Diagnóstico de Ehrlichiosis en caninos en la ciudad de La Habana

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RECVET- Revista Electrónica de Clínica Veterinaria
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Diagnóstico de Ehrlichiosis en caninos en la ciudad de La
Habana (Diagnosis of canine Ehrlichiosis in Havana city)
León, Avelina [1]; Demedio, Jorge [2]; Márquez, Mario [2];
Castillo, Elio [2]; Perera, Anayram [3]; Zuaznaba, Oliever [3];
Caníbal, Javier [3]; Gonzalez, Barbara [1]; Reynaldo, Lázaro [4];
Vega, Natan [2]; Blanco, Diuris [1]; Ronda, Marisel [1]; Peña,
Amelia [1] ; Seija, Víctor [3]
[1] Centro Nacional para la Producción de Animales de
Laboratorio (CENPALAB).
[2] Facultad de Medicina Veterinaria. Universidad Agraria de
La Habana (UNAH).
[3] Departamento Nacional de la Técnica canina (MININT).
[4] Instituto de Medicina Veterinaria
Contacto: [email protected]
RECVET: 2008, Vol. III, Nº 5
Recibido 05.03.08 / Referencia 050802_RECVET / Aceptado: 28.04.08 / Publicado: 01.05.08
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Resumen
La ehrlichiosis canina es una enfermedad ocasionada por Ehrlichia canis
que se encuentra distribuida en casi todo el mundo. La elevación
sostenida del número de perros enfermos, todos con antecedentes de
infestación por garrapatas y con manifestaciones hemorrágicas diversas
además de una marcada trombocitopenia, hizo sospechar la presencia de
la entidad, por lo que nos propusimos como objetivo establecer el
diagnóstico de la enfermedad en perros de Ciudad de La Habana. Se
estudiaron un total de 155 animales todos con historia anterior de
infestación por garrapatas y predominio de manifestaciones hemorrágicas.
A todos los animales se les tomaron muestras de sangre, se realizó
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hemocitograma y frotis de sangre. Se confrontó el suero de 109 canes con
el test inmunoenzimático Inmuno-Comb® (inmunoensayo en fase sólida).
Los animales enfermos se trataron con dipropionato de Imidocarb (5
mg/kg de peso) en dosis única y seguimiento con tetraciclina (25 mg/kg
de peso) cada 12 horas por 30 días, y se complementó con terapia de
sostén. Como resultado de las investigaciones realizadas se detectaron 90
casos seropositivos (1:160 - 1:1280), y formaciones intracitoplasmáticas
monocíticas compatibles con mórulas de Ehrlichia en 13 de ellos. De los
95 animales tratados, se logró la recuperación del 92,63 %. Teniendo en
cuenta los elementos epizootiológicos y clínicos, así como las
determinaciones serológicas, la evidencia de mórulas monocíticas y la
respuesta al tratamiento aplicado, podemos confirmar la presencia de
ehrlichiosis monocítica canina (EMC) en los perros estudiados.
Palabras clave: ehrlichiosis, hemoparásitos, perro, trombocitopenia.
Summary
Canine monocytic ehrlichiosis is a world wide disease caused by Ehrlichia
canis. The sustained raising number of sick dogs, all with tick infection
antecedents and diverse bleeding manifestations, besides a marked
trompocitopenia, made us suspect the illness presence. Due to this, the
objective was to diagnose canine ehrlichiosis in Havana City dogs. A total
of 155 animals were studied, all of them with previous history of tick
infection and predominance of hemorrhagic manifestations. Blood samples
were taken to all animals; hemocytogram and blood smear were done.
Serums of 109 animals were tested with Inmuno-Comb® (solid phase
immunoassay). The sick dogs were treated with Imidocarb (5 mg/kg) and
tetracycline (25 mg/kg) every 12 hours for 30 días. Seropositive samples
from 90 animals (1:160 - 1:1280) and intracitoplasmatic bodies similar to
Ehrlichia morules in 13 dogs were found. The majority of animals
(92.63%) were recovered with the applied treatment. According to
epizootiological and clinical characteristics, as well as the serological test,
the monocytic morules and treatment responses, we confirm the presence
of canine ehrlichiosis in analized dogs.
Keywords: dog, ehrlichiosis, hemoparasitosis, trompocitopenia.
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1. Introducción
La ehrlichiosis canina, también llamada ehrlichiosis monocítica canina
(EMC), pancitopenia tropical canina, tifus canino, fiebre hemorrágica, y
síndrome hemorrágico idiopático, entre otras denominaciones, es una
enfermedad ocasionada por Ehrlichia canis, un microorganismo
perteneciente a la Tribu Ehrlichieae, situada entre las Rickettsieae y las
Chlamydiales, “parásito” intracelular obligatorio de las células
mononucleares del perro y otros cánidos (Hoskins, 1991; Woody y
Hoskins, 1991; Ristic y Holland, 1992).
Existen referencias de la presencia de la ehrlichiosis en casi todo el
mundo. En Europa, Donatien y Lestoquard (1937) la reportaron en el sur
de Francia; en las Antillas, Bool y Stumoller (1957) la diagnosticaron en
perros de la isla de Aruba y existe comunicación de su presencia en
Estados Unidos (Ewing, 1962) y en Sudamérica (Rivadeneira, 1997). Para
Davoust (1993), constituye una enfermedad de actualidad por su amplia
distribución y la gravedad del cuadro que provoca, requiriéndose
tratamientos prolongados, sin la posibilidad actual del empleo de la
vacunación.
La enfermedad puede ser transmitida mediante transfusiones de sangre
de un animal afectado a otro susceptible, pero la vía de transmisión más
frecuente es la picadura de la garrapata parda del perro, Rhipicephalus
sanguineus (Ristic y Holland, 1992). Estudios realizados en clínicas de
Austin y Dallas, reportan presencia de garrapatas, fundamentalmente
Rhipicephalus sanguineus aproximadamente en un 15 % de los casos que
asistieron a consulta, observando que la época de mayor reproducción del
ixódido comprendió el periodo mayo- agosto, meses donde se observa
una elevación de la temperatura y la humedad relativa ambiental (Dykstra
y col., 1997).
Un examen clínico general, como el que es posible realizar en la mayoría
de las clínicas asistenciales, en ocasiones no es suficiente para emitir un
diagnóstico certero de la enfermedad, ya que los síntomas son con
frecuencia inespecíficos y en gran medida semejantes a los presentes en
otras hemoparasitosis, tales como la fiebre manchada de las montañas
rocosas, la haemobartonelosis y la babesiosis, sin embargo algunos
autores coinciden en afirmar que la presencia de manifestaciones
hemorrágicas, unido a una disminución marcada de los recuentos
plaquetarios, permiten al menos orientar el diagnóstico en áreas
endémicas de la entidad.
Desde el punto de vista clínico, la ehrlichiosis canina se manifiesta en
forma aguda, subclínica y crónica (Kuehn y Gaunt, 1985; Codner y FarrisSmith, 1989). Los signos clínicos observados en la fase aguda no son
específicos y pueden remitir sin tratamiento en una a dos semanas, para
dar paso a una fase de duración variable sin signos clínicos de
enfermedad. Una disminución en los mecanismos de defensa
inmunológicos del animal, frecuentemente causado por situaciones de
estrés, favorece el desarrollo de la forma crónica, que se caracteriza por
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pérdida progresiva de peso, anorexia, mucosas pálidas y signos
hemorrágicos en piel, mucosas y a través de orificios naturales (Beaufils,
1997).
Una vez que llega al torrente sanguíneo, Ehrlichia canis se multiplica en
células
mononucleares
circulantes,
las
células
infectadas
son
transportadas vía sanguínea a otros órganos, especialmente pulmones,
riñones
y
meninges
produciendo
una
serie
de
alteraciones
fundamentalmente en la red vascular y el cuadro hematológico. En las
células infectadas se adhieren al endotelio, produciendo vasculitis e
infección en el tejido subendotelial. Se presenta una trombocitopenia en
los animales infectados debido a un mayor consumo, secuestro y
destrucción de plaquetas. La anemia observada en algunos casos se debe
a una supresión en la producción de eritrocitos y mayor destrucción de
éstos, siendo el número de leucocitos variable (Pierce y col., 1977;
Breitschwerdt y col., 1987).
El diagnóstico de la enfermedad incluye, de forma general, el estudio de la
situación epizoótica del área con la demostración de la presencia de
garrapata, la observación del cuadro clínico-hematológico y la observación
intracitoplasmática de cuerpos de inclusión o mórulas de la rickettsia
(Hibler y col., 1986), así como estudios serológicos que permiten
determinar la presencia de anticuerpos séricos específicos contra el
agente, generalmente utilizando la técnica de Inmunofluorescencia
indirecta(Ristic y col., 1972; Pierce y col., 1977). Estudios mas recientes
señalan la Reacción en Cadena de la Polimerasa como un procedimiento
específico para el diagnóstico de certeza (Anderson y col., 1991).
A partir del año 1996, comenzaron a reportarse tanto en clínicas
asistenciales adscritas al Instituto de Medicina Veterinaria (IMV) como en
los canes de las diferentes escuadras del Departamento Nacional de la
Técnica Canina (DNTC) del Ministerio del Interior (MININT), perros con
una signología compatible con una hemoparasitosis, que en muchos casos
ocasionaba la muerte sin que fuera posible precisar la causa, aunque la
ehrlichiosis canina entró en la lista de agentes sospechosos, teniendo en
cuenta que se presenta con cierta frecuencia en países del área del Caribe
desde los cuales se habían realizado importaciones de animales.
A pesar que E. canis no ha sido reportada en Cuba afectando a seres
humanos, se conoce de su presencia produciendo la enfermedad en
personas en el área de Centroamérica, donde se considera al perro como
un reservorio natural del agente (Dawson y col., 1996; Breitschwerdt y
col., 1998) y está considerada como una enfermedad de un alto potencial
zoonósico, adquiriendo una gran importancia en términos de salud pública
si tenemos en cuenta la alta prevalencia de garrapatas en los perros y el
eventual traspaso de este parásito al hombre cuando hay contacto
estrecho con los animales (Drugueri, 2004).
Si conocemos que existe un grupo de enfermedades cuya similitud en su
cuadro clínico, obliga a realizar una diferenciación diagnostica y que el
éxito del tratamiento de esta entidad solo se logra mediante un
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diagnostico preciso, que permita la aplicación de una terapia adecuada
desde estadios iniciales de la enfermedad, cobra trascendental
importancia el establecimiento de un diagnóstico de certeza de la
enfermedad.
Motivado por la ocurrencia de diversos casos de caninos enfermos con un
síndrome que no se correspondía con ninguna de las entidades morbosas
diagnosticadas hasta el presente y que frecuentemente condujeron a la
muerte de los animales, este trabajo pretende reportar la presencia de
Ehrlichia canis como agente causal de estos cuadros.
2. Materiales y métodos
El estudio se llevó a cabo en un período de cuatro años, se evaluaron 155
canes con edades comprendidas entre uno y diez años, de ambos sexos,
de diversas razas y procedentes del servicio operativo de la Técnica
Canina del Misterio del Interior en Ciudad de La Habana.
Las razas investigadas fueron Pastor Alemán (98), Cocker Spaniel (23),
Labrador Retriever (16), mestiza (6), Beagle (3), Rottwailer (2), Boxer
(2), Basset Hound (2), Stafford (1), Lebrel Afgano (1) y Pastor Checo (1).
Se incluyeron aquellos con historia anterior de infestación por garrapatas
y predominio de manifestaciones hemorrágicas y en ocasiones febriles,
como signos más llamativos. Se excluyeron los animales con mal estado
físico que mostraron síntomas de otras enfermedades sistémicas o que
estaban bajo tratamiento médico. En el momento de la consulta se
colectaron garrapatas de los canes afectados, un total de 47 especímenes
que fueron clasificadas según la clave de Pérez Vigueras (1956) en el
laboratorio de Parasitología de la Universidad Agraria de La Habana.
Se realizó una encuesta a 118 personas (criadores, propietarios,
profesores y estudiantes de la Universidad Agraria de La Habana) que han
tenido contacto directo o trabajan con caninos, para determinar la
frecuencia de picaduras por R. sanguineus en seres humanos.
Se recopilaron datos de la historia de los casos que incluyeron la raza,
sexo y edad de los animales y se les realizó una inspección clínica general
que incluyó la observación del estado general, la medición de la
temperatura corporal y la presencia o no de alteraciones hemorrágicas,
como manifestaciones fundamentales.
Para el estudio de las variables hematológicas, se utilizaron los
Procedimientos Operacionales de Trabajo (POT) de la División de
Toxicología y Experimentación Animal del CENPALAB (CENPALAB, 2003);
tomándose las muestras de sangre de la vena cefálica anterior colectadas
en viales con EDTA al 10 % como anticoagulante, para su examen en el
micro contador automático patentado por la Roche ABX Micros, y se
determinó el hematocrito (Hto), la hemoglobina (Hb), el conteo total de
leucocitos (Leuc) y el conteo total de plaquetas (Plaq). Para el conteo
diferencial de leucocitos se realizaron frotis con sangre venosa y donde
fue posible periférica, obtenida de la vena marginal de la oreja, La
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búsqueda de los microorganismos en los leucocitos se realizó en los frotis
de sangre completa, en 145 animales y diez con leucoconcentración, en
los casos donde la población de células blancas fue muy escasa, utilizando
para ello la capa flogística post centrifugación. La obtención de la capa
blanca se obtuvo por centrifugación de las muestras en tubos Eppendorf
(1,5 ml) por 5 minutos, a 3.500 rpm, para concentrar los leucocitos y las
plaquetas. Se descartó el plasma y se tomó la capa blanca para elaborar
los frotis en láminas portaobjetos limpios según los POT (CENPALAB,
2003).
Los frotis fueron fijados y teñidos por el método de May Grünwald –
Giemsa y se examinaron minuciosamente al microscopio óptico binocular
(Axiolab) con lente de inmersión de 100x, acoplado a una cámara
fotográfica digital y un sistema de micrometría (Digipad), con la cual se
tomaron las imágenes de los leucocitos afectados. Se buscaron las
estructuras compatibles con mórulas o cuerpos de inclusión, los cuales se
describieron y fotografiaron para su posterior comparación con los
referidos por la literatura internacional. Se investigó además la presencia
de alteraciones de las diferentes células hemáticas.
Para el estudio serológico de las muestras y a causa de la limitada
disponibilidad del kit, se priorizaron aquellas con conteos hemocitológicos
bajos. La sangre fue recolectada en viales de 1,5 ml y centrifugada, previa
formación y retracción del coágulo a 3.500 rpm en una centrífuga
Eppendorf según los POT (CENPALAB, 2003). Los sueros obtenidos fueron
depositados en viales rotulados y confrontados con el test enzimático
Inmuno-Comb® (inmunoensayo en fase sólida) de los laboratorios Biogal
Galed Labs., de Israel (Figs. 2a anexa y 2b), para detectar títulos séricos
de IgG contra Ehrlichia canis. La respuesta inmune positiva en este test se
establece partir de títulos iguales o superiores a 1:160 por
Inmunofluorescencia (I.F.I). Como tratamiento (95 animales) se utilizó
dipropionato de Imidocarb (5 mg/kg de peso), en dosis única y
seguimiento con tetraciclina (25 mg/kg), distribuida en dos tomas diarias,
por 30 días, complementado con una terapia de sostén, según requiriera
el animal.
Para el procesamiento matemático de los resultados se codificaron las
variables nominales y estas variables codificadas y las restantes se
incluyeron en una base de datos y se procesaron mediante el programa
Statgraphics versión 6 de 2001. Para la comparación de las variables se
realizaron análisis de varianza de clasificación simple y la prueba de
rangos múltiples de Duncan cuando existió diferencia significativa. En el
caso de las variables discretas se llevó a cabo una comparación de
porcentajes de las frecuencias (Comprop1 del Microstat). Para determinar
la posible asociación entre pares de variables se empleó el coeficiente de
correlación de Pearson. En todos los casos se utilizó el nivel de
significación p<0,05. Se realizó análisis de correlación y regresión entre
las variables hematológicas y los resultados del kit serológico, así como
entre las variables clínicas y la presencia o no de estructuras parasitarias
intracitoplasmáticas y entre las variables biológicas y los títulos de
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anticuerpos determinados en las muestras. Se determinaron los
porcentajes de de animales leucopénicos frotis positivos y negativos,
tomando como referencia el valor mínimo dentro del rango normal
establecido para la especie, también se determinó porcentajes de
positividad, considerando como valor mínimo de referencia los títulos de
anticuerpos mayores o iguales a 1:160 por Inmunofluorescencia indirecta
(IFI).
Fig. 2b. Test ImmunoComb. Se confrontan 12 sueros para la determinación de la
presencia de anticuerpos contra Ehrlichia canis. En la parte superior se
representa el control positivo conocido (IFI). A la muestra 8 corresponde el título
más alto mientras las muestras 1, 7 y 10 son negativas.
3. Resultados
Todos los especímenes de garrapatas estudiados, presentaron una
coloración café oscura, con el capítulo terminal, piezas bucales cortas y el
escudo dorsal en forma de abanico. Las espiráculas, situadas por detrás
de la cuarta coxa, presentaron forma de coma, lo que permitió clasificarlos
como Rhipicephalus sanguineus.
En la encuesta realizada a las personas que tuvieron contacto directo con
los perros, solamente una refirió conocer de un caso de picada por una
garrapata que considera provenía del perro y todos aseguran haber
observado animales parasitados por este vector más de una vez al año.
Considerando las épocas del año, del total de 90 casos seropositivos, se
presentó una mayor proporción (p<0,05) en la lluviosa (mayo – octubre)
que en la poco lluviosa (noviembre - abril) (Fig. 3).
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67,78 % a
Animales seropositivos
70
60
50
32,22 % b
40
30
20
10
0
LLUVIOSA
POCO LLUVIOSA
Época del año
Fig. 3. Porcentaje de casos seropositivos en las dos épocas del año.
Los principales síntomas clínicos que presentaron los animales estudiados
fueron: sangrado frecuente por las encías, fosas nasales y genitales, así
como otras formas de sangrado, destacando las petequias, equimosis,
epistaxis y metrorragias entre otras (100 %), debilidad, depresión y
anorexia (100 %), palidez de mucosas y en algunos casos pérdida crónica
de peso, fiebre y edema, especialmente en miembros posteriores y
escroto. (Tabla I).
Tabla I. Frecuencia de presentación de los diferentes tipos de hemorragias
Tipo de hemorragia
Petequias
Equimosis
Metrorragia
Epistaxis
Hifema
Gingivorragia
Melena
Dos o más tipos
Total
n
%
71
31
8
6
2
1
1
35
155
45,80 a
20,00 b
5,16*
3,87 c
1,29 cd
0,64 d
0,64 d
22,58**
100,00
Letras distintas en la misma columna indican diferencia significativa (p<0,05).
* => No se compara por corresponder a un solo sexo.
** => No se compara por estar comprendido en los demás tipos.
Del total de 155 animales (Tabla I), tanto en hembras como en machos la
forma de manifestación hemorrágica preponderante fue la petequia,
seguida por la equimosis y la epistaxis, presentándose un apreciable
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porcentaje de los animales con más de una forma de hemorragia al
unísono. No hubo diferencia significativa (p>0,05) entre los porcentajes
de animales con fiebre, seropositivos y frotis positivos, seropositivos y
frotis negativos, y los frotis negativos a los que no se les realizó serología.
Como se aprecia, el 100 % de los casos presentaba alguna manifestación
hemorrágica (Tabla II).
Tabla II. Hallazgos serológicos y su relación con la presencia de
formaciones intracitoplasmáticas y los valores de indicadores
hematológicos
Serología
n
Fiebre
Hemorragia
n
%
n
%
Hb
Hto
Leuc. T
Plaq
(X) 1
(X) %
(X) 2
(X) 2
Serol. +
Frotis +
1
1
9
81,82
11
100
83,5 a
26,22 a
8,32
76,56 a
Serol. +
Frotis -
7
9
56
70,90
79
100
95,0 b
30,72 a
9,50
78,36 a
Serol. Frotis -
1
9
8
42,10
19
100
105,1 d
34,10 b
10,55
148,16 b
Serol ¿?
Frotis -
4
5
32
71,11
45
100
114,4 d
37,10 c
11,02
176,72 c
Leyenda: 1 = g/l; 2 = 109/l. Letras distintas para la misma columna indican diferencia significativa
(p<0,05).
Los valores de hemoglobina y hematocrito fueron significativamente
menores en los grupos de animales en que se hallaron formaciones
intracitoplasmáticas y/o seropositividad, correspondiendo el extremo más
bajo a los grupos con positividad en los frotis. Por otra parte, las medias
de los conteos leucocitarios totales no difirieron estadísticamente
(p>0,05), atribuyéndose a la alta variabilidad de los valores individuales,
aunque hay una diferencia próxima a 3 x 109/l a favor de los grupos con
frotis negativos, debida a un mayor porcentaje (p<0,05) de animales
leucopénicos (36,00 %) en los positivos, por 7,62 % de los negativos.
Las medias de conteos de plaquetas fueron menores significativamente en
todos los grupos en que se detectaron formaciones intracitoplasmáticas
(p<0,05) que en aquellos donde no se detectaron, correspondiendo un
92,00 % de animales con valores por debajo de 150 x 109/L, valor
considerado como mínimo dentro del rango normal, para los primeros y
56,19 % en los segundos. Por otra parte, del total de animales
seropositivos (90), un 80,90 % no alcanzó las 150 x 109/L, mientras entre
los seronegativos (19), ese porcentaje llegó a 57,80 %. Adicionalmente,
se observó una tendencia decreciente de sus valores a medida que se
incrementaron los títulos de anticuerpos (Fig. 4).
Al realizar la caracterización de la morfología de la lámina periférica, se
observó que el 33,5% de los frotis presentaron roturas de células rojas y
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que en general no hubo variaciones de forma y tamaño de los hematíes,
pero sí hipocromías en un 10 % de las muestras analizadas. Se halló
correlación positiva y significativa (p<0,05) entre: Hemoglobina hematocrito - leucocitos totales - polimorfos nucleares neutrófilos –
plaquetas, y negativa (p<0,05) entre linfocitos - polimorfos nucleares
neutrófilos – plaquetas.
160
140
Plaquetas (109/L)
120
100
80
60
40
20
0
1:80
1:160
1:640
1:320
1:1 280
Títulos de anticuerpos séricos
Fig. 4. Comportamiento de los valores medios de los recuentos
plaquetarios en relación con los títulos séricos de anticuerpos contra
E. canis.
En las plaquetas se apreció aumento de tamaño, con la presencia de
macroplaquetas, en tanto el conteo total y diferencial de células blancas
(neutrófilos, linfocitos, monocitos y eosinófilos) alcanzó los valores que se
muestran en la tabla III, con un recuento total dentro del rango normal y
un predominio de los neutrófilos.
En el análisis de varianza, no se encontró diferencia significativa (p>0,05)
de los conteos de los tipos de células blancas entre los animales con
diferentes títulos de anticuerpos.
Tabla III. Valores medios del leucograma en relación con los títulos séricos
de anticuerpos.
Títulos
anticuer-
N
pos
séricos
1:80 (-)
19
Leucocitos totales
(109/l)
Neutrófilos (%)
Linfocitos (%)
Monocitos
(%)
Eosinófilos
(%)
X
DE
X
DE
X
DE
X
DE
X
DE
10,77
6,50
66,27
11,00
27,57
13,90
1,42
1,60
2,84
3,70
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1:160
21
10,17
4,93
62,57
15,62
32,26
14,93
1,25
1,80
2,95
4,24
1:320
37
8,70
6.00
65,26
12,46
31,44
13,07
1,02
1,49
1,51
2,23
1:640
29
9,71
5,58
67,04
10,32
31,46
15,69
1,24
1,29
2,00
2,20
1:1 280
3
16,66
2,30
72,00
10,58
21,00
11,26
1,66
2,88
0,33
0,57
Leyenda: X = Media; DE = Desviación estándar. Ausencia de letras indican que no hay diferencias
significativas.
De los 145 frotis de sangre y diez de leucoconcentración estudiados se
detectaron formaciones intracitoplasmáticas en monocitos de 13 animales
(12,03%). En cada monocito se apreció solo una estructura vacuolar de
forma irregularmente redondeada, teñida de color rojo, refringente y de
1/5 a 1/4 del diámetro del núcleo de la célula hospedera (Figs. 5-8).
De los 155 animales que acudieron a consulta con signos de alguna
manifestación hemorrágica, se muestrearon por serología 109 animales y
resultaron positivos a ehrlichiosis con títulos iguales o mayores de 1:160
un total de 90, para un 82,56 %, de ellos 71 machos y 19 hembras (Tabla
IV). Todas las muestras frotis positivas, resultaron seropositivas.
Tabla IV. Frecuencia de presentación de formaciones intracitoplasmáticas
monocíticas en relación con los títulos de anticuerpos séricos.
Títulos anticuerpos
contra E. canis
Total
Con formaciones
intracitoplasmáticas
%
<1:160 (Negativo)
19
0
0,00 a
1:160
21
2
9,60 b
1:320
37
6
16,21 b
1:640
29
5
17,24 b
1:1.280
3
0
00,00 a
Totales
109
13
12,03
Letras distintas indican diferencia significativa (p< 0,05).
Como se aprecia, no existen diferencias significativas entre los
porcentajes de hallazgos en frotis de sangre en los grupos fundamentales
de animales con diferentes títulos de seropositividad, excepto con el grupo
con título de 1:1.280(comprende solo tres animales) que era
significativamente igual al grupo serogenativo. Por otra parte, respecto a
los resultados de la terapia aplicada, de los 95 animales positivos
tratados, fallecieron 7 (7,37 %) y los 88 restantes (92,63 %), se
recuperaron.
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Figura 5. Formaciones intracitoplasmáticas en dos monocitos. Extensión de
sangre periférica del caso 41, Pastor Alemán de 2,5 años. Giemsa, 1000x.
(Serología positiva a E. canis 1:160). Presentaba fiebre, decaimiento,
anorexia y petequias.
Fig. 6. Formación intracitoplasmática en otro monocito del mismo frotis.
Extensión de sangre periférica. (Giemsa, 1000 x).
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Fig. 7. Formación intracitoplasmática en un monocito (Giemsa, 1000 x). Caso 36
(Enzo). (Serología positiva a E. canis 1:320). Presentaba fiebre,
decaimiento, anorexia, petequias y equimosis testiculares y gingivales.
Fig. 8. Formación intracitoplasmática en un monocito. (Goby). May
Grunwald- Giemsa (1000 x).
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De los 155 animales que acudieron a consulta con signos de alguna
manifestación hemorrágica, se muestrearon por serología 109 animales y
resultaron positivos a ehrlichiosis con títulos iguales o mayores de 1:160
un total de 90, para un 82,56 %, de ellos 71 machos y 19 hembras (Tabla
IV). Todas las muestras frotis positivas, resultaron seropositivas.
La seropositividad por sexos mostró que los machos presentaron valores
porcentuales de positividad serológica significativamente mayores (p<
0,05) que las hembras (Tabla V).
Tabla V. Seropositividad por sexos en los animales investigados.
Animales
muestreados
109
Animales
positivos
Machos
90
Hembras
n
(+)
%
n
(+)
%
80
71
88,55 a
29
19
65,5 b
Letras distintas indican diferencia significativa (p<0,05).
La seropositividad por razas, mostró al Pastor Alemán con la mayor
frecuencia de presentación, seguido por el Labrador y el Cocker Spaniel
(Tabla VI), aunque sin diferencias significativas entre ellas respecto al
porcentaje de casos positivos.
Tabla VI. Seropositividad por razas en animales con diagnóstico
presuntivo de ehrlichiosis, investigados por el test InmunoComb®.
Raza
Total
Muestreados
(+)
%
Pastor Alemán
98
71
60
84,5
Labrador Retriever
16
11
9
81,8
Cocker Spaniel
23
15
11
73,3
Mestiza
6
4
2
50,0
Stafford
1
0
-
-
Lebrel Afgano
1
0
-
-
Beagle
3
2
2
100,0
Rottwailer
2
2
2
100,0
Basset Hound
2
1
1
100,0
Boxer
2
2
2
100,0
Pastor Checo
1
1
1
100,0
155
109
90
82,56
Totales
Entre las tres razas fundamentales no se encontró diferencia significativa (p<0,05).
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Según los registros nacionales del MINSAP y el IMV actualizados hasta
2006, la ehrlichiosis no se ha diagnosticado en humanos ni en otros
animales de Cuba.
4. Discusión
Un proceso infeccioso de carácter epizoótico en una población canina de
razas sobre todo “puras”, en que predominaban las manifestaciones
hemorrágicas, febriles, anoréxicas y el decaimiento, en las condiciones, el
lugar y el momento en que se presentó, pudo inducir a un diagnóstico
presuntivo inicial de alguna de las enfermedades señaladas por Mahony y
Cotter (1995), Waner y Harrus (2000) y Sainz (2000), sobre todo la
babesiosis, el distemper, la hepatitis viral canina o la leptospirosis, todas
ellas reportadas en Cuba (Bofill, 2006). Sin embargo, un análisis más
riguroso llamaría la atención sobre importantes ausencias como la
hemoglobinuria, la ictericia y los cuadros nerviosos y digestivos severos.
Otros patemas orgánicos, tóxicos, inmunológicos y neoplásicos a los que
hacen referencia los propios autores no se ajustarían al patrón del
presente proceso si se observa que este involucraba a numerosos
animales de diversas procedencias.
La situación epizoótica del área en que se mantenían los animales, con el
hallazgo de ectoparásitos, que según la clave de Pérez Vigueras (1956)
correspondían a la especie Rhipicephalus sanguineus, constituye un
elemento importante al realizar el diagnóstico, ya que está comprobado
que dicha garrapata es el vector biológico de Ehrlichia canis en diversas
regiones del mundo (Davoust, 1993; Dykstra, 1997; Jafari, 1997;
Pappalardo, 1997; Waner y Harrus, 2000).
Como se observó, casi el 70% de los animales enfermos se presentaron
en los meses correspondientes a la temporada lluviosa (mayo - octubre),
lo cual podría atribuirse a una mayor actividad de la población de
garrapatas (Espaine y col., 1980; Waner y Harrus, 2000).
Si bien el conjunto de cuadros clínicos no encajan de forma clara en los
esquemas de las probables hipótesis diagnósticas de enfermedades
reportadas en el país, en general se observó una gran variabilidad, lo cual
por una parte, se debe sin duda a que en las condiciones dadas y
suponiendo se trate de una sola entidad, concurrirían casos en diferentes
fases del proceso infeccioso, y por la otra, manifiesta claros signos y a la
vez, esa “inconsistencia” o marcada variabilidad que se le atribuye a la
ehrlichiosis canina (Jain y Gupta, 1997; Sumption y Strachan, 1997; Neer,
1998; Hylton, 2003).
A pesar que la mayoría de los signos observados se presentan de forma
casi constante en las hemoparasitosis, el estudio clínico no constituye una
forma de arribar a un diagnóstico de certeza de la enfermedad, pero
resulta un elemento de extremo valor en la aproximación diagnóstica. La
totalidad de los animales mostraron trastornos hemorrágicos en alguna de
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sus formas, lo que explica por qué esta manifestación se tomó como
criterio de selección. Por otra parte, el hecho de que entre el 70 % y el 80
% de los sangramientos correspondieron a petequias y equimosis se
corresponde con ese predominio señalado por diversos autores (Woody y
Hoskins, 1991; Sumption y Strachan, 1997; Jain y Gupta, 1997),
pudiéndose tomar este signo como medio orientador para el examen
clínico en los animales enfermos.
Las frecuencias de las manifestaciones clínicas de los animales en que se
detectaron títulos positivos de anticuerpos o presencia de formaciones
intracitoplasmáticas mostraron en primer lugar los sangrados, seguidos
por la fiebre (casi 75 %), lo cual está en correspondencia con
observaciones de Woody y Hoskins (1991) y Aroch y col. (1997), aunque
no fue posible lograr un registro cuantitativo confiable del resto de los
síntomas, lo cual indica una clara insuficiencia de los procedimientos del
examen clínico directo en los lugares de procedencia de las muestras, en
aquel momento.
En coincidencia con autores como Woody y Hoskins (1991), Waner y col.
(1995) y Breitschwerdt (1997), los cuadros hematológicos mostraron
como indicador más significativo una clara disminución de los conteos
plaquetarios, al alcanzar los grupos de animales positivos apenas la mitad
de los valores medios de los grupos negativos, constituyendo el desorden
hematológico más común. Los resultados muestran una relación
inversamente proporcional entre los recuentos plaquetarios y los títulos de
anticuerpos séricos contra Ehrlichia canis, y aún cuando no se encontró
antecedencia de esta relación en la literatura consultada, pudiera estar en
relación con el nivel de infección. Se conoce que el primer signo de alarma
de la enfermedad es la trombocitopenia, la cual puede observarse desde
las fases iniciales (Kuehn y Gaunt, 1985; Breitschwerdt y col., 1987;
Waner y col., 1995), lo que explica la disminución en los recuentos
plaquetarios en los animales con títulos séricos de la enfermedad y
hallazgos de formaciones intracitoplasmáticas.
Algo similar y ya reportado por Breitschwerdt y col. (1987) se apreció en
los valores de hemoglobina y hematocrito, porque aún cuando se conoce
que los valores de la serie roja, de forma general, descienden durante
fases tardías de la enfermedad, muy en relación con lesiones severas de
la médula ósea que constituyen signos de un pronóstico desfavorable
(Waner y Harrus, 2000), la disminución de estos valores, aún en la fase
aguda, se explica como resultado de una disminución en la producción de
células de la serie roja y un incremento de la eritrofagocitosis de causa
inmunológica (Woody y Hoskins, 1991).
Mientras, los conteos totales de leucocitos mostraron una alta variabilidad
y no difirieron, siendo oportuno recordar que los cuadros pancitopénicos
graves correspondieron con seguridad a casos en estadío crónico (Elias,
1991). A pesar de ello, como el agente parasita únicamente leucocitos
mononucleares (Donatien y Lestoquard, 1937), produciendo daños que
conllevan la destrucción celular y con ello su disminución en sangre
periférica (Woody y Hoskins, 1991), se explica el número
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considerablemente mayor de animales leucopénicos entre
seropositivos (36 %) en comparación con los seronegativos (7,6 %).
los
Por otra parte, los casos con signos hemorrágicos, negativos al examen de
frotis, a los que no se realizó la serología y presentaron fiebre en un
71,11%, no es posible descartarlos como positivos o negativos, habida
cuenta de la baja sensibilidad del primero a causa de que, por una parte,
la proporción de células infectadas está entre el 1 % y el 4 % (Troy y col.,
1980; Hibler y col., 1986; Risctic, 1986; Cowell y col., 1988; French,
1988; Du Plessis y col., 1990), y además, que su hallazgo es poco común
en monocitos circulantes, excepto durante los aproximadamente 30 días
que dura la fase aguda (Hibler y col., 1986).
Si se comparan las características morfológicas de las formaciones
intracitoplasmáticas halladas en los monocitos y la descripción de diversos
autores (Maeda, 1987; Elías, 1991; Kakoma, 1994), con seguridad se
ajustan a las que estos autores califican como mórulas de Ehrlichia canis y
que resultan patognomónicas, pudiendo alcanzar hasta 1/3 del diámetro
nuclear. Sin embargo, Breitschwerdt y col. (1998) aclaran que el perro
puede ser infectado por otras especies como E. platys, E. equi, E. ewingii
y E. chaffeensis, esta última productora de la ehrlichiosis monocítica
humana, aunque según Codner y Farris-Smith (1989) y Bakken y Dumler
(2001), producen cuadros clínicos más benignos que E. canis, por lo que
la severidad de las manifestaciones observadas no apunta precisamente
hacia una de estas especies de las que los caninos no son hospederos
naturales.
En contradicción con lo planteado por Waner y Harrus (2000), llama la
atención el más frecuente hallazgo de formaciones monocíticas en los
casos seropositivos, lo cual tendría su origen en al menos tres factores: el
primero es atribuible a que se trata de un agente con el cual no existía
una historia anterior de contacto con esta población canina, el segundo,
que en una considerable proporción de los casos la toma no al azar de las
muestras favoreció los hallazgos al seleccionar casos con cuadros clínicos
compatibles en un momento de probable parasitemia, y finalmente, la
acuciosidad con que se buscaron las señaladas formaciones.
Al analizar los resultados obtenidos en el examen serológico, el 82,56 %
de los animales mostró títulos de anticuerpos considerados como positivos
contra Ehrlichia canis, lo cual según Hegarty y col. (1997) constituye un
elemento confirmativo del diagnostico. Más tarde Waner y col. (2001),
afirman que E. canis y E. ewingii pueden coexistir en el mismo animal e
incluso, en análisis serológicos con base en IFI se producen reacciones
cruzadas. Sin embargo, el hecho que todos los hallazgos del agente
correspondieran a formaciones monocíticas, descarta la segunda especie,
ya que está bien establecido que E. ewingii se localiza en granulocitos
(Anderson y col., 1991; Gobierno Vasco, 1997).
Un último indicio a favor del diagnóstico realizado lo constituye, sin dudas,
la respuesta a la terapia específica. La recuperación de más del 90 % de
los animales a partir de un esquema con base en el uso de dipropionato
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de Imidocarb y la tetraciclina está en línea con las prescripciones de
numerosos autores (Hoskins, 1991; Ristic y Holland, 1992; Beaufils,
1997; Shaw, 2001).
Trabajos realizados por Núñez (2003) en varios distritos de México con un
número grande de animales, demostraron independencia de la raza, edad
y sexo con la presentación de la enfermedad, pero estos resultados
muestran una elevación en la frecuencia de presentación en animales
machos respecto a las hembras, lo que ya observó Burke (2004), quien
reporta que los machos son más afectados en proporción 4:1 que las
hembras, sin que exista una explicación clara de la causa.
La seropositividad por razas no mostró diferencias significativas entre los
animales estudiados, y a pesar del desigual número de animales, los
valores porcentuales no difirieron. Es de destacar que aún cuando no hay
diferencias, se detectaron títulos séricos en un porcentaje mayor de
perros de la raza Pastor Alemán, que está descrita como la más
susceptible, posiblemente debido a una respuesta disminuida de su
inmunidad celular, que hace que la fase crónica se desarrolle con mayor
frecuencia y severidad (Woody y Hoskins, 1991; Jafary y col., 1997;
Waner y Harrus, 2000) y es un factor a considerar a la hora de emitir un
pronóstico, que generalmente es más desfavorable en animales de dicha
raza (Nyindo y col., 1980; Jafari y col., 1997).
En Cuba no existen reportes de la presencia de estos microorganismos en
los seres humanos ni en animales domésticos diferentes del perro (Bofill,
2006), aunque en opinión de los propios comunicantes, esto no es
indiscutible debido a que no se ha realizado una búsqueda específica de
dichos agentes etiológicos. Por otra parte, si bien la garrapata
Rhiphicephalus sanguineus no es considerada hasta la fecha como vector
de Ehrlichia chaffeensis ni del agente de la ehrlichiosis granulocítica
humana (E. ewingii), sí lo es de E. canis para el ser humano (Unver y col.,
2001; López y col., 2003), por lo que a pesar de la casi nula incidencia de
picaduras en los humanos encuestados en el presente estudio, constituye
una amenaza, si se tienen en cuenta reportes de focos de tales ataques,
principalmente en EE.UU. (Goddard, 1989; Felz y col., 1996).
Recientemente, se ha reconocido que va en aumento la frecuencia de
infecciones simultáneas con más de un patógeno transmitidos por
garrapatas en humanos y perros. Obviamente, esto tiene implicaciones
importantes para el paciente en relación con el diagnóstico, la terapéutica
y el pronóstico. En condiciones naturales, el riesgo de exposición a
garrapatas, pulgas, mosquitos y moscas mordedoras es mucho mayor
para los perros que para los humanos y no existe certeza acerca de la
influencia que puede tener la infección concurrente con múltiples
patógenos transmitidos por vectores, incluyendo Ehrlichia (Breitschwerdt,
2003).
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5. Conclusiones
1. Se realizó el diagnóstico clínico de la ehrlichiosis monocítica canina,
partiendo del contexto epizootiológico, las manifestaciones clínicas, la
presencia de anticuerpos y la evidencia gráfica de su agente etiológico
Ehrlichia canis.
2. Las manifestaciones hemorrágicas asociadas o no a la fiebre fueron los
signos principales de alerta para la presunción de la enfermedad.
3. La trombocitopenia y la leucopenia fueron las alteraciones
hematológicas de mayor significación en los animales clínicamente
enfermos y seropositivos.
4. Se evidenció la presencia del vector biológico Rhipicephalus
sanguineus, pero con escasos reportes de ataques a los seres
humanos.
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