BEATRIZ SOMOZA FERNÁNDEZ - Colegio Sagrada Familia

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BEATRIZ SOMOZA FERNÁNDEZ
2ºC
CONCURSO LITERARIO
-¡Qué pena! Las nubes ya no pasan por aquí -se lamentaba Sandra mientras
observaba atentamente el cielo.
Hacía tiempo que en el viejo barrio de Sandra no se veía una sola gota. Los
habitantes de Inca se levantaban cada mañana con la esperanza de que el gran manto
azul se cubriera de nubes que descargasen toda su furia transformada en agua. Pero
cuando miraban por la ventana o salían a la calle se encontraban lo de siempre: un día
cálido y seco como el desierto mismo.
Sandra y su primo Óscar estaban tumbados sobre la fresca hierba del jardín,
regada con las pocas gotas de agua que sobraron al hacer la limpieza. Y es que en
Inca la sequía amenazaba a los habitantes, que no tenían otro remedio que ahorrar y
ahorrar para no morir sin agua.
-¿Crees que algún día la lluvia llegará a Inca y sentiremos el agua en nuestra piel?
-preguntó Óscar deseando escuchar algo que le alegrara el día.
-¡Quién sabe! Nosotros no podemos hacer nada por cambiar el tiempo.
-¡Eso lo dirás tú! ¿Piensas quedarte de brazos cruzados mientras ves cómo
morimos deshidratados? Vámonos a la ciudad. Un amigo de mis padres es científico y
tiene un laboratorio con inventos alucinantes. Veamos si puede ayudarnos.
Tras largas horas caminando bajo el sol, Sandra y Óscar llegaron al centro de la
ciudad. Cansados y fatigados por el viaje, todavía les quedaban fuerzas para ir a
buscar a Ricardo, el viejo científico al que todo el mundo tomaba por loco.
Llamaron al timbre. Un extraño soniquete les retumbó en sus oídos. ¡Alucinante! La
puerta se abrió sola. Un largo y oscuro pasillo les indicaba el camino hasta Ricardo. Lo
atravesaron, y … allí estaba. Los dos amigos creían que los científicos locos solo
existían en la ciencia ficción, pero un señor grandote y con pelo alborotado y blanco
(eso sí, algo negro de lo sucio que estaba y las pelusas que tenía) les demostró que
en la realidad también existen.
Sandra y Óscar le explicaron su situación.
-Veamos los que tengo por aquí- susurró Ricardo. Abrió su enorme armario y lo
revolvió todo. Probetas, aparatos, alicates, sierras… ¡Por fin! Ricardo sacó un extraño
secador de pelo. Pero no uno cualquiera.Bien, escuchad con atención, -prosiguió el científico- esto que tengo en mis manos
es el “Súper Sun X 3000”. Raro, ¿verdad?
Los niños asintieron y susurraron un “sí” al unísono.
-En lugar de salir aire, salen nubes, así de sencillo. Así que venga, largaos y
dejadme trabajar.
Sandra y Óscar salieron pitando. Cogieron el primer taxi que vieron y se marcharon
rumbo a Inca. Aquel sería el fin de exactamente 34 años sin llover en ese barrio. ¡Lo
malo es que no dejó de llover nunca más!
* * *
Inca, año 3008. Dos amigos se lamentan del tiempo.
-¡Qué pena, el Sol ya no se deja ver nunca por aquí!
-Vayamos a la ciudad. Un amigo de mis padres es científico y puede ayudarnos a
que deje de llover. Date prisa, no hay tiempo que perder.
FIN
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