FACTORES INTERNOS Y EXTERNOS DE LA SEGURIDAD EN BOLIVIA Ramiro Orias Arredondo1 Julio 2003 1. Introducción Mucho se dice que el "11 de septiembre" cambió el sistema internacional; pero claro en un día el mundo no cambiará jamás por completo. Al parecer lo más cierto es que a partir de ese día los procesos de cambio que ha estado viviendo el sistema internacional en el último tiempo se han hecho más visibles -dramáticamente más visibles- a los ojos de las sociedades y los gobiernos 2. Es decir, las transformaciones mundiales de la post guerra fría se han puesto en evidencia, mostrando una nueva estructura de las relaciones internacionales, más difusa y turbulenta, así como menos cierta y ordenada. El fin de la Guerra Fría significó para los países de América del Sur la desaparición de la ingerencia e intervención de ciertos factores externos asociados al conflicto bipolar, reforzó la tendencia hacia el desarme y la subordinación de los militares al poder civil, junto al proceso de creciente establecimiento de medidas de fomento de la confianza mutua entre varios países de la región. Este factor, junto a la solución de gran parte de los conflictos territoriales y fronterizos interestatales en una región considerada tradicionalmente como una de las menos bélicas del mundo, abre una nueva etapa en la política de seguridad de América del Sur. No obstante, existen aún resabios de algunas controversias territoriales entre ciertos países, pero estas han bajado de intensidad y es previsible que se canalicen por los medios diplomáticos, multilaterales e institucionales que se han generado para la solución de controversias en la región. Es decir, la amenaza de conflicto territorial y confrontación militar entre países de América del Sur no parece ocupar hoy la prioridad que tenía hasta hace poco en la agenda de la seguridad estratégica regional. Asimismo, la instauración de la democracia en todos los países de la región ha conducido a un reordenamiento de las relaciones cívico-militares y al fortalecimiento de las instancias regionales y subregionales de concertación política. La adopción de las denominadas "cláusulas democráticas" en los procesos de integración son un ejemplo del nivel de cooperación entre nuestros países con el objetivo de preservar la estabilidad en la región. Si bien, debido a los crecientes desniveles de desarrollo entre los distintos países y subregiones, un único panorama sudamericano de seguridad es cada vez menos visible, en la coyuntura actual existen ciertas tendencias y factores que afectan -en distinto grado- a todos los países. Para ingresar al análisis y perspectivas del caso de mi país, quiero empezar describiendo el siguiente cuadro comparativo: Un país mediterráneo, rodeado de grandes vecinos, uno de los mayores productores de narcóticos, que fue gobernado por un régimen autoritario, inestable políticamente, con su economía cerrada y en una profunda crisis, con altos índices de pobreza y con abundantes reservas gasíferas poco aprovechadas. Estoy hablando de Afganistán. Otro país mediterráneo, hoy ejemplo en la lucha contra las drogas, que ha logrado erradicar el 90% de los cultivos de hoja de coca, con 20 años de democracia y desarrollo institucional, con una economía abierta y estable, impulsando una estrategia nacional de lucha contra la pobreza de largo aliento y también con abundantes reservas de gas, que están siendo aprovechadas para su desarrollo, diversificando su producción y mercados, trabajando por integrarse mejor con sus vecinos. Este otro país es Bolivia. El primero tomó la vía de pensar su desarrollo por un modelo de autarquía y a contrapelo de las tendencias globales, con acciones contestatarias a la principal 1 potencia hegemónica mundial, desafiando de forma directa el statu quo, cobijando el terrorismo y alentando el fundamentalismo. Bolivia fue por el camino contrario, trabaja por fortalecer su democracia, por internacionalizarse y participar de los circuitos de la globalización, generando un patrón de relaciones asociativas con la potencia mundial y sus vecinos. El resultado: Afganistán acaba de sufrir una intervención militar externa sobre su territorio y su autonomía fue totalmente avasallada, mientras que Bolivia vive más segura que hace dos décadas atrás, cuando la penetración del narcotráfico en sus estructuras le significaba una gran presión externa que amenazaba su seguridad nacional; no obstante esta seguridad aún es frágil y vulnerable. Para los países pequeños y débiles, con escaso poder político relativo, la mejor manera de fortalecer su seguridad en el concierto internacional, es conducir sus relaciones exteriores con pragmatismo, realismo y una alta dosis de responsabilidad, sin afectar de forma directa intereses esenciales de las potencias dominantes. Para Bolivia, actuar de esta manera le ha significado recibir un sello de confiabilidad y credibilidad internacional. La Bolivia de hoy, democrática, económicamente estable, abierta a la inversión externa y exitosa en su lucha contra las drogas es una nación percibida internacionalmente como cada vez más fiable, donde sus reglas de juego, claras y estables, son Política de Estado. En el último tiempo, varios de estos factores están siendo debilitados por el surgimiento de movimientos sociales de protesta que están canalizando las expectativas defraudadas y las necesidades insatisfechas de una parte importante de la población. Junto a ello, el contexto regional caracterizado por una crisis financiera que se expande y por la emergencia de signos de inestabilidad política en varios de sus países vecinos, no hace más agravar los procesos internos que el país ya vive. Por lo que las preguntas centrales que tratará de responder este trabajo buscan dilucidar si ¿están en peligro las bases de la seguridad de Bolivia?, y si ¿será posible mantener esos factores de estabilidad en el futuro próximo?. Si el país pierde las bases de este modelo de estabilidad, puede verse nuevamente expuesto a nuevas tensiones que afecten su seguridad nacional. Hoy, para Bolivia, el reto de la seguridad externa tiene que ver principalmente como consolida su estabilidad interna y como se proyecta al escenario internacional. Estos factores de turbulencia son uno de tipo interno y otros de índole externo, que en mucho casos interactuan entre si como veremos a continuación. 2. La emergencia de factores internos Dado el "clima" que vive América del Sur, parece ser que esa amenaza a la estabilidad regional es más de origen interno y no gubernamental, y es más de tipo político, social y económico, que de naturaleza militar o geoestratégico. Así, en la mayoría de los países sudamericanos, la nueva agenda de la seguridad se concentra de forma dominante en problemas intra-estatales y transnacionales, siendo los más destacados el narcotráfico, la guerrilla, el terrorismo, el crimen organizado, la inseguridad ciudadana, la corrupción y el descrédito de la política, junto a un proceso de creciente pérdida de adhesión social a las reformas económicas de mercado, y -principalmenteun aumento de la conflictividad social como respuesta a la extendida pobreza, marginalidad y crisis económica que afecta vastos sectores de la población de los países de la región y que amenaza las estructuras democráticas y la estabilidad del orden político. Alguien decía que "seguridad es vivir sin temores", y temor es sinónimo de miedo, sentimiento de inquietud o incertidumbre, recelo de un daño futuro, presunción, desconfianza o sospecha, es decir, temor es la percepción de amenaza a la estabilidad de ciertos valores perseguidos, deseados o protegidos, que son importantes para las 2 sociedades. En la actualidad, se percibe que esos valores que están siendo amenazados tienen que ver con la estabilidad política de los sistemas democráticos. Desde la perspectiva boliviana, podemos decir, que el país en el último tiempo ha sentido como la estabilidad política y el orden institucional han sido afectados por diversos factores internos, muchas veces conectados entre si, que tienen relación con: a) Las protestas sociales contra las reformas económicas de libre mercado, b) las demandas del movimiento cocalero, c) la emergencia del movimiento indigenista radical, e) el desencanto con el sistema político tradicional y la exigencia de una mayor participación ciudadana, y e) el incremento de la delincuencia y el crimen organizado. En 1985 Bolivia inició el proceso de apertura económica y reforma del Estado. Se liberalizó la economía, se estableció la libre contratación de trabajadores, se racionalizó la minería pública, se liquidaron los Bancos estatales, se privatizaron las empresas públicas y mediante el proceso de capitalización se transfirieron al sector privado la mayoría de las principales industrias estratégicas y empresas de servicios públicos que quedaban en manos del Estado, incluyendo los hidrocarburos, la principal riqueza del país. El sacrificio ha sido grande, pero el país en este tiempo recupero la estabilidad macroeconómica y la senda de un moderado crecimiento, con una inflación controlada y de las más bajas del continente, el déficit fiscal se ajustó, se incrementaron los flujos de inversión extranjera directa y las exportaciones volvieron a ganar terreno. Sin embargo, esto no ha sido suficiente en términos de generación de empleo y en la mejora de la distribución de los ingresos. Esto ha hecho que muchos bolivianos que no han sentido el efecto directo de los beneficios de las reformas sientan una especie de desencanto y frustración. El modelo vive una suerte de fatiga económica y política, que pese al camino recorrido y de los logros gradualmente alcanzados, se ha acentuado el grado de impaciencia en vastos sectores de la población, especialmente en aquellos sectores marginales y excluidos. Es así que en los pasados dos años muchas de las nuevas reformas económicas e institucionales han naufragado o se han visto debilitadas por la falta de viabilidad política. Las protestas sociales de los distintos actores afectados, expresadas en forma de marchas, paros y bloqueos, han presionado al gobierno a compromisos que en algunos casos han significado la reversión de las medidas. Esta protesta tuvo su expresión más violenta en el caso de la denominada "Guerra del Agua" protagonizada en abril del año 2.000 en la ciudad de Cochabamba, cuando una masiva movilización popular, dirigida por una Coordinadora de Juntas de Vecinos y de regantes, se levantó en esta ciudad en protesta contra el incremento de las tarifas del servicio de agua potable, que culminó con la rescisión del contrato de concesión de este servicio público con una empresa transnacional, en consorcio "Aguas del Tunari", luego de que el Gobierno dictara Estado de Sitio para sofocar el caos que reinaba en la urbe cochabambina mediante el despliegue de efectivos militares. Junto a esta protesta urbana, el país sintió la emergencia del movimiento indigenista radical. En abril del 2000 la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, dirigida por Felipe Quispe, juzgado por terrorismo hace algunos años atrás, bloqueó las principales carreteras del país, que afectaron a cinco de los nueve Departamentos, con la reivindicación de modificar el régimen legal de tenencia y propiedad de la tierra, anulación del Proyecto de Ley de aguas y modificación de una serie de normas sobre uso y explotación de los recursos naturales. En estos últimos dos años las demandas del movimiento cocalero también se hicieron más virulentas. Los logros del "Plan Dignidad" impulsado por el gobierno del Gral. Banzer, muestran una reducción del 43.000 has. de coca excedentaria en 1997 a 2.600 a fines del año 2000, lo que significa más del 90% de esos cultivos 3. Esto 3 tensiono la zona del Chapare, al punto que los productores de hoja de coca se expresaron de manera violenta contra las fuerzas de tarea encargadas de la erradicación, que mediante francotiradores les causaron varias víctimas, así como ejecutaron sendos bloqueos de la principal carretera del país exigiendo el derecho a replantar la hoja milenaria, en los que se dieron enfrentamientos armados con las fuerzas del orden. Aunque todos estos movimiento finalmente depusieron sus medidas de presión, como efecto de negociaciones con el Gobierno bajo la mediación de la Iglesia Católica, el Defensor del Pueblo y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, las raíces estructurales de estos conflictos, en muchos casos, continúan latentes. Estos movimientos sociales además coinciden en una especie de desencanto con el sistema político tradicional y la exigencia de una mayor participación ciudadana. El sistema de partidos se ha visto desacreditado y es percibido como corrupto y con intereses lejanos a los que más apremian a la sociedad. Esto ha causado el resurgimiento del neo-populismo, que en la recientes elecciones nacionales se expresaron con toda nitidez, y que entre sus promesas anti-neoliberales incluían la revisión de los contratos de capitalización de las empresas públicas, lo que generó gran incertidumbre a los inversionistas. Estos movimientos de protesta también han propuesto una reforma profunda del sistema político, planteando la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para la reforma total de la Constitución Política del Estado, por fuera de los mecanismos que prevee el ordenamiento constitucional. Como sostiene el sociólogo Roberto Laserna "en la política boliviana nunca faltaron protestas y movilizaciones, pero ellas solían ser protagonizadas sobre todo por sectores que planteaban temas específicos y reivindicaciones concretas, rara vez se expresaban de manera violenta o abierta como consecuencia del fracaso o la inutilidad de los mecanismos institucionales de negociación". Hoy estas protestas se han vuelto más radicales y cuestionan no sólo políticas públicas, sino la legitimidad del orden institucional. Hace poco Bolivia sufrió una muestra de la situación de vulnerabilidad en la que se pone en el caso de retroceder en estas políticas, cuando el Embajador de los EEUU llamó a no votar por el candidato del MAS, Evo Morales, el principal dirigente cocalero del país. El diplomático estadounidense -en una clara injerencia en la política internaamenazo que de elegirse a Morales se cortaría toda la cooperación norteamericana, se trabaría el acceso boliviano al mercado del norte, así como el proyecto de exportación de gas, llegando a insinuar su vinculación con el narcotráfico y a relacionarlo con el terrorismo internacional4. Esto tuvo como efecto -no deseado- el resurgimiento de un espíritu ante imperialista que se expreso en una mayor votación a favor del candidato cocalero. Más allá del efecto electoral, aquí queda claro que si Bolivia retrocede los logros en la lucha contra el narcotráfico, recibirá sanciones económicas y políticas cada vez más duras, que afectan la viabilidad del país. Si bien la producción de narcóticos ha disminuido como efecto de la erradicación de la hoja de coca, las organizaciones de narcotraficantes han empezado a operar en territorio boliviano como país de tránsito entre Perú y Brasil 5, dada las amplias y dilatas fronteras, difícil y escasamente custodiadas. Por tanto, la lucha contra el narcotráfico continua siendo una variable de seguridad que continua dominando la agenda de seguridad en Bolivia, que junto el incremento de la delincuencia y el crimen organizado ocupan un lugar central. El último caso en el que se constato la penetración delincuencial en ciertos segmentos policiales, que incluyo un atentado explosivo con un coche bomba al edificio del Comando de la Policía en la ciudad de santa Cruz, no hace otra cosa que poner en evidencia la peligrosidad de estos grupos. 3. El impacto de los factores externos 4 La difícil situación social que vive Bolivia se ve aún más grave por la crisis económica regional que le afecta. La actual crisis económica y social en algunos países genera inestabilidad en toda la región, ya que uno de sus efectos es la erosión política del sistema democrático. Por una parte, la crisis económica Argentina, que ya ha significado un importante decremento en los ingresos de la población, una contracción de 10% del producto, junto a una tasa del 20% de desempleo, se agudizo desde diciembre del 2001 no encuentra puerto seguro mientras no haya una reforma profunda de sus finanzas públicas. Como efecto el país patagónico ha estado viviendo una de las más difíciles jornadas de protestas y convulsión social. El Secretario General de la OEA y el Secretario Ejecutivo de la CEPAL han adelantado que no es posible evitar el contagio de la crisis que sacude a la Argentina a los países vecinos si no hay una rápida y oportuna asistencia financiera a ese país6. En Bolivia los primeros efectos ya se han empezado a sentir -según la visión empresarial- con "una lenta devaluación del boliviano, la contracción de la producción, el incremento del contrabando y una reducción de los niveles de empleo"7. Por otra, Brasil ha entrado este mes de junio en una espiral de inestabilidad financiera, al situarse su moneda en el punto de cotización más bajo respecto al dólar desde la instauración del Plan Real a finales de 1993 y dispararse el riesgo país (tras superar el de Nigeria se sitúa en el segundo puesto de los mercados financieros internacionales, sólo superado por Argentina). La economía más importante de Sudamérica sufre por un lado las consecuencias de los movimientos especulativos internacionales cuando el dólar está en su nivel más bajo de los últimos tres años respecto al euro, lo que ha provocado un retorno de capitales hacia Estados Unidos 8. Por otro lado la indefinición política frente a las elecciones que se han de celebrar en octubre está contribuyendo también a la inestabilidad de los mercados financieros. Aunque el candidato mejor posicionado (38% de la intención de voto), el líder del Partido dos Trabalhadores Luis Inazio Lula da Silva, ha conseguido dar un perfil más moderado a su programa desarrollista de izquierdas al lograr un pacto con el Partido Liberal y presentar al empresario de Minas Gerais, José Alencar, como su eventual vicepresidente continua generando cierta incertidumbre externa. De igual forma, la economía colombiana deberá enfrentar posiblemente una nueva espiral de violencia y la situación política en Venezuela ya se ha traducido en la caída de su crecimiento económico, lo que también afectara a Bolivia si tomamos en cuenta que ambos países son sus principales socios andinos. El Presidente Chileno, Ricardo Lagos, también admitió que la turbulencia puede llegar a su país9. Como se ve este cuadro regional, hace mucho más difícil estabilizar las variables de conflicto que a nivel interno afectan a la sociedad boliviana. En cuanto a factores externos de más larga data que influyan sobre las perspectivas de seguridad del país, hay que señalar que Bolivia en sus relaciones con las naciones vecinas, es un país pacífico, doblemente pacífico podríamos decir. Por una parte, Bolivia está plenamente comprometido con la paz internacional y, por otra, Bolivia es un país que tuvo costas en el Océano Pacífico y desde que las perdió, constantemente ha buscado mejorar su proyección pacífica. Bolivia ha concluido el proceso de demarcación de sus límites fronterizos con todos los países que le rodean. Las eventuales controversias que pudieran surgir se relacionan más bien al control de esos espacios, en lo que se refiere a migración, narcotráfico, contrabando y explotación ilegal de sus recursos naturales. En este sentido, un asunto pendiente de resolver es el uso y aprovechamiento no autorizado de recursos hídricos bolivianos que hacen empresas chilenas, como es el caso de las aguas de los manantiales del Silala, controversia que está siendo abordada diplomáticamente por ambos países, en el marco del dialogo sin exclusiones que están alentando sus Presidentes de la República, marco en el cual donde también se está conversando sobre la demanda histórica de Bolivia para recuperar su cualidad marítima y volver, 5 así, a gravitar sobre las costas del Pacífico, tema crucial en las relaciones con Chile, que hoy se constituye en el único país americano con el que Bolivia no sostiene relaciones diplomáticas formales. En los últimos años se ha ido generando en vastos sectores de la sociedad boliviana una percepción de amenaza debido al armamentismo militar chileno, por el cual este desbalance militar deja en tal desventaja a Bolivia, que ve en esa asimetría de poder y desequilibrio estratégico una amenaza permanente a sus intereses. Por tanto, trabajar en sustituir la lógica del recelo, la suspicacia y el distanciamiento entre las dos naciones pasa por signos políticos de restitución de la confianza recíproca, también en este ámbito. 4. De las hipótesis de conflicto a las hipótesis de cooperación Históricamente, para Bolivia su relación con su entorno inmediato le ha significado pérdidas territoriales con sus cinco países vecinos. De ahí se había generado una percepción tradicional de conflicto y amenaza en sus fronteras. Contemporáneamente, uno de los principales retos externos de Bolivia ha sido y es como integrarse mejor con todos ellos, traspasando de las viejas hipótesis de conflicto a nuevas hipótesis de cooperación. Hoy Bolivia tiene importantes emprendimientos conjuntos con casi todos sus países vecinos, lo que está contribuyendo a un mejor entendimiento político, que en los casos de Perú, Argentina y Brasil, se ha traducido en acciones de cooperación en el plano militar y policial. Así, en el marco de los procesos de integración regional, Bolivia alienta la idea de constituirse en el centro de la producción, distribución y abastecimiento energético de la región. Esto hoy se hace cada vez más real en función a las enormes reservas certificadas de gas natural que le dan la posibilidad de una expansión económica importante al país mediante el desarrollo de varios proyectos de complementación con los países vecinos, México y EEUU10. Este potencial energético le da al país un rol protagónico en los procesos de integración económica y geopolítica que se presentan en la región. Como ha definido el Embajador Armando Loayza, "la diplomacia del gas se constituye en la pieza maestra de una amplia estrategia económica, geopolítica y diplomática para vigorizar y relanzar nuestra acción y proyección internacionales en este nuevo siglo" 11. Así, el gas se convierte para Bolivia, no sólo en su motor para el desarrollo económico, sino también en un instrumento de política exterior, mediante el cual se busca objetivos nacionales en la política internacional. Bolivia, en los últimos años, está viviendo un proceso de rápido crecimiento de sus reservas certificadas de gas natural. De 5.6 trillones de pies cúbicos (TCF) de reservas probadas y probables en 1997, ha saltado al 1° de enero del año 2.002 a 52.3 TCF, y si se incluyen las reservas posibles llega hasta más de 77.2 TCF, con lo que se convierte en la segunda potencia gasífera de la región, después de Venezuela, y en la primera de Sur América en reservas de gas no asociado y disponible 12. En el mundo de hoy, la posesión, carencia o dependencia de fuentes de energía, su precio, transporte y mercados, y las condiciones de estabilidad o inestabilidad en su suministro, afectan y condicionan de manera crítica el perfil y participación internacional de los países, modificando la distribución de los factores de poder en los planos mundial y regional, por lo que los recursos energéticos adquieren enorme relevancia económica, diplomática y geo-estratégica. Como señala Carlos Moneta, "los hidrocarburos, así como otros recursos energéticos, juegan un papel importante en la modificación del grado de viabilidad económica, la capacidad de proyección política y dimensión estratégica de muchos de los países de América Latina. Así, tanto la posesión como la carencia de estos recursos se convierten por si mismos en causas de cooperación y de conflictos"13. A lo largo de la historia de Bolivia, los recursos naturales han jugado un papel 6 importante en la definición de su rol internacional, tal es el caso del salitre, la goma, la plata, el estaño y los hidrocarburos. De forma particular, el papel de los recursos energéticos ha marcado de manera significativa ciertas etapas importantes de su política exterior, actuando como gravitante de conflicto una veces y de cooperación en otras, con grandes empresas transnacionales petroleras, con los países vecinos y con la potencia hemisférica. En la post Guerra Fría, el déficit energético, constituye una de las nuevas fuerzas que se ciernen sobre nuestro planeta y que podrían causar en el futuro inestabilidad y conflicto, convirtiéndose en una verdadera amenaza a la seguridad nacional de muchos Estados más poderosos y a la estabilidad del orden internacional. Es decir el control de las recursos y reservas de energía puede ser una de las fuentes de conflicto para la seguridad y el bienestar de las naciones. Frente a este contexto internacional, el Secretario de Energía de los EEUU, Spencer Abraham, ha señalado: "después del 11 de septiembre los vínculos entre seguridad energética y seguridad nacional son cada vez más fuertes. La conexión es obvia, el acceso a energía es una necesidad militar ..., pero es más que eso, el acceso a energía segura y fluida nos da la confianza que los EEUU puede continuar siendo el hogar de la libertad y las oportunidades. Una severa crisis de energía puede poner en riesgo esa nuestra certidumbre en un futuro más prospero y seguro para nuestros niños. Por ello, nuestra dependencia energética, no es sólo una relación entre compradores y vendedores, sino tiene una serie de tensiones económicas y cuando éstas vienen del Medio Oriente, tienen además una complejidad geopolítica" 14. El mismo Spencer Abraham, en una de sus alocuciones al Senado, ha expresado: "los terribles ataques terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, así como las consecuentes acciones militares y diplomáticas que se están llevando a cabo, le han dado un nuevo sentido de importancia a la seguridad energética de nuestra nación. De repente, hemos visto con mayor claridad la urgencia de garantizar la estabilidad de nuestros suministros de energía. Y es que hay un vínculo fundamental entre nuestra seguridad nacional y seguridad energética. ... Debemos entender que el reto energético que enfrenta la nación está, sobre todo ahora, conectado a nuestros esfuerzos en contra del terrorismo. Debemos, por tanto, buscar satisfacer la demanda energética de la nación con la misma determinación y compromiso con que buscamos enfrentar a nuestros adversarios en el campo de batalla.15 Desde la crisis del petróleo en los setentas hasta hoy, para los países industrializados ha sido prioridad estratégica el consolidar una estructura diversificada de sus fuentes de energía, tanto en recursos como en regiones de abastecimiento. Pese a los esfuerzos, no ha sido competitivamente posible lograr su autosuficiencia energética, y aún más, países como EEUU están viviendo una profunda crisis de energía. Por ejemplo, el déficit energético de California, que ha impactado negativamente en el crecimiento económico del país y en sus posibilidades de recuperación frente a la crisis económica internacional, ha planteado la necesidad de intensificar esa búsqueda de nuevas fuentes externas de energía. Ante esta realidad difícil, el presidente estadounidense George Bush, a las dos semanas de asumir el mando definió16: "Un desequilibrio fundamental entre la oferta y la demanda define la crisis energética de nuestra nación. Si se permite que este desequilibrio continúe, éste inevitablemente socavará nuestra economía, nuestro nivel de vida, y nuestra seguridad nacional, por lo tanto, nuestra prioridad es desarrollar una política energética nacional diseñada para promover la producción y distribución confiable, asequible y ecológicamente racional de energía para el futuro". En esos términos lo anunció el Secretario de Energía de los EEUU, Spencer Abraham: "estamos creando las herramientas de la interdependencia energética. Incluso al reconocer la naturaleza mundial del problema energético, nuestro enfoque será mirar primero a nuestro propio vecindario, a nuestra propia creciente comunidad energética 7 aquí en el Hemisferio Occidental, la seguridad energética de todos nosotros sólo será conseguida en la medida en que seamos capaces de establecer una asociación energética vigorosa e interdependiente aquí en las Américas"17, y luego agregó, "nuestro enfoque, por lo tanto, es hemisférico: nuestra meta, crear relaciones entre nuestros vecinos que contribuirán a nuestra seguridad energética común; a un acceso a la energía adecuado, confiable, ambientalmente sano y accesible. Este es el cimiento de nuestra propia seguridad nacional y creo que es una base sólida para todas las naciones que buscan el crecimiento económico para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos". Es frente a este escenario geopolítico y de cara a las tendencias energéticas descritas que se sitúa el potencial gasífero de Bolivia. Este contexto representa para el país una oportunidad, de insertarse a uno de los circuitos más dinámicos de la globalización, mejorando sus rasgos de interdependencia con la potencia hemisférica. Dado su alto potencial en reservas certificadas de gas natural, Bolivia está trabajando para convertirse en el centro de la producción, transporte, distribución, suministro y abastecimiento de energía para América del Sur, tanto hidrocarburífera como eléctrica, mediante el desarrollo de proyectos energéticos conjuntos con sus vecinos, que involucren gas natural, GLP, GTL, GNL, termoelectricidad, así como también está incursionando en la petroquímica, además de hidroelectricidad y geotérmica 18. Este rol no es más que una renovada proyección del lema geopolítico boliviano como "país de contactos y no de antagonismos", que inspiró a Alberto Ostria, cuando señalaba que "esta fórmula representa la reacción contra el sistema artificial de las alianzas, de los bloques y de los ejes. Bolivia debe estar en contacto con sus vecinos, pero no unos contra otros, fomentando rivalidades, sino armonizando diferencias e intereses"19. Consecuentemente, es ese rol de equilibrio entre las zonas de influencia geopolítica dentro de la región, que se proyectan unas hacia el Pacífico y otras al Atlántico, que hace más importante la múltiple gravitación del potencial energético y gasífero de Bolivia. La asociación energética de Bolivia con Estados Unidos, contribuirá a diversificar y estrechar las relaciones económicas entre ambos países, pero es más que eso, contribuye fundamentalmente a renovar el peso geopolítico de esta relación. Al respecto, es interesante recordar la reflexión que Daniel Sánchez Bustamante hiciera ya en 1919, "el día en que Bolivia esté henchida de capitales e industrias norteamericanas, será el país mejor protegido del mundo. El día en que los capitales y las empresas norteamericanas hayan penetrado seriamente a Bolivia, el Gobierno de la Casa Blanca se interesará formalmente por este país, y entonces habrá sonado la hora de nuestra seguridad"20. Una visión renovada de este criterio nos muestra que Bolivia se puede constituir en una pieza clave de la estabilidad energética y de la seguridad nacional de los Estados Unidos, y por lo tanto garantizar la presencia estable de Bolivia en el Pacífico, significará también garantizar el suministro estable de gas al mercado del Norte. Luego de analizar las tendencias apuntadas en la primera parte de este trabajo, notamos que la seguridad energética de los EEUU le está obligando a una suerte de nueva misión, la defensa del acceso abierto a fuentes de energía y la estabilidad en la rutas marinas por las que se transportan los hidrocarburos hacia su mercado, por lo que parte de esta definición pasa por la búsqueda de iniciativas de estabilidad regional, que vinculen a países productores, inversores, consumidores y de tránsito. En este caso es de interés para la seguridad nacional de los EEUU garantizar la producción, abastecimiento y transporte del LNG desde territorio boliviano, por puertos del Pacífico, hasta su territorio. Más aún, frente al escenario energético actual que vive Norte América, caracterizado por la necesidad creciente de nuevas fuentes de energía limpia, estables, seguras y provenientes del hemisferio occidental, a fin de diversificar su dependencia energética y minimizar posibles interrupciones que 8 generen amenazas de inestabilidad en su aprovisionamiento de hidrocarburos. Convertirse en el corazón de la integración energética regional, no es una frase retórica, implica un profundo y sustancial cambio en el peso geopolítico del país. Históricamente, el control de las principales vías y flujos de transporte ha sido siempre interés del juego geopolítico, ya que esto provee ciertas ventajas e influencias que acrecientan el llamado poder nacional del país que lo hace. En los tiempos modernos, para los países se convierte en un valor estratégico el control de los principales corredores de energía, transporte y telecomunicación. Por ello, debido a la particular ubicación geográfica de Bolivia y a sus importantes reservas gasíferas, la ejecución de los proyectos energéticos que pasan por su territorio se convierte en un eje vector de su interés nacional. Desde esta perspectiva, este cuadro le implica a Bolivia también cierto margen de incertidumbre, vulnerabilidad y amenaza, ya que puede recibir tensiones externas que le provoquen conflictos en relación a este rol internacional en su vinculación con las empresas transnacionales petroleras, con los países vecinos y con la potencia hemisférica. Por ello, Bolivia debe canalizar su potencial energético mediante la cooperación, la estabilidad y el desarrollo de regímenes bilaterales y regionales destinados a garantizar las inversiones y la apertura de mercados, la seguridad en el abastecimiento y el libre tránsito de energía por la infraestructura a desarrollarse con sus vecinos, junto con asegurar el mayor grado de unicidad del sistema regulatorio, tributario, aduanero, portuario, administrativo, laboral y ambiental en estas operaciones. Aquí está para Bolivia, con certeza, uno de sus principales desafíos político - diplomáticos de carácter inmediato, que traducirá esos esquemas de cooperación en mejores margenes de seguridad nacional frente a terceros países . 5. Las perspectivas a futuro Dadas las condiciones estructurales de Bolivia, el país es sensible y vulnerable a la dinámica de los factores externos. "Bolivia fue siempre un país dependiente de las decisiones de otras naciones. Pero nunca esa vulnerabilidad había sido tan explícita como hoy. En gran medida, la influencia de los poderes externos se reducía a fijar los límites en los que el país podía moverse -generalmente geopolíticos- y, luego, dejaba a su arbitrio la tarea del gobierno interno"21. Hoy esa realidad ha cambiado, factores que hacen al orden interno de los Estados como democracia, economía de mercado, así como lucha contra el narcotráfico y el terrorismo están cada vez más condicionados a las a compromisos internacionales. En el último tiempo, las políticas nacionales en estas materias ya forman parte de las obligaciones internacionales del Estado, con lo que los margenes de maniobra con cierta autonomía o prescindencia de estos elementos están bastante limitados, ya que su cumplimiento es condición para el acceso a la cooperación internacional, el financiamiento externo y la participación en los procesos de integración económica, que además también favorece al comercio exterior y la atracción de inversión extranjera directa. Frente a este escenario, a los largo de las dos décadas pasadas Bolivia ha logrado progresivamente fortalecer sus instituciones democráticas, consolidar una economía estable y abierta, erradicar con éxito la mayor parte de los cultivos de hoja de coca destinada la narcotráfico y se ha adherido a los esfuerzos de la comunidad internacional en la lucha contra el terrorismo; así como ha dado importantes avances en la búsqueda y acceso de nuevos mercados externos para la exportación de sus enormes reservas de gas natural. Esta ha sido la base de un mejor relacionamiento externo e imagen internacional. El desarrollo del país según la orientación política y económica de las tendencias globales le ha permitido a Bolivia estar en mejores condiciones de contacto con el mundo y gozar de menores riesgos de confrontación externa, lo que da como resultado un país más seguro y menos vulnerable frente a 9 posibles variables de conflicto. En este marco situamos los emprendimientos de integración de los que Bolivia participa con los países de la región, especialmente con sus vecinos y de manera particular con los Estados Unidos. En la medida que existan mayores lazos de interdependencia económica, como son los intereses compartidos que se gestan en la integración energética, habrán también mayores vínculos políticos, que como una de sus expresiones fortalecerán la confianza, la paz y la seguridad mutua. Sin embargo, estas bases del prestigio internacional de Bolivia no están plenamente consolidadas, el país vive ciertos signos de inestabilidad y procesos - de carácter creciente- de movilización y protesta social que entre otros objetivos sectoriales, buscan una modificación del statu quo vigente y la transformación radical de sus estructuras económicas, políticas e institucionales. Un país a contrapelo de las tendencias globales, promoviendo acciones que alteran a la estabilidad de la región o afectan directamente los intereses de las potencias dominantes, del hemisferio especialmente, volvería a poner a Bolivia en un mayor grado de exposición al la ingerencia extranjera. La amenaza de un cuadro como el anterior podría generar no sólo un grave proceso de deterioro en sus relaciones diplomáticas, sino la erosión paulatina de la capacidad que tiene el país de sostener relaciones comerciales y financieras satisfactorias, dinámicas, competitivas, positivas, estables y constantes en el tiempo con las principales potencias internacionales. Este es un riesgo que un país como Bolivia no puede correr, ya que en el mundo de hoy aquellos países que no se internacionalizan e insertan positivamente en el proceso de globalización, quedarán cada vez más marginados y aislados de las principales corrientes internacionales de comercio, finanzas y tecnología, perpetuando sus condiciones de atraso, subdesarrollo y pobreza. 1. Abogado, Magíster en Estudios Internacionales, Profesor de la Academia Diplomática de Bolivia y del Centro de Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES/UMSA). 2. Véase Carlos Alonso Zaldivar, "Poder, Orden y Percepciones tras el 11 de septiembre", en Revista Política Exterior, Vol. XVI, Num. 87, Madrid, mayo/junio de 2002, pp.59 -72. 3. Véase Sergio Medinacelli y Jebner Zambrana, Coca - Cocaína: Más allá de las cifras, HCD, Julio de 2000. 4. "EEUU cortará ayuda si se elige a Evo Morales", El Deber, Santa Cruz, 27 de junio de 2002, p. A - 14. 5. "FELC incautó droga peruana destinada a mercado europeo", Ultima Hora, La Paz, 19 de diciembre de 2000. P. 3. 6. "OEA y CEPAL: Imposible frenar el contagio de la crisis argentina", La Prensa, La paz, 11 de junio de 2002, pp. 4 - 5C. 7. "El coletazo de la crisis argentina puede destruir al sector productivo", La Prensa, La Paz, 12 de junio de 2.002, p. 4 - C. 8. "Buchi califica a Brasil como bomba de tiempo", El mercurio, Santiago, 25 de junio de 2002. 9. "No estamos totalmente protegidos de las turbulencias externas", El Mercurio, Santiago, 25 de junio de 2002. 10. Veáse Ramiro Orias, Alfredo Seoane, William Torres, Bolivia, país de contactos: un análisis de la política vecinal contemporánea, UDAPEX/FUNDEMOS/FHS, La Paz, 2001. 11. Armando Loayza Mariaca, "Bolivia y Brasil una asociación histórica", El Deber, Santa Cruz, 27 de febrero de 2002. 12. En cuanto a las reservas de gas natural de América del Sur, primero se encuentra Venezuela con 146 TCF, luego Bolivia con 52.3 TCF, Argentina con 25.7 TCF, Perú con 13.3 TCF, Brasil con 8.0 TCF y Chile con 4.4 TCF. Sin embargo, si se toma en cuenta 10 que Venezuela de esas reservas tiene 132.9 TCP de gas asociado y sólo 13,1 TCF de gas libre, vemos que Bolivia ocupa el primer lugar en reservas disponibles en la región. 13. Carlos Moneta, "Hidrocarburos y Política Exterior Latinoamericana", en Gerhard Drekonja y Juan Tokatlian (ed.), Teoría y Práctica de la Política Exterior de A.L., CEREC, Bogotá, 1983. 14. Spencer Abraham, "Discurso del Secretario de Energía de los EEUU" en la Conferencia Los problemas eléctricos de California, Hoover Institution, Octubre 18, 2001. 15. Spencer Abraham, "Seguridad Nacional y Seguridad Energética", El Nuevo Herald, 17 de noviembre de 2001. 16. "Bush anuncia plan para encarar la peor crisis energética de EE.UU. en tres décadas", CNN, Washington, 17 de mayo, 2001. 17. Establecerán asociaciones energéticas en el hemisferio, Programa de Información Internacional, Departamento de Estado de los EEUU, 8 de mayo de 2001. 18. Véase William Torres Armas, "Bolivia: núcleo de distribución y abastecimiento de energía en el Cono Sur", en Alberto Zelada (coord..) Bolivia, Temas de la Agenda Internacional, UDAPEX/PNUD, La Paz, octubre, 2000. 19. Alberto Ostria Gutiérrez, Una obra y un destino, Bs. As., 2da, edición, 1953. 20. Daniel Sánchez Bustamante, BOLIVIA: su estructura y sus derechos en el Pacífico, 2da. Ed., BCB, La Paz, 1979. 21. Gustavo Fernández Saavedra, "Tendencias de cambio estructural en Bolivia", en Revista Opiniones y Análisis, FUNDEMOS/FHS, Nro. 23, La Paz, noviembre de 1995. Fuente: IDEI/IDEPE, Lima, Perú Análisis y Perspectivas de la Seguridad en América del Sur 17 y 18 de julio de 2002 11