Universidad P. Comillas 27. Lectura orante de la Biblia LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS Lc 10, 38-42 Camino adelante, llegó Jesús a una aldea; y una mujer, de nombre Marta, lo recibió en su casa. Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras. Marta, que andaba afanosa en los muchos quehaceres, se paró y dijo: «Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con las faenas? Dile que me ayude». El Señor le contestó: «Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas, y sólo es necesaria una. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará». Contexto Camino adelante. Jesús está en el camino que le lleva a Jerusalén. La escena inmediatamente anterior ha sido la del buen samaritano. En aquella escena y en ésta de hoy hay dos personas que merecen la alabanza de Jesús, una por su actividad –el samaritano-, y la otra por su contemplación -María. No se trata en ningún caso de oponer lo bueno de la contemplación contra lo malo de la actividad. Ambas actitudes son alabadas por Jesús en las dos escenas consecutivas. Pero Jesús quiere purificar la acción con la contemplación. Junto a estas dos personas alabadas, hay otras censuradas: el sacerdote y el levita en la parábola del samaritano, Marta en la escena de las dos hermanas. Están enredados en múltiples asuntos, y no son capaces de descubrir qué es lo verdaderamente importante en cada momento. No se han dado cuenta de que lo importante en un caso era atender al hombre herido, y en el otro escuchar al huésped. Lectio “Una mujer, de nombre Marta lo recibió en su casa”. En el evangelio de Lucas Jesús es recibido dos veces en casas de fariseos (7,36; 14,1) y dos veces en casa de pecadores (5,27; 19,1). Aquellos le reciben con críticas, y éstos con alegría. En la casa de Betania hay un personaje que recibe a Jesús con críticas, y otro que le recibe con alegría. Su presencia llena de gozo el corazón de María y causa tensión y ansiedad en Marta. Marta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras. Sentarse es la actitud del discípulo en Lucas. El endemoniado de Gerasa, una vez curado, se sentó a los pies de Jesús (8,35; cf. Hch 22,3). Son los pies que habían sido ungidos por la pecadora en casa de Simón (7,38.44-46), los pies llagados que Jesús resucitado enseñará a sus apóstoles (24,40). Universidad P. Comillas 27. Lectura orante de la Biblia En el judaísmo está vetado a las mujeres estudiar la Ley de Dios. En cambio Jesús admite a las mujeres a convertirse en discípulas, y rompe las barreras y los tabúes. María es capaz de olvidarse de sí, para concentrarse del todo en la escucha del huésped. Representa la bienaventuranza del discípulo. “Dichoso más bien el que escucha la palabra de Dios” (Lc 11,28). La escucha es la actitud básica del discipulado. No consiste en las cosas que hacemos, sino en nuestra capacidad de escuchar a Jesús. La misma voz del Padre desde el cielo había advertido ya a los discípulos: “Este es mi Hijo, el elegido. ¡Escuchadle!” (9,35). Marta, que andaba afanosa en los muchos quehaceres, No se le reprocha a Marta su actividad, sino su nerviosismo, su ansiedad. Quería abarcar demasiado, quería lucirse en una comida muy sofisticada, quería mostrar lo buena cocinera que era. Es nuestro perfeccionismo el que es fuente de ansiedad. La turbación es para san Ignacio el síntoma más claro de que uno se está buscando a sí mismo en aquello que hace. Se paró y dijo: «Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con las faenas? Dile que me ayude». María y Jesús están sentados. Marta se pone de pie, en una posición de superioridad. Desde arriba juzga y condena. En el fondo no estaba haciendo su trabajo con gusto, sino con displicencia. Pretende que Jesús le dé la razón. El Señor le contestó: «Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas, y sólo es necesaria una. La repetición del nombre es frecuente en labios de Jesús (Simón, Simón: 22,31; Saulo, Saulo: Hch 8,4). En todos estos casos, la repetición del nombre lleva consigo un reproche. Frente a la dispersión de Marta, Jesús como pone como modelo la unidad interior de María. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará». La “parte” es en el antiguo Testamento, la parte de la herencia que se distribuía entre las tribus. La tribu de Leví se gloriaba de que “El Señor era parte de su heredad. Me ha tocado una parte hermosa, me encanta mi heredad” (Sal 16,5-6). Agustín pone estas palabras en boca de Jesús: “Marta, tú navegas, y María ya está en el puerto. Estamos hechos para amar a Dios, es nuestro último fin. Nuestro corazón está inquieto hasta descansar en él. María ya está descansando. La contemplación es ya el anticipo del cielo. Meditación Hazte preguntas personales a propósito de este texto. ¿Con cuál de las dos hermanas te identificas más? ¿Cómo juzgas el reproche de Marta contra su hermana? ¿Cómo juzgas el reproche de Jesús a Marta? ¿Con qué grado de ansiedad y preocupación vives tus actividades? ¿En tu actividad transmites paz a los que te rodean, o les transmites tensión y agobio? ¿Culpas a los demás porque no colaboran contigo a que las cosas sean tan perfectas como tú las querrías? ¿Qué sucede cuando intentas hacer una pausa, un momento de reflexión? ¿Cómo vives tus momentos de oración y de escucha, como una carga penosa, o como un gozo y un privilegio? Oración Dialoga con Jesús. Cuéntale primero la alegría que te ha dado leer este texto, o tus reproches, tu malestar, la incomodidad que te haya podido producir. Escúchale. ¿qué te dice? Deja que te llame por tu nombre y que te lo repita dos veces. ¿Cómo es el tono de su voz? Invítale a venir a tu vida, a hospedarse en tu casa. Pregúntale cómo podrías simplificar un poco esa vida tan complicada que llevas. Dale gracias por la palabra que hoy te ha dirigido.