las estructuras pastorales en el Derecho canónico[1]

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COMISIÓN EPISCOPAL DE RENOVACIÓN DE LA PARROQUIA
LA CONVERSIÓN PASTORAL Y EL CAMBIO DE ESTRUCTURAS
ELEMENTOS HISTÓRICOS Y JURÍDICOS DE LA DIÓCESIS Y LA PARROQUIA; LAS ESTRUCTURAS
PASTORALES EN EL DERECHO CANÓNICO1
Mons. Dr. Jorge Luis Roque Pérez
Universidad Pontificia de México
Facultad de Derecho Canónico
Introducción
El hombre en su constante búsqueda de la verdad en lo que se refiere a Dios y a su
Iglesia, una vez que la encuentra, sabe que por ley divina tiene que abrazarla y
observarla.2 En lo que se refiere a Dios no encuentra problema alguno, no así en la
estructura eclesiástica que ha de adecuarse a la persona en su época y en su cultura,
pues ha de ser un verdadero instrumento que lo lleve a su salvación, que debe ser
siempre la ley suprema de la Iglesia.3
Hablamos, no sólo de una conversión de personas, sino también de una conversión
de instrumentos, estructuras, formas de pastoral… Es por ello que el Documento de
Aparecida, en su reflexión teológica nos invita a revisar y actualizar en nuestro tiempos
las estructuras de pastoral que utilizamos en el Continente Latinoamericano. Para ello
es necesario ver desde los tesoros y riquezas de la Iglesia Universal, para luego adecuar
lo pertinente en la Iglesia Particular y doméstica en el plano comunitario. Conversión
permanente que surge del hombre y que por lo mismo afecta a la Iglesia.
El profundo sentido teológico de una Iglesia misionera, ha de incidir
necesariamente en la pastoral y estructura jurídica de la misma. Es por esta razón, que
hoy, presentamos algunos análisis, reflexiones y propuestas desde el derecho mismo de
la Iglesia, bajando niveles hasta la estructura misma del derecho parroquial, pues es la
parroquia a la que le hemos llamado comunidad de comunidades y movimientos.4
Conviene, sin embargo, presentar las diversas instancias que en este caso nos
presenta el derecho eclesial. Es decir, desde la estructura canónico pastoral a nivel
1
El tema de Mons. Pedro Ossandón, en la tercera Sesión, asume los Elementos históricos de la
diócesis y la parroquia, por lo que pasamos directamente a los Elementos… jurídicos de las mismas
instituciones en cuestión.
2
Cf. Can. 748, §1.
3
Cf. Can. 1752.
4
DSD 58
1
universal en el derecho canónico, como parte del magisterio eclesiástico, pasando por el
derecho Particular en cada diócesis y/ o las que se asimilan a ellas, cf. c. 368.
Como el tema que nos atañe es el Elementos históricos y jurídicos de la diócesis y
la parroquia; las estructuras pastorales en el Derecho canónico, donde se va dando el
lugar teológico de la vivencia de la fe y de la comunión eclesial de nuestros feligreses,
por lo que apuntaremos hacia las estructuras que hacen o no posible este ámbito de
comunión y participación como ya se decía desde el Documento de Puebla en el 1979.
Las referencias, sin embargo, serán obligadas al derecho universal, puesto que las
leyes de la Iglesia que señalan el CIC 83 son parte del Magisterio Universal que nos
vincula con la Suprema Autoridad de la Iglesia en la persona del Sumo Pontífice y de
los Obispos sucesores de los Apóstoles, cf. c. 330. Con ello aseguramos la plena
comunión con la Iglesia católica en el orbe entero, cf. c. 205.
Por otra parte, la importancia que el mismo Código da subsidiariamente al derecho
particular, permite que las estructuras eclesiales sean más accesibles a nuestros fieles
para realizar plenamente su vocación a la santidad y salvación en el ejercicio y vivencia
del Evangelio. Por tanto, el énfasis, será propiamente en las estructuras diocesanas y
parroquiales sin menoscabo o descuido de la normatividad pastoral universal.
Asegurado lo anterior, y vinculando entre el Magisterio Universal y el
Latinoamericano, en este caso, desde Río de Janeiro, Medellín, Puebla, Santo Domingo
y, finalmente, Aparecida, cuidando de la comunión eclesial universal, pasamos a
analizar nuestras estructuras diocesanas y parroquiales. Veamos.
2
PRIMERA PARTE
ASPECTOS TEOLÓGICOS
1. Magisterio Latinoamericano. Análisis de la realidad sobre la diócesis y la
parroquia
La preocupación por el buen funcionamiento de las estructuras eclesiales las
encontramos en el Magisterio Latinoamericano desde Río de Janeiro, sin embargo, los
análisis con el método ver, juzgar y actuar, los encontramos a partir de Medellín. Por
esta razón, y en base a éste método teológico partimos y nos apoyamos en lo ya
expuesto desde 1968, para enriquecer nuestra ponencia y ubicarla en su sentido real.
1.1.
Medellín: Conclusiones
A. Diócesis
En el tema de LA IGLESIA VISIBLE Y SUS ESTRUCTURAS, en el nº 11,3, dedicado a
dirá acerca de nuestra realidad que en las diócesis
LOS SACERDOTES,
Reconocemos, con todo, que hay errores de orden distributivo que influyen en la calidad
del trabajo pastoral:… la excesiva acumulación de personal en las iglesias desarrolladas, y
la ausencia de elementos en regiones necesitadas… Hay iglesias que abundan en clero
parroquial, pero carecen de sujetos especializados…
Entre otros problemas de los sacerdotes menciona la inseguridad doctrinal por el
imperante relativismo ideológico y la desorientación teológica, 11,5; una creciente
desconfianza en las estructuras históricas de la Iglesia llegando al menosprecio
institucional… Enseguida, en el 11,6, expresa la necesidad del presbítero en
profundizar vivencialmente en su oración, ascesis y consagración al ministerio.
Enumera problemas existenciales como el celibato, la afectividad sacerdotal, crisis
de obediencia, problemas de la dignidad de la persona y sus valores que llevan a la
duda de la vocación sacerdotal por la creciente valoración del laico y su participación
en la pastoral... 11, 9-11.
En cuanto a la pobreza latinoamericana nos dice en el 14, que trata de la pobreza de
la Iglesia, que se entremezclan la pobreza, la injusticia social, llegando «en muchísimos
casos a la inhumana miseria», 14, 1. Junto con estas realidades aparecen «las quejas de
que la Jerarquía, el clero, los religiosos, son ricos y aliados de los ricos… las casas de
párrocos… los vehículos propios, a veces lujosos; la manera de vestir…». Se agrega el
problema de los aranceles y pensiones escolares, para la sustentación del clero. En
3
síntesis «Todo esto ha llevado al convencimiento de que la Iglesia en América Latina es
rica», 14,2.
En cuanto al tema de la Pastoral de Conjunto menciona aciertos como la
vitalización de las vicarías foráneas, la creación de zonas y la constitución de equipos
sacerdotales en la pastoral; la celebración de Sínodos, la constitución de los Consejos
presbiteral y de pastoral diocesana. La participación de los laicos en la pastoral…
15,3bcd.
En el nº 15,4, nos dice que hay elementos negativos en las diócesis que hay que
cambiar. Por ejemplo: la sensación de curias diocesanas burocráticas y administrativas
más que pastorales; desaciertos en la pastoral de conjunto o en la planificación por
improvisar, por incapacidad, falta de competencia técnica…
B. Parroquias
En lo referente a la EVANGELIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA FE, en la PASTORAL
POPULAR, 6,1, nos habla del problema de las parroquias con una pastoral de
conservación, basada en una sacramentalización con poco en una previa
evangelización. Continúa diciendo que la religiosidad sigue como de antaño en el
pasado al afirmarse en «una religiosidad de votos y promesas, de peregrinaciones y un
sinnúmero de devociones».
En LA IGLESIA VISIBLE Y SUS ESTRUCTURAS, en el nº 14,13, habla el documento de
la superación de los aranceles y desligarlo de la administración de los sacramentos.
Enseguida pide la colaboración de los laicos competentes en el manejo de los bienes
diocesanos y parroquiales.
Enfatiza la preocupación de que los sacerdotes den testimonio de pobreza y
desprendimiento de los bienes materiales, 14,15. En el nº 15,4, nos dice de la
inadecuación de la estructura tradicional en muchas parroquias para proporcionar una
vivencia comunitaria.
1.2. Puebla
El Documento de Puebla en el análisis de la realidad latinoamericana es fuerte y
claro, sin embargo, en su lenguaje encontramos palabras esperanzadoras en torno a la
Iglesia Particular. Veamos. A diferencia de Medellín que unía clero y ricos, Puebla en
su nuevo análisis dirá que «La Iglesia, poco a poco, se ha ido desligando de quienes
detentan el poder económico o político, liberándose de dependencias y prescindiendo
de privilegios», DP 623.
Al parecer, de Medellín a Puebla, 1968 al 1979, hay cambios notorios, pues a 11
años de distancia, en medio de los problemas latinoamericanos, de injusticia, pobreza,
dependencias económicas, neocolonialismos,… se percibe un crecimiento en la
corresponsabilidad de los fieles en la pastoral, DP 620; se percibe un gran anhelo de
justicia y un sincero sentido de solidaridad… DP 622; En medio de un mundo
4
dominado por el afán de lucro, ansia de poder, la Iglesia quiere seguir dando un
testimonio
de
servicio
desinteresado
y
abnegado…
DP
624.
5
A. Diócesis
A nivel Iglesias particulares y con la ayuda del MP Ministeria Quaedam, surgen
ministerios ordenados, como el diaconado permanente, no ordenados y otros servicios
como celebradores de la Palabra, animadores de comunidades… DP 625.5
La relación entre Obispos, presbíteros y pueblo de Dios se mejoran con la ayuda
del Espíritu Santo, DP 626; sin embargo, hay todavía deficiencias que habrá que
mejorar entre clero y laicos, donde se requiere mayor apertura, DP 627; señala
problemas en el ámbito del individualismo pastoral y de la autosuficiencia; el influjo
del ambiente secularizado que ha deteriorado el sentido eclesial; no se ha encontrado la
fórmula para superar la escasa educación en la fe, DP 627-628.
Las Iglesias Particulares se esfuerzan
… por adecuar el territorio para una mayor atención al pueblo de Dios, por la creación de
nuevas Diócesis. Hay empeño en dotar a las iglesias de… Consejos Presbiterales, Consejos
de Pastoral, Comisiones Diocesanas, que animan una pastoral más orgánica y adaptarla a la
realidad peculiar de cada diócesis, DP 634.
B. Parroquia
La parroquia va logrando diversas formas de renovación, adecuadas a los cambios de estos
últimos años. Hay cambio de mentalidad entre los pastores; se llama a los laicos para los
consejos de pastoral y demás servicios; constante actualización de la catequesis, presencia
mayor del presbítero en el seno del pueblo, principalmente por medio de una red de grupos
y comunidades, DP 631.
En la línea de la Evangelización, la parroquia presenta una doble relación de comunicación
y comunión pastoral: a nivel diocesano se integran las parroquias en zonas, vicarías,
decanatos; al interior de sí misma, se diversifica la pastoral según los distintos sectores y se
abre a la creación de comunidades menores, DP 632.
Con todo, subsisten aún actitudes que obstaculizan este dinamismo de renovación:
primacía de lo administrativo sobre lo pastoral, rutina, falta de preparación a los
sacramentos, autoritarismo de algunos sacerdotes y encerramiento de la parroquia sobre sí
misma, sin mirar a las graves urgencias apostólicas del conjunto, DP 633.
1.3. Santo Domingo
El lenguaje en el Documento de Santo Domingo cambia, pues se trata de
profundizar en el ser y quehacer de la Diócesis y de la parroquia. En este tenor, en el
apartado de Iglesia Particular, nn. 55-57, se busca clarificar ¿cuál es la misión de la
5
El Motu proprio Ministeria quaedam, de fecha 15 de agosto de 1972, da inicio a una gran
participación de los laicos en diversos ministerios de la Iglesia. Ciertamente es uno de los muchos frutos
del Concilio Vaticano II.
6
Iglesia Particular?, n. 55. ¿Cuál es su quehacer? 55b; ¿Qué es la Iglesia Particular? 55c,
«comunión orgánica... caracterizada por la simultánea presencia de la diversidad y de la
complementariedad de las vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los
carismas y de las responsabilidades» (Ch L 20).
Termina el último párrafo del n. 55 diciendo que
La Iglesia particular, conforme a su ser y a su misión, por congregar al Pueblo de Dios de
un lugar o región, conoce de cerca la vida, la cultura, los problemas de sus integrantes y
está llamada a generar allí con todas sus fuerzas, bajo la acción del Espíritu, la Nueva
Evangelización, la promoción humana, la inculturación de la fe (cf. RMi 54).
A. Diócesis
En el nuevo y brevísimo análisis pasa a describir las necesidades de los agentes de
pastoral para el buen funcionamiento de las estructuras de pastoral en las diócesis.
Veamos:
En general nuestras diócesis carecen de suficientes agentes calificados de pastoral. Muchas
de ellas aún no poseen una clara y verdadera planificación pastoral. Es urgente avanzar en
el camino de la comunión y participación, que muchas veces es obstaculizado por la falta
del sentido de Iglesia y del auténtico espíritu misionero, DSD 56.
Enseguida presenta las posibles soluciones a los problemas planteados en el
número anterior, al decir que
Por eso es indispensable: —Promover el aumento y la adecuada formación de los agentes
para los diversos campos de la acción pastoral, conforme a la eclesiología del Vaticano II y
el magisterio posterior. —Impulsar procesos globales, orgánicos y planificados que
faciliten y procuren la integración de todos los miembros del pueblo de Dios, de las
comunidades y de los diversos carismas, y los oriente a la Nueva Evangelización, incluida
la misión «ad gentes», DSD 57.
Podemos ver que se deja de lado el análisis, pues en los anteriores documentos se
había profundizado, al parecer, lo suficiente, para pasar a preocuparnos por la
formación del clero, en lo referente a la planificación de la diversidad de pastorales
necesarias en nuestras diócesis.
B. Parroquia
Es rico el lenguaje teológico en torno a la parroquia, sin embargo, no ha sido la
parroquia capaz de responder a su identidad teológica. Así lo expresa el documento en
los nn. 59 y 60 al decir que
59. Sigue todavía lento el proceso de renovación de la parroquia en sus agentes de pastoral
y en la participación de los fieles laicos. Es urgente e indispensable dar solución a los
interrogantes que se presentan a las parroquias urbanas para que éstas puedan responder a
los desafíos de la Nueva Evangelización. Hay desfase entre el ritmo de la vida moderna y
los criterios que animan ordinariamente a la parroquia.
7
60. Hemos de poner en práctica estas grandes líneas:
—Renovar las parroquias a partir de estructuras que permitan sectorizar la pastoral
mediante pequeñas comunidades eclesiales en las que aparezca la responsabilidad de los
fieles laicos.
—Cualificar la formación y participación de los laicos, capacitándolos para encarnar el
Evangelio en las situaciones específicas donde viven o actúan.
—En las parroquias urbanas se deben privilegiar planes de conjunto en zonas homogéneas
para organizar servicios ágiles que faciliten la Nueva Evangelización.
—Renovar su capacidad de acogida y su dinamismo misionero con los fieles alejados y
multiplicar la presencia física de la parroquia mediante la creación de capillas y pequeñas
comunidades.
1.4. Aparecida
Apenas 3 años atrás que aconteció la ´V Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano y el Caribe. El tono de esta Conferencia en torno a nuestras diócesis y
parroquias ha sido la de ser, la primera, «comunidad misionera», mientras que la
segunda es una «célula viva de la Iglesia». En tanto, el pueblo de Dios es discípulo y
misionero que se alimenta de la Palabra y de la Eucaristía y sale a alimentar en su
entorno al evangelizar y dar a conocer los designios de salvación de Dios.
En el análisis sencillamente es claro que en la vida del cristiano se requiere
necesariamente vivirla en comunidad, pues es esencial a la vocación cristiana.
El discipulado y la misión siempre suponen la pertenencia a una comunidad. Dios no quiso
salvarnos aisladamente, sino formando un Pueblo (LG 9). Este es un aspecto que distingue
la vivencia de la vocación cristiana de un simple sentimiento religioso individual. Por eso,
la experiencia de fe siempre se vive en una Iglesia Particular. DA 164.
Una vez asentado el principio, entendemos de la necesidad de la Diócesis y las
asimiladas a ella. El análisis hace ver que tanto las diócesis como las parroquias, con
todo y sus defectos, no hay aún modo de remplazarlas, pero si maneras de actualizarlas.
En el análisis encontramos aspectos positivos, pues se reconoce el Magisterio universal
al decir de las Iglesia Particulares que «es totalmente Iglesia, pero no es toda la Iglesia.
Es la realización concreta del misterio de la Iglesia universal, en un determinado lugar y
tiempo. Para eso, debe estar en comunión con las otras Iglesias particulares y bajo el
pastoreo supremo del Papa, Obispo de Roma, que preside todas las Iglesias». DA 166.
A. Diócesis
Las diócesis han de renovarse constantemente en su vida y ardor misionero, para
que de esta manera sean para los bautizados «casa y escuela de comunión, de
participación y solidaridad», DA 167. Por lo tanto, la diócesis, para responder
adecuadamente a los desafíos del mundo actual debe robustecer sus comunidades y
8
estructuras. Una manera específica de responder es mediante la «búsqueda de todos los
bautizados que no participan en la vida de las comunidades cristianas», DA 168.
Concluye diciendo que «La diócesis, presidida por el Obispo, es el primer ámbito
de la comunión y la misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica
renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y
organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el
propio territorio…», DA 169.
B. Parroquia
La parroquia, vista positivamente es «el lugar privilegiado en el que la mayoría de
los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial (EAm 41)».
Su naturaleza, al igual que la diócesis es «llamada a ser casa y escuela de comunión».
La finalidad, por tanto, es que la parroquia sea renovada para que sea en verdad
«espacio de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abierta a la
diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizada de modo comunitario y
responsable, integradora de movimientos de apostolado ya existentes, atenta a la
diversidad cultural de sus habitantes, abierta a los proyectos pastorales y
supraparroquiales y a las realidades circundantes», DA 171.
Encontramos en Aparecida una riqueza en el concepto de parroquia que se
pretende, pero que sin embargo, para lograrlo, hay que renovar permanentemente las
estructuras parroquiales en su constante adaptación del mundo actual latinoamericano.
Los retos son:
…imaginación y creatividad para llegar a las multitudes que anhelan el Evangelio de
Jesucristo. Particularmente, en el mundo urbano, se plantea la creación de nuevas
estructuras pastorales, puesto que muchas de ellas nacieron en otras épocas para responder
a las necesidades del ámbito rural. DA 173.
… convocar y formar laicos misioneros. DA 174. Solamente a través de la multiplicación
de ellos podremos llegar a responder a las exigencias misioneras del momento actual.
el campo específico de la actividad evangelizadora laical es el complejo mundo del trabajo,
la cultura, las ciencias y las artes, la política, los medios de comunicación y la economía,
así como los ámbitos de la familia, la educación, la vida profesional, sobre todo en los
contextos donde la Iglesia se hace presente solamente por ellos. DA 174.
… la exigencia de una evangelización integral. La inmensa mayoría de los católicos de
nuestro continente viven bajo el flagelo de la pobreza. Esta tiene diversas expresiones:
económica, física, espiritual, moral, etc. Si Jesús vino para que todos tengamos vida en
plenitud, la parroquia tiene la hermosa ocasión de responder a las grandes necesidades de
nuestros pueblos. Para ello, tiene que seguir el camino de Jesús y llegar a ser buena
samaritana como Él. Cada parroquia debe llegar a concretar en signos solidarios su
compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con toda “la imaginación
de la caridad”. DA 176.
9
Como pastores, estamos llamados a fomentar la confesión frecuente. Invitamos a nuestros
presbíteros a dedicar tiempo suficiente para ofrecer el sacramento de la reconciliación con
celo pastoral y entrañas de misericordia, a preparar dignamente los lugares de la
celebración, de manera que sean expresión del significado de este sacramento. DA 177.
2. Complementos del Análisis y Factores en Común
Al presentar los análisis de las Conferencias de Medellín a Aparecida, encontramos
como base del análisis de la realidad a Medellín y Puebla. En estos dos Documentos
tenemos los estudios necesarios para entender nuestra realidad latinoamericana. Es
cierto que Medellín es agresivo en sus análisis, pero era importante sacar una
radiografía real por la que pasaba el continente en esos momentos de premura, tanto en
lo temporal como en lo espiritual.
3. Medellín en su contexto
3.1. En el contexto doctrinal de Medellín
Podemos decir que apenas 3 años atrás había terminado el Concilio Vat. II y se
estaban haciendo las adaptaciones necesarias para su ejecución en el mundo entero. A
este propósito tenemos el Motu proprio de Paulo VI, Ecclesiae sanctae, que daba
normas para la aplicación de algunos decretos del Con. Vat. II.6
A pesar de lo anterior, se constata en el análisis de la realidad que hay en las
diócesis y parroquias

Clero mal distribuido.. «la excesiva acumulación de personal en las iglesias
desarrolladas, y la ausencia de elementos en regiones necesitadas»;

Curias Diocesanas con sabor burocrático y administrativo, más que
pastoral;

Falta de clero especializado para una mejor pastoral de conjunto…

Amen de los problemas de identidad sacerdotal en el clero, problemas
celibatarios; problemas de espiritualidad…
3.2. En el contexto social
Los años sesentas fueron explosivos en el mundo latinoamericano, en México
tenemos el problema de guerrillas, de dictaduras militares, especialmente en Sud
América. Pobreza extrema, que como dice Medellín «en muchísimos casos
―llegando― a la inhumana miseria», 14, 1. Problemas de carácter ideológico que
6
PAULUS PP. VI, Litterae apostolicae motu proprio datae, Ecclesiae sanctae quibus normae ad
quaedam exsequenda ss. Concilii Vaticani II decreta statuuntur, 6 augusti 1966: AAS 58 (1966), 757-758;
Normae: AAS 58 (1966), 758-787. EV 2, nn. 752-913.
10
llevan a un desconcierto y confusión en aspectos teológicos… Desconfianza en las
estructuras esclesiales…
3.3. En el contexto religioso
Hay exacerbadas críticas a la Iglesia, pues se le relaciona con los ricos y como una
Iglesia jerárquica rica. Puebla considera que poco a poco se ha quitado dichas
dependencias de carácter tanto económico como político.
Son tiempos donde la pastoral es muy conservadora y dedicada sobre todo a la
sacramentalización. Las curias diocesanas dan la sensación de ser muy burocráticas y
administrativas. El clero, después del Concilio, entra en problemas de identidad, de
celibato, de rivalidad entre clero y laicos por la pastoral.
4. Puebla en el contexto
4.1. Contexto doctrinal
A finales de los setentas, tenemos más producción teológica, fruto del Conc. Vat.
II, pues ya había aparecido el MP. Ministeria Quaedam de 1972, el DPME7 en el 1973.
Más adelante aparece la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi8 y empieza meses
atrás, antes de Puebla, el pontificado de Juan Pablo II.
Se ha trabajado en la línea de la participación de los laicos, del diaconado
permanente, de los ministerios laicales, del trabajo parroquial y la búsqueda de
herramientas pastorales para provocar una mejor vivencia de comunidad. Se ha
reforzado en la pastoral, la creación de nuevas diócesis, la reestructuración de las
parroquias al unirse en decanatos, zonas pastorales, la integración de las funciones
consultivas como los Consejos presbiterales, pastorales, de asuntos económicos…
Sin embargo, a pesar de los avances, seguimos con problemas de extrema pobreza,
de falta de educación en la fe en nuestros laicos, las injusticias sociales y las estructuras
de pecado en muchas instituciones sociales que las hacen ver injustas.
4.2. Contexto social
Puebla dirá en los nn. 28-30 que
Vemos, a la luz de la fe, como un escándalo y una contradicción con el ser cristiano, la
creciente brecha entre ricos y pobres. El lujo de unos pocos se convierte en insulto contra
la miseria de las grandes masas… Comprobamos, pues, como el más devastador y
humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de
latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda
adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición,
7
SCE Directorium de pastorali ministerio Episcoporum, 22 de febrero de 1973.
PAULUS PP. VI, Adhortatio apostolica Evangelii nuntiandi de evangelizatione in mundo huius
temporis, 8 decembris 1975: AAS 68 (1976), 5-76.
8
11
inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc… Al analizar
más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el
producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya
también otras causas de la miseria. Estado interno de nuestros países que encuentra en
muchos casos su origen y apoyo en mecanismos que, por encontrarse impregnados, no de
un auténtico humanismo, sino de materialismo, producen a nivel internacional, ricos cada
vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres.
4.3. Contexto religioso
104. Para terminar esta somera descripción de la realidad eclesial, queremos hacer notar
que, en la Iglesia de América Latina, se está viviendo la comunión, no sin vacíos y
deficiencias, a diversos niveles:
105. Se vive la comunión en núcleos menores, la comunión en las familias cristianas, en
las Comunidades Eclesiales de Base y en las parroquias. Se realizan esfuerzos para una
intercomunicación de parroquias.
106. Se vive la comunión intermedia, la de la Iglesia particular o diócesis, que sirve de
enlace entre las bases más pequeñas y la universal. De igual manera, se vive la comunión
entre diócesis a nivel nacional y regional, expresada en las Conferencias Episcopales y, a
nivel latinoamericano, en el CELAM.
107. Existe la comunión universal que nace de la vinculación con la Sede Apostólica y con
el conjunto de las Iglesias de otros continentes. La Iglesia de América Latina posee
conciencia de su vocación específica, del papel y aporte al conjunto de la Iglesia universal,
en esta comunión eclesial que tiene su expresión culminante en nuestra adhesión al Santo
Padre, Vicario de Cristo y Pastor supremo.
108. La actividad ecuménica, expresada en el diálogo y en los esfuerzos conjuntos por la
promoción humana, se inscribe en el camino hacia la unidad anhelada.
109. La revalorización de la religiosidad popular, a pesar de sus desviaciones y
ambigüedades, expresa la identidad religiosa de un pueblo y, al purificarse de eventuales
deformaciones, ofrece un lugar privilegiado a la Evangelización. Las grandes devociones y
celebraciones populares han sido un distintivo del catolicismo latinoamericano, mantienen
valores evangélicos y son un signo de pertenencia a la Iglesia.
5. Santo Domingo y Aparecida
Es notorio el cambio y la situación a partir de estos dos Documentos. Como ya
señalamos líneas arriba, pues se pasa a un trabajo pastoral afianzándose en el
Magisterio universal y en los institutos teológico jurídicos de las figuras de las Iglesias
Particulares y de las parroquias. Aparecido retoma nuevamente el método de Ver,
Juzgar y Actuar, que había sido temporalmente abandonado en Santo Domingo.
El lenguaje es más esperanzador y apoyado en la vinculación con la Iglesia
universal, el Magisterio Latinoamericano empieza a trabajar pedagógica y
metodológicamente en una pastoral orgánica y de conjunto a nivel Latinoamericano. Es
tiempo de renovar, con los elementos aportados desde el 68, las estructuras pastorales
12
de la diócesis y de las parroquias. Con estos elementos de la realidad pasamos a
analizar desde el punto de vista canónico a la diócesis y la parroquia.
13
SEGUNDA PARTE
ASPECTOS CANÓNICO PASTORALES
IGLESIAS PARTICULARES
Introducción
A propósito de la importancia de nuestro tema, traigo a colación lo que ha
expresado un insigne canonista, al decir en la presentación de una tesis doctoral que
«Sin temer caer en una exageración, puede afirmarse que si, en la realidad, la Iglesia
será lo que sean nuestras diócesis, nuestras diócesis serán lo que sean nuestras
parroquias».
1. LA DIÓCESIS
La Diócesis es el modelo de Iglesia particular, pero no agota el concepto genérico
de iglesia particular, según lo establecido por el canon 368:
Iglesias particulares, en las cuales y desde las cuales existe la Iglesia católica una y única,
son principalmente las diócesis, a las que, si no se establece otra cosa, se asimilan la
prelatura territorial y la abadía territorial, el vicariato apostólico y la prefectura apostólica,
así como la administración apostólica erigida de manera estable.
A partir de este canon que hemos transcrito literalmente, y de los cánones 13, §1;
369-371 del Código de 1983, podemos deducir que el principio territorial es clave para
comprender la estructura constitucional de diversas figuras semejantes a la diócesis, en
cuyas definiciones subyace este principio, pero que aparece de forma expresa en el
canon 372, § 1. «Como regla general la porción del pueblo de Dios que constituye una
diócesis u otra iglesia particular debe quedar circunscrita dentro de un territorio
determinado, de manera que comprenda a todos los fieles que habiten en él».
El criterio territorial es fundamental en la organización constitutiva de la Iglesia, es
decir, es el principio hermenéutico que explica la propia constitución jerárquica de la
iglesia universal y la organización interna de las iglesias particulares.9
Amén de la importancia territorial de la diócesis, sobre todo porque a partir del
principio de territorialidad se explican otros principios fundamentales como el de la
9
Recientemente ha aparecido un interesante estudio monográfico sobre el principio territorial en la
Iglesia de ANTONIO VIANA, Derecho Canónico territorial. Historia y doctrina del territorio diocesano,
Pamplona 2002. El autor hace ver la importancia del principio territorial en la estructura organizacional
de la Iglesia, no sólo desde el punto de vista histórico-canónico sino también desde una perspectiva
teológico-pastoral. Asimismo, trata sobre las implicaciones que comporta la territorialidad en el derecho
de la Iglesia.
14
unidad y la comunión, los cuales se concretizan al interno de la cada iglesia particular,
en y desde las parroquias y desde cada comunidad de fieles equiparada a la parroquia;
en y desde los trabajos pastorales de los diversos grupos apostólicos y asociaciones de
fieles. Sin embargo, queremos centrar nuestra atención en las funciones consultiva y
administrativa, que desde la sede episcopal, o sea, al interno de la curia del Obispo,
desempeñan los consejos colegialmente y los oficiales individualmente, para fortalecer
también la unidad y comunión entre los laicos, los diáconos, los religiosos y los
presbíteros y entre éstos y el Obispo.
Es importante, por cuestiones de método iniciar con la curia diocesana, pues es el
instrumento que posee el Obispo para ejercer sus tareas de gobierno en su iglesia
particular; es el conjunto de organismos a través de los cuales ejerce de forma vicaria su
potestad plena sobre toda la diócesis.
Sin duda el Obispo posee distintas herramientas para conducir su iglesia particular,
pero ninguna más importante, a nuestro entender, que su curia diocesana. De ahí que de
una buena estructura orgánica de la curia diocesana y de su buen funcionamiento,
dependerá la buena marcha de la diócesis, en todos sus aspectos: pastoral, económico,
administrativo, etc.
1.1. La Curia diocesana
Dedicaremos un espacio para hablar de los principios inspiradores de la
organización de la curia diocesana que es, sin duda, uno de los aspectos más relevantes
que el nuevo Código de Derecho Canónico no reguló con precisión, dado el carácter
administrativo y pastoral que comporta su estructura y la situación sui generis de las
iglesias particulares.
Algunas de las fuentes, para profundizar en este tema son los siguientes: El Código
de 1917, el decreto conciliar Christus Dominus, los dos Directorio para el ministerio
pastoral de los Obispos «Ecclesiae Imago» y «Apostolorum Succesores»; el CIC 83 y
otros documentos posteriores a la promulgación del Código vigente, que en su
momento veremos para tener en cuenta otros principios inspiradores.
A. Decreto conciliar Christus Dominus
El número 27 de este decreto se establece que el cargo más importante en la Curia
diocesana es el del Vicario general; también se establece que el Obispo diocesano
puede nombrar a algunos vicarios episcopales. Igualmente se hace referencia a los
presbíteros que forman parte del consejo presbiteral, del cabildo catedral, del colegio de
consultores o de otros consejos o comisiones, que también forman parte de la Curia
diocesana.
En este texto se alude al carácter de las funciones que están llamados a desempeñar
quienes estén llamados a formar parte de la Curia diocesana; así como del carácter de la
propia Curia. De ella se señala que su finalidad es servir al Obispo como instrumento
15
adecuado no sólo para administrar la diócesis sino también para realizar las obras de
apostolado.
Finalmente, nos interesa subrayar la necesidad de implementar en el seno de la
Curia diocesana un Consejo de pastoral, el cual deberá estar formado por clérigos,
laicos y religiosos, cuya finalidad será colaborar con el Obispo en las tareas
eminentemente de tipo pastoral, por ejemplo, para estudiar y pensar todo aquello que se
refiere a la planeación de las actividades pastorales diocesanas y para aportar
soluciones y conclusiones prácticas para tales asuntos.10
El profesor Díaz Moreno considera que el Concilio desaprovechó la oportunidad de
establecer, de forma más clara y precisa, algunos principios inspiradores para reformar
profundamente la Curia diocesana. Sin embargo, deduce del texto conciliar tres
principios que nos ayudan a mirar la importancia del quehacer y de la naturaleza de la
Curia diocesana:
1.º) La Curia diocesana es un órgano colaborador del Obispo y, en consecuencia, quienes
la integran deben ser conscientes de que prestan su ayuda a su ministerio pastoral; 2.º) Esta
colaboración no se limita al campo estricto de lo meramente administrativo, sino que se
extiende a la realización de las obras de apostolado; y 3.º) La Curia, al igual que los otros
organismos diocesanos, debe organizarse de manera que sea un instrumento adecuado,
según las circunstancias o características de los diversos lugares y la adaptación a las
necesidades actuales».
Continúa diciendo que
1ª.) El texto da la impresión que el Consejo Pastoral pertenece a la Curia Diocesana. 2ª.)
No aparece claro el sentido preciso de los términos «administración de la diócesis» y
«ministerio pastoral».11
El aspecto pastoral y el aspecto administrativo de la Curia diocesana no se oponen,
antes bien se complementan. Según el texto conciliar al que nos estamos refiriendo en
10
Sobre este texto, el Dr. F. AZNAR GIL dice lo siguiente: «es un texto abigarrado y confuso, sin
orden lógico, en que se expresan ideas nuevas y distintas (Vicarios episcopales, Consejo pastoral); en el
que se pide la renovación de una serie de organismos (Capítulo catedral, Curia diocesana…) y en el que
se reafirman algunos oficios tradicionales (Vicario general, etc.). Además, desde el punto de vista
técnico-jurídico-formal, es un texto mal ordenado. Todo ello nos indica el nivel de intención en el que se
mueve el texto: no se pretende dar, tal como se desprende de las sucesivas intervenciones de la Comisión
conciliar que lo redactó y de su actual redacción, una definición técnico-formal de la curia diocesana,
sino solamente dar una descripción general de ella, manifestar, con todo lo que implica una asamblea
conciliar, el deseo generalizado de que es necesaria una reforma de la curia diocesana. Hasta aquí llega,
me parece, el intento de este texto conciliar. Pedirle más sería pasarse» (F. AZNAR GIL, «La nueva
concepción global de la Curia diocesana», en REDC 36 [1980], 439-440).
11
J. M. DÍAZ MORENO, «Principios teológico-canónicos reguladores», en F. R. AZNAR GIL-JOSÉ
SAN JOSÉ PRISCO, eds., La Curia Diocesana. La función administrativa, PUPS, 2001, 25-26. Los
principios señalados, dice Díaz Moreno, se enuncian en otros textos postconciliares que sirven de fuente
doctrinal al actual canon 469, pero se complementan con otros principios posteriores al Código de 1983
(Cf. Idem).
16
este apartado no da pie para dividir la Curia en secciones, como se desprendía de los
antiguos cánones 363 al 365 del Codex del 17, sino para pensar en la organización de la
curia en unidad de criterios que sirvan de fundamento para que todas las personas y
todos los organismos que la compongan, trabajen en funciones específicas pero sin
menoscabo de lo eminentemente pastoral que toque la naturaleza de los actos que hayan
de realizar.
B. Nuevo Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos: Apostolorum
Succesores
Aunque este Directorio es de 2004, sin embargo, consideramos oportuno tratarlo en
lugar del anterior directorio, para subrayar las innovaciones que han sido introducidas.
El nuevo Directorio trata bajo el rubro del munus regendi del Obispo todo lo
relativo a la estructura y al gobierno pastoral de la Iglesia particular. Las novedades que
han sido introducidas son las siguientes:
a. la institución del Sínodo diocesano ahora, en el nuevo Directorio, es entendida
como un organismo de participación en la función pastoral del Obispo, junto con la
figura de la Curia diocesana y los Consejos diocesanos. Los criterios para la
preparación y celebración del Sínodo diocesano son más amplios ahora en el nuevo
Directorio (AS, nn. 166-174).
Dentro de los Organismos de participación en la función pastoral del Obispo, son
propuestas dos nuevas figuras:
b. el Moderador de la Curia y el Consejo Episcopal, las cuales fueron introducidas
en el Código de Derecho Canónico de 1983 (cf. c. 473, §§ 2-4). Ambas figuras están
insertadas en la estructura interna de la Curia diocesana. El Moderador para los asuntos
administrativos y el Consejo Episcopal para el fomento de la acción pastoral diocesana.
C. CIC 83
Recientemente se ha venido estudiando la figura de la Curia diocesana desde dos
perspectivas complementarias: la «función consultiva» y la «función administrativa».
El CIC 83 no ha estructurado bajo esta doble perspectiva la materia
correspondiente a la Curia diocesana, sin embargo, consideramos que la doble
perspectiva mencionada nos ayudará a visualizar con mayor claridad la importancia y
funcionalidad del conjunto de organismos y de personas que ayudan al Obispo, en la
curia diocesana, en el ejercicio de su misión pastoral y de su potestad de gobierno para
el servicio de su Iglesia particular.
Veamos
pues,
estas
dos
perspectivas
que
se
complementan.
17
1.2. La Función Consultiva
A. El Consejo Presbiteral12
En el esquema definitivo del número siete del decreto Presbyterorum Ordinis
quedaron establecidos tanto los principios teológicos como las propuestas para la
creación del Consejo Presbiteral. Dice así el texto:
Todos los presbíteros, a una con los Obispos, de tal forma participan del mismo y único
sacerdocio y ministerio de Cristo, que la misma unidad de consagración y misión requiere
su comunión jerárquica con el orden de los obispos [...] Síguese que, por el don del
Espíritu Santo que se ha dado a los presbíteros en la sagrada ordenación, los obispos los
tienen como colaboradores y consejeros necesarios en el ministerio y oficio de enseñar,
santificar y apacentar al pueblo de Dios [...] Así pues, por razón de esta comunión en el
mismo sacerdocio y ministerio, tengan los obispos a los presbíteros como hermanos y
amigos suyos [...] Oigalos de buena gana, y hasta consulten y dialoguen con ellos sobre las
necesidades del trabajo pastoral y el bien de la diócesis. Ahora bien, para que esto se lleve
a efecto, constitúyase, de manera acomodada a las circunstancias y necesidades actuales,
en la forma y a tenor de las normas que han de ser determinadas por el derecho, una junta o
senado de sacerdotes representantes del presbiterio, que con sus consejos puedan ayudar
eficazmente al Obispo en el gobierno de la diócesis... PO 7.
12
LG 28; ChD 17; 27-28; PO 7-8 y 15 y AG 19-20. Otros documentos post conciliares los
encontramos en el MP Ecclesiae sanctae, de 1966; la carta de la Sagrada Congregación del Clero,
Presbyteri sacra, de 1970; el DPME, de 1973 y el documento de Normae Mutuae Relationes que sacaron
en 1978 las Congregaciones para religiosos y la de los Obispos. El Consejo Presbiteral ha sido de
mediana eficacia y escasa utilidad práctica. Basta con ver la basta producción monográfica relativa al
instituto canónico que nos ocupa, la cual comenzó a aparecer a partir de 1969, el primer canonista en
realizar un estudio sobre el balance de la situación de los Consejos Presbiterales en las diócesis del
Canadá, fue R. Pagé en 1974; en España hizo lo mismo L. Martínez Sistach en 1976; tres años más tarde,
I. Castellani respecto a España, Francia y Suiza; y C. Bonicelli, respecto a Italia. Castellani y Bonicelli
expusieron el resultado de sus investigaciones −similares a Pagé y Martínez Sistach− en la Convención
de Derecho Canónico, celebrada del 19 al 21 de abril de 1979, en Italia. También hemos localizado dos
tesis doctorales que llegan a conclusiones similares, es decir, que el Consejo Presbiteral no ha respondido
a su fin y naturaleza. La primera de estas dos disertaciones doctorales fue defendida por A. Mutabazi y
publicada por la Universidad Urbaniana de Roma en 1987. Allí el autor elenca varias causas que
dificultan el funcionamiento del Consejo Presbiteral; la segunda tesis es la de Giacomo Incitti, defendida
en la Universidad de Bologna, Italia y publicada en 1997 por el Centro editorial Dehoniano. El título de
esta tesis es bastante elocuente: Il Consiglio Presbiterale. Alle origini di una crisi… Por otra parte, la
figura del Consejo Presbiteral fue el tema recurrente y objeto de estudio durante el VII Congreso
internacional de Derecho Canónico, celebrado en París, del 21 al 28 de septiembre de 1990. Doce años
después, en el marco del IV Simposio sobre la Curia diocesana, organizado por la Facultad de Derecho
canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, España, del 5 al 7 de febrero de 2002, Juan Ignacio
Arrieta, canonista navarro, quien se ha dedicado al tema desde hace tres lustros, sostuvo la tesis
inicialmente planteada, es decir, que el Consejo Presbiteral no ha respondido a su naturaleza y finalidad
como órgano de representatividad presbiteral, de consulta y de colaboración en el gobierno de la iglesia
particular.
18
Después de haber presentado brevísimamente el iter del texto constitutivo sobre el
Consejo Presbiteral, hacemos las siguientes observaciones: 1. Prescribe la
obligatoriedad de su constitución. 2. El texto destaca las características esenciales del
Consejo presbiteral: ser un órgano de carácter consultivo, de representatividad y de
gobierno. Coetus seu Senatus Sacoerdotum Presbyterium Repraesentantium. 3. Los
presbíteros son necesarios colaboradores y consejeros del Obispo en las funciones de
enseñar, santificar y gobernar al pueblo de Dios. En esta óptica se pueden leer también
los términos hermanos y amigos. 4. La necesidad de colaboración entre los obispos y
los presbíteros tiene su fundamento en la común participación del único sacerdocio de
Cristo. 5. La relación entre el obispo y sus presbíteros se sintetiza en los verbos:
escuchar, consultar y dialogar. La finalidad es colaborar en el gobierno de la diócesis.
La escucha y la consulta permiten al obispo estar en un continuo y constante diálogo
con sus presbíteros. 6. El Obispo debe consultar a sus presbíteros porque él no puede
conocer todas las situaciones diocesanas como aquellos que la viven a diario. 7. El
texto definitivo introdujo las sugerencias de los padres conciliares sobre la colocación
del nuevo organismo en el ámbito de la función consultiva.
B. Colegio de Consultores
Se encuentra en el c. 502 y conforman este canon, cuatro párrafos. Podemos decir
que es un colegio de Presbíteros, elegidos libremente por el Obispo de entre los
miembros del Consejo Presbiteral, en número no inferior a seis ni superior a doce, con
el fin de ayudar al obispo en los casos determinados por el Derecho.
En el proceso de reforma del CIC 17 algunos objetaron que se trataba de una
duplicación del consejo presbiteral, y otros plantearon que los miembros de este colegio
no fueran elegidos de entre los miembros del consejo presbiteral.
Los criterios, al menos dos, para pertenecer a este colegio: a. hay que pertenecer al
Consejo Presbiteral, b. por tanto, han de ser presbíteros. Las características que lo
conforman son las siguientes: ―no inferior a seis ni superior a doce, ―es un colegio
permanente, pues en sede impedida o vacante permanece y siempre existe aun cuando
se venza el quinquenio y el Obispo no los haya renovado.
En los casos previstos por el Derecho los Consultores pueden realizar lo siguiente:
Informar a la Santa Sede de la muerte del Obispo diocesano cuando no hay obispo
auxiliar (can. 422); Elegir al Administrador diocesano en el plazo de ocho días, a partir
del día en que fue declarada vacante la Sede episcopal (can. 421, §1); Recibir la
profesión de fe del Administrador diocesano (can. 833 n. 4); Dar su consentimiento al
Administrador diocesano para dar las letras dimisorias a los clérigos seculares que han
de recibir órdenes sagradas (can. 1018 §1, n.2); Dar su consentimiento al Administrador
diocesano para proceder, después de un año de estar vacante la sede episcopal, para que
incardinar o excardinar a clérigos, o para conceder licencia de trasladarse a otra
diócesis (can. 272); Recibir la eventual renuncia del Administrador diocesano. En este
caso, y en caso de que haya muerte el Administrador diocesano, ha de elegir a otro de
19
acuerdo con el canon 421 (Cf. can. 430); Recibir las letras apostólicas en la toma de
posesión del nuevo Obispo diocesano, y del Obispo auxiliar cuando el Obispo
diocesano está impedido (cc. 382, §3 y 404, §§ 1 y 3); Elegir a un sacerdote para que
rija la diócesis cuando la sede episcopal está impedida y/o cuando no es posible proveer
a tenor del c. 413, §1 (c. 413, §2); Asumir el gobierno de la Diócesis en el caso de Sede
Vacante, si no hay obispos auxiliares y la Santa Sede no ha establecido otra cosa (can.
419); Dar su consentimiento al Administrador diocesano, pero no al Obispo diocesano,
para la remoción del Canciller y de los notarios de la Curia (can. 485); Ha de ser oído
por el Obispo para los actos de administración económica de un cierto valor y para los
actos de administración extraordinaria, además de aquellos que están especialmente
indicados por el Derecho universal o los estatutos de fundación (can. 1277); Puede ser
escuchado en el caso particular del canon 377, §3 para el nombramiento del Obispo
diocesano o del Obispo coadjutor; Ha de ser oído para el nombramiento del ecónomo
diocesano y para su remoción (c. 494, §§ 1 y 2); Dar su consentimiento al Obispo
diocesano para la enajenación de bienes, cuyo valor esté entre las cifras mínimas y
máximas establecida por la Conferencia episcopal, de personas jurídicas no sujetas al
propio Ordinario, cuando los estatutos no indican la autoridad competente. Igualmente
se requiere su consentimiento para la enajenación de los bienes de la Diócesis (c. 1292,
§1; Cf. c. 1295).
Son nombrados para un quinquenio. Sin embargo, terminados los cinco años
pueden seguir ejerciendo sus funciones en tanto no sea constituido el nuevo colegio
(can. 502, §1). Un miembro del Colegio de consultores que deja de ser miembro del
consejo de presbiterio durante el tiempo de su mandato, permanece, no obstante, en su
oficio de consultor.
En caso de que un consultor cese en su oficio durante el quinquenio el Obispo
diocesano no está obligado a nombrar a otro en su lugar, a no ser que se haya
descompletado el número mínimo de consultores requerido por el canon 502, §1.
C. El Consejo de Pastoral
Lo encontramos en los cc. 511-514. Se trata de un organismo meramente pastoral,
de naturaleza consultiva. Pueden forman parte de este Consejo, tanto clérigos como
religiosos (as) y fieles laicos. Lo convoca y lo preside el Obispo diocesano.
Este consejo es una creación del Concilio Vaticano (Ch.D. n. 27): «... Muy es de
desear que en cada diócesis se instituya un Consejo especial pastoral, al que presida el
mismo Obispo diocesano, y del que formen parte clérigos, religiosos y laicos
especialmente escogidos. Función de este Consejo será estudiar y sopesar lo que atañe a
las obras pastorales y saca de estudio conclusiones prácticas».
Aparecieron, después del Concilio Vaticano II, tres documentos que impulsaron la
creación de los consejos pastorales; dichos documentos contienen una normativa
específica, sin embargo de carácter transitorio. Estos documentos son: el mp. Ecclesiae
20
Santae de Paulo VI (6 de Agosto de 1966), sobre todo la parte I, 16-17; La carta
circular Omnes Christifideles de la SCpC (25 de Enero de 1973); y el Directorium de
Pastorali Ministerio Episcoporum Ecclesiae Imago de la SCE (22 de febrero de 1973),
sobre todo el n. 20.
A este Consejo no le corresponde ninguna potestas regimini, es decir, no tiene
ninguna facultad para dictar normas ni dar directrices. Su naturaleza es ser simplemente
un órgano de estudio y valoración de las necesidades pastorales que deben ser atendidas
en la Iglesia particular. Por tanto, sólo le corresponde presentar proyectos e iniciativas y
sugerirle al Obispo conclusiones prácticas.
El canon 511 determina la constitución de este consejo y sus funciones. Pero dicha
constitución no es preceptiva ni meramente facultativa, sino de carácter condicional,
atendiendo a las necesidades y circunstancias de cada Iglesia particular y según el
criterio de cada Obispo diocesano.
D. El Consejo Episcopal
Este consejo es un organismo de índole consultiva, que puede ser o no ser
constituido por el Obispo; la finalidad o conveniencia de su creación es para fomentar
mejor la acción pastoral en la diócesis (c. 473, § 4). Lo conforman los Vicarios
generales y episcopales.13
En el CIC 83 no encontramos una definición formal de esta figura, sólo se dice en
el canon 473, § 4 que, Para fomentar mejor la acción pastoral puede el Obispo
constituir, si lo considera conveniente, un consejo episcopal formado por los Vicarios
generales y episcopales.
En el proceso de redacción original de este canon, en el esquema de 1968, en los
trabajos de codificación,14 se señalaba que la finalidad del Consejo episcopal debía ser
ad ordinatum dioecesis regimen. De haberse aceptado así, estaríamos hablando de un
órgano de gobierno. Pero tal redacción fue rechazada.
El canon 473, § 4 establece que se trata de un Consejo para fomentar la acción
pastoral. Por tanto, estamos ante un Consejo cuyos miembros parece que tienen sólo
una función meramente consultiva sobre asuntos de índole pastoral y nada más, sin
embargo, recordemos que son decisiones colegiadas que conviene escuchar con
atención y no desecharlas simplemente porque son de carácter consultivo.
13
El Vicario judicial podría ser llamado eventualmente a participar en algunas reuniones, por
ejemplo, cuando se vayan a tratar ciertas cuestiones que tienen que ver con la pastoral de los matrimonios
u otros asuntos relacionados con el quehacer jurídico-pastoral del tribunal eclesiástico.
14
Communicationes 5, 1973, 225, «Consilium Episcopale constituere potest Episcopus dioecesanus,
si id expedire iudicet ad ordinatum dioecesis regimen. Hoc Consilium –quod de facto iam in multis
dioecesibus adest– constat Vicariis Generalibus, Vicariis Episcopalibus atque aliis quibusdam personis
ad Episcopo eligendis»
21
Por otra parte, el mismo canon menciona que dicho consejo sólo lo forman los
Vicarios generales y episcopales, por tanto, en sentido estricto, quedan excluidas otras
personas, sin embargo, algunos canonistas consideran que en la práctica el Secretario
Canciller desempeña el papel de secretario de este Consejo y que el Vicario Judicial y
el Ecónomo diocesano pueden ser llamados a participar en algunas reuniones, pero sin
pertenecer al Consejo Episcopal.
En cuanto a las facultades podemos decir que no goza de propio derecho de ningún
tipo de potestad de gobierno, aunque el Obispo le pueda conceder determinadas
facultades o encomendar ciertas funciones de coordinación en el gobierno de la
diócesis. Las facultades que los Vicarios generales y episcopales poseen
individualmente no se suman aquí para hacer de éste Consejo un organismo colegial.
En todo caso se puede decir que se colegia el ejercicio de la autoridad que poseen para
llegar a soluciones comunes. Pero solamente tendrán valor siempre y cuando el Obispo
las haga suyas.
Antonio Viana señala que se trata de una institución originada por el impulso del
derecho particular y que, por tanto, corresponde al Obispo determinar el campo de su
competencia y su actividad colegial.15 Además, es una institución cuya creación queda
bajo la facultad discrecional del Obispo, o sea, no se establece ninguna cláusula
preceptiva para constituirlo, al igual que para constituir el Consejo de Pastoral, según lo
hemos visto anteriormente. Pero, consideramos que, en cuanto que las tareas pastorales
de la diócesis son cada vez más complejas y plantean retos que exigen una mayor y
mejor coordinación del Obispo con sus vicarios generales y episcopales, la constitución
del Consejo Episcopal no sólo se ve conveniente sino necesaria.16
Como ya lo hemos señalado anteriormente, y lo dice expresamente el canon 473, §
4, la finalidad del Consejo Episcopal es «fomentar mejor la acción pastoral». Esta tarea
fundamental, según A. Viana, la realiza mediante el asesoramiento al Obispo, la
información mutua entre sus miembros y el establecimiento de criterios de acción.17
Ahora bien, aunque el canon establece que la finalidad del Consejo Episcopal es
fomentar mejor la acción pastoral, parece que podría extenderse su campo de acción a
otros asuntos de índole administrativo, o sea para dar actos administrativos singulares,
en cuanto que los Vicarios generales y episcopales están dotados de potestad ejecutiva
ordinaria para ayudarle al Obispo en el gobierno de la diócesis (Cf. c. 479). A. Viana
considera que de esto no hay duda, puesto que esta capacidad es imprescindible para
una adecuada coordinación pastoral; aunque señala que no cabe invocar la potestad que
15
Cf. A. VIANA, «El Consejo Episcopal», en La Curia diocesana. La función administrativa,
Salamanca 2001, 216.
16
Martín Patiño y Viana estiman que si en una diócesis existen varios Vicarios episcopales es
necesaria la constitución del Consejo Episcopal (Cf. J. M. MARTÍN PATIÑO, «Consejo Episcopal», en La
Curia episcopal: reforma y actualización, Salamanca 1979, 127; A. VIANA, «El Consejo Episcopal, 218219).
17
Ib. 221.
22
ya tienen los vicarios generales y episcopales individualmente, para extenderla al
Consejo Episcopal, en orden a que pueda ser un órgano colegial de gobierno, por
ejemplo, para publicar normas generales para toda la diócesis, estima, sin embargo, que
esto es posible sólo si el Obispo lo determina en el acta constitutiva.18
E. El Sínodo Diocesano19
El canon 460 lo define de la siguiente manera: «El sínodo diocesano es una
asamblea de sacerdotes y de otros fieles escogidos de una Iglesia particular, que
prestan sus ayuda al Obispo de la diócesis para bien de toda la comunidad diocesana».
Naturaleza. El Sínodo diocesano es expresión de la comunión-participación de los
fieles de una Iglesia particular y de la autoridad jerárquica como servicio, en este caso
18
Cf. Ib., 219-220.
Datos históricos. En cuanto al origen y finalidad, esta institución aparece en el siglo VI. La razón
que le dio origen parece haber sido la necesidad de crear un organismo en cada Iglesia particular que
llevara a cumplimiento las decisiones del concilio provincial de Obispos. A esta primera finalidad se
añadió la de tratar en él todos los asuntos de alguna importancia de las diócesis. Por ejemplo: rendición
de cuentas de los párrocos, informe sobre el estado espiritual de las parroquias, promulgación de algunas
normas disciplinares, etc.
En sus orígenes, estaba prescrito que el sínodo diocesano se realizara en cada iglesia particular por
lo menos una vez al año. Generalmente se celebraba en muchas diócesis durante la Cuaresma. En
algunos lugares se llegó a tener dos sínodos anuales, debido a que había también dos sínodos
provinciales, es decir, el sínodo diocesano estaba en función del sínodo provincial.
Algunas veces, para no dejar a los fieles pastoralmente desatendidos, se convocaba a los párrocos
por tandas sucesivas, con lo cual se dio en la práctica que el sínodo se celebraba en varias sesiones
durante el año, de manera parcial.
Entre los componentes del sínodo diocesano, ocupa el primer lugar el Obispo, que es su presidente
nato. Luego los párrocos y los abades. Durante la época carolingia, los párrocos debían llevar consigo
algunos clérigos inferiores, encomendados a su cuidado, libros litúrgicos, vasos y utensilios sagrados,
para que pudiera comprobarse el grado de cuidado que tenían de todas estas cosas. Durante esta época,
también formaba parte del sínodo un conde que era funcionario imperial, cuya misión consistía en
obligar a asistir al sínodo a todos los que por derecho estaban obligados y se mostraban indiferentes o
reacios. En algunos sínodos tomaron parte también seglares (laicos), pero no se sabe a ciencia cierta cuál
era su misión.
Los sínodos diocesanos tuvieron gran importancia en la vida eclesiástica, durante la época
carolingia. La legislación episcopal emanaba en estrecha relación con la celebración de estas asambleas
diocesanas. Por lo menos en muchos casos, dicha legislación se discutía y se promulgaba durante la
celebración del sínodo diocesano. A la práctica sinodal antecede una práctica eclesiástica que tiene sus
orígenes en la época merovingia, pero puesto de relieve en la época carolingia.
Definición. Del griego = junto, con; y  = camino. Etimológicamente pues, Sínodo (en
latín Synodus) es una palabra de origen griego que se traduce como “camino recorrido juntos, caminando
juntos, un camino común”. En realidad, la traducción de los dos vocablos que componen la palabra,
pueden traducirse en cualquier tiempo verbal, modo y voz. Pero el término es más bien un sustantivo
genérico que se usó en los primeros siglos de la Iglesia para denominar diversos tipos de asambleas
eclesiales, originalmente de Obispos; después de clérigos en general (Obispos, Presbíteros y Diáconos), y
también de clérigos y laicos juntos. Actualmente pues, la palabra sínodo se traduce por asamblea,
reunión. Pero como no es cualquier asamblea o reunión, el código explicita su finalidad para tener un
concepto más preciso de los vocablos griegos que componen la palabra.
19
23
el Obispo diocesano que es el único que puede convocar el Sínodo y es también el
único y verdadero legislador en dicha asamblea. Desde el punto de vista canónico, se
trata de un «órgano jurídico diocesano». 20 Esta es estrictamente su naturaleza: ser un
órgano jurídico que consecuentemente supone su finalidad. Es decir, es la institución
normal, –la única instancia diocesana–, para adecuar las normas del Derecho universal
a la realidad diocesana, dictando normas particulares en orden a actualizar la legislación
particular de la diócesis.21
Finalidad. Atendiendo a la naturaleza y a la definición misma de la figura del
sínodo, se precisa explicar que no se trata de una asamblea «democrática». Si bien, el
sínodo es una expresión de participación y representatividad de todos los fieles que
forman parte de una diócesis, el mismo código subraya cuál es el carácter y finalidad de
dicha participación (Cf. c. 466).
Quienes participan en el sínodo, convocados de acuerdo a la norma del canon 463,
representan a todos los fieles que forman parte de la diócesis, pero no en sentido
jurídico sino moral. De ahí que sólo tengan voto consultivo y no deliberativo, es decir,
no actúan en nombre de la comunidad sino representando los diversos componentes de
la comunidad diocesana (estado de personas, carismas, ministerios, etc.).
Así pues, la razón o el fin de participar en el sínodo, representando los
mencionados componentes de la realidad particular diocesana, es ayudar al Obispo
diocesano con sus aportaciones para revitalizar la vida de su Iglesia particular; es una
colaboración en el ejercicio de su ministerio episcopal.
El CIC dedica sólo nueve cánones a esta institución canónica (cc. 460-468). En
ellos se habla lacónicamente de la naturaleza, finalidad, objeto, estructura,
participación, necesidad, inicio y fin del sínodo diocesano.
1.3. Función Administrativa
A. El Vicario General
La figura jurídica del Vicario general aparece junto con la de los Vicarios
episcopales en los cc. 475-481. Sin embargo, aparece también esta figura en el oficio de
los obispos auxiliares y coadjutores. Veamos. Los Obispos auxiliares de los que trata el
canon 403 §1, pero que han de ser nombrados Vicarios generales o, al menos
episcopales (Cf. c. 406, §2). Los Obispos coadjutores y auxiliares de los que trata el
canon 403 §2 (Cf. c. 406, §1).
Las condiciones para ocupar el oficio de Vicario general han de ser: Sacerdotes de
edad no inferior a los treinta años, doctores o licenciados en derecho canónico o en
teología o al menos verdaderamente expertos en estas materias, y dotados de sana
doctrina, honradez, prudencia y experiencia en la gestión de asuntos (c. 478). Hay
20
21
. Cf. Communicationes, 24, 1992, 224.
. Cf. Communicationes, 12, 1980, 315.
24
incompatibilidad en los oficios de Vicario general y el de canónigo penitenciario, c.
478, §2.
Como regla general, ha de nombrarse un solo Vicario general, a no ser que la
extensión de la diócesis, el número de habitantes u otras razones pastorales aconsejen
otra cosa (c. 475, §2). Cuando esté legítimamente ausente o impedido el Vicario
general, el Obispo diocesano puede nombrar a otro que haga sus veces (c. 477, §2). El
Obispo diocesano nombra libremente a Vicario general y puede removerlo libremente
(c. 477, §1). El Vicario general, en la praxis, es nombrado por tiempo indefinido; sin
embargo, el código en el c. 481, §1, dice que «al cumplirse el tiempo de su
mandato…», por lo que podemos deducir que el Obispo diocesano puede nombrarlo
para un tiempo determinado según se puede deducir del canon mencionado.
El Vicario general está dotado de Potestad ordinaria vicaria para ayudarle al Obispo
en el gobierno de toda la diócesis (Cf. c. 475, §1). En virtud de su oficio, al Vicario
general compete en toda la diócesis la potestad ejecutiva de régimen que corresponde al
Obispo diocesano, para realizar cualquier tipo de actos administrativos, exceptuados
aquellos que el Obispo se hubiera reservado o que, según el derecho, requieran mandato
especial del Obispo (c. 479, §1).
Dentro del propio ámbito de su competencia, corresponden también al Vicario
general las facultades habituales concedidas por la Sede Apostólica al Obispo, así como
la ejecución de los rescriptos, a no ser que se establezca expresamente otra cosa o se
hayan tenido en consideración las cualidades personales del Obispo diocesano (c. 479,
§3). El Vicario general debe informar al Obispo diocesano sobre los asuntos más
importantes por resolver o los que ya están resueltos, y nunca actuará contra la voluntad
e intenciones del Obispo diocesano (c. 480).
Cesa la potestad el Vicario general al cumplirse el tiempo de su mandato, por
renuncia, pero, quedando a salvo lo que prescriben los cánones 406 y 409, por
remoción intimada por el Obispo o cuando vaca la sede episcopal. Si el Obispo
diocesano queda suspendido de su cargo, también se suspende la del Vicario general, a
no ser que sea Obispo (c. 481, §§ 1-2).
B. Los Vicarios Episcopales
«A no ser que se hubiera establecido otra cosa en las letras apostólicas, y sin
perjuicio de lo que prescribe el § 1, el Obispo diocesano ha de nombrar al Obispo
auxiliar o a los auxiliares Vicarios generales o, al menos, Vicarios Episcopales […]» (c.
406, § 2). Hay algunas diferencias entre el Vicario general y el episcopal cuando no son
obispos, pues mientras el primero es nombrado indefinido, el segundo por un tiempo
determinado (c. 477, § 1). El oficio de Vicario general es preceptivo, mientras que el de
vicario episcopal es según las necesidades.
Pueden ser Vicarios episcopales aquellos sacerdotes que hayan llegado a la edad de
treinta años y que sean doctores o licenciados en derecho canónico o en teología o al
25
menos sean verdaderamente expertos en estas materias y estén dotados de sana
doctrina, honradez, prudencia y experiencia en la gestión de asuntos (c. 478, § 1). No
puede ser nombrado Vicario episcopal quien desempeña el oficio de canónigo
penitenciario, ni aquellos sacerdotes que sean consanguíneos del Obispo hasta el cuarto
grado (c. 478, § 2). Cuando así lo requiera el buen gobierno de la diócesis, el Obispo
diocesano puede también nombrar uno o más Vicarios episcopales [para] una
determinada circunscripción de la diócesis, o para ciertos asuntos o respecto a los fieles
de un mismo rito o para un grupo concreto de personas (c. 476).
El canon 406, § 1, establece, de manera preceptiva, que el Obispo diocesano
nombre Vicario general al Coadjutor o al Auxiliar, en caso de que le sea asignado
cualquiera de estos dos. En cambio, con relación al auxiliar o auxiliares, que le sean
asignados por petición propia, no está obligado a nombrarlos necesariamente Vicarios
generales, ya que el mismo canon 406, § 2 establece la posibilidad de que los nombre
Vicarios episcopales. En este sentido, la norma de este párrafo parece ser más
indicativa o exhortativa que preceptiva, en tanto que le deja abierta una segunda opción.
Cabe decir que el Obispo no está supeditado a nadie para nombrarlos y removerlos
(vicarios generales y episcopales). Es decir, no los elige a propuesta de nadie, ni por
votación, ni por otra razón que le obligue a observar alguna forma canónica. Sin
embargo, nada obsta que pueda pedir el parecer o voto favorable para formarse un
mejor juicio sobre la idoneidad de la persona que piensa nombrar para estos oficios.
La potestad que le compete al Vicario general en toda la diócesis, en virtud de su
oficio, compete también al Vicario episcopal, pero sólo para aquella porción de
territorio, o respecto a aquellos asuntos, o fieles de determinado rito o agrupación,
exceptuadas cuantas gestiones el Obispo se hubiera reservado a sí mismo o al Vicario
general, o que, según el derecho, requieren mandato especial del Obispo (c. 479, § 2).
Dentro de su propio ámbito de competencia, corresponde también al Vicario
general y al episcopal las facultades habituales concedidas por la Sede Apostólica al
Obispo, así como la ejecución de los rescriptos, a no ser que se establezca
expresamente otra cosa o se hayan tenido en consideración las cualidades personales
del Obispo diocesano (c. 479, § 3).
Cesa la potestad del Vicario general y del Vicario episcopal al cumplirse el tiempo
de su mandato, por renuncia y asimismo, quedando a salvo lo que prescriben los
cánones 406 y 409, por remoción intimada por el Obispo o cuando vaca la sede
episcopal (c. 481, § 1). Suspendido de su cargo el Obispo diocesano, se suspende la
potestad del Vicario general y del Vicario episcopal, a no ser que sean Obispos (c. 481,
§ 2).
C. El Moderador de la Curia
Se trata de una nueva figura introducida en el Código de 1983. En uno de los
primeros cánones propuestos y aprobados durante los trabajos de codificación se
26
hablaba de la figura de un Vicario general denominado caput curiae que tendría como
función coordinar la acción pastoral y la unidad de disciplina de toda la diócesis. Ese
Vicario general tendría que mantener un contacto frecuente con los demás Vicarios
generales y episcopales.22
Mas tarde, en el esquema de 1977 de los trabajos de codificación aparece
enunciada una nueva figura: el Moderador de la curia. De este se dice que compete,
bajo la autoridad del Obispo diocesano, coordinar los trabajos que se refieren a la
administración de toda la diócesis.23 Sin embargo, la competencia que se le quería
atribuir quedó finalmente reducida, tal como lo veremos más abajo, a la coordinación
de los trabajos que se refieren únicamente a la tramitación de los asuntos
administrativos.
El canon 473, § 2 contempla la posibilidad de que este oficio sea encomendado a
cualquier sacerdote. Creemos que la razón de fondo que le llevó al legislador a exigir el
orden sacerdotal se debe a que en el ejercicio de dicho cargo se participa directamente
de la función de régimen del Obispo, que es eminentemente pastoral, y el concepto de
pastor, según Lumen Gentium n. 28 y Presbiterorum Ordinis n. 6, sólo se aplica a los
presbíteros y a los Obispos.
Preferentemente el legislador opta porque tal oficio sea encomendado al Vicario
General o a uno de los Vicarios generales, si son varios. «A no ser que, a juicio del
Obispo, las circunstancias del lugar aconsejen otra cosa, debe ser nombrado Moderador
de la curia el Vicario General o, si son varios, uno de los vicarios generales» (c. 473, §
3).
Competencia. […] Compete coordinar, bajo la autoridad del Obispo, los trabajos
que se refieren a la tramitación de los asuntos administrativos, y cuidar así mismo de
que el otro personal de la curia cumpla debidamente su propio oficio (C. 473, § 2).
A tenor del canon 469, que describe la constitución de la Curia diocesana, podemos
afirmar que al Moderador no le compete la dirección de la actividad pastoral –la cual
puede ser encomendada a un Vicario episcopal (Cf. cc. 476 y 479, § 2)– ni tampoco el
ejercicio de la potestad judicial –que es encomendada el Vicario judicial, a los jueces,
al Procurador de justicia, al Defensor del Vínculo y a los notarios (Cf. cc.1420-1437)–.
Por tanto, únicamente le competen los asuntos administrativos que tienen alcance
para toda la diócesis, en cuanto ejerce su cargo en bien de los fieles de todo el territorio
diocesano, pero no le corresponde coordinar la actividad pastoral de los demás Vicarios
generales, si los hay, y de los Vicarios episcopales (Cf. c. 473, § 2). Tampoco le
corresponde coordinar los trabajos del Tribunal Eclesiástico, del Ecónomo diocesano y
demás oficiales de la Curia, sino sólo cuidar que cumplan debidamente su oficio.
22
Communicationes, 19, 1987, 147-148, “Ut concordi actione pastorali in universa dioecesi atque
disciplinae in eadem unitati prospiciatur, vicarii generales et vicarii episcopales frequens cum illo vicario
generali qui caput est curiae instituant colloquium modis ab episcopo dioecesano estatutis”.
23
Communicationes, 9, 1977, 254.
27
En los trabajos de codificación había aparecido una cierta delimitación de la
competencia del Moderador de la curia: «distribuir los asuntos según las diversas
competencias, conocer todos los actos administrativos, dirigir los trabajos de la Curia,
tener potestad para lograr la unidad de toda la actividad administrativa, etc.»24 Esta
redacción no paso al texto legal, por tanto, creemos que el Obispo debe establecer más
específicamente cuáles son las competencias del Moderador de la curia, máxime si se
trata de un sacerdote que no es Vicario general.
2. LA PARROQUIA, OTRAS FIGURAS CANÓNICAS Y SUS CONSEJOS DE PASTORAL Y
ASUNTOS ECONÓMICOS
A diferencia de la diócesis, que la dividimos en las funciones consultivas y
administrativas, presentamos en esta parte, en primer lugar, los institutos jurídicos de la
parroquia y algunas otras figuras jurídicas que la complementan. En segundo lugar,
presentamos la parte de la función consultiva, sobre todo en las figuras jurídicas del
Consejo de Asuntos Económicos de la Parroquia y del Consejo de Pastoral Parroquial.
2.1. Concepto de parroquia y su naturaleza
Su naturaleza original obedece al principio territorial. En la actualidad se mantiene
dicho principio, aunque puede haber variantes como el de parroquias personales o por
etnias. El Concilio Vaticano II, en el marco de la eclesiología de comunión, le ha dado
mayor relevancia al aspecto personalista de esta figura a la que define como «Certa
communitas christifidelium in Ecclesia particulari stabiliter constituta» (c. 515, §1).
Esta preferencia de corte personalista permite hablar de diversos tipos de parroquia.
El principio territorial va a ser entendido y aplicado mas como principio jurídico que
geográfico. De esta manera, el canon 518 aplica este principio:
Como regla general, la parroquia ha de ser territorial, es decir, ha de comprender a
todos los fieles de un determinado territorio; pero, donde convenga, se constituirán
parroquias personales en razón del rito, de la lengua o de la nacionalidad de los fieles
de un territorio, o incluso por otra determinada razón.
La parroquia es pues el conjunto de fieles y no tanto el lugar, aunque claro está que
los fieles se circunscriben en un determinado territorio. Por eso el CIC 83 no elimina
este principio, pero lo transforma y lo llama principio de jurisdicción.
Para precisar el concepto de Parroquia debe tenerse en cuenta que el CIC se está
refiriendo a una determinada comunidad de fieles cristianos que son una parte de la
Diócesis, y no a cualquier grupo de personas. Esta comunidad de fieles cristianos,
llamada parroquia, desde el punto de vista eclesiológico, la forman sólo los bautizados
católicos que viven en esa jurisdicción territorial.
24
Communicationes, 24, 1992, 46.
28
Podemos encontrar otros grupos de personas dentro de esa jurisdicción, pero que no
son personas físicas ante la misma. Por ejemplo: desde el punto de vista geográfico,
todos los que tienen domicilio dentro de los límites territoriales de la jurisdicción
parroquial (cristianos no católicos, otras denominaciones religiosas no cristianas, no
creyentes…); y desde el punto de vista social los que hablan la misma lengua, o tienen
las mismas costumbres, o son de de la misma nacionalidad pero no son miembros de la
Iglesia.
Podemos decir que la Parroquia es una Comunidad de comunidades en donde se
hace visible la única Iglesia de Jesucristo, en donde todos pueden reunirse en torno a la
Eucaristía y sentirse hijos de un mismo Padre, en donde todos los seres humanos tienen
cabida.
Es necesario advertir que la Iglesia católica ha considerado importante privilegiar
dos aspectos: el territorial y el eclesiológico, que conjugados por el principio de
jurisdicción canónica, por razones de organización y de servicio, y en orden a la
salvación de los hombres, le dan a la figura parroquial una existencia y personalidad
concreta. Esta personalidad jurídica queda mejor definida por otra figura: la del
Párroco.
A manera de conclusión, podemos decir que la Parroquia es una célula de la Iglesia
diocesana y a la vez de la Iglesia universal, en donde la communitas christifidelium es
el elemento personal y fundamental, mientras que el territorio sólo es un medio para
determinar localmente (localiter) dicha comunidad de fieles.25 La parroquia es entonces
una Congregación local de fieles cristianos que celebran la misma fe, los mismos
sacramentos y viven bajo el mismo régimen eclesiástico, es decir, son guiados por un
Presbítero, al que se le denomina Párroco, que es su Pastor propio, el cual ejerce la cura
pastoral establemente (servicio, cuidado y atención espiritual, además de la
administración de los bienes de la Iglesia de que hace uso la comunidad parroquial),
bajo la autoridad del Obispo diocesano.
2.2. Tipos de Parroquias
A. Parroquia y Cuasiparroquia territorial
Partimos del principio de que toda diócesis debe dividirse en partes distintas o
parroquias (Cf. c. 374), pues la finalidad es facilitar la cura pastoral. El principio
territorial es aplicado por el CIC de la misma manera para determinar la figura de la
Iglesia particular llamada diócesis y para la parroquia. Por tanto, la parroquia es una
determinada circunscripción, territorio, con límites bien establecidos, al igual que la
diócesis, de manera que comprenda a todos los fieles de ese determinado territorio (Cf.
cc. 518 y 372).
25
. Cf. JOSÉ LUIS SANTOS, «Parroquia, Comunidad de fieles», en Nuevo Derecho Parroquial, BAC
501, Madrid 1990, 5-6.
29
La figura analogada originalmente a la parroquia es la cuasiparroquia, la cual es
definida por el canon 516, §1, del CIC 83, como «una determinada comunidad de fieles
dentro de la Iglesia particular encomendada, como pastor propio, a un sacerdote, pero
que, por circunstancias peculiares, no ha sido erigida aún como parroquia»
El §2 del mismo canon 516 expresa la posibilidad de que ciertas comunidades que
no puedan ser erigidas como parroquias o cuasiparroquias no deben de ser descuidadas
o abandonadas, sino que el Obispo diocesano debe proveer de otra manera a la cura
pastoral de las mismas. Estas posibilidades pueden ser múltiples según las
circunstancias de los tiempos, de los lugares y de las personas. Estas posibilidades
quedan a juicio del Obispo diocesano porque no han sido especificadas en el actual
Código de derecho canónico. Sin embargo el Directorio para el Ministerio de los
Obispos Ecclesiae Imago, que no utiliza el término de «cuasiparroquia», pues es un
documento de 1973 (Cf. nn. 174, 180 y 183), especifica otras formas para su tiempo:
«vicarías o iglesias subsidiarias», «misiones con cura de almas» y «centros o casas
pastorales». Hoy encontramos otras.
B. Parroquia personal
Pueden erigirse otras figuras semejantes a la parroquia, las cuales son denominadas
parroquias personales. El principio territorial permanece incólume en este tipo de
situaciones, dado que el criterio de división de la comunidad de fieles cristianos
originalmente constituida como parroquia territorial, obedece a otras razones de índole
personal como la lengua, la nacionalidad, el rito, la cultura, etc.
Se aplica el mismo principio y los mismos criterios del canon 372, §2, para erigir
dentro de un mismo territorio, parroquias distintas en atención a la conveniencia
pastoral de la misma diócesis más que de la parroquia. Como de la misma manera,
«pueden erigirse dentro de un mismo territorio Iglesias particulares distintas por razón
del rito de los fieles o por otra razón semejante». Cf. c. 372, §2.
Consideramos que ha de juzgar el Obispo diocesano esta conveniencia o no de
erigir alguna parroquia personal, así como le compete a la Autoridad Suprema juzgar si
conviene erigir dentro del mismo territorio Iglesias particulares distintas y no al Obispo
diocesano o quien se asemeje a él.
Una de las razones para la creación de nuevas figuras como la de la parroquia
personal, lo es la problemática de movilidad humana hoy día, que empezó
fundamentalmente después de la segunda guerra mundial, ha hecho necesaria la
creación de nuevos sistemas de organización pastoral en la Iglesia. De este modo, se
han superado ciertas dificultades de centralismo eclesial para facilitar la constitución de
nuevas figuras canónicas que repercutan en beneficio del pueblo de Dios.
30
Anteriormente se requería indulto pontificio para la constitución de parroquias
personales en una diócesis. Pero la constitución apostólica Exul patria26 autorizó a los
Ordinarios del lugar establecer parroquias personales para comunidades de fieles del
mismo idioma o nacionalidad, cuya cura pastoral debía confiarse a sacerdotes con
jurisdicción parroquial personal cumulativa con la del párroco del lugar. Dicha carta
apostólica superó la legislación del Codex de 1917 y subrayó que en adelante no habrá
necesidad de recurrir a la Santa Sede para poder constituir parroquias personales, sino
que queda a criterio del Ordinario del lugar la decisión de erigirlas.
Cabe señalar que la creación de parroquias personales es más factible en la Iglesia
particular que se asemeja a la diócesis, tales como, la Prelatura y Abadía territoriales, la
Prefectura, la Administración y el Vicariato apostólicos, vicariato castrense u otros
ordinariatos.
C. Parroquia in solidum
Ciertamente una novedad introducida en el CIC actual, no es novedad en cuanto
que se manejó entre canonistas esta figura jurídica desde antes del CIC 17, pero que no
fue finalmente aceptada por la Santa Sede y por lo mismo no se introdujo en el
código.27
La figura jurídica de parroquia in solidum la encontramos en el c. 517, §1. El
estatuto jurídico contempla a un grupo o equipo de sacerdotes, pero realmente el
párroco lo es el moderador del equipo o grupo de sacerdotes, aún cuando al equipo se le
den las atribuciones de párrocos. La razón de un solo párroco la encontramos en el
principio que se maneja en el c. 526, donde a cada parroquia corresponde un solo
párroco. Cf. cc. 527, §2 y 542, n. 3. Esta figura que nace por muchas necesidades: falta
de clero y muchas parroquias; necesidad de los sacerdotes diocesanos para vivir en
comunidad y apoyarse mutuamente… ayuda a manejar una pastoral más específica en
una o varias parroquias, en decanatos, zonas pastorales…
2.3. Otras figuras canónicas
A. Las Rectorías
a. Naturaleza de la Rectoría según el CIC 83
Es «…una iglesia no parroquial ni capitular, ni tampoco aneja a la casa de una
comunidad religiosa o de una sociedad de vida apostólica» (c. 556). Sin embargo, se
entiende que es «…un edificio sagrado destinado al culto divino, al que los fieles tienen
derecho a entrar para la celebración, sobre todo pública, del culto divino» (c. 1214).
26
. Const. ap. Exul Patria, de 1 de Agosto de 1952: AAS 44 (1952), 649-670.
cf. L. DE J. HERNÁNDEZ M.-KRIKOR GREGORIO CHAHINIAN, La Constitución Jerárquica de la
Iglesia Católica. Iglesia Latina-Iglesias Orientales, Publicaciones Universidad Pontificia de México,
México 2008, 210-212.
27
31
No pretende la cura de almas como es propio de las parroquias, ya que se le confía
primariamente un templo para la celebración del culto y no una comunidad determinada
de fieles. Aunque sabemos que en este caso la finalidad es atender a los fieles que
concurran a este templo.
La rectoría no tiene jurisdicción propia, está enclavada dentro de la jurisdicción de
la parroquia a donde pertenece la iglesia o capilla. De esta manera se salva la atención o
el cuidado de las almas «cura de almas». Sin jurisdicción propia no tiene tampoco la
carga de libros de sacramentos, por lo que los asientos de actas se llevan en la sede
parroquial.
Según la diócesis, la rectoría podrá tener o no personalidad jurídica. Donde la tenga
habrá que observar las normas propias del derecho canónico28 y de la Ley de
Asociaciones Religiosas y Cuto Público.
b. Cuestiones pastorales
En el caso de implementar una pastoral en la rectoría, el rector habrá de
compaginarla con la pastoral de la parroquia a la que pertenece su jurisdicción y al Plan
Pastoral Diocesano.
Catequesis: siguiendo los lineamientos del Plan de Pastoral Diocesano y el consejo
de Catequesis, sígase lo pertinente a las evangelizaciones y catequesis, tanto para niños
como para jóvenes y adultos.
c. Sacramentos
Conviene compaginar el derecho parroquial con el de la rectoría en la celebración
de los bautismos, confirmaciones, primeras comuniones y matrimonios. Por tanto
habrán de observarse las tramitaciones canónicas y pláticas pre sacramentales en común
acuerdo entre Párroco y Rector. Las actas habrán de asentarse en los libros
parroquiales; los traslados de matrimonios habrán de pasar por la Parroquia.
Como en todo derecho particular, conviene especificar que los casos no
contemplados se dejan a la autoridad competente para que dictamine lo pertinente a
cada situación.
Son Iglesias no parroquiales ni capitulares, ni tampoco anejas a la casa de una
comunidad religiosa o de una sociedad de vida apostólica, cuya cura pastoral se confía
a un sacerdote para que celebre en ella los oficios. (c. 556). Sin embargo, los rectores
de estas iglesias no pueden realizar en ellas las funciones parroquiales de las que trata el
canon 530 nn. 1-6, sin el consentimiento del párroco, o, si llega el caso, la delegación
del párroco (c. 558); Sí pueden celebrar la celebración eucarística solemne del domingo
y de las fiestas de precepto y otras funciones litúrgicas solemnes o parroquiales, sin
necesidad de pedir el consentimiento del párroco, pero siempre y cuando no causen de
28
Cf. cc. 114-123; 1279 y 1280-1288.
32
ninguna manera perjuicio al ministerio parroquial y así lo haya determinado el
Ordinario del lugar (Cf. cc. 530 n. 7, 558-560).
B. Capellanías
a. Origen de las capellanías
Después de la segunda guerra mundial, se acentuaron los problemas de la
migración, de los perseguidos políticos, del flujo de los militares de un lugar a otro, etc.
Además de la atención pastoral a aquellos feligreses que de manera ordinaria, por su
género de vida, no puedan gozar de la atención ordinaria por parte de los párrocos (cf.
c. 568).
Además de los documentos del magisterio eclesiástico, que se presentan desde el
1951 en estas notas a pié de página, encontramos la preocupación de documentos
conciliares y postconciliares que nos ayudan a conocer como se va estructurando el
nuevo instituto jurídico de los capellanes, según el CIC 83. Veamos.
En el Decreto Christus Dominus, 18 habla de la preocupación por aquellos fieles
que «no pueden gozar suficientemente del cuidado pastoral, común y ordinario de los
párrocos o carecen totalmente de él, como son la mayor parte de los emigrantes, los
exiliados y los prófugos, los navegantes por mar o aire, los nómadas y otros por el
estilo…».
Al final del Concilio, el Papa Paulo VI, elabora un documento, como Motu proprio,
para dar las normas para la aplicación de algunos decretos del Concilio Vaticano II. El
Motu proprio de Pablo VI, se llamó Ecclesiae Sanctae, y salió con fecha 6 de agosto de
1966.29
En este M.p., en el I, 4 habla de sacerdotes del clero secular que habrán de tener
una formación especial como capellanes, sea para el campo de misión, sea para otra
pastoral especializada. Terminará, 3 años más adelante, de concretizarse en otro
documento pontificio sobre el cuidado de la pastoral de emigrantes.30
Años más tarde, 1973, aparece otro documento de la Congregación de los Obispos,
que se conoce de dos maneras, este documento es: Directorium de pastorali ministerio
Episcoporum o Ecclesiae imago.31 En este documento, en la Segunda sección, dentro
de las estructuras de la diócesis, en el Capítulo I, número II. La Parroquia, en el número
180 encontramos el título De subsidiariarum ecclesiarum et oratorium erectione, donde
29
PAULUS PP. VI, Litterae apostolicae motu proprio datae Ecclesiae sanctae quipus normae ad
quaedam exsequenda ss. Concilii Vaticani II decreta statuuntur, 6 augusti 1966: AAS 58 (1966) 757-758;
Normae: AAS 58 (1966) 758-787.
30
Cf. SCE, Instr. Nemo est De pastorali migratorum cura, n. 23, §2, en AAS 61 (1969) 625. EV 3, n.
1536.
31
SACRA CONGREGATIO PRO EPISCOPIS, Directorium Ecclesiae imago de pastorali ministerio
episcoporum, 22 februari 1973: Typis Polyglottis Vaticanis 1973, pp. 254.
33
dice que hay que erigir «otras capillas o templos auxiliares en las localidades en las que
se vive o a donde se va por motivos especialmente de salud o de vacación, como
también junto a las carreteras, las estaciones del ferrocarril, las autopistas, los
aeropuertos…».
Más adelante, en el n. 183 dirá: «Cuando el flujo de los emigrantes a las ciudades
de la diócesis, especialmente en las más grandes, fuera notable y continuo y fuera
difícil instituir nuevas parroquias, el Obispo puede, al menos, instituir… las llamadas
misiones con cura de almas, o también casas pastorales o centros pastorales».
Pocos años después, 1978, pero antes del nuevo código, aparecerán documentos del
Pontificium Consilium de Spirituali Migratorum atque Itinerantium Cura, llamado así
hasta el 28 de junio de 1988, donde la C.a. Pastor Bonus, le cambia el nombre, ahora
como Pontificium Consilium de Spirituali Migrantium atque Itinerantium Cura. El
documento de 1978 se llamará «Nella sua sollecitudine».32
Este largo itinerario de los capellanes tendrá por primera vez una inclusión en el
Schema novissimum del nuevo CIC en proceso, con fecha 20 de octubre de 1981. Era la
primera vez que se pensaba en un grupo de cánones referidos a los capellanes. 33 Así
culminaba el largo itinerario de esta figura para pasar al nuevo CIC 83 en los cánones
564-572. Quedaba, pues, en el Liber II: De populo Dei, Pars II: De Ecclesiae
constitutione hierarchica, Sectio II, Titulus III: De interna ordinatione Ecclesiarum
particularium, Caput VIII: De ecclesiarum rectoribus et de cappellanis, Art. 2. De
cappellanis: cc. 564-572.
b. Variedad de capellanías
En el blocke de cánones que tratan el tema de los capellanes (cc. 564-572),
encontramos las siguientes figuras o perfiles: 1) capellán de hospitales, 2) capellanes
penitenciarios, 3) capellanes marítimos [c. 566, §2], 4) capellán de un instituto religioso
laical [c. 567, §1], 5) Capellanes para emigrantes, desterrados, prófugos, nómadas [c.
568] y 6) capellanes castrenses. [c. 569].
Hay una figura mixta donde se conjuga el rector de iglesia y el capellán. Lo
encontramos en el c. 570, que al jugar con esta figura dirá que «Si hay una iglesia no
parroquial aneja a la sede de una comunidad o de un grupo, sea capellán el rector de la
misma iglesia…».
Fuera de este blocke de cánones, encontramos en el c. 317, §1, y refiriéndose
también al c. 312, §1, que dice «…pero compete a la autoridad eclesiástica nombrar el
capellán o asistente eclesiástico, después de oír, cuando sea conveniente, a los oficiales
mayores de la asociación». Es decir, la figura de capellán es más necesaria de lo que
imaginamos, pues hay que pensar en las capellanías universitarias y otro tipo de
capellanías que requieren de una legislación particular para cada caso.
32
33
Cf. PCSMIC, Litt. Cir. Nella sua sollecitudine, 26 mayo 1978, en AAS 70 (1978) 357-378.
Cf. Communicationes 14 (1982) 230.
34
c. Capellanes castrenses
El c. 569 remite a leyes especiales dadas por la Sede Apostólica. Por esta razón
conviene hacer un poco de historia acerca de los capellanes castrenses.
El documento eclesiástico que reforma las leyes especiales para los Ordinariatos
militares es la Const. ap. Spirituali militum curae.34 A partir de este momento, los
ordinariatos militares se asimilan jurídicamente a la diócesis, pero son
circunscripciones eclesiásticas peculiares que se rigen por sus propios estatutos que
estableció la Santa Sede.35
Este ordinariato militar tiene un obispo al frente que tiene jurisdicción personal,
ordinaria, propia y cumulativa con la del Obispo diocesano donde se encuentren los
feligreses del ordinariato.
Los capellanes militares tienen en su jurisdicción los deberes y derechos de los
párrocos.36
2.4. Funciones Consultivas en las Parroquias
A. El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos
a. Principio general del Derecho universal
El canon 537 prescribe:
«En cada parroquia ha de haber un consejo de asuntos económicos que se rige, además de
por el derecho universal, por las normas que haya establecido el Obispo diocesano, y en el
cual los fieles, elegidos según esas normas, prestan ayuda al párroco en la administración
de los bienes de la parroquia, sin prejuicio de lo que prescribe el c. 532».37
Al analizar el canon 537 hemos de tener en cuenta los siguientes elementos: 1). la
parroquia es un ente jurídico público, a tenor del c. 515, §3; 2). los asuntos económicos,
por tanto, han de manejarse según los cánones del Libro V del CIC 83, concretamente
los cc. 1281-1288; 3). El c. 1280 es principio general para toda persona jurídica, por
tanto aplicable al canon 537 y 4). El párroco representa a la parroquia en todos los
negocios jurídicos.
Por tanto, el canon 537 se refiere a una persona jurídica pública como es la
parroquia. Al prescribir el consejo de asuntos económicos para las parroquias, no hace
sino repetir el principio general establecido en el canon 1280, según el cual, cada
34
IOANNES PAULUS PP. II, Const. ap. Spirituali militum curae, 21 apr. 1986, en AAS 78 (1986) 481-
486.
35
IBIDEM, art. 1, §1, p. 482.
IBIDEM, arts. 7 y 10, pp. 484-485.
37
Cf. c. 537. «In unaquaque paroecia habeatur consilium a rebus oeconomicis, quod praeterquam
iure universali, regitur normis ab Episcopo dioecesano latis et in quo christifideles, secundum easdem
normas selecti, parocho in administratione bonorum paroeciae adiutorio sint, firmo prescrito can. 532».
36
35
persona jurídica debe tener un consejo o, al menos, dos consejeros que asistirán al
administrador nato en el cumplimiento de sus responsabilidades. Por tal motivo, el
consejo de asuntos económicos es obligatorio, y no opcional para cada parroquia, por
mandato mismo del Legislador.38
El carácter de obligatoriedad del consejo de asuntos económicos para la parroquia
prevé que en ningún caso los párrocos, aún cuando representan a la parroquia en los
negocios jurídicos, puedan solos administrar los bienes de la parroquia. Cosa que en la
práctica ocurre con demasiada frecuencia, o mejor dicho, como algo normal y ordinario
en nuestras parroquias.
No obstante, que la sola norma del Código lo hace obligatorio, el Obispo debe dar
normas concretas para establecer este consejo. Luego, una vez que el Obispo haya
dictado normas sobre su constitución y algún párroco no lo estableciera, pueden los
fieles recurrir al Obispo y denunciar la inadvertencia del párroco y solicitar su
intervención.
En caso de que el Obispo no haya dado normas para tal efecto, no significa que el
párroco deba esperar hasta que esto ocurra para establecer dicho consejo, ya que puede
seguir las mismas normas que el Código señala para el ámbito diocesano, desde luego
mutatis mutandis.39
aa. Importancia de su constitución
Aunque la importancia del consejo de asuntos económicos para la administración
de los bienes de la Iglesia la haré notar, mejor, en la segunda parte cuando hable de sus
tareas o funciones, sin embargo, es conveniente ya desde ahora señalar dos aspectos
que subrayan su importancia en la vida parroquial: primero, por su significado y
segundo por sus funciones.
El canon 537 es una nueva ley que tiene que ver notablemente con los principios de
comunión, participación y corresponsabilidad, establecidos y elaborados con ahínco por
los Padres conciliares del Vaticano II. Por tanto, la inexistencia del consejo de asuntos
En el texto inicial se decía: “Ubi adiuncta id suadent, in unaquaque paroecia habeatur…” (“Donde
lo que ha agregado así lo recomiende, en cada parroquia se ha de tener…”). En las comisiones se fueron
dando desacuerdos mencionados en «Communicationes», 13 (1981), 307-308: “Mons. Secretario piensa
que el canon no es estrictamente necesario porque se pone ya la norma general en De munere
patrimoniali, por el cual todas las personas jurídicas deben tener el consejo de administración. Se debe
conservar, propone juntamente con el Relator, el texto siguiente: “In unaquaque paroecia habeatur
consilium a rebus oeconomicis, quod, praeterquam iuri universali, regitur a normis ab episcopo
dioecesano latis…” (“Debe haber en cada parroquia un consejo de asuntos económicos, el cual además
del derecho universal se rija por las normas dadas por el Obispo diocesano…”). Es claro notar que la
obligatoriedad del consejo de asuntos económicos depende de la obligatoriedad general que tienen las
personas jurídicas de tener un consejo de administración (Cf. cc. 1280ss), y se debe tener presente que
las normas específicas sobre la administración de los bienes temporales se encuentran en libro V, de
hecho se dice “praeterquam iure universali”.
39
Tener presente lo dicho en la nota anterior.
38
36
económicos en la parroquia es quizás una manifestación de que aún no ha calado la
doctrina conciliar.
Es necesario considerar que la participación, sobre todo de los laicos, en los
diversos consejos que el legislador contempla que pueden colaborar y participar, es una
manera de ejercitar y hacer valer su derecho a cooperar en la edificación de la Iglesia, a
manifestar su opinión sobre aquello que pertenece a su bien y subvenir a sus
necesidades, no sólo con su dinero sino también con su trabajo y sus valiosas
opiniones.40
Por otra parte, queremos subrayar que el consejo de asuntos económicos en las
parroquias es importante, por su finalidad que consiste fundamentalmente en ayudar al
Párroco en la administración de los bienes de la persona jurídica, sin menoscabo de sus
derechos y obligaciones.
El Concilio Vaticano II, en el decreto que trata sobre el apostolado de los laicos, ya
advertía que la participación y colaboración de los fieles laicos son bastas, las cuales no
se reduce a la función de enseñar, sino también a la función de santificar y a otros
ámbitos en que su competencia y pericia sean probadas. Así lo señala el texto:
Los laicos […] con su pericia personal contribuyen a un cuidado más eficaz de la vida
cristiana de las personas y también a la administración de los bienes de la Iglesia. La
Parroquia, sigue el texto, ofrece un clarísimo modelo de apostolado comunitario […] Los
laicos han de acostumbrarse a trabajar en la parroquia íntimamente unidos con sus
sacerdotes […]»41
Este es un lugar específico en el que los laicos deben asumir funciones de mayor
responsabilidad, es un campo en el que tienen mucho que aportar para la buena marcha
de la Iglesia.
Es necesario subrayar, que el carácter eclesial del Consejo Parroquial de Asuntos
Económicos está por encima de la misma competencia de los miembros, ciertamente
éstos deben ser elegidos en base a su competencia y pericia en los asuntos económicos
y administrativos, pero no debe olvidarse que, ante todo, son fieles llamados a un
servicio que deben desarrollar no sólo a partir de criterios puramente técnicos y
económicos sino también en referencia directa con los principios de orden
específicamente eclesiales, en los que se encuentran en primer lugar los fines propios
de los bienes temporales de la Iglesia42, y que son los que dan origen a los mismos
bienes.
b. Normas que rigen el Consejo Parroquial de Asuntos Económicos
40
A. W. BUNGLE, Órganos y oficios de ayuda al obispo diocesano en la administración de los bienes
temporales, 32.
41
CONCILIO VATICANO II, Decr. Apostolicam Actuositatem, sobre el apostolado de los laicos, n. 10a
42
Can. 1254, §2. Fines propios son principalmente los siguientes: sostener el culto divino, sustentar
honestamente al clero y demás ministros, y hacer las obras de apostolado sagrado y de caridad, sobre
todo con los necesitados.
37
ba. Derecho universal
Las normas que rigen el Consejo Parroquial de Asuntos Económicos son, en primer
lugar, las dadas por el derecho universal. Hay que señalar, sin embargo, que se
contienen escasas normas sobre este particular en el Código vigente.
En concreto, las normas universales, a las que debe sujetarse el Consejo Parroquial
de Asuntos Económicos, son los cánones 1273-1289,43 que tratan sobre la
administración de los bienes eclesiásticos en general y, por analogía, al Consejo
Diocesano de Asuntos Económicos los cánones 492-493.44
Por lo que toca al canon 537, allí se concentran: la disposición de carácter
preceptivo; la exigencia de regulación del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos a
partir de las normas universales; la posibilidad subsidiaria de establecer normas
particulares para tal efecto, y la finalidad peculiar de tal Consejo que consiste en ayudar
al párroco en la administración de los bienes de la parroquia, como ya lo hemos
señalado anteriormente. Nótese que el legislador universal no desciende a detallar las
funciones del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos, ni tampoco a los modos en
que los fieles laicos deban prestar su ayuda al párroco.
Considero acertada la decisión del Legislador universal de dejar a la ley particular
esta ulterior especificación, pues, en esta materia, son muy distintas las realidades en
las diferentes regiones, e inclusive en las mismas parroquias de cada Iglesia particular.
bb. Derecho particular
Como lo hemos señalado reiteradamente, las normas específicas sobre la
constitución y regulación del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos son
encomendadas al legislador particular, según su prudente juicio45. Al obispo le compete
legislar sobre todo lo referente a la administración de los bienes eclesiásticos, dentro de
los límites de su territorio, razón por la cual consideramos que el legislador universal,
aplicando el principio de subsidiariedad deja en sus manos la determinación de las
especificaciones pertinentes.
Las normas particulares dadas por el Obispo, pueden útilmente consistir en unos
estatutos y en un reglamento, en donde se disponga sobre la forma de constitución del
Consejo Parroquial de Asuntos Económicos, sobre su composición y sobre las
43
Cfr. J. L. ROQUE PÉREZ, De los Bienes Temporales de la Iglesia, Comentarios al Libro V del CIC
83, México, D.F. 2003, 53-88.
44
A. S. SÁNCHEZ-GIL., Comentario al canon 537, 1292.
45
Al respecto, Alejandro W. Bungle dice: “Muchos autores se han referido ya al Código vigente
como una ley marco, que debe ser concretada en muchos casos por la ley particular. Esto puede decirse
especialmente de las normas sobre los consejos de asuntos económicos. También en este caso, la eficaz
aplicación de la ley universal, cuya finalidad es siempre la salvación de los hombres (can. 1752),
dependerá en gran manera de su concreción en la ley particular”. A.W. BUNGLE., «Los consejos de
asuntos económicos», en Anuario Argentino de Derecho Canónico 5 [1999] 67.
38
funciones específicas del mismo, así como de la participación y colaboración de sus
miembros.
El Obispo diocesano, por ejemplo, puede determinar los casos en los cuales el
párroco necesita consultar al consejo de asuntos económicos para la validez de los actos
administrativos; para pedirles su parecer sobre las acciones que rebasan su
administración ordinaria, en orden a solicitar la eventual confirmación y autorización a
la autoridad competente.
bc. El representante legal de la parroquia y administrador nato
El canon 537 garantiza y protege los derechos del párroco, en cuanto que él es el
administrador nato y representante legal de la parroquia,46 Por eso, consideramos que el
derecho particular no puede quitarle al párroco la representación jurídica de la
parroquia,47 o sea, no puede el obispo, no podrá disponer, por ejemplo, que el
presidente del Consejo Parroquial de Asuntos Económicos sea alguien distinto del
párroco, o que tal función sea rotativa entre los miembros.
Para subrayar aún más esta idea, queremos advertir que el derecho universal
descarga en el párroco la responsabilidad inmediata de la administración de los bienes
parroquiales. Por eso, consideramos que los párrocos son los únicos –de entre los
administradores de las personas jurídicas– a quienes el derecho universal no les exige
que designen un ecónomo. Creemos que no se trata de un privilegio, sino de una
exigencia que obliga al párroco a velar para que los bienes parroquiales a él confiados
no perezcan o sufran detrimento alguno.
Por su parte, el párroco no podrá ser privado o removido de su oficio de
administrador sin causa justa y razonable (cf. cann 1279, §1; 1289; y 1741, n. 5), la
cual, sin embargo, deberá demostrase mediante el proceso establecido para tal fin (cf.
cann. 1742-1747).
bd. Administración de los bienes parroquiales
El párroco, como responsable nato de la administración de los bienes de la
parroquia, debe conducirse bajo la normativa que resguarda la seguridad de los bienes y
el ejercicio responsable de los administradores (cf. cann. 1273-1289). Teniendo en
cuenta la importancia que en esta materia se confiere al principio de subsidiariedad
En el caso del consejo de asuntos económicos no se trata de un órgano de gobierno pero, “como lo
señala la realidad, sí de un marcado influjo en el buen gobierno de una vertiente importante de la vida
parroquial, y, desde nuestro punto de vista, es un modo de eficaz presencia y autoresponsabilidad de la
comunidad en su misma vida y actividad”. J. M. DÍAZ MORENO, «El gobierno de la parroquia», en XVI
Jornadas de la Asociación Española de Canonistas [Madrid, 10-12 de abril de 1996], Salamanca 1999,
165-166.
47
«Non si ammette in fatti la proposta di un organo consultivo secondo il cuale il diritto particolare
potrebbe togliere al parroco la reppresentanza giuridica della parrocchia», Cf. Communicationes, 13
(1981) 284.
46
39
habrá que considerar también lo que el derecho particular determine cuanto a él
corresponde, que sería el caso de los estatutos y reglamentos aprobados por el
Ordinario.48 Por otra parte, todo administrador de los bienes de una persona jurídica
pública eclesiástica deberá estar atento y observar las normas del derecho civil del país
correspondiente en materias de bienes patrimoniales.
Ahora bien, respecto a los bienes eclesiásticos, la Iglesia mantiene un dominio
diferenciado, pues los bienes pertenecen a la persona jurídica pública que los haya
adquirido legítimamente,49 la administración inmediata, a su vez, corresponde a quien
rige la persona jurídica pública50, bajo la vigilancia del respectivo Ordinario a quien
esté sometida la persona jurídica pública, en nuestro caso la parroquia,51 y, finalmente,
el Ordinario administra los bienes que pertenecen a las personas jurídicas públicas que
están a su cuidado y vigilancia, bajo la autoridad suprema del Romano Pontífice,52 en
cuanto administrador y distribuidor supremo de todos los bienes eclesiásticos.53
Dicho lo anterior, el párroco, desde el momento mismo de tomar posesión de la
parroquia debe: Prometer solemnemente, mediante juramento ante el Ordinario o su
delegado, que administrará bien y fielmente los bienes parroquiales;54 Recibir o
preparar cuanto antes el inventario exacto y detallado de los bienes inmuebles, de los
bienes muebles, tanto preciosos como pertenecientes, de algún modo, al patrimonio
cultural.55
El párroco está obligado a cumplir su función de administrador de los bienes
parroquiales con la diligencia de un buen padre de familia.56 Por tanto, deberá: Vigilar
para que todos los bienes encomendados a su cuidado no perezcan en modo alguno, ni
sufran daño; Cuidar de que la propiedad de los bienes eclesiásticos se asegure por los
medios civilmente válidos; Observar las normas canónicas y civiles, las impuestas por
el fundador o donante, o por la legítima autoridad, y cuidar, sobre todo, de que no
sobrevenga daño para la Iglesia por la inobservancia de las leyes civiles; Cobrar
diligentemente, y en el modo oportuno, las rentas y producto de la los bienes, conservar
de modo seguro los ya cobrados y emplearlos adecuadamente; Pagar puntualmente el
interés debido por préstamos o hipotecas, y cuidar de que el capital prestado se
devuelva a su tiempo; Con el consentimiento del Ordinario, aplicar a los fines de la
parroquia el dinero que sobre del pago de los gastos y que puede ser invertido
productivamente; Llevar, con esmero y diligencia, registro en los libros de entradas y
salidas; Quedando reprobada la costumbre contraria, los párrocos deben rendir cuentas
48
Z. COMBALIA, Introducción al título II del libro V, 104.
Can. 1256
50
Can. 1279, §1
51
Can, 1276, §1
52
Can. 1256
53
Can. 1273
54
Can. 1283, n.1
55
Can. 1283, n.2
56
Can. 1284, §1
49
40
cada año al Ordinario de lugar y según las normas que determine el derecho particular a
los fieles, acerca de los bienes que ellos entregan a la Iglesia;57 Ordenar debidamente y
guardar en el archivo los documentos e instrumentos en los que se fundan los derechos
de la parroquia sobre los bienes patrimoniales; Hacer presupuesto anual de entradas y
salidas según lo establezca el derecho particular.58
En lo que se refiere a los contratos de trabajo, los párrocos han de observar
cuidadosamente las leyes civiles en materia laboral y social; y pagar un salario justo y
honesto al personal contratado.59
Los párrocos no deben incoar un litigio en nombre de la parroquia ni contestar, si
es el caso, a la demanda interpuesta en el fuero civil contra la parroquia, sin haber
obtenido previamente licencia del Ordinario, dada por escrito.60
be. Consejo Parroquial de Asuntos Económicos: es un órgano de colaboración
Insistimos en que el consejo parroquial de asuntos económicos es un órgano de
colaboración, prescrito en orden a colaborar con el párroco para que éste desempeñe
una correcta administración de los bienes temporales de la parroquia; y es a esto a lo
que deben conducir también las normas en materia económica y el reglamento o
estatutos que el Obispo debe aprobar para su funcionamiento.
De ninguna manera debe pretenderse controlar o entorpecer la actividad del párroco
en el ejercicio de su deber como administrador nato de los bienes patrimoniales de la
parroquia. Será precisamente la legislación particular la que determine, de acuerdo con
su naturaleza y finalidad, todo lo que se refiere a la composición del Consejo Parroquial
de Asuntos Económicos, a su organización interna y, sobre todo, a las tareas concretas
que debe desempeñar.
La legislación actual reconoce a los laicos su competencia en materias de índole
económica y administrativa, organizacional y legal. Por eso, subraya el valor y la
importancia que tiene su colaboración con los pastores de la Iglesia, y no solamente en
este campo de la administración de los bienes, sino en otros ámbitos que comprende la
misión de la Iglesia.61
57
Can. 1287, §§ 1y2
Can 1284, §§ 2y3
59
Can. 1286, nn. 1 y 2. En esta materia hay mucho por hacer, cuando el legislador habla de salario
justo y honesto no hay que entender que se trata de un salario legal al que muchas veces nos limitamos,
por eso añade, “de manera que éste pueda satisfacer convenientemente las necesidades personales y de
los suyos”. Sobre el § 1 también hay que hacer notar la canonización de la ley civil en esta materia por
tanto, hay el deber de observarla como ley de la Iglesia. Cfr. J. L. ROQUE PÉREZ, De los Bienes
Temporales de la Iglesia, Comentarios al Libro V del CIC 83, México, D.F. 2003, 81-82.
60
Can. 1288
61
El Vaticano II insistentemente recomienda que los laicos deben llegar a estar más y más
involucrados en la administración de la parroquia y de la diócesis. (Cf. LG, 37; AA, 26).
58
41
Debemos señalar que el legislador no reserva a los varones esta colaboración.
Cuando habla de los fieles laicos que pueden ser llamados a integrar el Consejo
Parroquial de Asuntos Económicos, emplea una terminología genérica, de modo que ha
de entenderse que pueden formar parte del mismo las mujeres, siempre y cuando su
presencia responda a los fines del mismo, es decir, cuenten con experiencia en materia
económica y en derecho civil, y sean personas de probada integridad.
El Consejo Parroquial de Asuntos Económicos, es, a mi modo de ver, una
oportunidad para evidenciar y valorar la competencia, pericia y experiencia de los
laicos, en materias en las que son expertos.
B. Consejo Pastoral Parroquial
Seguimos el mismo esquema metodológico que en el artículo del Consejo
Parroquial de Asuntos Económicos que tratamos en este mismo tema. Esto, por
supuesto, con sus excepciones. El objetivo es el mismo, es decir, dar pistas concretas
para poder aterrizar en la realidad parroquial el Consejo de Pastoral.
a. Canon Facultativo no Preceptivo de Derecho Universal
aa. Derecho universal: Principio general
El canon 536 dice:
§1. «Si es oportuno, a juicio del Obispo diocesano, oído el consejo presbiteral, se
constituirá en cada parroquia un consejo pastoral, que preside el párroco y en el cual los
fieles, junto con aquellos que participan por su oficio en la cura pastoral de la parroquia,
presten su colaboración para el fomento de la actividad pastoral. §2. El consejo pastoral
tiene voto meramente consultivo, y se rige por las normas que establezca el Obispo
diocesano».62
Los elementos que presenta el canon son los siguientes: 1) es facultativo por
derecho universal; 2) preceptivo por derecho particular si así lo cree oportuno el obispo
diocesano y lo constituye en cada parroquia, habiendo oído primeramente al consejo
presbiteral; 3) lo preside el párroco y colaboran algunos fieles laicos y/o religiosos (as);
4) fomenta la actividad pastoral; 5) El consejo tiene voto meramente consultivo y 6) se
rige por sus estatutos que establezca el Obispo diocesano.
Encontramos las fuentes en los documentos conciliares y post conciliares: CD 27;
ES I, 16 §§ 1-3; Ochr. 6-12; DPME 179 y 204; SDO V, 25. Además, «A imagen del
62
Canon 536, §1. Si, de indicio Episcopi dioecesani, audito consilio presbyterali, opportunum sit, in
unaquaque paroecia constituatur consilium pastorale, cui parochus praeest et in quo christifideles una
cum illis qui curam pastorales vi officii sui in paroecia participant, ad actionem pastorales fovendam
suum adiutorium praestent. §2. Consilium pastorale voto gaudet tantum consultivo et regitur normis ab
Episcopo dioecesano statutis.
42
consejo pastoral de la diócesis»63 que lo encontramos en los cánones 511-514. Es
ciertamente un instituto de reciente creación en el CIC 83. Podemos decir que es
consecuencia de la eclesiología y la pastoral de los documentos del Vat. II.
ab. Importancia de su constitución
El modelo o los modelos eclesiológicos del Concilio Vaticano II, nos hacen ver la
importancia de los bautizados en la Iglesia, cc. 96 y 849, y los recibidos en ella, c. 11.
Más aún, consecuencia del dato teológico encontramos, en el CIC 83, un apartado que
responde en el libro II, Parte I, al nombre de «De Christifidelibus».
El esquema del Libro II del CIC 83 es el mismo esquema de la LG. Tenemos
primero el Pueblo de Dios, en segundo lugar, la Jerarquía y en tercero los IVC y SVA.
Podemos decir que aparece con claridad la corresponsabilidad de los miembros de la
Iglesia: cc. 204-231. Aquí nos referimos tanto a clérigos, laicos y miembros de IVC y
SVA. Todo se da a partir de ser bautizados en la Iglesia o recibidos en ella (cf. cc. 11,
96 y 849).
En contraste con el c. 537 que es preceptivo, pareciera que no es importante el
consejo de pastoral parroquial, sin embargo, podemos ver los niveles de legislación y la
impostación en lo particular. Es darle su lugar al Obispo diocesano y ver el modo
oportuno, según su cultura y modus vivendi, en cada región del mundo.
La importancia de este consejo pastoral parroquial lo vemos en la génesis de su
aparición, como consecuencia del pensamiento y la teología pastoral del Vat II.
Además, ya en la propuesta del consejo diocesano de pastoral, por analogía, se va
desprendiendo la necesidad de crear el consejo pastoral de la parroquia. Veamos.
El concepto de Consejo Pastoral aparece por vez primera en el coetus de Sacra
Hierarchia; estamos hablando de la sesión VII, en los días del 2 al 7 de febrero de
1970. Sin embargo, el tema se difiere y se traslada meses más adelante. Estamos
hablando de octubre del 70 y febrero del 71.64 Ciertamente se trata del consejo pastoral
diocesano, pues el parroquial se dará años después. Este aparece para ser tratado en el
apartado de curia diocesana y consejo presbiteral, ambos temas nos refieren el espacio
netamente diocesano.
En enero de 1973 aparece la carta circular Omnes christifideles que por primera vez
hablaba del Consejo Pastoral Parroquial65. Sin embargo, el Coetus de Sacra
Hierarchia, en el mismo año de 1973, al tocar el tema del consejo de pastoral, al menos
así lo expresa la revista Communicationes, sigue hablando sólo del consejo de pastoral
diocesano; de su carácter constitutivo que es facultativo. La discusión que se origina en
A. S. SÁNCHEZ – GIL, «Comentario al c. 536», en Comentario Exegético al Código de Derecho
Canónico, Vol. II/2, EUNSA, Pamplona, 1997², 1283.
64
Communicationes 6 (1974) 205
65
SACRA CONGREGATIO PRO CLERICIS, Litt. Circ. Omnes Christifideles, Roma, 25 ene. 1973, n.12;
EV 4, n. 1922.
63
43
los documentos CD 27 y ES I, 16.66. Habrían de pasar más años para madurar el
Consejo Pastoral Parroquial.
El primer proyecto de codificación de 1977, presenta de nuevo el Consejo Pastoral
Diocesano a través de los cánones 326-32967 pero aún no se menciona el Consejo
Pastoral Parroquial. En el segundo proyecto de codificación de 1980 aparece por vez
primera el Consejo Pastoral Parroquial68, con el número de canon 475.
Todavía en mayo de 1980 se anuncia una posible discusión sobre los cánones
preparativos de la sexta consulta a cerca de los consejos pastorales parroquiales, pues se
proponen algunos cambios a los cánones ya enmendados del Art. IX en el apartado de
parroquias y párrocos69. No es sino hasta el año de 1981 cuando se nos da razón de la
discusión señalada.70
Finalmente, en el proyecto de 1982, el canon 475 aparece ya con el número 536.
Así permanecerá hasta el texto promulgado por Juan Pablo II en enero de 1983.
Podemos decir, en síntesis, que la importancia del Consejo de Pastoral Parroquial,
incoado desde el mismo Con. Vat II, se notará desde el año de 1980, a escasos tres años
de promulgarse el nuevo CIC 83. Las discusiones, sobre si era preceptivo o facultativo,
se notarán en el derecho particular al constituirse o no en cada diócesis o sus
equivalentes (c. 368).
b. Normas que rigen el Consejo Pastoral Parroquial
ba. Derecho universal
Las normas que rigen el Consejo Pastoral Parroquial las encontramos, en primer
lugar, en el canon 536; en segundo lugar, en la trilogía de funciones del párroco:
Enseñar, santificar y regir, que es toda una pastoral de las parroquias en los cc. 528530. Además, por analogía, tenemos los cc. 511-514 que tratan del Consejo Pastoral
Diocesano.
El c. 536 de carácter facultativo y dejado a la legislación del derecho particular
puede quedar como preceptivo. Esto será a juicio de cada Obispo diocesano. La riqueza
66
Communicationes 5 (1973) 231
SCHEMA CODICIS IURIS CANONICI, 1977, 129
68
Cf. F. COCCOPALMERIO, De Paroecia, Editrice Pontificia Università Gregoriana, Roma, 1991,
159-160.
69
Communicationes 12, 1980, 303-304.
70
Communicationes 13, 1981, 146. 1) È opportuno parlare del Consiglio pastorale parrocchiale
(Decr. Apostolicam Actuositatem, nn. 10 e 26 e Direttorio per i Vescovi, n. 179). Un Consultore
suggerisce che venga chiamato “Consiglio parrocchiale”, ma, secondo Mons. Segretario ed altri, sembra
preferible aggiungere l´aggettivo “pastorale” per circoscrivere la sua competenza, che non si estende al
regime, all´amministrazione dei beni, ecc. 2) Per quanto concerne il senso comunitario, si può vedere nei
singoli canoni, anche se non rientra nell´ambito del CIC fare un teologia de la parrocchia. 3) Qui se
devono inserire i §§ 3 e 4 del can. 222.
67
44
del derecho universal será bajo el principio de subsidiaridad encomendada a los
Obispos.71
La ley universal dará las notas principales de este canon, sin bajar a lo que es
propio de cada diócesis: 1) Facultativo, 2) oído el consejo presbiteral, 3) presidido por
el párroco, 4) fieles presten su colaboración para el fomento de la pastoral, 5) voto
meramente consultivo y 6) normas que establezca el Obispo diocesano.
bb. Derecho particular
El párrafo segundo dirá que el Consejo Pastoral Parroquial «se rige por las normas
que establezca el Obispo diocesano». ¿Cuáles serán dichas normas o estatutos del
Consejo Pastoral Parroquial?
Lo escueto del tema sobre Consejos, nos lleva a buscar criterios en los cánones que
se refieren al Consejo Pastoral Diocesano y otros que se refieren al tema, entre ellos las
obligaciones de los fieles laicos y sus derechos. Las características de los componentes
en general las darán los cc. 228, §2 y el c. 512. Veamos: 1) Fieles en plena comunión
con la Iglesia católica, 2) funciones designadas por el Obispo diocesano, 3) la
participación debe ser proporcional a los feligreses que integran la parroquia, 4) fieles
que destaquen por su fe, buenas costumbres y prudencia y 5) laicos con capacidad para
ser peritos y/o consejeros.
Conviene legislar, por parte del Obispo diocesano, para tener claridad en los
estatutos y reglamentos para dichos consejos en su constitución, naturaleza, finalidad…
bc. Derecho parroquial
Empecemos por decir, conforme a derecho, que el párroco es el pastor propio de la
parroquia (cf. c. 519), y, por lo tanto, es el que ejerce la cura pastoral de la misma.
Representa el párroco a la parroquia en todos los negocios jurídicos (cf. c. 532). Como
pastor propio de la parroquia tiene un proyecto de pastoral que preside, a tenor de los
cc. 528-530; además del proyecto de pastoral diocesano, pues como dice el c. 515, §1,
que el párroco tiene la cura pastoral, pero bajo la autoridad del Obispo diocesano.72
En este tenor continúan los cánones que se refieren a los consejos de pastoral (c.
536) y de asuntos económicos (c. 537), al decir en la norma que «preside el párroco» en
el c. 536 y «… los fieles … prestan su ayuda al párroco en la administración de los
bienes de la parroquia, …» en el c. 537.
71
Communicationes, 2, 1969, 81, que dice «Principium confirmat unitatem legislativam quae in
fundamentis et maioribus enunciationibus iuris cuiuslibet societatis completae et in suo genere
compactae servari debet. Propugnat vero convenientiam vel necessitatem providendi utilitati praesertim
institutionum singularium tum per iura particularia ab iisdem condita tum per sanam autonomiam
regiminis potestatis exsecutivae illis recognitam».
72
Canon 515, §1. «… cuius cura pastorales, sub auctoritate Episcopi dioecesani».
45
Es claro que la ley concede al párroco que presida y se ayude del consejo pastoral
parroquial. La incidencia de sus miembros será meramente consultiva y no podrán
pasar por encima del párroco. La naturaleza del consejo es consultiva y no
precisamente deliberativa.
La finalidad del consejo es fomentar la actividad pastoral. Los cauces
institucionales son, por parte de la jerarquía: 1) «… cuius cura pastoralis, 2) sub
auctoritate Episcopi…, 3) committitur parocho».
Por parte de los fieles laicos, los oficios van más allá del derecho parroquial. El c.
228 menciona también los oficios eclesiásticos que pueden ser desempeñados por laicos
idóneos y con capacidad como asesores expertos, peritos y consejeros. Otros expertos
laicos en Concilios particulares, c. 443, §4; en Sínodos diocesanos 463, §1, n.5; consejo
pastoral diocesano 512; consejo de pastoral parroquial y de asuntos económicos: 536 y
537… Los officia y munera eclesiásticos en los que puede participar el laico. Oficios de
Juez, auditor, notario, Canciller, ecónomo, participar en la cura pastoral de una
parroquia, moderador de una asociación pública de fieles. Algunos otros que no
conllevan la participación en la potestad de gobierno, tales como asesor, promotor de
justicia y defensor del vínculo (todos estos en el ámbito judicial. Cf. 1424 y 1435).
bd. Constitución, naturaleza, finalidad y normatividad del Consejo Pastoral
Parroquial
Partiendo del esquema del Consejo Pastoral Diocesano (cc. 511-514) y del canon
536, podemos configurar con los elementos que encontramos el Consejo Pastoral
Parroquial73:
Constitución: si parece oportuno al Obispo diocesano; oído el Consejo Presbiteral;
se constituirá en cada parroquia un Consejo Pastoral.
Naturaleza: Un Consejo parroquial es una estructura de la parroquia que consiste de
miembros representativos de ésta, quienes conjuntamente con el párroco, forman un
cuerpo para realizar el ministerio de la Iglesia... Éste, surgido de la necesidad de un
liderazgo corresponsable, es el lugar donde la participación efectiva del clero y los
laicos en la misión total de la parroquia, se lleva acabo tal como lo pide el Vaticano II...
al consejo parroquial se le considera como un componente vital en cada parroquia74.
73
J. M. DÍAZ MORENO, Consejos Pastorales y su Regulación Canónica, en: Revista Española de
Derecho Canónico 41 (1985) 175-176.
74
G. EDWARD, P. FNAUSCH, Código, comunidad y ministerio, 2ª Ed., La sociedad de Derecho
Canónico de América, Universidad Católica de América, Washington, 2004, 129. Por el estilo dirán otros
A cura del Gruppo Italiano Docente di Diritto Canonico, Il diritto nel misterio della Chiesa, Pontificia
Universidad Lateranense, Roma, 1990. 498-499, que «Esso è in organismo e uno strumento di
comunione, di partecipazione e di corresponsabilità ecclesiale. La CEI lo ha definito scuola e palestra che
educa al senso e al servicio della comunione e constribuisce non solo a creare una mentalità nuova, ma a
construire la realtà e a rivelare la fisonomia nuova della Chiesa consciliare». Por el estilo encontramos en
las normas para la diócesis de Milano, Consigliare Nella Chiesa, “Norme per gli organismi di
46
Finalidad: colaborar en el fomento de la actividad pastoral.
Normatividad: lo preside el párroco; son miembros natos quienes participan por su
cargo en el cuidado pastoral de la parroquia (párroco y vicarios); los demás miembros
se determinarán por los estatutos diocesanos; el voto es meramente consultivo.
c. Elementos para elaborar estatutos de Pastoral Parroquial
ca. Principios doctrinales
Conviene recordar que el dato jurídico, en este caso el c. 536, es el desglose del
dato teológico, es decir, la riqueza teológica que emanó de los documentos del Vat. II,
sobre todo de las Constituciones Lumen gentium y Gaudium et spes.
Por esta razón, los principios teológicos jurídicos tendrán que estar impregnados de
la eclesiología y pastoral que surgen del Vat. II. Sin pretender agotar el elenco
presentamos algunos de ellos, al menos los que consideramos más importantes:

Una eclesiología de Comunión, Pueblo de Dios, Iglesia Sacramento;

Iglesia dinámica que se sigue haciendo en un devenir permanente. Iglesia
misionera por naturaleza.

Una Iglesia de iguales por el sacramento del bautismo (cc. 96; 204 y 208).
Igualdad fundamental en todos los bautizados (LG 32 y AA 2).

Participación de los laicos en el anuncio del Evangelio (cc. 211; 216; 225;
229-231…).

Y otros que serán consecuencia del anuncio del Evangelio y que invitan a la
comunión y participación en la pastoral parroquial, según las capacidades de
cada quién.75
A manera de conclusión
partecipazione della Diocesi di Milano”, Centro Ambrosiano di documentazione e estudi religiosi, Italy,
1991, 31. Coincide en la misma línea J. BESTARD , El Consejo Pastoral Parroquial, 2ª Ed., PPC, Madrid,
1996, 167-168, al decir que «...es un instrumento de unidad y de corresponsabilidad que puede dar un
impulso decisivo a la renovación de la parroquia, avivando el esfuerzo de los laicos, diversificando todos
los ministerios y carismas, suscitando equipos de trabajo y coordinando todas las tareas pastorales..., y a
futuro, El Consejo Pastoral Parroquial, además de una estructura fraternal de corresponsabilidad ha de
ser un organismo eclesial, integrado sobre todo de laicos, parroquial e instrumento pastoral de servicio,
ante todo para la evangelización... Éste no es una estructura más, sino un instrumento básico para vivir y
ejercer la corresponsabilidad y para lograr la convergencia, complementariedad e integración de todas las
fuerzas evangelizadoras de la parroquia. Puede ser, además, el gran medio para educar y conducir la
participación corresponsable de los creyentes».
75
Podemos ver de manera más amplia algunos criterios doctrinales en la Tesina de derecho
canónico de JOSÉ PÉREZ MADRIGAL, El Consejo Pastoral Parroquial. Iter Histórico Jurídico, UPM,
México, 2004.
47
A 27 años de la promulgación del Código vigente, pareciera que la conciencia
paulatina de los fieles cristianos en general (clérigos y laicos) permite que poco a poco
se vayan creando los Consejos Pastorales Parroquiales en la mayoría de las diócesis de
la Iglesia Latina.
Esta rica experiencia de la Iglesia Latina se transmitió a las Iglesias Católicas de
Rito Oriental, pues así nos consta en el CCEO del año 1990, que dice en su canon 295,
que «En la Parroquia han de existir, a tenor del derecho particular de la propia Iglesia
sui iuris, los oportunos consejos para la acción pastoral y para los asuntos
económicos».76
Ojalá no despreciemos la riqueza de la Iglesia, que nos invita a través de este
instituto canónico, para predicar el anuncio de la buena nueva, en colaboración con
nuestros
queridísimos
fieles
de
nuestras
parroquias.
76
CCEO, canon 295. «In paroecia habeantur ad norman iuris particulares propriae Ecclesiae sui
iuris oportuna concilia ad res pastorales et oeconomicas tractandas».
48
TERCERA PARTE
PROPUESTAS
1. Perspectivas eclesiales en la Diócesis y en las parroquias
Del análisis de la realidad en la parte teológica, encontramos desvinculación entre
las curias y los fieles de la diócesis, pues las curias diocesanas están todavía muy
clericalizadas, negando la participación al fiel laico donde ya la legislación canónica lo
permite.
En cuanto a la parroquia, la vinculación ha de darse a través de sus consejos
pastorales y económicos donde ha de integrarse los laicos cualificados para dichas
funciones.
En la segunda parte, en lo que se refiere a la parte canónico pastoral, encontramos
que la apertura, especialmente a los laicos, encontramos espacios, tanto en la diócesis
como en la parroquia. Me refiero concretamente que pueden participar, con algunas
limitaciones por la participación en la potestad de régimen, en el munus regendi,
santificandi y docendi.
Conviene, pues señalar el sentido eclesial de comunión y participación,
especialmente el de los laicos, pues en la actualidad no se puede prescindir de su apoyo
en las diversas estructuras canónico pastorales para la actual evangelización. Es
importante señalar que la Iglesia Jerárquica legisló sobre el quehacer de los laicos en el
Libro II, Del Pueblo de Dios y sus alcances en la Evangelización y Catequesis. Veamos
este esquema que trata de los laicos en los cc. 224-231.
2. De las obligaciones y derechos de los fieles laicos
Al analizar y desglosar estos 8 cánones, pretendo mostrar cómo la Iglesia presenta
toda una pastoral que muchas veces ignoramos por prejuicios, falta de lectura atenta al
CIC 83, distanciamiento de las leyes de la Iglesia y otras muchas razones o sinrazones.
Al final de esta exposición entablaremos un diálogo de preguntas y respuestas a
inquietudes y planteamientos canónico pastorales.
2.1. Análisis y Comentarios a los cc. 224-231
Por principio podemos decir que en el CIC 17 no encontramos un espacio para el
tema de derechos y obligaciones, mucho menos para concederles una participación en
oficios y ministerios al interior de la Iglesia. Me refiero en lo administrativo y judicial.
Es decir, trabajos curiales con algunos oficios como el de Canciller, ecónomo, juez…
Veamos
49
Canon 224
«Los fieles laicos, además de las obligaciones y derechos que son comunes a todos
los fieles cristianos y de los que se establecen en otros cánones, tienen obligaciones
y derechos que se enumeran en los cánones de este título»
Es un canon introductorio que nos dice el alcance y vinculación con otros lugares
codiciales que tienen que ver con los laicos. Incluye para comenzar, los cc.
Introductorios del 204-207. «Además de las obligaciones y derechos que son comunes a
todos los fieles cristianos», es decir los cc. 208-223. Finalmente, hay cánones dispersos
por todo el CIC que atañen a los laicos. Menciono algunos cánones. Sacramentos: 861,
§2 Bautiza lícitamente un catequista en casos de necesidad; Matrimonio c. 1112;
Oficios eclesiásticos: cc. 1424; 1428, §2; 1435; 483, §2; 494, §2…
Canon 225
§1. «Puesto que, en virtud del bautismo y de la confirmación, los laicos, como
todos los demás fieles, están destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación
general, y gozan del derecho, tanto personal como asociadamente, de trabajar para
que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres
en todo el mundo, obligación que les apremia todavía más en aquellas
circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio
y conocer a Jesucristo».
§2. «Tienen también el deber peculiar, cada uno según su propia condición, de
impregnar y perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico, y dar así
testimonio de Cristo, especialmente en la realización de esas mismas cosas
temporales y en el ejercicio de las tareas seculares».
La Iglesia por naturaleza es misionera para anunciar el evangelio. Por esta razón, el
c. 225 pone como primera obligación, que a su vez, también es un derecho para el fiel
laico el realizar un apostolado como un modo de anunciar el evangelio. La insistencia
del apostolado de los fieles cristianos aparece en los cc. 211 y 216. El canon dice que
esta obligación derecho nace por la recepción de los sacramentos del bautismo y
confirmación.
Los modos o maneras de realizar el apostolado serán: o personalmente o asociado.
Respecto al segundo modo podemos ver, en esta misma primera parte, Título V De las
asociaciones de fieles, cc. 298-329.
En este primer párrafo, encontramos, en primer lugar el apostolado como el
anuncio de la salvación, de la buena nueva. Pero en segundo lugar explica la
importancia del laico en el mundo, donde puede entrar fácilmente y no así el clérigo.
Las palabras con las que explica la entrada del laico al mundo de la política, de la
educación, de las empresas y aquellos lugares donde se restringe el acceso de los
50
clérigos son las siguientes: «… obligación que les apremia todavía más en aquellas
circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y
conocer a Jesucristo».
El párrafo segundo enfatiza la importancia del laico al decir que parte de su misión
es impregnar y perfeccionar el orden temporal de los valores cristianos. En otras
palabras, hablamos de un auténtico testimonio de vida cristiano. Es una concreción, es
una manera más específica de anunciar el Evangelio, con los hechos y palabras.
Canon 226
§1. «Quienes, según su propia vocación, viven en el estado matrimonial tienen el
peculiar deber de trabajar en la edificación del pueblo de Dios a través del
matrimonio y de la familia».
§2. «Por haber transmitido la vida a sus hijos, los padres tienen el gravísimo deber
y el derecho de educarles; por tanto, corresponde a los padres cristianos en primer
lugar procurar la educación cristiana de sus hijos según la doctrina enseñada por la
Iglesia».
A través del matrimonio y la familia encontramos el modo más común de edificar
el pueblo de Dios. El matrimonio la familia, el hogar, son la Iglesia doméstica, donde
recibimos el anuncio kerigmático y nuestras primeras catequesis llenas totalmente del
amor de Dios y del prójimo (ChL, nn. 35 y 40).
La familia, es a su vez el soporte de la sociedad civil. Solemos decir que la familia
es la célula básica de la sociedad, y, en este caso, también de la Iglesia. La Const.
Pastoral GS, en el número 47 hace mención de la importancia del matrimonio, de la
familia. Lo mismo hará la AA en el número 11.
En el párrafo primero destaca la edificación del pueblo de Dios por la familia,
mientras que en el párrafo segundo nos habla del gravísimo deber y derecho de los
padres de educar a los hijos. Por tanto, los padres tienen el derecho natural de educar
civil y religiosamente a sus hijos. Según el Conc. Vat. II, la familia tiene que
considerarse como una Iglesia doméstica, en la que los padres tienen que ser para sus
hijos los primeros ministros de la fe, testigos del amor de Cristo y ministros de su
santificación.
No quiere decir que la Iglesia o la sociedad no tengan ninguna responsabilidad,
sino que subsidiariamente habrán de completar dicha educación.
En el caso de la Iglesia ya veremos la importancia de la parroquia. Mientras tanto,
podemos relacionar el libro III, Título III que nos habla de la educación católica y
quienes tienen el deber y derecho de educar primariamente (cc. 793-806).
Canon 227
51
«Los fieles laicos tienen derecho a que se les reconozca en los asuntos terrenos
aquella libertad que compete a todos los ciudadanos; sin embargo, al usar de esa
libertad, han de cuidar de que sus acciones estén inspiradas por el espíritu
evangélico, y han de prestar atención a la doctrina propuesta por el magisterio de la
Iglesia, evitando a la vez presentar como doctrina de la Iglesia su propio criterio, en
materias opinables».
La libertad del cristiano es importante, pero hay que cuidar la doctrina de la Iglesia
y manejarse en un ambiente de libertad cristiana. Por tanto, hay que tomar en cuenta la
comunión plena con la Iglesia, según el c. 205, donde hace hincapié en tres cosas
importantes para mantenernos en plena comunión: profesión de fe, sacramentos y
régimen eclesiástico.
Desde la perspectiva del Evangelio y de la ley podemos decir simplemente que el
cristiano ha de manejarse entre un mínimo y un máximo, es decir, entre la justicia y el
amor en plenitud. La justicia, por tanto, la entendemos como la expresión mínima del
amor. Agrego, todavía que, por ser persona física ante la Iglesia (c. 96) o recibida en
ella (c.11), estoy sujeto al régimen eclesiástico. Me obligo a cumplir con las leyes de la
Iglesia.
Canon 228
§1. «Los laicos que sean considerados idóneos tienen capacidad de ser llamados
por los sagrados Pastores para aquellos oficios eclesiásticos y encargos que pueden
cumplir según las prescripciones del derecho».
§2. «Los laicos que se distinguen por su ciencia, prudencia e integridad tienen
capacidad para ayudar como peritos y consejeros a los Pastores de la Iglesia;
también formando parte de consejos, conforme a la norma del derecho».
Este canon es fabuloso en la medida que permite la ayuda del laico al clérigo. En el
párrafo primero nos habla de la posibilidad del laico de participar en los officia y
munera eclesiásticos. Si vemos el c. 145 nos dice lo que es un oficio eclesiástico.
Aquí lo interesante es revisar nuestra eclesiología, donde podemos ver la
aceptación o rechazo de la ayuda de los laicos. El temor a que rebasen nuestra
capacidad y sean laicos preparados teológicamente y comprometidos con la Iglesia
diocesana como peritos o asesores.
Ya al principio mencione algunos trabajos a desempeñar, sin embargo, los vuelvo a
enumerar por si algún oficio no se mencionó. Es importante aclarar que todos estos
oficios participan en diversos grados en el ejercicio de la potestad de gobierno.
También conviene decir que participan solamente en la potestad ejecutiva y judicial, no
así de la legislativa.
Oficios de Juez, auditor, notario, Canciller, ecónomo, participar en la cura pastoral
de una parroquia, moderador de una asociación pública de fieles. Algunos otros que no
52
conllevan la participación en la potestad de gobierno, tales como asesor, promotor de
justicia y defensor del vínculo (todos estos en el ámbito judicial. Cf. 1424 y 1435).
El c. 228 menciona también los oficios eclesiásticos que pueden ser desempeñados
por laicos idóneos y con capacidad como asesores expertos, peritos y consejeros. Otros
expertos laicos en Concilios particulares, c. 443, §4; en Sínodos diocesanos 463, §1,
n.5; consejo pastoral diocesano 512; consejo de pastoral parroquial y de asuntos
económicos: 536 y 537…
Canon 229
§1. «Para que puedan vivir según la doctrina cristiana, proclamarla, defenderla
cuando sea necesario y ejercer la parte que les corresponde en el apostolado, los
laicos tienen el deber y el derecho de adquirir conocimiento de esa doctrina, de
acuerdo con la capacidad y condición de cada uno».
§2. «Tienen también el derecho a adquirir el conocimiento más profundo de las
ciencias sagradas que se imparte en las universidades o facultades eclesiásticas o en
los institutos de ciencias religiosas, asistiendo a sus clases y obteniendo grados
académicos».
§3. «Ateniéndose a las prescripciones establecidas sobre la idoneidad necesaria,
también tienen capacidad de recibir de la legítima autoridad eclesiástica mandato
de enseñar ciencias sagradas».
La formación doctrinal y la obtención de grados académicos en universidades
eclesiásticas. El derecho de recibir de las autoridades eclesiásticas el mandato de
enseñar ciencias sagradas.
Canon 230
§1. «Los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto
de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de
lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de
esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia».
§2. «Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las
ceremonias litúrgicas; asimismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones
de comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho».
§3. «Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden
también los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus
funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones
litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión, según las
prescripciones del derecho».
Los ministerios instituidos o estables para lector y acólito en los varones.
Ministeria Quaedam de Pablo VI de 1972.
53
Los ministerios temporales en el párrafo segundo para varones y mujeres.
El canon distingue tres especies de ministerios eclesiales que pueden ser otorgados
a los laicos en orden a las acciones litúrgicas y algunas otras tareas. Estos pueden ser
ministerios estables de lector y de acólito, ministerios litúrgicos temporales y
ministerios extraordinarios de suplencia, en ausencia de ministros ordenados sean
sacerdotes o diáconos.
El documento Ministeria Quaedam hace toda una distribución de las tareas que
competen a cada uno de los ministerios que bien pueden ser organizadas en el siguiente
plano:
Funciones del lector:
-
Proclamar la Palabra de Dios en la Asamblea Litúrgica
Educar en la fe a los niños y a los adultos, y prepararlos para recibir
convenientemente los sacramentos.
Anunciar el mensaje de la salvación a aquellos que lo ignoran
Funciones del acólito:
-
Ayudar a los presbíteros y a los diáconos en el desempeño de su oficio
Distribuir como ministro extraordinario la santa Comunión
Realizar la exposición y la reserva del Santísimo Sacramento
Estos ministerios se confieren mediante un rito litúrgico prescrito.
En el caso de los ministerios litúrgicos temporales, éstos pueden ser desempeñados
tanto por hombres como por mujeres, también en las condiciones de suplencia. Estos no
requieren ser conferidos por institución litúrgica.
Si se trata de suplir a los ministros, donde estrictamente no los haya, el canon
prescribe únicamente aquellos momentos en los que se puede actuar como tal, ya sea en
el ministerio de la palabra (exceptuando la homilía, que es reservada al sacerdote y al
diácono), en la presidencia de las oraciones litúrgicas, administrar el sacramento del
bautismo, dar la sagrada Comunión y, aunque éste canon no lo menciona también
habría de mencionar aquí la asistencia canónica que pueden dar en el sacramento del
matrimonio (Cfr. can. 1112).
Ministerios extraordinarios.
Canon 231
§1. «Los laicos que de modo permanente o temporal se dedican a un servicio
especial de la Iglesia tienen el deber de adquirir la formación conveniente que se
requiere para desempeñar bien su función, y para ejercerla con conciencia,
generosidad y diligencia».
54
§2. «Manteniéndose lo que prescribe el can. 230, § 1, tienen derecho a una
conveniente retribución que responda a su condición, y con la cual puedan proveer
decentemente a sus propias necesidades y a las de su familia, de acuerdo también
con las prescripciones del derecho civil; y tienen también derecho a que se provea
debidamente a su previsión y seguridad social y a la llamada asistencia sanitaria».
Laicos que trabajan de manera permanente o temporal tienen el deber de prepararse
convenientemente. Tienen derecho a ser remunerados.
2.2. Pastoral de los laicos a propósito de sus derechos y obligaciones
Munus docendi. El anuncio de la salvación (apostolado); el testimonio de vida y
matrimonio y familia, catequesis doctrinal y enseñanza en universidades eclesiásticas.
Munus regendi. Lo mencionado en todos los oficios y funciones de gobierno: vía
administrativa y judicial.
Munus santificandi. Ministerios laicales lectorado y acolitado en función del culto.
Celebración de bautismos y matrimonios por laicos.
55
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