EL UNIVERSO SE BASA EN LA UNION DE LO MASCULINO Y LO FEMENINO Por Jorge Guldenzoph En los últimos años han arreciado teorías que pretenden “justificar” desde un punto de vista “pragmático” y “científico” la situación actual de declive del matrimonio y por añadidura de la Familia. También por extensión, o más bien como propósito último, buscan por todos los medios el justificar la infidelidad, y las relaciones homosexuales, como modelos “naturales” y “legítimos”. Por ahora lo intentan presentar como “alternativas”, pero es claro que se pretende imponer esos “modelos” como los únicos válidos. Así como en el pasado hubo quienes en nombre del “proletariado” intentaron derrocar a la religión y los valores familiares por medios de la revolución política, ahora están quienes quieren liberar al “Yo” por medio de la exaltación de la “libido” usando la “Revolución Sexual”. Como antes fue el objetivo la destrucción de la “propiedad privada” ahora lo es la destrucción del matrimonio (relación sexual privada) y el fomento de las relaciones “libres”. Por ejemplo, Robert Wright, autor del libro “El animal moral: psicología evolucionista y vida cotidiana”, en un artículo publicado por la Revista Times años atrás, difundía la tesis de que los seres humanos tenemos entre nuestros genes el de la infidelidad. De esta forma la infidelidad sería una característica adquirida como resultado del proceso evolutivo y por lo tanto no es inmoral sino por el contrario algo natural. La conclusión es muy simple y tremenda a la vez, lo “moral” es el cambio de pareja y lo “inmoral” es el matrimonio fiel y leal. Para este psicólogo “evolucionista” (o involucionista según el punto de vista que se le mire), parecería que no hay otra dimensión de la vida sino la física. Claro que se escapa a sus observaciones lo que sucede en otras esferas de la naturaleza humana. Universalmente la gente tiende a esconder la infidelidad y tiene un sentimiento de culpa cuando engaña a quién deposito en él amor y confianza. Uno no siente remordimiento cuando ama y se entrega absolutamente a su esposo o esposa y uno puede mostrar con orgullo su fidelidad. Por el contrario uno no puede hacer lo mismo con la infidelidad, salvo, en ruedas de hombres donde prima un “machismo” con el fin de justificar unos a otros sus errores, a las que se llaman “conquistas”. Los partidarios de estas teorías “científicas” basan muchas de sus premisas en lo que sucede en el mundo animal, desconociendo la naturaleza diferente y única de los seres humanos. Basta ver y razonar que los deseos y necesidades físicas como las de comer, beber, o dormir, son deseos y necesidades que de no ser satisfechas finalmente llegamos a morir. Sin embargo, el deseo sexual es un deseo que cuando no lo realizamos no morimos por ello, aunque si, su no cumplimiento, causa por supuesto problemas emocionales y frustraciones debido a que es un deseo original con el cual Dios doto al hombre y la mujer. Esto demuestra que a diferencia de otros deseos, el deseo del sexo trasciende la esfera del simple deseo físico estando en la esfera de lo espiritual y moral. Significa que esta destinado a manejarse bajo otros parámetros que el mero instinto físico. Cuando pensamos en el matrimonio y en la familia debemos ver que en la naturaleza hay leyes y principios naturales que rigen las cosas que Dios creo y que son la base de las leyes y principios de la ética humana. La teoría cosmológica aceptada hoy en día es que el universo llego a existir a partir de una gran explosión inicial, llamada Big Bang, fruto de una incalculable e inimaginable energía que partió de la “nada”. La partícula inicial que dio origen a un cosmos armonioso, perfecto y bello tenía dentro de sí el orden, la ley y el principio universal. De la misma manera la familia es el símil de esa partícula original, y fue pensada y diseñada para ser el origen de la sociedad humana, la base a partir de la que, la comunidad, la sociedad, la nación y el mundo se construirían. Pensemos que sucedería si dentro de esa partícula original existiera el principio de la infidelidad donde cada elemento fuera “libre” de salirse del propósito para el cual existen y asociarse con otra cosa diferente para la que estaba destinado. O sí la partícula positiva en vez de ir hacia la positiva y unirse con ella, buscará otra positiva o viceversa. El universo no podría haber existido. Las cosas han sido creadas bajo el principio de la unidad y cooperación de pares diferentes (positividad y negatividad, masculinidad y femineidad). La humanidad no podría haberse procreado tampoco fuera de este principio. Por eso los órganos sexuales masculinos y femeninos se acoplan y han sido creados para un fin específico. Por eso las relaciones sexuales fuera del contexto de relaciones entre hombre y mujer deben usar otras partes del cuerpo no destinadas para ese fin. Por ello el problema con los intentos de justificar o difundir otras formas de unión como “matrimonios” o “familias” que no sean las basadas en la unión leal y fiel entre un hombre y una mujer no sólo van en contra de las enseñanzas religiosas sino van en contra de las leyes naturales. Si el Universo hubiera contrariado esos principios el resultado no hubiera sido otro que el caos y no podría autosostenerse. La humanidad tiene en el mundo natural un modelo al cual ceñirse. La sociedad humana sin base, o sea una familia y matrimonio estable y unido, no puede funcionar y esta destinada a desgracias cada vez mayores. La sociedad no puede funcionar ni progresar sin confianza. Es ello imposible. A la vez la confianza no puede existir sin honestidad, pureza, lealtad y fidelidad en las relaciones mutuas. Parece obvio decir que si a la vez ello no es una realidad sustancial primero en la familia nunca lo será en los niveles de organización humanos más amplios. Habrá quienes puedan “justificar” la crisis del matrimonio como resultado natural de la naturaleza humana. Pero lo harán aceptando que el instinto sexual es quién guía sus vidas y que es su cuerpo quién dirige a su mente. Lo hará yendo contra el mandato de su conciencia moral y de su mente original que siempre busca el bien y rechaza el mal. Por más que busquemos disfraces intelectuales, la fidelidad es el bien y la infidelidad es el mal. No habrá nadie sobre la tierra que pueda borrar esto. Es como la creencia en Dios. Aunque quieran negar su existencia Dios estará allí para toda la eternidad. Sin fidelidad y lealtad entre los cónyuges no habrá un verdadero matrimonio y sin un verdadero matrimonio no podrá existir una auténtica familia. El matrimonio, entre un hombre y una mujer, ha sido diseñado no por los hombres sino por el Creador como el camino para encontrar el pleno amor y debemos protegerlo y ampararlo por el bien de nuestros descendientes.