Reflexión inesperada Globalización, individualidad e individuos. Se dice que vivimos en un mundo globalizado, y pareciera que es así porque por doquier se escucha hablar de ello. Sin embargo, ¿es así en efecto?, o, ¿qué quiere decirse cuando se dice que vivimos en un mundo globalizado? También se dice que en tanto vivimos en un mundo globalizado las nuevas ideas, los nuevos conceptos, están ya preexistentes en el ánimo de la comunidad en que surgen, que son por lo tanto de todos, y que por lo tanto no hay que reconocer un autor en su origen. Yo no pienso así. Si somos respetuosos con la historia veremos que siempre es una persona particular o a lo más dos quienes traen al presente reflexivo una noción matriz que antes no estaba o un concepto fecundo que antes no tenía presencia, aunque después de ser escuchado se diga que era evidente o que ya era su tiempo. Ninguna idea, ningún concepto preexiste al instante en que una persona lo trae al existir con la operación de distinción con que lo distingue. La idea de que vivimos un mundo globalizado no es excusa para no ver esto y no ser ético negando el reconocimiento a la o a las personas creadoras de algo cuyas consecuencias a posteriori nos parecen obvias, por el momento histórico en que ocurre. Al decir que existimos en un mundo globalizado que determina nuestro vivir, y que por esto el producto de todo acto poético es producto de la acción de todos como si fuese sólo el simple resultado de mostrar algo que ya existía con independencia de la persona que lo crea, nos negamos a nosotros mismos como generadores individuales de todo lo que vivimos, y sin darnos cuenta nos transformamos en entes amorfos que no son responsables de lo que hacen en el mundo de convivencia que viven con su vivir. ¿Por qué hacemos esto? Toda persona actúa en su localidad generando una onda operacional-relacional multidimensional sistémica-sistémica de transformaciones de sentires, pensamientos y acciones como un operar creativo que no ocurriría sin ella. Y esa acción creativa, aún cuando surge en la trama de coexistencia del presente histórico de escuchares y haceres que en ese instante se vive y que la hace posible como un acto cultural-social, no preexiste y no puede decirse que preexistiese a ese momento por muy obvia que parezca en su sentido y/o contenido al ser vista o escuchada. Las ideas, nociones, conceptos y visiones de entendimiento nuevas que al ser propuestas son pronto aceptadas y usadas por todos en la globalización que vivimos, no son de todos al ser generadas pues son generadas siempre por un individuo particular, o a lo más por un grupo pequeño de personas en colaboración íntima. Todas la nuevas ideas, conceptos, nociones o visiones de un nuevo entendimiento o comprensión de los haceres del vivir, surgen como abstracciones de algún aspecto de las coherencias operacionales-relacionales del mundo que vive quienes las hacen. Sin duda el que una nueva visión o comprensión de las coherencias operacionalesrelacionales del vivir haga sentido en el convivir de la comunidad de quien la presenta quiere decir que ese acto creativo fue fructífero e inspirador en el escuchar de los otros miembros de esa comunidad facilitado por su historia común con él o ella y porque tiene que ver con su propio vivir. Sin embargo el que eso ocurra no le quita a los miembros de esa comunidad la responsabilidad ética de reconocer y respetar la autoría individual de quien realizó el acto creativo de traer a la consciencia del presente algo que antes no existía. Una comunidad humana que olvida o niega su responsabilidad y honestidad ética hacia sus miembros se desintegra en la deshonestidad, y se sume en un moralismo de normas que nadie acoge ni respeta. Lo maravilloso y al mismo tiempo a veces difícil de entender es que los seres humanos somos seres conscientes de que quieren ser responsables de los mundos que generan en un convivir democrático como personas éticas abiertas a la co-inspiración colaborativa que surge del mutuo respeto. Y esto es así aún cuando a veces nos equivocamos y decimos que en la convivencia democrática todo es legítimo, afirmación que no es válida porque la convivencia democrática desaparece cuando se pierde la conducta ética individual. Humberto Maturana Romesín