Sobre el racismo considerado como una de las más grotescas

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Sobre el racismo considerado como una de las más grotescas
artes. Sobre los hechos ocurridos en Alcorcón
Piere Loeb (Colectivo La Felguera) :: 01/02/2007
En términos generales, todos estamos radicalmente en contra de
los matones, sean latinos, nazis o policiales. Cuestión distinta es la de situarse en el seno de
una protesta que en sus formas, tímido programa y fines, se ha mostrado y se muestra como
torpe, inútil y racista.
"Los españoles primero se buscan un futuro. Después tienen hijos. Y tú no tienes futuro. Ni yo". Ivan,
Latin King Los Latin King son una banda creada en las prisiones de los Estados Unidos,
primeramente en Nueva York, como una manera de proporcionar a los internos latinos un respaldo
para defenderse de otros grupos existentes en la prisión. Uno de sus líderes, el puertorriqueño King
Tone, pretendió dotar a los kings de una conciencia de raza, similar a los pachucos de Los Angeles
durante y tras la II Guerra Mundial que sufieron la represión y la violencia de los marines junto al
amparo de las autoridades. Esta conciencia de raza, por el tipo de vida y el hecho de "ser latino" en
Estados Unidos, supuso el odio hacia la brutalidad policial y la creación y reforzamiento de una
identidad propia como supervivencia social. El Latin King intenta resistirse a la integración de sus
valores en la sociedad de acogida, desea hacerlos perdurar y los impone. Esta afirmación ya nos
puede otorgar alguna línea de fuga, algún elemento de análisis para un inicio del final de la
violencia: es necesario respetar la identidad del propio latino, promoverla y defenderla, sin
hostilidad. A pesar de que "esta civilización no tiene nada que ofrecer sino mercancías, y no fines,
que apremia a una adaptación total, y no a una visión de las transformaciones, se desliza en coches
prodigiosos, junto a escaparates rebosantes, por calles esplenderosas de luz, hacia la oscuridad, el
desconcierto y la precariedad’ (Ernst Fischer), el latino y el inmigrante desea participar de ese
"esplendor", conoce la "oscuridad’ (escasez, marginación, racismo...), pero vive profunda y
diariamente las exigencias de la supervivencia. Estamos ante un problema cuyos protagonistas son
los hijos de una inmigración de segunda generación, es decir, se trata de aquellos que han sido
reagrupados por sus familiares. Sus madres han desarrollado su vida durante escasos años en
España y han solicitado la reagrupación familiar de sus hijos. En el caso de la reagrupación, precisan
haber obtenido un permiso de trabajo, es decir, se exige cierta estabilidad económica en trabajos
con frecuencia mal pagados, como trabajo doméstico o hosteleria, y en los que se exige plena
dedicación. Una vez trazadas estas coordenadas, podemos señalar que el contacto con sus hijos
recién llegados y el seguimiento de la vida de éstos en suelo español será, con frecuencia, escaso.
Por otro lado, es importante señalar que la legislación española exige la demostración de medios
económicos a la hora de reagrupar, lo que genera una limitación en los reagrupados. Esta situación
conduce a la separación entre hermanos al únicamente poder demostrar el reagrupante medios
económicos para, como máximo, uno sólo de sus hijos. Los otros hermanos intentarán ser
reagrupados en el futuro. En el caso de los menores, estos tienen acceso a la educación básica. Los
problemas -al menos, los visibles- surgen cuando los recien llegados son adolescentes. En tal caso, la
vida en las ciudades se convierte en algo duro y poco accesible. Precisamente, son estos quienes
entran en bandas juveniles como los Ñetas o los Latin Kings. Como cualquier joven, necesitan
puntos de referencia vivenciales. Alejados geográfica y culturalmente de sus países de origen y de
sus modos de vida, con sus amigos que han quedado atrás y parte de sus familiares, se sienten
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extrañados en un lugar en el que sus nacionales (españoles) los observan con desconfianza y
hostilidad. No sólo desarrollan modos de ocio públicos (la calle sustituye a la vida familiar), sino que
es el espacio público su nuevo punto de referencia y es en este lugar ideal donde se siente que todo
es posible, en donde desarrolla su vida. Su otro referente de ocio -pubs y discotecas- producen
formas más bruscas de racismo y hostilidad, frecuentes -eso sí- en la cobertura de los medios de
comunicación con ejemplos de hiperviolencia racista, como el caso de las agresiones por parte de
muchos porteros de discotecas hacia latinos. Una vez que sale de su entorno de protección, es decir,
la banda o la pandilla, accede a momentos vitales de vulnerabilidad. Su reacción lógica será, por lo
tanto, reforzar su nuevo espacio de acción. Este intento de resistir se ha expresado en la
proliferación de una infraestructura cultural propia (locales, tiendas de ropa, etc) y que,
popularmente, se ha representado en la difusión de un tipo de música latina eminentemente urbana.
El espacio público del pandillero genera su propio lenguaje y su primer objetivo es el control del
territorio, algo que podría explicar el supuesto chantaje económico que, ciertos pandilleros, han
realizado en Alcorcón a la hora de poder acceder a unas canchas de baloncesto. Pero este hecho,
cierto o no, no ha sido el desencadenante de la masiva protesta y la violencia racista, sino tan sólo el
espectacular resorte capaz de generar empatías entre los agresores.Algo tan injusto como el
chantaje es capaz de generar simpatías colectivas fáciles de propagar y algo tan cercano -en su uso
como lugar de reunión, puesto que los adolescentes españoles no suelen hacer uso de una cancha de
baloncesto como la de Alcorcón para practicar deporte- como una cancha de baloncesto, que
siempre ha estado ahí y que todos conocen, provoca la idea de la apropiación violenta de un espacio
que no era previamente suyo, sino que era, tal y como expresaron muchos jóvenes participantes en
los incidentes, de "los españoles", lo cual ha dado lugar a un intento de coptación de elementos
declaradamente neonazis. Al igual que la revuelta de los zoot suit, en donde la violencia contra los
latinos se produjo por la supuesta "invasión" de éstos de las salas de baile tradicionalmente blancas
de Los Ángeles, nos encontramos ante la percepción de otra "invasión" distinta. Por supuesto, en el
caso de los zoot suit hubo un hecho relacionado con la criminalidad lo que generó la "justificación"
de la violencia racista, como fue el supuesto apuñalamiento de un nacional a manos de un latino. Las
"salas de baile", lejos de ser hoy los lugares de encuentro de la vida moderna, no producirán ningún
estallido racista, toda vez que existe una segregación cultural en el ocio nocturno en Madrid.
Cuestión distinta es el hecho de que una cancha de baloncesto pueda generar la violencia de estos
días. Visibilizado este control, el español entonces reacciona con ira y desprecio. El español, si no
puede ver lo que sucede en las salas de baile, al menos escucha indignado la música alta de sus
equipos de música, las reuniones de amigos y familiares durante la noche en los parques -lugar de
encuentro de los proletarios-, quienes son casi los únicos que hacen uso de las instalaciones
habilitadas en ellos. Tanto el zoot suit como el pandillero latino, aún mediando décadas de distancia
entre uno y otro, han sufrido los mismos estados de excepción. La policía identifica continuamente a
los adolescentes latinos, los detiene y los hostiga. En el caso del zoot suit, un bando municipal
estableció la potestad policial para detener a todo aquel latino que vistiera de una determinada
forma. No obstante, y en pleno proceso de adaptación de la realidad española a una inmigración
creciente, hemos de entender que la derechización de sectores vulnerables como la misma juventud,
que cada vez más padece los efectos de la precariedad económica (paro, falta de vivienda,
explotación...) o vital (apatía crónica, aumento de los suicidios, depresión, emulación de modelos
televisivos destructivos, etc), producirá formas violentas de respuesta igualmente racistas. Los viejos
patrones para entender el avance de la ultraderecha ya no nos sirven. Hasta el año 2003, año en que
en la ciudad de Barcelona se produce el asesinato de un chico colombiano a manos de,
presuntamente, Latin Kings, los medios de comunicación no habían prestado atención a la posible
existencia e implantación de bandas en el estado español. No obstante y desde entonces, la caliente
noticia y la seducción para el espectador y/o lector de la vida íntima de un pandillero, se ha
convertido en portada de numerosas publicaciones. Los temas han sido explotados
espectacularmente, incluido el de la presencia de chicas en el seno de bandas hipermasculinizadas y
sexistas, pero sin ofrecer una información válida que ayudase a comprender los nuevos códigos de
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conducta y el nuevo lenguaje. Por supuesto, se ha escrito demasiada cantidad de imprecisiones, sin
ahondar en las causas últimas de su comportamiento. Mostrados como extraños y salvajes en un país
en el que "no hay racismo" se los separa de quien los contempla. Hay un aislamiento coercitivo
impuesto por la propia población que, salvo cierta música, no tiende ningún puente de
comunicación. Pertenece ya a otro mundo y su característica indumentaria se expresa a la manera
de una reafirmación subcultural del estilo ante la incomunicación entre nacionales y foráneos.
Conviene recordar varios hechos. En primer lugar, entre los heridos de la pelea multitudinaria que
se produjo en el centro de Alcorcón hay también un menor latinoamericano de quien nadie se ha
preocupado por su suerte. Tanto los medios de comunicación como la propia muchedumbre que salió
a la calle la noche del domingo responden a una simplificación del problema tan falsa como
tendenciosa: los agresores son los latinos y las víctimas los españoles. Convendría reflexionar acerca
que hubiera ocurrido si la pelea entre españoles y latinos no se hubiera saldado con la sangrienta
derrota de los primeros. En tal caso, a buen seguro que no hubiera habido un clamor popular por la
violencia de los pandilleros nacionales. Bandas en actual expansión como KTS, los cuales operan por
la zona de Leganés y alrededores y que están integrados, mayoritariamente, por adolescentes
españoles, no han generado protestas vecinales de ningún tipo, a pesar de que tanto policía como
vecinos conocen de la cruenta violencia que emplean. El problema reside en la percepción que
muchos tienen de qué es el racismo y de cómo se debe manifestar. "No somos racistas, negros y
moros estaban con nosotros en la concentración, es sólo contra los latins", afirmaba un joven en la
noche del domingo. Dudando de tal afirmación (la presencia de inmigrantes en la protesta) el saldo
no puede ser mas rotundo. El "latin" se despersonaliza, se convierte en una presa fácil cuyas señas
de identidad son la uniformidad que los jóvenes latinos presentan en su vestuario. El toque de queda
impuesto por el hostigamiento permanente de todo latino acusado de "sospechoso", así como las
razzias a cargo de auténticas y gigantescas bandas de españoles en busca de venganza, demuestran
lo que son los síntomas propios de un levantamiento racista del tipo de El Ejido hace algunos años.
La presencia de Latin Kings en Alcorcón y, por extensión, en la periferia de Madrid es un hecho
conocido. Aún así, hasta la fecha, escasos incidentes habían salido a la luz en un lugar tan gris como
Alcorcón, en cuya población (164.000 habitantes) el porcentaje de inmigrantes de todo tipo es de tan
sólo el 12%, lo cual es inferior a la media regional (15,2%). ¿Por qué en Alcorcón? La respuesta de
las autoridades, lejos de poner las bases para el principio del fin de la violencia, la reactivarán,
estereotipando a agresores y agredidos y alejándolos, más si cabe, de algún tipo de lugar común. La
reacción de las autoridades ha sido tan previsible como el pobre discurso de los jóvenes que salieron
a la calle. Rápidamente, se achacó de "fata de previsión" por parte del Ministerio del Interior ante el
resultado de los incidentes. Cualquier cuestión relacionada con el fenómeno migratorio es
reconducido a las labores propias de la policía, asociando el mensaje de criminalidad e inmigración.
Ni antes ni ahora, el Ministerio del Interior solucionará nada, sino que unirá a los españoles a la
caza del "latin". En cierta medida, las autoridades policiales han reforzado la idea básica que
justifica a los agresores y que se puede resumir en defender que se trata de un problema de
delincuencia y no de racismo cuya solución pasará por expulsar a los latinos. No obstante, la accion
no se dirige hacia un debate profundo y serio de las razones de por qué brota este tipo de violencias,
se generaliza y estigmatiza y, finalmente, se produce un linchamiento social y mediático contra el
joven latino. Quienes mejor pueden percibir el grado de intimidación existente en las calles de
Alcorcón son los propios adolescentes latinos, los cuales -a pesar de no pertenecer a ninguna banda,
ser colombianos, ecuatorianos, dominicanos o bolivianos, etc- se han refugiado en sus casas a la
espera de ver cómo se desarrollan los hechos. Tan sólo una cosa era cierta: "lo ocurrido podía haber
pasado en cualquier otro sitio", tal y como manifestó la Autoridad. La violencia ejercida por los
antidisturbios que acudieron a las calles de Alcorcón lo único que ha hecho, tal y como se está ya
produciendo, es convertir la calle en un "reality show" para aquellos adolescentes que en muy rara
ocasión han sido perseguidos por la policia y crearán empatía entre ellos como "represaliados". Pero
hay un elemento más, algunos despistados pretenderán ver en la protesta algún componente de
clase o algún gesto antiautoritario puesto que, frente a ellos y cortando el paso para el
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enfrentamiento físico contra los pandilleros (sobre los que, curiosamente, se ignora donde están y
dónde se reúnen), están las fuerzas de policía. Nada más lejos de la realidad en lo que es una
moderna noche de los cristales rotos. No existe en la revuelta ningún componente de unidad o de
clase más que la edad (entre 16 y 25 años) de los convocados. Y la edad jamás ha sido un elemento
capaz de generar un movimiento transformador. A dia de hoy no existe movimiento alguno, y dudo
que lo haya, al igual que tampoco hay una conciencia de la juventud como nueva clase social que
pudiera recordar a épocas pasadas. Su aparente defensa "del barrio" es ambigua, débil. Jamás han
sentido tan aprensión y ahora responden con violencia a una ciberconvocatoria cuyo fin es racista.
La excusa, no obstante, es políticamente correcta, blindando cualquier objeción dialéctica. De este
modo, se excluye a quien lance algún otro tipo de reflexión. En términos generales, todos estamos
radicalmente en contra de los matones, sean latinos, nazis o policiales. Cuestión distinta es la de
situarse en el seno de una protesta que en sus formas, tímido programa y fines, se ha mostrado y se
muestra como torpe, inútil y racista. Ese "barrio" se configura como un lugar de paso y de uso, una
efímera petición en lo que es una reacción a la sensación de invasión que expresaban los mensajes
de móvil que han circulado estos días y que amenazaban, con absoluta rotundidad, con que "esto es
la guerra." http://www.nodo50.org/lafelguera/
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http://www.lahaine.org/est_espanol.php/sobre_el_racismo_considerado_como_una_de
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