El deber de asistencia paterno: medidas judiciales tendientes a su cumplimiento Velazquez, Alejandra C. Publicado en: DFyP 2011 (abril) , 16 I. Introducción En el presente trabajo se abordará la obligación alimentaria de uno de los progenitores —el padre no conviviente— a favor de los "hijos menores" que surge, generalmente, a raíz de la separación de una pareja, y los modos de lograr garantizar su cumplimiento efectivo (art. 271 Cód. Civil). II. Planteo del problema La fijación de cuota alimentaria y su posterior cumplimiento continúan protagonizando en los tribunales de Familia —junto con la violencia familiar— la triste historia de impotencia, desesperación y desazón. Ello así toda vez que los hijos, a través de sus progenitoras, concurren a los Tribunales a peticionar lo necesario no para vivir dignamente, sino para subsistir. III. El inicio del problema La historia comienza en la decisión de una pareja de vivir juntos, de formar una familia —casados o no— para lo cual realizan día a día, de manera natural, contratos explícitos y contratos implícitos. Ello significa que en la pareja de muchos temas se habla, cada integrante de la unión da su opinión, surge el debate, y de otros, cada una de las partes da por sentado determinadas cuestiones que, al ser tan básicas en opinión de cada uno, no se exteriorizan. Por ejemplo, habitualmente se da por sentado que "lo más importante del mundo para cada uno de los padres son los hijos", de lo cual se deduce que ninguno de los progenitores va a desampararlo o a infligirle sufrimientos evitables. Estoy segura que todos acordamos en ello. Sin embargo, cuando la historia de la pareja llega a su fin, pareciera que uno de los padres ya no comulga con este contrato, dado que a la penosa y traumática situación del hijo que ve cómo su familia, su ámbito de seguridad se desmorona, se le adiciona el tener que pasar, muchas veces, privaciones de contacto con uno de sus padres y, además, el abrupto cambio de vida en cuanto a la satisfacción de sus necesidades básicas, tomadas ellas, en el sentido amplio que le da el Código Civil (conf. Art. 267 Código Civil). La realidad del número de litigios por alimentos, sugiere que, lamentablemente, el tema del dinero en la pareja y, no sólo en cuanto a la subsistencia sino en cuanto al futuro de los hijos —en el sentido de apoyarlos y ayudarlos, espiritual, moral y económicamente a que se desarrollen como personas de bien— se encuentra dentro de los contratos implícitos. Claro está que este tipo de contratos forman parte del estudio de la ciencia de la psicología y pareciera que no debiera dárseles relevancia en la ciencia del derecho. Sin embargo, es casi unánime la posición de la doctrina especializada y del sistema judicial imperante actualmente —sobretodo en la Provincia de Buenos Aires— en el sentido de que dentro de los temas familiares, la interdisciplinar debe formar parte de cualquier análisis que se pretenda abordar. Aquí no estamos hablando solamente de lo que establece el Código Civil en cuanto al incumplimiento de los deberes de los padres hacia los hijos, sino también tomamos en cuenta el impacto que producen estas situaciones desde lo psicológico. Niños y adolescentes que tenían los útiles y vestimenta adecuada para el colegio, que tenían vacaciones, fiesta de cumpleaños, adquirían ropa para salir con sus amigos, comida siempre en la heladera y alacena y dinero para adquirirla, incluso que asistían a colegios privados, que proyectaban y preveían su futuro en función de la conducta de sus padres y, sobretodo, de aquél que proveía la mayor parte o la totalidad del dinero con que contaba la familia, de un día para el otro se encuentra que ya nada se puede y, que incluso, se va a ver privado de lo necesario para subsistir. "El nivel o estilo de vida es otro elemento importante a considera para determinar el monto de la cuota alimentaria, pues debe tratar de mantenerse el estatus social y económico que los hijos gozaban hasta el surgimiento del conflicto entre sus padres, o (...) el que tenían los alimentados al tiempo que el obligado incumple con la cuota alimentaria que integraba voluntariamente". (1) Los sufrimientos y padecimientos que estas situaciones les provoca a los hijos son tenidos en cuenta en su total magnitud. Ni que decir si se trata de adolescentes. Por supuesto que existen casos más extremos y "otros que no lo son tanto", pero, con mayor o menor sufrimiento, no logran que su progenitor se avenga a cumplir con la obligación alimentaria adecuada a sus necesidades — detalladas por el art. 267 del Cód Civil— y acorde con el nivel económico que posee, conforme "a su condición y fortuna" al decir del artículo 265 del Código Civil. Ahora ya la historia continúa en los Tribunales. El niño y/o adolescente debe "procesar" como pueda que será un Juez el que decidirá acerca de su futuro, en medio de abogados que defienden intereses "contrapuestos". El interés de él —niño y/o adolescente—, "superior" al decir de los Tratados Internacionales con rango Constitucional, queda sujeto a todos estos vaivenes, dentro de un juicio de conocimiento, absolutamente dispositivo, atenuado algunas facultades que se le otorgan al Juez de manera genérica para todos los procesos judiciales. Entonces todo va a depender de la pericia del abogado que, a través de su progenitor/a, lo represente y de la posibilidad de que el magistrado haga uso de esas facultades para el caso concreto. Y, un tema no menos relevante, de la prueba que se pueda aportar. Prueba muchas veces imposible, debido al desconocimiento de los negocios del progenitor obligado al pago, y que tiene, en ocasiones, a poco de escarbar, clara relación con situaciones de violencia económica que han existido durante la unión. Además, todavía existe en algunos sectores de nuestra sociedad una creencia culturalmente arraigada —sobretodo en los hombres— en cuanto a que corresponde mentir acerca de los temas económicos cuando se produce la ruptura de un matrimonio/unión, o cuando se reclaman alimentos para los hijos, utilizando el argumento de que se está convencido que de ese dinero va a "disfrutar" el progenitor que tiene la tenencia del hijo. Por eso es que consiguen el consenso para que se les abonen "en negro", testaferros que ostentan la titularidad de los automóviles, casas, etc., que son utilizados habitualmente por los progenitores obligados al pago. Todo este cóctel da como resultado matemático una cuota alimentaria harto magra en el mejor de los casos, la serie ininterrumpida de incumplimientos o bien el incumplimiento total. Así las cosas, el tiempo pasa, el hijo crece, y sus derechos han sido vulnerados pero, el progenitor obligado a contribuir con la formación y desarrollo de ese hijo, queda sin culpa alguna, ya que el mismo sistema legal, judicial y cultural avaló, de algún modo, el incumplimiento total de los alimentos o el cumplimiento total, pero alejado de la real posibilidad económica de ese progenitor. Por supuesto que no todos los padres se comportan de esa forma. Pero aquí estamos enfocándonos no en las excepciones, sino en los casos en que se deben peticionar judicialmente alimentos para los hijos y el padre obligado trata, por todos los medios, de deshacerse de esa obligación. IV. Pautas para la fijación de alimentos provisorios Desde la jurisprudencia y la doctrina se sostiene que la fijación de la cuota provisoria de alimentos debe ajustarse a lo mínimo indispensable para la subsistencia de los niños. Su fundamento radica en que, al tratarse de una medida cautelar —tutela anticipativa para un sector de la doctrina procesalista— no se requiere la prueba acabada de los ingresos del alimentante, lo cual será debatido en el juicio sumario posterior. El Dr. Eduardo N. De Lázzari expresa: "Ahora bien, como todo proceso, el alimentario requiere un cierto tipo de sustanciación, que por más reducida que sea a veces resultará desmedida en consideración a lo apremiante de las necesidades cuya cobertura se pretende. En tales condiciones, si objetivamente surge esa imposibilidad de aguardar la sentencia (/o, lo que es lo mismo, se advierte el peligro en la demora) y, además, prima facie, se incorporan elementos de juicio que abonan la procedencia de aquella demanda de fondo (o sea, se acredita la verosimilitud del derecho), no hay motivos que impidan otorgar una protección cautelar adecuada. Y aquí, inevitablemente, lo único adecuado es anticipar la prestación alimentaria en sí. No hay otra forma de preservar la integridad del derecho que se reclama. No sería suficiente que el órgano jurisdiccional dispusiera un embargo o cualquier otro tipo de aseguramiento que genere en el acreedor la certeza de que al momento de sentenciarse percibirá efectivamente la cuota. La necesidad es ahora y no más tarde. Nos encontramos, pues, en presencia de un supuesto excepcional, en el que el contenido de la medida cautelar se superpone, significa o equivale a lo mismo que se pretende lograr en la sentencia a dictarse en el proceso de mérito, vale decir, la fijación de la cuota". (2) Sin embargo, esta postura debe ser aplicada cuidadosamente. Ello así toda vez que, en aras de esta provisoriedad, no podría avalarse que el niño, por ejemplo, deba cambiar de colegio —de uno privado a uno estatal—, deje de tener la obra social que lo cubría, en fin, se lo continúe sometiendo al cambio abrupto operado en las condiciones de vida que tenía, antes de la separación de sus padres. Por tanto, la petición de alimentos provisorios debiera contener los datos precisos acerca de la vida cotidiana del niño durante la convivencia de los padres, además de la mención del aporte dinerario que realizaba cada uno de los progenitores. Y es que los datos acerca del nivel de vida del niño configuran una presunción iuris tantum acerca de sus necesidades puntuales, así como de los ingresos del progenitor. En ocasiones nos encontramos con que la madre no ha desempeñado tareas fuera del hogar durante la unión. Sin embargo, repentinamente se le requiere que realice aportes dinerarios a los efectos de cubrir las necesidades del hijo. Este nuevo "contrato" que propugna una de las partes, sobretodo si se da sin tener en cuenta las reales posibilidades que la progenitora pueda tener en el mercado de trabajo, sin lugar a dudas, perjudica fundamentalmente al niño en todo sentido. No hay duda que la mayor tranquilidad en el progenitor que ostenta la tenencia del niño beneficia a éste. Por tanto, la cuota alimentaria provisoria debe tener en cuenta que con ella se puedan cubrir los ítems básicos del niño como ser: vivienda, salud, educación, comida y traslados (al colegio, al médico, etc.), conforme lo establece el art. 267 del Cód. Civil. Asimismo, Claro está que la magnitud de la cuota alimentaria provisoria dependerá del nivel sociocultural de esa familia. "El art. 265 del Cód. Civil dispone que los padres deben asistir a sus hijos conforme a su condición y fortuna, esto es, en función de la situación económica en que se encuentren, determinándose de esta forma los límites de la prestación". (3) Debe destacarse que la separación de una pareja no resulta asimilable al quiebre de los negocios. Por tanto, si el alimentante alega una merma de los ingresos que percibe —en relación a los que percibía durante la unión— deberá probar la disminución operada de manera exhaustiva. Por tanto, deberá considerarse el nivel de vida que tenía el niño durante la convivencia de sus padres y los aportes dinerarios que cada progenitor realizaba durante la convivencia, para llegar a fijar una cuota alimentaria en cabeza del progenitor no conviviente. Ello así toda vez que "si bien este derechodeber emergente de la patria potestad recae en forma igualitaria sobre ambos progenitores, no significa esto que deberán efectuar contribuciones similares o equivalentes; en este caso se tendrán en cuenta los roles que cada padre desarrolla en el grupo familiar y esto determinará las características y entidad del aporte que efectúe en función de esta obligación frente a sus hijos menores..."(4) V. La prueba. Los acuerdos. El rol del juez En una mayoría de los casos aquí comienza la odisea judicial. Los extremos probatorios exigidos por la norma legal en cuanto a la capacidad económica del alimentante, tomados de manera literal, entran en muchos casos dentro de la categoría de prueba imposible de acceder. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala A, con fecha 22/09/1995, ha dicho que: "Sabido es que a los fines de determinar la prestación alimentaria es necesario tener en cuenta la condición económica y social de las partes, valoradas a través de sus actividades y sistemas de vida"(CNCiv., esta sala, R. 32.572 27/1/87; R. 33.304, 19/11/87; R. 33.371, 19/11/87; R. 34.299, 23/2/88; R. 80.513, 14/2/91). Por lo demás, es oportuno recordar que, en lo que hace a la valoración de las pruebas producidas en el proceso de alimentos, no es necesario que la misma sea directa de los ingresos del alimentante o de su patrimonio, sino que basta con un mínimo de elementos que den las pautas básicas para estimar el monto de la pensión. La prueba del caudal económico del alimentante, puede entonces, surgir de la prueba directa en su totalidad, o en parte de prueba directa y de indicios sumados, o de presunciones exclusivamente, siempre que reúnan las condiciones de eficacia que le son propias, aunque valoradas con criterio amplio, en favor de la pretensión del demandante (conf. Colombo, Carlos, "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, anotado", t. II, p. 280; CNCiv., esta sala, R. 34.299, 23/2/88, R. 38.797, 7/8/88; R. 39.943, 25/1/88; R. 66.594, 28/6/90; R. 80.513, 14/2/91).(5) Con relación a las necesidades del alimentado en muchas ocasiones se minimizan situaciones o condiciones de vida que configuran ciertamente presunciones acerca de la capacidad económica real del obligado al pago. Pareciera ser que en los tribunales todo se reduce a lo mínimo indispensable. Incluso algunos abogados, realmente creativos, hacen confeccionar a sus clientes listas detalladas de los gastos del menor: pormenoriza cada alimento que el menor consume, de qué marca, y así se continúa taxativamente rubro por rubro etc., con el fin de llegar a un rápido acuerdo el que, aunque desventajoso, permita paliar la grave situación por la que este progenitor con su hijo se encuentra atravesando, y deje atrás un juicio largo y de relativa certeza. Así día a día se va construyendo los valores de una parte del futuro de nuestra sociedad: son los niños cuya subsistencia y proyecto de vida futuro pasan por los tribunales. Por cierto que, no obstante que parte de la doctrina procesalista sostenga que las costas son a cargo del alimentante, sin duda, acá hay un vencedor y un vencido. En este sentido, tanto el uso de la prueba de presunciones e indicios a fin de establecer la capacidad económica del alimentante., así como el exhaustivo control de los convenios alimentarios durante el trámite de su homologación —art. 236 Código Civil— resultan herramientas efectivas de protección de los alimentos de los niños. Para ello se requiere que el Juez —o el funcionario que éste designe— indague en presencia de las partes de qué trabaja cada una de ellas y cuánto gana, a fin de evaluar el respeto de la ecuación necesidades del alimentado - capacidad económica del alimentante. Asimismo y, sobretodo en los casos en que el alimentante realiza tareas por cuenta propia, "Frente a estos supuestos y con el objeto de establecer la capacidad económica del alimentante y determinar la cuota alimentaria se recurre a la prueba de indicios o presunciones basadas fundamentalmente en el nivel de vida que desarrolla. A tal fin se considerarán una diversidad de elementos que exteriorizan un determinado estándar de vida, como la titularidad de tarjetas de crédito y la magnitud y calidad de gastos que efectúa con ellas, la práctica de determinados deportes tradicionalmente de costoso mantenimiento, como el golf, el club al cual concurre, los frecuentes viajes al exterior, la vestimenta que adquiere, el lugar donde vive y las características y comodidades de su vivienda, etc."(6) El magistrado, en caso de un marcado e inexplicable desfasaje, conminará a las partes a rever lo acordado a fin de posibilitar arribar a la homologación. Ello así toda vez que "(...) la facultad del juez de analizar los convenios a que alude el art. 236 del Cód. Civil, referido al juicio de divorcio por presentación conjunta, y los convenios de alimentos para hijos menores en el trámite de homologación (...)"(7) se ve avalada por el propio artículo 236 Cód. Civil al establecer que "... el juez podrá objetar una o más estipulaciones de los acuerdos celebrados cuando, a su criterio, ellas afectaren gravemente los intereses de una de las partes o el bienestar de los hijos..." Y es que la presencia del Juez —o de un funcionario judicial— ante las partes opera como control intrínseco del acuerdo al que han arribado. Aquí no es cuestión de homologar cualquier acuerdo, sino que es obligación del magistrado garantizar la justicia del acuerdo, la que se logra respetando la referida ecuación. (8) Debe tenerse en cuenta que la autonomía de la voluntad de cada una de las partes se encuentra restringida en materia de alimentos para los niños, en virtud de la Convención de los Derechos de los Niños —artículo 27, punto 4— y de la Constitución Nacional (art. 75, inc. 22). VI. Remedios utilizados. Embargo. Astreintes Lograr el cumplimiento de la cuota alimentaria —fijada por el juez o acordada por las partes— por parte del obligado al pago es la tarea que el juez —con su actividad jurisdiccional— debe llevar a cabo. Es deber del juez garantizar que los menores reciban la prestación alimentaria en tiempo oportuno (arg. Art. 27, pto. 4 Convención de los Derechos del Niño). El incumplimiento en el pago de la cuota alimentaria por parte del progenitor deviene inaceptable. El mero hecho de que los hijos menores deban recurrir a la justicia —a través de una representación legal— a solicitarle a su progenitor que les "provea alimentos" o bien que cumpla con su obligación alimentaria en término, resulta una clara presunción en contra del alimentante en cuanto a su actitud remisa, poco diligente. Si el progenitor obligado trabaja en relación de dependencia, en general, no ofrece mayores problemas, ya que bastaría con trabar embargo sobre la remuneración neta por el porcentaje o importe fijado judicialmente o pactado. El problema se plantea en los casos en que el progenitor trabaja de manera autónoma. Aquí se recurre a distintas medidas a fin de asegurar el pago de la cuota alimentaria: además del embargo de automóviles o inmuebles, la imposición de astreintes. En este sentido se sostiene que la imposición de astreintes resulta la medida adecuada para estos casos, ya que no presenta las dilaciones que se producirían si se tiene que ejecutar un bien inmueble para que se pueda percibir la cuota. Sin embargo, si la percepción efectiva de los alimentos depende de la ejecución de algún bien registrable, las astreintes no logran, por sí solas, evitar las dilaciones que el proceso de ejecución conlleva, y, prima facie, no solucionan el problema de la percepción en tiempo útil a fin de evitarle al hijo los padecimientos que necesariamente provocan las carencias. VII. Problemas para el cobro de la cuota alimentaria Lo cierto es que uno de los problemas que ofrece mayores dificultades a la hora de procurar el pago de los alimentos a los hijos se presenta cuando el progenitor obligado al pago de los alimentos no tiene bienes a su nombre ni trabajo conocido. Por tanto, la cuota que se fije será de cumplimiento imposible para el hijo. En estos casos, puede solicitarse a un previo informe ambiental del lugar en donde vive el alimentante, a fin de conocer la real situación económica del progenitor, para luego peticionar un embargo sobre los bienes que se encuentran en la vivienda del deudor alimentario. Asimismo otro problema se presenta cuando no es posible ubicar al progenitor alimentante, esto es cuando se desconoce su domicilio y su lugar de trabajo. VIII. Criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Nuestro más alto Tribunal ha dicho que "la consideración primordial del interés de los menores, que la Convención sobre los derechos del niño impone a toda autoridad nacional en los asuntos concernientes a éstos, orienta y condiciona toda decisión de los tribunales de todas las instancias llamados al juzgamiento de los casos (Fallos 322:2701) (...) Cuando se trata de reclamos vinculados con prestaciones alimentarias a favor de menores, los jueces deben buscar soluciones que se avengan con la urgencia que conlleva este tipo de pretensiones, para lo cual deben encauzar los trámites por las vías expeditivas y evitar que el rigor de las formas pueda conducir a la frustración de derechos que hoy cuentan con particular tutela constitucional..." 06/02/2001 "G., C.I. y otros c. K., E. y otro" Fallos 324:122, LA LEY, 2001-C, 568. IX. Embargo a cajas de seguridad Una solución a la que se recurre en el fuero comercial ante el incumplimiento del deudor, es el embargo del dinero que se encuentra dentro de Cajas de Seguridad Bancarias que estén a su nombre exclusivamente o bien a nombre conjunto del deudor y terceros. No nos estamos refiriendo a los casos en que el deudor se encuentra autorizado por un tercero -titular de una Caja de Seguridad bancaria- a ingresar a la misma. En los casos de titularidad exclusiva o conjunta del deudor alimentario, el acreedor alimentario puede peticionar que se trabe una medida cautelar sobre el dinero existente y/o sobre los bienes muebles, no sólo por el monto debido sino también por una determinada cantidad de cuotas futuras a vencer, toda vez que la morosidad del deudor alimentario indica la voluntad de evitar el pago, procediendo que se garanticen las cuotas futuras. Si el embargo de cajas de seguridad bancarias resulta procedente en el fuero comercial, a los efectos de perseguir el cobro de deudas "comunes", con más razón debiera utilizarse esta medida cuando lo que se evita abonar son los alimentos del hijo. En este sentido, la jurisprudencia comercial ha determinado el procedimiento y recaudos que deben tomarse cuando se lleve a cabo esta medida cautelar. Así, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala E, con fecha 12/11/2008 (9) se ha expedido en un juicio ejecutivo; el ejecutante solicitó el embargo del contenido de la caja de seguridad que el ejecutado tenía en una entidad bancaria. El juez de primera instancia desestimó la medida solicitada. La Cámara revocó el fallo apelado y ordenó trabar el embargo peticionado". Sostuvo el Alto Tribunal que "Corresponde hacer lugar al embargo del contenido de la caja de seguridad que el ejecutado tiene en una entidad bancaria, el cual debe limitarse a los bienes que sean necesarios para cubrir el crédito reclamado y lo presupuestado para intereses y costas, pues la armonización del derecho persecutorio con el de intimidad no puede conducir a dotar a este tipo de depósitos de una suerte de inembargabilidad que la ley no les confiere, permitiendo a los deudores sustraer ciertos bienes del alcance de sus acreedores con el solo recurso de colocarlos en una caja de seguridad. Por otro lado, el Oficial de Justicia interviniente en la diligencia, en presencia de autoridad jerárquica superior de la sucursal de la entidad bancaria donde se lleve a cabo, realizará un inventario del contenido de la caja de seguridad, preservando el derecho a la privacidad del titular respecto de aquellos otros elementos que pudieran encontrarse y que resultaran inconducentes como medios para asegurar el cobro pretendido y designará depositario provisional de los bienes embargados —lo que recaerá preferentemente en el Banco indicado o, ante su negativa, en la parte actora- quien aceptará el cargo en el acto mismo de la diligencia (arts. 216, 217 y 536 del Código Procesal). Si lo embargado fuera dinero, el Oficial de Justicia depositará el mismo en una cuenta que se abrirá como perteneciente a este juicio y a la orden de la jueza de la primera instancia en el Banco de la Ciudad de Buenos Aires, Sucursal Tribunales. A los fines expuestos, se librará mandamiento con facultades para solicitar el auxilio de cerrajero y con los demás recaudos establecidos por el art. 214 del código ritual (cfr. fallo "Provincia de Buenos Aires c. Gómez, Lucas R. y otros", ya citado). Interin, y mientras se libra y diligencia el mandamiento respectivo, se bloqueará por cuarenta y cinco días la caja de seguridad indicada a efectos de impedir su acceso al aquí demandado y/o sus autorizados. A tal fin, se librará oficio a la entidad bancaria, a quien, además, se requerirá información respecto de si el demandado es el único titular de la caja de seguridad y, en su caso, la identidad de los cotitulares a efectos de citarlos debidamente a ejercer sus derechos. Una vez, trabada la medida, se notificará la misma al embargado y a los eventuales cotitulares de la caja de seguridad en cuestión (art. 198 del Código Procesal). Los doctores Miguel F. Bargalló y Bindo B. Caviglione Fraga actúan de conformidad con lo dispuesto en los Acuerdos de esta Cámara del 22/7/08 pto. III y del 27/8/08 pto. VI, respectivamente. Ángel O. Sala. - Miguel F. Bargalló. - Bindo B. Caviglione Fraga. En el mismo sentido En el mismo sentido, Juzgado de 1ra. Instancia en lo Contenciosoadministrativon Nro. 1 de La Plata, el 04/05/2005 Provincia de Buenos Aires c. R. C. A.(10) X. Embargo sobre bienes que se encuentran en el domicilio del deudor alimentario El tratamiento de la ejecución de las deudas alimentarias debería, al menos, correr la misma suerte que la ejecución de las deudas que se contraen en virtud de otras causas con personas ajenas a la relación familiar. Y es que nuevamente se observa el desigual tratamiento que se le da a los incumplimientos con los integrantes de la familia —específicamente con el hijo—, por lo que parecería que es menos grave incumplir cuando se trata del propio hijo que cuando se trata de un tercero ajeno a la relación familiar. No se entiende, entonces, la causa de tal desigualdad, máxime cuando los alimentos para los hijos ostentan el rango de un derecho constitucionalmente reconocido. El hecho de que no exista una regulación específica de estas medidas cautelares que permita expresamente aplicarlas respecto de las deudas alimentarias, no significa que, en primer lugar esté prohibida su aplicación, y en segundo lugar, sobran los argumentos que avalan la procedencia de todas las medidas apropiadas que deberán tomar los Estados Partes para "asegurar el pago de la pensión alimenticia por parte de los padres" (art. 27, punto 4 Convención de los Derechos del Niño), esto es, para evitar los incumplimientos de las obligaciones alimentarias. El Dr. Jorge L. Kielmanovich se refiere a las medidas cautelares en el juicio de alimentos "El embargo preventivo es procedente en el juicio de alimentos, como en cualquier otro juicio, verificados los presupuestos a que se subordina su admisibilidad y ejecutabilidad, sin que el hecho de que no se los haya fijado aún impida que el crédito por alimentos exista, aunque sea por monto indeterminado, habiéndoselo incluso autorizado para garantizar el pago de cuotas futuras, cuando se acredita o se aportan elementos que permiten presumir que el obligado a los alimentos podría insolventarse o reducir su patrimonio tornando ilusorio el derecho de los beneficiarios de la pensión; o existen reiterados incumplimientos anteriores y el demandado no tiene un ingreso fijo y el bien embargado es en apariencia el único". (11) XI. Prohibición de salida del país Esta medida resulta especialmente útil para los casos en que se desconoce el paradero del progenitor obligado al pago de los alimentos. En rigor de verdad no sería una prohibición de salida del país sino una dilación de la salida, ya que se le impondría como condición para la salida el depósito de las sumas adeudadas con más un plus de sumas que, si bien se irán devengando en el futuro, su percepción por parte del hijo no admite dilación alguna. También podría exigírsele al padre alimentante que pretenda salir del país que garantice previamente su obligación. La adopción de esta medida se fundamenta en el Superior Interés del Niño y Adolescente. Ello así toda vez que es justamente en estos casos de tensión entre un derecho del padre —en el caso, el de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino, artículo 14 Const. Nacional— y un derecho del hijo - el derecho alimentario del hijo, artículo 75, inc. 22, Conv. De los Derechos del Niño arts. 6.2, 24 y 27.4 - cuando funciona el Superior Interés del Niño, priorizando el derecho del hijo por sobre el del padre. Resulta la aplicación concreta del "manido interés superior del niño" al decir del Dr. Jorge Kielmanovich, (12) ya que frente a los derechos constitucionales que tiene tanto el padre como el hijo, cede el derecho del padre en función de que el hijo pueda acceder a su derecho a percibir alimentos. Así lo entendió el Dr. Marcos Córdoba cuando integró la Comisión Federal de Juristas que elaboró el Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial de 1993, ya que el artículo 328 del referido Proyecto de 1993 establece que "El juez puede disponer la prohibición de salir del país a quien ha sido condenado al pago de alimentos mientras no garantice previa y suficientemente su obligación". En el informe de la Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados se destaca que "(...) En materia alimentaria la redacción propuesta en el Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial de 1993, corresponde a la pluma del Dr. Marcos M. Córdoba, quien integró la Comisión Federal de Juristas creada por Resolución de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación publicada en Orden del Día 503/92, proyecto sancionado por este cuerpo legislativo el 3/11/93, publicado en el Orden del Día 1322/93 y se encuentra a estudio de la Honorable Cámara de Senadores de la Nación.(...)." En realidad, tanto en la resolución que fija los alimentos provisorios como los definitivos, el juez deberá poner en conocimiento del progenitor obligado al pago esta situación, es decir que, previo cualquier viaje al exterior que pretenda realizar, tendrá que tomar los recaudos necesarios respecto de la percepción regular de la cuota alimentaria por parte del hijo. A este fin el juez librará los oficios pertinentes a fin de impedir la salida del país, el cual quedará sin efecto, previo cumplimiento de los alimentos adeudados y/o con la caución, mediante nuevo oficio judicial. El Dr. Dutto ha resuelto hacer lugar a la petición de la madre de una niña de tres años y ordenó la prohibición de salida del país del progenitor de la niña hasta tanto de cumplimiento con la cuota alimentaria que le ha sido impuesta o bien otorgue caución suficiente para satisfacerla". (13) XII. Colofón En conclusión, la percepción de los alimentos por parte de los hijos deviene fundamental, a fin de evitar las necesidades y penurias económicas que conllevan daños y sufrimientos no sólo en el aspecto material sino también en lo psicológico. El resguardo de la salud psicofísica de los menores de edad es obligación primordial de los padres, de los abogados de familia y de los jueces de ese fuero. Por tanto, frente a los incumplimientos de la cuota alimentaria por parte del progenitor obligado existen diversas medidas que pueden ser peticionadas por la parte acreedora, pues la importancia vital que revisten la percepción de los alimentos por los hijos ameritan el tratamiento al menos similar al que se brinda a las otras deudas dinerarias cuyos acreedores sean terceros ajenos a la relación paterno-filial. Sin perjuicio de ello, no debe perderse de vista la trascendencia del cumplimiento de la cuota alimentaria por parte del progenitor, y la especial protección que se debe perseguir en cuanto a su efectivo cumplimiento, lo cual autoriza a extremar los esfuerzos a fin de que no se vean frustrados los derechos de los hijos. (1) CAMPOS, Roberto D., "Alimentos entre cónyuges y para los hijos menores", Hammurabi José Luis Depalma Editor, agosto 2009, p. 169. (2) DE LÁZZARI, Eduardo N, "Medidas Cautelares", t. 2, 3ª edición, Librería Editora Platense, noviembre 2002, pp. 88, 89. (3) CAMPOS, Roberto D., "Alimentos entre cónyuges y para los hijos menores", Hammurabi, José Luis Depalma Editor, agosto 2009, p. 137. (4) En el mismo sentido, Juzgado de 1ra. Instancia en lo Contencioso Administrativo Nro. 1 de La Plata (JContencioso Administrativo LaPlata)(Nro1), el 04/05/2005, Provincia de Buenos Aires c. R. C. A., 2005 (mayo). (5) Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala A, con fecha 22/09/1995, K. de K., Ch. c. K., M., LA LEY, 1996-C, 622 - DJ, 1996-2-302 begin_of_the_skype_highlighting end_of_the_skype_highlighting. GRATIS 1996-2-302 (6) CAMPOS, Roberto D. "Alimentos entre cónyuges y para los hijos menores", Hammurabi José Luis Depalma Editor, agosto 2009, p. 168. (7) BOSSERT, Gustavo A., "Régimen Jurídico de los Alimentos", Astrea, noviembre 2006, p. 318. (8) CAMPOS, Roberto D., "Alimentos entre cónyuges y para los hijos menores", Hammurabi José Luis Depalma Editor, agosto 2009, p. 169. (9) Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala E (CNCom) (SalaE), con fecha 12/11/2008, LA LEY, 11/03/2009. (10) En el mismo sentido, Juzgado de 1ra. Instancia en lo Contencioso Administrativo Nro. 1 de La Plata, el 04/05/2005, Provincia de Buenos Aires c. R. C. A.. LLBA 2005 (mayo). (11) KIELMANOVICH, Jorge L., "Medidas Cautelares", Rubinzal Culzoni Editores, 15/03/2000, p. 140. (12) KIELMANOVICH, Jorge L., "¿Prohibición de salida del país del deudor alimentario?", LA LEY, 08/02/2011. (13) Tribunal Colegiado d Instancia Única en lo Civil de 5ª. Nominación de Rosario, 29/10/2010, Sup. Doctrina Judicial Procesal 2010 (diciembre). 35 - LA LEY, 08/02/2011, p. 4, con nota de Jorge L. Kielmanovich.