Internet: un nuevo espacio psicosocial 1 El chat: una forma de lidiar con la incertidumbre y la construcción permanente de la identidad Del Capítulo II del libro: Balaguer, R. (2003) Internet: un nuevo espacio psicosocial, Montevideo: Ed. Trilce Paradigma de la comunicación posmoderna Los chats son una de las vedettes de Internet y una de las novedades más salientes provenientes de la red. IRC (Internet Relay Chat) y AOL (America Online) han sido pioneros en el desarrollo de estos canales, donde se da un tipo de comunicación que Elizabeth Reid define como un “recurso de comunicación sincrónica para múltiples usuarios que está disponible en todo el mundo para aquellos que tengan acceso a la red de Internet en sus sistemas informáticos" (Reid, 1991: 4), a diferencia de otros estilos de comunicación dentro de la red. Si bien en los últimos tiempos han surgido otros chats que incluyen imágenes, nos centraremos aquí en los chats de texto y no en estos nuevos, como pueden ser “The Palace” (Suler, 1996), donde las tecnologías gráficas permiten y desarrollan una idea de inmersión y de “co-presencia” en un espacio virtual. A pesar del uso de los avatares (1), el texto escrito permanece como el método preferido para comunicarse (Suler, 1999). El primer programa de chat se remonta a 1988 cuando Jarkko Oikarinen, en la Universidad finlandesa de Oulu escribiera el programa original de IRC. El chat permite, a diferencia del teléfono y otras tecnologías de comunicación, hacer confluir en un mismo medio a personas de distintas latitudes posibilitando una comunicación que las más de las veces tiene características lúdicas. A través del texto escrito, las personas se comunican desde lugares remotos sin más estímulos que una pantalla donde aparece lo que las otras personas van “diciendo” y donde uno puede responder al público o “susurrar” a un integrante en particular en tiempo real. El “scroll” o pasaje rápido de los textos en pantalla, es en alguna medida un paradigma de lo efímero de las comunicaciones en la posmodernidad. La velocidad con la que los textos aparecen y desaparecen, a pesar de lo escritural, guarda mayor relación con los tiempos de lo visualizable a través de la TV, que con los tiempos de la letra. El tiempo de reflexión es entonces breve, mínimo, y es el tiempo de reacción el que se privilegia, por lo que difícilmente los contenidos alcancen elevado nivel literario o reflejen un pensamiento elaborado. La atención centrada en el propio texto, lleva a una pérdida de la textualidad de lo dicho y a un fluir permanente de frases, las más de las veces poco elaboradas, con faltas de ortografía, descuidadas en lo formal y en su contenido. Wallace (1999: 12) señala que su estatus linguístico parece corresponderse con el de la entrevista, donde si bien uno se dirige a alguien, se sabe que esa comunicación está siendo seguida por otras personas. “El registro escrito ha servido como un modo de expresión reflexivo, distante y como mínimo, pseudo literario. Es decir, marcadamente formal. Por contraposición, el registro oral se caracteriza por ser próximo, casi espontáneo y escasamente formal.” (Mayans, 2000,1: 1). El estilo del chat en este sentido se acerca mucho más al intercambio oral. Su estilo tiene muchas reminiscencias de las conversaciones telefónicas o las físicas cara a cara. La Internet: un nuevo espacio psicosocial 2 informalidad de su contenido y forma lo separa del género escrito y lo acerca a un discurso escrito con características de oralidad. Sin embargo, parte de la distancia con la oralidad, estaría dada por la ausencia de información extralinguística: la mirada, los gestos espontáneos, el timbre y la entonación de la voz, etc. Este “género confuso” como lo define Mayans (2000) se caracteriza por su espontaneidad, falta de convenciones y reglas gramaticales, o al menos la falta de obligación de su cumplimiento. Se distancia del texto escrito por la poca elaboración de las frases y lo instantáneo de su llegada al o a los receptores. La revisión de las frases es escasa y los componentes se van presentando no en forma consecutiva y lineal como en el texto, sino más bien intercaladas con intervenciones ajenas, fragmentadas y dispersas. “Los chats están llenos de temas que “pudieron haber sido y no fueron....“La supervivencia de los temas de conversación en un “chat” es precaria y su esperanza de vida, reducidísima” (Mayans, 2000, (2): 21). De ahí que señalemos al chat como paradigmático de las comunicaciones posmodernas: informales, breves, poco comprometidas con la interioridad de los sujetos en cuestión. “Ahora celebramos a los seres proteicos.(...) Hay que mantenerse en movimiento; la red es vasta, los compromisos son muchos, las expectativas son infinitas, las oportunidades abundan y el tiempo es cada vez más escaso” (Gergen, citado por Bauman, 2001: 29). Comunicación posmoderna, seres proteicos, capacidad de transformarse, “plasticidad” es lo que se pone en escena en los chats. Poco o nada permanece, todo cambia en cualquier momento sin previo aviso. Los personajes van y vienen, entran e irrumpen sin un código visual que nos brinde pistas. Como los videojuegos, los chats son una forma también de volverse activos y dejar de soportar pasivamente el devenir incesante, la pérdida de referentes sólidos, la inseguridad, para pasar a “jugar” con estos materiales. En el chat los actores participan activamente y se sienten cómplices y protagonistas de sus sucesos. La falta de locación de las inseguridades; globalización mediante; se pone de manifiesto en estas salas virtuales donde las cosas pueden venir de cualquier lugar y de cualquier forma. Lo inesperado, lo incierto, característico de nuestros días, encuentra su referente lúdico en el chat. Nadie parece ser quien dice ser, la incertidumbre es total. Las identidades son cambiantes y los usuarios están permanentemente jugando con algo que desde la sociología es considerado clave en la sociedad actual: el proceso de autofabricación del yo como un proceso inacabable y los sujetos dirigidos hacia una búsqueda identitaria permanente, hacia una identidad buscada pero nunca alcanzada (Bauman, 2001). En la misma línea sociológica Giddens plantea: "Donde amplias áreas de la vida de una persona ya no están conformadas por modelos y hábitos preexistentes, el individuo se ve obligado continuamente a negociar opciones de estilo de vida" (1992: 75). ¿Qué mejor lugar que el chat para poner en juego en un "como si" esta situación de estructuración identitaria autónoma? Más que un “recreo” entonces al decir de Reid, pareciera ser también un espacio social en donde lidiar con la realidad de nuestros días, tan cambiante e incierta como un chat y abierta al juego con las identidades. Lo lúdico aquí podría entenderse desde una lectura donde el juego es actividad elaborativa de las demandas de la vida real. Internet: un nuevo espacio psicosocial 3 Es precisamente en los chats donde se presentan la mayor parte de las cuestiones más controvertidas de la red y según muchos autores, son uno de los espacios que tienen mayor propensión a la adicción por diferentes motivos (Wallace, 1999; Greenfield, 1999). Jugando y actuando con nosotros y los otros Algunos años atrás en Piano Man, Billy Joel inmortalizaba la bebida llamada “soledad”, que era mejor que “beber solo”. La bebida de los chats es para Johnson (1997) “frases desconectadas, exabruptos libidinales”, que recuerdan los peores graffitis. “Aisladas declaraciones de egocentrismo, conversaciones fallidas, slogans” (ibid.: 69). Señala que a su juicio no parece tanto una comunidad, como un grupo de individuos comunicándose uno tras otro, hablando en un código ininteligible y abreviado. “Estas posibilidades convierten los ‘chats’ de IRC en "una oportunidad para la deconstrucción de fronteras sociales", lo que hace de él algo que podemos considerar "esencialmente postmoderno" (Reid, op. cit., 15) que lo convierte en un objeto de estudio extremadamente pertinente para la mirada de las ciencias sociales (Mayans, 2000, 2: 1). Johnson (1997) plantea la ilusión del acercamiento a este espacio público, las expectativas que se generan y la posterior desilusión al encontrarse con la textualidad cruda producida en la interfase. Joan Mayans (2000) muestra el nivel de los intercambios en los chats, analizando diversos aspectos de los mismos, en relación a sus códigos y características que resultan, en su opinión, en un “género confuso” continuando la línea de Geertz (1973) en relación a las ciencias sociales. Plantea también Mayans que “su genuinidad específica se va descubriendo a medida que dejamos de pensarlo como “sustituto” de algo y lo vemos como un medio con un estilo y unas peculiaridades propias y singulares” (2000: 2). Dice luego el mencionado autor: “Si nos atreviéramos a afirmar tal cosa, podríamos ver los ‘chats’ como una nueva deconstrucción del mismo teatro original y de su simulacro, la televisión. Mezcla sus componentes y los pasa por el finísimo tamiz de su ‘estrechez de banda’. Por un lado, los ‘chats’ prima un sentido televisivo de construcción de las acciones (múltiples puntos de vista, voces alternadas, voces en off, pensamientos a la vista, acciones descritas como por un narrador omniscente...). Por otro lado, recuperan y aumentan a la máxima potencia uno de los aspectos que la televisión no fue capaz de reproducir del teatro: la presencia. La participación directa en las narraciones televisivas es ínfima (16) y los espectadores se conforman con jugar el rol de público distante y más o menos pasivo –sobre todo en comparación con lo activo del rol de los usuarios de entornos cibersociales. En el escenario teatral hay gente actuando; hay personajes asumiendo un papel e interpretándolo. En las representaciones teatrales contemporáneas puede incluso que esa representación sea, de hecho, una improvisación en base a personajes apenas esbozados previamente. En el escenario hay gente, gente presente, viva. La televisión, por muchos directos que haya intentado, jamás ha sido capaz de plasmar esa impresión de presencia viva. Los ‘chats’ recuperan ese sentido de presencia viva, y lo elevan a la máxima expresión al hacer de todos los personajes, de toda la audiencia, actores. La experiencia ‘teatral’ de la interpretación y de la presencia se mezcla con la construcción televisiva que prima en la estructura expresiva” (Mayans, 2000). En esta extensa descripción que lleva a cabo este autor, se ponen de manifiesto diversos aspectos. Internet: un nuevo espacio psicosocial 4 La ilusión de presencia que ofrece este entorno lo vuelve un fenómeno tan novedoso como inquietante. La comparación ineludible con lo actoral, lo escenificado, la construcción de un espacio de co-presencia en donde desplegar actuaciones, resulta ser un ingrediente explícitamente buscado por sus usuarios (Turkle, 1995; Adamse & Motta, 1996). El chat recupera la presencia y pone al servicio de quien quiera entrar en un canal, la posibilidad de escenificar un personaje ficticio creado para la ocasión, pero sin las reglas fijas del contexto cultural. En todo caso, estas reglas estarán determinadas por la “etiqueta” del entorno (netiquette), un conjunto de reglas y principios no escritos que se han ido creando en el ciberespacio como forma de regular los intercambios. Este poner en escena un personaje “es un modo de acentuar o recrear aspectos de la propia personalidad, de compensar aquellos que se viven como defecto o limitación y también de expresar las tendencias inhibidas habitualmente” (Lameiro & Sanchez, 1998). Nos encontramos entonces hablando de chats, computadoras y teatro. “Las computadoras son teatro. La tecnología interactiva, como el drama, provee una plataforma para representar realidades coherentes en las que hay actores que realizan actos con características cognitivas, emocionales y productivas...”(Brenda Laurel, 1991 citada por Rheingold, 1991: 298). La mayoría de los autores concuerda con el aspecto teatral de este entorno, pero ¿qué pasa con los guiones, con la letra a escenificar? Cuando vamos a los contenidos de los chats la desilusión aparece, ya que estos recuerdan los conceptos que vertía Lipovetsky (1983) mucho antes del auge del ciberespacio: “Democratización sin precedentes de la palabra: cada uno es incitado a telefonear a la centralita, cada uno quiere decir algo a partir de su experiencia íntima, todo podemos hacer de locutor y ser oídos... cuanto mayores son los medios de expresión, menos cosas se tienen por decir, cuanto más se solicita la subjetividad, mas anónimo y vacío es el efecto. Paradoja reforzada aún más por el hecho de que nadie en el fondo está interesado por esa profusión de expresión, con una excepción importante: el emisor o el propio creador. Eso es precisamente el narcisismo, la expresión gratuita, la primacía del acto de comunicación sobre la naturaleza de lo comunicado, la indiferencia por los contenidos, la reabsorción lúdica del sentido, la comunicación sin objetivo ni público, el emisor convertido en el principal receptor.” (Lipovetsky, 1983: 14). El “Homo Comunicans” de Breton (1992), una caricatura en parte, se conecta a los canales de chat y teclea sin mayor preocupación por lo que va a decir/escribir, o a quién se dirige en esa suerte de juego. El chat como paradigma de la comunicación ciberespacial y otros ámbitos del ciberespacio contiene ese aspecto lúdico que sugiere Aycock (1993) en un estudio etnográfico sobre un BBS (2) siguiendo la línea de Baudrillard. Salvo honrosas excepciones, los canales se transforman en un lugar no para intercambio sino para la recreación, un “recreo” al decir de Reid (1991). Goffman (1959) había dejado en evidencia lo actoral en la vida cotidiana mostrando cómo los distintos contextos en la vida real requieren de una presentación y una puesta en escena de distintos artilugios para crear impresiones. Internet: un nuevo espacio psicosocial 5 Para muchos usuarios, el chat se beneficia de la falta de estímulos visuales, ya que permite la creación de “personajes” online, personajes éstos, creados por los usuarios a gusto de cada uno, donde surge entonces la controvertida posibilidad de “deconstrucción” de la personalidad. El uso de seudónimos o “nicks”(nombre de guerra en inglés) es parte necesaria y clave del chat. Este requisito de uso de seudónimos promueve, invita a la creación de nuevas identidades. Algunas de estas identidades "construídas" son mantenidas a lo largo del tiempo, otras duran tan sólo una conexión. La posibilidad de registro de los nicks elegidos está abierta a aquellos usuarios que tengan un email contratado con determinadas compañías proveedoras de servicios de Internet. Los usuarios se muestran celosos con el uso de nicks en los chats, por lo que no está bien visto que una persona se apropie del nick de otro, y en el caso que esto sucediera, puede llevar a la expulsión del usurpador, por parte de los organizadores del sistema. En un comienzo los chats, así como Internet en general, han sido territorio masculino, si bien las últimas estadísticas señalan un cambio en tal sentido tendiente a una equiparación entre los sexos en el uso. La aparición de un nombre femenino en un canal, suscita efectos diferentes a la aparición de un seudónimo masculino (Wallace, 1999). A un seudónimo masculino en general no se le presta mayor atención, dejándoselo librado al azar y su buen saber, mientras que a la mujer se le ofrecen prácticamente “todos para de todo”. Wallace (1999) destaca el hecho de dos preguntas claves en las presentaciones de los chats: edad y género, no así raza. Ambos elementos darían al interlocutor suficiente información como para delimitar qué tipo de intercambio será llevado a cabo. Notas (1) Se denomina avatares a las representaciones gráficas que simbolizan al usuario en pantalla. Estos símbolos pueden tener diversas formas dependiendo del programa y del gusto del usuario. (2) BBS Sigla que corresponde a Bulletin Board System, un entorno de Internet en el cual los usuarios “cuelgan” mensajes alusivos a innumerables tópicos elegidos.