El Alto Valle y la Pampa Húmeda Como política activa el Estado Nacional a partir del Ministerio de Agricultura y Pesca se implementó una serie de ayudas económicas para actuar sobre el eslabón comercial de la cadena de valor de la actividad frutícola. Dicha ayuda en la actualidad ronda los 50 millones de pesos para la compra o construcción de bienes de capital (frigoríficos entre otros) a partir de Aporte No Retornables (ANR) La relación entre ambas regiones, si bien una es productora de granos y carne y la otra de frutas de pepita (manzana y pera, entre otras especies), han tenido una simbiosis digna de destacar. Las devaluaciones en Argentina casi siempre ocurrían en el primer trimestre del año, luego que la cosecha fina, entiéndase por esto la cosecha del trigo principalmente, estaba finiquitada y se encontraba almacenada en los silos y lista para ser exportada. Esa situación favorecía en forma directa al Alto Valle con sus manzanas y peras ya que parte de su paquete comercial se exportaba y exporta en forma de manzana Granny Smith y Red Delicious y otras a Europa, mientras que pera Williams, Packams y D’Anjou a Europa, Brasil y EEUU. Las exportaciones comenzaban y lo siguen haciendo a partir de mediados del verano y hasta fin de julio a mercados de ultramar, extendiéndose hasta fin de año a Brasil, por lo tanto créase o no, la zona era una beneficiaria directa de aquellas políticas financieras con devaluaciones que realizaban los gobiernos de turno. En esta carrera se anotan la Revolución Libertadora (1955), Onganía con Krieguer Vasena (1968), Levingston y Lanusse (1971), la Junta Militar con Roberto Alemann (1981) eran ni más ni menos que retenciones que se realizaban de otra manera, sobre todo aquellas que tenían que ver con “dólar de exportación” o impuestos a la exportación, que le decían. Esto se traduce que la región patagónica creció a contramano de la mayor parte de las otras regiones, al conjuro de un dólar caro para las aspiraciones del resto del pueblo argentino. Los años pasan; el empresariado local no vio o no se quiso ver el crecimiento de países como Sud África, Nueva Zelanda, Chile, el mismo Brasil, por lo tanto las consecuencias en cuanto a competencia desde el hemisferio sur están a la vista y tampoco se vislumbró los cambios que se producían en la demanda o al menos no se los dimensionó en su totalidad. Llegamos al punto que el sector productivo primario el cual está integrado en su mayoría por pequeños y medianos productores independientes se encuentra con serios problemas comerciales a partir de sus relaciones de dependencia económica con las empresas empacadoras. Este sector en reiteradas oportunidades manifestó y lo sigue haciendo que parte y solo una parte, de la solución era evitar una “primera venta compulsiva”, que es aquella en donde el productor se desprende de la fruta en cosecha, pacta un precio (base o final) con la empacadora y este precio lo recibe en cuotas durante el año. El mismo está sujeto al resultado económico de la temporada (mix entre mercado interno y exportación). Lo tragicómico de esta situación es que si la temporada fue muy buena, el plus obtenido es mayoritario para quién comercializa y si anda mal, siendo el productor todavía dueño de la fruta, seguramente sufre un ajuste a menos en el precio pactado. Esa venta que se da en el momento de la cosecha, desmejora y tiene un efecto amortiguante, sobre todo en manzanas, en lo que va ser el año económico-financiero del productor, teniendo en cuenta que a partir de la entrega de la fruta en cosecha, pierde su propiedad física. Ese “cuello de botella” es uno los requisitos, entre otros, que el sector productor ha esgrimido y con justa razón, como una variante significativa para poder defender en forma más digna y equitativa su producción anual. Como política activa el Estado Nacional a partir del Ministerio de Agricultura y Pesca se implementó una serie de ayudas económicas para actuar sobre el eslabón comercial de la cadena de valor de la actividad frutícola. Dicha ayuda en la actualidad ronda los 50 millones de pesos invertidos en la compra o construcción de bienes de capital (frigoríficos entre otros) a partir de Aporte No Retornables (ANR). Los fondos se canalizaron por las municipalidades que presentaron los proyectos a instancia del grupo de productores del ejido, contenidos bajo un encuadre legal asociativo. Los emprendimientos asociativos de las provincia de Río Negro y Neuquén, que cuentas con frigoríficos en las ciudades de Campo Grande, El Chañar, Centenario, Allen, Valle Medio y Viedma, totalizan una capacidad de almacenamiento de alrededor de 20.000 bins o su equivalente a unos 8 millones de kilos de fruta. La capacidad de empaque está creciendo bajo el mismo sistema implementado para conservación de fruta en frío. Ese frigorífico, que oficia como pulmón de la actividad en donde se coloca la fruta y se dosifica su venta en el transcurso del año, hace menos riesgoso el resultado de la temporada, quitándole una gran parte de incertidumbre a la que se la somete con las primeras ventas masivas, con el plus que los valores de conservación por tener la fruta en frío, son menores a los que se pagan en fríos de uso comercial que no pertenecen a estos emprendimientos con apoyo del Estado Nacional. Las temporadas transcurridas según el emprendimiento y su localidad van desde el año 2012 a 2014 sin tener en cuenta la que ya está sucediendo. Todos con un resultado en común, las ventas de quienes almacenaron su fruta en los mismos acompañaron el vaivén comercial del transcurso de cada temporada y el resultado final fue con rentabilidad positiva y con valores significativos mayores a los liquidados por las empresas de acuerdo a los precios pactados al inicio de la temporada (en cosecha). La fruta en su mayoría se comercializó para proveer el Mercado Interno con las condiciones de Trazabilidad y Seguridad Alimentaria correspondiente. A modo de ejemplo se tuvieron valores de venta en El Chañar de 3.80$ a 4.50$/kilo (libre de frío y sin IVA) en la temporada 2013 cuando los valores de liquidación rondaron los 2$/kilo y en la temporada 2014 las ventas promedios estuvieron 3 a 3.80$/kilo (libres de frío y sin IVA) cuando las liquidaciones empresariales son de 1.50$/kilo más - menos 20 centavos de pesos de acuerdo a la fruta entregada en cuanto a su calidad. Lo que se demuestra con esto, que tiene bajísimo impacto zonal por los kilos que maneja la actividad que son de alrededor de un millón de toneladas que van a empaque y 500 mil toneladas a industria, es que muestra un camino comercial interesante que tiene que ver con el Mercado Interno y una exportación cercana (Brasil, Bolivia). Se debe tener en cuenta que dicho camino se está recorriendo en tiempos de constantes reclamos sobre los resultados negativos obtenidos por el eslabón más débil del sector y por lo tanto el enfoque del Estado Nacional articulando con la Secretaría de Desarrollo Rural a cargo de la Ingeniera Agrónoma Carla CAMPOS BILBAO está demostrando lo contrario, que el negocio es posible sin desconocer la cantidad de problemas ciertos que aquejan la actividad Equipo Territorial MINAGRI Río Negro y Neuquén (hrdc)