Dictamen sobre reforma del Consejo de la Magistratura

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DICTAMEN DEL INSTITUTO DE DERECHO CONSTITUCIONAL SEGUNDO V.
LINARES QUINTANA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS
SOCIALES DE BUENOS AIRES ACERCA DEL PROYECTO DE LEY SOBRE
REFORMA DEL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA
El Congreso de la Nación ha sancionado un proyecto de ley enviado por el Poder
Ejecutivo que introduce profundas modificaciones a la composición y funcionamiento del
Consejo de la Magistratura.
Se trata de la tercera reforma de relevancia que se realiza en menos de quince años
sobre la organización de este organismo incorporado a la Constitución Nacional por la
reforma constitucional de 1994. Este simple dato muestra la inestabilidad de su régimen
legal, con los claros inconvenientes que ello acarrea para su adecuado funcionamiento
institucional.
Tal como ha puesto de manifiesto la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Buenos Aires en su declaración del 19 de abril de 2013, “las reformas
propuestas, basadas sobre simples razones de política agonal, distan de respetar los
objetivos constitucionales destinados a consolidar un Poder Judicial eficiente, a
salvaguardar la independencia y estabilidad de los magistrados judiciales, y por añadidura,
a fomentar su excelencia como medio idóneo para incrementar y consolidar las garantías
que permitan la plena vigencia de la libertad, la dignidad y el progreso del pueblo
argentino”.
El proyecto de ley contiene graves vicios constitucionales e introduce numerosas
modificaciones sumamente inconvenientes y disvaliosas que atentan contra la
independencia judicial y una eficaz administración de justicia, principales finalidades que
tuvo el Constituyente de 1994 al incorporar el Consejo de la Magistratura a la organización
constitucional de nuestro país (cfr. art. 114 inc. 6).
De una interpretación literal y teleológica del art. 114 de la CN se desprende
claramente que los representantes de los jueces y abogados han de ser elegidos por sus
pares y de modo diverso a los representantes de los órganos políticos resultantes de la
elección popular. Sin embargo, de modo manifiestamente inconstitucional, el nuevo art. 2°
establece que, tanto los tres jueces del Poder Judicial de la Nación como los tres
representantes de los abogados de la matrícula federal que integren el Consejo de la
Magistratura, serán “elegidos por el Pueblo de la Nación por medio de sufragio universal”,
distorsionando la clara finalidad de representación sectorial pretendida por el texto
constitucional.
Por otra parte, la nueva ley prevé la incorporación al Consejo de la Magistratura de
seis representantes de los ámbitos académicos y científicos, también elegidos por medio del
sufragio universal. El elevado número de representante del mundo académico en relación a
lo previsto con respecto a los jueces y abogados afecta el “equilibrio” en la integración del
Consejo de la Magistratura, criterio expresamente consagrado en el art. 114 de la CN para
determinar su composición.
Los partidos políticos tendrán el monopolio legal para la designación de
precandidatos y candidatos a consejeros que representen a los jueces y abogados y los que
provengan del ámbito académico, lo que implicará la politización de la gestión del Poder
Judicial en el marco de las amplias facultades que en esta materia la Constitución le ha
otorgado al Consejo de la Magistratura. Las elecciones de los consejeros se harán de modo
simultáneo con la elección de los integrantes de los poderes Legislativo y Ejecutivo, lo que
contribuye a la politización del Consejo de la Magistratura y a distorsionar aún más su
misión institucional.
La disminución de las mayorías exigidas para la aplicación de sanciones
disciplinarias a los jueces (de la mayoría absoluta de los miembros se pasa a mayoría
simple) y para decidir la apertura del proceso de remoción (de dos tercios se pasa a mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros), son dos modos de debilitar y amenazar la
independencia judicial.
La ley mantiene el plazo de tres años que tiene el Consejo de la Magistratura para
decidir acerca de las denuncias contra los jueces que pueden dar lugar a un proceso
disciplinario o remoción. Este plazo prolongado puede convertir a la posibilidad de aplicar
sanciones o de acusación en un instrumento de presión que condicione la independencia y
libertad de criterio de los jueces denunciados.
En materia de concursos para cubrir las vacantes judiciales, la nueva ley conserva la
disposición que establece que “el plenario podrá revisar de oficio las calificaciones de los
exámenes escritos, de los antecedentes, impugnaciones y dictámenes”. Esta facultad, unida
a la composición marcadamente partidocrática que ostentará el futuro Consejo de la
Magistratura, condicionará la transparencia, imparcialidad y seriedad de todos los
concursos para acceder a los cargos judiciales. Por otra parte, el nuevo art. 13 establece que
“aquellos cursos o carreras de postgrado, correspondan o no a la Escuela Judicial del
Consejo de la Magistratura, que cuenten con la aprobación del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, serán considerados como antecedentes especialmente relevantes en los
concursos para la designación de magistrados y en la promoción de quienes forman parte de
la carrera judicial”. Esta disposición constituye una grave e indebida intromisión del Poder
Ejecutivo en ámbitos propios del Consejo de la Magistratura y del Poder Judicial y un
modo en que aquel puede intervenir y condicionar fuertemente el resultado de los
concursos judiciales.
El refuerzo de las facultades disciplinarias, administrativas y presupuestarias de un
Consejo de la Magistratura con fuerte base partidocrática en perjuicio de las que son
propias de la Corte Suprema, debilita fuertemente al Poder Judicial y al equilibrio de
poderes que pretende consagrar nuestra Constitución Nacional.
La politización de la integración del Consejo de la Magistratura, la ruptura de su
equilibrio interno, la disminución de las mayorías exigidas para adoptar algunas de sus
decisiones en materia de responsabilidad de los jueces y la creciente intervención de los
poderes políticos en los concursos judiciales, han convertido al Consejo de la Magistratura
en una de las mayores amenazas para la independencia judicial, contradiciendo abierta y
palmariamente su misión institucional y la finalidad que tuvo el Constituyente de 1994 al
sancionar el art. 114 de la CN. La supremacía constitucional, la división de poderes y la
independencia judicial, pilares de nuestro Estado de Derecho, han sido gravemente
lesionadas con la sanción de esta ley de reformas al Consejo de la Magistratura.
Buenos Aires, 25 de abril de 2013
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