Solicitada suspensión cautelar urgente AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DOÑA MERCEDES RODRÍGUEZ PUYOL, Procuradora de los Tribunales, de DOÑA MJ.M.A y de sus hijos M,, R, y C, de 7,4 y 2 años de edad respectivamente, representados todos ellos por su madre, conforme acredito con la Primera Copia Autorizada de la Escritura de Poder que acompaño señalada de número 1, comparezco y como mejor en derecho proceda, digo: Que a medio del presente escrito y bajo la dirección del abogado Don Luis Bertelli Gálvez, adscrito con el nº 40.988 al Ilustre Colegio de Madrid, interpongo recurso de amparo contra las siguientes resoluciones judiciales y por las concretas violaciones de derechos fundamentales que a continuación se exponen: A) Contra todas las actuaciones practicadas en los autos de juicio de Separación (transformado en divorcio) nº 791/2005 y que dieron lugar al Auto de 27/07/05 y posterior Sentencia de 30/11/05 dictadas ambas resoluciones por el Ilmº Sr. Magistrado-Juez del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Jaén Don Luis Shaw Morcillo y contra la Sentencia de fecha 29/05/2006 recaída en el Rollo de apelación 164/2006 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Jaén, pronunciada por Sus Señorías Ilustrísimas Don Pío Aguirre Zamorano, Doña Esperanza Pérez Espino y Doña María Jesús Jurado Cabrera, por entenderse vulnerados: 1 1) El derecho a la asistencia letrada de la recurrente en amparo, garantizado en el art. 24.2 CE. La inexistencia de una efectiva fiscalización de la Magistratura y la negativa del Parlamento a poner fin a esta situación -aportamos bajo documento nº 2 la Petición de Control del Poder Judicial presentada ante el Congreso de los Diputados con fecha 25/10/1994 sin ser la misma atendida-, ha conllevado que un elevadísimo porcentaje de abogados, conocedores del omnímodo poder de nuestros jueces, eviten el enfrentamiento eligiendo la vía de la resignación y dejando con tal proceder a sus clientes a merced del capricho y voluntarismo de muchos jurisdicentes, ocasionándoles con tal proceder la más grave indefensión material que imaginarse pueda. Y a ese Alto Tribunal le rogamos ante el flagrante caso de injusticia que hoy ponemos en su conocimiento: a) Que no ponga el acento en la pasividad de los abogados para negarle a la recurrente su derecho a la tutela judicial efectiva que ha sido múltiples veces y desde numerosas vertientes lesionada, porque ellos se sienten igualmente desprotegidos por sus Colegios profesionales y temen a las represalias que saben les aguardan si intentan poner freno a decisiones judiciales arbitrarias -de cuestionarse esta realidad pedimos el recibimiento a prueba para demostrarla cumplidamente-. b) Que constate que el núcleo de la cuestión es que la recurrente tenía un innegable derecho constitucional a ser defendida de manera eficaz por sus abogados y estos, al no desarrollar una labor efectiva por la justificada razón expuesta, quebraron el sentido y contenido de este derecho fundamental cuya finalidad en un Estado de Derecho es garantizar una asistencia real y operativa que permitiese en este concreto proceso judicial 2 que impugnamos en su totalidad, denunciar las otras violaciones de los derechos básicos habidas que pasamos a explicitar: 2) Derecho a no padecer indefensión -art. 24.1 CE-, íntimamente conectado con el anterior, al no habérsele permitido a la recurrente en amparo alegar y probar en el proceso judicial en el que se vio envuelta lo concerniente a sus derechos e intereses, exigencia esta que contiene un mandato dirigido al legislador y a los jueces para que promuevan dicha defensión, según ha venido manteniendo esa Alta Corte desde sus inicios -STC 9/1981, de 31 de marzo- hasta la época más reciente -STC 262/2005, de 24 de octubre-, derecho del que no puede ser privada imputándosele tal indefensión a la pasividad de sus abogados, por encontrarse estos imposibilitados de ejercer su auténtica función ante la negativa del Poder Legislativo a garantizar el ejercicio libre e independiente de la abogacía en nuestro país, lo que conlleva la necesaria protección de sus componentes para poder estos hacer frente a los abusos de una Magistratura actuante extramuros de la legalidad. 3) Derecho a un proceso con todas las garantías -art.24.2 CE-, que asegura a los ciudadanos que cuanto acontece en un procedimiento judicial va a estar presidido por la más estricta legalidad y que las facultades que la ley concede a los jueces estos deben verlas, no solo como poderes sino también como deberes, con prohibición de realizar actividades reñidas con la dignidad judicial y exigiéndoseles que toda la causa se tramite dentro de la más estricta normalidad, sin intrigas de pasillo, intromisiones o recomendaciones que propicien ese strepitus fori de tan nefastas consecuencias para nuestra Justicia. 3 4) Derecho a que los jueces no se excedan en el ejercicio de su función, dado que conforme a las SSTC 43/1988, de 16 de marzo, FJ 6; 173/2002, de 9 de octubre ó 212/2003, de 1 de diciembre, FJ 6: “una actuación al margen de la Ley que habilita su actuación constituye un exceso de jurisdicción que vulnera el derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión (art. 24.1CE)”. En democracia no existen -no deben existir- poderes absolutos y la legitimidad de la potestad atribuida al Poder Judicial por el art. 117 de la Carta Magna tiene su límite en el sometimiento de sus componentes al imperio de la Ley, el cual consideramos se ha traspasado sobremanera en el seno del procedimiento judicial objeto del presente amparo, como demostraremos puntualmente y ello ha supuesto la quiebra del 24.1 CE que denunciamos. 5) Derecho a no padecer arbitrariedad judicial, reconocido igualmente en el art. 24.1 CE. Todo el proceso judicial, como vamos perfectamente a acreditar, no ha sido, en palabras de ese Tribunal Constitucional -STC 173/2002, de 9 de octubre, FJ 6-: “expresión de la administración de Justicia sino simple apariencia de la misma por ser un mero voluntarismo judicial...”, lo que ha originado que los tres hijos menores de edad hayan sido alejados de su madre que los criaba, concediéndosele la guarda y custodia al padre que arrastra desde hace años graves trastornos mentales que le incapacitan para tenerlos junto a sí, por más que lo desee por el amor que les profesa -lo que no cuestionamos en absoluto-, peligrando la integridad física y moral de esos menores, lo que ha acontecido por ese actuar sin razones formales ni materiales que define la arbitrariedad judicial de la que nos quejamos -STC 164/2005, de 20 de junio, FJ 3-, al no verse frenado por la injustificable 4 pasividad de cuantos lo presenciaron y permitieron se consumara tamaña monstruosidad. 6) Derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, enunciado en el art. 24.2 CE. No resulta constitucionalmente admisible que las únicas pruebas que tuvieron acceso al proceso fuesen las que pretendían perjudicar a la madre -sin por supuesto conseguirlo-, que no se tuviese en cuenta el informe psicofamiliar sobre el que el Juzgador anunció que apoyaría su decisión definitiva sobre la guarda y custodia de los menores, que se impidiese demostrar esa incurable enfermedad del progenitor, ni mucho menos que los jurisdicentes no practicasen la exploración de la menor María, en edad de ser oída y cuya declaración dejaría bien patente que los corazones de sus hermanos y el suyo propio dejaron de latir a ritmo normal desde que esa separación “en Justicia” les privó de la constante ternura y amor de su madre que en ningún momento anterior de sus vidas les faltó. 7) Derecho a la tutela judicial efectiva desde la vertiente de la proscripción de desigualdad de armas en el proceso, en estrecha relación con el anterior al vulnerarse el mismo según la doctrina de este Tribunal Constitucional, si: “se dispensara un trato de favor en materia de prueba a la parte contraria” -STC 226/2000, de 2 de octubre-, que es lo que desgraciadamente ha acontecido en el presente supuesto que nos ocupa, produciéndose un patente desequilibrio entre las respectivas posiciones procesales hasta llegar a desvirtuarse completamente tal principio de igualdad de armas, que ni siquiera tolera limitaciones -SSTC 47/1987, 66/1989, 186/1990, 186/1990, 76/1999, 178/2001...-. 5 8) Derecho a obtener resoluciones judiciales motivadas y fundadas en derecho sin tacha de arbitrariedad -art. 24.1 CE-, porque a diferencia de lo que aconteciera en el antiguo régimen donde el Juez no tenía por qué explicar las motivos de su decisión: “en un Estado de Derecho hay que dar razón del Derecho judicialmente interpretado y aplicado” -STC 116/1998, de 2 de junio , FJ 4-, faltando en las tres resoluciones que decidieron sobre la guarda y custodia de los menores, los elementos y razones de juicio que nos permitiesen: “conocer cuales han sido los criterios jurídicos que fundamentan la decisión” -STC 8/2005, de 17 de enero, FJ 3-, como también esa motivación fundada en derecho: “que debe ser consecuencia de una exégesis racional del ordenamiento y no fruto de la arbitrariedad (SSTC 61/1983, de 11 de julio y 5/1986, de 21 de enero entre otras)”, arbitrariedad esta presente en dichas resoluciones por: “expresar un proceso deductivo irracional o absurdo” -STC 173/2002, de 9 de octubre, FJ 6, con cita de otras muchas-. 9) Derecho a la integridad física y moral de los menores y de la madre art. 15 CE-, que protege la inviolabilidad de la persona frente a posibles ataques que puedan lesionar su cuerpo o su espíritu, sin que para poder apreciar esta vulneración en relación con los hijos sea: “preciso que la lesión de la integridad se haya consumado, sino que a efectos de que el derecho invocado se estime lesionado basta con que exista un riesgo relevante de que la lesión pueda llegar a producirse” -SSTC 221/2002, de 25 de noviembre, FJ 4 ó 220/2005, de 12 de septiembre-, pudiendo verse dañado este derecho a la integridad física, como continúa manifestando la última de las Sentencias citadas: “no solo por acciones, sino también por omisiones de los poderes públicos”, en este caso particular por no valorar los órganos judiciales la magnitud del peligro que ha supuesto el conceder la guarda y custodia al progenitor mentalmente enfermo, incluyéndose 6 como pedimos a la madre en este derecho fundamental violado, por el sufrimiento sostenido y de especial intensidad que ha provocado y provoca en ella una sensación de frustración e impotencia, al verse desplazada de su permanente función de guarda y custodia de sus hijos ejercida en todo momento con ejemplaridad y devoción, extendiéndose el daño hasta alterar su propia dignidad, valor jurídico fundamental que como se señalara desde la temprana STC 53/1985, de 11 de abril, FJ 8, se halla íntimamente vinculado con este derecho a la integridad física y moral. 10) Derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión de los menores, al haber sido privados estos de la presencia e intervención del Ministerio Fiscal -art. 24.1 CE-, vulneración que denunciamos por la vía del art. 43.1 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, toda vez que como manifiesta la STC 88/2003, de 19 de mayo, FJ 5: “no cabe duda de que, ciertamente, en cuanto poder público, puede ser sujeto de la atribución de la lesión de un derecho fundamental”. El Ministerio Fiscal debió formular la oportuna protesta y recurrir por haber sido privado como exigía el art. 749.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil de su intervención preceptiva en el proceso que afectaba a la esfera personal y familiar de los menores hasta llegar incluso a ese Tribunal Constitucional, como aconteciera en la STC 17/2006, de 30 de enero en la que se reconoce que no fue solo: “el Ministerio Fiscal quien ha podido ser vulnerado su derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión, sino también las hijas menores de las partes enfrentadas en el proceso matrimonial, menores por cuyo interés prevalente debe velar el Ministerio Fiscal en virtud de su posición institucional, siendo precisamente esta segunda perspectiva, la defensa del interés superior de las menores, la que cobra especial relevancia a efectos del presente proceso constitucional”. 7 B) Ad cautelam y por si ese Alto Tribunal decidiese volcar exclusivamente la culpa en los abogados de la recurrente, para hacer decaer sus precedentes quejas por no haber denunciado los mismos durante la sustanciación del procedimiento las violaciones de los derechos fundamentales acaecidas en su seno, sin querer atender esa digna Corte a la triste realidad de un Poder Judicial falto de independencia y responsabilidad y causante por este sustancial motivo de un enorme daño a la ciudadanía que infructuosamente apela a la Justicia que merecemos tener y a los quejosos en particular que buscan su reparación en esta Sede, impugnamos el fallo judicial último -la Sentencia de 29/05/2006, notificada el 31/5/2006- y al que imputamos idénticas violaciones, dejando inicialmente fuera del presente recurso de amparo la indefensión material lesiva del 24.1 CE y ocasionada a la menor María, de 7 años de edad, al no haber sido oída por la Audiencia Provincial durante la sustanciación de la apelación, dado que previamente procede denunciar tal quiebra constitucional ante el propio Tribunal que la causó y a través del preceptivo incidente de nulidad previsto en el art. 241 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. ACALARACION PREVIA Y TRASCENDENTAL Lo que se ha pretendido y conseguido ocultar en el proceso judicial que concediera la guarda y custodia de los menores al padre es que este sufre una grave enfermedad mental que le incapacita para tener dicha guarda y custodia y que con ello se está poniendo en peligro constante la integridad física y moral de los menores. Se impidió que su historial clínico iniciado en 1990 llegase al proceso, se denegó que un perito 8 psiquiatra lo reconociese durante la sustanciación de dicho procedimiento y se llegó hasta permitir que los médicos que lo han tratado durante todos esos años no comparecieran a declarar, pero por encima de todas esas relevantes pruebas de las que fue privada la recurrente hoy en amparo sobresale el testimonio sincero y auténtico del propio padre del enfermo que en una carta manuscrita que entregase al matrimonio cuenta al hijo el resultado de uno de sus brotes sicóticos, el tenido del 25 de julio al 26 de agosto de 2001, transcribiéndose de la misma algunos párrafos que apoyados en las inmutables leyes de la ciencia y en la lógica más elemental, desvirtúan por sí solos los fallos judiciales habidos que prefirieron por razones aún desconocidas que la verdad no saliese a la luz: “El día 25, en Baeza, y por la tarde tuviste el episodio más violento conmigo y con Gonzalo -su hermano- y te trasladamos en ambulancia al Hospital Princesa Sofía. Te atendió Bellido y esa noche quedaste internado. El siguiente día 26 al mediodía, Gonzalo y yo fuimos a recogerte al Hospital y desde ese día y hasta el 25 de agosto estuviste permanentemente en casa de tus padres, durmiendo en tu antigua habitación de soltero. Durante ese mes tu padre y tu madre se turnaban por noches... y ello porque tú no dormías apenas y no dejabas dormir ya que, dado tu estado de excitación, no se te podía dejar solo... M. José durmió aquí, y en el 5º, una noche porque estabas sexualmente agresivo y había que evitar más problemas... En ese mes tanto tu madre como yo hablamos con frecuencia con Bellido y solo cuando este nos lo dijo, señalando que había pasado la fase crítica, decidimos irnos a Inglaterra y eso, fundamentalmente, por el estado de agotamiento tanto físico como psíquico de tu madre...”. Aportamos la parte de la carta que se refiere exclusivamente a su enfermedad marcada como documento nº 3. 9 La gravedad de esta situación al ser crónica su dolencia y el parejo y evidente riesgo que están corriendo los menores en estos concretos momentos bajo la guarda y custodia de su progenitor, lo acaba de poner de manifiesto el Jefe de la Planta de Psiquiatría del Hospital Público Princesa Sofía al certificar con fecha 23 de junio de 2006, no solo que quien impetra hoy amparo está y estuvo desde que él intervino en el proceso de separación capacitada para la guarda y custodia de los menores -lo que de contrario se ha pretendido absurdamente cuestionar-, sino también que por la información facilitada: “ se puede colegir la existencia de un trastorno Sicótico Agudo en su ex marido, que en periodos de descompensación y / o abandono del tratamiento, le haría inepto para la guarda y custodia adecuada de sus hijos, pudiendo representar (si está Sicótico) un riesgo y / o perjuicio de índole moral y psíquico y si está medicado con neurolépticos (como se trata la psicosis), también de índole física, sobre todo si conduce vehículos a motor, donde transporta a los menores en sus desplazamientos”. Se adjunta el meritado informe psiquiátrico bajo documento nº 4. HECHOS DE LA PRESENTE DEMANDA Primero.- Encontrándose los cónyuges resolviendo extrajudicialmente su separación y habiendo aceptado el esposo y padre sin reparo alguno -nunca negaremos que el mismo quiere lo mejor para sus hijos-, que la guarda y custodia quedase a cargo de la madre, alguien de su entorno familiar prefirió presentar la demanda de separación y elegir al parecer lo que a los demás ciudadanos nos está vedado: el Juez que habría de decidir la contienda. 10 Decimos esto porque existiendo 8 Juzgados en Jaén que tramitan estos procedimientos, el 28 de junio de 2005 la parte demandante se dirige ya al Juzgado de Primera Instancia ni 4 para pedir la urgente entrega de los niños -documento nº 5-, cuando existe una diligencia del Secretario Judicial dando fe el 29 de junio de 2005 que: “ en el día de hoy se ha turnado por el Decanato la anterior demanda... quedando registrada con él nº 791/2005” -documento nº 6-. A esta grave irregularidad inicial, constitucionalmente relevante desde el prisma del derecho fundamental a un proceso con todas las garantías, se le une esta otra cuestionable actuación jurisdiccional: el conocimiento por parte del actor de la sentencia recaída en el proceso, puede que incluso antes de haber sido la misma dictada. Estos son los irrefutables hechos que sostienen tal hipótesis: 1) El día 1/12/2005, el esposo y padre acude al banco para que la cantidad que viene transfiriéndose mensualmente en concepto de pensión -1000 Euros según documentalmente acreditamos con el documento nº 7-, se vea incrementada en la suma exacta establecida ya en Sentencia -1.200 Euros-. El documento nº 8 deja constancia expresa del abono de esa diferencia de 200 Euros, para ajustarse a lo decidido en el fallo. 2) Ello lleva a la demandante en amparo a la conclusión evidente de que su ex cónyuge conocía tal Sentencia. Puesta la misma en contacto con su abogado esta verifica y le hace saber que aún no se ha dictado la Sentencia, pero su propio esposo le confirma el 4/12/05 que la conoce desde el miércoles 30 de noviembre de 2005, induciéndole dicha aseveración a presentar una denuncia -documento nº 9-. 11 3) El consabido revuelo que la acción penal instada ocasiona produce la siguiente actuación jurisdiccional: a) Que a la Procuradora de Doña M. José Moreno Almonacid se le notifique la Sentencia de fecha 30/11/2005 el 13 de diciembre de 2005 conforme consta en el sello de Registro del Servicio Común de Notificaciones -documento nº 10-. b) Y a la representación del actor el concreto día 30/11/05 -el juicio se celebró el 29/11/05- en que el mismo manifestó conocer tal resolución y actuó en consecuencia con ella, pero como puede comprobarse en esa diligencia de notificación -se aporta bajo documento nº11- no aparece sello alguno de entrada en el Servicio de Notificaciones, porque obviamente de figurar tal sello tendría que figurar estampada en dicha diligencia la misma fecha 13/12/2005 que consta en la de la Procuradora de la parte contraria. Segundo.- Lo expuesto, de enorme gravedad, no es sino una simple muestra del voluntarismo judicial que presidiera todas las actuaciones causantes de las innumerables vulneraciones en cadena de los derechos fundamentales de mi representada que aquí se denuncian, la más débil y desvalida en ese odioso proceso en el que la prepotencia del contrario la situó desde un principio en posición desventajosa por no atender los jueces que dirimieron tal contienda a sus deberes esenciales de lealtad, ciencia y decoro, cuando se atrevieron: 1) A desoír todas las legislaciones internacionales y patrias que se basan en el criterio del interés y beneficio de los menores a la hora de regular la atribución de su guarda y custodia. 12 En concreto el titular del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Jaén, sin dar intervención alguna al Ministerio Fiscal como exige la Ley, el cual incluso había adelantado expresamente que: “en cuanto a las medidas que deben adoptarse y que afecten a los hijos menores dictaminará en el acto de la comparecencia”, dicta un Auto de medidas provisionales -documento nº 12-, en el que tras declarar la custodia compartida, expulsa del domicilio conyugal a la madre y la separa de sus hijos a los que venía dedicando todo su tiempo, pasando los tres menores de 2, 3 y 6 años de edad a ser cuidados por dos empleadas de hogar: “a la espera de que el informe del equipo de familia pueda dar más luz sobre la conveniencia de atribuir a uno u otro padre tal custodia”. Ese informe psicofamiliar llega y resulta, como no podía ser de otra manera, demoledor: “hasta la ruptura del matrimonio Mª José ha sido la responsable del cuidado y atención de sus hijos, y por tanto los niños actualmente la echan de menos, dos mujeres encargadas de ellos por muy bien que realicen su trabajo, no pueden sustituir a la figura materna... teniendo en cuenta la corta edad de los mismos y en beneficio e interés de estos, este Equipo de Familia considera que los Menores María, Rodrigo y Cristina, queden bajo la Guarda y Custodia de su madre Dª María José Moreno Almonacid...”. pero el Juzgador, de nuevo sin la presencia otra vez del Defensor Público en la vista, aunque recoge en la Sentencia: “con la asistencia del Ministerio Fiscal” y sin aceptar tal informe al que se enfrenta incluso abiertamente, atribuye en exclusiva la guarda y custodia al padre ratificando su decisión de que los hijos continúen viviendo con este. 2) A no permitir que se acreditase la enfermedad mental del progenitor apuntada en el escrito de contestación a la demanda: “se oculta por la contraparte los graves trastornos psíquicos que padece el esposo, que está en tratamiento psiquiátrico y sometido a una fuerte medicación para evitar 13 crisis de carácter depresivo o agresivo desde al menos 1990...”, rechazando la aportación al proceso de su historial clínico con un escueto “no ha lugar”, denegando la prueba pericial pedida por la demandante, consintiendo la desobediencia de los testigos que se negaron a ir y a informar sobre dicha enfermedad -documentos 13 y 14- e inclinado completamente hacia la pretensión del actor, pide al Equipo de Familia solo el historial médico clínico de la madre y que: “ emita dictamen sobre la conveniencia de atribuir la guarda y custodia de los menores al padre...” – documento nº 15-. 3) A valorar de las únicas pruebas que permitió practicar, los testimonios de la madre del progenitor, de las amigas del demandante y de su empleada de hogar, las cuales reconocieron al declarar su condición de dependencia y amistad y: “que quieren que gane el pleito el demandante”, sin prestar atención alguna a la tacha efectuada ni a las pruebas aportadas por la demandada y que al igual que el informe psicofamiliar consideraron que era la madre la que estaba en condiciones de asumir la guarda y custodia de los menores. 4) A hacer alusión a una extraña denuncia presentada por supuesto hurto iniciada ya la separación, la cual se archivó: “por no aparecer debidamente justificada la perpetración del delito” -adjuntamos el Auto que la archivara bajo documento nº 16- y que llegó al proceso a través de un testimonio aportado por el demandante, no alcanzándose a comprender ni como lo obtuvo ni como pudo enterarse de tal denuncia ni la relación que la misma podría tener para la resolución del pleito que nos ocupa, concediéndose la guarda y custodia solo al padre por considerar relevante: “ la sospecha de hurto” y el comentario de la empleada de hogar con más de 25 años a su servicio que imputara a la demandada una “inadecuada administración del 14 dinero”, y no alcanza tal relevancia para el Juez a quo el derecho fundamental a la presunción de inocencia ni para el Tribunal ad quem el Auto de sobreseimiento de la causa penal, en cuya virtud y por imperativo constitucional -STC 34/1993, de 6 de mayo, FJ 4-: “el sobreseído ha de ser tenido como inocente a todos los efectos”. 5) Y a tolerar que llegaran en fase de apelación documentos no autorizados por el art. 270 de la Ley de Enjuiciamiento Civil y a tener contacto en dicha alzada con la prueba testifical y pericial sin la necesaria inmediación y contradicción impuesta con reiteración por el Tribunal Constitucional para evitar se desvirtúen estas por el tamiz efectuado por el Juez de instancia, negándose a aplicar normas de ius cogens pensadas exclusivamente en beneficio de los menores. Tercero.- La grave enfermedad mental del demandante resultó ser tabú, lo que no es admisible en un proceso judicial iniciado para decidir con quien deben permanecer los hijos menores de edad del matrimonio. Y si se hubiera permitido acreditarla este sería su resultado, que exponemos cumpliendo con la doctrina del Tribunal Constitucional. “ Que José María sufre el primer episodio depresivo en el año 1990 siendo tratado por un neurólogo de Granada durante dos años. De médico en médico llegó al Doctor Alfonso Ruiz Mateos y tras tratarlo durante cerca de tres años y viendo que con su medicación no cedían las crisis de ansiedad sino que iban a más, ve conveniente realizarle una serie de pruebas en la Fundación Jiménez Díaz e ingresarlo durante una semana en la Clínica San Miguel en Madrid. De allí sale con una medicación que aparentemente lo estabiliza y con un diagnostico de Distonía Neurovegetativa relacionada con la producción de Serotonina. Para ello le 15 pone como tratamiento : Tranxilium, Anafranil 75 tres veces al día y Norvitol Fuerte por la noche, pero el tratamiento no da el resultado esperado, no cesan las crisis que cada vez son más fuertes y con más medicación. El médico en vez de bajar los medicamentos los empezó a subir cada vez más. José Mª empezó el otoño de 1999 mal, con más medicación (200 Tranxilium+Anafranil 75 (1-1-1)+ Norvitol fuerte (0-0-1)+subvectol (1-10) y 2 etuminas en caso de que persistiera episodio), se reguló un poco en invierno y en primavera del 2000 empezó a empeorar de forma descomunal. En la Clínica Universitaria de Navarra es ingresado durante dos semanas, tratado por el Doctor Moya. Allí le dieron un nuevo diagnóstico, personalidad Anancástica y una nueva medicación, Vandral Retard, Orfidal, Noptamil 2, remitiéndolo al Doctor Gurpegui de Granada para que le haga un seguimiento periódico, quien lo veía cada mes. Tras una de las revisiones con el Doctor Gurpegui salió bastante alterado diciendo que todo era mentira, que lo único que él tenía era una alergia a la lactosa de los medicamentos. Empezó a obsesionarse con este tema, tuvo que ir tres veces a urgencias y tras tres noches sin dormir él, ni dejar dormir a su esposa hubo necesidad de avisar a su padre regresando todo el viaje sin parar de hablar. La noche del 24 de julio del 2001 no durmió nada y empezó a decir cosas que realmente eran el anticipo de lo que al día siguiente se vivió. Su padre fue informado de que José María había empezado a delirar, él se puso en contacto con un amigo médico Don Juan Navarro, para que le aconsejase un psiquiatra que lo viera urgentemente, recomendándole este al Doctor Bellido. Al recogerlo su padre y su hermano se desencadena un episodio DELIRIUM AGUDO, es decir BROTE PSICOTICO CON ENAJENACIÓN MENTAL, donde cree que le persigue al anticristo, le pega una paliza a su 16 hermano Gonzalo y a su padre, intenta tirarse por la ventana, e inicia un circunloquio obsesionado con temas sexuales y religiosos, paseándose desnudo por la casa a la vista de todos. Es trasladado amarrado en ambulancia a Jaén y queda ingresado una noche en observación en el Hospital Princesa, recomendando el Doctor Bellido una hospitalización domiciliaria bajo llave en casa de sus padres, administrándole la medicación indicada (Sinogan. 60 gotas Halopereidol 40 gotas, Akineton) (Prozac, Lexatin 3 Y6 MGR, Stilnox10, Mitovan 2, Dormodor, Risperdal 15 inyectable, Meleril solo cuando viera que iba a perder el control ...)”. ¿Y ha de ser esta persona, amante de sus hijos sin dudarlo, pero claramente incapacitada por su dolencia psíquica para tenerlos bajo su techo, la que por decisión judicial tenga atribuida su guarda y custodia? Cuarto .- Las tres resoluciones que privaron a los hijos de estar con su madre explicitan en sus fundamentos como motivo nuclear para adoptar tal medida: “el interés de los menores” y nos preguntamos: ¿Tuvieron quizás en cuenta el preceptivo dictamen del Ministerio Fiscal, garante por imperativo legal del desarrollo integral, personalidad, formación y bienestar de los menores? Ya dijimos que ni siquiera se le permitió intervenir con anterioridad a adoptar provisionalmente tal medida ni acudió a la vista del juicio. ¿Atendieron entonces antes de decidir sobre su guarda y custodia a los elementos personales, familiares, sociales y culturales que concurrían en la familia, sopesando las necesidades de atención, alimentación, educación, ayuda escolar y cariño de los menores? Evidentemente que no, al sustituir a la madre por dos empleadas de hogar, y dado que el padre no está más de 10 minutos al día con ellos. 17 U ¿oyeron tal vez a los menores, especialmente a María que contaba ya con más de seis años, para conocer donde estaba el sosiego y el buen ambiente familiar y social necesario para su formación integral o cuales eran las relaciones y afectos que sentían por sus progenitores o si existía rechazo o identificación hacia alguno de ellos, valorando su edad y autocapacidad para lograr su crecimiento armónico y equilibrado, que es lo que realmente significa ese interés y beneficio de los menores por los que debían velar? Naturalmente que no y por eso debemos seguir buscando cuales fueron las razones de su decisión. El Auto de 27/7/05 que provisionalmente acordó que los menores de 2, 4 y 6 años de edad permanecieran con el padre en el domicilio conyugal -se ha adjuntado este señalado de documento nº 12-, justificó tal medida en que: “los niños tienen su habitat en esta ciudad (Jaén), donde residen habitualmente y donde van al Colegio...”, circunstancia esta que en modo alguno justifica el privar de su tenencia a la madre, a no ser que se esté pensando ya en la conclusión -desalojarla del domicilio familiar- al formular tal premisa, lo que así dictaminó a continuación: “Los niños vivirán con el padre en Jaén y será aquí donde vayan al Colegio. La madre podrá establecer su domicilio en donde considere oportuno...”. Por último -ya no hay más razonamientos-: la igualdad de sexos hace que no pueda considerarse a la madre como la preferida para tener la custodia”, pero obviamente no dice por qué resultó ser el padre el elegido, máxime cuando las pruebas practicadas mostraban un consenso absoluto sobre la capacitación de la madre para permanecer con los menores y ni un solo argumento a favor de que viviesen con el padre. La Sentencia del 30/11/05 -la aportamos bajo documento nº 17- que debía necesariamente atender al informe psicosocial como recogiera el Auto que adoptó provisionalmente tal medida: “a la espera de que el informe del equipo de familia pueda dar más luz sobre la conveniencia de atribuir a 18 uno u otro padre la custodia”, cambió de parecer, dado que este informe consideró: “que los menores María, Rodrigo y Cristina, queden bajo la guarda y custodia de su madre Doña María José Moreno Almonacid” -se aporta con el nº 18- y se rebeló frente al mismo: “no debe confundirse interés del menor con deseos de este. Puede que el niño prefiera a uno de sus padres, pero quizás resulte más conveniente para él que esté con el otro” (sic). Y consciente el Juzgador de que solo hay en los autos informes que recomiendan la atribución a la madre de la guarda y custodia de los niños, vuelve a mentir en la Sentencia -la primera vez acontece cuando manifiesta que el Ministerio Fiscal acudió al juicio-, señalando: “en la vista de medidas provisionales se destacaba por los médicos que atendieron a los litigantes que ambos estaban capacitados para el cuidado de los hijos...”, demostrando la lectura de dicha acta -cuerpo documental nº 19-, que tal aserto no se ajusta en modo alguno a la verdad. Sin embargo lo que consigue herir la sensibilidad de un lector imparcial son las imputaciones injustificables que recoge la Sentencia para apoyar su decisión y que exponemos en orden inverso al de su impertinencia y gravedad: “un trastorno en la madre referente a sospechas de hurto e inadecuada administración del dinero, testificado por alguien que conoce tanto la intimidad de un hogar como la empleada del mismo y corroborado por aparecer la Srª Moreno en la actualidad imputada en un delito de hurto, que sí desaconsejan otorgar a la madre la custodia de los niños”. Esa empleada de hogar, testigo falto de toda credibilidad y tachado por tal razón, dado que en el momento de su deposición, llevaba al servicio del demandante y su familia más de 25 años y que: -“ quiere que gane el pleito el demandante”, no puede obviamente sustentar una decisión tan grave, como tampoco pueden hacerlo unas Diligencias Previas por hurto acabadas 19 de incoar, que obedecen como hemos dicho a una extraña denuncia presentada iniciado ya el proceso de separación -la denunciante señaló al interponerla: “autores desconocidos sustrajeron dinero...”, para escasos días más tarde acudir a manifestar categóricamente que “la autora de hurto era María José Moreno Almonacid”-, y si se sabe anulada por el constitucional derecho a la presunción de inocencia ¿Cómo atenta entonces contra la sagrada institución de la guarda y custodia? En cualquier caso esta denuncia se archivó por Auto de 19/12/2005 al no aparecer justificado “la perpetración del delito” y la Audiencia que conoce del cierre de dicho proceso penal omite conscientemente toda referencia a ello en su Sentencia de 29/05/2006 con el fin de ratificar la sentencia de instancia “por sus propios y acertados razonamientos perfectamente coherentes con la situación fáctica, pruebas practicadas, esencialmente los informes periciales...”. no quedándonos ya nada más que un razonamiento para que pueda mínimamente sostenerse la racionalidad y coherencia del proceso mental seguido para formarse los Jueces actuantes su convicción, analizándolo en el siguiente hecho por la perversidad que el mismo encierra al intentar restarle a la demandada toda credibilidad en el ejercicio de su función maternal. Aportamos esta última Sentencia bajo documento nº 20-. Quinto.- Las dos Sentencias a las que venimos haciendo mención dejan bien patente que ambos progenitores “están plenamente capacitados para hacerse cargo de los menores”, aunque conocedor el Juzgador del trastorno psíquico que presenta el demandante lo plasma así en su Sentencia –traicionándole el subconsciente porque en modo alguno tal extremo resultó probado por su frontal oposición a ello-, pero busca compensarlo achacando a la madre parecidos antecedentes, recogiendo en su resolución: “ la madre en épocas cercanas ha tenido un intento de 20 autolisis; la falta de consideración hacia la propia vida no significa en modo alguno que pueda desconsiderarse la de los hijos, pero sí puede enfrentar a los niños a presenciar situaciones capaces de ocasionarles graves daños emocionales” Este párrafo es con mucho el broche más ruin que ha podido ponérsele a este tenebroso episodio del Poder Judicial que estamos cuestionando. Los juzgadores no atienden, no quieren aceptar: 1) Ni que todos los informes obrantes en autos destacaron su idoneidad para continuar conviviendo con sus hijos: El informe psicofamiliar: “no se aprecian indicios de que la Srª Moreno presente actualmente alguna alteración psicológica que la incapacite como madre. Por lo tanto puede seguir ocupándose de sus hijos tal y como lo hacía antes de la separación del matrimonio”. El testimonio de la psicóloga Doña Ascensión Zafra: “que está capacitada para cuidar de sus hijos”. Y el del Doctor Don Julio Cesar Carazo, Jefe de la Planta de Psiquiatría del Hospital Princesa Sofía: “que está plenamente capacitada para hacerse cargo de la guarda y custodia de los menores”. 2) Ni -y esto es lo más intolerable-, la causa determinante de su destrucción paulatina, a pesar de constar la misma en las actuaciones: Dr. Carazo: “Que tenía una depresión por la situación tensa y conflictiva que tenía en su ambiente familiar...” Doña Ascensión Zafra: “Que María José empezó con la sintomatología a partir del brote psicótico de José María”. Si en un solo mes, los padres que cuidaron de José María decidieron irse a Inglaterra: “por el estado de agotamiento tanto físico como psíquico” ¿Qué límites de tolerancia piensan los jueces que habría que exigirle a su esposa, que compartió con él desde el año 1992 todas sus crisis y episodios psicóticos en la más absoluta soledad? 21 Acompañó todos esos años a su esposo a las distintas consultas médicas a las que este acudió, debiendo para ello alejarse de sus hijos de los que nunca se separaba, le suministró sistemáticamente su medicación, soportando en silencio todas sus crisis, cuidándole de forma permanente en su dilatada enfermedad y compartiendo sus largas noches de insomnio con el constante miedo en el cuerpo por lo que pudiera pasarle a ella o a los pequeños, a lo que ha de unírsele sus delicados embarazos por el ambiente familiar hostil y las lógicas depresiones post-parto que la llevaron a un agotamiento físico y mental y aún así seguir sacando fuerzas para velar por su esposo y por sus hijos...¿Llegamos hasta el final? La propia psicóloga lo dice sin rodeos en su testimonio: “Mª José está en tratamiento desde (que)... tuvo el último intento de agresión...” y lo aclara perfectamente el padre del agresor en su misiva: “María José durmió aquí y en el 5º una noche, porque estabas sexualmente agresivo y había que evitar más problemas”, problemas estos que ha de arreglar el Poder Judicial porque la libertad sexual no se anula por la relación conyugal, por lo que no existe justificación alguna para violentar al cónyuge sin su consentimiento. Los filósofos griegos afirmaban ya que el suicidio es un acto enérgico en cuya virtud tomamos posesión de nosotros mismos para librarnos de padecimientos y servidumbres insoportables ¿Y es este intento de poner fin a tanto sufrimiento acumulado, el motivo por el que el juzgador no le entregó a sus hijos? Obviamente tampoco fue esta la razón porque sabía perfectamente que con el alejamiento del causante la pesadilla iba a desaparecer: “No obstante este aspecto puede considerarse menor pues no tiene por qué volverse a producir”, por lo que no queda ya en pie ninguno de los modelos argumentativos deductivos, inductivos o abductivos en los que sustentar las decisiones judiciales que impugnamos, lo que nos lleva directamente a la arbitrariedad que el art. 24.1 CE proscribe. 22 Sexto .- Por si pudiera remover las conciencias de cuantos permitieron este tremendo atentado contra la dignidad de una madre y la estabilidad de sus hijos y que alcanza a muchos más que a esos espectadores pasivos que presenciaron el drama en un país que ha de invertir con urgencia la compasión que siente hacia los agresores para comenzar a preocuparse seriamente por sus víctimas, que quedan en el desamparo más absoluto, aportamos unos testimonios que muestran sin ningún género de dudas la sensibilidad, madurez, responsabilidad y amor que es capaz de dar al mundo y especialmente a la infancia quien ha querido ser descalificada como madre privándole de la compañía de sus hijos: M. Angeles Cárdenas Romero como directora de la Casa-Hogar de Baeza. Informo que “M. José Moreno Almonacid trabajó como monitora de los menores, residentes en el centro durante el periodo que va desde el 15-0195 al 15-07-95. realizó su trabajo responsablemente, mostrando ser una persona muy educada y delicada”. Como Directora de la Residencia de la Milagrosa de Baeza en los años 1992 a 1996 quiero hacer constar que: “María José Moreno Almonacid, de 22 años, prestó servicios como voluntaria a los menores de la Junta de Andalucía en nuestra residencia de “La Milagrosa”. Su trabajo consistió en: - Dar apoyo escolar en estudios a los menores de 4º y 5º de EGB - Colaboró como puericultora en atención a los bebés y pequeños del Centro. - Colaboró también en atención a los menores deficiente o con minusvalía. 23 Es justo destacar que estos servicios los prestó a gusto de todos. Se destacó por su delicadeza, corrección y verdadero cariño y entrega a su misión. Siempre creó buen ambiente y demostró ser una persona equilibrada y madura para el trabajo que desempeñó”. Cruz Roja española certifica: “que ha participado en el proyecto de educación para convivencia”. Unos padres que dejaron a sus hijas largas horas con Mª José: “Los cuidados de la Srª Moreno fueron excelentes y muy eficaces en su tarea teniendo en cuenta que la niña mayor tenía dos años y la menor de tres meses en adelante. Además sus cuidados siempre estuvieron presididos por el afecto, la delicadeza y la comprensión y como padres de estas niñas siempre, siempre hemos valorado su dedicación y amistosa entrega en esta delicada labor de atender a unas niñas pequeñas. Su paciencia demostrada fue grande por lo que nuestro agradecimiento como padres es permanente”. Se adjuntan los anteriores certificados como cuerpo documental nº 21, que acreditan la palmaria equivocación tenida por las resoluciones judiciales impugnadas. Ahora solo queda averiguar el por qué. FUNDAMENTOS DE DERECHO Que complementan las razones jurídicas que ab initio explicitaron las violaciones de los diez derechos básicos que se denuncian, ordenándose todas ellas en la fase de alegaciones por el escaso tiempo tenido para articular esta demanda, dado que el testimonio completo y sin foliar de las 24 alegaciones llegó hace menos de una semana y no contamos anteriormente tampoco con ninguna de las actuaciones comprensivas del proceso judicial que impugnamos expresamente en amparo. I El derecho a la defensa y a la asistencia letrada incluido dentro del haz de garantías que integran el derecho a un proceso justo y que el art. 24.2 CE reconoce para todos los procesos -STC 215/2002, de 25 de noviembre, FJ 4, con cita de la STC 92/1996, de 27 de mayo-, tiene como finalidad según la Sentencia citada: “la de asegurar la efectiva realización de los principios de igualdad de las partes y de contradicción que imponen a los órganos judiciales el deber positivo de evitar desequilibrios entre la respectiva posición de las partes o limitaciones en la defensa que puedan inferir a alguna de ellas un resultado de indefensión...”. Y la STC 37/2003, de 25 de febrero, recoge en su FJ 5 que este derecho garantiza el acceder al proceso: “en condiciones de poder ser oído y ejercer la defensa de los derechos e intereses legítimos en un procedimiento en el que se respeten los principios de bilateralidad, contradicción e igualdad de armas procesales (STC 162/2002, de 16 de septiembre, FJ 3)”. Atendiéndose a la doctrina expuesta y al impedimento habido y creado por los jurisdicentes en el proceso para que los letrados de la demandada no realizaran la efectiva defensa esperada y obligada en nuestro actual Estado de Derecho, han sido aquellos los causantes de la quiebra de tal derecho fundamental. 25 II El derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes para la defensa -art. 24.2 CE- es, conforme indica la STC 33/2003, de 2 de junio, FJ 2: “inseparable del derecho mismo de defensa y exige que las pruebas pertinentes propuestas en tiempo y forma sean admitidas y practicadas sin obstáculos (por todas SSTC 30/1986, de 20 de febrero; 147/1987, de 25 de septiembre; 97/1995, de 20 de junio; 17/1996, de 7 de febrero y 189/1999, de 11 de octubre)...(que) la prueba propuesta sea objetivamente idónea para la acreditación de los hechos relevantes (así como ) decisiva en términos de defensa...”, requisitos que cumplía la prueba de la demandada, por lo que debe tenerse por vulnerado tal derecho fundamental al haberse rechazado la misma sin motivación alguna. III El derecho a un proceso con todas las garantías -art. 24.2 CE-, imponía a la Audiencia Provincial al resolver el recurso de apelación decidir en ese novun iudicium sobre las declaraciones testificales y periciales vertidas en el proceso observando los principios de inmediación y contradicción y no por la vía de asumir íntegramente los testimonios de las mismas prestados ante el Juez a quo y recogido documentalmente, dándole sin más credibilidad. También debe figurar entre tales garantías: 26 1) Aquella que asegure al justiciable el acceso al Juez que por reparto deba corresponderle, infringiéndose tal derecho si uno de los contendientes puede elegir de antemano a quien desea que dirija su litigio. 2) La que le permita tener acceso a las resoluciones que se dicten en el procedimiento, al mismo tiempo que le son comunicadas a la otra parte contendiente, sin que pueda haber como aconteciera en el presente caso dos semanas de diferencia en la notificación de la Sentencia de 30/11/05 3) Y la que le asegure el dictado de una Sentencia en la que no se falte a la verdad al recogerse en ella lo realmente sucedido en el procedimiento, extremos todos estos no cumplidos ni por el Juez de Instancia ni por el Tribunal de alzada, al validar el mismo todos estos incumplimientos haciendo suyo íntegramente el contenido de la sentencia primera y de las actuaciones viciadas con los defectos denunciados, perpetuando con tal proceder las lesiones de derechos fundamentales habidas. IV La motivación y fundamentación en derecho de las resoluciones judiciales comporta, según la STC 8/2005, de 17 de enero: “en primer lugar que la resolución ha de estar motivada, es decir, contener los elementos y razones de juicio que permitan conocer cuales han sido lo criterios jurídicos que fundamentan la decisión (SSTC 58/1997, de 18 de marzo, FJ 2; 25/2000, de 31 de enero, FJ 2). Y en segundo lugar que la motivación esté fundada en derecho (STC 147/1999, de 4 de agosto, FJ 3), carga que no queda cumplida con la mera declaración de voluntad en un sentido u otro, sino que debe ser consecuencia de una exégesis racional del ordenamiento y no fruto de la 27 arbitrariedad (SSTC 61/1983, de 11 de julio y 5/1986, de 21 de enero entre otras)”. Dando por sentado que la exigencia de motivación alcanza no solo a las Sentencias sino a las demás resoluciones necesitadas de explicitar las razones del actuar jurisdiccional -STC 110/2003, de 16 de junio, FJ 2- y que tal deber de razonar se extiende también a las inadmisiones de las pruebas: “sin cuya motivación tales decisiones podrían incurrir en arbitrariedad...” -STC 121/2004, de 12 de julio, FJ 4-, se constata que tanto la Providencia de 22/09/05 que debió revestir la forma de Auto por los motivos expuestos y que desestimó las pruebas propuestas con un escueto: “no ha lugar”, incide, afectándolo, en el derecho a la tutela judicial efectiva por insuficiencia de motivación, como lo lesionaron también el Auto de 27/07/05 que provisionalmente acordó que los menores de 2, 4 y 6 años de edad permanecieran con el padre en el domicilio conyugal, la posterior Sentencia del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Jaén de 30/11/05 que mantuviera tal medida agravando la situación al atribuir en exclusiva la guarda y custodia al progenitor, como la dictada el 29/05/06 y que puso fin confirmando la anterior a la vía jurisdiccional ordinaria. Detrás de toda decisión humana existe una determinada voluntad, pero cuando hablamos en un Estado democrático de derecho de una decisión judicial, esta necesita siempre justificarse, siendo precisamente la motivación el canal de legitimación de tal decisión -STC 13/1987, de 5 de febrero, FJ 3-, buscándose con ella conocer sus razones y que estas respondan a una exégesis racional del Ordenamiento -STC 219/1992, de 3 de diciembre-, alejándose de toda arbitrariedad, habiéndose demostrado que en todas las resoluciones judiciales que hemos analizado estuvo ausente tal racionalidad, justo en la elaboración de los hechos donde el juez 28 casi nunca puede ser cuestionado y más puede por tanto esconderse la arbitrariedad. En el caso que sometemos a la consideración de esa respetable Corte es palmario que no se basaron los jurisdicentes en lo percibido en el juicio para formar las premisas de las que se debe deducir la valoración de las pruebas, ni las tuvieron tampoco en cuenta con la objetividad deseada para llegar a formarse tal convicción. Por ese elemental motivo no aparece recogida en la sentencia la resultancia mental de la prueba, limitándose en su fundamentación jurídica a analizar la única que se permitió llegar a los autos y haciéndolo además de forma totalmente subjetiva y fraccionada. Faltaron las razones sobre la denegación de la práctica de la prueba que pretendía acreditar la enfermedad del actor, causando ello una grave indefensión material a la demandada al privarla de un medio de defensa vital que hubiera cambiado completamente el resultado del proceso, dieron absoluta verosimilitud a medios de prueba del actor nada fiables y en los que llegaron hasta apoyarse sus fallos, pero cuestionaron sin fundamento el informe psicofamiliar y omitieron todo juicio sobre la pericial que aconsejaba atribuir la guarda y custodia a la madre por conducir ambas a una decisión no deseada. En definitiva una falta evidente de motivación y fundamentación constitucionalmente exigible y una muestra palpable de voluntarismo judicial que nos adentra en la arbitrariedad denunciada. V El Ministerio Fiscal quiso intervenir en la instancia pero cuando se vio fuera del proceso que afectaba a la esfera personal y familiar de los menores no impugnó tal decisión judicial, dejando a los pequeños 29 huérfanos de esa defensa que tenía institucionalmente que tutelar y ocasionándoles a los mismos la lesión del 24.1 CE por la absoluta indefensión material que tal ausencia les reportó, sin que pueda servir como excusa la presencia de los padres en el proceso porque como reconociera en su propio recurso de amparo 6707/2001 y que diera lugar a la STC 17/2006, anteriormente citada, la posición del Ministerio Fiscal es diferente a la de los progenitores, defendiendo los derechos fundamentales -STC 86/1985, de 10 de julio, FJ 1-: “no porque ostente su titularidad, sino como portador del interés público en la integridad y efectividad de tales derechos”, que lógicamente se acrecienta cuando como en el presente supuesto acontece estaba en juego el interés superior de los menores. En su virtud y de conformidad con los artículos 43.1 y 44.1. LOTC, AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL SUPLICO: Que por presentado este escrito, con los documentos unidos al mismo y las copias preceptivas de todo ello, se sirva admitirlo, tener por interpuesto recurso de amparo mixto contra todas las actuaciones y resoluciones judiciales practicadas en el seno del procedimiento de separación 791/2005 seguido ante el Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Jaén y posterior Rollo de apelación 164/2006 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de dicha ciudad y contra la indefensión material causada a los menores por el Ministerio Fiscal y tras recibir el presente recurso a prueba sobre el extremo interesado, de cuestionarse el mismo, reconocer la vulneración de los derechos fundamentales denunciados y acordar para restablecer a los recurrentes en la integridad de los mismos, la nulidad de todas ellas con retroacción del procedimiento al momento anterior a la vista que decidiera 30 sobre la guarda y custodia provisional de los menores para que la misma se celebre con la asistencia del Ministerio Fiscal. Ad cautelam y de no ser acogida esta petición principal, tener por interpuesto el amparo contra la Sentencia de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Jaén de 29/05/06- notificada el 31/05/06-, a la que imputamos las primeras nueve violaciones descritas y previo reconocimiento de dichas vulneraciones acuerde su nulidad para que se dicte otra respetuosa con los derechos fundamentales de mis representados. OTROSI DIGO: La suspensión del Auto de 27/07/2005 que acordó la guarda y custodia de los menores de forma provisional, la de la Sentencia de 30/11/2005 que ratificó tal medida y la dictada en apelación con fecha 29/05/2006 que la confirmara, ha de acordarse con carácter urgente y con anterioridad a la admisión de este recurso y sustanciación del posterior trámite que se pronuncie sobre su confirmación, no solo para impedir que el presente recurso pierda su finalidad sino para poner de inmediato fin al peligro real que sufren en la actualidad los tres menores bajo la custodia indebida de su progenitor. Ha sido aportado un certificado del Jefe de Planta de Psiquiatría del Hospital Princesa Sofía de Jaén -documento nº 4-, que avala tal petición inmediata de suspensión y si anteriores solicitudes de este Tribunal obtuvieron el dictado de la resolución provisional que interesamos con la mayor premura -AATC 285/1998, 388/2004 ó 357/2005-, la presente ha de merecer idéntico trato por la enorme importancia y gravedad de los intereses en juego y el riesgo innegable de los pequeños. En su virtud, y de conformidad con el art. 56 LOTC, 31 AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL SUPLICO: Que por interesada la suspensión cautelar urgente de las tres resoluciones que decidieran la guarda y custodia de los menores, tenga a bien acceder a ello por el irreparable daño que en caso contrario podría ocasionársele a los mismos y para que el presente amparo no quede vacío de contenido práctico. Madrid a 27 de junio de 2006. 32