EVIDENCIAS EN EL TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO DEL PACIENTE CON DEMENCIA. Dr. Eduard Diogène. Fundació Institut Català de Farmacología (www.icf.uab.es). Servei de Farmacología Clínica. HU Vall d’Hebron. Universitat Autònoma de Barcelona. La demencia es la principal causa de muerte e incapacitación en la población de más de 65 años de edad. Además, es un problema social de gran impacto sobre la calidad de vida tanto de quienes padecen la enfermedad como de sus familiares. Se ha estimado que en la Unión Europea hay más de 3.000.000 de pacientes con demencia. De ellos, entre un 50% y un 70% tienen la enfermedad de Alzheimer (EA). La prevalencia de la EA se incrementa con la edad: entre un 3% y un 10% de la población de más de 65 años de edad y entre un 25% y un 30% en los mayores de 85 años. Un informe del grupo de Prevención en Atención Primaria y Promoción de la Salud (http://www.papps.org/ ; http://www.papps.org/recomendaciones/menu.htm), calcula que la prevalencia de la EA está entre el 5% y el 10% en mayores de 65 años en España. Los tratamientos no farmacológicos tienen un papel tanto o más importante que los no farmacológicos. Es recomendable el enfoque multidisciplinario del tratamiento de los pacientes, evitar las intervenciones nocivas y la institucionalización precoz así como mantener un entorno social estable. Es imprescindible orientar y dar apoyo tanto a los cuidadores como al paciente y dar expectativas realistas de los beneficios esperables con los tratamientos farmacológicos. Algunos de los síntomas de la enfermedad, como la agitación , la ansiedad, el insomnio y la depresión pueden tratarse con diferentes psicofármacos. Para al tratamiento de la EA, se han utilizado numerosos fármacos con resultados contradictorios y poco esperanzadores en muchos casos: los llamados neuroprotectores (nimodipina) los vasodilatadores, vasoreguladores i nootropos (hidergina, ginkgo biloba, piracetam, nicergolina), la nicotina, los antiinflamatorios no esteroidales, la terapia hormonal substitutiva, la vitamina B1, la vitamina E y otros antioxidantes, los corticoides, los opiáceos o los inhibidores de la monoaminooxidasa-B (selegilina). También, existen estudios observacionales que sugieren que las estatinas, los antiinflamatorios no esteroidales o la terapia hormonal substitutiva pudieran tener un cierto efecto preventivo al reducir el riesgo de EA o retrasar su aparición. Los inhibidores de l’acetilcolinesterasa son los fármacos más ampliamente utilizados actualmente. Existen 4 comercializados y autorizados para el tratamiento de la EA levemoderada: tacrina, donepezilo, rivastigmina y galantamina. La tacrina fue el primer inhibidor de l’acetilcolinesterasa comercializado. Como principales limitaciones, el fármaco presenta una gran variabilidad en su absorción, ha de administrarse 4 veces al día y es hepatotóxico (hasta a un 50% de los pacientes pueden presentar incrementos de las transaminasas y hasta a un 25% presentan incrementos 6 veces mayores respecto a los valores normales). Los nuevos inhibidores de l’acetilcolinesterasa se pueden administrar o bien una vez al día (donepezilo) o bien 2 veces al día (rivastigmina, galantamina). Los efectos indeseados que producen son similares a los de la tacrina, pero su potencial hepatotóxico es muy inferior. Los efectos colinérgicos (náuseas, vómitos, dolor abdominal, anorexia, sudoración) pueden minimizarse si se incrementa la dosificación de manera lenta y escalonada. En los ensayos clínicos, entre un 17% y un 20% de los pacientes tratados con rivastigmina y donepezilo tuvieron que abandonar el tratamiento. En cuanto a su eficacia se refiere, diferentes ensayos clínicos sugieren que los inhibidores de l’acetilcolinesterasa producen mejorías sintomáticas modestas sobre el estado cognitivo, el humor y el comportamiento pero no modifican el curso natural de la enfermedad. En una proporción variable de pacientes, que oscila entre el 15% y el 40% de los tratados, producen mejorías en el apartado cognitivo de la Alzheimer Disease Assessment Scale (ADAs-Cog) de 4 puntos e incluso en un 20% de los pacientes las mejorías pueden alcanzar los 7 puntos. Estas mejorías se interpretan clínicamente como un retraso en la progresión de la enfermedad de unos 6 o 12 meses respectivamente. Se ha estimado que hay que tratar entre 3 y 7 pacientes para garantizar que en 1 se pueda retrasar la progresión de la enfermedad unos 6 meses. También se han objetivado cambios positivos en la impresión clínica global del médico y del cuidador (medidos con la prueba CIBIC-plus). La eficacia parece guardar una relación con la dosis. La eficacia de estos fármacos ha sido evaluada en pacientes muy seleccionados y su seguimiento clínico ha sido más bien corto (como mucho, de 6 meses o 1 año). Aunque no se han publicado ensayos clínicos que comparen directamente los resultados que se pueden obtener con los diferentes fármacos, se puede considerar que la eficacia no varía sustancialmente de un fármaco a otro. Por el momento, se ha publicado poca información acerca del impacto del tratamiento sobre la calidad de vida de los pacientes y sobre sus actividades de la vida diaria. No se dispone de información en cuanto a la eficacia sobre las complicaciones de la enfermedad o en cuanto a su capacidad para retrasar la institucionalización de los pacientes. Algún ensayo clínico sugiere que los inhibidores de la acetilcolinesterasa podrían también resultar eficaces en demencias vasculares en la misma medida que en la EA: la cuestión está en pleno debate. Los avances en el conocimiento de la etiopatogenia de la EA y los inhibidores de la acetilcolinesterasa abren posibilidades para mejorar el tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, todavía es necesaria más información sobre la eficacia comparada de las diferentes opciones disponibles así como sobre su efectividad a corto y largo plazo, su seguridad a largo plazo, su eficacia y efectividad en los trastornos cognitivos leves y en les demencias graves, su eficacia en los síntomas no cognitivos y en las alteraciones del comportamiento y su relación coste-efectividad. Sería extremadamente útil identificar factores predictivos fiables de la respuesta al tratamiento. Las autoridades sanitarias de algunos países (http://www.nice.org.uk) han desarrollado guías de práctica clínica para el tratamiento de los pacientes con demencia (http://www.nice.org.uk/cat.asp?c=14400 ; http://www.nice.org.uk/Docref.asp?d=14412). Resumen Los tratamientos no farmacológicos tienen un papel tanto o más importante que los no farmacológicos en el abordaje terapéutico de los pacientes con demencia. Algunos ensayos clínicos muestran que los fármacos inhibidores de la acetilcolinesterasa (tacrina, donepezilo, rivastigmina y galantamina) pueden producir mejorías sintomáticas modestas sobre el estado cognitivo, el humor y el comportamiento de los pacientes con enfermedad de Alzheimer. No disponemos todavía de pruebas de que estos fármacos puedan modificar la historia natural de la enfermedad de manera relevante. Bibliografía (www.sietes.org ) 1. Cummings, J.L.; Cole, G. Alzheimer disease. JAMA 2002;287:2335-8. 2. Puig, X.; Gispert, R.; Puigdefàbregas, A.; Pérez, G.; Mompart, A.; Domènech, J. Mortalidad por demencia en Cataluña: un problema de salud emergente. Med Clin (Barc) 2002;118:455-9. 3. Erkinjuntti, T.; Kurz, A.; Gauthier, S.; Bullock, R.; Lilienfeld, S.; Damaraju, C.V. Efficacy of galantamine in probable vascular dementia and Alzheimer's disease combined with cerebrovascular disease: a randomised trial. Lancet 2002;359:1283-90. 4. Schneider, L.S. Galantamine for vascular dementia: some answers, some questions. Lancet 2002;359:1265-6. 5. Birks JS, Melzer D, Beppu H. Donepezil for mild and moderate Alzheimer’s Disease. The Cochrane Database Systematic Reviews 2002; volume (Issue 4). 6. Birks JS, Grimely Evans J, Iakovidou V, Tsolaki M. Rivastigmine for Alzheimer’s Disease. The Cochrane Dabatase of Systematic Reviews 2002; volume (Issue 4). 7. Olin J, Schneider L. Galantamine for Alzheimer’s Disease. The Cochrane Dabatase of Systematic Reviews 2002; volume (Issue 4). 8. Stewart, R. Applications of cholinesterase inhibitors. Lancet 2001;358:73-4 9. In t’Veld BA, Ruitenberg A, Hofman A, Launer LJ, van Duijn CM, Stijnen T, Breteler MM, Stricker BH. Nonsteroidal antiinflammatory drugs and the risk of Alzheimer’s disease. N Engl J Med 2001;345:1515-21. 10. 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Se ha demostrado que da lugar a un efecto beneficioso amplio y sostenido en pacientes con enfermedad de Alzheimer. En el presente estudio se investigaron los efectos de la galantamina en pacientes con diagnóstico de demencia vascular probable o de enfermedad de Alzheimer, combinado con enfermedad vascular cerebral. MÉTODOS: Los pacientes elegibles fueron aleatorizados a galantamina (24 mg al día) (n=396) o placebo (n=196) en un ensayo multicéntrico, a doble ciego, de seis meses de duración. Las variables principales fueron la función cognitiva [escala de evaluación de la enfermedad de Alzheimer, subescala cognitiva (ADAS-cog) y función global (impresión de cambio basada en entrevista por el clínico más aportación del cuidador/a, CIBICplus)]. Las variables secundarias fueron evaluaciones de actividades de la vida diaria y síntomas de comportamiento. Se recogió información sobre acontecimientos adversos. Los análisis se basaron en los casos observados o en la última evaluación de cada paciente. RESULTADOS: La galantamina fue más eficaz que el placebo sobre la ADAS-cog [el cambio con galantamina fue de -1,7 (DE=0,4) frente a un cambio con placebo de +1,0 (DE=0,5); efecto del tratamiento de 2,7 puntos; p<0,0001] y sobre la CIBIC-plus [213 (74%) frente a 95 (59%) pacientes se mantuvieron estables o mejoraron, p=0,001]. Las actividades de la vida diaria y los síntomas comportamentales también mejoraron de manera significativa con la galantamina, comparada con el placebo (p=0,002 y p=0,016, respectivamente). La galantamina fue bien tolerada. INTERPRETACIÓN: En este grupo de pacientes con demencia, la galantamina dio lugar a un efecto terapéutico en todas las áreas clave de capacidades cognitivas y no cognitivas. Antiinflamatorios no esteroidales 59556 In'T Veld, B.A.; Ruitenberg, A.; Hofman, A.; Launer, L.J.; van Duijn, C.M.; Stijnen, T.; Breteler, M.M.B.; Stricker, B.H.C. Nonsteroidal antiinflammatory drugs and the risk of Alzheimer's disease. N Engl J Med (2001) 345: 1515-1521. "Estudios previos han sugerido que el uso de AINE puede prevenir la enfermedad de Alzheimer, aunque hasta ahora los resultados han sido inconsistentes. MÉTODOS: Estudio de cohortes prospectivo con 6.989 pacientes de 55 años o más, y sin demencia previa. Se estimó el riesgo de Alzheimer en relación con el uso de AINE a partir de los registros de farmacia. Se establecieron cuatro categorías de uso en función de la duración del período de utilización (no usuarios, uso menor a 1 mes, uso intermedio entre 1 y 24 meses, y uso prolongado, de más de 24 meses). Se ajustó por edad, sexo, educación, tabaco, uso o no de salicilatos, antihistamínicos-H2, antihipertensivos e hipoglucemiantes. RESULTADOS: Durante un período de seguimiento medio de 6,8 años 394 pacientes desarrollaron demencia (293 enfermedad de Alzheimer, 56 demencia vascular, y 45 otros tipos de demencia). El riesgo relativo de presentar enfermedad de Alzheimer fue de 0,95 (IC95% 0,7-1,29) para usuarios durante períodos cortos, 0,83 (0,62-1,11) para usuarios a medio plazo, y de 0,20 (0,05-0,83) para usuarios a largo plazo. El riesgo no se modificó con la edad. El uso de AINE no se asoció a una reducción del riesgo de demencia vascular. CONCLUSIÓN: El uso a largo plazo (más de 24 meses de uso acumulado) de AINE puede proteger frente a la enfermedad de Alzheimer, pero no frente a la demencia vascular" Debate 61392 Schneider, L.S. Galantamine for questions. Lancet (2002) 359: 1265-1266. vascular dementia: some answers, some Entre los autores del trabajo de Erkinjuntti et al-61397 se encuentran personas de Janssen, el laboratorio fabricante de galantamina. Los participantes en el ensayo fueron identificados primero por su demencia indiscutible y segundo por la demostración de signos de enfermedad vascular cerebral, basados sobre todo en la interpretación de imágenes (resonancia magnética o tomografía computadorizada). A continuación fueron subclasificados sobre la base de criterios consensuados para la investigación, en los que presentaban enfermedad de Alzheimer y los que presentaban demencia vascular. Para ser clasificado como de enfermedad de Alzheimer, un paciente tenía que haber presentado una historia de deterioro cognitivo progresivo a lo largo de seis meses. Para ser clasificado como de demencia vascular era necesario un ictus anterior a la demencia, o una progresión escalonada y fluctuante de los síntomas. Alrededor de la mitad de los participantes cumplieron criterios de enfermedad de Alzheimer, y una proporción inesperadamente elevada (40%) cumplieron criterios "NINDSAIREN" de demencia vascular (NINDS-AIRENS es National Institute of Neurological Disorders and Stroke; Association Internationale pour la Recherche et l'Enseignement en Neurosciences). La falta de planificación del análisis para evaluar los efectos del tratamiento en cada grupo, junto a un tamaño de muestra insuficiente para aguantar un análisis de subgrupos, sugieren que los investigadores no esperaban encontrar tanta demencia vascular como encontraron. Por lo tanto, el ensayo evolucionó hasta convertirse en un ensayo de por lo menos dos grupos diferentes dde demencias, de modo que el análisis global inicialmente previsto (en la tabla 2 del original) no puede ser considerado como suficientemente informativo desde un punto de vista clínico. Por ejemplo, es incorrecto deducir que, dado que la comparación global del efecto beneficioso cognitivo [diferencia de 2,7 puntos en la subescala de evaluación cognitiva (ADAScog) de la escala de evaluación de la enfermedad de Alzheimer] es de magnitud estadística similar a la observada en otros ensayos sobre la enfermedad de Alzheimer, los efectos de la galantamina son equivalentes en la enfermedad de Alzheimer y en la demencia vascular. Para entender los resultados y generar hipótesis que tengan valor en clínica, es esencial considerar separadamente los grupos con enfermedad de Alzheimer y demencia vascular, Los pacientes con enfermedad de Alzheimer tratados con placebo mostraron un deterioro de casi 2 puntos en la escala ADAS-cog, mientras que los pacientes con demencia vascular tratados con placebo no mostraron deterioro. Por otro lado, los pacientes con enfermedad de Alzheimer tratados con galantamina mejoraron en 1 punto, y los pacientes con demencia vascular tratados con galantamina mejoraron en 2,4 puntos. Así pues, los pacientes con enfermedad de Alzheimer y enfermedad vascular cerebral mostraron los efectos típicos de los inhibidores de la colinesterasa en ensayos de 6 meses: una diferencia respecto a placebo derivada sobre todo del deterioro cognitivo de los pacientes del grupo placebo; los apcientes con demencia vascular presentaron una respuesta diferente: un efecto cognitivo totalmente dependiente de la mejoría absoluta respecto al estado inicial entre los tratados con galantamina. Estos patrones de respuesta son prácticamente recíprocos uno con otro. La mayor parte del efecto de los inhibidores de la colinesterasa en la enfermedad de Alzheimer se deben a la estabilización de la función cognitiva; por el contrario, en los pacientes con demencia vascular se produce una verdadera mejoría de la función cognitiva... Los futuros ensayos sobre el tratamiento de la demencia vascular deberían abordar cuestiones como la dosis óptima y la titulación óptima de la dosis para reducir los efectos adversos a un mínimo y aumentar los efectos terapéuticos al máximo, así como para evaluar la duración del efecto. Dado que los pacientes con demencia vascular presentan con frecuencia enfermedad cardiovascular e ictus, es posible que los efectos vagales de los inhibidores de la colinesterasa limiten las posibilidades del tratamiento con estos fármacos, más que en caso de enfermedad de Alzheimer