Derecho a la Salud para los Veteranos de guerra La procesión va por dentro Desprotegidos por el Estado, los veteranos de guerra han padecido la falta de políticas de salud para procesar los impactos y las secuelas de la experiencia traumática de la guerra. Más de 400 soldados se suicidaron en los últimos 27 años y las huellas de Malvinas se traslucen en sus vidas y en la de sus familias de la peor manera. La salud es un derecho humano y un deber del Estado, pero en Argentina, para muchos, es un privilegio muy difícil de acceder. En los ex combatientes de Malvinas, la ausencia claras de políticas de salud ha repercutido de la manera más terrible. En los últimos 27 años se han registrado oficialmente más de 450 suicidios, pero las cifras pueden ser muchas más. Uno de ellos ocurrió en nuestra ciudad, cuando un ex combatiente decidió quitarse la vida arrojándose desde lo alto del Monumento a la Bandera. El suicidio es silencioso y pasivo y las cifras superan en cantidad al número de soldados muertos en combate. Pero además, las marcas, los rastros dolorosos de los impactos de Malvinas, penetran en sus cuerpos como huellas imborrables y violentas. Tabaquismo, alcoholismo, violencia familiar, diabetes, enfermedades cardíacas, trastornos de sueño, son algunas de las secuelas constantes que es posible encontrar en muchos veteranos de guerra. El Estado tiene una deuda pendiente. Si bien los ex combatientes han logrado, después de intensas luchas y reclamos, resarcimientos económicos, la salud es el derecho humano violado sistemáticamente por los diferentes gobiernos de turno durante estos 27 años. A raíz de esto, familiares y ex combatientes de Rosario decidieron impulsar un programa de salud que incluya una exhaustiva investigación epidemiológica y social, seguida de actividades de promoción de la salud. Maria Alejandra Silva es hermana de un veterano de Malvinas y desde al año 2006 coordina el programa junto a un ex soldado y profesor de Educación física (Claudio Sánchez), un psicólogo (Rubén Fernández) y un médico generalista (Juan Pablo Pérez). enREDando la entrevistó para conocer los alcances y evaluaciones de este programa que se implementó, en una primera etapa, en la zona sudoeste de la ciudad de Rosario. “Históricamente las familias han estado sin cobertura en salud durante más de diez años de terminar la guerra, al tiempo que tampoco hubo un diagnóstico y seguimiento del estrés postraumático u otras secuelas de posguerra propias de cualquier persona que participa en una guerra. Esto las hace más vulnerables, requiriendo una asistencia y seguimiento especifico particular”, aclara. En este sentido, el programa nace como iniciativa de familiares y soldados y se presenta como propuesta a la directora del Programa de Veteranos de Guerra de PAMI, Dra. Gabriela Acevedo. “Ella nos propone que lo hagamos en el marco normativo de la entidad que prevé proyectos de corta duración (dos meses) y pocos fondos. De ahí que lo presentamos en PAMI y luego de un tiempo considerable de espera, se hizo realidad.” La salud como derecho humano El concepto que aúna los lineamientos de este programa de salud es considerar a la misma como un “proceso integral que pasa por condiciones de vida digna, empleo saludable y en condiciones adecuadas, acceso a servicios básicos como agua de calidad, por educación para desarrollar ciudadanía, alimentación adecuada, medioambiente saludable, sin violencia y servicios de atención de salud accesibles y de calidad en todos los niveles”, según se estableció en el ”I Fórum Internacional por la Defensa de la Salud de los Pueblos, año 2002. En este sentido, las actividades deportivas y recreativas aparecen como aspectos fundamentales para una acción preventiva y terapéutica. “En todas las actividades previstas por el programa se parte de considerar que el primer obstáculo es la cultura del cuidado del cuerpo del Veterano de guerra y su familia, que se caracteriza por una escasa o nula accesibilidad al sistema de salud, poca práctica deportiva y recreativa, sostiene Maria Alejandra. “El programa de salud cuenta con enorme potencial facilitador proveniente de su conformación que incluye una visita domiciliaria con motivo de captar la población a cargo de profesionales conocidos y vinculados al centro de ex soldados combatientes de Malvinas y a sus actividades sociales.” Las actividades se desarrollaron en el Distrito sudoeste y estuvieron destinadas en un primer momento a los hijos e hijas de los veteranos ya que “por motivos sociológicos son más permeables a los cambios y al mismo tiempo difunden la actividad en madres y padres.” Luego se trabajó con las esposas, para finalmente convocar a los ex soldados. Actualmente, el deseo de los coordinadores es ampliar el alcance de la población y llegar a muchas más familias. “Lamentablemente hasta el momento no hemos obtenido respuesta de aprobación del mismo de modo de replicarlo en otro grupo de población. Esperamos que pronto PAMI nos de una respuesta satisfactoria.” Evaluaciones Son diversas las evaluaciones que los coordinadores han realizado. “En los veteranos se detectaron problemas relacionados con estilos de vida que favorecen al sedentarismo y al consumo de sal y grasas en exceso, pero llamó mucho la atención el fuerte condicionamiento social, como hombres, a no consultar en forma preventiva al médico, asociándolo a una “debilidad”, creemos también reforzada esta actitud por experiencias en el pasado relacionadas con la guerra”, argumenta Silva. Esto hábitos también se observaron en muchas de las mujeres. Sin embargo, lo rico y potencial de los encuentros fueron los vínculos establecidos, el intercambio de palabras y experiencias comunes que permitieron establecer “herramientas muy valiosas para la promoción de la salud y prevención de enfermedades crónicas.” Trabajar sobre cuestiones relacionadas con el género, dificultades para expresar sentimientos y los roles de hombres y mujeres fueron algunos ejes que aparecieron en el debate. Un espacio necesario fueron también los talleres de “Proyecto de vida”, que, según cuenta a enREDando María Alejandra, “posibilitó pensar y reflexionar sobre aspectos de la vida cotidiana, y puso en el debate dentro del grupo cuestiones referidas a cosas que no hicieron hasta el momento y que le gustaría poder hacerlo.” Silva destaca como positivo el trabajo conjunto realizado con los hijos. Establecer un vínculo también con ellos es fundamental, teniendo en cuenta que las secuelas de la guerra los alcanza de manera silenciosa y potencial. A los suicidios de los veteranos, se ha sumado con gran preocupación, algunos intentos de suicidios de sus hijos. Al mismo tiempo, ellos son motores y propulsores de cambio. En algunas mujeres se han observaron nuevos hábitos y vínculos sociales y “los varones pudieron animarse a expresar sus emociones, en las actividades y a contar sus malas experiencias ocurridas en la guerra, manifestando su malestar. Esto es importante pues habitualmente lo hacen en grupos de ex soldados de Malvinas, pero no es lo mismo que hacerlo con un equipo interdisciplinario que le permita retrabajar cada una de las cuestiones.” Por otra parte, los coordinadores destacan la imperiosa necesidad de que dicho programa tenga continuidad y alcance a largo plazo. En definitiva, que sea tomado por el gobierno nacional como una política de Estado, que la salud sea considerada un derecho humano y que estas actividades no se vean limitadas a un determinado tiempo y espacio. “Es evidente que estas limitaciones se deben a la misma naturaleza de todas las políticas sociales focalizadas, las cuales se caracterizan por intervenciones puntuales frente a determinados problemas y operando sobre un determinado grupo de riesgo depositando la responsabilidad en la propia sociedad.” Impactos en la salud y el trabajo La guerra deja secuelas psico-fisicas y sociales y esto ha sido establecido por la Organizacion Mundial de la Salud. “Se observa que a pesar de haber estado poco tiempo en un conflicto bélico (74 días), son muchas las consecuencias físicas y psíquicas en los ex soldados. Expuestos a hambre o frío (86%), bombardeos, agua (72%), a explosivos (64%), esfuerzos físicos (66%), ruidos (81%), a riesgo de muerte (84%). No obstante, no todos se ven afectados de la misma manera”, explica María Alejandra Silva. Esto se debe a que “el soldado concurre al combate con el aporte de todo lo que tiene de persona: su educación, sus creencias religiosas, su fortaleza o debilidad física, su voluntad, sus temores, sus amores y sus planes de futuro. Todo esto puede permitirle o frenar la elaboración de la agresión.” Por lo tanto, es fundamental implementar políticas sociales, educativas, de salud, económicas destinadas especiíficamente a ex combatientes. Y es precisamente esto lo que aparece como una ausencia constante por parte del Estado. En lo que hace a posibilidades laborales, los ex soldados sufren discriminacion y encuentran numerosas dificultades para obtener un empleo. “La discriminación social y laboral continúa. Muchos de ellos aun hoy ocultan su identidad. Negar la participación en la guerra de Malvinas para obtener y/o conservar el empleo no solo es patrimonio de excombatientes con poca escolaridad, sino que también alcanza a profesionales universitarios. Durante el año 2006, en una escuela secundaria de Villa Gobernador Gálvez (El Gran Rosario) durante la entrega de diplomas de fin de año una alumna le confiesa al profesor responsable de taller de integración audiovisual: “Mi papa es médico y estuvo en la guerra de Malvinas, pero siempre nos dijo que no tenemos que decírselo a nadie.”(Belén, 2006)”, relata Maria Alejandra. “El resto de las políticas gubernamentales tampoco contemplan la integración social y cultural del grupo más allá de “los recordatorios” de un día al año: el 2 de abril. Allí abundan los discursos “políticamente correctos” de oficialismo y oposición, de los partidos nacionales y de las minorías.” Preguntas sin respuestas Maria Alejandra Silva además de ser familiar directo de un veterano de guerra, es una investigadora que ha plasmado su preocupación por la situacion de los veteranos en numerosos informes relacionados con la guerra de Malvinas. Desde diferentes espacios lucha por mejorar sus condiciones de vida y defender los derechos vulnerados de los ex soldados. Sus preguntas retumban como ecos sin respuestas para el cierre de esta nota. ¿Qué entidades publicas o privadas han puesto placas con los nombres de los caídos y de los que han vuelto y están con nosotros hoy.? ¿Qué museo de la memoria se ha hecho sobre el tema Malvinas? ¿Qué curso de formación continua se hizo destinados a los docentes de primaria y secundaria sobre el tema? ¿Qué políticas sociales, culturales y de salud existen para los hijos y las hijas de los exsoldados combatientes de Malvinas, algunos adolescentes y otros niños? Y si continuamos preguntándonos sobre el tema, seguro la lista de las deudas sociales y políticas son numerosas todavía.”