Bolivia: los movimientos sociales ante el dilema de Pizarro

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Bolivia: los movimientos sociales ante el dilema de Pizarro
Noel Pérez :: 04/08/2007
Si es verdad que el pueblo ha vencido el miedo, queda una pregunta ¿Se
puede vencer el engaño o terminaremos vencidos por él? Ese engaño es el mismo que durante
la UDP se tradujo en alianzas con sectores decadentes de la burguesía como clase, que hoy ha
empezado a manifestarse en pactos con PODEMOS: para la Asamblea Constituyente y
últimamente para elegir jueces
“Aun queda por ver lo que pasará mañana; pero hoy no nos atacan con las armas en la
mano y, a pesar de todo, la lucha con la sociedad capitalista se ha vuelto cien veces más
encarnizada y peligrosa, porque no siempre vemos con claridad dónde esta el enemigo
que se nos enfrenta y quién es nuestro amigo” Lenin(1)
En Bolivia hoy, los movimientos sociales y el gobierno se enfrentan ante el dilema de Pizarro.
Entender en qué consiste este dilema es desnudar qué representa la propuesta de los autonomistas
de última hora encarnada por los comités cívicos del oriente y la derecha política representada por
PODEMOS y UN ¿Qué significado tiene históricamente el autonomismo departamental? La respuesta
simple y directa es, la continuidad histórica del un colonialismo que lleva 500 años. Su yapita pues.
Pactos coloniales El pacto colonial, durante los siglos del colonialismo español, fue la asociación de
intereses entre las monarquías ibéricas y los “doctores” de Chuquisaca, que a decir de Zabaleta eran
“un producto suntuario que financiaba Potosí”, porque además de gozar las ventajas del monopolio
comercial, ocupaban los principales cargos públicos y religiosos, ambos –españoles y criollosdisfrutaban del trabajo de los “indios”. Estos vínculos son los que generan el pacto de las elites
criollas y españolas. Nuestra independencia formal de España será fruto de un hecho continental: el
ejército de Bolivar. Tras la lucha de los guerrilleros de más de quince años por la independencia, los
“doctores” son lo que administrarán la República. Se puede aplicar a Chuquisaca, la visión de
Alberdi de Buenos Aires respecto a la Argentina: que la revolución de Mayo se hizo en beneficio de
Buenos aires que asumió el papel de metrópoli y las provincias quedaron sometidas a su poder. Lo
mismo que Bolivia respecto a Chuquisaca y los “doctores” (en realidad, de lo que se habla de los
dueños de las minas de plata y los hacendados).Una revolución meramente política y administrativa
que removió del gobierno a la burocracia española e instauró en él a la burocracia criolla. El
gobierno absoluto se concentró en Sucre. El fracaso del proyecto bolivariano se explica no porque
Inglaterra -potencia emergente, estuviera interesada en hacer fracasar la unidad continental, sino
porque estuvo ausente la voluntad nacional y popular de las elites criollas, a lo que contribuyo la
ausencia de una presencia autónoma de las masas populares. La ruptura del monopolio colonial
ibérico se impone entonces como una necesidad, desencadenando el proceso de independencia
política, cuyo ciclo termina durante el primer cuarto de siglo [XIX] con la independencia de Bolivia.
El nuevo pacto neocolonial (dependencia capitalista) es con Inglaterra. Los ingleses no necesitaban
entrar a Bolivia como guerreros conquistadores, les bastaba hacerlo como mercaderes. Por medio de
este pacto La burocracia criolla, acostumbrada a vivir del trabajo de los “indios” que de vasallos del
rey fueron transformados en pongos de las haciendas, pudo seguir regodeándose del parasitismo
producido por las riquezas de la plata y los frutos de la hacienda, hasta que con Arce y Montes, en
pleno auge del imperialismo, se asocian directamente al capitalismo anglo-chileno convirtiéndose en
sus proveedores y sirvientes, a costa claro, de la mutilación geográfica de nuestra patria. El pacto
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neocolonial sintetizado en la dependencia de un solo mercado, la producción de materias primas
poco diversificada y el monopolio de la explotación de trabajo barato. Franz Tamayo escribió en
1910, en su libro La creación de la pedagogía nacional: “Hay dos fuerzas que la historia ha puesto en
América una en frente de otra: el blanco puro y el indio puro. Han chocado dos sangres”. Tal es el
dilema plantea el autor y aludiendo a Pizarro, que en un primer momento de la historia de la
conquista lo resolvió con la momentánea superioridad sobre el indio al que derrotó. Luego, se
pregunta a principios del siglo XX ¿Cómo explicar el odio racial y el desprecio aparente del blanco
por el indio? Es el rencor –dice Tamayo- previo de quien se sabe condenado a claudicar y plegar un
día ante el vencido de ayer. Concluye, a la segunda generación solo le quedaba el camino del
mestizaje o perecer. Un dilema sin salida. El instrumento para esta revancha histórica de la nación
oprimida, según Tamayo, es la formación de la conciencia nacional. El fracaso de la revolución
nacional Luego, en los años treinta del siglo XX, con la Guerra del Chaco. Se repite la historia, los
norteamericanos tampoco necesitaron entrar como conquistadores a Bolivia, les bastó promover una
guerra, igual que a fines del siglo XIX, donde los intereses de capitalistas ingleses promovieron la
guerra del Pacífico. Esta vez, los intereses de las petroleras norteamericanas e inglesas se dirimen
con una guerra entre paraguayos y bolivianos. Sus pueblos, solo carne de cañón. Nuestra historia a
lo largo del siglo XX ha sido la renovación permanente de este pacto colonial con las metrópolis del
turno: las clases dominantes en Bolivia con España primero, luego Inglaterra, hoy con Norteamérica.
Los “doctores” de Chuquisaca en los primeros años de Bolivia “independiente”, luego, los mineros
de la plata y los hacendados criollos; la oligarquía minero feudal en pleno siglo XX; después de la
Revolución del ’52, los mineros medianos y los dueños de la tierra en el oriente boliviano, cuyo
dominio será profundizado y consolidado con el neoliberalismo. La revolución de 1952, instrumento
político de esa conciencia nacional que proclamara Tamayo, fracasó y luego, los intentos de
entronques con los que se pretendió reavivarlo, han sido inútiles para resolver el drama de la patria
y el odio racial que subsiste. La conciencia nacional de la burguesía se tornó imposible y también
fracaso el proyecto de capitalismo nacional. La aparente diversificación de nuestra producción (El
petróleo, el gas, la soya, sumadas a las de la tradicional minería) no modifica sustancialmente
nuestra dependencia del mercado capitalista mundial en nuestro papel de meros proveedores de
materias primas. Los beneficiarios de ese pacto también han sido los mismos, basta guiarnos por la
genealogía de los apellidos. Los que hoy buscan renovar este pacto oligárquico colonial de apellidos
croatas, alemanes, son nada más que la prolongación de esas casta señoriales que nuestra patria ha
sufrido. En 1952 a pocos días de la gesta de Abril, obreros y campesinos con los fusiles al hombro
desfilaban en la Paz. Ese fusil al hombro que habían conquistado con sangre, exclamando que
ningún ejército arrasará ya ninguna huelga proletaria, porque el ejército de la rosca ya no existe.
Cinco años después, un nuevo desfile de conmemoración de la revolución, miles de obreros armados
portando carteles que decían “Rotas las cadenas de la opresión feudal, marchamos hacia el
progreso”, “Revolución es progreso”. La mística revolucionaria había sido cambiada por el mito del
progreso y el desarrollo. Zabaleta dio cuenta de este fracaso en ese lúcido ensayo “Bolivia: el
desarrollo de la conciencia nacional” donde explica la frustración capitalista y el mito del desarrollo
capitalista de Bolivia y apunta “no solo es posible el socialismo en Bolivia sino que Bolivia será
imposible sin el socialismo; es una necesidad de su existencia, sin cuyo cumplimiento la nación no
podrá ser efectivamente nación”. Si Zabaleta analizó los errores y los aciertos de esa revolución y el
porqué, en su criterio, se había quedado a medio camino, dando paso a la contrarrevolución, la
revolución cubana es la respuesta al problema del desarrollo nacional autónomo. Fidel Castro ante
la asamblea de las naciones unidas en 1960 argumenta una simple verdad: “No hay independencia si
no hay independencia económica, que la independencia política es una mentira, si no hay
independencia económica”. Ernesto Che Guevara escribirá en 1961 un ensayo en el que en el título
se preguntaba: Cuba, ¿Excepción histórica o vanguardia en la lucha contra el colonialismo?, en él
expondrá la encrucijada latinoamericana apelando a la metáfora de Pizarro: “Cuba ha hecho de
nuevo la raya en la arena y se vuelve al dilema de Pizarro; de un lado, están los que quieren al
pueblo, y del otro están los que lo odian y entre ellos, cada vez más determinada, la raya que divide
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indefectiblemente a las dos grandes fuerzas sociales: la burguesía y la clase trabajadora, que cada
vez están definiendo con más claridad sus respectivas posiciones a medida que avanza el proceso de
la Revolución cubana”. Colonialismo del siglo XXI El estatuto de autonomía del comité cívico
cruceño hecho público el pasado 12 de Julio, es la frutilla del postre llamado autonomía
departamental, expuesta simplonamente por el prefecto de Santa Cruz. Es el proyecto de la
burguesía realmente existente en Bolivia: un nuevo pacto para prolongar nuestra dependencia de los
capitales monopólicos ¿Qué se busca preservar? Insistir en naturalizar la noción de “raza”, un
componente central del coloniaje y el colonialismo interno subsistente, por la que una supuesta
diferente estructura biológica ubica a unos en una situación de inferioridad respecto a los otros (el
colla frente al camba. Oriente respecto a occidente). Consolidar un desarrollo distorsionado de las
regiones y de los sectores. Un desarrollo desigual no integrado; ciudades pujantes frente a regiones
devastadas. Crecimiento urbano, miseria en el campo. En el comercio exterior solo depender de los
mercados de minerales, del gas y la soya, consolidando la alta vulnerabilidad de nuestro país, e
inversamente, mayor poder a las transnacionales. Monopolio para la explotación de un trabajo
barato, para eso buscan regular las migraciones, para tener mano de obra barata y de paso
consolidar la propiedad latifundista de tierra, las concesiones de tierras, aguas, minas, los permisos
de inversión para el establecimiento de empresas solo para los socios del pacto. En definitiva, la
consolidación de una cultura dominante que discrimina y oprime. No debería engañarnos la reacción
generalizada a la propuesta de estatuto autonómico, porque como suele pasar con los globos de
ensayo cuando fracasan, que no sumó adhesiones y, al contrario, produjo rechazo, incluso de
quienes apoyan las cuestiones de fondo de este documento, es porque es solo eso: un globo de
ensayo. La ofensiva para la reconstitución del poder de las clases dominantes continua y busca el
fracaso de la Asamblea Constituyente. Los argumentos de esta ofensiva no están exentos de
violencia, desde aquellos que apelando a resoluciones de manipulados cabildos autonómicos,
arguyen que la Asamblea Constituyente no tiene derecho a cuestionar la autonomía departamental
“si no quiere que la sangre llegue al río”. Hasta aquellos más razonadas en términos de
conveniencias políticas advirtiendo que el tema profundiza las “rajaduras” nacionales y
“territorializa” peligrosamente las pasiones regionalistas, para terminar emplazando al MAS a que
para evitar un “clima de confrontación y violencia” asuma que el objetivo de las autonomías
indígenas ya no esta a su alcance. En resumen, solo admitimos –nos dicen- cambios cosméticos,
ningún cambio real. El dilema entre: cambiar para que nada cambie o violencia pura, es para
advertirnos que ninguna burguesía se suicida. Cuando un cínico representante del comité cívico de
Santa Cruz le dice a las madres cruceñas: "no vamos a derramar la sangre de sus hijos en vano, les
aseguramos a las madres cruceñas que lo vamos a hacer de manera responsable“, es porque esta
convencido que la suya y la de sus hijos nunca estarán en esa disyuntiva, que para esos están los
hijos del pueblo y, lo más bizarro, que ellos tienen la potestad de disponer la vida de los otros. Ellos,
“valientes”, como permanente nos demuestran, prefieren ejercer la violencia impune, cuando atacan
a dirigentes indígenas en aeropuertos al típico estilo de pandillas fascistas o cuando tiran bombas en
la casa de dirigentes, hechos muy parecidos a los de antes del golpe de García Meza en 1980. No, no
se van a suicidar, prefieren siempre derramar sangre de otros, la sangre del pueblo. Eduardo
Galeano, en el acto de posesión de Evo Morales, recordando a Domitila Chungara que decía que
nuestro peor enemigo era el miedo, señaló que el triunfo de un presidente indígena era señal que el
miedo había sido vencido. En esa misma ocasión el vicepresidente García Linera recordaba que 514
años de coloniaje había concluido. La histórica movilización del pueblo de la Paz, que es en realidad
la movilización de los movimientos sociales de Bolivia toda, en contundente respuesta a los afanes
autonomistas de dividir el país enmascarados de trasnochadas demandas de capitalía, es la
demostración palmaria de ambos aciertos: que el miedo no derrotará al pueblo y que el pueblo esta
convencido y dispuesto a poner fin al colonialismo interno y a la dependencia económica. Si es
verdad que el pueblo ha vencido el miedo y no ha de ser por este mecanismo que se prolongue los
siglos de colonialismo, queda una pregunta ¿Se puede vencer el engaño o terminaremos vencidos
por él? Ese engaño hoy, es el mismo que durante la UDP se tradujo en alianzas con sectores
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decadentes de la burguesía como clase, porque como burguesía nacional sencillamente no existen,
eso que el pueblo identifica como oligarquía y que hoy, en este proceso ha empezado a manifestarse
en pactos con PODEMOS: para la Asamblea Constituyente y últimamente para elegir jueces. Ese que
un ex dirigente minero, hoy consejero de la empresa privada, denomina “ayni”, un uso bastardo de
las lógicas de la reciprocidad andinas para lo que sencillamente es conciliación de clases. Ese
autoengaño de creer que en Bolivia se puede construir capitalismo en alianza con la burguesía, no
importa si es amazónico, andino o lunar. Bolivia hoy, esta frente a esta encrucijada, ante una
imaginaria raya en la arena que divide a la oligarquía y su proyecto de balcanización territorial y el
pueblo. La condición para que el dilema se resuelva a favor del pueblo es que el proceso de cambio
no se detenga. Que la revolución avance.
* Noel Pérez es boliviano, integrante de la «Cátedra Che Guevara - Colectivo Amauta», abocada a la
formación política de los movimientos populares desde una inspiración marxista-guevarista. 1.
Lenin; “Informe político del Comité Central del PC(b)R” al XI Congreso del Partido. Citado en El
Pensamiento Económico del Che del Che. De Carlos Tablado. 2005 ED. Nuestra América, Argentina.
Cátedra Che Guevara - Colectivo Amauta
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