¡Primero se cae un mentiroso que un cojo!

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¡Primero se cae un mentiroso que un cojo!
Renán Vega Cantor :: 01/01/2014
Injerencia de la CIA en contubernio con el régimen colombiano
“El gobierno de Estados Unidos le suministró a su aliado más de 30 bombas inteligentes.
En las botas que le suministraron al jefe guerrillero, le instalaron un GPS. Guiadas por
ese instrumento, las bombas programadas estallaron en el campamento donde estaba
Jorge Briceño. ¿Por qué no se explica al mundo la verdad? ¿Por qué sugieren una batalla
que nunca tuvo lugar?” Fidel Castro, septiembre 30 de 2010.
En un informe publicado el 21 de diciembre' The Washington Post' revela la existencia de un plan
secreto de la CIA, en estrecha alianza con los regímenes de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y Juan
Manuel Santos (2010 -¿?) , como resultado del cual han sido asesinados decenas de combatientes de
las FARC en los últimos años. Las revelaciones del diario estadounidense han desnudado las
mentiras que se vienen propalando por parte de los voceros de los regímenes mencionados,
incluyendo a la “Gran Prensa”. Señalemos algunas de esas mentiras, que han quedado en evidencia
con la información que se reveló en los Estados Unidos PRIMERA MENTIRA: Las fuerzas armadas
del Estado colombiano han propinado duros golpes a la insurgencia por sus propios medios y sin
contar con la participación de Estados Unidos y otros países imperialistas. Desde el año 2002 se
viene repitiendo de manera monótona por parte de las fuerzas militares y todos sus propagandistas
que sus “éxitos” se han logrado gracias a sus propios esfuerzos y hasta la fecha se había negado que
hubiera una participación directa de la CIA y de los Estados Unidos en la realización de operativos
sobre el terreno, aunque se reconociera la “ayuda militar” del imperio. Sin embargo, ese lo
desmiente la información del Washington Post, en donde se indica que la CIA puso en práctica un
plan secreto que se desarrolló desde Bogotá no sólo con labores de inteligencia, sino con la
confección de un plan que llevó a la utilización de bombas guiadas por un GPS de 500 libras, las
cuales se vienen empleando en Colombia por parte del Ejército desde hace varios años, y que han
masacrado a decenas de combatientes de la insurgencia. El informe sostiene que
“Uno de los oficiales de la CIA que Tenet envió a Bogotá […] creó la Célula de Fusión de
Inteligencia de la Embajada de Estados Unidos, apodada "el Bunker". Era una habitación
estrecha, de 30 por 30 pies con techo bajo y tres hileras de computadoras. Ocho personas
se sentaban en cada fila de consolas. Unos peinaban mapas satelitales de la selva; otros
buscaban lugares ocultos de las FARC en el subsuelo. Algunos hacían seguimiento a
imágenes del movimiento de vehículos marcados con dispositivos de rastreo. Las
interceptaciones de voz de comunicaciones de radio y teléfonos celulares eran
desencriptadas y traducidas por la Agencia de Seguridad Nacional. Los expertos técnicos
y los contratistas del Bunker construyeron para los colombianos su propio sistema
informático de inteligencia de alcance nacional. También ayudaron posteriormente a
crear centros de fusión regionales para llevar la inteligencia táctica a los comandantes.
La agencia también pagó el mecanismo de comunicaciones encriptadas. […] Fuera del
Bunker, agentes asignados de la CIA y contratistas enseñaron el arte de reclutar
informantes a unidades colombianas que habían sido investigadas y a las que se había
sometido al polígrafo. […] Mientras tanto, la otra agencia secreta estadounidense que
había estado en la primera línea en la localización y asesinato de miembros de al-Qaeda
apareció en escena. Comandos de élite del JSOC comenzaron sesiones periódicas de
entrenamiento anual y misiones de reconocimiento con pequeñas unidades para intentar
encontrar a los rehenes”i.
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Horas después de conocerse el informe del periódico de los Estados Unidos, Gabriel Silva Lujan,
ministro de Defensa (sic) en el gobierno de Uribe Vélez y ex embajador en los Estados Unidos,
sostuvo sin pestañear: "Los colombianos manejan sus Fuerzas Armadas de manera soberana y la
verdad es que todas las operaciones fueron diseñadas con colaboración pero ejecutadas totalmente
por colombianos"ii. Como es obvio, en medio de estas informaciones tan opuestas, hay que creerle al
dueño del circo y no a uno de los payasos. SEGUNDA MENTIRA: En el ataque a Ecuador no
participaron los Estados Unidos. Cuando se realizó el aleve ataque a Sucumbíos, Ecuador, en la
noche del primero de marzo de 2008, el régimen uribista y todos sus corifeos señalaron que ese
hecho había sido planeado y ejecutado por miembros de las fuerzas armadas de Colombia y, de
ninguna manera, habían participación los Estados Unidos. Tanto en Ecuador como en otros lugares
del continente esa versión fue cuestionada por ser poco verosímil, y se aseguró con fundamento que
en una operación de tal envergadura -como la que se efectuó para asesinar a 26 personas que
estaban en territorio ecuatoriano-, por el procedimiento y la maquinaria de guerra que se utilizó,
solo se había podido realizar con la participación de los Estados Unidos. Ese mismo señalamiento fue
el que en reiteradas ocasiones realizó el presidente Rafael Correa, aunque ahora haya sido
demasiado blando al conocer la noticia del Washington Post sobre la magnitud de la intervención de
Estados Unidos, tal vez por aquello de que su gobierno es cada vez menos de izquierda y anda en
“buenas relaciones” con el gobierno de Juan Manuel Santos, personaje que es responsable directo de
la matanza de Sucumbíos. En el momento de ese cobarde ataque, el régimen uribista y sus amos de
Washington negaron que los Estados Unidos tuvieran algo que ver con la masacre., pero con la
información que ha revelado The Washington Post queda en evidencia la participación directa del
imperialismo estadounidense. Al respecto el periódico precisa:
“Justo al otro lado del río Putumayo, una milla dentro de Ecuador, la inteligencia
estadounidense y un informante colombiano confirmaron el escondite de Luis Edgar
Devia Silva, también conocido como Raúl Reyes […] Era un descubrimiento delicado para
Colombia y Estados Unidos. Llevar a cabo un ataque aéreo significaba que un piloto
colombiano a bordo de un avión colombiano impactara el campamento utilizando una
bomba fabricada en Estados Unidos con un cerebro controlado por la CIA”iii.
Después de esta información, que no ha sido desmentida por los sirvientes criollos del Tio Sam, no
queda duda alguna sobre participación directa de Estados Unidos, con la complicidad del Estado
colombiano, en la violación de la soberanía del Ecuador y en el asesinato a mansalva de 26 personas,
entre ellas cuatro mexicanos, un ecuatoriano y 21 colombianos. TERCERA MENTIRA: La doctrina
de la “soberanía limitada” y la defensa preventiva que salió a relucir después del ataque contra
Ecuador, se fraguó durante el régimen de la (in)Seguridad (anti)Democrática. Esta afirmación baladí
que también se difundió en forma masiva después del primero de marzo de 2008 con el fin de
justificar el crimen de Angosturas y de preparar similares ataques contra Venezuela, no podía ser
creída por alguien que estuviera medianamente informado, que entendía que esa doctrina
simplemente era “nazismo reciclado” por varios presidentes de los Estados Unidos, y en forma más
reciente por George Bush II y sus halcones, después del 11 de septiembre de 2001. No obstante, el
uribismo y sus áulicos se dieron a la tarea, para justificar a posteriori la masacre de Sucumbíos, de
decir que habían recurrido a la “legítima defensa” preventiva contra un enemigo que se escondía en
un país vecino, a cuyo gobierno además acusaron de ser cómplice del “terrorismo”. No faltaron
incluso los “analistas” y abogados que recurrieron a las más extrañas cabriolas jurídicas para
explicar la agresión del Estado colombiano, e incluso llegaron a decir que simplemente se estaba
aplicando la Resolución No. 1373 de la ONU, que fue aprobada después del 11 de septiembre de
2001. Pero veamos lo que dice, en sentido contrario, la información del Washington Post:
“Los abogados de seguridad nacional de Estados Unidos vieron la operación como un acto
de defensa propia. A raíz del 11-S habían elaborado una nueva interpretación del uso de
la fuerza permisible contra actores no estatales como al-Qaeda y las FARC. Era así: si un
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grupo terrorista era controlado desde un país que no podía o no quería detenerlo,
entonces el país atacado -en este caso, Colombia- tenía el derecho de defenderse
utilizando la fuerza, incluso si eso suponía adentrarse en otro país soberano. Esta era la
justificación legal para los ataques con drones de la CIA y otras operaciones letales en
Pakistán, Yemen, Somalia y mucho después, para el asalto en Pakistán que mató a Osama
bin Laden. […]
El bombardeo desencadenó una seria crisis diplomática. El líder venezolano Hugo Chávez llamó a
Colombia "estado terrorista" y desplazó tropas a la frontera, igual que hizo Ecuador. Nicaragua
rompió relaciones. Uribe, bajo presión, se disculpó ante Ecuador. La disculpa, si bien calmó las
relaciones en América Latina, enfadó al pequeño círculo de oficiales estadounidenses que conocían
la historia detrás, uno de ellos dijo: ‘Recuerdo haber pensado: no puedo creer que estén diciendo
esto’, ‘Para ellos era una locura renunciar a una importante argumentación legal’"iv. Queda claro
que los gobernantes de Colombia son tan abyectos que ni siquiera son capaces de inventarse una
justificación propia, sino que necesitan que las excusas se las fabriquen desde los Estados Unidos,
para que luego personajes de “inteligencia superior” -como se autoproclamaba el individuo que es
responsable directo de la masacre de sucumbíos- y todos sus plumíferos repitieran el mismo
argumento que se había fraguado en los círculos del Pentágono y la CIA. En otros términos, la
mentalidad colonial llega hasta tal punto, que ni siquiera son capaces de hilar una argumentación
propia y original, sino que se limitan a repetir el guion que les envían los amos imperialistas. ¡Un
comportamiento por lo demás típico de los cipayos! CUARTA MENTIRA: Nunca han existido
operaciones secretas en Colombia. Ahora que desde los Estados Unidos se ha revelado lo que es, sin
duda alguna, un plan secreto y criminal propio del terrorismo de Estado Made in USA en alianza con
sus incondicionales lacayos de Colombia, todos a una, en coro, como si fueran papagayos
amaestrados, han salido a reconocer que desde siempre han existido acuerdos de este tipo con el
imperialismo del norte. Al respecto Andrés Pastrana Arango quien fuera presidente entre 1998-2002
señaló:
“La cooperación de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, que incluye el
apoyo en operativos contra las Farc, ha sido muy valiosa y determinante a la hora de
planear grandes operativos militares. Asimismo afirmó que fue su gobierno el que abrió el
sendero para dicha cooperación. ‘Estados Unidos cambió la relación con nuestro país.
Éramos un país descertificado por ellos, descertificado en derechos humanos, y tras la
primera visita que se hizo al presidente Clinton nos hicieron un reconocimiento (...). Antes
de mi gobierno no teníamos la tecnología para esto. Sólo al final de mi gobierno recibimos
las bombas y los aviones para dar golpes militares’”v.
Lo significativo de esta declaración es que lo dice quien firmó el Plan Colombia, del que se repitió
hasta la saciedad, en el momento en que existía la zona de distensión en El Caguán, que sus
recursos económicos y militares no se iban a destinar a la lucha contrainsurgente. Pastrana viene a
reconocer, casi quince años después, que los dineros de ese Plan Colombia si tenían un propósito
antisubversivo. Otra mentira más que cobija la impunidad de los delincuentes de cuello blanco que
gobiernan este país. Por su parte, otro expresidente, Álvaro Uribe Vélez, “admitió que durante su
Gobierno el país recibió ayuda secreta de la CIA en operaciones militares en las que murieron jefes
de la guerrilla de las Farc, tal y como reveló hace unos días el diario estadounidense The
Washington Post. En su cuenta de Twitter, el expresidente reconoció que Estados Unidos "ayudó (a
Colombia) para detectar la ubicación" de los jefes guerrilleros, pero puntualizó que esos operativos
militares se desarrollaron "con hombres y equipos nuestros (colombianos)"vi. A su vez, el actual
Ministro de Guerra, Juan Carlos Pinzón sostuvo: "La verdad es que todo el mundo sabe, esto no tiene
nada de nuevo, que tenemos una cooperación fuerte, muy fuerte con los Estados Unidos […] ha sido
en materia de inteligencia, de operaciones especiales". […] "Sobre eso que no haya duda, hemos
obtenido capacidades, conocimientos, entrenamiento, fortalecimiento, pero las operaciones que han
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realizado nuestras Fuerzas Militares y de Policía son actos heroicos (sic) de colombianos"vii. ¡Muy
heroicos, por lo demás, tales como bombardear a mansalva a gente que incluso se encontraba
durmiendo –como sucedió con Raúl Reyes- y que esos militares actuaran bajo las órdenes de
personal militar de los Estados Unidos! Y para completar, Juan Manuel Santos le señaló al
Washington Post en una reciente visita a Estados Unidos: "Parte de la experiencia y la eficiencia de
nuestras operaciones especiales han sido el producto de una mejor formación y conocimiento que
hemos adquirido de muchos países, entre ellos Estados Unidos"viii. Como puede colegirse de estos
testimonios, el carácter cipayo de los gobernantes de este país alcanza elevadas cotas de cinismo,
hasta el punto que siempre negaron la existencia de “operaciones secretas” con los Estados Unidos,
Israel o Inglaterra –y la participación militar de esos países en acciones contrainsurgentes en
territorio colombiano- pero ahora cuando éstas han sido descubiertas las admiten como algo normal,
cuando se está hablando de “acuerdos clandestinos” que violan la legalidad formal del Estado
colombiano y, además, y esto es lo importante, aplican la pena de muerte a diestra y siniestra, no
sólo contra habitantes de este país, sino incluso contra ciudadanos extranjeros, como aconteció con
los mexicanos asesinados en Ecuador. Pero aun así, Gabriel Silva Luján, desoyendo la voz de los
títeres mencionados, sostiene que “la CIA ha colaborado con las Fuerzas Armadas colombianas en
operaciones contra los grupos guerrilleros, pero aseguró que no puede hablarse de un plan secreto,
como reveló el domingo el diario Washington Post”ix. Como puede apreciarse, el descaro de los
voceros de las clases dominantes de Colombia es de antología. QUINTA MENTIRA: El régimen de
la autodenominada Seguridad Democrática y su gamonal-presidente generaban confianza en los
Estados Unidos. Es normal que un régimen tan profundamente entreguista y antinacional como lo
fue el del ubérrimo (entre el 2002 y el 2010) se enorgulleciera de haber logrado tal grado de sintonía
con sus amos imperialistas y que estos le tuvieran gran confianza y lo admiraran. Eso, justamente, es
lo que decía el mismo personaje de marras, y siguen repitiendo los medios de desinformación de este
país. Pero el artículo publicado en Washington Post revela la verdadera confianza que los amos le
tenían a su lacayo y con él a las Fuerzas Armadas. Al respecto se señala:
“Existía otra preocupación. Algunos altos oficiales estaban preocupados porque las
fuerzas colombianas podrían utilizar los PGMs para asesinar a quienes consideraban
enemigos políticos. ‘Las preocupaciones eran grandes, dados sus problemas de derechos
humanos’, declaró un ex alto oficial del Ejército. Para asegurarse de que los colombianos
no darían mal uso a las bombas, los oficiales de Estados Unidos idearon una solución
innovadora. La CIA mantendría el control sobre la clave de encriptación insertada en la
bomba, que descodificaba las comunicaciones con los satélites GPS de forma que
pudieran ser leídos por las computadoras de la bomba. La bomba no podía alcanzar su
objetivo sin la clave. Los colombianos tendrían que solicitar aprobación para algunos
objetivos, y si daban mal uso a las bombas, la CIA podía denegar la recepción de GPS
para uso futuro. ‘Queríamos un mecanismo de refrendación’, declaró un alto oficial que
participó en las deliberaciones. Para cortar la cinta roja inicial, los primeros 20 kits de
bombas inteligentes -sin las llaves de encriptación- llegaron a través de la CIA. La cuenta
fue por menos de 1 millón de dólares. Después de eso, a Colombia se le permitió
adquirirlos a través del Programa Exterior de Ventas Militares”x.
Pero la “confianza” con respecto a sus súbditos quedaba en evidencia cuando antes del artero
ataque al Ecuador, el jefe de la Misión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos le dijo al
Comandante Colombiano de Operaciones encargado de bombardear el campamento de Raúl Reyes:
“Mire hombre, todos sabemos dónde está este tipo, simplemente no se caguen esto”xi. A los
sirvientes a veces se les olvida lo que son y piensan que son imprescindibles, algo que tiene sin
cuidado a los amos imperialistas, los que se guían por el principio que ellos no tienen amigos sino
intereses. En plata franca eso significa que los Pastrana, los Uribe, los Santos… son desechables y
Estados Unidos los puede usar cuando los necesita, pero también puede prescindir de ellos en
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cualquier momento, hasta el punto que no sería raro que alguno de ellos terminara con sus huesos
en una cárcel de alta seguridad de los Estados Unidos. Con esta perspectiva, no existe nada que
haga creíble la pretensión de los vendepatrias mencionados de ser, de manera permanente e
incondicional, los “favoritos de Washington”, porque simplemente son peones de ocasión que, como
en el ajedrez, son los primeros en desaparecer del tablero. MÁS ALLÁ DE LAS MENTIRAS El
Informe del Washington Post evidencia algunas tendencias de fondo acerca del conflicto colombiano,
que no pueden pasar desapercibidos en las actuales circunstancias, y que es bueno recordar en
forma rápida: - La intervención de Estados Unidos en la vida colombiana no es reciente, puesto que
desde la década de 1950 ha sido una constante, y el imperialismo ha recurrido a todas las formas de
lucha como parte de su proyecto anticomunista y contrainsurgente. Esa intervención ha contado con
el apoyo decisivo del Estado colombiano y de las clases dominantes de este país. Esa colaboración ha
fraguado “pactos secretos” que no son conocidos, como el que se acaba de revelar, y que tienen
como finalidad la destrucción de la insurgencia, convertir al país en una gran portaviones para
agredir a otros países de la región y del mundo y facilitar la extracción de bienes comunes de tipo
natural en nuestro suelo y en el de los países vecinos, tal y como lo señalamos en nuestro libro
Colombia y el imperialismo contemporáneo. Colombia un eslabón geoestratégico de los Estados
Unidos, que pronto será publicadoxii. - Tanto Estados Unidos como el Estado colombiano han
recurrido a todos los medios para aniquilar a la insurgencia (FARC y ELN), pero al mismo tiempo
han sido el sostén del proyecto paramilitar, al que nunca han perseguido y jamás se han
bombardeado los campamentos de los jefes criminales de las mal llamadas autodefensas. El informe
del Washington Post lo dice en forma directa: “Analistas del Bunker fusionaban las pistas de los
informantes con información obtenida a partir de medios técnicos. Los analistas buscaban vincular a
individuos con el flujo de la insurgencia de drogas, armas y dinero. Ya que la mayor parte, dejaban
(de lado a) los violentos grupos paramilitares”xiii. Esto es explicable porque, sencillamente, el
paramilitarismo forma parte del proyecto de guerra irregular y de cuarta generación adelantado por
los Estados Unidos, en abierta alianza con sus súbditos locales, para destruir cualquier proyecto
revolucionario y democrático e instaurar el orden del despojo y el saqueo, para asegurarse el control
de los bienes comunes de tipo natural a lo largo y ancho de Colombia, como los minerales. El pacto
secreto no es un simple acuerdo militar sino que consiste en un plan de muerte, puesto que Estados
Unidos y el Estado colombiano se han dado a la tarea de realizar asesinatos sistemáticos, que se
efectúan con premeditación y alevosía, violando las más elementales leyes de humanidad y de la
guerra. En ese sentido, en Colombia existe un “Estado canalla” que como otros satélites de los
Estados Unidos -en su orden Israel, Egipto, Turquía…-, se encuentran entre los pocos Estados que
en la actualidad han instaurado la “pena de muerte internacional” como norma de conducta, para
justificar sus delitos y sus crímenes. Lo llamativo en el caso de Colombia es que las clases
dominantes pregonan que aquí existe una democracia y que además es un “Estado Social de
Derecho” (una falacia en la que cree Gustavo Petro y que le ha salido muy costosa) en donde se
respetan las leyes y los derechos y, además, que en Colombia no existiría la pena de muerte. Todo
esto, en vista de lo que ha pasado en los últimos sesenta años, pero especialmente en los últimos
quince, es papel higiénico, porque aquí se aplica la pena de muerte, como se acaba de rubricar con
la información que trae el artículo del Washington Post. En forma textual allí se afirma:
“los abogados de la Casa Blanca, junto con sus colegas de la CIA y de los departamentos
de Justicia, Defensa y Estado, tenían sus propias preguntas que hacer. Una cosa era usar
un PGM para derrotar a un enemigo en el campo de batalla -la fuerza aérea
estadounidense llevaba años haciéndolo-. Pero otra cosa era usarlo para alcanzar a un
líder individual de las FARC. ¿Constituiría eso un asesinato, prohibido por la legislación
de Estados Unidos? Y, ‘¿Podríamos ser acusados de participar en asesinato, incluso si no
lo hacíamos nosotros?’, dijo un abogado implicado. La Oficina de Asesoramiento Legal de
la Casa Blanca y otros decidieron finalmente que el mismo análisis legal que habían
aplicado a al-Qaeda podía aplicarse a las FARC. Matar a un líder de las FARC no sería
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asesinato porque la organización suponía una amenaza para Colombia. Además, no se
podía esperar que ningún comandante de las FARC se rindiera”xiv.
Como se puede notar, los gobernantes de los Estados Unidos (entre ellos George Bush y Barack
Obama) y sus lacayos del mundo neocolonial (como los de Colombia) se proclaman como los dueños
de la vida humana y deciden, violando las más elementales normas de humanidad, a quien se debe
asesinar, porque a ellos les conviene. Por eso, desde la Casa Blanca se decide cada semana cuál es el
próximo objetivo de los drones y bombarderos asesinos, y sus súbditos adoptan la misma actitud
asesina. Y en esa dirección debe resaltarse la actitud despreciable que muestran los “altos
dignatarios” de Colombia y sus portavoces ante la vida humana y la forma abyecta cómo exaltan la
muerte y se burlan de los cadáveres de sus adversarios, y, como una muestra clara de
tecnofascismo, exaltan el poder criminal de los sofisticados bombarderos yanquis. Esto queda
demostrado en el informe del 'Washington Post':
“[…] el jefe del Bunker y su agregado militar del Comando de Operaciones Especiales de
Estados Unidos asignaron a sus hombres una segunda misión: convertir en objetivo a la
dirigencia de las FARC. Esto era exactamente lo que la CIA y el JSOC habían estado
haciendo contra al-Qaeda al otro lado del mundo. La metodología era familiar. ‘Hubo
polinización cruzada en ambas direcciones’, declaró un alto oficial con acceso al Bunker
en aquel momento. […] Localizar a los dirigentes de las FARC resultó ser más sencillo que
capturarlos o matarlos. Unas 60 veces las fuerzas colombianas habían obtenido o se les
había entregado información confiable pero fallaron en capturar o matar a algún alto
dirigente, de acuerdo con las declaraciones de dos oficiales estadounidenses y un alto
oficial colombiano en retiro. Era siempre la misma historia. Helicópteros Black Hawk
proporcionados por Estados Unidos transportaban tropas colombianas dentro de la selva
a unos seis kilómetros de un campamento. Los hombres se adentraban en el denso follaje
pero los campamentos estaban siempre vacíos para cuando ellos llegaban. Luego
supieron que las FARC tenían un sistema de alerta temprana: anillos de seguridad a
varios kilómetros de los campamentos. Para 2006, el deprimente record llamó la atención
del recién llegado jefe de misión de la Fuerza Aérea estadounidense. El coronel estaba
perplejo. ¿Por qué el tercer receptor en ayuda militar de Estados Unidos [detrás de
Egipto e Israel] había hecho tan pocos progresos? ‘Estoy pensando: ¿con qué matamos a
las FARC?’ dijo en una entrevista el coronel […] que ‘empezó a buscar en Google bombas
y bombarderos’ buscando ideas. Eventualmente llegaron al Paveway II Mejorado, un kit
de guiado relativamente barato que se podía atar con correas a una bomba de gravedad
Mark-82 de 500 libras. El coronel aseguró que le habló al entonces ministro de Defensa
Santos sobre su idea y escribió un informe de una página para que se lo entregara a
Uribe. Santos llevó la idea al Secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld. En
junio de 2006, Uribe visitó a Bush en la Casa Blanca. Mencionó el reciente asesinato del
jefe de al-Qaeda en Iraq, Abu Musab al-Zarqawi. Un F-16 había lanzado dos bombas
inteligentes de 500 libras al interior de su escondite y lo habían matado. Uribe presionó
para obtener la misma capacidad. "Claramente esto era muy importante" para Uribe,
afirmó el General retirado de la Fuerza Aérea Michael V. Hayden, quien había pasado a
ser director de la CIA unos meses antes”xv.
- El costo de la “ayuda secreta” de los Estados Unidos: El pacto secreto que el Estado colombiano
tiene establecido con los Estados Unidos tiene múltiples costos que no son analizados a fondo, como
si no fueran importantes. Está, en primerísimo lugar, el costo de vidas humanas, pues estamos
hablando del asesinato de decenas sino centenares de personas, que han sido masacradas desde
aviones que vuelan a 20 mil pies de altura y cuyas “bombas inteligentes” se activan a tres kilómetros
de distancia de sus objetivos humanos. Es la forma más cobarde de matar, como lo hace
cotidianamente Estados Unidos desde hace años en todo el mundo. En segundo lugar, el costo
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económico es irracional, puesto que cada artefacto (“bomba inteligente que se usa”) para matar a
insurgentes cuesta 30 mil dólares, y la sola operación para asesinar a Raúl Reyes valió, según dice el
citado informa, un millón de dólares. Si estamos hablando de decenas de insurgentes asesinados,
podemos hacer las cuentas del costo económico, que finalmente asumen los ciudadanos de los
Estados Unidos y los de Colombia, estamos hablando de millones de dólares. No por casualidad, el
pacto secreto en cuestión se estima que involucra un presupuesto de por lo menos nueve mil
millones de dólares, que es distinto al presupuesto destinado al Plan Colombia. Tan escandalosa es
la cifra que, por su magnitud, el Senado de los Estados Unidos decidió averiguar en qué se estaban
usando dichos fondos y por eso se dio a conocer el Informe del Washington Post. En tercer lugar,
como Estados Unidos no hace nada gratis, porque el imperialismo no es ni mucho menos
filantrópico, está claro que su “ayuda” tiene contrapartidas, que se tasan en concordancia con el
entreguismo de las clases dominantes de Colombia y su Estado. Entre las dadivas que se le han
concedido a los Estados Unidos y a sus empresas deben señalarse la firma del Tratado de Libre
Comercio, la entrega plena de la soberanía nacional para construir bases militares, la explotación y
destrucción de nuestros ecosistemas para que las multinacionales yanquis y sus socias de otros
países (como las de Canadá) se apropien de petróleo, agua, maderas, minerales, biodiversidad… - No
se trata de simples mentiras, sino del “derecho de asesinar” y la pérdida absoluta de soberanía e
independencia por parte de Colombia: En el mejor de los casos, las pocas veces que en Colombia han
osado criticar el “pacto secreto” consideran que el problema es que este se ha hecho de manera
clandestina y que se ha recurrido a decir mentiras para justificar su implementaciónxvi. Las
mentiras son lo de menos, el asunto esencial radica en que se miente como un paso indispensable
para perpetrar asesinatos con la más absoluta impunidad, algo que además festejan los cultores de
la muerte en este país. Al respecto el artículo del Washington Post relata una escena que es típica de
la bajeza moral que caracteriza a los círculos guerreristas de Colombia y de los Estados Unidos, para
los cuales la vida humana de los adversarios no vale nada:
“Tomás Medina Caracas, también conocido como Negro Acacio, el jefe narcotraficante de
las FARC y comandante del Frente 16, fue el primer hombre que la Célula de Fusión de
Inteligencia de la Embajada de Estados Unidos puso en la cola de un ataque con PGM.
Sobre las 4:30am del 1 de septiembre de 2007, pilotos con gafas de visión nocturna
soltaron varias bombas inteligentes Enhanced Paveway II sobre su campamento en el
oriente colombiano mientras oficiales en ambas capitales esperaban. Las tropas sólo
pudieron recuperar una pierna. Parecía por su complexión oscura pertenecer a Acacio,
uno de los pocos líderes negros de las FARC. Los tests de ADN confirmaron su muerte.
‘Hubo gran excitación’, recuerda William Scoggins, jefe del programa antinarcóticos del
Comando Sur del Ejército de Estados Unidos”xvii.
Este desprecio por la vida humana demuestra hasta donde llega la sevicia del imperialismo y sus
esbirros en todo el mundo con los que declara como sus enemigos, los que ni siquiera son
respetados después de ser asesinados, sino que sus cadáveres o lo que queda de ellos se convierte
en un botín de guerra o en símbolo que se usa para causar pánico y terror entre la población y entre
los combatientes, como lo señala el mismo informe del Washington Post. A eso hay que agregarle,
que, como lo indicó el periódico mexicano La Jornada en su editorial del 23 de diciembre, Colombia
ha perdido cualquier sentimiento de dignidad y de soberanía, para plegarse por completo a los
planes del imperialismo estadounidense, un hecho del que deberían tomar cuenta los gobiernos de
Ecuador, Venezuela y otros de América Latina:
“Por lo que hace al gobierno de Uribe, la información difundida denota el grado al que
llegó la liquidación de la soberanía de esa república suramericana durante la gestión del
ex mandatario (2002-2010) […] El empeño de Uribe Vélez en una estrategia
contrainsurgente que incluyó la violación masiva de derechos humanos y la conversión de
ese país en violador de la legalidad internacional estuvo alentado, de acuerdo con lo que
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hoy se sabe a partir de la información publicada por el Post, por el gobierno de Estados
Unidos. En un ejemplo más de la doble moral característica de Washington, Álvaro Uribe
concluyó sus días al frente de la Casa de Nariño en medio de acusaciones de funcionarios
y legisladores estadunidenses por los atropellos cometidos por su gobierno en el contexto
de la política de un plan de contrainsurgencia del gobierno colombiano alentado por la
propia Casa Blanca”xviii.
- La memoria y las fuentes sobre la intervención imperialista en el conflicto armado y social de
Colombia: Ante todos los hechos mencionados, que son evidentes en el Informe del Washington Post,
vale preguntarse ¿si es cierto que el imperialismo ya no existe y que todo se explica por la manida
globalización y si al mismo tiempo se puede desconocer su existencia para explicar las
características del conflicto armado que ha vivido Colombia en los últimos 65 años? Pero, además,
después de conocer esa información ¿pueden seguirse negando los crímenes del imperialismo y la
forma cobarde cómo opera el terrorismo de Estado a la colombiana? Luego de leer ese artículo, uno
puede presumir –o mejor, soñar– que los acuciosos memoriologos oficiales de régimen santista (que
también lo fueron del uribismo, por aquello de que no importa a quien se le sirve, siempre y cuando
se reciban dólares y dadivas a cambio), ya deben estar preparando un informe especial sobre los
crímenes de los Estados Unidos y su apoyo directo en Colombia al terrorismo del Estado (perdón por
el término que no forma parte del vocabulario light de esos memorilogos). Porque una cosa queda
clara después de conocido este artículo del Washington Post: existen pactos secretos sobre la
intervención de Estados Unidos, Israel e Inglaterra, así como registro de los crímenes adelantados a
raíz de esos acuerdos, que deben estar registrados documentalmente en alguna parte y deben
reposar en archivos de Estados Unidos y de Colombia (como en los de las Fuerzas Armadas y de los
organismos secretos), que se constituyen en fuentes imprescindibles para conocer el grado y
magnitud de esa intervención y, por supuesto, el nivel de sumisión y entreguismo a que han llegado
las clases dominantes de este país y el Estado. Tarde o temprano, esos pactos tienen que ser
conocidos en Colombia y no pueden permanecer ocultos con el argumento que forman parte de la
“seguridad nacional”, porque con ellos se accede al conocimiento de una faceta trascendental de la
guerra que vivimos en este país, para actuar política y judicialmente contra los crímenes y los
criminales del imperio y sus lacayos tropicales.
Notas i. Diana Priest, “Destapan Plan de la CIA para asesinar a dirigentes de la insurgencia”, The
Washington Post, diciembre 21 de 2013, publicado en Rebelión, diciembre 23 de 2013, disponible en
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=178552 El articulo original en inglés se encuentra en:
http://www.washingtonpost.com/sf/investigative/2013/12/21/covert-action-in-colombia/?hpid=z1
Todas las cursivas de las citas del informe son mías. ii.”Exministro y exembajador en EE.UU
confirma cooperación de la CIA con Colombia”, en http://www.cmi.com.co/?n=220062 iii. Diana
Priest, ob. cit. iv. Diana Priest, ob. cit. v. “Ecos del informe del Washington Post”, El Espectador,
diciembre 23 de 2013, disponible en
http://www.elespectador.com/noticias/politica/ecos-del-informe-del-washington-post-articulo-465832
vi. “Uribe admite ayuda de la CIA para dar de baja a jefes de las FARC”, El tiempo, 25 de diciembre
de 2013, disponible en
http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13315542.html vii.
Ministro de Defensa de Colombia sobre ayuda de la CIA para matar guerrilleros: “Todo el mundo
sabe, no tiene nada de nuevo”, en
http://www.nodal.am/index.php/2013/12/ministro-de-defensa-de-colombia-sobre-ayuda-de-la-cia-paramatar-guerrilleros-todo-el-mundo-sabe-no-tiene-nada-de-nuevo/ viii. Diana Priest, ob. cit. ix.
”Exministro y exembajador en EE.UU confirma cooperación de la CIA con Colombia”, en
http://www.cmi.com.co/?n=220062 x. Diana Priest, ob. cit. xi. Citado en Santiago Villa, “Just don't
fuck it up”, El Espectador, diciembre 24 de 2013, disponible en
https://www.elespectador.com/opinion/just-dont-fuck-it-up-columna-465855 xii. Renán Vega Cantor,
lahaine.org :: 8
Felipe Martín Novoa, Colombia y el imperialismo contemporáneo. Un eslabón geoestratégico de los
Estados Unidos, Ediciones Ocean Sur, 2014 (en prensa). xiii. Diana Priest, ob. cit. xiv. Diana Priest,
ob. cit. xv. Diana Priest, ob. cit. xvi. Esa es la única crítica que hace Ramiro Bejarano en su columna
dominical. Ver al respecto: “El reino de Pinocho”, El Espectador, diciembre 29 de 2013, disponible
en http://www.elespectador.com/opinion/el-reino-de-pinocho-columna-466308 xvii. Diana Priest, ob.
cit. xviii. “La CIA en Colombia: injerencia y entreguismo confirmados”, La Jornada, diciembre 23 de
2013, disponible en http://www.jornada.unam.mx/2013/12/23/edito Rebelión
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http://www.lahaine.org/mundo.php/iprimero-se-cae-un-mentiroso-que-un-cojo
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