La nube de las sorpresas Mª Montler Barrachina. Sexto de E. Primaria En un pueblecito muy lejano, que existió hace muchos, muchos años, había una noria con cuatro asientos. Cada uno llevaba a una nube distinta: a la del misterio, a la de la risa, a la de las sorpresas o a la del terror. Nuestro protagonista, que se llamaba Chema, se decidió por la Nube de las Sorpresas. Estaba muy nervioso, pero -a la vez- muy contento, porque era la primera vez en la noria de la que tanto hablaba la gente. Le costó bastante llegar, unos 20 ó 25 minutos. Una vez allí, bajó del asiento y quedó empatizado por lo que allí vió. Había mil puertas... ¡eso sí¡ todas ellas separadas en grupos de 250 puertas cada uno. El primer grupo era el de la Ilusión, el segundo el de los Sustos Graciosos, los otros dos de las Letras y los Números. En cada puerta había una etiqueta explicativa de lo que ibas a encontrar al atravesarla. Chema, después de mirarlas todas se decidió por una que le gustó mucho: "Aquí se cumplirán todas tus ilusiones". Al entrar, lo primero que vió fue otra puerta con un botón que decía: "Púlsame y di claramente tu primera ilusión." Sin perder ni un segundo pulsó y dijo: - ¡Quiero ver a Bruto, ese chico que siempre está fastidiando a todo el mundo, arrodillado ante mí! Entonces una voz muy atractiva le dijo: -Su deseo está cumplido, abra la puerta. Sin pensarlo dos veces la abrió y se encontró vestido con una capa y un sombrero de oro. En la mano llevaba unos guantes con unos preciosos anillos. Bajó la cabeza y allí estaba Bruto de rodillas suplicándole. Chema miró su reloj de Tortugas Ninja, el que su abuelita le había regalado al hacer la Primera Comunión, y se dio cuenta de que sólo le quedaba media hora. Chemita, que también tenía corazoncito, pidió entonces ver un mundo sin guerras, en el que todos nos llevásemos bien, y cogidos de la mano gritáramos ¡PAZ! Al abrir la puerta allí estab todo el mundo, incluído Bruto, que por unos segundos había dejado de fastidiar gritando como todos: ¡PAZ!. Cuando regresaba a su asiento de la noria que le devolvería ala Tierra, sólo pensaba en aquella última ilusión y cuál fue su asombro al poner los pies en la tierra: La gente era buena, se saludaba por la calle y Bruto no le dió ningún empujón ni le soltó ningún insulto... muy al contrario le dijo: -¡Hola Chema! ¿Cómo estás? Y cabizbajo regresó a su casa preguntándose asombrado si tal vez su ilusión se habría convertido en realidad. C. P. Daniel Federío