Un misil contra el gasoducto

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Un misil contra el gasoducto
Manlio Dinucci :: 03/12/2015
Manlio Dinucci interpreta el derribo del Su-24 ruso como un sabotaje estadounidense contra
las relaciones ruso-turcas
El misil Aim-120 Amraam que un F-16 turco (ambos Made in USA) lanzó la semana pasada contra un
Su-24 ruso no estaba dirigido solamente contra aquel bombardero táctico sino contra un objetivo
mucho más importante: el proyecto de gasoducto Turkish Stream, que debía llevar el gas ruso hasta
Turquía y de allí a Grecia y a otros países de la Unión Europea.
El proyecto Turkish Stream es la respuesta de Moscú al sabotaje, estadounidense, contra el South
Stream, gasoducto que –sin pasar por Ucrania– debía llevar el gas ruso hasta Tarvisio (en la
provincia italiana de Udine) y de allí al resto de la Unión Europea, lo cual debía reportar grandes
beneficios a Italia, incluso en materia de empleo.
Aquel proyecto, iniciado por la compañía rusa Gazprom y la italiana Eni, contó después con la
incorporación de la compañía alemana Wintershall y la francesa EDF y ya había alcanzado una fase
avanzada de realización (Saipem, empresa de la Eni, ya tenía un contrato de 2 000 millones de euros
para la construcción del tramo a través del Mar Negro), cuando –después de haber provocado
la crisis ucraniana– Washington emprendía lo que el New York Times definía como «una estrategia
agresiva tendiente a reducir el aprovisionamiento de gas ruso a Europa».
Baja presión estadounidense, Bulgaria bloqueaba –en diciembre de 2014– los trabajos del South
Stream, enterrando así el proyecto.
Pero al mismo tiempo, y a pesar del
antagonismo entre Moscú y Ankara
sobre Siria y el Emirato Islámico,
Gazprom firmaba con la compañía turca
Botas un acuerdo preliminar para
la construcción de un doble gasoducto
entre Rusia y Turquía a través del
Mar Negro.
El 19 de junio, Moscú y Atenas firmaban un acuerdo preliminar sobre la extensión del Turkish
lahaine.org :: 1
Stream (con un gasto de 2 000 millones de dólares que asumiría Rusia) hasta Grecia, para convertir
este último país en puerta de entrada del nuevo gasoducto a la Unión Europea [3].
El 22 de julio, el presidente estadounidense Barack Obama telefoneaba a su homólogo turco Recep
Tayyip Erdogan, exigiéndole que Turquía se retirara del proyecto [4].
El 16 de noviembre, Moscú y Ankara anunciaban, por el contrario, próximos encuentros
gubernamentales para dar inicio al proyecto Turkish Stream, con un alcance superior al del mayor
gasoducto existente a través de Ucrania. Ocho días después, el derribo del bombardero táctico ruso
en el norte de Siria bloqueaba la posibilidad de dichos encuentros, por no decir que anulaba el
proyecto mismo.
En Washington seguramente hubo brindis para festejar el nuevo éxito. Turquía, que importaba
de Rusia el 55% del gas y un 30% del petróleo que consume, se ve de hecho duramente afectada por
las sanciones rusas y corre peligro de que se le escape el tremendo negocio del Turkish Stream.
Entonces, ¿quién podía tener, en Turquía, interés en derribar voluntariamente el avión ruso,
sabiendo las consecuencias que podía tener ese acto? La frase de Erdogan, «no hubiésemos querido
que sucediera esto. Pero sucedió. Espero que algo como esto no vuelva a repetirse», implica la
existencia de un escenario más complejo que el oficial. En Turquía existen importantes centros de
mando, bases y estaciones de radares de la OTAN, bajo mando estadounidense: la orden de derribar
el avión ruso fue impartida dentro de ese ámbito.
¿Cuál es, en este momento, la situación en la «guerra de los gasoductos»? EEUU y la OTAN
controlan el territorio ucraniano, por donde pasan los gasoductos que conectan a Rusia con la Unión
Europea. Pero Rusia ya no está tan obligada a contar con esos gasoductos (los volúmenes de gas que
estos transportan y que antes alcanzaba el 90%, han caído a un 40% de las exportaciones rusas de
gas hacia Europa) gracias a dos vías alternativas:
- El gasoducto North Stream, al norte de Ucrania, que transporta el gas ruso hacia Alemania:
Gazprom tiene intenciones de agregarle una segunda tubería pero ese proyecto está siendo
bloqueado –dentro de la Unión Europea– por los gobiernos de Polonia y de otros países del este
de Europa, más obedientes ante Washington que ante la autoridad de Bruselas.
- El gasoducto Blue Stream, administrado conjuntamente por Gazprom y por [la compañía italiana]
Eni. Blue Stream pasa por Turquía, lo cual implica cierto riesgo para Rusia.
La Unión Europea podría importar gas a bajo precio desde Irán, gracias a un gasoducto
ya proyectado que pasaría por Irak y Siria. Pero este proyecto está actualmente bloqueado –y no por
casualidad– por la guerra desencadenada en esos países por la estrategia de EEUU y la OTAN.
Il Manifesto / Red Voltaire
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