El nacimiento de CORDES: un parto entre “guindas” y repoblaciones. El alumbramiento de CORDES comenzó a gestarse con las primeras repoblaciones, frente a la necesidad de dar asistencia a la gente que volvía de los cerros y de los refugios sólo con sus manos y con sus hijos e hijas. CORDES surge en tiempos de guerra, para atender la emergencia, apoyando los esfuerzos de repatriación y repoblación, junto a CRIPDES. Entonces era fundamental atender las necesidades más inmediatas de las comunidades, y allí se centró el esfuerzo, con subsidios alimenticios, apoyando la construcción de viviendas y de infraestructura comunal básica, promoviendo los servicios de salud y de educación popular. Con el propósito de situar el nacimiento de CORDES se presentan un conjunto de hechos y antecedentes que pueden contribuir a una mayor comprensión del proceso de gestación y de parto de este esfuerzo que ya lleva 18 años de vida. Se realiza un breve recorrido por el origen y desarrollo del conflicto armado, los procesos de repoblación y repatriación, el surgimiento de CORDES en 1988 y la fase que se abre después de la firma de los Acuerdos de Paz. 1. Una guerra civil en gestación. Pese a que El Salvador experimentó un incipiente proceso de industrialización durante la década de los sesenta --apoyado en el Mercado Común Centroamericano--, éste no consiguió el desarrollo de los mercados internos y menos la estructuración de su aparato productivo. La economía se basó predominantemente en la agro-exportación -café, algodón y azúcar--, configurándose un esquema frágil y altamente dependiente de la economía internacional, muy vulnerable a los vaivenes de los mercados internacionales. La producción agropecuaria destinada a la exportación se realizaba en latifundios, generalmente ubicados en las mejores tierras, los terratenientes gozaban de acceso al crédito, las mejores vías de transporte y las técnicas más desarrolladas disponibles en el país. En contrapunto, el cultivo de granos básicos dirigido al consumo interno, estaba en manos de campesinos y pequeños agricultores, presentaba un mayor atraso técnico y bajos niveles de productividad; aunque en la práctica aportarían considerablemente a elevar el nivel de empleo, valor agregado y, en alguna medida, los salarios rurales. El régimen de propiedad y de tenencia de la tierra se caracterizó por su alta concentración, y la mayor parte de la tierra disponible para la agricultura era propiedad El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. de un reducido grupo de terratenientes, mientras que el grueso de la población rural carecía en absoluto de propiedad sobre la tierra. La concentración de la propiedad territorial constituye un factor determinante de el problema agrario salvadoreño, tiene una clara incidencia en la generación de pobreza, la precarización del nivel de vida y del atraso social que padece históricamente la población rural; y sus implicaciones se extienden hacia la configuración de un sistema político autoritario que sistemáticamente niega los derechos y libertades democráticas de la población El proyecto económico y político fue llevado a cabo por sucesivos gobiernos militares los cuales consolidaron un fuerte vínculo con el poder económico --la oligarquía exportadora--, configurando la alianza ejército-oligarquía. En los años setentas el modelo económico entró en crisis, las demandas sociales colapsaron la capacidad de respuesta del Estado y desencadenó la represión, uno de los vectores que propició el estallido de la guerra civil. Se fueron cerrando prontamente los escasos espacios democráticos, para 1972 la coalición Unión Democrática Opositora (UNO) ganó la elecciones, pero los militares y la oligarquía promovieron un fraude electoral que impuso al Coronel Molina, otro militar del Partido de Conciliación Nacional (PCN). El fraude electoral generó mucho descontento y frustración en la población, además de la generalización de la desconfianza y descrédito de la vía electoral como alternativa para alcanzar el poder por la vía pacífica. En este contexto de enorme agitación social se acrecienta la organización popular y surgen nuevas organizaciones campesinas, de estudiantes, de pobladores de tugurios, de profesionales, maestras y maestros, de trabajadoras y trabajadores, de gente organizada en barrios y colonias que se fueron aglutinaron en el Bloque Popular Revolucionario (BPR), las Ligas Populares 28 de Febrero (LP28) y el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU). En el sector rural, a la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) que había llevado a cabo las primeras tomas de tierra para exigir salarios dignos y mejores condiciones de trabajo, se le sumó en 1974 la Unión de Trabajadores del Campo (UTC), y aliados en una sola organización, la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) impulsaron importantes jornadas de lucha por las reivindicación de la población rural. Vinieron las manifestaciones de campesinas y campesinos y la presentación de pliegos de demandas primero ante el Ministerio de Trabajo y Previsión Social (MTPS), y luego ante el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). La indiferencia del gobierno a sus planteamientos, el creciente deterioro de las condiciones de vida de la El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. población y la creciente represión por parte del gobierno, elevaron la organización popular y la contundencia de sus acciones; así, llegaron las tomas de tierra en las zonas norte, central y para central del país, acompañadas de fuertes operativos de desalojo. En la ciudad también se iban sumando fuerzas: obreros y obreras, estudiantes, maestros y maestras intensificaron la lucha por sus derechos. Se llevaron a cabo numerosas acciones, huelgas y tomas de fábricas como las organizadas por el Comité Coordinador de Sindicatos (CCS) José Guillermo Rivas, ANDES 21 de Junio y FENASTRAS. El 15 de octubre de 1979 un grupo de jóvenes militares y de civiles progresistas organizaron un Golpe de Estado que derrocó al General Romero, y se creó la Junta Revolucionaria de Gobierno --integrada por tres civiles y dos militares—que pretendía superar la crisis nacional mediante un conjunto de reforma políticas y económicas; sin embargo, los sectores más derechistas del Ejército retomaron la conducción de los puestos claves, continuaron con la represión y, los civiles que intentaban en vano empujar las reformas, se vieron sin posibilidad de conseguirlo, por lo que renunciaron. Con el fracaso de la primera Junta se formalizó la alianza entre la Fuerza Armada y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) –que años atrás había integrado la UNO--, esto con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos. Napoleón Duarte integra la tercera Junta, para impulsar un proyecto reformista combinado con una cruenta represión; mientras que el gobierno era conducido por el PDC, el poder real estaba en manos de la oligarquía y del sector más retrógrado del Ejército. El 21 de enero de 1980 las organizaciones populares constituyen la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM), un día después se realizó la manifestación más grande que se conoce en nuestra historia, rumbo al Parque Libertad marcharon decenas de miles de personas que exigían cambios en el gobierno y cese inmediato de las acciones represivas. Más de 20 muertos y centenares de heridos fue el resultado de las acciones emprendidas por los “cuerpos de seguridad” en contra de la manifestación pacífica del 22 de enero. Este fue un punto de quiebre que marca el ascenso en la escalada de represión emprendida por el gobierno contra las organizaciones populares, la iglesia y la población en general. En abril las organizaciones de la CRM y los partidos políticos de oposición constituyeron el Frente Democrático Revolucionario (FDR), cuyos dirigentes fueron secuestrados el 27 de noviembre del Colegio Externado de San José y posteriormente asesinados . Monseñor Romero denunciaba periódicamente desde el púlpito las sistemáticas violaciones a los derechos humanos, las prácticas represivas de los “cuerpos de seguridad”, las masacres, torturas y asesinados de población indefensa a manos del El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. Ejército y los Escuadrones de la Muerte. Un día antes de su asesinato Monseñor Romero replicó estas palabras que continúan vibrando en las mentes y corazones de la gente: “... en nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: Cese la represión.” El descontento popular y la represión fueron dando paso al aparecimiento de nuevas formas de lucha, al ascenso de las acciones y a la profundización de la oposición. Las organizaciones político militares se fortalecieron en este período y actuaban de manera unificada a través de la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU), que integraba a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL), las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). A finales de 1980 las organizaciones político-militares anunciaron la creación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) 2. Un paisito sacudido por la guerra civil y los terremotos. El 10 de enero de 1981 la guerra civil había comenzado. El FMLN inicia en todo el país la “Ofensiva Final”, se trataba de la primera acción militar de gran envergadura con el fin de derrocar a la Junta de Gobierno; aunque este objetivo no se alcanzó, la ofensiva permitió consolidar las estructuras del Ejército Popular y se logró el control político y militar en la región norte de al menos tres departamentos del país: Chalatenango, Cabañas y Morazán. Después de la Ofensiva, el ejército se agazapó y en junio de 1981 utilizando la táctica del “yunque-matillo”, con el apoyo de artillería y aviación lanzó su primer operativo en la zona de la Cañada, Chalatenango. Miles de familias huyeron a los montes para salvar sus vidas, este hecho marcó una nueva etapa en la vida de la gente, la fase de las guindas. Durante más de dos años, sin alimentos ni cobijo, en una peregrinación hacia ningún lugar, que les pusiera a salvo de los operativos militares, miles de mujeres, niños, niñas y hombres caminaban largas distancias de un sitio a otro. El gobierno estadounidense se involucró activamente en el conflicto salvadoreño, en una cruzada iniciada por Reagan para derrocar la expansión del “comunismo internacional”; se destinaron centenas de millones de dólares para financiar una estrategia de contrainsurgencia que combinaba las reformas con fuertes campañas militares. Durante la administración de Duarte, que ganó las elecciones presidenciales de 1984 disputadas por el recién formado partido ARENA –1981--, se registraron sólo en concepto de “ayuda militar” más de un millón de dólares diarios. El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. El Ejército salvadoreño, entrenado en bases militares estadounidenses, elevó considerablemente el número de efectivos, así como su poder de fuego, y con el apoyo de asesores militares estadounidenses dirigieron descomunales operativos militares con apoyo aéreo y de artillería. Con la estrategia de “tierra arrasada” se llevaron a cabo numerosas masacres en contra de la población civil; se recuerdan la masacre del Sumpul, Chalatenango en mayo de 1980 y la masacre del Mozote, Morazán en diciembre de 1981. La estrategia del FMLN estaba orientada a desgastar al Ejército y paralizar la economía, generando gradual y progresivamente las condiciones para una ofensiva general que llevara a derrocar al gobierno. Sus acciones se dirigían a sabotear la infraestructura vial y eléctrica del país, así como defender las posiciones en las que se había consolidado después de la Ofensiva Final. En mayo de 1982 se lanzó un enorme operativo en el que participaron más de 14,000 efectivos, para cercar a unas diez mil personas, cientos de personas que ya no podían caminar fueron asesinadas en las quebradas y en los montes donde se quedaron; niñas, niños y mujeres se ahogaron en las crecidas aguas del Sumpul, y otros que pudieron salir se refugiaron en aldeas fronterizas hondureñas. Desde el Sumpul hasta Arcatao se aplicó “tierra arrasada”, es decir muerte a todo lo que se moviera. Fue la guinda más dura, nadie escapa de tener al menos una víctima en su familia. Era triste enfrentar y dar confianza a la gente que perdía todo. Entonces se planteó que las familias más grandes, los ancianos y niños se fueran a los refugios. Los que no se quisieron ir, buscaron cuevas naturales o comenzaron a hacer “ tatús”. Esperanza Ortega, Arcatao, Chalatenango Hubo un éxodo masivo de la población, mucha de la gente se quedó en Honduras, ACNUR trabajó para trasladarlos a los campamentos de refugiados. Se registran en 1985, 35 mil refugiados en campamentos de Mesa Grande y Colomoncagua, Honduras; y un enorme contingente que emigró hasta Nicaragua, Costa Rica y Panamá. La guerra civil demoró doce años, generando más de 75 mil asesinados, más de 7 mil desaparecidos, más de millón y medio de refugiados, miles de huérfanos, viudas y lisiados. Fueron asesinados el Arzobispo de San Salvador, los dirigentes del FDR, decenas de sacerdotes, líderes campesinos, sindicales, catequistas, maestros, profesionales, activistas de los derechos humanos y miles de personas inocentes que quedaron en medio de los operativos. El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. El 15 de octubre de 1984 realizó en La Palma, Chalatenango el primer diálogo entre la guerrilla y el gobierno de Duarte, desde entonces se suceden varios encuentros sin que hubieran resultados positivos. Por otra parte, desde el movimiento social crecen demandas para finalizar la guerra mediante el diálogo y la negociación. Justo dos años después, el 10 de octubre de 1986, otro terremoto sacudió el país, esta vez provocado por el movimiento de la tierra. El Valle de las Hamacas volvió a mecerse destruyendo muchos edificios y construcciones antiguas del centro de San Salvador y de los barrios aledaños. 3. De regreso y con las manos vacías. Aunque algunas familias regresan espontáneamente y por iniciativa propia a Arcatao, Chalatenango durante 1984, el proceso de repoblación se da entre 1986 y 1992 con el acompañamiento del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Unión Europea, la Iglesia Católica y Luterana, la Cruz Roja, agencias internacionales de cooperación (SHARE) y solidaridad (CISPES), y ciudades hermanas. La primera repoblación se dio en San José Las Flores, Chalatenango, el 20 de junio de 1986, las condiciones y preparativos comenzaron a hacerse desde 1985, en ellos participó el Arzobispo de San Salvador, Monseñor Arturo Rivera y Damas. La gente cansada de errar por los montes, pasando hambre y enfermedades optan por retornar y repoblar las comunidades. La primera repoblación de Chalatenango en San José Las Flores, fue en junio de 1986, eran 26 grupos familiares, que se vieron sacudidas por las capturas en Dulce Nombre de Maria y llevadas al Cuartel DM 1 de Chalatenango. Este hecho despertó el ánimo de personas que estaban en Mesa Grande de Honduras, y fueron llegando algunas familias dispersas a diferentes poblaciones. En las repoblaciones 12 comunidades discutieron en directivas la decisión de la repoblación. La gente llego sin nada, entonces se planteo desde el gremio de la CCR la necesidad de crear la base productiva del proceso, así el 20 de junio de 1988 nace CORDES. José Felipe Tobar, San José Las Flores, Chalatenango. Se trataba de comenzar de la nada, regresaban de los refugios o de los cerros sólo con sus brazos: sin vivienda, sin dinero, sin servicios básicos, con muchas hijas e hijos, y algunos de ellos lisiados. Pero eso sí, la población había acumulado una importante experiencia organizativa, clave para su sobrevivencia. El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. A partir de 1982, la construcción de los Poderes Populares Locales se extendieron en una importante franja del departamento de Chalatenango, fueron un instrumento que garantizó la sobrevivencia de las personas en medio de la guerra y que heredó en la población una mística de trabajo y el fortalecimiento de los principios de solidaridad y unidad. El involucramiento activo y democrático de la población en las diversas actividades que desarrollaba la comunidad, dejó una importante lección aprendida entre la gente. Su participación en la producción agrícola colectiva –para alimentar a toda la comunidad-- y familiar –complementaria, para adquirir otros bienes--, las responsabilidades de defensa y autodefensa de los territorios controlados, y los trabajos de promoción educativa y de salud, constituyen factores claves para comprender “el resurgir de la nada” del pueblo salvadoreño de las repoblaciones. El trabajo de los maestros y maestras populares fue importante en este proceso. La educación popular no requería de casas para albergar escuelas, ni mucho menos de pizarrones, pupitres y tiza; las clases se impartían en alguna casa abandonada, en quebradas, utilizando tablas y carbón para dibujar las letras. CORDES inicia apoyando la construcción de viviendas de emergencia, la alimentación de las personas, gestionando recursos para la producción (sobrevivencia] salud (promotores y promotoras de salud) y educación (maestros y maestras populares). José Felipe Tobar, San José Las Flores, Chalatenango. En esta fase, organizaciones como el Comité Pro-Desplazados de El Salvador (CRIPDES), la Coordinadora Nacional de Repoblaciones (CNR) y la Fundación CORDES jugaron un rol importante entre las comunidades de repobladores y repatriados, quienes no sólo enfrentaban la adversidad de comenzar de nuevo sin recursos, sino que además sufrían de la represión desatada mediante operativos militares dirigidos contra las repoblaciones. Con un proyecto de CORDES se compró un lote de “bestias comunales”, que nos sirvió como medio de transporte, para “jalar las cositas” que antes traíamos de Chalate en el lomo y en las cabezas. Las comunidad trabajaron en la reparación de la carretera y ya en 1988 pasaban los carros por Arcatao, el primer carrito de CORDES-- un Nissan azul-- recogía a toda la gente: “le tocó pesado caminar esos El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. tentutales”, hacía tres horas desde Chalate. Duró desde 1988 a 1992. El motorista oficial era Salvador y luego Miguel Morales. Esperanza Ortega, Arcatao,Chalatenango. Producto de la definición y el convencimiento, y de las acciones de protesta y presión en las calles por parte de la población, finalmente se logra el retorno de las comunidades, y a partir de allí inicia un largo proceso de repoblación de miles de personas, que emprenden la vuelta para reconstruir y comenzar de nuevo desde los escombros. El trabajo de CORDES se orientó en esta fase a fortalecer las repoblaciones y echar un cable a las comunidades con “bestias comunitarias”, láminas y apoyo para la supervivencia. 4. Compartiendo un rinconcito en la UCA. El 20 de junio de 1988 por decisión de las comunidades repobladas y con el apoyo de organismos humanitarios, religiosos y de solidaridad internacional se crea la Fundación CORDES; aunque ésta se constituye formalmente en 1991 y adquiere personería jurídica hasta 1994. CORDES tiene su primera oficinita en un cuarto del Departamento de Ingeniería de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), y luego pasa a un pequeño espacio compartido con tres personas en el Centro Monseñor Romero. Eran dos cuartitos, una computadora, una máquina de escribir portátil, dos escritorios, un contómetro, compartíamos cocina y baños con el padre Jon de Cortina y otras dos personas más. En la oficinita estaban Salvador Orellana, Oscar Pérez y Carmen; yo desarrollaba tareas de recepción, secretarial y control de ingresos-gastos. Recuerdo que en medio de cheques y papeles disfrutaba del trato cercano con la gente campesina que llegaban a la oficina. La muerte de los sacerdotes nos sacudió profundamente, y “llevó a arrancar de cero con los poquito que se tenía”. El día del asesinado de los padres, al llegar a la oficina todo era un caos, los papeles en el suelo quemados, la máquina quemada, casi nada se pudo recuperar. Aminta Flores, CORDES Central El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. CORDES comenzó operando en un pequeño espacio de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas cedido por el Padre Jon Cortina; la masacre de los jesuitas y sus empleadas en noviembre de 1989, y el crecimiento institucional llevaron a CORDES a otro local. Desde entonces un grupito de agencias, comprometidas con la construcción de un El Salvador democrático, basado en principios de justicia y equidad, tuvieron la confianza y solidaridad de apoyar a CORDES desde su nacimiento. La Fundación SHARE, Salv Aide de Canadá, Paz y Tercer Mundo le apostaron a este esfuerzo entonces embrionario, que ha venido creciendo y desarrollándose durante dieciocho años, y que actualmente se proyecta a CORDES como un importante facilitador y referente clave en la construcción del desarrollo y empoderamiento de las comunidades rurales. 5. Los Acuerdos de Paz, el inicio del proceso democrático y la construcción del ESTADO neoliberal. La firma de los Acuerdos de Paz en 1992, llevaron a la desmilitarización de la sociedad y al empuje de algunas reformas al poder político con el fin de iniciar un proceso de “democratización del sistema”. Se desmovilizaron las fuerzas guerrilleras y desaparecieron los “cuerpos de seguridad”, se creó un marco nuevo de institucionalidad como la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, la Policía Nacional Civil y el Consejo Nacional de la Judicatura, además, el FMLN pasó de fuerza guerrillera a grupo parlamentario, y años más tarde a gobierno local en algunos municipios importantes del país, también se logro la propiedad de la tierra para miles de desmovilizados y desmovilizadas de ambos lados.. La década de los noventas inició con la aplicación de los Programas de Ajuste Estructural (PAE) y Programas de Estabilización Económica (PEE), impulsados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, respectivamente; y ejecutados a través de las cuatro administraciones de ARENA que se han sucedido en el gobierno salvadoreño desde 1989. En la línea de los “consensos políticos”, los Acuerdos de Paz obviaron los puntos centrales de la agenda económica y social, lo cual en la práctica viene a cuestionar el discurso de la construcción de un “Estado de Derecho”. Mientras se planteaba iniciar en 1992 un proceso de “transición hacia la democracia”, de manera simultáneamente el gobierno de ARENA empujaba un conjunto de reformas económicas e institucionales que buscaban el desmontaje del Estado a través de la reducción de sus competencias en la actividad económica, también erosionadas con los procesos de privatización. El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) no sólo quedaron relegados de los Acuerdos de Paz, con lo cual se perdió la oportunidad de definir mecanismos que pudieran garantizar su observancia y superar su secular falta de vigencia; sino que durante la década la implementación de las políticas económicas de corte “neoliberal” generaron las condiciones propicias para su falta de aplicación e incumplimiento. La aplicación de las “recetas neoliberales” en El Salvador consolidaron el poder de un pequeño grupo de familias que se hicieron de la propiedad de la banca re-privatizada -previo a que el Estado saneara las deudas y carteras morosas de los bancos que fueran estatales--; con esta medida impulsada por la Administración Cristiani se conforma el núcleo hegemónico empresarial salvadoreño que actualmente controla el sector bancario salvadoreño y las mayores empresas no financieras del país. Una característica importante del período post Acuerdos de Paz es el fortalecimiento de un Estado patrimonialista, que opera desde y para los intereses del núcleo hegemónico empresarial salvadoreño. Importantes decisiones de políticas públicas – principalmente políticas económicas—son orientadas y formuladas en la dirección de favorecer determinados intereses personales y empresariales. Así tenemos ministros de Estado que se autoexcluyen del pago de aranceles en sus empresas, prevalece un altísimo nivel de evasión fiscal entre empresas, se mantienen prácticas de contrabando de mercancías, las pocas empresas públicas que quedan sin privatizar observan prácticas obscuras y amañadas en sus licitaciones para favorecer intereses personales. Las instituciones contraloras y supervisoras –algunas de ellas creadas con las reformas neoliberales, como la Superintendencia General de Electricidad y Telecomunicaciones (SIGET), juegan un papel decorativo que en poco responden a los intereses de los usuarios de los servicios públicos, negando la misión para la que fueron creadas. La Corte de Cuentas de la República ha permanecido pasiva ante los abundantes casos de corrupción y defraudación a la economía pública, lo que ha contribuido a mantener un clima de impunidad para los delitos de “cuello blanco”. Las reformas institucionales empujadas por ARENA condujeron a la venta de activos públicos y la privatización de las empresas públicas, con ello no sólo se limitaron las competencias del Estado sino que se trasladó a la esfera del mercado servicios de utilidad pública como la distribución eléctrica, la generación de energía térmica, las telecomunicaciones y los fondos de pensión. Además, se privatizaron los ingenios azucareros, las plantas de torrefacción de café, la cementera, los hoteles y una larga lista de servicios auxiliares en las Administraciones Públicas. En la práctica, la llamada “modernización del Estado” se redujo a la supresión de algunas dependencias de las Administraciones Públicas y al consiguiente despido de miles de trabajadores y trabajadoras; pero principalmente, a la sustitución de los monopolios públicos por monopolios privados –controlados por empresas El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. transnacionales-- en la prestación de servicios públicos. Pese a que en la retórica neoliberal se plantea la búsqueda de la “modernización”, durante el período se mantiene y profundiza la ineficiencia y mala calidad de los servicios públicos que prestan las empresas estatales, como recurso justificativo para proceder a su privatización –tales son los casos de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) y el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).. La experiencia salvadoreña demuestra que los argumentos esgrimidos por los gobiernos de ARENA en la promoción de las privatizaciones --como son mayor eficiencia, calidad, cobertura y tarifas más bajas generadas por la competencia de las empresas privadas--, quedan totalmente desvirtuados. La calidad de los servicios privatizados no sólo no han mejorado ni ampliado su cobertura, sino que sus tarifas han observado dramáticos incrementos, como es el caso de la telefonía fija, cuya tarifa promedio en la fase de privatización --controlada por Telecom de Francia y Telefónica de España-- se ha elevado en 1,300% con relación a la tarifa que mantenía la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL). Los PAE y PEE también conllevaron a una reforma fiscal que redujo significativamente el gasto público –principalmente en el área social—y modificó significativamente la estructura de los ingresos públicos: se suprimieron los impuestos al patrimonio y a las exportaciones que gravan las riquezas y el valor de los productos que se venden al extranjero, respectivamente; además se han venido eliminando –de manera unilateral—los impuestos a las importaciones o aranceles, y se creó el Impuesto al Valor Agregado (IVA) --convertido en la principal fuente de los ingresos del Estado-- que grava el consumo de las familias en una tasa –13%-- fija, que es independiente de su nivel de ingresos, con lo cual se afecta directamente la capacidad adquisitiva de los hogares de menores ingresos. A la imposición de una estructura tributaria regresiva, al encarecimiento de los servicios públicos privatizados y al deterioro de los servicios que todavía presta el Estado, se suma la decisión de “flexibilizar” el mercado laboral. Buscando reducir los costes laborales como incentivo empresarial “para la generación de empleo” a través de la atracción de inversión extranjera –en forma de maquila, principalmente--, se impulsa un proceso de deterioro y precarización de las condiciones laborales a través de reformas al marco jurídico laboral y prácticas de facto que gozan de la complacencia del mismo Ministerio de Trabajo y Seguridad Pública. La quiebra de la organización sindical, la inestabilidad laboral, la imposición de contratos temporales, la discriminación en la contratación por embarazo o historial sindical, los despidos injustificados, la contratación por aprendizaje, la precarización de las condiciones de trabajo, el congelamiento de los salarios y la pérdida de prestaciones históricamente conseguidas como pagos por nocturnidad, horas extras y El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. días feriados, son algunas de las medidas incluidas en el esquema de flexibilización laboral. A falta de una política nacional de empleo, en El Salvador se asume la promoción de las actividades maquiladoras como la vía idónea para la generación de empleo, pese a que está demostrado en varios estudios que en la mayoría de las empresas maquiladoras se encarnan las prácticas de flexibilización y precarización laboral. En este sentido, pareciera que la decisión del gobierno se basa en la expresión popular: “mejor poco y malo, que nada”. Con los procesos de comercio e inversión promovidos por la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), los Tratados de Libre Comercio (TLC) y el Plan Puebla Panamá (PPP) se busca consolidar un modelo de producción basado en la maquila; con ello se incentiva un tipo de inversión extranjera que demanda fuerza de trabajo sin calificación y de baja remuneración, y que por su naturaleza obliga a los países receptores a procurar una progresiva reducción de sus costes laborales, precarizando el empleo, como único “imán” para atraer a la inversión foránea. El ajuste estructural también conllevó a una política económica que transformó al país en una economía de servicios, principalmente financieros y de comercio. En poco más de una década El Salvador se ha transformado en un gran supermercado, con franquicias transnacionales, con bancos y maquilas. La orientación anti-productiva de la política económica y la falta de políticas sectoriales que potencien los sectores estratégicos de la economía ha conllevado a un debilitamiento --de las históricamente débiles—capacidades competitivas y a una mayor desarticulación productiva, lo cual se hace más evidente en esta fase de mayor apertura de los mercados. La anteposición de los intereses económicos del núcleo hegemónico empresarial salvadoreño –fincados en la banca—le imprimió a la economía un rumbo con un claro sesgo anti-productivo, principalmente anti-agropecuario. Así, el sector que históricamente constituyó la base productiva del país y principal fuente generadora de empleo y alimentos, pasó a una situación de postración en la que continúa hundiéndose; mientras que la industria manufacturera nacional entró en un prolongado estancamiento –en el que se mantiene—y su dinamismo depende principalmente de la actividad maquiladora. La contra cara de las políticas económicas “neoliberales” se encuentra en el deterioro del medio ambiente y de los recursos naturales, y en la realidad de millones de salvadoreños y salvadoreñas personas perjudicadas con esas medidas, que integran el enorme “club” de los perdedores. Durante los noventas asistimos a una profundización del déficit social, la pobreza rural se extendió considerablemente y la exclusión social se hizo más visible a la mirada de cualquier persona que anduviera el campo o la El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones. ciudad; aunque en las cifras oficiales el panorama que se presenta es de “estabilidad”, “crecimiento” y muy “promisorio”. El “modelo” que se anidó en el país subsiste gracias a la expulsión anual de miles de mujeres y hombres, quienes jugándose la vida emigran hacia Estados Unidos, donde con enormes esfuerzos personales se ocupan –la mayoría de las veces-- en actividades informales y cuya remuneración les permite transferir en forma de “remesas familiares” más de dos mil millones de dólares anuales –más del 65% del valor de las exportaciones de El Salvador--, para sostener una economía que no es capaz de flotar con las riquezas que produce. El deterioro de la capacidad adquisitiva de los hogares de menores ingresos plantea la necesidad de implementar “estrategias de sobrevivencia” para las familias salvadoreñas, esto supone la incorporación de los niños y las niñas –también de las personas mayores-- en actividades que permitan generar mayores ingresos en el hogar. Esta es una lamentable secuela de las políticas neoliberales: cada vez hay más niños y niñas en la calle; el trabajo infantil repunta como un “divieso” generado por las políticas económicas: niños y niñas vendiendo dentro y en el contorno de los mercados, trabajando en la zafra, sumergiéndose en el fango de los manglares para la captura de conchas y curiles, abandonando la escuela para dedicarse a las labores agrícolas, ocupados en la industria de la pólvora o víctimas de la explotación sexual. La sociedad salvadoreña es muy desigual, en el proceso económico se reparten muy asimétricamente los productos y la riqueza que se genera. La mayor parte del pastel, que representa el Producto Interno Bruto (PIB), se destina hacia los empresarios en forma de ganancia (62%), mientras que escasamente el 31% va a los trabajadores y trabajadoras como remuneración. Pese a esta realidad, los empresarios continúan planteando que no existen condiciones propicias para elevar los salarios, pues no alcanzan los adecuados niveles de rentabilidad. Por otra parte, las cifras que miden la distribución del ingreso en El Salvador también confirman la creciente injusticia, pues el 20% de la población más pobre del país escasamente recibe el 3% del ingreso; mientras que el 20% más rico se apropia de casi 60% del ingreso generado. Estos datos son reveladores de la enorme desigualdad económica y social que prevalece en el país, y nos interpela a plantear transformaciones de carácter estructural pues ética, social, ambiental, política y económicamente no es posible sostener un país con este modelo. Los acuerdos de paz, marcaron el inicio de una nueva etapa en el desarrollo de El Salvador, con importantes cambios en los ámbitos político y militar [también con retrocesos en estos 14 años], pero con muchas limitaciones en los campos económico y social. El modelo de transición política de la guerra a la paz en El Salvador, se convirtió en ejemplo para muchos países todavía en conflicto. El nacimiento de CORDES: un parto entre ¨ guindas ¨ y repoblaciones.