EL RESCATE DEL WAWA (La Gran Guerra del Cielo) I Los Uchuk-runas viven en una mina muy escondida, nadie puede llegar hasta allí porque nadie conoce el camino, sin embargo, todos saben que ellos están allí y que siempre han estado en la mina, ellos son los guardianes de la mina. Muy pocas veces se alejan de su casa y ellos viven felices allá en los cerros, allá bien lejos. Salen muy temprano a buscar comida y asearse, y luego tienen mucho tiempo para jugar, y así pues, como los animalitos pequeños, a veces terminan peleando. Tienen que cumplir un rito muy especial, nadie sabe porqué (ellos solamente lo saben) pero tienen entonces que ponerse muy serios y arreglados, tienen que vestirse de fiesta con sus ropas de blondas y flores y luego bailar muy bonito, muy ordenados e igualitos y así hasta que la Luna deja de estar redonda. II Sucedió un día de esos de Luna redonda en que súbitamente su baile fue interrumpido, de pronto hubo mucho viento y se escondió la Luna, sonaron muy feo los truenos y se prendió ante ellos una luz muy fuerte, los Uchuks se asustaron muchísimo y antes que pudieran esconderse hizo su aparición un Ángel les dijo que no se asusten que no iba a hacerles daño (cómo iba a hacerles daño un Ángel) y que había venido hasta donde ellos porque eran los únicos que podían ayudar a la Mamacha Virgen ¿qué había pasado? Pues que los Ukukos malvados habían entrado de improviso al Cielo y habían raptado al Wawa Lindo, ¡al Hijito de la Virgen! Y así, teniéndolo prisionero podían hacer sus maldades en el cielo; tiraban los altares, pisoteaban las flores, jalaban de los pelos a los Ángeles. La Virgen estaba muy triste y no hacía mas que llorar, por eso llueve tanto ahora y los campesinos tienen las chacras inundadas, había que poner fin a todo esto y ordenar nuevamente al Cielo. - pag 16 - El Ángel contó todo esto a los Uchuk-runas y les dijo que fueran valientes y rescataran al Wawa de las manos de los malvados Ukukos, allí mismo vinieron otros Ángeles y trajeron una caja donde habían unas alas que les iban a permitir volar a los Uchuk y llegar allá arriba, al Cielo, donde nunca habían estado y donde nunca habían pensado estar porque ellos pertenecían a este mundo y a su mina. III Cuando los Ángeles se fueron los Uchuks se acercaron con mucho cuidado a la caja, tardaron un poco en probarse las alas y cuando se dieron cuenta que con ellas podían realmente volar se pusieron como loquitos a jugar con sus nuevas alas. Cuando se acordaron de lo que les había dicho el Ángel se dieron cuanta que ellos no sabían cómo iban a llegar al cielo ¡el Ángel había olvidado señalarles el camino! Pero como ya estaban resueltos a enfrentar a los Ukukos, decidieron así no más levantar vuelo y subir, cada vez más arriba, siempre más lejos del suelo. IV Mientras tanto, los malvados Ukukos se portaban muy mal en el Cielo, corrían por todos lados, rompían las cosas, ensuciaban los pisos, manchaban las paredes, nunca había habido tanto desorden allá arriba, la casa de la Mamacha Virgen era un desastre y nadie podía hacer nada porque los Ukukos tenían prisionero al Wawa Lindo y lo habían escondido en algún lugar donde nadie iba a poder encontrarlo. Los Ukukos era unos demonios, habían salido de las candelas y siempre buscaban que fastidiar y hacer daño, tenían unos látigos con puntas de colores y con eso golpeaban a la gente, la pegaban a todo el mundo y por eso nadie los quería. De pura casualidad habían encontrado el camino al Cielo y en un descuido de la Virgen, cuando ella y su Niño dormían, taparon la boca del Wawa y lo metieron en un saco y se fueron tan rápido como habían llegado y así, cuando tuvieron al Wawa Lindo bien escondido empezaron a hacer su maldades en el Cielo. - pag 17 - V Cuando los Uchuk-runas empezaron a subir al Cielo nunca imaginaron que iba estar tan lejos, subían y subían y no llegaban a ninguna parte, hacia cada vez más frío y hasta llegaron a pensar si no fue solamente un sueño la aparición de los Ángeles sin embargo, estaban allí, con alas y volando. Cuando ya estaban empezando a cansarse se toparon con unas Wallatas, unas aves de las lagunas de las alturas muy serias y sabias, y como eran muy sabias conocían qué estaban haciendo por allí los Uchuks, así es que les dijeron que tenían que seguir el camino del Rayo para llegar al Cielo y como tenían que enfrentarse a los Ukukos no podían ir con las manos vacías y les dieron entonces unos martillitos amarillos para pelear por el rescate del Wawa, diciendo esto acompañaron a los Uchuks poco más y después se fueron; los Uchuks les quedaron muy agradecidos y ahora sí siguieron por camino seguro. VI Siguiendo el camino del Rayo como Ies habían dicho las Wallatas, Ilegaron los Uchuks a la punta misma de un nevado donde escucharon el canto finísimo de las Pukutay , que eran unas mujeres tan blancas como el nevado donde vivían y que siempre iban cantando muy lindo junto con las lluvias y contando en sus canciones todo lo que ellas veían y escuchaban, por eso los campesinos sabían lo que pasaba en todo el mundo porque escuchaban con atención el canto de las Pukutay que venía con las lluvias. Las Pukutay cantaban lo valientes que eran los Uchuk-runas y deseándoles éxito en su empresa les prometieron cantar más lindo que nunca si rescataban al Wawa; los Uchuks, a su vez, les prometieron volver victoriosos y como vieron que iban a necesitarlas, les pidieron prestadas una banderas de colores que habían en la punta del nevado donde vivían las Pukutay y así , despidiéndose alegremente , siguieron su camino. - pag 18 - VII Ya sabían los Uchuks que estaban llegando porque se terminaba el camino del Rayo cuando inesperadamente se les cruzó en el camino un hombre muy raro y que parecía tener mucho apuro, tenia la cabeza muy grande, la boca muy cerrada y las piernas, que era lo único que tenía además de la cabeza, así como muy apresuradas. Este hombre no era otro que el Uma-Sapa que acababa de comerse unas Mariposas pintaditas y que por eso no abría la boca y quería irse corriendo, sin embargo, a pesar que quiso eludir a los Uchuks, éstos lo rodearon y haciéndole cosquillas en los pies le obligaron a abrir la boca dejando escapar a las Mariposas pintaditas; al verse descubierto el Uma-Sapa se fue corriendo más rápido aún de cuando vino. Las Pillpintuy Mariposas pintaditas quedaron muy agradecidas con los Uchuks por haberlas salvado y al saber para qué iban al Cielo prometieron acompañar a los Uchuks y encargarse de buscar ellas al Wawa Lindo mientras los Uchuks peleaban con los Ukukos, como ellas eran pequeñitas podían entrar por cualquier agujero y así encontrar el lugar donde los Ukukos tenían prisionero al Gran Wawa. VIII Ya por fin, terminado el camino del Rayo. los Uchuk-runas llegaron por último al Cielo; de primera impresión quedaron pasmados, a pesar del desorden que habían hecho los Ukukos el Cielo era más hermoso todavía de lo que ellos habían imaginado, la luz entraba por todas partes y el techo era altísimo, las columnas y los altares eran soberbios y habían muchas ventanas con cristales de colores; acostumbrados los Uchuks a su mina oscura y estrecha, el Cielo vino a parecerles el mismísimo palacio del Sol radiante y la Luna redonda. Repuestos ya de su sorpresivo encuentro con el Cielo se sorprendieron aún más de no encontrar allí a los Ukukos, sin embargo, éstos los estaban observando ocultos y a un momento dado salieron dando fuertes gritos y saltos espantando a los Uchuks que no atinaron sino a correr y protegerse del ataque inesperado. Pero una guerra es una guerra y había que defenderse atacando, fué entonces que los Uchuks sacaron las banderas que habían tomado de las - pag 19 - Pukutay y arremetieron contra los Ukukos haciéndoles saber que estaban dispuestos a hacerles frente. Cuando entonces los Ukukos sacaron sus chicotes con puntas de colores, los Uchuks blandieron sus martillos amarillos y todo en el cielo fue una guerra como del fin del mundo, golpes van, golpes vienen, uno y otro bando atacaba, se replegaba y volvía a atacar; nada hacía pensar que ganarían éstos o aquéllos cuando de pronto en el momento más terrible de la batalla se oscureció por un momento el Cielo, se encendió una luz debajo del Altar Mayor y sonó fuerte una gran música anunciando que el Wawa Lindo había aparecido: ¡Las Pillpintuy Mariposas pintaditas lo habían encontrado! mientras los Uchuks peleaban ellas habían estado todo el rato rastreando todos los rincones del Cielo hasta dar con el lugar donde los Ukukos tenían escondido al Wawa; y al hallarlo, habían conseguido también terminar con la violenta batalla declarando finalmente vencedores a los Uchuk-runas quienes con mucha alegría y respeto vieron entonces aparecer a la Mamacha Virgen, resplandeciente y llenando de luz todo el recinto celestial; al momento de aparecer la Virgen los Ukukos fueron arrojados a las candelas de donde habían salido y de donde ya nunca más podrían volver a salir. El Cielo fue ordenado nuevamente y muy solemnemente los Uchuks entregaron el Wawa Lindo a su Madre. Aparecieron los Ángeles que rodearon a la feliz Mamacha con su Hijito y los Uchuks fueron invitados a quedarse en el Cielo para los festejos del restablecimiento del orden celeste; muy respetuosamente ellos, sin embargo, decidieron regresar a su mina, a su casa, y recordar por siempre tan grande aventura saludando desde allí abajo, cada vez da Luna redonda, a la Gran Reina de los Cielos. - pag 20 -