CRÍTICAS & COMENTARIOS I) Sobre “Tierra Junta”, poemario que recibió el Premio Estatal de Literatura 2002, publicado por el Fondo Editorial Borda Cultura del Instituto de Cultura de Morelos en 2004. Por las tierras reunidas Ricardo Venegas1 “La poesía se niega a disociar el arte de la vida y el amor del conocimiento. Es acción, poder, innovación que desplaza los límites... La oscuridad que se le reprocha no le es consustancial. Lo propio de la poesía es iluminar...” Saint-John Perse El poeta Jorge Fernández Granados afirma en un ensayo reciente que en las nuevas generaciones de poetas mexicanos, sobre todo en la de los 70, puede advertirse un “efecto retro”, es decir, un retorno a los clásicos y a las vanguardias. Quizá este “efecto” no sea tan deseable para quienes han proclamado, como Guillermo Fadanelli, la muerte de la poesía, no así para los que creemos que sigue habiendo poesía fuera del poema, y mucho todavía por repetir de otra manera. En 1995 el poeta Juan Díaz ganaba un concurso para publicación de obra, verdadera proeza por tratarse de Cuernavaca, donde se ha vuelto poco más que imposible editar literatura, sobre todo por el oscurantismo de las instituciones culturales. Dentro de una colección de diez plaquettes, algunas de narrativa y otras de poesía, apareció La celebración del otoño (1995), volumen de poemas en los que ya se desdoblaban las exploraciones de su libro más reciente. 1 El autor ha sido becario del Centro Mexicano de Escritores en la categoría de ensayo y del FONCA en el rubro de poesía. Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta. Tierra junta (2004) es un poemario cosmogónico que nos remite al tiempo fundacional de todas las cosas. La criatura primigenia nació del soplo y la tierra, luz en los ojos del primer hombre. Ineludible aquí el Génesis que nos remite a la creación de Adán, fuimos tierra y en tierra acabaremos; ¿acaso somos el relámpago entre dos oscuridades? ¿Antes de nacer y después de vivir deberemos morir? Por ello la palabra del poeta es celebración, la apuesta necesaria de quien sabe, como Wislawa Zimborska, que “escribir es la venganza de una mano mortal”. Las búsquedas de Juan apuntan, en gran medida, al clasicismo español (y con clásico identifico al modelo digno de ser imitado); Juan no quiere engañar o impresionar a sus lectores con juegos artificiales – hoy tan en boga. Es un poeta honesto; en sus referencias él mismo señala los rumbos de los que se ha nutrido su obra. Conocedor de los Siglos de Oro Españoles, sabe que la originalidad es una idea erosionada y sin sentido, que no hay nada nuevo bajo el sol y que sólo el canto redime el sentido de vida de los vivos. Así, el poeta nos dice en Abrevios, su más extenso poema: “Este libro es también una casa de citas” y “Este libro es también una casa de espejos”, y con ello aclara su estirpe: ningún poeta nace sólo, abreva de la tradición que él mismo se construye. En Tierra junta habitan poetas como Juan José Arreola, para quien el sapo es todo corazón, también hay la advertencia del autor, a la manera de Efraín Huerta, de proclamarse muerto y amenaza a sus lectores con enviarles flores, Luis Buñuel y los poetas clásicos del haikú (los pequeños universos que fueron tan caros a José Juan Tablada como introductor de poema más breve a Hispanoamérica). Balnearios, islas, piélagos, pájaros del alba, pájaros de luto, peregrinan los territorios donde la poesía afirma su existencia. Como en las grandes travesías (Anábasis, Tierra Baldía, Muerte sin Fin, Piedra de Sol, Prosa del Transiberiano, Canto a un Dios Mineral, El Cementerio Marino...) Juan incursiona en el poema extenso con Abrevios, y con ello se sacude a la muerte y avanza al golpe de dados de su apuesta. Alfonso Reyes relata sobre el poeta persa Omar Khayyam (el magistral autor de Los Rubaiyat) que, sentado bajo la sombra de un árbol, el bardo disfruta de una botella de vino y del canto de un pájaro, aparece entonces un cazador que apunta al ave y la mata, entonces Khayyam se levanta furioso y arroja “chorros de versos” para suplir la belleza del canto que escuchaba. Lo mismo oficia Juan en esta sociedad de máquinas y números: Amoroso como el golpe que un corazón retiene en forma de latido. Texto leído en la presentación del libro, el 9 de diciembre del 2004, en el auditorio del Centro Morelense de las Artes. Otra versión de esta reseña fue publicada en La Jornada Semanal el 13 de agosto de 2006. http://www.jornada.unam.mx/2006/08/13/sem-poesia.html Escribir desde el insólito eje del espanto Kenia Cano2 El poeta se inclina ante la poesía como “el ciervo acude en reverencia del arquero que acierta”: obediente, sin escapatoria, con la visión pesimista o quizá aceptante de la presa, víctima de un destino compartido por algunos hombres. Hay en la poesía de Juan Díaz una visión apocalíptica, donde “el corazón abriga panes de miseria”. Desde el “insólito eje del espanto” el escritor gira para ver pasar el mundo que late oscuro, “encabezado por dioses humillados y palomas decapitadas”. Debo decir que esta segunda vez en la que me enfrento al libro de Juan Díaz me siento asustada por la subjetividad que existe al leer. El autor me solicitó que escribiera la cuarta de forros para su libro hace más de un año; ahí me refería a su poesía como una “torre de alba” desde la cual construía con palabras llenas de luz. Aparecían cuerpos que podían tomar la forma de la flama o bien, de la aurora diminuta y frágil. Ahora veo que el centro desde el que escribe Juan Díaz toca uno y otro extremo, y que depende el ánimo del lector se toca un mundo u otro. Tal vez los lectores seamos el ojo cazador que busca lo que hay de ciervo en nosotros mismos, leemos lo que necesitamos, lo que nos pide nuestro presente; de alguna manera somos presa de los que nos está viviendo en el momento de la lectura. Hay una imagen en su libro que me ayuda a explicar esto. Dice el poeta: “Crece un árbol en medio de la casa: mi creación”. Así, este eje del espanto sería el tronco y la poesía de Díaz podría bien asolearse en la copa o hundirse en las raíces más profundas. No es extraña por lo tanto la aparición de tantos pájaros, pretextos para tocar bastantes temas. Dice: “las ideas son pájaros sin piel”, el pájaro en sí no se caracteriza por ser un ser carnoso, pero tampoco habla de las plumas; las ideas no necesitan del cuerpo para volar, les basta una estructura. Aunque Juan Díaz toca el erotismo en ciertos poemas, su poesía es más bien descarnada, sus ideas pican. Prisionero en el eje insólito del espanto, el ojo de Juan Díaz es “una lágrima cautiva en una esfera viva”; duele ver, ser testigo de tanta 2 La autora ha sido becaria del FONCA en el rubro de poesía. desolación, quizá por eso sea la mirada un “pájaro esquivo”. Además, ahí donde intentamos ser más libres, el poeta nos lee como “pájaros encapuchados (que) grávidos caemos”, a la par del mundo. Sobre el Apocalipsis, escribe Díaz Victoria, “el fin del mundo es una concurrida espera”; pero no morirán el cangrejo ni el jilguero, tampoco el jaguar ni la garza; morirán la hostia, el atrio, la cruz y la plegaria. El Apocalipsis de Juan Díaz Victoria es lento, silencioso, y el silencio es “esa negra franja de la voz”. Ningún hechizo posterga el fin del mundo: tengo la certeza de que será una tibia dispersión marchita de violetas. No veo en las coincidencias sino la simultaneidad y, mientras escribo esto, la poesía de Juan Díaz me da miedo. Veo una revista de astronomía con un título que dice “Cómo todo comenzó”, en otra revista un gato pardo me mira pero las Letras son Libres y en Proceso se lee con mayúsculas: SIN SALIDA. Texto leído en la presentación del libro, el 9 de diciembre del 2004, en el auditorio del Centro Morelense de las Artes. II) Sobre “Boca de la lumbre”, poema extenso desarrollado con el auspicio del Foecam 2004. La contratapa de la edición publicada (EdicioneZetina, 2006) es un comentario del poeta Francisco Hernández, tutor del proyecto. La flecha que da en el blanco es la que siempre está por llegar. Desde su primer libro, Tierra junta, Juan Díaz Victoria prefirió tensar el arco, a riesgo de quebrarse, para no errar en el centro de las palabras. Sus hallazgos se circunscribieron a su primer mundo: los muros donde se aprisiona la infancia; el balneario donde secamos nuestra inocencia y la llegada de los hijos como una luz para no inundar la casa de nostalgias. Ahora, con Boca de la lumbre, Juan Díaz Victoria regresa a la caza del poema: “Mi lengua es el vestigio / de otra / arcaica Babel”. El nuevo reto es encarar el propio rostro entre personajes mitológicos, literarios, históricos y de carne y hueso; Dédalo, Sísifo, Hernán Cortés, Francesca y el Quijote, son también restos de una historia íntima que sólo reconoce “la reseña de nuestra condición de servidumbre”. Servir lumbre, ser vislumbre, es el punto de todo buen arquero, aunque se admita que el viaje de la flecha es persecución efímera, y “moneda la palabra (que) se desgasta por arduo tratamiento”. Provisto de astucias tan antiguas como el soneto y otras armas finas y complicadas, las palabras encuentran su destino como el ciervo a la flecha: “Cabe entero el océano en el verbo / que lo evoca bramante o sosegado / y espantable retumba la tormenta / contenida en sus tres sílabas solas”. Espero que Boca de la lumbre siempre esté en boca de todos. Francisco Hernández III) Sobre “Estela de Finnegan”, obra en marcha de traducción de la novela Finnegans Wake, de James Joyce. Este proyecto mantiene un canal continuo de difusión a través del blog: http://esteladefinnegan.blogspot.com/ Algunos comentarios acerca de la obra: Envidio la aventura en la que anda usted metido. Me parece admirable su fe en la posibilidad de la traducción. Ojalá pueda seguir adelante. Pongo a su disposición mi web, por si se le ocurre que puede ahí publicar algo: www.enriquevilamatas.com Reciba un abrazo fuerte Enrique Vila-Matas (escritor español) Actualmente, existe una liga permanente a mi blog en el margen derecho de la sección “Eventos” de la página personal de Enrique Vila-Matas, destacada con una pintura de Magritte y el rubro: “La Estela de Finnegan”, el blog donde traducen Finnegans Wake al castellano. *************** Sí, lo he seguido con el mayor interés y admiración. Pienso que hay que explorar las nuevas editoriales. En las condiciones actuales es indispensable buscar un subsidio o varios. Ojalá no fuera sólo para la publicación sino para que usted pudiera continuar su labor que muchos le agradeceremos de verdad. Reciba un abrazo de su amigo, José Emilio Pacheco (poeta, traductor y narrador) Premio Cervantes de Literatura 2009 *************** El trabajo me parece muy interesante. Cuando trabajaba en Biblioteca de México publicamos el episodio de Anna Livia Plurabelle en versión de Silva-Santisteban. Te lo cuento porque es un tema que me apasiona. Un abrazo, Juan Villoro (narrador y ensayista) ************** Me alegro que usted se haya embarcado en viaje tan apasionante como peligroso. Estoy impresionado con su laborioso trabajo de traducción. Un saludo cordial, Ricardo Silva-Santisteban (escritor y traductor de Joyce) Miembro de la Academia de la Lengua del Perú ************** Debo confesarle mi asombro por lo que se ha propuesto usted hacer. Pensé que mi obsesión por traducir, con rimas e idéntica métrica, el "Zone" de Apollinaire era lo más absurdo que alguien se había propuesto, pero veo que no es así. Un saludo cordial, Guillermo Sheridan (columnista de Letras Libres y traductor) ************** Realmente te has abocado a una tarea muy ardua y seguramente muy interesante. Leí con atención tu traducción. En realidad yo siempre lo creí intraducible, (Salvador) Elizondo me contó que hizo de lado la traducción por imposible. Espero que sigas con entusiasmo manos a la obra, yo te mando un cariñoso abrazo, Aline Pettersson (poeta y narradora) ************** Tu trabajo me parece deslumbrante y apantallante a más no poder. Te felicito por el encono y la pasión que has puesto en ello. Te mando un fuerte abrazo y festejo que nos hayamos reencontrado. Cordialmente, Gustavo Sainz (narrador y catedrático en EU) Patricio Pron, “Dos intraducibles, traducidos”, publicado el 19 de mayo de 2010 en El Boomeran(g), blog literario desarrollado con el auspicio del periódico español El País. Unos días atrás hablábamos de ese tipo de literatura que llamamos la traducción. Quizás valga la pena pues reseñar dos traducciones recientes que consideramos pequeños pero auténticos hallazgos. La primera es la de Finnegans Wake, el extraordinario texto de James Joyce que habitualmente es considerado intraducible por la crítica. No se trata sólo de que, como muchos otros textos, el Finnegans esté repleto de juegos de palabras, chistes de difícil traducción, arcaísmos, palabras inventadas y voces deformadas: se trata de que el Finnegans "es" solamente esas cosas (a las que deben sumarse cientos de palabras procedentes de otras tantas lenguas y un tema que, por esta razón, resulta casi impenetrable). A modo de ejemplo de su complejidad, puede citarse un párrafo de su primera página: Sir [Almeric] Tristram [Tristán], violamores, de sobr'el mar angosto, había no todavía [pasadotravez] vueltoarrivar desde North Armorica a este lado del raquítico istmo de Europa Menor par'empuñapelear su penisaislada guerra: ni [había] habido piedras de [jonathan] altósawyer por el riachuelo Oconee exageradas ellasmismás hasta [ser] gorgios del condado de Laurens mientras fueron dubliando su númer todo el tiempo: ni unavoz de unfuego [había] bramadicho mishe mishe [yo(soy)yo] para babautizar túerespetricio no todavía, aunque muipronto después, habí'un chicadete culacabado [a] un soso viejo isaac [butt]: no todavía, aunque todo se vale en vanaldad, fueron envueltas [seducidas] hermanas sosias iracundas con dosún nathanyjoe [jonathan (swift)]. [Al] Pudrir una pizca de la malta de pá' había Jhem o Shen hecho cerveza por luzarco y al final del [puente] rory el arcoiris [cimarreina] estaba para ser vistos algunosanillos sobre la caragua. Quien haya pensado alguna vez que el Ulysses era un libro de difícil lectura puede regresar ahora a sus páginas con el convencimiento de encontrarse casi ante un texto para niños. De algún modo, el Finnegans es lo más parecido a una escritura sobre nada, a un texto que es él mismo silencio. Mientras que la editorial Houyhnhnm Press ha publicado en marzo de este año en colaboración con Penguin una edición "críticamente enmendada" editada por Danis Rose y John O'Hanlon, la edición española de la obra (publicada por Lumen en 1993, en traducción de Víctor Pozanco) se encuentra agotada. Me dicen que será reeditada en breve pero, mientras tanto, los lectores que deseen acercarse al texto pueden encontrar un meritorio esfuerzo de traducción aquí. Se trata de la traducción del primer capítulo de la obra, realizada por iniciativa propia por el poeta mexicano J. D. Victoria. En mi opinión, la traducción es buena (aunque desde luego, y por el tipo de texto que es el Finnegans, los criterios para determinar si una traducción es buena o no lo es no tienen validez alguna aquí), pero lo interesante es que se trata de un esfuerzo personal, surgido del amor de un lector por un texto y de su deseo de compartir ese texto con otros lectores, y no el resultado de un encargo editorial; es decir, una actividad esencialmente antieconómica. http://www.elboomeran.com/blog-post/539/9019/patricio-pron/dosintraducibles-traducidos/ Javier Ors, «Finnegans Wake», el libro de Joyce que las editoriales no se atreven a traducir, reportaje publicado en el periódico español La Razón el 30 de junio de 2010. El «Finnegans Wake» sigue siendo el reto de las editoriales españolas, que no se atreven a abordar la traducción de esta obra, jamás publicada íntegramente en castellano / La editorial Lumen reeditará en otoño el «Ulises» Se puede adaptar, imitar, reinterpretar, quizá, con suerte, versionar o emular, pero nunca traducir. Su nombre: «Finnegans Wake», un libro imposible de encontrar en castellano en ninguna librería. Tanto en España como en Iberoamérica. Sólo ha existido un intento de acercarlo a los más de 450 millones de hispanohablantes. Fue una edición parcial, no completa. Un «experimiento», como lo definió Esther Tusquets al recordar esos días, en la editorial Lumen, que entonces dirígia ella. Corría el año 1993 y el trabajo de vertir la polémica obra de Joyce a nuestra lengua le correspondió a Víctor Pozanco. El volumen, hoy, está agotado. En Iberlibro se puede encontrar el que, probablemente, será el único ejemplar que todavía queda disponible, para los coleccionistas, de la tirada. Está en Alicante. Su precio, 95,42 euros. El resultado del proyecto fue recibido con frialdad y algunas críticas. A su favor, que ha sido la única ocasión en la que se ha emprendido la digna labor de aproximar a nuestra cultura un texto tan complejo y fundamental. «Ya habíamos publicado lo demás de este escritor. Solamente nos quedaba este libro. Recuerdo que José María Valverde [uno de los tres traductores de “Ulises” en España] rechazó involucrarse en este plan. Me hizo gracia porque tampoco quiso participar en la publicación de las cartas que Joyce compartió con Nora por razones morales. Pozanco sí aceptó», explica Esther Tusquets. ¿Pero es traducible? Asegura un dicho: para traducir el «Finnegans Wake», primero hay que traducirlo al inglés. Borges señaló, al referirse a esta obra, que no leía borradores. Controvertida y mítica, esta novela se ha convertido en el caballo de batalla de la industria editorial. Existen traducciones de capítulos sueltos. Cátedra ha publicado, a cargo de Francisco Garcia Tortosa, el capítulo VIII encabezado con el título «Anna Livia Plurabelle». Nada más en nuestro país. Juan Díaz Victoria, desde la otra orilla del Atlántico, está enfrentándose al desafío. En su versión está castellanizándolo todo. Los resultados se pueden consultar en internet. Según traduce, cuelga en su blog parte de sus esfuerzos. ¿Pero merece la pena? «Sí tiene sentido editarlo en español. Es el autor más importante del siglo XX. Hay que saber que saldrá una obra diferente –dice Eduardo Lago, novelista y director del Instituto Cervantes de Nueva York–. Sería una empresa enorme y los resultados serían dudosos. Se necesitaría un equipo de traductores.». Para el escritor Agustín García Calvo, traductor de Shakespeare, «sería realmente interesante». Según dice Andreu Jaume, editor de Lumen, el sello que en otoño reeditará el «Ulises» de Valverde, «no hay motivo para no traducirlo. Habría que encontrar a un buenísmo traductor o un equipo. Tengo dudas sobre el resultado. Es casi imposible reinterpretar todo ese lenguaje». Y Antonio Rivero Taravillo, poeta, traductor de Pound y Yeats, y responsable de la biografía de Luis Cernuda en Tusquets, quien estaba a escasos metros del Guadalquivir, uno de los ríos que menciona Joyce en el «Finnegans Wake», cuando se le pregunta sobre este tema, afirma que es «la asignatura pendiente de nuestra lengua. El español debe enfrentarse a esta obra». Él mismo explica que más que un traductor hay que ser un escritor para atreverse con este libro: «Hay que ser algo poeta. Haber escrito y echado muchas peonadas en la producción de textos. Más que traducir, se necesita tener el impulso matriz de la creación. Eso permitirá recrear el efecto de la obra». Juan Díaz Victoria participa en el debate aportando su propia experiencia: «Lo más difícil es la investigación. El primer reto fue alcanzar la empatía con el autor, lo que conseguí a través de una aproximación muy crítica a su prosa, principalmente por el “Ulises”.¿Cuáles son los recursos que emplea? ¿Cómo los utiliza? ¿Cuál es su sintaxis? ¿Cómo usa la puntuación? Solventado lo anterior, el caso era no pasar por encima de las palabras, o atribuirles erratas, sino considerar que cada variación tiene un significado». Dificultades Esther Tusquets, quien reconoce que no ha sido el texto que más le ha emocionado ni el que prefiere de Joyce, no duda cuando se le pregunta por esta obra, y responde con ironía: «¿Por qué hacerlo? Se traducen otras cosas que son tan malas...». ¿Pero cuáles son los problemas que plantea la obra? «Sólo el 10 o el 15 por ciento de las palabras están en inglés. El resto las va mezclando unas con otras hasta alcanzar unas palabras que sugieren otras dos o tres a la vez», dice Taravillo, quien afirma que la única persona que ha hecho este experimento lingüístico y literario en España es Julián Ríos con «Larva». Eduardo Lago, que menciona en esta misma estela «Trilce», de César Vallejo, comenta que «Joyce manipula el lenguaje, crea palabras nuevas, como hizo Valle-Inclán, usa una multitud de idiomas que mezcla, como el léxico». Victoria refleja la complejidad de esta novela cuando explica el significado de la obra: «Es un homenaje a una canción de taberna irlandesa, “Finnegan’s Wake”, acerca de un personaje llamado Tim Finnegan; pero también implica la pluralidad (no uno, sino varios Finnegans); el mito (Finn MacCool, el gigante que duerme a un costado de Dublín y que algún día despertará), el retorno (Fin again, otra vez), la resurrección (Wake, despertar), la muerte (Wake, velorio) y el río de la vida (Wake,estela)». ¿Su libro preferido? Dicen que era el libro preferido de Joyce. O, al menos, por el que más sufrió al escuchar las críticas. Para Juan Díaz quería «reescribir la literatura universal. Dominaba, y se nota en su trabajo, el inglés, el gaélico, el francés, el alemán y el italiano; así como el slang irlandés y británico, con lo que construye oraciones o variaciones más complejas. Con el resto de idiomas, sólo hace juegos más simples, complicándolos con referencias cultas o populares». Para Taravillo, traducirlo es «poner sobre la mesa todos los recursos y palabras del español y que echen a volar. Va más allá de la traducción». El argumento del libro se desarrolla dentro de lo inconsciente, en el campo de los sueños, lo que le permite llevar al máximo el inglés. http://www.larazon.es/noticia/1991-el-libro-sin-traducir-dejames-joyce En su artículo “El último Joyce”, publicado el 14 de noviembre de 2009 en el suplemento Babelia del periódico El País, Enrique Vila-Matas retoma una versión preliminar de mi traducción del primer párrafo de FW, que aparece en Wikipedia, para tejer una disertación sobre el insomnio del escritor: Sin más dilación, recomienzo, releo el primer párrafo del Finnegans profético y encuentro ahí mi augurio para esta noche: "Correrrío, pasada Eve and Adam, desde el viraje de la ribera hasta el recodo de la bahía, nos trae por un vicio comodicio de recirculación de vuelta al Howth Castle y Enrededores". En cursiva quedan las palabras que no existieron nunca hasta que no abrí este libro por primera vez y leí su primer párrafo. Desde entonces han pasado tantos años que incluso tiempo hubo para un gran correrrío muy comodicio por los Enrededores. De hecho, he acomodado comodiciamente mi mente, estos dos últimos años, por los alrededores del Liffey. Y es que la ciudad de Dublín, que nunca pensé que podría siquiera algún día llegar a ver, he terminado por visitarla cuatro veces en el último año. Han sido cuatro correrríos siempre cerca del río Liffey, cuatro riocorridos, como los llama el mexicano Salvador Elizondo en su traducción joyceana. El riocorrido o correrrío -el riverrun para la mayoría de lectores de Joyce y una clara referencia al curso del río Liffey a través de Dublín- es antesala de la referencia a Giambattista Vico (vicio comodicio), quien concibió la evolución histórica como un viaje circular, exactamente lo que es el Finnegans, cuyo inicio -ahí está vicio (por Vico) operando como señal o advertencia- se halla enlazado con el final de la novela. Mi lectura oracular de este fragmento dice sencillamente que me espera para esta noche -que es metáfora de toda mi vida- un riverrun de insomnio, un trayecto que irá desde el viraje de la ribera hasta el recodo de la bahía, en travesía semejante a la de aquel viaje iniciático que hice en mi primera visita a Dublín, cuando fui de Pearse Station hasta el pueblo de Howth donde, desde lo alto de su castillo, vi el territorio en ruinas por el que se extendían los Enrededores de este libro excéntrico y diferente, que habría podido acabar con la literatura. Después de todo, tras el terremoto que desató en el lenguaje, los más lúcidos sucesores de Joyce nos parecen hoy sobrevivientes caminando entre los cascotes, bajo un cielo insondable sin estrellas, deteniéndose ante las pocas hogueras -y aún gracias- que arden. http://www.elpais.com/articulo/portada/ultimo/Joyce/elpepuc ulbab/20091114elpbabpor_30/Tes El 5 de junio de 2010, en la edición electrónica de la misma publicación española, Eduardo Lago también alude al pasaje inicial de FW, de acuerdo a mi versión: Enrique Vila-Matas ha vuelto repetidas veces a Dublín, y después de haber hurgado en el corazón de la ciudad ha comprendido el sentido de retrasar la entrada en la urbe. Como refleja a la perfección la primera página de Finnegans Wake, parte de la grandeza y el misterio asociados con el lugar está en los enrededores (conforme al neologismo joyciano)… http://elviajero.elpais.com/articulo/viajes/pub/enterradores/e lpviavia/20100605elpviavje_9/Tes La traducción como apropiación Ricardo Venegas J. D. Victoria Estela de Finnegan Bubok Publishing 54 pp. España, 2008. http://www.bubok.es/ En 2009 se conmemoran los primeros setenta años de la publicación de “Finnegans Wake” (FW), considerada por James Joyce como la cumbre de su producción literaria; la cual cimbró hasta los cimientos a la novela moderna con “Ulises”, obra anterior a la que ahora nos ocupa. El autor ofrendó la escasa vista que aún le quedaba y gran parte de su enorme prestigio a un libro que tardó más de dieciséis años en madurar, para publicarlo justo al filo de la muerte. Relegado como la gran bestia negra de la literatura del siglo XX, inexpugnable y pretencioso hasta abarcar la historia del mundo en una infinita sucesión de ciclos, FW encuentra al fin su cauce en castellano. Este trabajo se presenta como un ensayo de traducción del primer capítulo, debido a los oficios del poeta y narrador mexicano J. D. Victoria, cuya versión incorpora miles de referencias literarias, históricas, mitológicas; geográficas, biográficas e idiomáticas para mostrar al fin un texto unitario, enteramente legible en español. Algunos avances fueron publicados como primicia en este suplemento: http://www.jornada.unam.mx/2007/06/17/sem-victoria.html http://www.jornada.unam.mx/2008/08/03/sem-james.html Parodia o recreación que transvasa y se apropia del relato original, “Estela de Finnegan” se sirve de una acepción náutica para aludir a la labor del traductor, quien sigue el rastro en el agua de esta novela-río; la cual inicia con el arribo a Dublín a través del Liffey para acabar con el reingreso al mar de la misma corriente-conciencia femenina. En su primera entrega (Libro I, capítulo 1), Finnegan reproduce la caída de Dios a través de sucesivas eras, encarnado en todos los héroes en desgracia: Finn McCool, Jesucristo, Tristán, Charles Stewart Parnell... Hohohoho, Míster Finn, ¡tú vas a ser Míster Finnegado travez! Cualquier día [el de la Venida] en la mañana y, ¡Oh, eres [di]vino! El mismo día [del Envío] por la tarde y, ¡ah, eres vinagre! Hahahaha, Míster Fann [para nuestra diversión], ¡vas a ser finado travez! (pág. 5-V) Los protagonistas duermen y un narrador nos guía a través de sueños en gestación, introduciéndonos por los orificios de sus cuerpos para desentrañar las imágenes más profundas del subconsciente. Penetradores [intrusos] tán permitidos gratis dentro del monticulo de museo. Galeses [incumplidos] y las chiquillas mimadas [soldados irlandeses], ¡un chelín! (pág. 8-XI) ...estamos dentro deloído [del trasero] d’un whig [liberal (tijereta)] noruego [sin peluca (en l’oreja)]. Tan pequeñitos. (pág. 21-XXXVII) De lo anterior se derivan versiones alternativas de acontecimientos históricos, relatos populares y libros sagrados que se describen con la frivolidad de una canción de taberna. Los juegos de palabras funcionan como metatextos que brindan lecturas adicionales, complementarias o contradictorias del relato principal. [Penes] Griegos pueden surgir [Ladrillos pueden levantarse] y [Pantalones] Troyanos caer (hannabido [siempre] dos vistas para cada cuadro) (pág. 11-XVIII) Así que necesitan apenas deletrearme [con encanto (devangelio)] cómo cada palabra será obligad’a llevar la cuenta de tres veintenas y diez lectœbrias [trípicas (deste trópico)] a lo largo delibro de Junto Doblefín [del Gigant’e Dublín] (pág. 20-XXXV) Es así como J. D. Victoria ensaya, pone a prueba y somete a las lenguas extranjeras (nunca ajenas) para reproducir en castellano el efecto del original FW, que se escucha al leerse y se lee al escucharse. Una novela de nostalgia y humor en el exilio, que hace de lado (otra vez) todas las convenciones anteriores para abrirse a nuevos significados, siempre inesperados, en el reverso de cada palabra. http://www.bubok.com/libros/4164/Estela-de-Finnegan Publicado en La Jornada Semanal el 30 de noviembre de 2008. MUESTRA DE OBRA I) Fragmentos de “Profundidad de campo”, novela inédita. PARECE QUE HUYEN. Él, incluso más moreno que tú y casi a rape; siempre te impresiona con esa cicatriz encarnada, como si le fuera a rajar el cráneo de improviso. No conviene exponerse a sospecha. Cruzan el caserío sin mirarse, sabiendo que uno viene detrás del otro; intercambian posiciones para protegerse, aunque sólo tú andas con miedo. Te ha venido doliendo la misma rodilla por todo el trayecto y quisieras descansar, pero te quedarías petrificado aquí si él te abandona. «La loma queda cerca de un río que no conoces, algún día te voy a llevar», suelta de pronto la frase huérfana. «Mejor vamos a la loma», le dices, y él te ignora: callado, sordo. «Ya me cansé», lo dices quedito, sin importar que no escuche. De hecho, prefieres que se haya adelantado algunos metros y calculas los pasos que los separan a partir de una meta imaginaria. Al pozo son dos, cuatro, siete pasos. Hasta ese horcón, cinco pasos y medio. Sus pisadas no hacen ruido y es como si caminara en el aire, por eso siempre se burla de que tú taconeas demasiado. «Pisas como mujer», ha dicho, pero a ti te da la sensación de ser un gigante con pies de hierro. «No lo mates», sabes que se lo pediste, pero no te hizo caso. Qué le vamos a hacer, pensaste al ver tanta sangre regada, secándose al turbio rayo del sol. Tus pies estaban encogidos por el susto, como cuando no sabes qué responder ante las provocaciones del Coronel. La piel del cuello erizada te emparentaba al gallo cuya cresta se anticipa a un combate. El machete que le habías arrebatado en tus manos, goteando todavía, mientras sus ojos estaban perdidos en la mueca inmóvil del perro negro, con la lengua morada de fuera. «Allá está un descampado, ¿qué te parece?» A ti te da igual, basta que sea lo suficientemente lejos de la vereda. «Me gusta tu hermana», recuerdas con desagrado lo que te dijo ayer, y que se molieron a golpes; después fueron a comer raspados al mercado. A veces lo hace, nada más porque sabe que no te gusta que se hable de ella. Fue entonces cuando te lo propuso. Me das asco, pensaste, pero aún no contestabas nada. Nadie se tenía que dar cuenta, era un pacto; su hermano lo había hecho al menos en dos ocasiones y sólo él lo sabía, porque le tenía mucha confianza y porque quería que también fuera al ejército, que no le tuviera temor a nada; que así demuestran de lo que están hechos, que es cosa de hombres... Me va a hacer daño, eso piensas ahora, con el ojo desnudo del perro en una mano y el estómago contraído por los espasmos que anticipan al vómito. TAN LECHOSA, TAN BLANCA, que deslumbra al verla. Carola toma distancia, te considera un apestado y procura alejarse lo más posible en cuanto descubre esa mirada vidriosa del deseo untada a sus piernas. Lava toda la ropa y tiende deprisa sin dejar de fruncir los labios, en una maldición contenida. Día y noche le guardas un altar en el pecho, promueves ceremonias paganas en su nombre en las que muerdes gordas fresas como si fueran la carne del anhelo. Te arde ya el pellejo de tanto restregarte con el puño: tres, cuatro veces. La sed del cuerpo se torna insoportable. Ninguna lágrima compensa la frustración de verla así, de lejos, con la falda humedecida de sudor; cuando anuda el vuelo del percal y muestra las duras rodillas que parecen piedras de río. Lo crees peor que este azote de varas que eliges soportar, porque aquel dolor no termina jamás. EL CORONEL SE RASCA DEBAJO DEL BRAZO izquierdo, entre la enmarañada mata del sobaco. La delgada camiseta se desgarra más debido a la erupción que escuece la piel del viejo mártir, provocando llagas incurables que lo obligan a embestir con todas las uñas – indefectiblemente infectas– para mitigar la desazón. El vello cano del pecho es abundante, lo cual le brinda una falsa estima de virilidad. Muestra sus dientes cariados al espejo de agua que ofrece la tina en donde enjuagas sus pies. La sangre que le sube al cerebro algunas veces congela su cabeza e infunde una sensación de frescura que día con día lo aproxima al aneurisma definitivo, pero el coágulo que decidirá el fin de tu miseria persiste aún en flotar a la deriva entre los endurecidos ramajes de sus venas. ¡Cuánta saña en tanta debilidad!, te callas el reproche a tiempo para no recibir una postrera reprimenda. De rodillas, secas con cautela los pliegues entre las amarillentas pezuñas sin descuidar su mano, siempre dispuesta al alevoso agravio. «¡YA NO LO GOLPEE AL CUCHITO, don Coronel! Mire que no se mueve...» La oscuridad es tu cómoda estancia cuando el viejo se traba en su arranque de ira y trata, sin fuerzas, de incorporarte. Con el brazo desprendido a tirones, tu saliva se confunde con sanguaza y polvo. Te levantas con el tabique de la nariz desviado y una hemorragia ilocalizable que te baña los hombros como un manto escarlata. Rodean tu cabeza con harapos y debes resignarte a caminar solo todo el trecho hasta el hospital de zona, a doce kilómetros a través del monte escarpado. «LA LOMA TIENE SU LEYENDA». Lo incitas al relato, ofreciéndole su tercer raspado de la tarde. «Debes creer todo lo que te diga, porque de ello depende que te lleve a conocerla». La historia te traslada a un tiempo anterior al que conocen los hombres, cuando el dominio del mundo lo ejercía una diosa con el rostro descarnado y falda de culebras. Su sentencia era atendida por el resto de los seres que se rendían en vasallaje. En ese entonces, el conejo hablaba con la misma voz del pez y de los árboles. «La diosa tenía una balsa sobre el río que te conté, con la que iba a visitar todas las tierras que estaban bajo su gobierno. Este río sigue siendo muy tranquilo en sus orillas, pero caudaloso en el centro, por lo que nadie podía cruzarlo sin ser arrastrado irremediablemente; ni siquiera la diosa se atrevía a tanto arrojo. No podemos decir que era una diosa injusta, porque trataba a todos por igual y no le quitaba nada a nadie; sólo de vez en cuando exigía un pequeño tributo consistente en fruta fresca y ocotes para alimentar el fuego perpetuo que mantenía encendido en medio de la balsa, que era el combustible que hacía trabajar su hechizo. Como no podía abandonar la embarcación por miedo a perderla, todos estaban obligados a comparecer en las riberas una vez por semana, que en aquel entonces constaba de doce días. De esta manera, ora subía la barca y a la vuelta de una docena bajaba para cruzar por el mismo sitio. »Aquellos no eran hombres, sino un antecedente de éstos, con el cuerpo erguido pero brazos más pequeños y una delgada cola en forma de rosquete. Silbaban las palabras, como serpientes. Cada tribu era distinta en el color del pelaje, por lo que se dividían en cuatro: blanco, negro, rojo y amarillo. La diosa los toleraba con idéntico rencor, como corresponde a un amo frente a sus siervos. »Los clanes comenzaron la guerra por el derecho exclusivo a pescar en el río, ya que el asentamiento de los amarillos –en el norte– contaba con las condiciones más favorables para la explotación de este recurso. Su ubicación les permitía cobrar más de la mitad de los cardúmenes disponibles en dos redadas. Después de la extinción, la diosa los olvidó como si nunca hubieran existido. Y siguieron los negros. »Dos pueblos eran pocos para colmar los requerimientos de la diosa, que entonces se vio obligada a reprender a los sobrevivientes. Cuando la comitiva de los rojos le ofreció un parvo cargamento, su ira fue tan incontenible que no quedaron ni los restos de sus huesos quebrados. Los blancos, espantados, huyeron a los cerros. »Así se perdió memoria de estas nobles razas; la diosa no pudo contener el llanto que la secó hasta su consunción. Eso es todo lo que puedo contarte, ¿me crees?» DE NUEVO LO SOÑASTE: EL PERRO MUERTO, la loma, que tu hermana estaba viva; tu pacto con el de la cicatriz, los raspados en el mercado y todo lo demás. «PARECES COSTRA, ¡VETE!» También se aparece fuera de los sueños, en forma de colibrí o detrás de los ojos de un gato pardo. Su espíritu está vivo, tú lo sabes, y busca llamar tu atención en cualquier sitio. Te sigue a todas partes, en muy diversos cuerpos. La has visto caminar de un hormiguero a otro, con las antenas muy erguidas, levantando un rastrojo con la fuerza de diez atlantes. Reconoces su voz en el ulular del búho, su piel en la corteza de un fruto de tamarindo. A través de una rendija entre las piedras la escuchas. «No me sueltes», te dice. «Dame la mano, hermanito.» ¿POR QUÉ TE LA ROBASTE, CUCHITO?, si ella era una niña a la que no le faltaba nada en donde estaba y tú eras sólo un hijo de las cabras, criado en el monte a lengüetazos, correteado por los pastores desde que tuviste uso de conciencia. Es mentira que te haya seguido sin que te dieras cuenta. Fuiste tú quien la buscaba a medianoche, urdiendo el plagio a espaldas del indignado padre, que ya le había prohibido hablar de las historias que tú le relatabas debajo de las sábanas. Quién le enseñaba tantos cuentos de lugares en donde jamás habría podido estar, de los que era imposible saber siquiera el nombre verdadero. Te venían a la boca como susurrados por una voz interna, de muchos años de vida. «Voy a vivir mis sueños» le dijiste, y ella te imploró: «Llévame.» PARIDO A MEDIO CERRO, EN CUCLILLAS sobre una laja ardiente. Con el sol en cenit, el golpe de luz te escoria la frente achatada por el esfuerzo. Con los ojos aún cerrados, palpas gruesas espinas en torno a tu región umbilical. Después de cortar el cordón, ella procede a circuncidarte con la misma punta de maguey. El llanto te atraganta antes de que la leche que mana del duro pezón propicie un remanso de calma. Esperarías que su sombra te cobije durante un lapso menos breve, pero ya escuchas los pasos en descenso, cada vez más distantes. El monte convoca a sus criaturas, que acuden en tropel para proporcionarte amparo. Al tercer día, tu labio partido ya no sangra. SUEÑAS CON UNA ABIGARRADA FORMACIÓN de hormigas rojas atravesando los reverdecidos pastizales. Mancha de diez millones, mil billones, diez mil trillones de insectos a un mismo tranco allanando parcelas hasta el borde de la devastación planetaria. Legión que paraliza de asombro a las ciudades, que cubre el mar de extremo a extremo para que otras miniaturas crucen entre las distantes orillas del mundo. Los polos se tocan bajo una infinita trama de articulaciones y tenazas, de vellos microscópicos que cubren ojos fractuales. Las mandíbulas entrelazadas en una misma hambre caníbal. Los unos contra las otras. Los de arriba aplastando a las de abajo. La extinción llevada a las postreras consecuencias. Su gradual retirada comenzando por las cimas de las altas cumbres para continuar el desalojo de playas, de terrenos baldíos, de jardines y prados. Los ejércitos en contracción alrededor de un núcleo mínimo. Una región, una provincia, un feudo; una campiña, un sembradío, un surco. Un hormiguero... «QUE NO TE ATERREN SUS COLMILLOS, CUCHITO. Tú sabes que le está causando daño, ya no se lo permitas.» El de la cicatriz te guía hasta la troje para mostrarte que Carola se encuentra en peligro. El perro negro la estruja, no la deja respirar. Ella es obligada a permanecer en obscenas posiciones hasta que el monstruo ha colmado su apetito carnal. En el rostro adivinas que implora ayuda, mientras que el enorme can la monta inclemente, como si se tratara de una hembra afín a su raza maldita. Te entrega el machete. «Destrúyelo, es el momento. Ahora que ha saciado su lujuria y se tumba a recobrar aliento.» Ya te vio, ladra. Se incorpora. Tú aciertas al primer mandoble. Sangra del vientre. Las tripas vidriosas se desatan para esparcirse alrededor. Él trata de sostener con ambas manos la precipitación de vísceras. Un segundo golpe es decisivo. Desprende su cabeza. Carola aúlla, histérica. Golpea. «Loco», te dice. «Anormal» te dice. «Enfermo, asesino. Idiota estúpido, lo mataste. Desgraciado mil veces.» «Cállate, lo hice por ti. Te dije que te calles, no te escucho. Era un animal.» «El animal eres tú, cucho de mierda. Diablo.» «Te dije que te calles. Te gustaba, era lo que querías.» «Engendro del infierno.» El filo se encaja en su pecho. «Perdida, perra tú. Puta tú. Enferma tú. Diablo tú. Muere, fiera. Recibe tu merecido. Bestia pervertida, degenerada. Bruja libertina...» TANTAS ALAS APLAUDIENDO figuran bofetadas. Su palmotear te encrespa los sentidos al tiempo que la densa nube amarillenta se apropia de los maizales, transformada en miríada de insectos con caras largas. Dientes que trituran las mazorcas hasta el bagazo. Bulbos oculares donde la luz se deforma. Larvas insaciables de la mítica arpía, con ancas adecuadas para emular el salto de los depredadores. Bocas que mastican o escupen, degluten vociferando «No me sueltes, dame la mano. Hermanito, sálvame.» Corres sin avanzar, pero el paisaje cambia. Las sombras de la plaga se atenúan hasta desaparecer, dejando un cielo limpio en donde sólo se destaca un sol voraz. Ya te escuece la espalda cuando atisbas un montículo entre la hierba que desciende hacia la cinta de agua que conoces por sueños. Ésta es la loma y aquél es el río de la leyenda. Aspiras con fruición exóticos perfumes. Llegas al borde del portentoso cauce, mucho más ancho de lo que tú imaginabas. A lo lejos despunta la visión de una balsa que se aproxima. La aguardas expectante. Te embarcas. La diosa anciana se apiada de tu cuerpo convulso que desfallece a sus pies. Lava tus llagas. Recibes ese abrazo a través de los siglos mientras ella deplora la aflicción de sus hijos. II) Muestra poética. Memoria en vilo La cifra del jilguero no es su canto, sino el oscuro andén que nos conduce a la pradera enraizada de recuerdos donde una voz diminuta nos reclama con alardes de trueno embravecido. Callan de amar las intermitentes luciérnagas si el grito se eleva de la estera que sostienes con manos crispadas en acero. Vendrá algún día el destello que liberte a los muros de su prisión infame, cuando la hiedra amanezca resarcida y bajo el cielo no queden rastros mustios de la vegetación que crece al borde de los acantilados. Desierto intacto El sol como emblema que asciende es un pretexto para que los labios de las garzas se endurezcan a mitad del río. La cruz plantada en una estepa estéril: anunciación de soledad enhiesta, de esplendor. La cima del aire Todo el verano se desborda entre tus manos de liquen, en la fingida indolencia del cangrejo cuya mayor hazaña consiste en peinar la playa con hebras de diamante encanecido. Tuya es la fuerza que mueve al mundo: el lance del jaguar en acecho frente a su presa impávida. Ya es tiempo de vaciar el mar sobre las nubes para volver a comenzar de cero. Plegaria del eterno retorno Fluidos minerales que inseminan la escarcha, la esperanza asfixiada dentro de un florero; reina abeja entre los cirios yertos, el ocaso estallando en la sombra, una espada sin filo y una vela encendida. Ningún hechizo posterga el fin del mundo: tengo la certeza de que será una tibia dispersión marchita de violetas. Lluvia forestal El asedio del lince anticipa la sucesión del agua derruida. La tempestad, cernida a nuestros pies, es la razón más aparente de que la alondra se diseque en el aire adelgazado por tanta ausencia. El estornino es noche que invierte su plumaje: verdor en el que aspira a consumarse el alba. El límite Mujer de estrella dilatada: torrente del que emerge la voz ensangrentada con el distante rubor de la medianoche. Ahora vuelves sola a mi regazo para incendiar las alas primordiales en su descenso a la tolvanera. El lago es la conciencia quieta de los ángeles que han venido a enseñarte su lenguaje de flechas; el ardid de conseguir la sucesión del reino apenas toques la luna con los labios dispersos de las olas. Memoria del rayo Al emigrar, he vuelto a ser la piedra que ciñe como cauda a las montañas en reposo; brizna de luz tendida sobre el abismo claro de los atrios, constelados de esperanza rediviva. La casualidad nos torna en disidentes flores de testas raídas: longevo amanecer en el que nunca acaba de fundirse el sol. Cada paso es un acercamiento a la serpiente bifurcada de los días ajenos —que enjuga su saliva en nuestros hombros— ajustando su lento discurrir al flujo de las horas póstumas. Cabalgando en ristre de la sombra me someto a la alabanza de la noche. Los días bisiestos Por la virtud de la guirnalda, la luna es un estigma en la frente del día. Preludio de la tarde: esparces jubilosa la sal de los océanos sobre las altas catedrales de tu llanto, para que nunca nadie se atreva a cometer incesto nuevamente con la tormenta en cierne En la ignorancia de la dicha, te deseo bonanza en tu litigio por usurpar el reino de los cielos El refugio Más que el vuelo, la gracia del otoño radica en dejarse amar en los aljibes. El clamor del celo es suficiente para ahogar la luz en un trozo de cuarzo que se estrella al contacto del sonido. No hay manera de esperar que la noche se agite entre los abedules, pues el misterio de ese encantamiento es el origen del huracán. Si fuera transitoria tu morada en el aire, jamás la rosa hubiera hendido su desprecio sobre tu pecho de alborada inhóspita debajo de los sauces. Guardián del alba Como una ofrenda la luna abyecta se inclina sobre el rostro entumecido de los hombres para coronar con su lujuria la estadía del ensueño. Vuelve en barcas de mimbre entre un mar cadencioso de aves: la pauta es un estrecho río sin condición ni límites. Manual de asedio El unicornio es invisible. Si un cazador alienta su captura, dispara al aire. La flecha erguida, en su presencia, adolece de tino. Sólo espinas lo hieren. El pétalo es su abrigo, carnada de lo blanco. Jamás regresa a una misma morada. Duerme al pie o tendido entre los árboles. Sus ojos son albergue del brillo, súbitos resplandores. El cuerno es un colmillo. Tú que acechas, tensa el arco sin piedad. Devoción al fuego Desnuda te concibo semejante a un continente en sueño: brechas como piernas prolongadas en llanuras de fuego, horizontales rieles o amalgama vulnerable a mis besos Ávido el deseo anuda en tu cintura Márgenes que asoman precipicios Cabalgan Ojos Asombrados Bálsamo de un pulcro promontorio discretamente florido en su negrura Corazón de Arreola El sapo trama sortilegios contra el musgo. Disimula movimientos de piedra, ojos que son espuelas al intruso. Todo cede a su mansa quietud; solitario gime desconsuelo. Odre verrugoso, fuera del agua se sumerge para que lo salvemos. El sapo, capucha del alma. Suburbio de la costa Del mar, el viento erige escombros. Mareas son látigos o brazos que no cesan. Tromba de lenguas, azote de los riscos. Brisa de aves partidas. El puerto, ciudadela de nubes suspendidas. La noche como revelación oceánica. Boca de la lumbre I Éxodo 3: 4-5 Facunda, aunque renuente, habilitada flama de lenguaje; ya pira, más que en brasa trastornada su esbelta crin ardiente —que el fuego no precisa de blindaje. Atemperada pues, fiera al relente ni se doblega —asaz indiferente— si escalda la osamenta de la zarza. Cuán fugitiva se hurta mi infiel conciencia al prístino llamado, ascua de ardor madura que al lastre ha relevado en bonanza del lujo bienamado —¡Oh esplendente candela, oh encarecida llama al arduo cerco de mi frente esquiva, líbrasme de palabra con tu grata partida de tal modo que errante, aún das vida!—. Evanescente entonces, a petición depuesta la sandalia, sin recelar me adentro en greda virgen con aliviada carga. II Éxodo 33: 18-23 Manifiéstase nube un velo que me descubre traslúcido el contorno de su palma: coto donde hace calma que ampara al ya vacante, desaforado hospicio para sola custodia del aliento; bien lo guarda del vicio, sedicioso tormento, cuando el ánima niégale sustento. Mas constante cuidado no columbra el ensueño si de ajena deriva procedencia —¡Trueca ay, noble carencia por consuelo pequeño al que, obstante no, se acredita empeño!—. (Esta, pues, posesiva nebulosa imperante cuánto más alusiva es evidencia del de avaro semblante.) Elegía al manchego Varón estampa de la bizarría quien encaró la injuria, y sin sabello trajo a la realidá de los cabellos; como botón es muestra de hidalguía. Quijote monseñor, de vesanïa jamás se menosprecie entre la gente los insinuados guiños de la mente que nota son mejor de tu valía. Pues aunque lo de triste se señale como primero sino de tu suerte, nunca diste a la bella por perdida: La del Toboso, emblema de los males que recto te llevaron a la muerte —Tú, que imitaste la llorosa vida. Sísifo en penitencia Inútil ejercicio el de la peña cuyo traslado lento hacia la cumbre —aunque confiando al logro certidumbre— concretará jamás el que se empeña. Ejemplo de martirio, es la reseña de nuestra condición de servidumbre para qu’el esforzado s’acostumbre a ser juguete que Adonay desdeña. Doble evadido del terreno de Hades —primero celador, luego insepulto— que embustero granjeose enemistades de cuantos dioses merecieron culto para acabar al fin de las edades atribulado por el mismo bulto. Hamlet encuentra a Yorick Ay, compañero del aleve sueño que hace merma en la nómina del mundo; suyo efecto supera el del beleño: trajinera discreta a lo profundo. No’ay deste calabozo un otro dueño sino el comunitario gemebundo concierto de dolor, nada halagüeño par’el recién llorado moribundo. Dale bufón, ¡oh pícaro risueño! tu fama de solaz al inframundo; concédeme la dicha del ensueño cuando por dentro en lágrimas abundo. III) De la traducción anotada de “Finnegans Wake”, de Joyce. LA CAÍDA3 correrrío,4 pasados [la iglesia & la taberna de] Eva y Adán,5 desde viraje de ribera hasta recodo de bahía, nos trae por un comodio6 [vicio] cívico7 de recirculación devuelt’a Howth Castel8 y Enrededores.9 Sir [Almeric]10 Tristram11 [Tristán],12 violamores,13 de sobre’l mar angosto, había no todavía [pasadotravez] vueltoarrivar desde Norte N.T. Lo escrito entre [corchetes] son lecturas alternativas o datos adicionales para contextualizar el pasaje. 3 Joyce, James. Finnegans Wake. 1939, Londres, Faber and Faber; pags. 3-4. 4 Otras versiones: “ribereña (dublín)”, “invadida por río”, “soñemos & veremos (otra vez)”. 5 Refiere simultáneamente al episodio del Génesis, a la Adam and Eve's Church y a una taberna próxima a dicha iglesia en Dublín. Otra versión: “pasada la víspera de un Adán”. 6 Castellanización del inglés “commodious”, que significa amplio y espacioso. Referencia al emperador Cómodo (Lucius Aurelius Commodus Antoninus), hijo y sucesor de Marco Aurelio, con quien inicia la decadencia del Imperio Romano. 7 En el original: “vicus”, significa barrio o pueblo pequeño en latín. Se hace referencia a Giambattista Vico, quien concibe la evolución histórica como una espiral. El principio se liga con el final de la novela: “Un camino (a lejos) a solas al fin amado a través dÉl”. Vico Road es una vía costera al sur de Dublín. 8 Castillo de Howth. Se respeta el orden de la mención en inglés para formar las iniciales HCE. 9 Se presentan las iniciales de Humphrey Chimpden Earwicker (HCE), el protagonista de la obra que personifica a la ciudad de Dublín y a todos los hombres en su caída: Here Comes Everybody. 10 Almeric o Almory Tristram, dueño y conde de Howth en el siglo XII. Su dinastía heredó la propiedad. 11 Evoca también a Tristram Shandy, personaje del escritor irlandés Laurence Sterne. 12 Referencia constante en la novela por su relación con Isolda (Iseult), princesa de Irlanda. La hija de HCE se llama Isabel y/o Isobel (Issy). 13 La viola d’amore es un instrumento musical de catorce cuerdas. Armórica14 a este lado del raquítico istmo d’Europa Menor par’empuñapelear su [aislada] guerra peneinsular:15 ni [había] habido piedras16 de [jonathan]17 altosawyer18 por el riachuelo Oconee19 exageradas ellasmismás hasta [ser] jorgios20 [no gitanos] fabulosos del condado de Laurens mientras fueron dubliando su número21 [de mendigos (má’s y padres) ininteligibles huraños & tramposos] todo el tiempo: ni unavoz22 de unfuego23 [había] bramadicho mishe mishe [yo(soy)yo] para babautizar túerespetricio:24 no aún, sin embargo muy pronto después [del hijo venido (disfrazado) de venado], habiun chicabrete25 [engañoso] culacabado [a] un soso viejo isaac [butt]: toda vía no, aunque todo se vale’n vanilidad, fueron envueltas [& escritas] 14 Región costera del noroeste francés. También evoca a Norteamérica. 15 Sugiere simultáneamente la Guerra Peninsular, la masturbación y el acto aislado de la escritura. 16 Referencia al mito de Deucalión, que arroja piedras y crecen hombres. 17 Por iniciativa del irlandés Jonathan Sawyer, se le otorga el nombre de Dublín a dicha comunidad en el condado que se menciona, en Georgia (EU). Joyce lo coloca por encima de Tom Sawyer, el personaje de Mark Twain. 18 En el original: “topsawyer's rocks”, alude a una formación rocosa sobre el cauce del río Oconee. 19 Río de Georgia (EU). 20 Habitantes de Georgia (EU). El hijo de Joyce y Nora Barnacle se llama Giorgio. 21 Otra versión: “…fueron (a) dublín su má y padre (mi padre) todo el tiempo.” 22 En el original: “nor avoice”, sugiere la voz de Nora Barnacle. 23 Evoca simultáneamente el episodio de Moisés frente a la zarza ardiente y la personificación de Brigit, la diosa triple de la mitología irlandesa que se relaciona con el sagrado fuego eterno de la inspiración. 24 Conjuga las palabras de Jesús “tú eres Pedro” con la mención a San Patricio, santo patrón que aviva el fuego de la cristiandad en Irlanda. 25 Introducción de Charles Stewart Parnell, protagonista de la historia de Irlanda que se opuso políticamente al conservador Isaac Butt; también alude al engaño de Jacob a su padre miope Isaac. hermanas sosias26 iracundas con dosún nathanyjoe [jonathan (swift)]. [Al] Pudrir una pizca de la malta de ‘pá había Jhem o Shen27 hecho cerveza por luzarco28 y al final del [puente] rory29 el arco iris [cejarreina] estaba para ser vistos algunosanillos30 sobre la caragua. La caída (bababadalgharaghtakamminarronnkonnbronntonnerronntuonnthunntrovarrhounawnskawntoohoohoordenenthurnuk!)31 deun alguna vez viejo salmonzuelo32 [par] de wallstreet33 [en apuro por el muro] es recontada temprano en cama y más tarde’n vida parabajo a través de toda la juglaría cristiana. La gran caída de la pared’e lejos34 implicó a tan corto plazo del aviso la pafcaída de Finnegan,35 sólido 26 Alusión a un vínculo lascivo entre el escritor Jonathan Swift y unas “hermanas” (sesthers) sucias, socias y sosias: Vanessa (Esther Vanhomrigh) y Stella (Esther Johnson). Ambos motes se los adjudicó Swift. 27 Shem (Jim/James) o Shaun (John), los hijos varones de HCE. Son gemelos. También se les nombra como Jerry y Kevin. El pasaje hace referencia a la canción del siglo XVIII "Willie Brew'd a Peck o' Maut", del poeta escocés Robert Burns; también evoca la embriaguez de Noé (Génesis 9: 20-23). En el original: “Jhem or Shen”, sugiere asimismo la marca Jameson de whiskey irlandés. 28 Un chorro de orina. La malta ha sido fermentada a través de la digestión y culmina el proceso con la micción. En el original: “arclight”, sugiere también el arca (ligera) de Noé. 29 El puente Rory O'More cruza el río Liffey. Es rebautizado así en 1939, año de edición del FW. Otras versiones: “…al oriente el arco iris…” o “…al final (rojizo) del rociado arco iris…” 30 Evoca las cuatro óperas épicas que componen "El Anillo del Nibelungo", de Richard Wagner. 31 Reproduce distintas voces en idiomas diversos para nombrar al trueno, simulando la onomatopeya de su caída. 32 Old Parr es la marca de un whiskey, inspirada en el mito inglés de un sabio personaje muy longevo. 33 Por el jueves negro de 1929. 34 Wall Street. 35 Referencia a la canción popular irlandesa "Finnegan's Wake" (de mediados del siglo XIX) que relata la caída de un hombre ebrio de una escalera; lo dan por muerto, pero “despierta” al ser empapado con whiskey. hombre irlandés,36 que la cabezadehumpty37[enla]colina délmismo prontamente envía una buena indagación hacia’l oeste’n busca de sus dedosdelpiededumpty[enel]pueblo: y su picarribapuntoysitio38 [obelisco]39 está en [el lugar de] el noqueo40 enel parque donde naranjas41 han sido puestas paroxidarse [& descansar] sobre’l verde pasto desde que’l primer diablinense42 amó [vivo]43 a livia [liffey].44 ¡Qué choques aquí de voluntades de lo que la gallina45 quiere,46 ostragodos ‘oggando piscigodos!47 ¡Brékkek Kékkek Kékkek Kékkek! 36 Alude a la canción cómica del siglo XIX "Muldoon, the Solid Man", de Edward Harrigan; trata el caso de un político de origen irlandés, emigrado de pequeño a los Estados Unidos, que se vanagloria de su prestigio. Esta pieza alcanza gran popularidad en Irlanda con la interpretación de William J. Ashcroft. 37 Evoca a Humpty Dumpty, personaje de una rima infantil: el huevo antropomorfo que cae de una pared, se rompe y no tiene remedio. Se relaciona con el nombre de HCE: Humphrey. 38 En el original: “upturnpikepointandplace”, refiere simultáneamente al obelisco en el Parque Phoenix y al punto de peaje (una verja) para ingresar a Chapelizod, donde se encuentra la taberna de HCE. 39 El Wellington Testimonial, monumento ubicado en el Parque Phoenix. Alude al sexo erecto. 40 Referencia a la localidad de Knockmaroon (colina de los cadáveres) y/o al pueblo de Castleknock, cerca del Parque Phoenix. 41 Alusión al lugar donde están enterrados irlandeses protestantes anglófilos (orangemen), cerca del Parque Phoenix. 42 El diablo es el primer Caído. 43 Otra versión: “...desde que el primer diablín amó a los vivos”. 44 Anna Livia Plurabelle (ALP), esposa de HCE, se identifica a lo largo de la obra con el Liffey: el río de la vida. 45 Biddy Doran deambula entre la basura, detrás de la taberna de HCE. 46 Otra versión: “Qué discrepancias aquí de voluntades contra (lo que) no (se) quiere…” 47 Alusión al enfrentamiento entre ostrogodos y visigodos, explícitamente en la Batalla de Châlons (451 d.C.), donde el rey Atila –en alianza con ostrogodos– sufre una derrota moral. ¡Kóax Kóax Kóax!48 ¡Ualu Ualu Ualu! ¡Quaouauh!49 Donde los batallarios partisanos Bodelerios50 [con cimitarras] tán todavía fuera para dominajenar [a] Malocus Milgrañas51 y los Verdones52 [con lanzas] catarrojando las canibalísticas fuera de los Chicoblancos53 de Cabeza Encapuchada. Puerta’l cerco y búmerazotes.54 ¡Prole d’os55 [cabrones odomitas], sea yo [su] miedo!56 ¡Sanglorianos [sin gloria], salven!57 Reclaman [sus] brazos con lágrimas, horrorizando. Matymatymate:58 48 Onomatopeyas del cacareo. Tiene antecedente en el canto de "Las Ranas", obra de Aristófanes. 49 Lamentos galeses. 50 Alude a (Charles) Baudelaire para referir que la batalla se desarrolla en Francia. Otras versiones: “Ares batalladores” o “aries (carneros) de la batalla”. 51 Alusión a las profecías del santo irlandés San Malaquías, quien vivió en el siglo XII. 52 Referencia a la comuna de Verdun para aludir –por extensión– al combate en Francia. También evoca a (Paul) Verlaine. 53 Referencia múltiple a los Whiteboys irlandeses, miembros de una asociación agraria que se opusieron en el siglo XVIII al sistema de terratenientes; también alude a White, Hoyte y Boyce, tres Lord Mayor (alcaldes) de Dublín, y a la gente del Ku Klux Klan (KKK), en EU. 54 Asedios en oleadas. 55 Anagrama de “Sod”. Los alanos (o arios), también conocidos como “os” (u osetios), participaron en la Batalla de Châlons, encabezados por el rey Sangiban. Otras versiones: “Prole de Dios” o “Prole de la tierra”. 56 Otras versiones: “¡Hermanos de la tierra (irlandesa), sean mis hombres!” o “mi hierba” o “sea yo (el) hombre” o “hierba”. 57 Alusión a las tropas de Sangiban quien, según el historiador Iordanis, le había prometido a Atila entregar la ciudad de Aureliani (Orléans) a los hunos por miedo. Al enterarse, los visigodos los colocaron en medio del frente de batalla para evitar que desertaran. También puede interpretarse como “los que van a dar gloria a la sangre”. 58 En el original: “Killykillkilly”, se relaciona con el KKK y también suena como un cacareo. ató dos, ató dos.59 ¡Qué oportunidad abrazan, qué castillos aireados y ventilados!60 ¡Qué ofrecemeamores61 seducidos a pecar por qué egoteabsuelvos!62 ¡Qué sentimiento de verdad por sus cavellos con quextraña voz del falso hiposo63 [jacob]! ¡Oh ye aquí cómo tumbado [& habiendo merodeado en howth] ha encontrado el polvoscuro [del ocaso] el padre de los fornicacionistas64 pero, (¡Oh mi alguien de escalera brillante!)65 cómo ha finabarcado [el] más alto firmamento66 la señal celestial de sutil anuncio!67 ¿Pero era iza? [¿Iseult?]68 ¿Es eso? ¿Antes eran adivinos? [¿Estamos seguros?] Los robles69 de antaño ahora yacen 59 A todos. Otra versión: “un tributo, un peaje.” 60 Castillos en el aire. 61 Cita de Robert Herrick: “Bid me to live, and I will live / Thy Protestant to be; / Or bid me love, and I will give / A loving heart to thee.” Por extensión, alude a los protestantes (como HCE). 62 Referencia a la absolución del confesor. Por extensión, alude a los católicos (como ALP). 63 Se alude al Génesis 27:19-36, cuando Jacob suplanta a su hermano mayor Esaú dos veces (referencia al hipo, que se repite): con respecto a la primogenitura y al recibir la bendición del padre. 64 Se refiere a los cristianos ortodoxos del este, seguidores de San Juan Climacus, quien en su obra "La escalera del divino ascenso" menciona que la saciedad en la comida es el padre de la fornicación. 65 La traducción literal es: “¡Oh mis estrellas brillantes y cuerpo!”, aludiendo a las constelaciones, que forman figuras. Otra versión: “¡Oh miun cuerpo de estrellas brillantes!” 66 Evoca Isaías 48:13. 67 La escalera del divino ascenso, que lleva el alma al cielo. 68 “Was ist? Isolde?” son las primeras palabras de Tristán en la ópera de Wagner "Tristan und Isolde". Referencia a la hija de HCE y ALP. 69 “Druida” se deriva del celta “drus”, roble. Los druidas gálicos veneraban el roble cuando crecía muérdago en él. Los árboles (serbal, tejo, avellano, etc.) tenían gran importancia para la cultura irlandesa antigua; las arboledas de robles eran lugares sagrados para los celtas. En el siglo XVIII, los miembros de las organizaciones secretas del campesinado del norte de Irlanda eran conocidos como “oakboys”. [en paz] como turba70 todavía dormidos donde las cenizas tán puestas.71 Cae [en tentación]72 si [es] tu voluntad pero, tienes que levantarte: y no tan pronto o la farsa por el momento devendrá en un asentado finalix73 secular [circular]. 70 Combustible fósil formado de residuos vegetales acumulados en sitios pantanosos. 71 Alusión a las tumbas druidas megalíticas (dólmenes, montículos y círculos de piedras). El autor realiza un juego de palabras en este pasaje donde menciona a los robles (oaks), los olmos (elms) y los fresnos (ashes, en versiones anteriores del escrito). 72 Referencia al falo (Phall). 73 Se alude al fénix, que muere y renace. También evoca el Parque Phoenix, escenario del pecado en FW.