La teoría de los presupuestos procesales fue propuesta por Von

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PRESUPUESTOS PROCESALES Y CONDICIONES DE LA ACCIÓN EN EL
PROCESO CIVIL. ACTUALIDAD DE DOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES*
RODRIGO RIVERA MORALES1
INTRODUCCIÓN
La problemática sobre los presupuestos procesales y materiales para la
sentencia de fondo, generalmente en la doctrina, ha sido abordada con
ambigüedad y sin el rigor que merece. Se trata de un tópico que requiere un
replanteamiento frente a la desviación negativa que se le ha dado, unida a
soluciones plagadas de posturas concretas que han permitido un tratamiento
despectivo, debiendo realizarse una fusión de los presupuestos dentro del
género de los requisitos formales del proceso, cuyas medidas sustanciales son
las garantías constitucionales de la tutela efectiva y el debido proceso. Para
procesar y emitir pronunciamiento de fondo de manera valida y eficaz sobre la
situación jurídica sustancial, es indispensable la existencia de un proceso que
se constituya y desenvuelva con todas las garantías constitucionales y
conforme a normas de derecho procesal. Es importante reconocer la
posibilidad de poner en entredicho la validez del itinerario doctrinario sobre los
referidos presupuestos, circunscribiendo esta temática en un lugar más
coherente con los principios que rigen el sistema procesal.
Por otra parte, hay que examinar la finalidad del proceso en el marco de
los valores y principios constitucionales que ha asumido la sociedad en donde
se desenvuelve. Por lo general, se ha predicado en las constituciones
democráticas garantistas que el proceso es un instrumento de la justicia, y que
a través de él se debe lograr la tutela efectiva. Esta tutela debe alcanzarse en
forma breve y expedita, o sea en plazo razonable. De suerte, que cuando el
juez de la causa, no emite pronunciamiento sobre el fondo del asunto sometido
a su consideración, porque existen factores que se lo impiden, y dado que el
juez tiene solamente el deber de emitir una decisión en la que puede declarar
cuáles son las razones en cuya virtud considera que no puede entrar en el
examen de la causa y que no puede, por consiguiente, adoptar una providencia
de mérito, se estaría en presencia de un derroche procesal y una afectación de
la justicia. Pensemos, por ejemplo, se dicte reposición porque el demandado es
*
NOTA: Para la elaboración del presente trabajo se tomó opinión a los procesalistas
venezolanos: René Molina Galicia, Fabio Ochoa Arroyave, Miguel Paz Ramírez, Alberto
Baumeister, Desirée Ríos, Edgar Nuñez Alcántara, Gustavo Ruiz, Luis Aquiles Mejía y Yajaira
Irureta
1
Abogado egresado 1968 Universidad Católica Andrés Bello-Táchira. Doctor en Derecho,
Sobresaliente Cum Laudae. Universidad de Salamanca. Magíster en Planificación y Desarrollo
Regional y Metropolitano. USR-OEA-PIAPUR, Especialista en Derecho Procesal Universidad
Libre de Colombia. Especialista en Derecho Constitucional. Especialista en Derecho Penal.
Diplomado en Derecho Constitucional Comparado. Diplomado en Derecho Procesal Civil.
Diplomado en Instituciones Procesales Laborales. Profesor de pre y post-grado: Universidad
Católica del Táchira, Universidad Central de Venezuela, Universidad de Salamanca- España,
Universidad de Medellín-Colombia. Autor de varias obras jurídicas. Miembro de la Junta de
Arbitraje del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en Sala Social. Miembro del Instituto
Iberoamericano de Derecho Procesal. Presidente del Instituto de Derecho Procesal ColomboVenezolano. Capítulo del Instituto Colombiano de Derecho Procesal.
incapaz y no tuvo representación adecuada, lo que impone que el proceso
pueda repetirse lo que encarnaría una dilación procesal. La anormal duración
del proceso comporta una denegación de justicia, por lo cual debe reducirse al
mínimo posible, revisando ab initio que la relación procesal se constituya
válidamente. Sin embargo, la purga para un proceso válido y la celeridad no
debe traducirse en mengua del derecho de defensa ni de las garantías del
debido proceso.
Por ello, nos hemos propuesto revisar la tesis de los presupuestos
procesales en el marco de las garantías constitucionales, un poco mirándola
desde la perspectiva jurisprudencial venezolana en comparación que la
doctrina general Iberoamericana.
I. DERECHO A LA JURISDICCIÓN Y DERECHO DE ACCIÓN
En el mundo contemporáneo, el Estado, como forma superior de
organización social es el responsabilizado de la paz social, asume el rol de
regular la solución de los conflictos de intereses y prohíbe cualquier forma de
justicia particular –venganza privada o hacerse justicia por sí mismo-. En la
Constitución –norma suprema- de cada Estado se consagran los derechos
ciudadanos, sus garantías, establecen las formas de producción jurídica
regulando el ejercicio, disfrute y protección de los derechos. En la Constitución
se define la organización y forma de la administración de justicia, se regula lo
relativo al monopolio y ejercicio de la jurisdicción.
Esta regulación de la administración de justicia y de la jurisdicción
genera consecuencias tanto para los individuos como para el propio Estado.
Para los individuos, le quita la posibilidad de reacción directa y privada para la
realización y defensa de sus intereses: para el segundo, crea el deber de
prestar la tutela jurisdiccional efectiva a cualquier persona que la solicite 2.
Por eso, con justa razón se ha dicho que el derecho a la tutela
jurisdiccional es el derecho de toda persona –natural o jurídica- a que se le
haga justicia en caso de conflicto que afecten sus derechos e intereses; a que
cuando pretenda protección, bien sea porque le hayan sido atacados sus
derechos o porque pretenda el cumplimiento por parte de otra persona, esta
pretensión sea atendida por un ente jurisdiccional, en el cual se realice un
proceso con todas las garantías establecidas constitucionalmente3.
La mayoría de Constituciones –España art. 1; Colombia art. 2;
Venezuela art. 2; Argentina en el Preámbulo; Brasil en el Preámbulo –
consagran la Justicia como uno de los valores fundamentales que el
ordenamiento, el Estado y los ciudadanos deben perseguir, de manera que su
realización constituye una finalidad superior en la actuación de los órganos del
Estado; en todo caso en aquellos países en los cuales no se haya establecido
en norma constitucional, la jurisprudencia de la jurisprudencia ha interpretado
que es un valor superior y finalidad del Estado. Uno de los medios de que
2
GUIMARÂES RIBEIRO, Darci (2004), La pretensión procesal y la tutela judicial efectiva,
Barcelona: Editorial J. M. Bosch Editor, p. 76.
3 GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús (2001), El derecho a la tutela jurisdiccional, Madrid: Editorial
Civitas, p. 33.
puede valerse el Estado es el proceso, pues a través de él se establecen los
mecanismos apropiados para brindar tutela efectiva y hacerse cumplir lo
dispuesto en el mismo. Surgiendo así con fuerza la idea de la función
jurisdiccional del Estado, que no es más que la actividad de juzgar y hacer
ejecutar lo juzgado por medio de Jueces y tribunales jurisdiccionales,
independientes, responsables y sometidos únicamente a la ley.
La doctrina está conteste que el derecho a la jurisdicción es un derecho
prestacional de configuración legal4, por tanto su ejercicio está dependiente de
los presupuestos y requisitos procesales que, en cada caso haya establecido el
legislador5, el cual no puede actuar caprichosamente ni afectar el núcleo
esencial del derecho.
En este sentido es repetido el criterio en la doctrina académica y
jurisprudencial que el derecho a la tutela judicial efectiva se satisface también
con una respuesta de inadmisión fundada en una causa legal, que haya sido
apreciada razonablemente por el órgano judicial. En decisión del Tribunal
Constitucional de España, STC 158/2000, de 12 de junio -la cual reitera
criterios de SSTC 8/1998, de 13 de enero; 122/1999, de 28 de junio y
167/1999, de 27 de septiembre-, se expresa que “Igualmente venimos
sosteniendo que, con carácter general, la decisión sobre la admisión o no de
una demanda, así como la verificación de la concurrencia de los presupuestos
y requisitos materiales y procesales de la misma son cuestiones de estricta
legalidad ordinaria, cuya resolución corresponde exclusivamente a los órganos
judiciales en el ejercicio de la potestad que privativamente les confiere…”.
Doctrina que en Venezuela se ha aceptado de la siguiente manera: la
Sala Constitucional expresa:
“Cuando se rechaza in limine litis la acción, no hay negativa al derecho
de acceso a la justicia, ya que se está emitiendo un fallo, en pleno
ejercicio de la función jurisdiccional. A juicio de esta Sala es un requisito
de la acción, que quien la ejerce tenga interés procesal, entendido éste
como la necesidad del accionante de acudir a la vía judicial para que se
declare un derecho o se le reconozca una situación de hecho a su favor.
Si teóricamente es irrelevante ir a la vía judicial para obtener la
declaratoria del derecho o el reconocimiento o constitución de la
situación jurídica, o para preservar un daño, la acción no existe, o de
existir, se extingue, si cesa la necesidad de incoar la actividad
jurisdiccional. […]S. Constitucional, sentencia Nº 956, de 01-06-01.
Por otra parte, hay que manifestar que en relación al derecho a la
jurisdicción y el derecho de acción se tiende a considerarlos equivalentes. En la
doctrina venezolana, se puede observar esta situación así: La Sala Político
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia los pocos meses de la
4
Por todos COSSIO DÍAZ, José Ramón (1989), Estado Social y derechos de prestación,
Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, pp. 25 y ss. En Venezuela CASAL H., Jesús M
(2004), Constitución y Justicia Constitucional, Caracas: UCAB, pp.79 y ss.
5 JURISPRUDENCIA. Tribunal Constitucional Español,
STC 108/2000, de 5 mayo, reitera
jurisprudencia STC 185/1987, de 18 de noviembre. SALA CONSTITUCIONAL VENEZUELA,
TSJ. Sentencia Nº 1467, expediente Nº 06-0441, 28 de julio de 2006, Magistrado ponente
Jesús E. Cabrera Romero.
promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
equiparó la facultad de solicitar la tutela judicial con la acción, al afirmar:
“La acción se corresponde desde el punto de vista subjetivo con el
derecho que tienen los particulares de solicitar a los órganos
jurisdiccionales la tutela de sus derechos e intereses, facultad está que
se contrapone con la potestad juzgadora del Estado. Ahora bien los
sujetos de derecho ejercen esta facultad, según la naturaleza jurídica de
la pretensión, mediante la demanda u otra institución procesal tendiente
a la iniciación del proceso como la denuncia, el recurso y las solicitudes
incoadas ante los tribunales. (SPA 29-3-00, exp. 11.611, dec. 700)
Por su parte, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, definió
la acción, así:
“La acción es el derecho de las personas a exigir de los órganos
jurisdiccionales, mediante el proceso, la resolución de una controversia o
de una petición, independientemente de que obtengan o no sentencia
favorable. La acción pone en movimiento a la jurisdicción y una de las
formas de su extinción es la sentencia que finaliza definitivamente el
proceso. Con el ejercicio del derecho de acción se crea en el Estado, por
intermedio del órgano jurisdiccional competente, la obligación de prestar
la función jurisdiccional. (SCon 29-6-01, exp. 00-2350, dec. 1167)
La definición citada alude, en principio, al derecho a la acción, pero al
referirse a su ejercicio que hace nacer la obligación de ejercer la función
jurisdiccional, apunta a la acción como acto que pone en marcha la jurisdicción.
Apreciamos en esta decisión que se asume que hay diferencias entre ambos
conceptos. En ella, se expone que el derecho a la jurisdicción parte de una
derivación del derecho de acción dentro en el marco del tradicional derecho a
pedir6. Ya el jurista español ALMAGRO NOSETE7, había sostenido la tesis de que
“así como la idea del derecho de petición viene ligada a un concepto de
actuación pasiva, que se limita a pedir y a esperar: y en cierto sentido, a una
actividad de concesión por parte de la Administración, el derecho a la
jurisdicción supone pedir, probar, concluir, en suma, una serie de actividades
que, no son sólo de incoación, sino de continuidad e insistencia”.
Obsérvese que se caracteriza a la acción como la posibilidad,
garantizada por la Constitución, de acudir ante el servicio público de la
jurisdicción (en ejercicio de esa función) a realizar determinadas peticiones; y
en consecuencia es una posibilidad absoluta ya que todos tienen esa misma
“posibilidad”, con derecho lesionado o no, independientemente del interés y de
la legitimidad. La acción es un derecho constitucional, sin condicionamiento
alguno, en ejercicio pleno de la libertad, que una vez que se ha ejercido, otorga
el “derecho de acceso a la jurisdicción”, el cual consiste en el “acceso a la
justicia”, “derecho a la defensa y obtener solución en plazo razonable” y,
GAZAÍNI, Osvaldo (2007), “Los presupuestos procesales y su relación con las excepciones y
defensas”, en obra colectiva Defensas y Excepciones, Buenos Aires: Editorial RubinzalCulzoni, p. 19.
7 ALMAGRO NOSETE, José (1970), “El libre acceso como derecho a la jurisdicción”, en
Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid; Nº 37, Vol. XIV, 1970, pp. 95117.
6
decisión conforme a derecho y que este pronunciamiento sea efectivo, o sea
que la sentencia sea eficaz8.
En nuestro criterio preferimos expresar que acción es un acto de
contenido procesal consistente en la actuación de parte que pone en marcha la
jurisdicción, garantizada por el derecho constitucional de acceso a la justicia –
derecho a la jurisdicción-. Bajo esa perspectiva es obvio, que el derecho a la
acción puede concebirse como el derecho subjetivo que tiene toda persona de
pretender la intervención del órgano jurisdiccional para la resolución de
controversias jurídicas mediante la declaración de la voluntad de ley aplicable
al caso concreto. Es claro que su carácter procesal deviene de la finalidad de la
misma que es la protección jurisdiccional9.
La acción tiene por objeto que se realice un proceso. No importa que el
proceso termine normal o anormalmente. La acción no tiende a que se
produzca un determinado pronunciamiento, sino simplemente que se profiera
una sentencia. En este sentido puede considerarse la acción como petición de
juicio y en último extremo exigencia del derecho10.
Lo que si no deja lugar a dudas es que tanto el derecho a la jurisdicción
como el derecho de acción, son derechos constitucionalizados, pero de
configuración legal. Puede expresarse en esta dirección que el Derecho
procesal aparece regulando jurídicamente el ejercicio de la función
jurisdiccional y el desarrollo del proceso, de suerte que las normas procesales
no son solamente un mero instrumento atemporal, sino ante todo, como un
sistema de garantías que posibilitan la obtención de tutela efectiva mediante un
enjuiciamiento justo. La regulación que se establece de estos derechos está
bajo el marco superior de un sistema de garantías.
8
GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús (2001), El derecho a la tutela jurisdiccional, Madrid: Editorial
Civitas, p. 57.
9 GOZAINI, Osvaldo (2005), Elementos de Derecho Procesal Civil,
Buenos Aires: Editorial
EDIAR, pp. 48-49.
10 JURISPRUDENCIA. La Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia de
Venezuela, en sentencia Nº 1.648, de fecha 13 de julio de 2000, con ponencia del Magistrado
Dr. Levis Ignacio Zerpa, ha expresado lo siguiente: “En la estructura del ordenamiento jurídico,
está concebida la acción procesal como el medio para acceder a la función jurisdiccional,
cuando existe la necesidad de satisfacer pretensiones jurídicas. Si se entiende la acción
procesal como un derecho a la jurisdicción, debe precisarse que ella es un presupuesto
lógico de todo derecho, dado su carácter de medio o instrumento jurídico para lograr,
por intermedio de los órganos jurisdiccionales, el goce y ejercicio pleno de todos los
demás derechos. Esta necesaria relación de medio a fin, permite calificar a la acción
como un derecho especial o de segundo nivel, es decir, un auténtico metaderecho,
frente a todos los demás derechos del ordenamiento jurídico. Este especial derecho de
acción procesal está previsto y garantizado expresamente en la vigente Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 26, en los siguientes términos: “Toda
persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para hacer valer
sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos; a la tutela efectiva de los mismos y a
obtener con prontitud la decisión correspondiente. (omissis)” 10. (Destacado nuestro) Criterio
que fue reiterado en sentencia N° 1.812 de fecha 3 de agosto de 2000 con ponencia,
igualmente, del Magistrado Levis Ignacio Zerpa, Exp. N° 15.222. El procesalista venezolano
MEJÍA ARNAL, Luis A. (trabajo inédito), dice “La acción como acto jurídico es una
manifestación de voluntad que produce consecuencias jurídicas. Tal determinación no da
cabida a la tradicional discusión sobre su naturaleza jurídica –si es un derecho, una garantía,
una potestad o una carga –; sin embargo, su realización constituye una carga para que el
ciudadano obtenga la tutela jurisdiccional de sus derechos e intereses.
Obviamente, el proceso jurisdiccional, concebido como un sistema de
garantías de carácter público, obligatoriamente debe estar imbuido en su
actividad en la existencia de tales garantías. Las normas procesales han de ser
interpretadas a la luz de los principios, valores y garantías constitucionales y
por ello en el sentido más favorable para hacer efectivo la tutela judicial y el
debido proceso. Esto supone en el proceso civil, entre otras cosas: respeto al
principio dispositivo de las partes, proceso sin dilaciones indebidas, plazo
razonable, libertad probatoria, derecho de defensa, derecho a recursos.
Debe recordarse que la tutela jurisdiccional de las situaciones subjetivas
de Derecho Privado no es, por regla general, imperativa o preceptiva, pues si
no hay actividad de parte los tribunales no tiene el deber de ejercitar su
potestad jurisdiccional, pues rige el principio de la autonomía de la voluntad 11.
Así pues, que en un proceso rige el “principio dispositivo” o de
“presentación por las partes”, cuando corresponde exclusivamente a éstas
determinar el alcance y contenido de la disputa judicial y queda el Tribunal
limitado a la sola consideración de lo que los litigantes han planteado ante él.
La vigencia de este principio encuentra su justificación en que el objeto de la
controversia es una relación jurídico–privada, en la cual no está interesado el
Estado, y por tanto, debe quedar librada al poder de disposición de los
particulares la materia o el interés cuya tutela procuran en el proceso.
Este principio dispositivo, ha dicho en Italia el Ministro Grandi de Justicia,
no es otra cosa en substancia que el reflejo en el campo procesal de la
autonomía privada dentro de los límites señalados por la ley, que encuentra su
afirmación más enérgica en la figura del derecho subjetivo; hasta tanto la
legislación sustancial reconozca dicha autonomía, el principio dispositivo debe
mantenerse en el proceso civil, por razón de coherencia, como expresión
imprescindible del poder conferido a los particulares para disponer de su esfera
jurídica.
En cambio, rige el principio inquisitorio, cuando el juez, aun teniendo
ante sí a dos partes, esté desvinculado, para la investigación de la verdad, de
la iniciativa y de los acuerdos de las mismas. Aparece este principio, en todos
aquellos casos en que las partes no tienen la libre disponibilidad de la relación
jurídico–privada que es el objeto del juicio, como son aquellos en que se
debate acerca del estado y capacidad de las personas (matrimonio,
interdicción, inhabilitación) en los cuales se quiere garantizar que la actividad
administrativa –como observa CALAMANDREI– necesaria para modificar ciertas
relaciones de derecho privado, que es socialmente útil mantener sin variación
mientras falten los presupuestos de modificabilidad o de anulabilidad
rigurosamente previstos por la ley, no pueda ser prestada por el Estado sino en
virtud de pronunciamiento jurisdiccional que declare la existencia de tales
presupuestos.
El fundamento del principio dispositivo no es otro que la naturaleza
privada del derecho subjetivo deducido en el proceso. Como decía
CALAMANDREI12, deducir un derecho vía jurisdiccional es un modo de disponer
11
ORTELLS RAMOS, Manuel (2005), Derecho Procesal Civil, 6ª Edición, Navarra: Editorial
Thomson-Aranzadi, p. 37.
12 CALAMANDREI, Piero (1973), Instituciones de Derecho Procesal Civil, Buenos Aires:
Editorial EJEA, Vol. I, pp. 192-193
del mismo y, por consiguiente, el condicionar la tutela a la petición del
interesado es una consecuencia lógica de la autonomía negocial reconocida al
particular sobre su propia esfera jurídica. Así, la tutela jurisdiccional de acuerdo
con el principio dispositivo no es más que la continuidad, en el plano procesal,
de la libertad de ejercicio y de disposición que sobre los derechos subjetivos
privados y otros intereses igualmente privados reconoce el Derecho material13.
Partiendo de este fundamento el principio dispositivo debe significar:
1 °) La actividad jurisdiccional sólo puede iniciarse ante petición de parte;
el particular debe ser libre para medir el interés que le mueve a luchar por su
derecho o a dejarlo ignorado o insatisfecho.
2 °) La determinación concreta del interés cuya satisfacción se solicita de
los órganos jurisdiccionales es facultad exclusiva de las partes o, en otras
palabras, la determinación del objeto del proceso corresponde a las partes
mediante la pretensión y la resistencia.
3 °) Los órganos jurisdiccionales al satisfacer, por medio del proceso y
de la sentencia, intereses privados, deben ser congruentes con la pretensión y
la resistencia formulada.
4 °) Si las partes son las únicas que pueden incoar la actividad
jurisdiccional, pueden también ponerle fin, disponiendo del interés o intereses
cuya satisfacción se solicitaba.
Ahora bien, como se ha señalado en el proceso la actividad de los
sujetos procesales no es caprichosa, los tribunales y los justiciables, han de
actuar con subordinación a la ley. Esto significa que sin que se afecte el
contenido esencial de la tutela efectiva y del debido proceso14, los sujetos
procesales deben acatar la ley procesal ordinaria. En las leyes que regulan el
proceso civil está contemplado el principio de legalidad procesal –artículo 7
Código de Procedimiento Civil Venezolano, artículos 1 y 5.1 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil de España, artículo 6 Código de Procedimiento Civil de
Colombia, artículos 12, 13 y 14 del Código General del Proceso de Uruguay,
artículo IX Código de Procedimiento Civil del Perú, artículo 15 Código Procesal
Civil de Paraguay- que se refiere a la ordenación del proceso y también sobre
el cumplimiento de los requisitos legales de aptitud de los sujetos procesales.
II.
VALIDEZ Y EFICACIA DEL PROCESO
Es fácilmente constatable que, a lo largo de la Historia del Derecho, las
diferentes orientaciones experimentadas en torno a la naturaleza jurídica del
proceso (bien lo consideren como una relación jurídica, bien como una
situación jurídica o bien, en fin, como una institución jurídica autónoma) tienen
como común denominador el calificarlo como un acto jurídico complejo o, si se
prefiere, como una enlace de actuaciones ordenadas por el Derecho capaces,
a su vez, de generar efectos jurídicos entre las partes (otorgándoles derechos e
imponiéndoles obligaciones de carácter procesal durante su tramitación, u
13
ORTELLS RAMOS, Manuel (2005), Derecho Procesal Civil, ob. cit. p. 37.
PÉREZ LUÑO, Antonio E. (1998), Los derechos fundamentales, 7ª Edic, Madrid: Edit.
Tecnos, pp. 77-78..
14
otorgándoles derechos e imponiéndoles obligaciones de carácter material en
las decisiones que se profieren sobre el fondo de la controversia que las partes
hayan sometido a los tribunales, resolviéndolo conforme a Derecho)15.
En este sentido, para que el proceso pueda cumplir con la función que
constitucionalmente le es dada (la de ser instrumento de realización de la
justicia artículo 257 CRBV—) es necesario:
a) Que concurran en él todos los requisitos a los que el ordenamiento
condiciona la plena validez de la actuación jurídica de que se trate (las cuales,
desde su inicial formulación por VON BÜLOW , reciben el nombre de
«presupuestos procesales»). Estos son requisitos que aseguran la propia
función jurisdiccional, que en última instancia deben concebirse como
desarrollo de las garantías establecidas constitucionalmente.
b) Que concurran también todos los requisitos a los que el ordenamiento
subordina la efectiva resolución de conflictos a través del proceso (que son, en
definitiva, condiciones para que el proceso resulte eficaz como método para
solventar controversias), las cuales son, esencialmente, una de carácter
objetivo (la «fundamentación fáctica de la pretensión», es decir, la necesidad
de que los hechos concretos narrados en las pretensiones de las partes
puedan subsumirse en el supuesto de hecho abstracto de una norma jurídica),
y otra de carácter subjetivo (la «legitimación», es decir, la necesidad de que
quienes acudan al proceso sean realmente los sujetos que ostentan algún tipo
de relación jurídica —un derecho subjetivo, un interés legítimo...— con el
conflicto planteado por ellas mismas ante los órganos judiciales.
Puede hablarse que en el derecho a la tutela efectiva está imbuido el
derecho a un proceso válido, esto es, que se realice un proceso con todas las
garantías y que su desarrollo sea en cumplimiento de las normas procesales.
Un proceso será válido si cumple con las garantías constitucionales, se efectúa
conforme a la ley procesal preexistente y no presenta defectos que afecten la
esencialidad de los actos procesales.
III.
VALIDEZ DEL PROCESO: LOS PRESUPUESTOS PROCESALES
Desde el momento en que el proceso se reconoce como una institución
de la que surten efectos jurídicos, derechos y obligaciones, se hace
absolutamente necesario que concurran en él todas las condiciones
determinantes de la validez de los actos jurídicos. Es necesario expresar que el
proceso es una sucesión de actos procesales, en forma compleja, que
persiguen una finalidad común16. VESCOVI17 decía que “los actos procesales
son los actos jurídicos del proceso”, esto es, ocurren dentro del proceso
conforme a la ley procesal. Expresaba que el acto procesal es una especie
dentro del acto jurídico y que en Uruguay se ha definido como el “acto jurídico
GARBERÍ LLOBREGAT. José (2007), “Condiciones de validez y condiciones de eficacia del
proceso (sobre la confusión existente entre los presupuestos procesales y la fundamentación
objetiva y subjetiva de las pretensiones procesales)”, Diario La Ley, Nº 6677, Año XXVIII, 22
Mar. 2007, Ref. D-71, Editorial La Ley, p.1.
16 Vid. CALAMANDREI, Piero (1973), Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit. p. 345.
17 VESCOVI, Enrique. (1999) Teoría general del proceso. 2ª Edic. Bogotá: Editorial Temis. p.
215.
15
emanado de las partes, de los agentes de la jurisdicción o aun de los terceros
ligados al proceso, susceptible de crear, modificar o extinguir efectos
procesales”. El maestro COUTURE18 los definía como “todo aquel hecho
dominado por una voluntad jurídica idónea para crear, modificar o extinguir
derechos procesales”. En este sentido cada uno de estos y en su conjunto
debe satisfacer los requisitos de validez. Así, de la misma forma, por ejemplo,
que un contrato suscrito por un incapaz carece de validez jurídica para generar
derechos y obligaciones entre los sujetos contratantes, de la misma manera el
incapaz no puede por sí solo efectuar actos procesales; así pues, en el proceso
se han de dar también una serie de presupuestos que determinen su validez
como institución jurídica.
Los presupuestos procesales aludirán a los elementos de presencia
previa y necesaria para que pueda integrar validamente el proceso. Sin la
concurrencia de elementos esenciales anterior o previos no se iniciara
validamente un proceso. Así, los presupuestos procesales hacen referencia a
todas las condiciones formales previas a las que está obligado el órgano
jurisdiccional para resolver las controversias mediante la voluntad de la ley
La teoría de los presupuestos procesales fue propuesta por Von Bülow
en el año de 1868 en un libro llamado Die Lehre von Prozesseinreden und
Prozessvoraussetzungen el cual hace una distinción entre excepción y
presupuestos procesales, entendiéndose como supuestos de hecho o de
derecho sin los cuales el proceso no tiene existencia jurídica ni validez formal.
En tal sentido las condiciones que se necesitan para que se produzca una
relación jurídica procesal y culmine con una sentencia favorable hacia una de
las partes, es lo que se conoce como presupuestos procesales; al respecto
CALAMANDREI19 expuso que "Los presupuestos procesales son los requisitos
necesarios para que pueda constituirse un proceso válido, o una relación
procesal válida. También se dice que son las "condiciones que deben existir a
fin de que pueda tenerse un pronunciamiento cualquiera, favorable o
desfavorable, sobre la demanda, esto es, a fin de que se concrete el poder –
deber del juez de proveer sobre el mérito".
Los presupuestos procesales pueden definirse como aquellos
antecedentes necesarios para que el juicio tenga existencia jurídica y validez
formal. En términos generales, se entiende por presupuestos procesales las
condiciones que se requieren para que la relación jurídica procesal nazca, se
desenvuelva y culmine con una sentencia de mérito. Su ausencia produce un
fallo inhibitorio que no hace tránsito a cosa juzgada.
MONTERO AROCA admite que los presupuestos procesales atienden a
condiciones que, si bien referidas al proceso como conjunto y no a actos
procesales determinados, lo que condicionan es que en el proceso pueda llegar
a dictarse una resolución sobre el fondo del asunto, –continúa- El órgano
judicial puede haber tramitado todo el proceso para advertir, en el momento de
dictar sentencia, que en ésta no puede decidir sobre la pretensión planteada
ante la falta de alguna de esas condiciones.
18
19
COUTURE, Eduardo. (1978) Fundamentos del Derecho Procesal Civil ob. cit. p. 202.
CALAMANDREI, Piero (1973), Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit. p. 351.
Justamente, los presupuestos procesales son aquellos requisitos sin los
cuales no se constituye una relación procesal válida. Si falta algún presupuesto
procesal formal no habrá proceso válido es decir, que se refieren a situaciones
preexistentes, pero aún y cuando el proceso esta avanzado existen también
presupuestos de validez, que hacen referencia a que aún cuando el proceso
existe (porque se dieron las condiciones necesarias) es anormal e impiden la
emisión de una sentencia de mérito, es decir, que la falta de uno de estos
elementos impedirá al Juez pronunciarse sobre el fondo del litigio, generándose
de esta forma lo que en doctrina se conoce como sentencia inhibitoria.
La doctrina española expresa que a pesar de la lejanía temporal, lo
cierto es que tanto la construcción como la expresión señaladas por Von Bülow
siguen teniendo, en lo sustancial, plena vigencia en la doctrina moderna 20.
Superada la concepción de la naturaleza jurídica del proceso como una
relación jurídica, se entiende comúnmente en la actualidad que los llamados
presupuestos procesales se integran por una serie de factores, elementos o
circunstancias que condicionan tanto el válido desarrollo del proceso como el
que, a su término, se pueda válidamente dictar una sentencia sobre el fondo
del asunto.
Así que no cabe duda conforme a la doctrina y la jurisprudencia que los
presupuestos procesales condicionan el derecho al proceso –integrante del
derecho a la jurisdicción-, en el sentido que sin faltan alguno de ellos no se
constituye un proceso válido y no puede dictarse sentencia de fondo.
Los presupuestos procesales han sido sistematizados del siguiente
modo:
1.- Con relación a la existencia y validez del proceso, se clasifican
en:
a) Presupuestos Procesales de Existencia:
Dentro de este grupo se encuentran aquellas situaciones necesarias para
que se origine el proceso, hacen referencia al génesis del mismo, situaciones
estas que se enmarcan en las siguientes:

La existencia de un órgano jurisdiccional cuya función es proveer la
actividad de las partes.

La presencia de sujetos procesales, es decir, un actor que reclama y un
demandado que resiste.

La demanda Judicial es otro elemento esencial a la existencia del
proceso, es decir, es indispensable introducir una petición, sin embargo
existen algunos casos en donde la ley permite al Juez actuar de oficio, o
sea, sin petición judicial.
b) Presupuestos de Validez
GASCÓN INCHAUSTI, Fernando (2005), “El Tratamiento de las cuestiones procesales con
anterioridad a la audiencia previa al juicio. La inadmisión de la demanda”, en obra colectiva El
tratamiento de las cuestiones procesales y la audiencia previa al juicio en la Ley de
Enjuiciamiento Civil, Navarra: Editorial Aranzadi-Civitas-Thomson, p.36.
20
En este grupo de presupuestos se encuentran las condiciones necesarias
para que el proceso tenga regularidad o validez, puesto que sin ellos el proceso
existe pero se envuelve en una relación anormal.

El órgano jurisdiccional que está llamado a resolver la controversia tenga
capacidad para ello según el territorio, la materia o cuantía.

Ejercer el derecho de acción y aquel contra el cual se hace valer la
prestación, es decir el demandado, debe tener legitimación y capacidad
procesal (En Venezuela arts. 136 y 137 del Código de Procedimiento
Civil), así como el demandante debe ser el titular del derecho que desea
accionar.

La citación, es decir, la comunicación de la orden de comparecencia al
demandado.
A esta clasificación hay que criticarle que los presupuestos procesales
no son presupuestos de la existencia del instrumento proceso, sino que son
requisitos y condiciones que conducen a que no pueda deliberarse y decidirse
el asunto si faltan. Si no concurren, la demanda es rechazada por una
providencia procesal por inadmisible o circunstancialmente en caso de falta de
competencia remitida al tribunal competente21.
No puede aludirse a la inexistencia de algo que en realidad está
produciendo efectos en cada uno de los actos proyectivos y dinámicos que se
van materializando. No cabe construir una nueva categoría conceptual para
delimitar los presupuestos de la existencia, justificando la prioridad de realizar
un juicio de control previo o preliminar sobre el ser del proceso como ente.
ROSENBERG anotaba que los presupuestos atañen a la totalidad de la
admisibilidad del proceso, pero no debe concluirse que sin estos no puede
existir proceso. Los presupuestos no lo son del proceso en el sentido de argüir
la inexistencia del referido instrumento ante la falta de los referidos requisitos
de procesamiento, sino que se examinan y resuelven en el proceso,
suponiendo su existencia. No son presupuestos de existencia del proceso sino
de su admisibilidad. Por su parte, James GOLDSCHMIDT22, corrobora la tesis que
se sostiene cuando arguye que la ausencia de los presupuestos procesales no
impide el nacimiento del proceso, ya que el pronunciamiento acerca de su
omisión se hace dentro del instrumento proceso.
El maestro italiano CALAMANDREI23 argumentaba la tesis de eliminar la
categoría conceptual de inexistencia en el campo de los presupuestos
procesales, ya que su efecto en caso de ausencia no es la inexistencia sino la
de hacer desaparecer en el juez el poder - deber de proveer sobre el mérito,
mientras se mantenga el poder-deber de declarar las razones por las cuales
considera que no puede proveer. Sólo dentro del proceso el juez puede
pronunciarse sobre la ausencia de un presupuesto como la capacidad para ser
parte, lo que supone su existencia.
21
LEIBLE, Stefan (1999), Proceso Civil Alemán. Medellín: Konrad-Adenauer Stiftung y
Biblioteca Jurídica Dike, 1999. pp. 158-159.
22 GOLDSCHMIDT, James (1936), Derecho Procesal Civil, Buenos Aires: Editorial Labor
23 CALAMANDREI, Piero (1973), Instituciones de Derecho Procesal Civil, ob. cit. p. 353.
El profesor AGUDELO RAMÍREZ24 afirma que hay inutilidad de un deslinde
entre presupuestos procesales y materiales en atención a la validez y a la
eficacia: Desde la admisibilidad de la pretensión se comprenden los requisitos
formales que suponen la emisión (previos) y los atinentes a la actividad
procesal (del procedimiento), todos ellos vinculados con la noción
constitucional del debido proceso, ya sea para la validez o para la eficacia. Son
ejemplos de la inutilidad del deslinde entre presupuestos procesales y
materiales los siguientes: v. gr. (a) La debida acumulación de las pretensiones,
catalogado como condicionante de la eficacia, es perfectamente identificable
con los presupuestos procesales de debida individualización de la pretensión,
trámite adecuado y el de competencia del juez, en atención a los requisitos de
la acumulación. (b) La relación entre falta de legitimación en la causa, falta de
integración de litisconsorcio necesario y nulidad como consecuencia, impide
separar conceptualmente entre presupuestos procesales y los materiales. (c)
La legitimación en la causa expresa una problemática de aptitud que implica la
incursión en el campo de la validez. (d) La ausencia de caducidad (es decir, la
no expiración del término para proponer válidamente una pretensión procesal)
ha sido ubicada en los dos tipos de presupuestos. (e) Los presupuestos sobre
la inexistencia de otra pretensión similar (ausencia de cosa juzgada, de
conciliación, de desistimiento o de transacción o la ausencia de litispendencia)
pueden ser considerados como procesales de la actividad al tocar con la
vigencia actual del proceso o como materiales por circunscribirse a la realidad
del objeto litigioso. Según Stefan Leible en aquellas situaciones en las que
pueda verificarse la identidad del objeto de la controversia “... la demanda
debiera rechazarse por inadmisible, puesto que ya se decidió sobre el objeto
con fuerza de cosa juzgada; ya que en caso de falta de decisión del objeto
litigioso se trata de un presupuesto procesal a examinar de oficio” 25 (f) Por
último, a modo de ejemplo, se presentan las situaciones gestadas del
denominado presupuesto de “demanda en forma”, las cuales no se erigen en
un tipo único de requisito (como en la pretensión incomprensible y falta de
tutela concreta).
La división entre requisitos de validez y de eficacia es innecesaria.
Cuando se constatan irregularidades para establecer la relación procesal, se
impide la construcción de un proceso eficaz, ante la cual debe aparecer el
saneamiento como forma de control hasta donde sea posible. El maestro
HUMBERTO BRISEÑO considera posible fusionar validez y eficacia al sostener:
“Los presupuestos para la validez del juicio no atañen a su existencia, sino a su
eficacia, y por tanto no obstan a la relación procesal que posteriormente puede
anularse por defectos que suponen su existencia y que son eficaces hasta su
anulación”26. Es inútil distinguir entre validez y eficacia en materia procesal,
como ya lo anotaba el maestro CARNELUTTI al sostener que la ineficacia es el
género y la nulidad la especie. De otra parte, sostiene que no son cosas
distintas validez y eficacia, sino las mismas vistas desde dos lados diversos: la
AGUDELO RAMÍREZ, Martín, “Los presupuestos procesales”, tomado en
www.ripj.com/art_jcos/artjuridicos/
25 LEIBLE, Stefan (1999), Proceso Civil Alemán, ob. cit. p. 158-159
26 BRISEÑO SIERRA, Humberto (1995), Derecho Procesal, 2 ed. México: Editorial Harla, p.
854.
24
eficacia por el lado del efecto y la validez por el de la causa, siendo válido el
acto que posee los requisitos necesarios para ser eficaz27.
2.- Como condiciones de forma y fondo, así:
a) Los presupuestos procesales de forma son: a) la demanda en
forma, b) la capacidad procesal de las partes; y, c) la competencia del Juez;
b) los presupuestos procesales de fondo o materiales o también
llamadas condiciones de la acción - bastante difundidos con el rótulo confuso y
equivocado de "condiciones de la acción", otros prefieren llamarlas
"condiciones para que el actor obtenga una sentencia favorable". Por nuestra
parte, preferimos denominarlo como presupuestos procesales de fondo a las
condiciones necesarias que propician la emisión de una sentencia de mérito,
son: a) la existencia del derecho que tutela la pretensión procesal, lo que otros
denominan la voluntad de la ley; b) la legitimidad para obrar; c) el interés para
obrar; y d) que la pretensión procesal no haya caducado, como sostienen
algunos autores.
3. En atención a los sujetos procesales y la actividad: En la doctrina
española el profesor GARBERÍ LLOBREGAT28 los clasifica de la siguiente manera:
a) Presupuestos relativos al órgano judicial: para que el proceso
resulte válido, el conflicto ha de plantearse ante el orden jurisdiccional (civil,
penal, administrativo y social) que legalmente resulte adecuado (se trata del
presupuesto de la «jurisdicción») y, dentro del mismo, ante el órgano objetiva,
funcional y territorialmente competente con arreglo a Derecho para enjuiciar el
mismo (se trata del presupuesto de la «competencia»).
b) Presupuestos relativos a las partes: para que el proceso resulte
válido las partes en conflicto han de tener capacidad jurídica y capacidad de
obrar (lo que, en el ámbito del proceso, constituyen los presupuestos de la
«capacidad para ser parte» y de la «capacidad procesal»), así como asistirse,
en los supuestos legalmente establecidos, de Abogado que les defienda y de
Procurador que les represente ante los órganos judiciales (se trata del
presupuesto de la «postulación»).
c) Presupuestos relativos a la actividad: y para que el proceso resulte
válido, por último, es necesaria la concurrencia de una serie heterogénea de
presupuestos que, a diferencia de los anteriores, no son exigibles con carácter
general para cualesquiera clases de procesos, sino tan solo en determinados
tipos de ellos. Así, por ejemplo, pertenecen a esta categoría presupuestos tales
como el de la necesidad de que la pretensión se deduzca dentro de los plazos
de caducidad legalmente establecidos (vgr. en los procesos de impugnación de
acuerdos sociales, en los de tutela procesal civil del derecho al honor...), o de
que no se interponga aquélla hasta haber agotado algún tipo de procedimiento
previo (vgr. las reclamaciones administrativas previas en el marco de procesos
civiles dirigidos contra la Administración, o la remisión del requerimiento de
27
CARNELUTTI, Francisco (1944), Sistema de Derecho Procesal Civil, Tomo I. Introducción y
función del proceso civil. Tr. por Niceto Alcalá-Zamora y Castillo y Santiago Sentís Melendo.
Buenos Aires: UTEHA, p. 66, 76, 329.
28 GARBERÍ LLOBREGAT. José (2007), “Condiciones de validez y condiciones de eficacia del
proceso (sobre la confusión existente entre los presupuestos procesales y la fundamentación
objetiva y subjetiva de las pretensiones procesales), ob. cit. p.2.
rectificación en los procesos donde se ejercita este derecho de rectificación...)
o, en fin, la necesidad de que con el ejercicio de la pretensión se acredite haber
efectuado alguna clase de depósito o consignación previa (vgr. en los procesos
donde se ejercite el derecho de retracto...).
4.- En atención a su alcance: En este tipo de clasificación, su autor29,
señala con relación al concepto de “presupuestos procesales”, que es preciso
reconocer la existencia de dos categorías diferenciadas, así:
a) presupuestos procesales en sentido restringido: siendo aquellos
que son necesarios en cada caso concreto para el válido desarrollo del
proceso: jurisdicción y competencia del órgano jurisdiccional, capacidad de las
partes, representación y postulación;
b) óbices procesales: son aquellos cuya presencia en un caso concreto
imposibilita que se pueda llegar a una sentencia válida sobre el fondo del litigio.
Se incluyen entre otros la eficacia negativa de la cosa juzgada material, la
eficacia negativa de la litispendencia o la existencia de un convenio arbitral
válidamente celebrado entre las partes sobre lo que es materia litigiosa.
Como se enfatizó inicialmente, no existe criterio pacífico sobre la teoría
de los presupuestos procesales. Las pocas posturas que se encuentran son
discordantes y desiguales, imponiéndose la necesidad de un estudio riguroso
que permita que todos los operadores jurídicos asuman un discurso que
asegure la racionalidad de la argumentación y sus resultados sobre la
conveniencia de una correcta construcción conceptual sobre los requisitos
formales del proceso sin que desvirtúe el carácter instrumental del Derecho
Procesal al efectivizar el Derecho Sustancial. A partir de un grado de claridad
lingüística-conceptual ha de abordarse la categoría genérica del presupuesto
sin permitir la diversificación que en últimas conlleva a imprecisiones. Es esta
situación la que impone la necesidad que la teoría de los presupuestos
procesales requiere una depuración sentida, rescatando el cometido inicial del
maestro Von Bülow30.
Otro aspecto importante que debe señalarse es que no debe confundirse
los presupuestos procesales con los elementos definidores o constitutivos de la
acción ni con las condiciones de la misma acción. Los primeros, repetimos se
refieren a la formación del proceso o de la relación procesal, mientras que los
segundos conciernen y se encaminan a configurar e identificar la acción que se
ejercita y a determinar los requisitos de su prosperidad. En la doctrina se
predica también la existencia de condiciones para la acción, las cuales
consisten en la tutela de la acción por una norma sustancial, en la legitimación
en causa y en el interés para obrar31. Cuestión que de ninguna manera
GASCÓN INCHAUSTI, Fernando (2005), “El Tratamiento de las cuestiones procesales con
anterioridad a la audiencia previa al juicio. La inadmisión de la demanda”, en obra colectiva El
tratamiento de las cuestiones procesales y la audiencia previa al juicio en la Ley de
Enjuiciamiento Civil, ob. cit. p. 37.
30 AGUDELO RAMÍREZ, Martín, “Los presupuestos procesales”, ob. cit. p.11. En el mismo
sentido DIDIER, Fredie (2007), en Pressupostos processsuais e condicoes da acao.
31 JURISPRUDENCIA. TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA DE VENEZUELA. SALA DE
CASACIÓN, Sentencia No. 769 de fecha 11-12-2003, con ponencia del Magistrado CARLOS
OBERTO VÉLEZ, expediente No. 00-2055, donde se estableció el siguiente criterio: “…La
acción está sujeta al cumplimiento de una serie de requisitos de existencia y validez, que al
constatarse su incumplimiento, la hacen rechazable. Algunos de ellos los señala la ley,
29
constituye presupuesto procesal, sino elementos definidores de la acción32.
Finalmente, sobre este aspecto debe manifestarse que, generalmente, la
falta de presupuestos procesales, vician de nulidad el proceso, por lo que, la
doctrina procesalista más calificada, ha considerado el cumplimiento cabal de
los presupuestos procesales dentro del proceso, más que como una excepción
o defensa, como un impedimento procesal, que, consecuencialmente, puede
ser alegado en cualquier estado y grado de la causa, y tienen la característica
de ser revisables y exigibles aún de oficio por el Juez, en razón de estar
vinculados a la validez del proceso. No puede predicarse que estos
impedimentos obstaculicen el derecho a la acción y el acceso a la jurisdicción,
puesto que una vez subsanados puede reproponerse la demanda.
IV. NATURALEZA JURÍDICA DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES
En la mayoría de Código Iberoamericanos se tratan indistintamente los
presupuestos procesales y las denominadas excepciones, en algunos como el
venezolano se denominan “cuestiones previas” 33. Puede verse que se
mantiene la confusión, que precisamente trató de superar la tesis de Von
Bülow.
En la doctrina actual no hay discrepancia que los presupuestos
procesales son requisitos de forma para que se pueda cumplir la función
jurisdiccional. Sin la satisfacción de los mismos no se da un proceso regular
resultadnos afectada la relación procesal, obstaculizando el examen del
derecho sustancial sometido a juicio. Por ello, con justa lógica la profesora
QUINTERO34 escribe que los presupuestos procesales son exigencias atinentes
a la constitución y desarrollo de ese aspecto formal que el que procesa la
materia sometida a litigio, como relación sustancial subyacente. Doctrina
mientras que otros provienen de los principios generales del derecho. En sentido general, la
acción es inadmisible: 1) Cuando la ley expresamente lo prohíbe,…2) Cuando la ley
expresamente exige determinadas causales para su ejercicio, y éstas no se alegan…3)
Cuando la acción no cumple con los requisitos de existencia o validez que la ley o los principios
generales del derecho procesal le exigen. Ante estos incumplimientos, la acción debe ser
rechazada. Ello sucede, por ejemplo, cuando en el demandante o en el demandado no existe
interés procesal, y por tanto, no hay necesidad de acudir a la vía judicial, para que mediante la
sentencia se reconozca un derecho; o para evitar un daño injusto, personal o colectivo; o
cuando la decisión judicial no puede variar la situación jurídica que tenían las partes antes del
proceso. La falta de interés procesal puede provenir de diversas causas…. Es igualmente
requisito de la acción la cualidad en las partes,…4) Dentro de la clasificación anterior…, puede
aislarse otra categoría más específica, de causales de inadmisibilidad de la acción, y es que
ella se utilice para violar el orden público o infringir las buenas costumbres….Tomado en
www.tsj.gov.ve
32 COLMENARES, CARLOS (2003), “Le legitimación en la causa”, en obra colectiva IV
Congreso Venezolano de Derecho Procesal, San Cristóbal: Editorial jurídica Santana-Jurídicas
Rincón, p. 325.
33 Los procesalistas venezolanos MOLINA GALICIA, René y IRURETA, Yajaira, opinan que
“En nuestro CC y el COOP, existe la misma confusión denunciada hace más de un siglo por
Bülow entre las excepciones y los supuestos procesales, o las llamadas cuestiones previas,
que son previas al fondo, más no al proceso, ya que ocurren lógica y cronológicamente
después de iniciado el proceso.
34 QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio (2000), Teoría General del Proceso, Bogotá:
Editorial Temis, p. 312.
acorde con lo que manifestó VESCOVI35 que los presupuestos procesales son
“los supuestos necesarios para que pueda constituirse un proceso válido, o una
relación procesal válida”. El examen que hace el juez de los presupuestos
procesales se refiere al propio proceso, que al decir del maestro citado hace un
“proceso sobre el proceso”.
En este sentido, vale decir, que los presupuestos procesales son de
naturaleza formal o procesal, abstractos y comunes a todo proceso, pertenecen
a cada proceso36. Obviamente, deben estar previstos en norma procesal
imperativa para que sean exigibles. Con base al principio de legalidad y el
carácter de orden público de las normas procesales la ausencia de
presupuestos procesales debe ser declarada de oficio, esto es,
independientemente de que la soliciten las partes. Esto con el fin de evitar el
desastroso suceso de que se declare la reposición o sentencia inhibitoria,
después de un largo y costoso proceso, desarrollado en forma inútil y anormal,
generándose un derroche procesal, lo cual contribuye a la degradación del
sistema de administración de justicia.
No obstante, dado el carácter formal de los presupuestos procesales
debe advertirse que puede entrar en contradicción con el derecho fundamental
de tutela efectiva. Dentro de esta perspectiva la problemática de los
presupuestos procesales debe manejarse con un criterio de sustancialidad, es
decir, que los presupuestos procesales que afecten al proceso, en el caso
concreto, sean de tal entidad que hagan imposible un proceso justo y pueda
proferirse sentencia conforme a derecho. Para esto se hace necesario teorizar
con precisión sobre la conexidad entre presupuesto material y el principio de
legalidad de las formas. En la jurisprudencia venezolana, a pesar de que
existen confusiones concernientes a lo que son realmente los presupuestos
procesales, se ha venido señalando que debe prevaler la finalidad del proceso
y el juez puede declarar la ausencia de los mismos de oficio u ordenar su
corrección37.
35
VESCOVI, Enrique (1999), Teoría General del Proceso, Bogotá: Editorial Temis, p. 80.
QUINTERO, Beatriz y PRIETO, Eugenio (2000), Teoría General del Proceso, Bogotá:
Editorial Temis, p. 312. GASCÓN INCHAUSTI, Fernando (2005), “El Tratamiento de las
cuestiones procesales con anterioridad a la audiencia previa al juicio. La inadmisión de la
demanda”, en obra colectiva El tratamiento de las cuestiones procesales y la audiencia previa
al juicio en la Ley de Enjuiciamiento Civil, ob. cit. p. 37.
37 JURISPRUDENCIA. TRIBUNAL SUPREMO DE VENEZUELA.
Auto de la SALA
CONSTITUCIONAL N° 1113 del 12.06.07 Exp. N° 06-0165, Magistrado ponente Carmen
Zuleta de Merchán. Corrección de presupuestos procesales. En este caso la Sala
Constitucional en lugar de inadmitir la demanda ordenó la corrección en el escrito o
presupuesto procesal defectuoso favoreciendo así el principio pro actione. En efecto, dicho
auto expresó: “De la lectura del escrito presentado el 2 de febrero de 2006 por el abogado
Hernan Semprum Salgado, observa esta Sala que no es posible determinar con certeza si la
pretensión deducida es un amparo constitucional para la simple restitución de una situación
jurídica particular de sus representados o, si lo que se persigue es la tutela de intereses
colectivos o difusos más allá del estricto restablecimiento de situaciones jurídicas, por cuanto lo
que se denunció, de forma genérica, fue el anormal funcionamiento del sistema de
administración de justicia en los Tribunales de Protección del Niño y del Adolescente, sin que
se haya especificado cómo los obstáculos, vicios y defectos que del mismo narró, afectan la
situación jurídica particular de los ciudadanos Luis Alfredo Vásquez Sequera y Florencio La
Rosa.“En efecto, si bien es cierto que del contenido de los poderes que produjo el referido
abogado junto con su escrito pudiera conjeturarse la existencia de algún juicio o causa que
actualmente se esté tramitando por ante los Tribunales de Protección del Niño y del
36
Adolescente, en las que sean parte sus patrocinados, ello no fue alegado en el mencionado
escrito, en el que en lugar de individualizarse los supuestos agravios, se expresó que “tantas
adversidades no sólo lesionan la integridad física del justiciable lego, sino del profesional
también…”, al tiempo que se transcribió una carta que el referido abogado supuestamente
envió al Magistrado Juan Rafael Perdono “a través del diario El Nacional”, “…a mayor
abundamiento de la acción que a favor de (sus) mandantes y de todas aquellas personas de
quienes est(á) seguro se adhieren al contenido de es(e) escrito, por padecer de manera
inmisericorde, los avatares de la agonía de los servicios de la jurisdicción tutelar de familia…”.
En conclusión, los términos en que fue redactado el escrito que encabeza las presentes
actuaciones no permite a esta Sala juzgar correctamente respecto de su admisibilidad, por
cuanto, como se indicó, no está clara cuál es la pretensión deducida, ni se explicó de forma
coherente de qué forma los supuestos agravios constitucionales afectan la situación jurídica
particular de los solicitantes, por lo que con fundamento en el principio pro actione -conforme
al cual los presupuestos procesales deben aplicarse de modo tal que no resulte
obstaculizado irrazonablemente el acceso al proceso-, el cual ha sido reconocido y tutelado
por esta Sala (vid., entre muchas otras, sentencias nos 1064/00, caso: C.A. Cervecería
Regional; 1488/01, caso: Fundiciones El Corozo, S.R.L.; 1764/01, caso: Nello José Casadiego
Vivas; 2045/03, caso: RCTV, C.A.; 2095/04, caso: Alida Mercedes Peñaloza Lucena y 2150/06,
caso: José Félix Rivas y otros), esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
administrando justicia en nombre de la República por autoridad de la Ley, con fundamento en
lo que establecen los artículos 26 y 257 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, en concordancia con lo que disponen los artículos 18, cardinales 5 y 6, y 19 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, ORDENA al abogado
Hernan Semprum Salgado, apoderado judicial de los ciudadanos LUIS ALFREDO VÁSQUEZ
SEQUERA y FLORENCIO LA ROSA que, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes
a su notificación, CORRIJA SU DEMANDA en el sentido de que precise con la mayor claridad
posible su pretensión de modo que permita a esta Sala la verificación de su admisibilidad de
acuerdo con las reglas legales y criterios jurisprudenciales que le sean aplicables según su
naturaleza. Asimismo, deberá expresar, de manera ordenada y coherente, lo que considere
pertinente para la mejor ilustración de esta Sala respecto de la situación jurídica que le habría
sido infringida a sus representados. Se advierte que, de conformidad con el artículo 19 de la
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, si no cumpliere con lo
que aquí se ordena dentro del plazo que se señaló y que establece dicha norma, “la acción de
amparo será declarada inadmisible”. (Destacado nuestro). Sentencia de la Sala de Casación
Civil. RH N° 00190 de fecha 19.12.03. Exp. N° 03-1100, Magistrado ponente Carlos Oberto.
Concepto de presupuestos procesales. “En cuanto a los presupuestos procesales de la
demanda, el procesalista Hernando Devis Echandia, en su obra “Compendio de Derecho
Procesal”, Tomo I, Teoría General del Proceso, año 1995, ha considerado, que además de los
presupuestos de la acción, los de la demanda se definen como requisitos necesarios para
iniciar el proceso o relación jurídica procesal, los cuales debe examinar el juez antes de admitir
la demanda, denuncia o querella. En este sentido, los recoge en número de cinco que ha saber
son: 1) Que la demanda, denuncia o querella sea formulada ante el juez de la Jurisdicción a
que corresponde el asunto; 2) La capacidad y la debida representación del demandado, o
“legitimatio ad processum”; 3) La debida demanda que incluye los requisitos de forma y la
presentación de los documentos que la ley exija; 4) En lo contencioso-administrativo, además
el haber pagado el valor de la multa o impuesto y haber agotado la vía administrativa; 5) La
caución para las medidas cautelares previa.Señala, el citado autor:‘…Los presupuestos
procesales en general tienen características de ser revisables y exigibles de oficio por el juez,
en razón de estar vinculados a la validez del proceso. Esto no se aplica a los casos de litis
pendencia, cosa juzgada, transacción, prescripción y desistimiento de proceso anterior, que no
son verdaderos presupuestos procesales, sino presupuestos materiales de la sentencia de
fondo, y que el juez no puede declararlos ni examinarlos de oficio para la no admisión de la
demanda, aun cuando aparezcan en el expediente, sino como excepciones previas si le son
propuestas o en la sentencia como excepciones de mérito….’ (Devis Echandia, Hernando,
Compendio de Derecho Procesal, Tomo I, Teoría General del Proceso, décima edición,
Editorial A.B.C., Bogotá, 1985, pág. 288).Igualmente el citado procesalista, en la obra
señalada, específicamente en su página 430, comenta lo siguiente:‘...para la admisión de la
demanda no le corresponde entrar a estudiar la procedencia o exactitud de tales hechos
y peticiones, ya que su examen de fondo debe reservarse para la sentencia, y aun
Sostenemos la tesis que estos defectos de forma no afectan el derecho
a la acción ni a la tutela efectiva, pues la declaratoria de ausencia o que el
proceso no está constituido válidamente no es una verdadera sentencia porque
no decide el derecho sustancial que se propone a conocimiento del proceso.
Esto significa que no se produce cosa juzgada material, pudiéndose proponer
de nueva la demanda. La finalidad perseguida con los presupuestos procesales
es que se realice un proceso válido.
V. TRATAMIENTO PROCESAL DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES
Como toda Ley procesal moderna que se precie, uno de los aspectos en donde
la regulación más debe cambiar es en cuanto a los presupuestos procesales,
tanto en los que afectan al órgano jurisdiccional (jurisdicción, competencia civil
genérica y criterios de atribución objetivo, funcional y territorial), como en los
relativos a las partes (capacidad, legitimación y postulación), no tanto porque
los conceptos hayan variado, sino en cuanto a dotar de regulación en donde no
cuando por la lectura del libelo se convenza el juez de la falta de derecho del
demandante, no puede rechazar la demanda, porque son cuestiones para decidir en la
sentencia...’”. (Destacado nuestro). Decisión de la Sala Político-Administrativa. (AMP) N°
060 del 22. 07. 04. Exp. N° 2002-0427, Magistrado ponente Levis Ignacio Zerpa. Corrección de
presupuestos procesales. En este caso no constaba en el expediente el instrumento poder que
acredita la representación de una de las partes y, antes de decidir lo conducente, la Sala
ordenó consignarlo a fin de no negar directamente la homologación de la transacción por la
ausencia de este presupuesto procesal. “Mediante escrito presentado en fecha 02 de junio de
2004 por el abogado Luis Torrealba Presilla, inscrito en el Inpreabogado bajo el No. 46.845,
actuando en su condición de apoderado judicial de la sociedad mercantil DISTRIBUIDORA
HIERCEAR, C.A., inscrita por ante el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial
del Estado Zulia en fecha 11 de junio de 1981, bajo el No. 25, tomo 25-A, cuya modificación
quedó inserta en la misma oficina de Registro, el 26 de mayo de 1989, bajo el No. 29, tomo 18A; la mencionada empresa y la sociedad mercantil Compañía Anónima Electricidad de
Occidente (ELEOCCIDENTE), manifestaron su voluntad de poner fin al litigio que dio lugar a la
presente causa. En virtud de esta transacción judicial, el identificado profesional del derecho
solicita sea impartida la correspondiente homologación. Esta Sala, para proveer sobre la
petición formulada, juzga insuficiente la documentación consignada a los autos a fin de
determinar la facultad expresa para transigir que debe tener el abogado Rommel Alfredo
Sánchez Rodríguez, inscrito en el Inpreabogado bajo el No. 48.204, quien dice actuar como
representante judicial de la demandada, ELEOCCIDENTE. En efecto, llevada a cabo la
revisión exhaustiva de las actas procesales, se pudo constatar que a los folios 106 y 107 de la
primera pieza del expediente, se encuentra inserto documento otorgado por ante la Notaría
Pública Segunda de Acarigua en fecha 11 de julio de 2002, quedando anotado bajo el No. 90,
tomo 13 de los Libros de Autenticaciones llevados por ese despacho, por el Consultor Jurídico
de ELEOCCIDENTE, por el cual sustituyó parcialmente sus facultades en el abogado Rommel
Alfredo Sánchez Rodríguez, entre las que no se aprecia la de transigir. Por otro lado, fue
agregado, junto con el escrito contentivo de la transacción celebrada, instrumento a través del
cual el Consultor Jurídico (E) de la demandada confirió a dicho abogado, la facultad en
referencia. No obstante, este último documento no fue debidamente autenticado. Por tal
razón, esta Sala acuerda, para mejor proveer, abrir un lapso de seis (6) días de
despacho, contados a partir de la notificación de la parte accionada en el presente juicio,
a fin de que consigne la documentación que acredite su representación y la facultad
expresa para suscribir el escrito de transacción ya mencionado. Ello de conformidad con
lo establecido en el aparte 13 del artículo 21 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de
Justicia de la República Bolivariana de Venezuela. Transcurrido este plazo, se pasará a
proveer lo conducente con los documentos cursantes en autos”. (Destacado nuestro). Material
recopilado y comentado por la Profesora RÍOS, Desirée (UCV-Sala Político Administrativo).
lo hay, casos muy específicos, y por adaptar la existente a las nuevas
concepciones e ideas del procesalismo científico comtemporáneo.
En lo que respecta a su tratamiento en el seno del proceso, los
presupuestos procesales se caracterizan por las siguientes notas38:
A) Su regulación constituye derecho necesario o indisponible: todos los
presupuestos procesales (al igual que los requisitos de validez de cualesquiera
instituciones jurídicas) se encuentran regulados por normas de «ius cogens»,
es decir, por normas no disponibles a voluntad de las partes sino de aplicación
obligatoria en absolutamente todos los casos (quizás con la sola excepción de
la competencia territorial en el proceso civil, cuyas normas reguladoras son en
algunas ocasiones, cada vez menos, afortunadamente, disponibles para las
partes en conflicto —art. 54 LEC, arts. 46 y 47 CPC venezolano. No debe caber
duda que la necesidad social de solucionar pacíficamente las controversias
entre personas se erige un elemento de interés público, por lo que constituir
válidamente el proceso debe ser derecho indisponible para las partes.
B) Su concurrencia o ausencia pueden ser examinada de oficio por el
órgano judicial: la anterior nota característica determina que la totalidad de los
presupuestos procesales puedan ser controlados de oficio por el órgano
judicial, de forma que a éste le es dado examinar su concurrencia o ausencia
en cualquier momento del proceso (aunque lo normal, por razones de
economía, es que tal examen judicial se lleve a cabo en los momentos iniciales
del pleito). Y, además, como se precisado, dicho examen puede hacerlo por sí
mismo (de oficio), es decir, por iniciativa propia y sin necesidad, pues, de que
las partes procesales tengan que alegar en sus escritos el incumplimiento de
cualquiera de ellos a cargo de la parte contraria para que el Juez pueda,
entonces, llevar a cabo su análisis. No debe requerirse de procedimiento
especial para su examen. Dicho examen de oficio, sin embargo, no impide en
modo alguno que la ausencia de algún presupuesto procesal pueda igualmente
ser evidenciada por las partes ante el órgano judicial, en cuanto dispongan de
la oportunidad de hacerlo en el proceso. La denuncia de parte no debe requerir
formalidad especial que entrabe o dilate el proceso.
C) El examen sobre su concurrencia o ausencia no precisa de ninguna
valoración judicial subjetiva o interpretativa: se trata, además, de condiciones
de validez del proceso cuyo enjuiciamiento reviste prácticamente en todos los
casos un carácter objetivo, es decir, que para determinar su concurrencia o su
ausencia no es preciso llevar a cabo actividad probatoria o valoración judicial
subjetiva o interpretativa alguna. Basta con examinar los escritos iniciales de
las partes y los documentos que las leyes exigen que acompañen a los
mismos, para que el Juez se encuentre ya en perfectas condiciones para
determinar a ciencia cierta si los presupuestos procesales concurren o no
concurren. Ello se debe a que los mismos se encuentran regulados en normas
jurídicas de valoración objetiva (vgr. si un sujeto es menor de 18 años carece
de capacidad de obrar o procesal, por muy desarrollado que esté física y
mentalmente; si la demanda se presenta ante un órgano objetivamente
Seguiremos la propuesta de GARBERÍ LLOBREGAT. José (2007), “Condiciones de validez y
condiciones de eficacia del proceso (sobre la confusión existente entre los presupuestos
procesales y la fundamentación objetiva y subjetiva de las pretensiones procesales), ob. cit.
p.11.
38
incompetente, dicha incompetencia existirá por mucho que las partes se hayan
puesto de acuerdo en que sea esa clase de órgano y no otro el que enjuicie el
conflicto que las enfrenta; si una demanda podía interponerse hasta el 15 de
marzo y se interpone el 16 de marzo, la misma es extemporánea e inadmisible
por mucho que la parte contraria quiera pasar por alto ese incumplimiento
temporal; o en el caso de los procesos o juicios ejecutivos se requiere la
presentación con el libelo de la demanda el instrumento que acredite la suma
de dinero liquida y exigible,….). Lo cual permite que el control judicial sobre los
presupuestos procesales, como antes quedó indicado, pueda (y deba) llevarse
a cabo judicialmente al inicio del proceso, y no a lo largo del mismo ni, mucho
menos, en la sentencia que le ponga término (una sentencia que, por no
concurrir una condición jurídica de validez del proceso, tendrá que dejar
imprejuzgada la cuestión litigiosa, sin que, por tanto, el tiempo transcurrido en
su tramitación y los gastos personales y materiales realizados por las partes y
por el Estado a tal efecto hayan servido para nada). Sería tanto como repetir en
el proceso el mito de Sísifo, llegar a la cumbre y devolverse al estado inicial, lo
cual significa derroche procesal y des-economías para el justiciable, lo que
contribuye al descrédito de la administración de justicia.
D) Su ausencia suele constituir un defecto subsanable: generalmente, la
ausencia de presupuestos procesales constituye un defecto de carácter
subsanable, lo cual contribuye con la protección de la garantía constitucional de
tutela afectiva y acceso a la jurisdicción (vgr. si la demanda se plantea ante un
órgano judicial carente de jurisdicción o de competencia, éste mismo, al
inadmitir la demanda por ausencia de dichos presupuestos procesales, indicará
a la parte ante qué órgano debe presentarla; si la demanda se plantea sin el
concurso de Abogado o de Procurador, el propio Juez otorgará a la parte un
plazo para que, subsanando dicho defecto procesal, presente de nuevo la
demanda ya suscrita por dichos profesionales; si la demanda la plantea por sí
mismo un menor de edad, el Juez hará lo propio a fin de que el mismo subsane
el defecto de capacidad y comparezca en su lugar quien ostente su patria
potestad o su tutela; si la demanda se plantea sin acreditar instrumento
fundamental de la pretensión –no haya aportado o indicado el lugar en que se
encuentras-, entonces se concederá un plazo de subsanación para que se
corrija tal defecto, etc.); si la demanda no es adecuada por vicios de forma
igualmente se concederá plazo para su corrección. Sin embargo, algún aislado
presupuesto procesal posee un carácter insubsanable, como sería el caso de
las acciones prohibidas por la ley, en estos casos no puede constituir proceso
porque ya la ley ha previsto que es inadmisible un litigios fundado en ese tipo
de pretensión. En el artículo 341 del Código de Procedimiento Civil venezolano
se establece como causa de inadmisibilidad de la demanda que sea contraria a
alguna disposición expresa de la ley. Esto significa, que el juez puede
establecer este aspecto como un presupuesto procesal y ab-initio purgar el
proceso evitando actividades a las partes y al órgano jurisdiccional, ya que si
no lo hace el juez en el momento de la admisión, podrá solicitarlo la parte
demandada como cuestión previa conforme lo acuerda el Código de
Procedimiento Civil Venezolano en el artículo 346 en su ordinal 11º. Pensamos
que uno de las prohibiciones son las caducidades, pues el legislador utiliza
expresiones como: “no se admitirá”, “no se puede intentar”, etc. Por otra parte,
se tiene lo que se ha señalado como óbices procesales que se presentan en el
caso concreto y la ausencia negativa de ellos imposibilita la decisión sobre el
fondo (por ejemplo: los plazos de caducidad legalmente previstos para el
ejercicio de las acciones ante los tribunales, vencidos los cuales ya no existe
posibilidad de subsanar de forma alguna dicha irreversible extemporaneidad,
eficacia negativa de la litis pendencia, eficacia negativa de la cosa juzgada
material, existencia de convenio arbitral válido). El profesor RENGEL ROMBERG39
sostiene que al constatarse la caducidad en el proceso obliga al juez a
rechazarla, pues la acción caduca, carece de existencia y no puede discutirse
en el debate judicial.
En otras ocasiones, aun no tratándose de lapsos de caducidad, la ley
establece casi los mismos términos diciendo “no se admitirá” o “no es
admisible”, etc. Es claro que el juez tiene la obligación de aplicar la ley, así
como el justiciable tiene el derecho fundamental a la aplicación de ley regular.
Si hay mandato del legislador y la ley no colisiona con derechos
constitucionales debe inexorablemente aplicarse. En todos estos casos el juez
haciendo uso de sus facultades saneadoras debe inadmitir la demanda. Entre
otros casos, en Venezuela, tenemos los establecidos en los artículos 11, 191,
543, 768 (demanda para obligar a permanecer en comunidad), 782, 1.120,
1.120, 1.122, 1145, 1.157, 1.280, 1.464, 1481, 1482, 1501, 1.525, 1.643, 1.691
y 1801 del Código Civil. En todo caso, tiene que mirarse si la demanda es
contraria o quebranta una disposición legal. Así por ejemplo, es contra la ley
una demanda que intente obligar a algunas personas a comprar cuando la ley
se lo prohíba40.
E) La resolución que declara la ausencia de algún presupuesto procesal
no produce los efectos propios de la cosa juzgada materia sobre el fondo de la
controversia, pues no forma parte de la res iudicata: por último, las
resoluciones judiciales que declaran definitivamente (es decir, tras haber
intentado, en su caso, la subsanación del defecto advertido) la ausencia de un
determinado presupuesto procesal, por tanto no hay pronunciamiento sobre el
fondo, obviamente, no producen los efectos característicos de la cosa juzgada
material sobre el objeto de la pretensión, razón por la cual, y en términos
generales, la parte a la que se haya inadmitido su pretensión por esta causa
dispondrá de la posibilidad de reproducirla de nuevo ante el mismo o ante otro
órgano judicial, una vez corregido el defecto procesal de que se tratase (y
siempre y cuando, obviamente, el ejercicio de su pretensión no esté sometido a
plazo o, estándolo, el mismo haya vencido)41.
VI. A MANERA DE CIERRE
Se trata de construir una teoría de presupuestos procesales no reducida
por las inconsistencias de los diferentes ordenamientos jurídicos. El derecho
fundamental de la tutela judicial efectiva exige que los justiciables accedan a
39
RENGEL-ROMBERG. A. (1997) Manual de Derecho Procesal Civil Venezolano. tomo I, p.
124.
40 DUQUE CORREDOR, J. R. (1990) Apuntaciones sobre el procedimiento civil ordinario.
Caracas: Editorial Alva, pp. 95-96.
41 Es claro que sobre lo decidido, es decir, sobre el presupuesto procesal si forma cosa juzgada
material. Cfr. LIEBMAN, ENRICO Tulio (1980), Manual de Derecho Procesal Civil, Buenos
Aires: Ediciones EJEA, pp. 592 y ss. HITTERS, Juan Carlos (2005), “El alcance de la cosa
juzgada en los procesos colectivos”, en La Ley, Nº 206, octubre 24 de 2005, Buenos Aires, p. 4.
instrumentos procesales que sean aptos desde el punto de vista formal para el
procesamiento de la pretensión; no es suficiente la mera comprobación de que
hubo decisión de fondo y en derecho, toda vez que deben respetarse los
presupuestos que sean indispensables para conocer del fondo del proceso.
Una providencia de inadmisibilidad fundamentada en derecho satisface el
derecho a la tutela efectiva de los jueces. Pero deben ser aglutinados los
diversos grupos de presupuestos bajo una denominación similar y un mismo
tipo de sanción que permita el reenvío ante la posibilidad del Despacho
Saneador para aplicar los correctivos del caso y evitando la ambigüedad
existente, sin que se comprendan controles sobre vicios intrascendentes, como
producto del formalismos desmedidos. El núcleo del debido proceso permite
ligar todos los aspectos relacionados con los requisitos formales del proceso
(derecho al juez, formas preestablecidas y derecho a ser oído). Por esto el
juez debe proveer por el desarrollo del proceso, ha de velar porque la
estructura proyectiva se encadene ordenadamente en pro de que ese
instrumento pueda válida y eficazmente estimar o desestimar las pretensiones
procesales.
Se hace indispensable rescatar las explicaciones doctrinarias ya
construidos por Oscar Von Bülow, desde el siglo pasado, en el sentido que no
puede dejarse el control de estos defectos exclusivamente a las partes, sino
que debe involucrarse al juez, extendiendo tal prioridad a los presupuestos
materiales para la sentencia de fondo, obviamente, sin disminuir el derecho de
las partes para denunciar los defectos que observen.
Los presupuestos no necesitan de la excepción y pueden hacerse valer
de oficio42. La excepción mixta refleja la falta de claridad entre presupuesto
procesal y la verdadera excepción43. Debe superarse el esquema de ligar las
excepciones a los requisitos de validez y eficacia del proceso, limitando dicho
término solamente a los presupuestos de favorabilidad para la emisión de
fondo o a la posibilidad de control por el opositor mediante escrito de mera
participación en que le haga saber al juez acerca de la irregularidad procesal.
El control formal del proceso no puede confiarse al opositor con prescindencia
del juez. Permanecer arraigado a la teoría de las excepciones procesales y
mixtas, desconociendo el principio procesal del juez tropos es ir contracorriente
y disminuir la efectividad del proceso; restringir los defectos formales a la
denuncia realizada por el opositor, es relegar la eficacia del proceso, la teoría
de la nulidad procesal y las normas del Derecho Procesal a una concepción
privatista sobre el proceso contractual puro.
Ahora, que los vientos soplan favorablemente al proceso oral, cobra con
mayor fuerza la idea de institucionalizar una nueva forma de presupuestos
procesales basados en la necesidad de la constitución de una relación procesal
válida. Una forma de tratamiento sería la asunción de facultades depuradoras o
saneadoras del juez en la audiencia preliminar o en el despacho saneador.
42
En sentido contrario se manifiesta el procesalista POVEDA PERDOMO, Abelardo, -entrevista
personal en Universidad de Salamanca, profesor del doctorado de la Universidad de Medellínquien sostiene que la idea de presupuestos procesales lesiona el derecho a la acción, por tanto
deben ser las partes que en igualdad de armas esgriman las excepciones y defensas que
consideren convenientes.
43 AGUDELO RAMÍREZ, Martín, “Los presupuestos procesales”, ob. cit. p. 13.
Es importante rescatar, al tratar sobre el despacho saneador, los
planteamientos elaborados por la doctrina extranjera desde principios del siglo
pasado, en la que se sostenía que no puede dejarse a las partes, el control de
estos defectos, sino al juez, extendiendo tal prioridad a los presupuestos
materiales para la sentencia de fondo.
El derecho fundamental a la tutela judicial efectiva exige al sentenciador
velar porque los instrumentos procesales utilizados por las partes y los terceros
sean aptos, desde el punto de vista formal, para el procesamiento de la
pretensión. No es suficiente la mera comprobación de que hay la posibilidad de
una decisión en derecho, pues antes debe cumplirse con los presupuestos que
sean indispensables para conocer el fondo del proceso.
En este sentido recordamos a Calamandrei, según el cual:
“… para vencer en una causa, no basta tener razón sobre el
mérito; sino que es necesario también hacerla valer en los
modos prescritos por el derecho procesal, a falta de lo cual el
órgano judicial no podrá entrar a conocer si el reclamante tiene
razón o no la tiene, y no podrá, por consiguiente, dictar la
providencia jurisdiccional de mérito, a la cual el reclamante
aspira, de modo que la providencia consistirá simplemente en
declarar no proveer”, por cuanto “los presupuestos procesales
son requisitos atinentes a la constitución y al desarrollo de la
relación procesal, independientemente del fundamento
sustancial de la demanda”
La naturaleza jurídica de esta institución puede ser establecida a partir
del objeto de la misma, que es, como se dijo, depurar el ulterior conocimiento
de una demanda cuando adolece de defectos o vicios procesales. Por ello se
ha atribuido al juzgador, como director del proceso y no como espectador, no
sólo la facultad, sino también la obligación de controlar que la demanda y la
pretensión en ella contenida, sean adecuadas para obtener una sentencia
ajustada a Derecho. Evitar futuras nulidades procesales, se traduce en
estabilidad de los procesos y en economía procesal.
En Venezuela la experiencia, con la aplicación del despacho saneador
previsto en la Ley Orgánica Procesal del Trabajo que confiere a los jueces de
Mediación, Sustanciación y Ejecución del Trabajo, la facultad de revisar la
demanda in limine litis, con el fin de obtener un claro debate procesal o evitar la
excesiva o innecesaria actividad jurisdiccional que pueda afectar el proceso, ha
sido altamente efectiva44.
44
JURISPRUDENCIA. TSJ. Sala de Casación Social, en sentencia de Abril de 2.005, expresó,
lo siguiente:“En nuestra legislación, tal como quedó previamente establecido, la institución
jurídica está contemplada en la Ley Orgánica Procesal del Trabajo, al establecer la potestad y
obligación de los jueces de Sustanciación, Mediación y Ejecución del Trabajo de examinar,
antes de admitir la demanda, si el libelo cumple con los extremos exigidos en el artículo 123 de
la citada Ley y de aplicar, en un primer momento, el despacho saneador, cuando el juez ordena
al demandante “con apercibimiento de perención”, corregir la demanda por incumplir con los
requisitos establecidos en la Ley (artículo 124); y, en un segundo momento, la Ley establece
que cuando no fuera posible la conciliación, los jueces deberán, a través del despacho
saneador, corregir oralmente -lo cual deberá constar en acta- los vicios formales que puedan
obstaculizar el desenvolvimiento pleno del proceso. La citada Ley los compromete, además,
La necesidad de que el proceso llegue al conocimiento del mérito y su
conclusión final, es la que obliga a que el control sobre los presupuestos debe
darse en las etapas iniciales del juicio y, por lo tanto, ligado al despacho
saneador.
Se convierte así el Despacho Saneador en una facultad y un deber del
juez, ya que en cualquier momento en que constate la ausencia de un
presupuesto procesal o un requisito del derecho de acción puede terminar el
proceso u ordenar su depuración por medio de un auto que haga renovar el
acto, sin esperar que el control sea requerido por el opositor de una excepción.
En síntesis, el Despacho tiene como finalidad evitar que el juez,
cumplidas las etapas sustanciales y llegado el momento de la sentencia de
fondo, constate la existencia de obstáculos o impedimentos que le impidan
emitir una sentencia de mérito.
“El control del proceso -decía Bulöw- no puede confiarse al
opositor con prescindencia del juez. Permanecer arraigado a la
teoría de las excepciones procesales y mixtas, desconociendo
el principio procesal del juez competente para aplicar el
despacho saneador, restringiendo los defectos formales a la
denuncia realizada por la parte opositoria, es relegar la eficacia
del proceso a la teoría de la nulidad procesal y las normas del
Derecho Procesal a una concepción privatista sobre el proceso
contractual puro”.
Se le dado tal amplitud al Despacho Saneador que en algunas
legislaciones su uso permite la fijación del objeto del proceso (thema
decidendum), con el fin de establecer los hechos que deben probarse o
aquellos ya admitidos por las partes o que resulten inconducentes, como lo
afirma Vescovi45.
con la responsabilidad de que el proceso sea realmente un instrumento de la justicia en los
términos del vigente Texto Constitucional”. Tomado www.tsj.gov.ve
45 JURISPRUDENCIA. TSJ-SALA DE CASACIÓN SOCIAL Sentencia Nº 1447- expediente Nº
07-0277, de 3 de julio de 2007, Ponencia del Magistrado LUIS EDUARDO FRANCESCHI
GUTIÉRREZ: “Para decidir, esta Sala observa: Ahora bien, es menester estudiar en el caso
bajo análisis cuál es el alcance de la figura del << despacho saneador>> . Así encontramos,
que esta Sala se ha pronunciado en cuanto a la naturaleza jurídica de la misma, los momentos
en que puede ordenarse y la importancia de su aplicación, y en decisión Nº 248, de fecha 1204-2005, en el caso Hildemaro Vera Weeden contra Cervecería Polar, estableció lo siguiente:
La naturaleza jurídica de esta institución puede ser establecida a partir del objeto de la misma,
que es, como se dijo, depurar el ulterior conocimiento de una demanda cuando adolece de
defectos en el libelo o vicios procesales. Por ello se ha atribuido al juzgador, como director del
proceso y no como espectador, no sólo la facultad sino también la obligación, de controlar que
la demanda y la pretensión en ella contenida, sean adecuadas para obtener una sentencia
ajustada a Derecho. Comúnmente esta actividad contralora del juez es exigida en la primera
etapa del proceso, dependiendo del defecto que la motive. En algunas legislaciones ha sido
incluido el << despacho saneador>> dentro del ámbito de los presupuestos procesales y,
concretamente, de los que tutelan tanto el contenido como la forma, siendo considerado
ineficaz el proceso afectado por errores estructurales, derivados, por ejemplo, por una
demanda mal elaborada en cuanto a sus requerimientos legales. Respecto a los contenidos, es
decir, la pretensión, los presupuestos procesales permiten vigilar la idoneidad de la demanda y
sostienen toda la relación procesal, como son la debida individualización de la pretensión
(forma de la demanda), la acumulación debida de pretensiones, la tutela concreta, la ausencia
de cosa juzgada y ausencia de litispendencia. Igualmente, en relación con los distintos
Respecto a su contenido, es decir, la pretensión, los presupuestos
procesales permiten vigilar no solo la idoneidad de la demanda, sino aquellos
que sustentan toda la relación procesal, como son la debida individualización
de la pretensión (forma de la demanda), la acumulación debida de
pretensiones, la tutela concreta, la ausencia de cosa juzgada y ausencia de
litispendencia. Igualmente en relación con los distintos requerimientos que
aseguran el debido proceso y cuya inobservancia conduciría a la nulidad de lo
actuado.
requerimientos que aseguran el debido proceso y cuya observancia conduciría a la nulidad de
lo actuado. Otros presupuestos que tutelan la forma del proceso son los que se refieren a su
trámite, al respeto a la bilateralidad de la audiencia y al cumplimiento de los lapsos. Cabe
insistir en que el control sobre los presupuestos no debe darse en etapas finales del juicio, sino
que debe estar ligado al << despacho saneador>> , como una facultad y un deber del juez
competente que permita terminar el proceso, u ordenar su depuración, en cualquier momento
en que constate la ausencia de un presupuesto procesal o un requisito del derecho de acción
que requiera de su fenecimiento o que por medio de un auto de reposición que haga renovar,
en casos específicos, el acto al momento oportuno para aplicar el correctivo formal del caso,
sin esperar que el control sea requerido por el opositor de una excepción. Todo ello con la
finalidad de evitar que el juez, cumplidas las etapas sustanciales, llegue a un pronunciamiento
formal en el que constate la existencia de obstáculos o impedimentos trascendentales para
emitir una sentencia de fondo, ya por invalidez o ineficacia, pero siempre buscando un control
para remediarlos. Es igualmente necesario advertir que no puede caerse en una interpretación
excesiva del principio de especificidad en materia de nulidades toda vez que no siempre el
legislador ha de tutelar todos los casos posibles sancionables. El derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva exige que los particulares accedan a instrumentos procesales que sean
aptos desde el punto de vista formal para el procesamiento de la pretensión. No es suficiente la
mera comprobación de que hubo decisión en derecho, pues deben respetarse los
presupuestos que sean indispensables para conocer el fondo del proceso. Una providencia de
inadmisibilidad, debidamente fundamentada, satisface el derecho a la tutela efectiva. Es
importante rescatar, al tratar sobre el << despacho saneador>> , los planteamientos elaborados
por la doctrina extranjera desde principios del siglo pasado, en la que se sostenía que no
puede dejarse el control de estos defectos a las partes, sino al juez, extendiendo tal prioridad a
los presupuestos materiales para la sentencia de fondo. El control del proceso -decía Bulöw- no
puede confiarse al opositor con prescindencia del juez. Permanecer arraigado a la teoría de las
excepciones procesales y mixtas, desconociendo el principio procesal del juez competente
para aplicar el << despacho saneador>> , restringiendo los defectos formales a la denuncia
realizada por la parte opositoria, es relegar la eficacia del proceso a la teoría de la nulidad
procesal y las normas del Derecho Procesal a una concepción privatista sobre el proceso
contractual puro”. Tomado www.tsj.gov.ve
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