A C U E R D O

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A C U E R D O
En la ciudad de La Plata, a 3 de marzo de
2010,
habiéndose
dispuesto
en
el
siguiente
orden
establecido,
Acuerdo
de
de
2078,
votación:
que
conformidad
deberá
doctores
con
observarse
Hitters,
lo
el
Negri,
Pettigiani, Soria, de Lázzari, Genoud, Kogan, se reúnen los
señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo
ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa
C. 79.686, "C. , O. I. contra Clínica Tristán Suárez S.A.
Daños y perjuicios".
A N T E C E D E N T E S
La Sala I de la Cámara de Apelación en lo
Civil y Comercial del Departamento Judicial de Lomas de
Zamora
revocó
consecuencia
el
fallo
desestimó
de
la
primera
instancia
excepción
de
y
en
prescripción
planteada.
Se
interpuso,
por
la
citada
en
garantía,
recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Dictada
la
providencia
de
autos
y
encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia,
la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente
C U E S T I Ó N
¿Es
fundado
el
recurso
extraordinario
inaplicabilidad de ley?
V O T A C I Ó N
de
A
la
cuestión
planteada,
el
señor
Juez
doctor Hitters dijo:
1. La Cámara fundó su decisión en que:
a)
encuadran
Los
hechos
perfectamente
invocados
dentro
en
de
la
demanda,
la
llamada
"responsabilidad contractual", tipo de responsabilidad que
no sufre variante alguna ante el reclamo indemnizatorio de
un damnificado indirecto.
b) Deviene aplicable la prescripción decenal
del
art.
habiendo
4023
del
Código
transcurrido
el
Civil,
plazo
razón
allí
por
la
previsto
cual
no
desde
el
deceso del menor -11-VIII-1988- hasta la promoción de la
presente
acción
(13-VI-1995),
debe
desestimarse
la
excepción de prescripción planteada.
2. Contra dicho pronunciamiento se alzó la
citada en garantía por vía del recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley en el que denunció violación de los
arts. 1107, 3947 3949 4023 y 4037 del Código Civil.
3. Aduce en suma que:
a) El actor reclama el resarcimiento de los
daños materiales y morales propios, emergente de la muerte
de su hijo en cuanto damnificado indirecto, iure proprio y
en ajenidad al vínculo que unía a la víctima con el ente
asistencial, lo que encuadra su pretensión en la órbita
extracontractual.
b) Teniendo en cuenta la fecha de deceso del
menor y la de interposición de la demanda, no cabe duda que
ha transcurrido el lapso previsto por el art. 4037 del
Código Civil, máxime cuando el mismo no ha sido suspendido
ni interrumpido por la causa penal.
4. El recurso es procedente.
5. Adelanto mi opinión en el sentido que la
responsabilidad
en
el
caso
de
autos
es
de
naturaleza
extracontractual.
6. No desconozco que en el campo del derecho
civil predomina la corriente doctrinal que encuadra esta
problemática en el régimen contractual.
En tal sentido se ha sostenido que siempre
que hubiera mediado un previo acuerdo de voluntades entre
el galeno y el damnificado para la prestación de servicios
por parte del primero a este último, la responsabilidad en
que
se
puede
incurrir
por
tal
motivo
sólo
puede
ser
"contractual" es decir, derivada del incumplimiento de las
obligaciones
diferente
de
así
la
asumidas.
Con
responsabilidad
lo
cual,
el
extracontractual
régimen
queda
relegado a los casos excepcionales en que el servicio se
prestó sin que existiese una previa convención entre el
profesional y la víctima (conf. Trigo Represas, Félix, "Los
nuevos daños" en "Los nuevos daños. Soluciones modernas de
reparación", Ed. Hammurabi, Bs. As. 1999, pág. 309 y ss.).
No obstante, los autores que coinciden con
esta postura, puntualizan numerosas excepciones al régimen
contractual, como por ejemplo en caso de que los servicios
son requeridos por una persona distinta del enfermo, casos
de urgencia, servicios contra la voluntad del paciente,
obligación
damnificados
de
origen
legal,
indirectos
no
daños
reclamados
contratantes,
entre
por
otros
supuestos (conf. Lorenzetti, Ricardo Luis, "Responsabilidad
civil de los médicos", t. 1, Ed. Rubinzal-Culzoni, pág. 383
y
ss.;
Mosset
Iturraspe,
Jorge,
"Responsabilidad
por
daños", Ed. Rubinzal-Culzoni, Bs. As., 1998, t. 1, pág. 520
y ss.).
Para
otros
doctrinarios
la
clasificación
señalada es insuficiente y ha dejado de ser útil, pues cada
vez en mayor número se presentan conductas que el jurista
debe ubicar en uno u otro régimen y que dan lugar a dudas
y
complicaciones.
En
el
supuesto
médica-sanatorial-institucional
normas
de
responsabilidad
son
de
responsabilidad
aplicables
contractual,
pues
las
siempre
habrá una obligación preexistente que el médico debe
cumplir cuando interviene en la atención del paciente
(conf. Highton, Elena, "Responsabilidad médica ¿contractual o
extracontractual?", "Jurisprudencia Argentina", 1983-III-659).
En
las
antípodas
de
tal
tesitura
se
encuentra Borda, quien afirma que la responsabilidad civil
de los médicos es extracontractual, pues ella no surge de
la celebración de un contrato, sino de las obligaciones que
impone el ejercicio de la medicina, haya o no contrato.
Agrega que el problema carece de relevancia en lo que atañe
al concepto mismo de los hechos que configuran la culpa
profesional; pues la obligación contractual asumida por el
médico no es otra que un deber de prudencia y diligencia,
que
es
también
el
fundamento
extracontractual.
En
cambio,
es
de
la
responsabilidad
importante
en
lo
que
respecta a la prescripción (Borda, Guillermo A., "Tratado
de Derecho Civil Argentino", Contratos, t. II Ed. Perrot,
Bs. As., 1962, p. 61).
7. Sobre una de las excepciones señaladas
tuve
oportunidad
de
pronunciarme
al
tratar
las
consecuencias dañosas derivadas de la deficiente atención
de un paciente en un hospital público, lo que ponía en
juego la responsabilidad extracontractual del Estado (v. mi
voto en causa Ac. 79.514, sent. del 13-VIII-2003).
8. En el sub examine nos encontramos frente
a un damnificado indirecto que reclama, iure proprio, por
los daños y perjuicios sufridos por la muerte de su hijo,
que habría sido la consecuencia de la deficiente atención
recibida en un centro asistencial privado.
Considero que en este supuesto se celebra un
contrato pero, debido al fallecimiento del paciente, los
herederos sufren -como dije- un daño iure proprio, que no
tiene su causa en el vínculo convencional sino en el hecho
ilícito
cuasidelictual.
Obviamente
los
herederos
no
son
contratantes y -por ende- su acción es extracontractual (v.
Ricardo
Luis
Lorenzetti,
"Responsabilidad
civil
de
los
juzgo
que
médicos", Tomo I, pág. 387, pto. 4).
9.
sentencia
en
prescriptivo
En
crisis
de
la
base
ha
a
lo
aplicado
acción
expuesto
erróneamente
promovida,
el
la
plazo
correspondiendo
en
consecuencia revocar dicho fallo en cuanto decidió subsumir
el término de marras en el art. 4023 del Código Civil y
declarar que corresponde aplicar el término de dos años
previsto en el art. 4037 del citado cuerpo legal, haciendo
lugar a la excepción interpuesta y rechazando la demanda
exclusivamente contra la recurrente, con costas (arts. 68 y
289, C.P.C.C.).
Voto por la afirmativa.
A
la
cuestión
planteada,
el
señor
Juez
doctor Negri dijo:
El actor de autos es el padre de un menor
que reclama iure proprio por los daños materiales y morales
sufridos a causa del fallecimiento de su hijo, que imputa a
la
deficiente
prestación
médica
recibida
en
la
clínica
privada Tristán Suárez S.A.
El
punto
a
resolver
se
circunscribe
a
determinar
para,
a
la
naturaleza
partir
de
jurídica
allí,
indicar
del
el
reclamo
plazo
formulado
prescriptivo
aplicable.
Es mi criterio que la naturaleza jurídica de
la responsabilidad médica es extracontractual, ya que las
obligaciones
que
impone
el
ejercicio
de
la
medicina
no
requieren la existencia de un acuerdo previo de voluntades
con el paciente, pues el médico debe obrar con prudencia y
diligencia
en
todos
los
casos
que
se
le
presenten
y
requieran su asistencia.
En ese sentido, Guillermo A. Borda ("Tratado
de Derecho Civil", Contratos, Tomo II, 6a ed., Ed. Perrot,
Buenos
Aires,
1990,
pág.
90)
sostuvo
que
"...
la
responsabilidad que pesa sobre el médico que atiende a un
enfermo en su consultorio o lo opera con su consentimiento
no difiere en absoluto de la que tiene el profesional que
atiende al obrero de una compañía, o que opera de urgencia
a
un
accidentado
que
se
encuentra
en
estado
de
inconsciencia. A ningún medico se le ocurriría que su deber
de diligencia sea diferente; y seguramente será el primer
sorprendido si se le dijera que sus obligaciones difieren
en
aquellas
hipótesis
...
En
todos
los
casos
la
responsabilidad del médico es la misma. No surge ella de la
celebración de un contrato, sino de las obligaciones que
impone el ejercicio de la medicina, haya o no contrato. En
otras
palabras
es
una
responsabilidad
profesional
extracontractual...".
La prudencia y diligencia exigidas al médico
en
toda
situación
disposiciones
del
se
infieren
Código
de
Internacional
las
de
particulares
Ética
Médica
(conf. III Asamblea Gral. de la Asociación Médica Mundial de
Londres, Inglaterra, octubre de 1949 y enmendado por la 22
Asamblea Médica Mundial Sydney, Australia, agosto, 1968 y
la 35ª Asamblea Médica Mundial Venecia, Italia, octubre,
1983) y los deberes médicos que, en nuestro país, han sido
previstos en el Código de Ética para el Equipo de Salud
confeccionado por la Asociación Médica Argentina (año 2001,
art. 46, ss. y concs.), art. 19 de la ley nacional 17.132,
y parten de la base del juramento hipocrático que dichos
profesionales realizan (conf. revisión moderna adoptada por
la World Medical Association en Asamblea General, Ginebra,
1948 y 1968).
Es
por
ello
que
considero
inapropiado
sostener que la naturaleza jurídica de la responsabilidad
médica
pueda
extracontractual
tener
una
(modalidad
modalidad
que,
distinta
aunque
por
a
la
otros
fundamentos, ha sido adoptada en la doctrina de esta Corte,
pero sólo para aquellos casos en que el servicio médico
fuere prestado por un establecimiento asistencial público,
conf. C. 84.389, sent. del 27-IV-2005; C. 72.067, sent. del
19-II-2002; C. 77.960, sent. del 14-VI-2006; entre otros).
Por todo lo expuesto no entiendo que, sólo
por el hecho de que el servicio de salud sea prestado en
unos casos en forma privada y en otros pública, resulte
posible admitir la coexistencia de naturalezas jurídicas
diferentes en torno a una misma responsabilidad, ya que
ésta
es
deberes
única:
que
el
extracontractual
ejercicio
de
(pues,
dicha
como
profesión
dije,
los
impone
no
quedan sujetos a la vigencia de una convención previa).
Voto por la afirmativa.
A
la
cuestión
planteada,
el
señor
Juez
doctor Pettigiani dijo:
Discrepo con la solución propiciada por mis
distinguidos colegas precedentes.
Cierto
es
que
de
ordinario,
frente
al
acuerdo previo de voluntades entre el centro médico privado
o el profesional médico -actuando privadamente en el libre
ejercicio
de
su
profesión
liberal-
y
el
paciente
-que
contrata los servicios de alguno de ellos- se genera un
vinculo
de
índole
contractual,
por
cuyo
conducto
ambas
partes podrían exigir el cumplimiento o la responsabilidad
por los daños y perjuicios derivados del incumplimiento o
cumplimiento defectuoso en que cada parte incurriera en las
prestaciones a su cargo; mientras que la relación entre
ambas partes seria de modalidad extracontractual cuando el
servicio
médico
asistencial
fuere
público
prestado
(Ac.
por
79.514,
un
sent.
establecimiento
del
13-III-2003;
entre otras), o sin que previamente se hubiere acordado con
el
paciente,
fuere
en
casos
de
urgencia,
o
contra
su
voluntad, o sólo por ejecución de una obligación legal, o
cuando el servicio fuere requerido por una persona distinta
del
paciente,
o
cuando
los
daños
fueren
reclamados
por
damnificados indirectos no contratantes, entre otros casos,
tal como la doctrina mayoritaria reconoce y se detalla en
el voto preopinante.
Sin embargo, cuando el reclamo judicial es
canalizado por los herederos del paciente, victima -fatal o
no- de un acto médico eventualmente deficitario, por los
daños y perjuicios alegados como padecidos iure proprio, es
preciso agudizar el análisis de las circunstancias del caso
para determinar el encuadre normativo conforme el cual se
efectivizaran los servicios profesionales por parte de la
mentada
institución
o
del
galeno,
de
cuya
supuesta
insatisfactoria prestación derivara el resultado dañoso.
Así, cuando como en el caso, es el padre
quien,
en
satisfacción
ejercicio
a
uno
de
de
la
patria
los
potestad
y
derechos-deberes
dando
más
trascendentes a la misma (como es el brindar asistencia a
la salud del menor), contrata con una clínica, sanatorio o
centro asistencial privado el servicio de atención médica
de su hijo impúber de seis años (incluyéndose todas las
prestaciones que involucran y envuelven el acto médico en
sí: asistencia médica pura y total, diagnóstico, clínica,
quirúrgica,
posquirúrgica,
medicamentos,
hotelería,
prestaciones paramédicas, etc.), no es posible reducir la
participación
paterna
al
mero
ejercicio
de
la
representación legal (resultando el hijo parte sustancial
del contrato y el padre -en tanto representante- la parte
formal), pues ello importaría prescindir de los plurales
intereses, derechos y conductas en juego; por el contrario,
en tales casos, si bien el padre contrata tales servicios
en el interés del menor, también lo hace en interés y en
nombre propio, en cumplimiento del derecho-deber que le
impone la patria potestad (arts. 264, 265, 267, 1137 y
concs., Cód. Civil).
El padre contrata en interés y nombre propio
y también en interés del hijo, que está bajo su autoridad y
cuidado. Y para ello, con medios económicos propios -amén
de los que puedan provenir de los bienes de los hijos o de
su usufructo-, ejerce la indelegable función paterna de
procurar la curación de su hijo enfermo sin necesitar -en
absolutoalguno
de
previa
autorización
funcionario
o
judicial
ni
representante
consentimiento
del
ministerio
pupilar (arts. 264, 265, 267 y concs., Cód. Civil) .
Es
que
cuando
se
trata
de
un
vínculo
contractual en que los progenitores participan a título
personal para convenir lo necesario para la atención del
hijo,
por
no
ser
ajenos
los
padres
a
la
génesis
del
contrato, ni tampoco al desenvolvimiento de ese vínculo,
las consecuencias que pudiesen derivarse del incumplimiento
por la supuesta mala praxis en el servicio de asistencia
médica
deben
regirse
por
las
normas
que
regulan
la
responsabilidad contractual (en el mismo sentido, C.N.Civ.,
sala F, causa R. N° 461.628, sent. del 8-XI-2006; ibídem
causa "B., J. V. y otros c. Ciudad de Buenos Aires", sent.
del
29-II-2008,
"La
Ley",
11-VII-2008,
pág.
7).
Por
lo
dicho, es dable concluir que la vinculación entre el centro
médico privado y los particulares no cede en su naturaleza
contractual porque el beneficiario haya sido el hijo menor
de seis años de éstos, desde que no sólo se estableció una
estipulación de esa índole a su favor o interés, sino que
el mentado acuerdo importó el cumplimiento de derechosdeberes
legales
propios
de
los
progenitores,
ejercidos
asimismo en su propio interés y título.
Luego,
el
posible
incumplimiento
o
el
defectuoso cumplimiento de la prestación médica comprometida
en que hubieren incurrido el instituto médico o los galenos
contratados, y que derivara en el resultado fatal del deceso
del menor, en tanto les fuera imputable, importa un debate
acerca de la responsabilidad profesional de aquéllos en el
marco del vínculo contractual previamente concertado, aún
cuando la pretensión indemnizatoria estuviere dirigida al
resarcimiento
de
los
daños
presuntamente
padecidos
iure
proprio por el padre, de modo que el plazo de la prescripción
liberatoria aplicable al caso no podría ser otro que el
previsto en la norma del art. 4023 del Código Civil.
Así
las
cosas,
siendo
que
al
tiempo
de
promoverse la demanda (13 de junio de 1995, fs. 11) no
había
transcurrido
dicho
término
decenal,
entiendo
corresponde confirmar la sentencia del tribunal a quo en
cuanto rechaza la defensa de prescripción opuesta por el
demandado (arg. arts. 4023, Cód. Civil; 289, C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
A
la
cuestión
planteada,
el
señor
Juez
doctor Soria dijo:
1. El recurso no puede prosperar.
A fin de dilucidar la cuestión planteada en
torno
a
la
aseguradora
excepción
citada
de
en
prescripción
garantía
es
deducida
menester
por
la
analizar,
previamente, si la eventual responsabilidad que motiva el
presente
reclamo
cae
dentro
de
la
órbita
contractual
o
extracontractual.
a.
En
términos
generales
comparto
las
consideraciones que el doctor Hitters formula en su voto en
donde
sitúa
dentro
del
ámbito
extracontractual
aquellos
supuestos
en
que
proprio,
por
la
los
acción
de
daños
damnificados
es
ejercida,
indirectos
iure
a
raíz
del
la
cual
la
médicos
e
fallecimiento del paciente.
La
responsabilidad
regla
de
general
los
según
profesionales
instituciones de salud queda enmarcada dentro del régimen
contractual, admite numerosas excepciones, entre las que se
incluye
el
supuesto
en
que
producido
el
deceso
del
paciente, el reclamo indemnizatorio es ejercido por los
damnificados indirectos no contratantes. Ello así, puesto
que
si
los
perjuicio
herederos
que
les
accionan
es
por
propio
la
-iure
reparación
de
un
proprio-,
dichos
sucesores resultan ajenos respecto del contrato que el de
cujus
celebrara
en
vida
con
el
profesional,
y
su
legitimación activa no nace de su calidad de herederos de
la
víctima
-iure
hereditatis-,
sino
por
derecho
propio
(arts. 1084 y 1085, C.C.).
b.
Sin
embargo,
las
particularidades
que
presenta el caso bajo estudio me llevan a acompañar la
solución propiciada por el doctor Pettigiani.
En
la
especie,
no
se
discute
que
fue
el
actor -señor O. I. C. - quien llevó al menor de edad a la
institución demandada y requirió su atención médica. Siendo
así, corresponde establecer si con tal obrar el accionante
tan sólo se limitó a ejercer la representación legal de su
hijo, en cuyo nombre contrató los servicios de salud; o si
por el contrario, aquél celebró dicho contrato en nombre
propio y en cumplimiento de los deberes-derechos que le
impone la patria potestad.
La
distinguir
respuesta
adecuadamente
dos
a
tal
interrogante
hipótesis
en
las
exige
que
los
progenitores pueden celebrar contratos en interés de su
hijo
menor.
De
un
lado,
aquellos
supuestos
en
que
los
padres negocian con terceros, en uso de sus facultades de
administración
de
los
bienes
del
hijo,
y
por
el
otro,
aquéllos en que los padres negocian con terceros a efectos
de
obtener
servicios
corresponden
con
en
el
beneficio
patrimonio
del
hijo,
que
no
se
de
éste
ni
tienen
vinculación con sus bienes, sino que son atinentes a la
satisfacción
de
necesidades
personales,
materiales
o
espirituales del menor.
En el primer supuesto, ninguna duda cabe que
el
progenitor
está
actuando
como
representante
legal
y
necesario del menor, por lo cual quien se constituye en
parte contractual es el propio menor y no su representante.
En cambio, en el segundo, el progenitor no está actuando en
representación del menor, sino que lo hace a titulo propio
en
cumplimiento
de
los
derechos
y
deberes
que
le
son
propios y que derivan de la patria potestad (arts. 264,
265, 267 y concs., C.C.).
Pues bien, toda vez que en el presente caso
fue el señor O. I. C. quien contrató los servicios de salud
con la Clínica Tristán Suárez S.A., no es posible concluir
que el nombrado resulta un tercero ajeno al contrato de
prestación de salud cuyo supuesto incumplimiento deficiente
habría traído aparejado el fallecimiento de su hijo menor
de edad.
Si el fundamento que lleva a encuadrar como
extracontractual la acción intentada por los herederos, por
derecho propio, con motivo del fallecimiento del paciente
está
dada
por
el
hecho
de
que
los
primeros
resultan
terceros ajenos a las partes contratantes; es evidente que
tal ajenidad se encuentra ausente en el caso en donde -como
ya dije- fue el progenitor quien celebró un contrato en
interés de su hijo menor, pero también a título personal y
en cumplimiento de los deberes y derechos emergentes de la
patria potestad.
Son
precisamente
estas
particulares
circunstancias que concurren en el caso bajo estudio las que
han de llevarme a emitir mi voto por la negativa.
A
la
cuestión
planteada,
el
señor
Juez
doctor de Lázzari dijo:
Frente al criterio de diferenciación entre
las
dos
órbitas
de
responsabilidad
-extracontractual
y
contractual-, y desde el miraje expuesto en torno a la
incidencia de la actuación del progenitor en el aspecto
ontológico del contrato de salud, la solución propiciada
por los doctores Pettigiani y Soria me persuaden de seguir
su criterio. A ello aduno, que la interpretación de la
prescripción debe ser restrictiva, y en consecuencia debe
estarse a la solución mas favorable a la subsistencia del
derecho (conf. Ac. 75.702, sent. del 25-X-2000, art. 289,
C.P.C.C.).
Voto por la negativa.
Los señores jueces doctores Genoud y Kogan,
por
los
Lázzari,
mismos
fundamentos
votaron
la
cuestión
del
señor
Juez
planteada
doctor
también
de
por
la
negativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la
siguiente
S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede,
por
mayoría,
se
inaplicabilidad
de
rechaza
ley
el
recurso
deducido;
con
extraordinario
costas
(art.
de
289,
C.P.C.C.).
Los depósitos previos de $ 2.500 y $ 15.500
efectuados
a
fs.
178
y
190,
respectivamente,
quedan
perdidos para el recurrente (art. 294, Cód. cit.), debiendo
el tribunal dar cumplimiento a lo dispuesto por los arts. 6
y 7 de la Resolución 425/2002 (texto Resol. 870/2002).
Notifíquese y devuélvase.
LUIS ESTEBAN GENOUD
HILDA KOGAN
HECTOR NEGRI
EDUARDO JULIO PETTIGIANIEDUARDO NESTOR DE LAZZARI
DANIEL FERNANDO SORIA
JUAN CARLOS HITTERS
CARLOS E. CAMPS
Secretario
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