Liderazgo y empoderamiento femeninos Susana Medina En Suecia se ha inaugurado el único museo feminista del mundo .Esta ubicado en la ciudad de Umeå ( al Norte). Fue creado para valorar y dar la importancia que han tenido las mujeres en la historia de la humanidad. Algo está cambiando. Por primera vez en la historia una mujer dirige el Fondo Monetario Internacional, otra tiene a cargo la Reserva Federal de Estados Unidos, el 12 % de los 193 países miembros de la Organización de Naciones Unidas es gobernado por mujeres, el 16 % de las mujeres ocupa los lugares de mayor responsabilidad en las empresas de todo el mundo. Por primera vez en Latinoamérica hay tres presidentas mujeres (Chile, Brasil y Argentina). Por primera vez en Argentina, dos mujeres ocuparon la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Por primera vez en 200 años en Costa Rica, una mujer preside la Corte Suprema. En Estados Unidos de América hay tres mujeres en el Supremo Tribunal. Dina Kawar, embajadora de Jordania ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es la primera mujer en presidir el Consejo de Seguridad de ese organismo en 70 años de historia. En 2014 el Consejo de Seguridad tuvo la mayor presencia femenina de su historia, con seis representantes permanentes. Estos porcentajes eran inimaginables hace casi 30 años. Sin lugar a dudas es importante que haya más mujeres en los ámbitos de la toma de decisiones, tanto en los países y en las organizaciones, pero también es importante saber qué tipo de mujer llega a la cima y rompe el llamado “techo de cristal”. Porque si llega sólo por ambición individual y no para liderar los cambios que el mundo necesita, como propiciar el diálogo, la negociación, la protección de los más vulnerables, el respeto por la diversidad, la empatía, etc., no está aportando el valor y la diferencia que el mundo necesita. Desde luego tampoco, si llega masculinizada o repitiendo estereotipos machistas. Las mujeres en la actualidad somos una extensión de una antigua y poderosa cadena que nació con la primera mujer que nutrió a otras, y tenemos la posibilidad de prolongar esa cadena en nuestras colegas, amigas, compañeras, hijas, sobrinas, y hermanas para que lo femenino sea un verdadero factor de cambio en todos los contextos. Pero esto sólo sucederá si cambiamos la presencia femenina por la influencia y liderazgo femenino. Es decir, cuando las mujeres que tenemos poder de decisión, aportemos una mirada diferente y complementaria a la de los varones. Así se producirá un verdadero cambio sustancial , y para ello es imprescindible un trabajo comprometido, solidario, horizontal y respetuoso de la diversidad. No se trata de feminizar la justicia sino de hacerla más humana. De las mujeres mayores a las más jóvenes, de las más experimentadas a las menos, debemos acompañarlas, guiarlas en el camino del respeto por los derechos humanos de otras mujeres, siendo mentoras, sosteniéndonos. Esta es una tarea que una mujer puede hacer por otra con amor y excelencia. Un antiguo verso en Nu Shu la única lengua escrita jamás inventada por mujeres en el siglo III, en China dice “una mujer junto a un río nunca tiene sed y junto a una hermana, jamás desespera”. El camino hacia el liderazgo para las mujeres nunca fue sencillo. Siempre existieron obstáculos y dificultades que transitaron por la desigualdad y la discriminación por los conocidos estereotipos culturales, basados en la necesidad de protección masculina, que interfirieron a la hora de liderar. Cuando la mujer reclama espacios de poder es a los efectos de construir una nueva manera de comprender el poder. Ser protagonista del mismo, para dejar atrás la vulnerabilidad, que parte de la exclusión y de la violencia en todas su formas. Así como la educación fue el instrumento para asignarle a la mujer características como la sumisión, es el sistema educativo quien debe proveer las herramientas para el desarrollo , el empoderamiento personal y el liderazgo. Es necesario conocer, analizar y reflexionar sobre las causas que mantienen la discriminación en general y la violencia contra las mujeres en particular. Es necesario reconocer el poder y la autoestima de la mujer dentro de la sociedad para aumentar su seguridad y para ello hay que construir nuevas identidades femeninas fortalecidas y no estigmatizadas por razones de género. Es aquí donde aparece el liderazgo, que en los últimos años, ha realizado grandes esfuerzos a favor de un cambio institucional sobre la base de programas de concientización sobre la violencia y la discriminación de género. La clave para el empoderamiento y el liderazgo es comprender que el poder no está fuera de nosotras sino todo lo contrario. Es necesario reconocer nuestras capacidades y nuestras habilidades para articular los intereses y demandas de otras mujeres. El gran desafío de cada mujer es transformar las estructuras para erradicar la discriminación y la desigualdad. De eso se trata el liderazgo y el empoderamiento, ni más ni menos que de un proceso de superación de las desigualdades que sufren las mujeres. La mujer líder debe transformar el modelo de una organización con una perspectiva humanista y colaborativa, para convertirse en verdadero agente de cambio social. Esto ha llevado a que en la actualidad se requiera un liderazgo trascendente, que elimine la independencia y el trabajo individual, que facilite la participación, el trabajo en equipo y la evolución de la organización. Las características naturales de la mujer se vinculan y favorecen este estilo que se basa en la comunicación, la conciliación, la empatía y la orientación a los demás. El empoderamiento y liderazgo de las mujeres es un proceso que busca capacitar a las mujeres para que ejerzan sus habilidades y capacidades. No hablamos de poder “sobre” sino de poder “con”. Es decir, el liderazgo y empoderamiento femenino no pretende desplazar a nadie sino compartir responsabilidades en el ámbito de lo público y lo privado. La propuesta de cambio en las relaciones de género, no va a partir de los hombres por más progresistas que sean, tendrá que partir de las mujeres. Se trata de crear una cultura en la que mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades de ejercer la responsabilidad y el liderazgo. Hablamos de equidad entre géneros. Tanto el empoderamiento como la transversalidad de género son necesarios para la buena salud de toda organización social, comenzando por la familia, la escuela, la universidad. Es necesario visibilizarnos, ocupar los espacios que nos corresponden para participar y decidir en igualdad con los hombres y utilizar de esa manera el término empoderamiento, que en el lenguaje feminista quiere decir “tomar conciencia de nostras mismas y de nuestras capacidades”, eso es ser una líder. A partir de nuestras capacidades motivarnos a nostras mismas, ponernos en funcionamiento y trabajar para liderar los cambios que beneficien a otras mujeres. Los objetivos del liderazgo femenino son entre otros: a) lograr el empoderamiento de las mujeres; que sean capaces de poner en valor el trabajo de género dentro de la organización, superando la etapa de culpabilizar a los demás por la situación y liderar los cambios b) introducir la perspectiva de género en la organización social de manera transversal c) generar empatía con los compañeros hombres para hacer de nuestro lugar de trabajo un espacio igualitario, donde todos sean reconocidos por su valor real y no por lo socialmente atribuido. El mundo necesita de la fuerza, el talento y la esencia de la mujer unida, potenciada y amplificada, para crear un espacio de comunicación eficiente, creativo, multidimensional, dirigido a desarrollar los valores del femenino: la búsqueda de consensos, la paz, el diálogo, la cooperación y la integración.- Afortunadamente, mujeres y varones miramos la realidad de manera diferente y complementaria, y ambos debemos saber utilizar la empatía y nuestra capacidad para colaborar en la transformación del mundo. Somos diferentes en sexo, pero iguales en derechos y dignidad.-