Hoy somos todos putos y tortilleras

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Hoy somos todos putos y tortilleras
Mariano Pacheco :: 20/07/2010
Notas breves e inconvenientes sobre la ley del
matrimonio gay en Argentina
Foto: Insurrectas y Punto
“...La parte masculina de un hombre puede comunicar con la parte femenina de una
mujer, pero también con la parte masculina de una mujer, o incluso con la parte
masculina de otro hombre... Estadística o molarmente somos heterosexuales, pero
personalmente homosexuales, sin saberlo o sabiéndolo, y por último somos transsexuados elemental o molecularmente”. Gilles Deleuze y Félix Guattari, "Anti-Edipo,
capitalismo y esquizofrenia"
“Y que querés, si son todos putos y tortilleras. ¿Qué querés que pidan?”. “Yo soy heterosexual, pero
tengo una amiga lesbiana y un familiar gay”. Frases como estas nos pueden provocar repulsión, sí,
pero son muchas de las voces que han circulado en estos días (en el mejor de los casos. Descartamos
aquí todo el arrolladero de frases cavernícolas). Por un lado, hemos escuchado a quienes entienden
que la batalla por la aprobación de la ley de matrimonio igualitario es una lucha de quienes
obtendrían el beneficio directo de aprobarse la ley, y que hoy no tienen acceso a ese derecho
(también se dejan de lado en estas líneas toda la farsa de plantear el conformismo de la unión civil,
una suerte de matrimonio devaluado para raros). Por el otro, hemos escuchado a quienes creen que
ser progres es mostrar que no se oponen, pero aclarando rápidamente que ellos no son de esa
especie. De allí que crea necesario que esta lucha sea asumida por todos y cada uno (“todas y cada
una”), de los que bregamos por un mundo distinto. O, si prefieren un lenguaje más “comprometido”,
por quienes aspiramos, luchamos por revolucionar la sociedad actual (Sí: la del capital). Claro, se
puede objetar que cómo es que sectores que antagonizan contra el Estado y sus lógicas peleen
porque se les reconozca derechos al interior de esa institucionalidad. Pero esa no es la discusión
ahora. Por eso, tan sólo decir que exigir que se cumplan y se amplíen los derechos en el marco de las
democracias controladas no implica necesariamente dejar de luchar por subvertir ese tipo de
democracia. Quisiera rescatar –metiéndonos ya en tema- algunas imágenes a partir de las cuales
poder enlazar el triunfo democrático de la aprobación de la ley, con algunas batallas más
imperceptibles que se han venido dando en los últimos años, no necesariamente desde la
reivindicación específica. Dos de ellas fueron protagonizadas en el ya histórico Puente Pueyrredón,
luego de los agitados y convulsionados días de diciembre de 2001 (qué tendrá que ver la aprobación
de esta ley con el 2001 sería algo interesante para discutir. Digo, para quienes ven en aquellos días
sólo el fantasma de “la crisis”, entendida esta como la peor peste que puede aquejar a una sociedad,
desconociendo el carácter productivamente político de las crisis). Una de las imágenes pertenece a
un hermoso relato de Omar Cabezas, titulado La montaña es algo más que una inmensa estepa
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verde. Allí, en la marcha de la guerrilla, Tello -uno de los jefes del Frente Sandinista de Liberación
Nacional- se enfrenta a la tropa de insurgentes amotinada que dice no poder cargar una cantidad
determinada de alimentos. Tienen hambre, frío y cansancio. Tello enfurece y les dice: “Son unas
mujercitas… son unos maricas…”. Otra imagen se refiere a una tarde de 1974, cuando “los
muchachos” inventaron el cantito (muy ingenioso, por cierto), que dice así: “No somos putos, no
somos faloperos, somos soldados de las FAR y Montoneros”, en clara respuesta a los dichos de José
López Rega (ministro de Bienestar Social del gobierno de Isabel Perón; jefe de la tenebrosa
organización para-militar autodenominada Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A). Palabras
con las que “El brujo” acusó a los militantes de las organizaciones armadas: “Son todos
homosexuales y drogadictos”, dijo. Por supuesto, los activistas del Frente de Homosexuales por la
Liberación Nacional, allí presentes, no se sintieron muy cómodos con la respuesta (está claro: se
puede pensar al cantito en otra clave, una similar a cómo la plantearon quienes tomaron lo de
“cabecitas negras” y en vez de ofenderse lo resignificaron. De todos modos, me quedan dudas de
que esa haya sido la intención de la consigna). Dos ejemplos. Dos recortes que dan cuenta de las
dificultades que hubo en otros momentos históricos de asumir la lucha molecular, de combatir los
microfascismos de manera más cotidiana. La consigna del hombre nuevo (el revolucionario como un
macho combativo), no hace más que reforzar un estereotipo ridículo de lo que –se supone- se debe
ser para intentar cambiar la sociedad. Ahora, más actual, quisiera rescatar otras dos imágenes. Una,
la de un compañero (o compañera), travesti, de Florencio Varela [suburbio pobre de Buenos Aires],
quien solía bailar en los cortes sobre el Puente Pueyrredón, ante el cordón de seguridad de los
“piqueteros” de la Coordinadora Aníbal Verón. Allí, ante los neumáticos encendidos, pero también
frente al dispositivo policial, “Argentina” –como todos la conocíamos, porque en su danzar llevaba
siempre una bandera de nuestro país como superman llevaba su capa– aportaba a la lucha por
mejorar las condiciones ya no de vida, sino de subsistencia, un granito de arena a la lucha por el
reconocimiento de la diversidad sexual. Otra imagen: la de las compañeras que –también en Puente
Pueyrredón- comenzaron a organizar la primera Asambleas de Mujeres Desocupadas, una tarde de
primavera en el año 2003. Asamblea que sirvió para que luego convocaran al Primer Encuentro de
Mujeres Desocupadas, a realizarse en el Predio Recuperado Roca Negra, en Montechingolo, distrito
de Lanús [otro suburbio pobre de Buenos Aires]. Las caras que algunos varones-militantes pusieron
al ver desplegarse la bandera fue increíble. Como increíble fue escuchar a muchos luchadores
populares pronunciar frases como la que sigue: “¿Se van a juntar para hablar de tapers?”
[fiambreras]. Lo que muchos no vieron es que allí comenzaba a gestarse ese feminismo reflexivo,
abierto, formativo y participativo; "feminismo combativo, activo, en las calles y por el cambio social”,
como lo definieron luego las organizadoras de esa primera asamblea y de ese primer encuentro.
Hoy, a casi una década de la insurrección del 2001, cabe preguntarse: ¿Podríamos pensar hoy en
festejar la aprobación de la ley, si no se hubiesen librado tantas batallas, desde hace tantos años?
Seguramente no. No es posible pensar en este avance sin el aporte consecuente de quienes
comenzaron a organizar los Encuentros Nacionales de Mujeres, por citar sólo el ejemplo más
contundente, más masivo y visible. Hace un tiempito nomás, producto un poco de ese largo trajinar,
surgió el Colectivo de Varones Antipatriarcales. Una novedosa iniciativa, si tenemos en cuenta que el
patriarcado no sólo asigna roles determinados a la mujeres, sino que nos impone también a los
varones ese modelo: qué gustos debemos tener, qué cosas podemos o no sentir, hacer, pensar.
Porque el patriarcado afecta, conspira contra las construcciones que pretenden fomentar la
autonomía, la democracia de base y la participación popular. Choca porque esas prácticas van a
contramano del autoritarismo y las lógicas jerárquicas. En fin: no quisiera terminar estas breves
líneas, escritas a los apurones, con el deseo de intentar compartir la alegría por la ley sancionada
anoche[por el jueves], sin rescatar unas palabras del Manifiesto de Las Lilith-feministas
inconvenientes: “Nos reconocemos en las corrientes que viven, sienten y crean un feminismo
latinoamericano, mestizo, desobediente, insumiso; autónomo, diverso, alegre, provocador,
desafiante; creativo...: un feminismo inconveniente, que se propone como parte y aporte a una
cultura emancipatoria, que rechaza tanto la normatividad heterosexual como el esencialismo
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biologicista. Un feminismo rebelde, nacido de los cuerpos históricamente estigmatizados,
invisibilizados y/o ilegalizados, por un sistema basado en el disciplinamiento, el control, la
domesticación, y el orden que garantiza su propia continuidad y reproducción / Participamos de los
movimientos populares que desafían ese orden impuesto… / Muchas de nuestras agrupaciones
nacieron en las convulsiones de la crisis y de las rebeldías del año 2001. Fuimos parte del estallido
popular que puso límites a una manera depredadora de ejercicio del poder…”. Somos nosotros, se
pintaba luego del 19/20 de diciembre de 2001. Así es. Mujeres y hombres nuevos: eso queremos
gestar. Así decimos hoy. Hemos dado un paso. La gramática impone muchas veces ciertas
dificultades. Habrá que continuar creando. La incorporación del femenino al lenguaje político (aun
del revolucionario), ha sido un paso importante. Habrá que ver como seguimos. Seguro que
intentando romper los binarismos. Por eso, hoy, más allá de las opciones sexuales de cada quien,
tenemos que decir que es una posición política asumir la bandera homosexual. Hoy, que duda cabe,
somos todos gays, heterosexuales, lesbianas, transexuales... Hoy: todos somos putos y tortilleras.
Prensa de Frente
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