
Con el renacimiento volvió a enfatizarse la idea del arte como representación de la naturaleza. Sin embargo,
los creadores renacentistas confirieron a las disciplinas artísticas una autonomía que hasta entonces no habían
poseído y un cauce propio, reivindicándolas como una vía de conocimiento y penetración de la realidad que
poseía medios y formas diferenciados.
A fines del siglo XVIII y principios del XIX, la concepción del arte sufrió una radical transformación. Ésta se
articuló en torno a tres nociones básicas. En primer lugar, se confirió un papel decisivo al genio individual, el
arte como expresión del artista y no ya como representación. En segundo lugar, se revalorizo el arte popular,
que paso a considerarse creación colectiva y que, por lo tanto, dejo de sujetarse a unas reglas academicistas de
apreciación. Por ultimo, se enfatizo el valor social del arte no ya como expresión, sino como medio para
progresar en la justicia social.
El siglo XX traería consigo un cuestionamiento de todos los presupuestos artísticos. El desarrollo de la
abstracción en la pintura rompió por completo con la tesis clásica de la representación; la literatura, por obra
de los surrealistas o de autores como James Joyce, ha llevado la escritura a un punto de total quiebra de los
procesos mentales o lingüísticos. Y lo mismo cabe decir de otras muchas disciplinas artísticas, como la
música y la arquitectura o la cinematografía, que en un tiempo muy corto de existencia ha supuesto un
replanteamiento total de sus formas expresivas. La propia noción de arte como producción seria puesta en tela
de juicio por movimientos como el dadaismo o, ya en la década de 1960, el arte conceptual, en el que el
análisis intelectual del arte se convirtió en manifestación artística.
La pintura en el paleolítico
Las expresiones artísticas del hombre paleolítico se clasifican en tres etapas, divididas por orden cronológico
en auriñaciense, solutense y magdalenense, que se desarrollaron en Auriñac, Solutré y la Madelaine, en
Francia.
El período ariñaciencse se caracteriza por la presencia de líneas curvas onduladas o espiraladas en las paredes
rocosas. La mujer esta representada en una serie de estatuillas esculpidas en esteatita, marfil o piedra calcárea.
Son las llamadas Venus, símbolos de la fertilidad, como la Venus de Willendorf y la de Lespugue.
A partir del período magdalenense, las pinturas rupestres y las esculturas llegan a su esplendor con la
representación realista ay dinámica de los animales. Grandes mamíferos como mamuts, renos, hienas, bisontes
y antílopes aparecen en las grutas. El hombre del Paleolítico era recolector y cazador. La representación fiel y
realista de las escenas de caza, realizadas anticipadamente cumplía una función mágica que facilitaba la
cacería.
Una de las principales muestras de este arte se encuentran en las cuevas de Altamira (España) y de Lascaux
(Francia).
La historia del descubrimiento de Altamira, en el Norte de España, es bien reconocida. Se trata de un famoso
techo que presenta bisontes y otros animales, pintados con una maravillosa utilización de los altibajos
naturales del techado de piedra. Las siluetas accidentales sugirieron al artista del paleolítico que debía pintar
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numerosos bisontes yacentes y hacer uso de las proyecciones de la piedra para añadir la ilusión del relieve a
cada representación pictórica. Estas figuras son policromas y quizá constituyan la obra más avanzada y
elegante que se conoce del Paleolítico.
El aspecto más llamativo de Lascaux es que la cueva encierra un rasgo casi único: que esta decorada como
una unidad. En la mayoría de las cuevas, las pinturas no están dispuestas de ese modo; tan solo se encuentran
decoradas ciertas partes de la cueva que, a menuda, pasan desapercibidas; el dibujo de un animal no esta
situado, en relación a otro, con respecto a su tamaño o disponibilidad de espacio, de forma que, con
frecuencia, se superponen, o se confunden; algunos no están terminados y otros pueden aparecer del revés.
Hábitat y Objetos
Los pitecántropos, cuyos restos se han hallado principalmente en África, china y Java, desarrollaron a lo largo
del paleolítico inferior diversas técnicas de talla de la piedra, conocidas por el nombre de los primeros
yacimientos que se estudiaron, casi todos ellos en Francia. La mayor parte de los instrumentos líticos de este
periodo corresponden al tipo e las hachas de mano o bifaces, fabricadas mediante la percusión de una piedra
sobre los dos lados de otra para raer un borde cortante. Estos bifaces, originarios de África, done se encuentra
el importante yacimiento de Olduvai, en Tanzania, se denomina abbevillenses y se difundieron por Europa y
Asia. Un tipo mas elaborado que se hacia mediante percusión con madera o hueso, se denomina acheulense.
También del paleolítico inferior es la técnica levalloisiense, consistente en la elaboración de lascas de sílex
desprendidas del núcleo de piedra mediante un golpe preciso en el mismo. Similares son las culturas
clactoniense y tayaciense.
Los protagonistas del paleolítico medio, iniciado hacia el año 125.000 a.C., fueron ya hombres de la especie
Homo Sapiens. En Africa y en Asia, el desarrollo técnico se estanco en la fabricación de hachas de mano,
mientras que en el nordeste del mar Negro y en el centro y sur de Europa se desarrollo una industria mas
perfeccionada de lascas pequeñas con las que se fabricaban raspadores, puntas, hojas cortantes, etc. Esta
cultura, representada principalmente por la técnica musteriense, se relaciona con restos del hombre de
Neanderthal y se extendió hacia Asia por Palestina, el Kurdistan, la India y China.
Hacia el año 65.000a:c, durante la cuarta glaciación, Europa empezó a convertirse en el foco de la renovación
de la técnica lítica. El paleolítico superior se caracterizo en primer lugar por la utilización en gran escala de
los huesos y las astas de animales para la fabricación de útiles muy perfeccionados y variados: agujas, buriles,
arpones, palas, etc.
La cultura Magdaleniense (paleolítico superior) se destaco por la variedad de objetos de hueso, el arte parietal
y mobiliario y la invención de un palo lanzador de dardos.
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