Àrea General Servicio de Endocrinología Guía para pacientes con hipertiroidismo La glándula tiroides La tiroides es una glándula endocrina que está situada en la parte anterior del cuello, justo por delante de la laringe. Consta de dos lóbulos unidos por una parte central llamada istmo. Todo junto le da una forma de mariposa. Su función principal es la producción de hormonas tiroideas, que son necesarias para mantener una gran cantidad de funciones metabólicas del organismo. Para la síntesis de las hormonas tiroideas es necesario el yodo que obtenemos a partir de la dieta. Esta producción hormonal viene regulada por la TSH (hormona estimulante de la tiroides) que se produce en la hipófisis, que es otra glándula endocrina situada debajo del cerebro, aproximadamente detrás de la nariz. La TSH también estimula el crecimiento tiroideo y la captación del yodo del tiroides. El sistema de control funciona de manera que cuando la tiroides funciona poco, aumenta la TSH para estimularla para que funcione más. Cuando funciona en exceso pasa el fenómeno contrario, disminuye. Estas características son importantes para entender las bases del tratamiento y seguimiento del hipertiroidismo. Hipertiroidismo Consiste en un aumento de la producción de las hormonas tiroideas, que son la tiroxina (T4) y la triiodotironina (T3). Cuando esto sucede, se produce una aceleración de diversos procesos metabólicos, de manera que hay un estado hipercatabólico, o sea aumenta la temperatura de la piel y hay aumento de la sudoración, de la frecuencia cardiaca, del tono muscular, del número de deposiciones y de la actividad nerviosa en forma de temblores, nerviosismo e insomnio. Como consecuencia de todo esto, la persona enferma pierde peso, por el aumento de consumo. A parte de la pérdida de peso y el estado catabólico, se puede producir un deterioro general. El problema principal es la alteración cardíaca, ya que se producen arritmias con mucha frecuencia, algunas de ellas potencialmente graves. Cuando el enfermo hipertiroideo está sometido a situaciones de estrés con algunas enfermedades concomitantes, intervenciones quirúrgicas y otros factores desencadenantes se puede producir una crisis hipertiroidea (o tirotóxica), una situación grave que requiere una actuación urgente. Causas endógenas Hay tres tipos de procesos que pueden causar hipertiroidismo: las tiroiditis, las enfermedades autoinmunitarias y los nódulos hiperfuncionantes. Tiroiditis no autoinmunitarias La más importante es la tiroiditis subaguda. Se trata de una enfermedad de probable origen vírico que ocasiona una inflamación de la tiroides. El síntoma más importante es el dolor de la cara anterior del cuello, fiebre y malestar general. Como resultado de la inflamación, la tiroides libera todas las hormonas tiroideas que tiene almacenadas y se produce hipertiroidismo. Esta enfermedad evoluciona espontáneamente hacia la curación en 1-4 meses. El tratamiento principal es la analgesia para combatir el dolor; generalmente evoluciona bien con los antiinflamatorios. Algunos casos evolucionan hacia la destrucción de la tiroides y pueden producir hipotiroidismo (función tiroidea demasiado baja); pero es poco frecuente. Enfermedades autoinmunitarias Estas enfermedades se producen por reacciones inmunitarias de tipo inflamatorio (tiroiditis autoinmunitarias) o bien por anticuerpos que uno mismo produce. No se conoce la causa exacta que desencadena la enfermedad, pero hay personas que son especialmente susceptibles y esta susceptibilidad podría ser genética. Las más conocidas son la tiroiditis de Hashimoto, la tiroiditis postparto y las tiroiditis silentes, entre otras. La mayoría provocan una fase de hipertiroidismo no muy larga (semanas) seguida de una fase de hipotiroidismo. Si la glándula se recupera, la función tiroidea se normaliza; pero en caso contrario, queda un hipotiroidismo permanente que requiere un tratamiento sustitutivo con tiroxina. No hay maneras de saber con antelación qué casos se recuperaran y cuáles no, y hay muchos que no se diagnostican porque son poco sintomáticos. Solamente después se puede sospechar que alguien ha presentado una tiroiditis autoinmunitaria, porque se detectan anticuerpos contra la tiroides en la sangre. Una enfermedad autoinmunitaria especial es la enfermedad de Graves-Basedow. Es la causa más frecuente de hipertiroidismo y presenta un mecanismo especial: en este caso se producen unos anticuerpos que estimulan la tiroides y la apartan del control de la TSH. La duración de esta alteración es variable y puede ser temporal o permanente. Este estimulo anormal causa el hipertiroidismo, por un lado, y el crecimiento de la tiroides por el otro (bocio). Esta enfermedad también puede afectar a los músculos que mueven los ojos, que se inflaman y aumentan de volumen. Como la órbita es ósea no se deforma, el ojo no tiene más remedio que ir hacia adelante y se producen los exoftalmos (ojos salidos e inflamados) y la limitación de la movilidad ocular. Este proceso en general evoluciona bien, pero hay casos graves que comprometen la visión y se han de tratar con antiinflamatorios tipo cortisona o bien con cirugía de descomprensión ocular. Los nódulos hiperfuncionantes Pueden ser únicos o formar parte del bocio multinodular. El primer caso, se trata de un nódulo solitario hiperfuncioante (también se conoce con adenoma tóxico). Se trata de un nódulo con una alteración que hace que funcione más de lo normal, sin control de la TSH. El segundo y más frecuente es el llamado bocio multinodular hiperfuncionante (o tóxico) en el que uno de los nódulos del bocio se escapa del control de la TSH y se convierte en autónomo, produciendo hipertiroidismo. El término tóxico no tiene nada que ver con intoxicaciones y es un anglicismo (los anglosajones también llaman hipertiroidismo como tirotoxicosis). Estas alteraciones no suelen evolucionar hacia la curación y, en general, necesitan un tratamiento definitivo. 2 Causas exógenas Son menos frecuentes. Por un lado existe la posibilidad de que un enfermo con hipertiroidismo tome dosis excesivas de tiroxina. También existe la posibilidad, poco frecuente, de que una ingesta excesiva de yodo en una persona con déficit de yodo provoque un hipertiroidismo. Esta aportación extra de yodo tiene que ser muy importante y de golpe. La mayoría se da después de la administración de contrastes yodados en TAC, angiografías, etc. Por último, en algunos casos existe el hipertiroidismo por amiodarona (Trangorex®), que es un medicamento que utilizan algunos cardiópatas para controlar las arritmias. Diagnóstico La sospecha clínica es fundamental para detectar lo antes posible esta enfermedad. La confirmación de la presencia en la sangre de niveles elevados de T3 y T4 y bajos de TSH. La presencia de anticuerpos contra la tiroides orientará hacia las causas autoinmunitarias; y la de nódulos hacia causas nodulares, pero hay que tener en cuenta que hay enfermedades autoinmunitarias que pueden aparecer a partir de tiroides nodulares. En estos casos, la gammagrafía y la ecografía son importantes para el diagnostico. La gran mayoría de nódulos hiperfuncionantes son benignos. En caso de sospecha, conviene hacer una citología por punción-aspiración. Tratamiento del hipertiroidismo La estrategia terapéutica consiste en controlar el exceso de producción de hormonas tiroideas para eliminar los síntomas y evitar las complicaciones graves. Hay dos niveles, el tratamiento temporal con medicamentos antitiroideos y el tratamiento definitivo con cirugía o yodo radioactivo. Los antitiroideos Son medicamentos que impiden la formación de hormonas tiroideas. Controlan el hipertiroidismo en un tiempo que oscila entre 2 y 4 semanas. Las dosis son muy variables y conviene determinar la concentración de T3 y T4 seguido, ya que es fácil que la dosis sea excesiva y produzca hipotiroidismo. Los más conocidos son el tirodril y el neotomizol. En general son bien tolerados; pero hay casos de alergia y alteración hepática transitoria. Muy raramente, pueden producir la reducción del número de leucocitos (glóbulos blancos), lo que predispone a infecciones y comporta tener que suspender el tratamiento. Este tratamiento actúa sobre el hipertiroidismo, pero no sobre la causa. En el caso de patología nodular, se utiliza como tratamiento temporal previo a la cirugía, ya que esta necesita primero controlar la función tiroidea para evitar la crisis tirotóxica. La cirugía Constituye uno de los métodos de tratamiento definitivo. El equipo quirúrgico encargado del tratamiento tiene que ser experimentado en este procedimiento. Las tiroiditis no se acostumbran a operar, ya que el hipertiroidismo es temporal. Es el método preferido cuando se trata de bocios multinodulares o nódulos autónomos. En el primer caso, se debe hacer una 3 tiroidectomía total o casi total. Si solamente hay un nódulo, es suficiente extirpar el lóbulo afectado. En caso de la enfermedad de Graves, en general solo se operan los casos con tiroides muy gruesas o con una afectación ocular muy importante. Este procedimiento puede tener dos tipos de complicaciones: -La afectación de las glándulas paratiroideas, ya sea por extirpación o por lesión. Estas glándulas son muy pequeñas (medio gramo de peso) y se encuentran detrás de la tiroides, dos más arriba y dos más abajo). Son muy importantes en el mantenimiento de los niveles de calcio, de manera que cuando están afectadas, el nivel de calcio en la sangre baja y pueden haber complicaciones, principalmente en la contracción muscular. En estos casos sería necesario un tratamiento temporal o permanente con calcio y vitamina D. -La lesión de los nervios recurrentes, que van a las cuerdas vocales. La lesión de este nervio produce parálisis, parcial o completa de la cuerda vocal del lado afectado, lo que hace que haya alteraciones en la voz. En la mayoría de casos, mejora con un tratamiento de rehabilitación. La intervención se realiza con anestesia general y el tiempo de ingreso es de 2-3 días. Si, tal como hemos dicho antes, el equipo quirúrgico es experto, la probabilidad de estas complicaciones es muy baja y no pasa del 1%. Si se ha de hacer una extirpación total y se producirá un hipotiroidismo permanente; será necesario, por lo tanto, un tratamiento sustitutivo con tiroxina. El yodo radioactivo Aprovechando la particularidad de que el tejido tiroideo es el único que capta el yodo, podemos administrar el yodo radioactivo para controlar el exceso de producción hormonal con las radiaciones, sin que el resto del cuerpo prácticamente no quede afectado. El tratamiento con yodo radiactivo lo administran médicos especialistas en Medicina Nuclear. La dosis utilizada suele ser baja y no hace falta ingresar como medida de radioprotección. En los días siguientes, el Servicio de Medicina Nuclear proporciona las instrucciones necesarias para esta radioprotección. La cantidad de yodo que se administra es muy pequeña, e incluso en individuos susceptibles, raramente hay casos de alergia al yodo. Esta dosis se determina a partir de unos cálculos en los que se tiene en cuenta el volumen tiroideo y la capacidad de la tiroides para captar el yodo. Para esto es necesario realizar dos pruebas que no suponen ningún riesgo para los pacientes. El hecho de que se haya utilizado yodo radioactivo hace que no se aconseje un embarazo hasta los 6 meses después del tratamiento, tanto en hombres como en mujeres. Tras este tiempo no se han registrado casos de malformaciones en los neonatos. Esquema de tratamiento Los tratamientos definitivos, cirugía y yodo radiactivo tienen una complicación que convendrá aceptar: el hipotiroidismo permanente. En el primer caso, la extirpación total de la tiroides hace necesaria la suplementación de las hormonas tiroideas, En relación con el yodo radioactivo, el cálculo de la dosis se hace para conseguir vencer el hipertiroidismo sin caer en el 4 hipotiroidismo. De todas maneras, el margen para no llegar y excederse en la dosis es muy estrecha, porque el yodo radiactivo tiene un efecto residual muy prolongado (años), de manera que tras el primer año, más de la mitad tendrá hipotiroidismo y al cabo de 10, la prevalencia será del 80%. No obstante, el tratamiento sustitutivo con tiroxina no representa ningún problema y con un comprimido al día y un control analítico anual hay suficiente para controlarlo. Por este motivo, el tratamiento se inicia con antitiroideos. El tiempo de tratamiento oscila entre 9 y 18 meses y, aproximadamente, el 40% de los casos entrará en remisión y no necesitará más actuaciones. Estarán curados. En el 60% restante, el tratamiento no será efectivo o bien habrá una recaída después de retirarlo. Es en estos casos donde se plantea el tratamiento definitivo. La gran mayoría (90%) se trata con yodo radiactivo, así se evita la intervención y sus posibles complicaciones. La cirugía se reserva para bocios muy gruesos, afectación ocular importante o deseo de embarazo en menos de un año. Aunque su médico le aconsejara en la elección del tratamiento, sus preferencias deben ser tenidas en cuenta. Embarazo y lactancia La presencia de hipertiroidismo en el embarazo aumenta la posibilidad de complicaciones. Hay más riesgo de aborto en el primer trimestre y puede comprometer la situación cardiovascular hemodinámica de la madre conforme avanza el embarazo. No es posible dar yodo radiactivo y la cirugía puede ser posible en el segundo trimestre, aunque es mejor evitarla. La mayoría de casos se tratan con antitiroideos, pero hay que tener en cuenta que pasan a la placenta y afectan la función tiroidea del feto. Requiere un equipo experto, tanto desde la parte de obstétrica como endocrinológica. Con un control muy estricto, no suelen haber problemas ni para la madre ni para el feto. En relación con la lactancia, no es posible dar yodo radiactivo ni realizar cirugía. Los antitiroideos también pasan a la leche materna y, aunque teóricamente sería posible su utilización con grandes medidas de control, lo más razonable es inhibir la lactancia y utilizar el método más conveniente. 5