Expediente 185/2000 - Gobierno de Aragón

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DICTÁMENES 2003
DICTAMEN
175 /2003
Materia sometida a dictamen: Reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la
Administración derivada de perjuicios ocasionados para obtener la suspensión de la ejecución
de los actos sancionatorios posteriormente anulados.
ANTECEDENTES:
Primero.- Con fecha 11 de marzo de 2003, F. S. C. y I. R. B., presentaron en el
Registro General del Gobierno de Aragón en Zaragoza, escrito de reclamación de
responsabilidad patrimonial de la Administración como consecuencia de los gastos sufridos
para conseguir la suspensión de una sanción impuesta por la Dirección General de Ordenación
del Territorio y Urbanismo.
Segundo.- En su escrito indican los reclamantes que con fecha 3 de diciembre de 1997
les fue incoado expediente sancionador por la Dirección General de Ordenación del Territorio y
Urbanismo a causa de infracción urbanística por presunta parcelación en suelo no urbanizable
sin las preceptivas autorizaciones urbanísticas. El expediente sancionador concluyó por
Resolución de fecha 22 de julio de 1998 por la que se les impuso una multa de 600.000 ptas.
por comisión de una infracción urbanística grave. (A los efectos de este informe sobre un
expediente de responsabilidad administrativa, no merece la pena precisar más sobre las
circunstancias de la sanción y de la normativa aplicable).
Dicha sanción fue objeto de recurso administrativo ordinario que se desestimó por
Resolución suscrita por el Consejero de Ordenación Territorial, Obras Públicas y Transportes
de la Diputación General de Aragón de fecha 2 de febrero de 1999.
Contra esta desestimación se interpuso recurso contencioso-administrativo con fecha 30
de marzo de 1999 ante la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de
Justicia de Aragón.
Una vez iniciado el procedimiento jurisdiccional, por Resolución del Servicio Técnico
de Inspección y Disciplina Urbanística de 30 de abril de 1999 se requirió a los sancionados para
el pago de la sanción impuesta.
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COMISIÓN JURÍDICA ASESORA DEL GOBIERNO DE ARAGÓN
Ante este requerimiento, se presentó ante la Sala de lo Contencioso-administrativo del
Tribunal Superior de Justicia, escrito instando incidente de suspensión cautelar de la sanción
impuesta. Fue resuelto mediante Auto de 5 de julio de 1999 acordando haber lugar a dicha
suspensión cautelar pero “previa prestación de caución por cantidad de 600.000 pesetas, más los
intereses legales correspondientes durante el tiempo que dure la suspensión”.
Con fecha 13 de julio de 1999 fue presentado aval bancario que fue declarado suficiente
por el Tribunal mediante Diligencia de ordenación de 20 de julio de 1999 procediéndose a la
suspensión cautelar de la Resolución impugnada.
Finalmente, el procedimiento contencioso-administrativo concluyó mediante Sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Aragón de 13 de noviembre de 2002 en cuya parte
dispositiva se dice:
“Primero.- Estimar el recurso contencioso-administrativo número 196 del año
1999, interpuesto por (...), contra las resoluciones citadas en el encabezamiento de esta
resolución las que anulamos por no ser conformes a derecho, declarando en su lugar la
caducidad del procedimiento y procedente el archivo de actuaciones.
Segundo.- No hacer especial pronunciamiento en cuanto a costas”.
Tercero.- Tras la narración de los acontecimientos anteriores, los reclamantes solicitan
la indemnización correspondiente a los gastos del aval (que se extienden a 300’50 euros)
fundamentándose en los principios jurídicos de la responsabilidad administrativa así como en
alguna sentencia y auto del Tribunal Supremo que en supuestos de avales por petición de
suspensión en procedimientos de impago de tributos, estiman la reclamación de responsabilidad
consistente en el pago de esos avales.
Cuarto.- Consta en el expediente el nombramiento de instructora (providencia de 31 de
marzo de 2003 y cambio de instructor que se producirá por providencia de 4 de septiembre de
2003) así como la práctica del trámite de audiencia al interesado. Por escrito de 16 de julio de
2003, los interesados designan como representantes a abogados colegiados en Zaragoza.
Los representantes legales presentan escrito de alegaciones en el trámite de audiencia al
interesado con fecha 23 de julio de 2003, insistiendo en la aplicación al supuesto de una sanción
de lo establecido en el ordenamiento jurídico sobre el reembolso “del coste de los avales para
suspender la ejecución de una deuda tributaria en cuanto ésta sea declarada improcedente por
sentencia o resolución administrativa declarada firme” (cfr. art. 3 c) de la Ley 1/1998, de 26 de
febrero, de Derechos y Garantías del Contribuyente).
Quinto.- Finalmente, aparece en el expediente remitido propuesta de resolución por la
que se desestima la reclamación con fundamento en que el aval presentado “fue una imposición
del órgano jurisdiccional como consecuencia de la voluntad del recurrente de suspender la
ejecución del acto administrativo. Por tanto, en ese momento desaparece cualquier posible
relación de causalidad entre la Administración y el gasto originado por el aval, imposibilitando,
así, el surgimiento de la responsabilidad patrimonial de la Administración”.
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DICTÁMENES 2003
Sexto.- Por escrito de 9 de octubre de 2003 (registro de entrada en esta Comisión del 20
de octubre), el Consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes solicita de esta Comisión
Jurídica Asesora la emisión del preceptivo dictamen, solicitando que se realice un
pronunciamiento sobre los siguientes extremos:
“Primero: La existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento
del servicio público y los daños producidos.
Segundo: La posible aplicación al supuesto concreto de la normativa alegada por
los reclamantes, con el fin de establecer un criterio general con el que solucionar otros
casos similares al de referencia que pudieran presentarse.
Tercero: Cualquier otra cuestión derivada del procedimiento y que deba tenerse en
cuenta para dictar la resolución o el acuerdo indemnizatorio correspondiente”.
CONSIDERACIONES JURÍDICAS
I.El dictamen solicitado se encuentra dentro del ámbito competencial objetivo que
legalmente tiene atribuido la Comisión Jurídica Asesora. Según el artículo 56.1 c) del Texto
Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón aprobado por el Decreto
Legislativo 1/2001, de 3 de julio, del Gobierno de Aragón, cuando el ordenamiento jurídico así
lo disponga, la Comisión emitirá dictamen preceptivo sobre las reclamaciones de indemnización
por daños y perjuicios. En el mismo sentido se pronuncia el art. 12.2 a) del Decreto 132/1996,
de 11 de julio, del Gobierno de Aragón, por el que se aprueba el Reglamento de Organización y
Funcionamiento de la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón. Esta referencia al
ordenamiento jurídico aplicable, nos lleva a citar el art. 12 del Reglamento de los
procedimientos en materia de responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas
aprobado por RD 429/1993, de 26 de marzo, que dispone la necesidad de intervención del
Consejo de Estado “o, en su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma” en los
procedimientos de responsabilidad patrimonial.
Por otra parte la cantidad concreta de reclamación supera los 1.000 euros por lo que el
Dictamen es preceptivo en relación con lo indicado en el art. 24 de la Ley 26/2001, de 28 de
diciembre, de medidas tributarias y administrativas.
Por fin, en función de lo indicado en el art. 64.1 en relación con el 63 del Texto
refundido referido en el párrafo anterior, resulta competente la Comisión Permanente de esta
Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón para la emisión de este Dictamen.
II.La Comisión Jurídica Asesora ha de pronunciarse acerca de si, a la vista del expediente
tramitado por el órgano competente de la Administración Autonómica, procede o no estimar la
reclamación de indemnización económica presentada en relación con daños ocasionados para
obtener la suspensión de la ejecución de la sanción indicada y posteriormente anulada por
Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, debiendo concretar específicamente, por
mandato del art. 12.2 del Reglamento aprobado por R.D. 429/1993, de 26 de marzo, la
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existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y la
lesión producida, con valoración, en su caso, del daño causado y la cuantía y modo de la
indemnización, considerando los criterios legales de aplicación.
Por lo que se refiere a la normativa aplicable, ha de recordarse que en el Derecho
español vigente, la institución de la responsabilidad patrimonial de la Administración,
constitucionalizada en el art. 106.2 de la Constitución, atribuye a los particulares derecho a ser
indemnizados de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los
casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios públicos, y se cumplan los demás requisitos dispuestos por el
ordenamiento jurídico (art. 139 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de
las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común).
Los requisitos para que sea declarada la responsabilidad patrimonial de la
Administración, según reiterada y pacífica formulación doctrinal y jurisprudencial en torno al
régimen jurídico establecido sobre la materia, pueden resumirse del siguiente modo: 1º) la
efectiva realización del daño o perjuicio evaluable económicamente e individualizado en
relación con una persona o grupo de personas; 2º) que el daño o lesión sufrido por el reclamante
sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en una
relación directa de causa a efecto sin intervención extraña que pueda influir en el nexo causal;
3º) que el daño o perjuicio no se hubiera producido por fuerza mayor; y 4º) que no haya
prescrito el derecho a reclamar (cuyo plazo se fija legalmente en un año, computado desde la
producción del hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación de su efecto
lesivo).
En el caso concreto tenemos que tener en cuenta, además, que el Consejero que solicita
el Dictamen, pide un examen general de la situación producida con la finalidad de “solucionar
otros casos similares al de referencia que pudieran presentarse”. Ello implica que además de dar
nuestra opinión sobre el caso concreto, debemos elevar el ámbito del razonamiento para prever
la solución a un supuesto que, como observaremos, no tiene una concreta regulación en el
ordenamiento jurídico existente sobre la responsabilidad administrativa.
III.- En relación a las formalidades que regula el ordenamiento jurídico y que deben ser
observadas en la práctica del procedimiento, hay que indicar que la reclamación aparece
formulada dentro del plazo del año adecuado para ello y que en la tramitación se han cumplido
las actuaciones previstas en el ordenamiento jurídico, habiéndose ofrecido a los reclamantes el
trámite de audiencia en el que éstos han comparecido ratificando su petición inicial.
IV.Pues bien, tenemos que indicar inicialmente que la resolución del caso concreto
sometido a nuestro Dictamen viene, necesariamente, de la mano del establecimiento de una
doctrina sobre supuestos de este tipo dado que no hay en el ordenamiento jurídico vigente un
precepto específico para este tipo de situaciones que aplicar en cada caso. Lo que tenemos que
examinar y decidir es, por tanto, si visto el ordenamiento jurídico de la responsabilidad
administrativa, un supuesto como el que se nos ofrece y en el que el daño presuntamente
producido y, desde luego, reclamado consiste en el coste del aval exigido por el Tribunal
competente (en este caso la Sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de
Justicia de Aragón) para la suspensión de la ejecución de una sanción que luego ha sido anulada
por Sentencia del propio Tribunal, sería merecedor del calificativo de supuesto de hecho
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productor de la responsabilidad patrimonial de la Administración, con la consecuencia de que la
misma Administración Pública debería abonar el coste de dicho aval.
Esta cuestión, como decimos, no tiene una previsión específica en el ordenamiento
jurídico de las sanciones administrativas (y, mucho menos, dentro del ordenamiento jurídico
urbanístico aplicable a las sanciones urbanísticas) aun cuando sí existe tal previsión dentro del
ordenamiento jurídico tributario.
En concreto, y como recuerdan los reclamantes en su escrito, el art. 3 c) de la Ley
1/1998, de 26 de febrero, de derechos y garantías de los contribuyentes, indica lo siguiente:
“Constituyen derechos generales de los contribuyentes los siguientes:
c) Derecho a ser reembolsado, en la forma fijada en esta Ley, del coste de los
avales y otras garantías aportados para suspender la ejecución de una deuda tributaria, en
cuanto ésta sea declarada improcedente por sentencia o resolución administrativa firme”.
Posteriormente y en la misma Ley, el art. 12, desarrolla este principio.
Pues bien, lo que hace el ordenamiento tributario, en nuestra opinión, es llevar a una
Ley de ese sector normativo, una de las consecuencias de la existencia de la responsabilidad
administrativa, institución incorporada a nuestra Constitución de 1978 (art. 106.2) y
desarrollada de forma general en los arts. 139 y ss. de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre. Es
decir, el legislador tributario, animado por el espíritu de la reposición integral en el patrimonio
del sujeto dañado –que es la clave del entendimiento de la institución de la responsabilidad
administrativa-, regula en el ámbito concreto del coste de las garantías aportadas para suspender
la ejecución de una deuda tributaria, una consecuencia indemnizatoria cuya causa estribaría en
la declaración de improcedencia de dicha deuda tributaria tanto fuera llevada a cabo por
Sentencia como por resolución administrativa firme.
Es ésta una solución que, por otra parte, ya es conocida en otros sectores del
ordenamiento jurídico. Recordemos, así, los variados supuestos regulados en la legislación de
Caza (hoy en Aragón en la Ley 5/2002 de 4 de abril, de Caza de Aragón, art. 71) o en la
legislación relativa a los resultados dañosos de las acciones terroristas y en la que el Estado
asume ex lege la indemnización de unos daños que él, obviamente, no ha causado directamente
y cuya única imputación al mismo podría provenir de una interpretación –bien problemáticarelativa a una omisión en su acción de vigilancia.
Volviendo al caso que nos ocupa ahora de lo previsto en la legislación tributaria, lo que
en ella aparece es que como la Sentencia o la resolución administrativa han hecho imposible
ejecutar la deuda tributaria –porque se ha declarado improcedente la resolución relativa a la
misma- dicho ordenamiento jurídico añade a la situación que uno de los gastos que el deudor
tributario ha debido soportar para no pagar la deuda, el coste del aval o garantía para suspender
la ejecución, habría hecho surgir un derecho del contribuyente a exigir su devolución. Es obvio
que a esa consecuencia se podría haber llegado también por la aplicación del ordenamiento
jurídico de la responsabilidad administrativa, considerando que no había obligación del
ciudadano de soportar un gasto puesto que éste había surgido como consecuencia de un
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funcionamiento (normal o anormal) de la Administración Pública, en una relación imputable a
ésta y sin que se hubiera dado un supuesto de fuerza mayor. Que, en suma, se había dado una
lesión patrimonial en el sujeto consecuencia de un actuar de la Administración que ésta debía
asumir.
Aunque, decimos, esa hubiera podido ser una consecuencia realizada en el plano de la
interpretación jurídica –como prácticamente sucede de forma general en el juego de la
institución de la responsabilidad administrativa-, para evitar el planteamiento continuo de
acciones de responsabilidad del ciudadano en este ámbito y actuando dentro de una norma de
evidente contenido general “garantizador”, se ha considerado por el Legislador tributario
conveniente la explicitación como derecho de ese supuesto, obviando así el planteamiento
permanente (por la vía de la reclamación administrativa) de la existencia de ese “derecho” a la
indemnización y siendo necesario, solamente, una labor de concreción del daño en el supuesto
concreto.
La cuestión es si en el mecanismo permanente de interpretación que se puede dar en
otras ramas del derecho distinto del tributario –por ejemplo, en el que ahora nos ocupa de los
daños producidos para suspender la ejecución de las sanciones administrativas- puede ser un
elemento importante el considerar lo ya previsto por el Legislador para el supuesto de la
suspensión de la ejecución de las deudas tributarias luego declaradas improcedentes por
Sentencia o Resolución administrativa firme.
El párrafo anterior es meridianamente claro acerca de que no planteamos la cuestión en
el plano de la analogía (“procederá la aplicación analógica de las normas cuando éstas no
contemplen un supuesto específico, pero regulen otro semejante ente los que se aprecie
identidad de razón” dice el art. 4.1 del Código Civil), porque no creemos que ese sea el
mecanismo adecuado para la resolución del problema sometido a nuestro Dictamen en cuanto
que obligaría a una equiparación no siempre fácil de establecer entre la deuda tributaria y la
sanción administrativa. Lo que indicamos, simplemente, es que el mecanismo interpretativo que
siempre debe realizarse (subrayamos el siempre) para la aplicación de la institución de la
responsabilidad administrativa, puede verse facilitado en su orientación hacia un determinado
resultado por la observación de cómo el ordenamiento jurídico tributario, ha resuelto una
cuestión relativamente semejante en el art. 3 c) de la Ley 1/1998 supra cit.
Para ello, y tratando a la vez tanto de la solución del caso concreto como del supuesto
general al que se refiere, debemos ir examinando sucesivamente los contenidos de la institución
de la responsabilidad administrativa para ver si se dan en el caso concreto.
V.Pero, previamente, observemos cómo regula el ordenamiento del procedimiento
contencioso-administrativo la imposición de las medidas cautelares a los efectos de deducir
alguna consecuencia general que pueda, igualmente, ayudar a nuestro proceso de razonamiento.
A esos efectos tenemos que observar que el art. 133.1 y 2 Ley 29/1998, de 13 de julio,
reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa, contiene la relación entre las
cauciones o garantías y las medidas cautelares impuestas por los Tribunales. Observemos, por
cierto, que la Ley 29/1998, no trata, en particular, de la suspensión de los actos administrativos
sino en general de las medidas cautelares siendo evidente que la suspensión es una de las
medidas cautelares que pueden imponerse. El precepto en los dos apartados indicados dice así:
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“1. Cuando de la medida cautelar pudieran derivarse perjuicios de cualquier
naturaleza, podrán acordarse las medidas que sean adecuadas para evitar o paliar dichos
perjuicios. Igualmente podrá exigirse la presentación de caución o garantía suficiente
para responder de aquéllos.
2. La caución o garantía podrá constituirse en cualquiera de las formas admitidas
en Derecho. La medida cautelar acordada no se llevará a efecto hasta que la caución o
garantía esté constituida y acreditada en autos, o hasta que conste el cumplimiento de las
medidas acordadas para evitar o paliar los perjuicios a que se refiere el apartado
precedente”.
Parece claro que el Tribunal Superior de Justicia de Aragón, ha aplicado tal precepto de
forma coherente al caso que nos ocupa.
En general, viene bien recordar también cómo configura la Exposición de Motivos de la
Ley reguladora de la jurisdicción contencioso-administrativa, en su apartado VI. 5 a las medidas
cautelares. Reproducimos el texto que nos interesa:
“Se parte de la base de que la justicia cautelar forma parte del derecho a la tutela
efectiva, tal como tiene declarado la jurisprudencia más reciente, por lo que la adopción
de medidas provisionales que permitan asegurar el resultado del proceso no debe
contemplarse como una excepción, sino como facultad que el órgano judicial puede
ejercitar siempre que resulte necesario”.
Es decir, es el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva (art. 24 CE) quien está
en la base de la imposición por los Tribunales de medidas cautelares a las cuales puede ir
asociada, si el Tribunal lo estima conveniente, una garantía o caución en la forma indicada por
el art. 133.2 LJCA. Si esta institución de las medidas cautelares guarda relación con la
realización, nada menos, que de un derecho fundamental, parece caer por su base la pretensión
de la propuesta de resolución que se nos ha hecho llegar, de que el mero hecho de que la
caución haya sido impuesta por un Tribunal y como consecuencia de una petición de suspensión
de los reclamantes (y en aquél momento recurrentes) rompe el nexo de causalidad y exime a la
Administración de toda responsabilidad. Difícilmente soporta el plano de la interpretación
jurídica una consecuencia tan aberrante: que la realización de un derecho fundamental (art. 24
CE) impida el pleno ejercicio de una institución también prevista por la Constitución Española
(art. 106.2 CE) y garantizada solemnemente hasta en el mismo Título preliminar de la
Constitución (art. 9.3, cuando refiere el principio de responsabilidad de los poderes públicos).
El razonamiento de la propuesta de resolución negativa de la responsabilidad y que es, además,
el único existente, debe desecharse definitivamente.
VI.Superado el obstáculo relativo a la inexistencia de nexo causal que afirmaba la
propuesta de resolución, observemos el resto de condiciones de producción de la
responsabilidad administrativa en un supuesto concreto como el que nos ocupa o, en general, en
otros que puedan resultar absolutamente semejantes a él.
En primer lugar parece claro que se ha producido una lesión entendida como un daño
antijurídico que el dañado no tiene obligación de soportar. A esos efectos es clave el hecho de
que la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Aragón ha anulado la actuación
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administrativa. No importa que esa anulación sea producto de, meramente, una prolongación de
la actuación administrativa más allá del plazo establecido para la tramitación del procedimiento
sancionatorio. No importa, pues, que estemos ante un supuesto de caducidad y no haya habido
un pronunciamiento sobre el fondo. Quizá la sanción, desde ese punto de vista material, estuvo
fundada. No lo sabemos porque tampoco es el caso a los efectos de la emisión de un Dictamen
en este expediente de responsabilidad. Pero es aquí donde merece la pena recordar lo previsto
en el art. 3 c) de la Ley 10/1998 supra cit que refiere el contenido de la Sentencia o resolución
firme a la declaración de que la deuda tributaria sea “declarada improcedente”, sin precisar que
esa improcedencia pueda resultar de la existencia de motivos de fondo o, solamente, de forma.
Lo que funda la existencia de la lesión es, simplemente, que la actuación administrativa
conducente a la imposición de la sanción, haya sido declarada improcedente, en este caso por
Sentencia firme. Que la actuación administrativa previa se produjo al margen del ordenamiento
jurídico y que en el marco de ese defecto original constatado, es cuando el particular reclamante
realizó unos gastos haciendo uso del contenido de un derecho fundamental.
Parece obvio, por último, que en el caso que tratamos no se ha producido fuerza mayor
eximente de la responsabilidad y, como ya hemos indicado supra, también se han cumplido los
condicionamientos formales correspondientes (respeto del plazo del año para reclamar).
En el marco, entonces, de una actuación declarada improcedente, se produjo un gasto
del particular en el ejercicio de un derecho fundamental como es el de la tutela judicial efectiva.
Ese gasto, tendente a no ejecutar una deuda consistente en el pago de una sanción
administrativa, es imputable a la Administración, puesto que no se habría producido si la
Administración hubiera constatado el transcurso del tiempo apropiado para la tramitación del
procedimiento administrativo y, consecuentemente, hubiera declarado ella misma la caducidad
del procedimiento absteniéndose de la imposición de la sanción.
La consecuencia parece obvia: se han producido en toda su extensión los supuestos
reguladores de la responsabilidad administrativa y, en consecuencia, la Administración pública
debe indemnizar en el caso concreto el coste del aval constituido para impedir la ejecución de la
sanción. Y, claro está respondiendo a la petición del Consejero, en supuestos absolutamente
iguales (recalcamos estas palabras, “absolutamente iguales”) al que narramos, habrá de
concluirse en idéntica situación versando los expedientes de responsabilidad únicamente en la
concreción del hecho indemnizatorio que podrá obtenerse con la aportación de la prueba
correspondiente.
Digamos, por otra parte, que el supuesto indemnizatorio en el que concluimos podría
haberse alcanzado obteniendo del mismo Tribunal y por la vía de la aclaración de la Sentencia,
un pronunciamiento en ese sentido si es que, claro está, se hubiera interesado del Tribunal en la
demanda tal indemnización y el Tribunal hubiera omitido su respuesta a la cuestión en el fallo.
Esta es la doctrina que se contiene, además, en un Auto del Tribunal Supremo citado por los
reclamantes en su escrito inicial en el procedimiento que nos ocupa como es el Auto de 8 de
julio de 1998, dictado en recurso de apelación núm. 2593/1992, y referido también a cuestiones
tributarias. En el Auto se afirma el derecho a la indemnización por los gastos consistentes en la
constitución de avales para garantizar la no ejecución de la resolución recurrida (que es lo que
citan únicamente los reclamantes) y, consiguientemente y en los presupuestos excepcionales en
los que funciona la aclaración de Sentencias, la Sala Acuerda:
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“Se aclara la Sentencia dictada el 18 abril 1998 en el presente Recurso de
Apelación 2593/1992 en el sentido de incluir en el fallo que el Ayuntamiento de Mallén
viene obligado a indemnizar a los recurrentes por los daños y perjuicios que les irrogó la
prestación de avales u otras clases de garantías a fin de obtener la suspensión de las
liquidaciones declaradas nulas, con abono de intereses legales desde la fecha en que
fueron realizados hasta aquélla en que les sean resarcidos”.
Es obvio que añadimos esta última consideración solamente a los efectos de resaltar la
“naturalidad” con la que la jurisprudencia contempla el hecho indemnizatorio en el supuesto
que nos ocupa, hasta el punto de considerar aplicable el excepcional recurso de aclaración a la
hora de completar el sentido de un fallo anulatorio.
En mérito a lo expuesto, la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón emite el
siguiente DICTAMEN:
Que procede apreciar responsabilidad de la Administración en la solicitud de
indemnización formulada por F. S. C. y I. R. B., añadiendo que en supuestos absolutamente
iguales al aquí tratado podrá el Departamento solicitante del Dictamen considerar producido el
supuesto de hecho de la institución de la responsabilidad administrativa sin que ello implique la
aplicación analógica de la normativa tributaria alegada sino, solamente, de la propia de la
responsabilidad administrativa.
En Zaragoza, a dos de diciembre de dos mil tres.
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