RESUMEN EJECUTIVO

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RESUMEN EJECUTIVO
Luis Ravina
El tejido empresarial de la economía española no ha sido ajeno a esos cambios. Al contrario,
las empresas han participado en la transformación de nuestro país, liderando en distintos ámbitos la modernización de la economía española y
su proyección internacional. A finales de los años
setenta, nuestra estructura productiva estaba
aquejada de una enorme falta de competitividad,
resultado de cuatro décadas de regulación, intervención y proteccionismo estatales. Durante la
década de los ochenta, se instalaron en España
muchas compañías extranjeras, incluidas las
principales multinacionales del planeta; en los
noventa, nuestras empresas dieron el salto hacia
el exterior. Ahora, en los primeros años del siglo
XXI, contamos con un número importante de
empresas multinacionales, algunas de las cuales
se han convertido en auténticos gigantes y líderes
mundiales en sus sectores, con unos altísimos
niveles de internacionalización en sus principales
indicadores, desde ventas a fuerza de trabajo.
La internacionalización de las empresas españolas ha avanzado en sus facetas comercial,
financiera y productiva. Sin menospreciar la
importancia capital de las dos primeras, el mayor
interés se centra, y de manera creciente, en la
tercera de las posibilidades. Esto es, aquella
internacionalización relacionada con la inversión
extranjera directa y, por tanto, con una mayor
vocación de permanencia en los países de destino. Se trata de una internacionalización orientada a aprovechar ventajas comparativas y economías de escala en los distintos procesos de la
empresa, mediante la localización de los eslabones de la cadena de valor en aquellos países que
mejores condiciones ofrezcan para la actividad
La España que hoy conocemos es, en muchas
dimensiones, un país radicalmente distinto del que
era apenas treinta años atrás. Hemos pasado de ser
una democracia recién nacida, situada en la periferia geográfica y económica de nuestro continente, a convertirnos en una de las economías más
dinámicas de la Unión Europea a lo largo de los
últimos diez o quince años, con ritmos de crecimiento real y de creación de empleo por encima
de los países europeos más desarrollados y ricos.
Atrás quedaron también los tiempos en que
los españoles emigraban a Europa o cruzaban el
Atlántico en busca de oportunidades que aquí no
encontraban. No somos ya un país de emigración, sino un país desarrollado que, en virtud de
sus actuales niveles de bienestar, se erige en destino deseado para muchos emigrantes. En 2008
España cuenta con una población inmigrante
que representa alrededor del 10% del total, tras
haber recibido en el transcurso de apenas un
decenio a un flujo de más de 4 millones de
extranjeros procedentes de todo el mundo.
La imagen de España es asimismo muy distinta a la que de nuestro país se tenía en el resto del
mundo en un pasado no muy lejano. España se
proyecta al exterior como una nación moderna,
capaz de conectar sus ricas tradiciones, cultura e
historia con las características definitorias de una
economía desarrollada. No extraña así que la
marca-país «España» tenga reconocimiento mundial. Por ejemplo, la consultora especializada
Future Brand sitúa en 2007 a la marca España
como la séptima del mundo, superada sólo por
las de algunos de los países más avanzados del
planeta –Australia, Estados Unidos, Reino
Unido, Francia, Italia y Canadá–.
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OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
en cuestión en términos que van desde los recursos productivos hasta el marco regulatorio,
pasando por las posibilidades de diferenciación y
las opciones para la diversificación de riesgos.
Un ejemplo muy destacado de esa forma de
internacionalización profunda lo encontramos en
los dos grandes bancos españoles –Santander y
BBVA–, que operan ya en alrededor de una treintena de países. Ambas entidades iniciaron su actual
apuesta por la internacionalización prácticamente
a la vez, durante los años noventa. Lo hicieron además en el mercado de América Latina, apoyándose en dos pilares básicos. Por un lado, el proceso de
liberalización, consolidación y modernización del
sector bancario y financiero en España, que les
dotó en el transcurso de una década de la fortaleza financiera y el know how precisos para afrontar la
aventura exterior. Por otro, las atractivas condiciones que ofrecían los mercados latinoamericanos,
que a su cercanía cultural unían sus propios procesos de liberalización y privatización.
Los dos grandes grupos bancarios de nuestro
país también han coincidido en el tiempo en la
diversificación de su presencia internacional. Así,
mientras que el Santander ha optado por ganar
peso en el mercado europeo a través de operaciones tan destacadas como la compra del británico Abbey Bank, el BBVA ha puesto su mirada
en los Estados Unidos, país en el que, tras adquirir distintas entidades regionales, se sitúa en
2008 entre los 20 mayores bancos.
Ese ejemplo de la banca es extrapolable, con los
oportunos matices, a otros sectores de nuestra economía y a otras grandes transnacionales españolas,
como Telefónica, Repsol, Iberdrola o Endesa, que
aparecen regularmente entre las mayores transnacionales del mundo. Abengoa, Acciona, Ferrovial,
Indra, Roca o Sol Meliá, por citar algunas de las más
conocidas, son también otras de las empresas españolas cuya presencia internacional roza la treintena
de países y, que al igual que las mayores transnacionales de nuestro país, consiguen puestos muy destacados en distintos rankings sectoriales y regionales.
En cualquier caso, es preciso indicar que el proceso de internacionalización de la empresa española aún no ha completado todas sus etapas. Es
más, en cierto sentido cabe afirmar que ese proceso es interminable. En efecto, el mundo en que
vivimos se caracteriza por la enorme complejidad
de unos cambios que se producen de forma global,
a una velocidad casi de vértigo y en las más distintas esferas políticas, sociales, tecnológicas, económicas, etc. Ese es el terreno en que deben competir nuestras empresas, en un proceso continuo de
aprendizaje y adaptación ante los retos y oportunidades que aparecen por doquier. Internacionalizarse no es sólo salir a operar en el exterior. Significa también innovación, cambio de mentalidad,
diversificación, búsqueda continua de mejores
alternativas, etc. Las empresas que sepan manejar
adecuadamente los riesgos inherentes a esas decisiones estratégicas, en ese entorno de incertidumbre, serán las que logren el éxito.
Por supuesto, la internacionalización no debe
interpretarse como una meta en sí misma para
las compañías españolas. El objetivo último de
cualquier empresa es ser competitiva; es decir,
desarrollar, potenciar y aprovechar ventajas competitivas que les permitan generar mayor valor,
ganar mercado e incrementar su rentabilidad. La
internacionalización de la empresa puede ser
una fórmula adecuada para lograr ese objetivo
siempre que se integre adecuadamente en su
estrategia, y que ésta esté bien orientada.
Esa riqueza de aspectos que ofrece el fenómeno de la internacionalización de la empresa española ha suscitado, con especial intensidad durante
los últimos meses, el interés de analistas, expertos,
organizaciones nacionales y medios internacionales. Así, han aparecido informes que abordan la
cuestión desde los más variados puntos de vista.
Algunos documentos, por ejemplo, se han centrado en la descripción del proceso y de las etapas
que el mismo ha seguido, haciendo hincapié en
los datos de inversión extranjera directa. Otros
han tratado de identificar y cuantificar los factores
que han impulsado la salida al exterior de las
empresas españolas o que han hecho más atractivas a ciertas zonas del mundo como destino de la
inversión directa española. En ese mismo sentido,
han aparecido estudios con un claro componente
de teoría aplicada, en los que se trataba de situar
el caso español en alguno de los distintos marcos
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RESUMEN EJECUTIVO
teóricos disponibles en la literatura. Incluso se han
analizado también otros elementos más específicos, desde las principales operaciones corporativas de nuestras empresas en el exterior hasta el
tratamiento que éstas reciben en publicaciones
especializadas.
El Observatorio sobre el Gobierno de la Economía Internacional 2008 responde también al
interés que rodea al fenómeno, aportando su propio valor añadido en forma de una perspectiva
novedosa en el tratamiento de la internacionalización de las empresas de nuestro país. En concreto,
dirigimos nuestra mirada hacia la experiencia de
las mayores multinacionales españolas.
Esta forma de afrontar el estudio del fenómeno es interesante por varias razones. Por ejemplo, porque fueron las grandes empresas las que
iniciaron a mediados de la pasada década la fase
actual de internacionalización, convirtiendo a
nuestro país en inversor neto gracias a su entrada en mercados extranjeros, fundamentalmente
en América Latina. Además, de ese modo abrieron mercados y horizontes a otras empresas,
demostrando que las compañías españolas estaban preparadas para competir internacionalmente, al menos en mercados con condiciones
favorables como las que ofrecían en aquel
momento los países latinoamericanos. Después,
gracias a la experiencia adquirida en esa etapa,
fueron de nuevo las grandes empresas las que se
atrevieron a entrar en algunos de los mercados
más competitivos del mundo –Estados Unidos y
Europa Occidental, sobre todo–, dando de esa
forma un vuelco a la historia empresarial de
nuestro país, y situándose en una posición casi
inimaginable hace veinte años.
Para ofrecer esa novedosa perspectiva, el presente informe cubre tres frentes. En primer lugar,
algunas de las empresas españolas más importantes por tamaño y presencia en el exterior
–abertis, BBVA, Iberdrola, Santander y Telefónica– detallan sus estrategias de salida y expansión exterior, deteniéndose sobre todo en el
modo en que el proceso avanza hacia una mayor
diversificación geográfica de la inversión fuera
de nuestras fronteras.
A continuación, se traza una panorámica
general del lugar que ocupan en el mundo las
grandes empresas multinacionales de nuestro
país a través del estudio de su aparición y ascenso en los principales rankings mundiales. Rankings como los publicados por Naciones Unidas,
Forbes o Fortune, y referidos a las transnacionales más importantes del mundo, tanto por su
tamaño como por su grado de internacionalización.
Finalmente, en relación con ese último aspecto, se estudia la importancia que está adquiriendo para nuestras empresas el mercado norteamericano, donde ya operan exitosamente muchas
de ellas, y las oportunidades que ofrece el
ASEAN, una zona del mundo aún inexplorada
por la empresa española.
LA EXPERIENCIA DE ALGUNAS
MULTINACIONALES ESPAÑOLAS EN SUS
PROCESOS DE INTERNACIONALIZACIÓN
En el panorama general en que se inscribe el
proceso de internacionalización de nuestra economía y nuestras empresas encontramos, evidentemente, multitud de experiencias distintas.
Cada compañía ha afrontado y emprendido su
aventura internacional partiendo de una situación única, con objetivos, capacidades y limitaciones particulares. Nadie mejor para explicarlas
que las propias empresas.
– El caso de abertis
abertis centra su razón de ser en el objetivo de dar
respuesta a las necesidades de infraestructuras al
servicio de la movilidad y las telecomunicaciones,
elementos esenciales para un desarrollo y una
competitividad sostenibles. abertis es un grupo
industrial cuyas inversiones, del mismo modo que
las infraestructuras y actividades que gestiona, se
orientan al largo plazo. La estrecha relación y vinculación de las infraestructuras con el territorio al
que éstas prestan servicio, caracteriza el perfil de
estabilidad, permanencia, colaboración con las
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OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
Administraciones y compromiso social del grupo
con las comunidades en las que opera.
abertis se ha convertido en uno de los principales grupos internacionales en el ámbito de la
gestión de infraestructuras para la movilidad y
las telecomunicaciones. La compañía estructura
su actividad en cinco grandes áreas de negocio:
autopistas, infraestructuras de telecomunicaciones, aeropuertos, aparcamientos y parques logísticos. El continuado proceso de internacionalización de sus actividades en todas y cada una de
esas áreas se ha traducido en su presencia en un
total de 17 países de tres continentes. Es más,
abertis es hoy uno de los principales actores en
este campo a nivel mundial.
abertis es una compañía joven, que inició su
trayectoria en 1999, como Acesa Infraestructuras.
Desde entonces, ha experimentado una evolución
y un cambio permanentes y muy rápidos, que le
han permitido multiplicar por seis sus principales
magnitudes. Este proceso es el resultado de una
estrategia en la que, partiendo de una posición de
liderazgo de las autopistas, ha apostado decididamente por la diversificación sectorial de los negocios. En abril de 2003, las sociedades Acesa
Infraestructuras y Aurea Concesiones de Infraestructuras, se fusionan después de la adquisición
previa de iberpistas por parte de la primera. La
fusión da origen al grupo abertis.
Durante los últimos cinco años, abertis ha
optado decididamente por una estrategia de
internacionalización. Así se puede comprobar
con la incorporación al grupo abertis de la concesionaria sanef en 2006, la entrada en 2007, con
el 32%, en el operador europeo de satélites
Eutelsat, o la adquisición de TBI en 2005. La
internacionalización es un hecho en todos los
sectores de actividad de la compañía.
Las operaciones más recientes confirman
esta estrategia. Por ejemplo, la adquisición del
28,4% de Hispasat, que permite a abertis ser el
primer accionista del operador español de satélites que cubre el 100% del mercado mundial en
habla hispana y el 90% del de habla portuguesa;
la compra de Desarrollo de Concesiones Aeroportuarias (DCA), con participación en 15
aeropuertos en Latinoamérica, y que otorga a
abertis presencia en 29 aeropuertos de 8 países;
o la adjudicación de un complejo de aparcamientos en Roma.
Gracias a ese crecimiento en el marco de la
estrategia de internacionalización, el grupo
cuenta hoy con una plantilla de más de 11.000
personas y prácticamente el 50% de sus ingresos
se genera fuera de España. abertis cotiza en la
bolsa española –forma parte del selectivo índice
Ibex 35–, y en mercados extranjeros –está incluida en los índices internacionales Dow Jones Sustainability, FTS Eurofirst 300 y Standard & Poor’s
Europe 350.
De cara al futuro, abertis mantiene su vocación internacional, dando así continuidad al crecimiento de la compañía. Las directrices pasan
por mantener el actual marco de referencia–las
infraestructuras para la movilidad y el transporte–, siendo selectivos en cuanto a los países y los
proyectos a considerar, que deberán ofrecer seguridad jurídica, estabilidad política y perspectivas
de crecimiento.
– El caso de BBVA
En el transcurso de apenas 10 años, BBVA ha
pasado de tener una presencia puramente
doméstica en nuestro país, a consolidarse como
una gran transnacional financiera, que opera en
31 países repartidos en 4 continentes, con más de
8.000 oficinas y con un porcentaje superior al
70% de sus 110.000 empleados fuera de España.
Este proceso de internacionalización, extraordinario por su rapidez e intensidad, se ha producido en dos etapas bien diferenciadas, pero siempre dentro de una estrategia clara: generar el
máximo valor para sus accionistas.
En la primera etapa, entre 1995 y 2003, el
grupo BBVA, al igual que otras compañías españolas, inició la primera gran diversificación geográfica de todos sus negocios, como respuesta al avanzado proceso de madurez y consolidación en el que
se encontraba el mercado español. En ese contexto,
la expansión tuvo lugar en Latinoamérica (América
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RESUMEN EJECUTIVO
del Sur y México), zonas que ofrecían las mejores
perspectivas, tanto por su afinidad cultural, como
por el crecimiento potencial de sus economías.
En la segunda etapa, iniciada en 2004, BBVA
tiene en marcha una estrategia de internacionalización orientada a mercados de alto crecimiento.
Así, una vez consolidada su posición en España,
México y América del Sur, quiere ahora aplicar su
modelo, en aquellas áreas del mundo donde haya
más y mejores oportunidades de crear valor. La
apuesta clara se ha hecho por EE.UU. y Asia, las
zonas de mayor crecimiento del mundo, y en las
que ha hecho grandes progresos.
En EE.UU. y, tras una primera fase de aproximación, –apoyada en el liderazgo de BBVA Bancomer en México y con el foco en el mercado
hispano–, BBVA ha dado un paso más en su
estrategia y ha decidido extender su modelo de
banca universal al conjunto de la franja sur de
EE.UU. con la creación de BBVA USA, una
marca que sitúa a BBVA entre las 20 principales
entidades financieras de EE.UU. y como primer
banco regional del Sun Belt, la zona más atractiva y de mayor crecimiento de EE.UU.
En cuanto al mercado asiático, BBVA parece
haber entrado en el momento oportuno, en pleno
crecimiento económico y con la apertura del sistema financiero chino. La estrategia de entrada ha
sido directa y clara en todo momento, mediante
apertura de sucursales en las principales plazas
financieras del continente y, en el caso de China,
mediante una alianza con un socio local fuerte,
Citic Group. El acuerdo con este socio estratégico
convierte a BBVA en uno de los bancos globales
con mejor posicionamiento en la zona, y uno de
los únicos seis bancos en todo el mundo que disfruta de una alianza de estas características con
uno de los principales bancos chinos.
En definitiva, el Grupo BBVA ha sabido aprovechar sus ventajas competitivas para llevar a
cabo su proceso de internacionalización, en el
que su objetivo prioritario siempre ha sido la búsqueda de valor y no de dimensión. Lo ha hecho
compitiendo en un mercado global, innovando y
mirando al futuro, pero manteniendo su enfoque
local.
– El caso de Iberdrola
Como en el caso del grupo BBVA, la internacionalización de Iberdrola fija sus inicios en la mitad
de la década de los noventa. En el tiempo transcurrido desde entonces, la transformación de la
compañía puede calificarse casi de radical, pues
ha pasado de ser un grupo eléctrico de ámbito
local a un líder energético de carácter global. El
cambio de la estructura de negocios del Grupo
refleja de forma muy gráfica esa transformación.
Si la actividad tradicional energética en España
representaba el 99% de los resultados en 2000,
en 2006 el porcentaje se había reducido al 62%.
La internacionalización de Iberdrola ha avanzado en tres etapas. Entre 1995 y 2001 se completó la primera de ellas. La apertura de la economía española y la necesidad de buscar nuevos
mercados para crecer, las oportunidades que
estaban generando los incipientes procesos de
liberalización en otros países y la mejora de la
situación financiera de las compañías fueron las
principales razones para la internacionalizacón.
Además, en el caso específico de las compañías
energéticas, la tendencia entonces en boga a configurar modelos de negocio multiutility contribuyó a buscar la expansión internacional.
Iberdrola, al igual que la mayoría de empresas
españolas, centró inicialmente sus inversiones
internacionales en Latinoamérica, aprovechando
la ola de privatizaciones de servicios públicos del
período y en atención a la cercanía lingüística y cultural con el mercado tradicional de la compañía.
La segunda etapa coincide con el horizonte
temporal del Plan Estratégico 2001-2006, que
supuso en la estrategia exterior del Grupo Iberdrola dos cambios principales: priorizar geográficamente las inversiones en Latinoamérica fundamentalmente en México y Brasil, y centrar las
mismas en el negocio eléctrico. Esos cambios se
vieron combinados con la apuesta de Iberdrola
por las energías renovables.
La tercera etapa, 2006-2007, ha significado
pasos decisivos y que transforman profundamente la estructura de negocio de Iberdrola. En concreto, esos pasos han sido las operaciones de
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OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
adquisición de la británica ScottishPower (transacción anunciada en noviembre de 2006 y cerrada a finales de abril del siguiente año) y de la
norteamericana Energy East (compra anunciada
en junio de 2007 y cuya conclusión se prevé para
el primer trimestre de 2008).
De cara al futuro, el eje de crecimiento del
Grupo Iberdrola de acuerdo con su Plan Estratégico 2008-2010, se concentra en la expansión
internacional de Iberdrola Renovables, actividad
a la que se destina el 48% de las inversiones orgánicas totales del Grupo, con un peso específico
muy importante de un mercado de gran potencial: Norteamérica.
nueva imagen para nuestra economía. El Banco
es referente para sus competidores globales en
muchos aspectos, entre los que destaca el carácter innovador de su estrategia internacional.
Banco Santander ha sido un pionero en la tarea
de integrar los mercados europeos (entrada en
Portugal en 1999 y compra de Abbey en 2004) y
ha sido también tremendamente innovador en
las adquisiciones internacionales (OPA sobre
ABN Amro de Santander, RBS y Fortis). Hoy es
un banco global, y la mayoría de sus clientes,
empleados, oficinas y actividad se encuentran
fuera de las fronteras españolas. En concreto, la
presencia del Banco está concentrada en tres
áreas geográficas, Europa Continental, Reino
Unido y Latinoamérica, con 11.000 oficinas en
40 países.
La internacionalización del Santander se ha
producido en dos grandes etapas. La primera, en
los años 90, supuso el salto a Latinoamérica. Gracias a ello, adquiría el tamaño y la estructura
propios de un banco internacional. La segunda
etapa, iniciada en 1999 y en la que aún se
encuentra la entidad, ha significado una creciente diversificación geográfica y una consolidación
de la posición del banco en el escenario internacional.
La sólida posición como un líder global en
banca comercial es única y diferencia a Banco
Santander del resto de sus competidores internacionales. Las recientes turbulencias en los mercados financieros han puesto de relieve la capacidad diferencial de Santander para resistir un
entorno difícil, consiguiendo no sólo que el
Banco acabe 2007 valiendo más, sino también
con un récord de beneficios y tras llevar a cabo la
mayor operación de su historia sin necesidad de
hacer una ampliación de capital.
La experiencia internacionalizadora del
Banco durante los últimos años muestra que es
preciso tener una estrategia bien definida, con
prioridad para el objetivo de ser fuerte y eficiente en los mercados que se consideren fundamentales, y no tanto tratar de tener presencia limitada en un número mayor de mercados. Es decir,
hay que buscar ratios de eficiencia excepcionales
– El caso de Banco Santander
Banco Santander ha experimentado una profunda transformación en los últimos veinte años. A
mediados de los 80 ocupaba el sexto lugar entre
los bancos españoles, pero con una escasa proyección exterior, algo lógico por otra parte en un
mundo mucho menos globalizado, y con una
economía española apenas iniciando su integración en la economía mundial.
En 2007, año de su sesquicentenario, Banco
Santander es una de las principales entidades del
mundo por su dimensión y rentabilidad, por su
carácter innovador y por su vocación internacional. Así, se sitúa holgadamente entre los diez
mayores bancos del mundo por capitalización
bursátil (quinto si se excluye a los bancos chinos
que tienen un free float muy bajo) y por beneficios. Es el primer banco de la Eurozona y la primera franquicia financiera de Latinoamérica. El
Banco cuenta con más de 130 mil empleados,
con 65 millones de clientes y con 2,3 millones de
accionistas. En 1985 suponía algo más del 5% de
los activos de la banca española, y en 2005 más
del 40%. Y todo ello ha resultado de un notable
proceso de consolidación en el mercado español,
un intenso crecimiento orgánico y una fructífera
política de internacionalización.
Santander ha contribuido a desterrar viejos
estereotipos asociados con España y crear una
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RESUMEN EJECUTIVO
y cuotas de mercado elevadas allí donde el Banco
desarrolle sus negocios. Además, la experiencia
muestra también que el tamaño no supone una
protección. Aquellas compañías que no sean
capaces de lograr unan rentabilidad satisfactoria
de forma recurrente no sobrevivirán.
período 1990-2004, puesto que ha correspondido posteriormente a Europa en el período 20042007. En ambas etapas, la entrada en los mercados extranjeros se ha producido mediante operaciones corporativas, de adquisición –total o parcial– del capital de compañías ya existentes en el
país receptor. Algunas de esas operaciones han
sido realmente importantes por su cuantía e
impacto. La adquisición de O2 es probablemente la más significativa de ellas.
Gracias a todas estas inversiones, Telefónica
ha contribuido directamente al crecimiento económico y al empleo en los países destino, mejorando además la calidad del servicio de telecomunicaciones –número de líneas instaladas,
tiempos de espera, digitalización de la red, servicios disponibles–. Los resultados para la compañía también han sido altamente satisfactorios,
pues Telefónica a cierre de 2006 tiene el 76% de
los clientes en el exterior, lo que supone el 60%
de las ventas y el 34% del resultado operativo del
Grupo. Es además el líder en la región latinoamericana y el principal jugador en mercados de
alta competencia en Europa, con un 33% de la
plantilla total del Grupo en divisiones distintas a
España.
La internacionalización ha traído asimismo
una valiosa experiencia en la gestión, que acaba
reflejándose en una mayor flexibilidad en las
actuaciones y una reducción de la volatilidad del
negocio conjunto del Grupo, gracias a la mayor
diversificación.
De cara al futuro, Telefónica mira a Asia,
donde ya ha entrado a través de su inversión en
China Netcom, una de las cuatro operadores chinas, con una participación sobre el capital total
del 7.2%. El objetivo es observar, con la perspectiva de un jugador, el desarrollo del sector en
China, que está siendo dirigido por las autoridades con el objetivo de crecer, internacionalizar y
hacer más eficientes sus operaciones, imitando
las mejores prácticas e importando las técnicas
de gestión de las empresas multinacionales. Telefónica ha optado por la estrategia de acompañar
los pasos chinos en el exterior, cuando se produzcan, mientras que se gana una perspectiva
– El caso de Telefónica
Europa ha ido ganando progresivamente importancia relativa como destino de la inversión de las
empresas españolas. Así, en el último bienio
aproximadamente un 80% de nuestra inversión
directa en el extranjero se ha dirigido al viejo
continente, con lo que ha desplazado a Latinoamérica del primer lugar entre las economías
receptoras de la inversión española. Telefónica es
un caso representativa del nuevo escenario.
El Grupo Telefónica ha pretendido mediante
su internacionalización hacerse con una posición
competitiva para la empresa basada en el logro
de un tamaño crítico adecuado a escala internacional y de la consiguiente capacidad como operador de telecomunicaciones global. Ha tratado
de aprovechar las ventajas asociadas a las economías de escala y al conocimiento específico tecnológico más que las de localización y prestar un
servicio de telecomunicaciones en mercados de
alto potencial dado el casi nulo desarrollo existente como punto de partida
La internacionalización de Telefónica ha tenido gran impacto para la economía española.
Según un estudio de los pesos de la IED en una
muestra de empresas españolas cotizadas y que
comunican hechos relevantes a la CNMV, durante el período 1988-2004, Telefónica supuso el
13% de las inversiones identificadas, equivalente
a todos los anuncios de IED de empresas españolas en los sectores energético y de agua y aproximadamente la mitad de la IED realizada por el
sector financiero y asegurador.
En la apuesta exterior de Telefónica, al igual
que en el caso de otras de las grandes multinacionales españolas, han existido varias etapas,
con América Latina como principal destino en el
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OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
Inversión Extranjera Directa y, por tanto, acerca
de la internacionalización de las empresas, es el
informe World Investment Report (WIR), publicado
desde 1991, con carácter anual, por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo (UNCTAD). El protagonismo de
nuestras empresas en el cambio radical de la
posición inversora española –pasamos en 1997
de receptores a emisores netos de IED– queda
perfectamente reflejado en los rankings que se
incluyen en ese informe anual. Concretamente,
en dos clasificaciones: las de las 100 mayores corporaciones transnacionales no financieras y las
50 transnacionales financieras más internacionalizadas.
En la primera de ellas, España situaba a tres
de sus empresas (Telefónica, Repsol YPF y Endesa) entre las 53 primeras en la última edición del
informe, de 2007 y con datos referidos a 2005.
Una situación claramente mejor a la que se
observaba diez años atrás, con tan sólo Telefónica en la clasificación total de las mayores 100
transnacionales.
Gracias a las posiciones que ocupaban las tres
compañías citadas, España se sitúa hoy en el
noveno puesto por países en cuanto a la importancia de sus transnacionales no financieras.
más próxima e inmediata de la evolución nacional del sector y de las relaciones con los proveedores chinos desde el consejo de administración.
LAS TRANSNACIONALES ESPAÑOLAS
EN LOS MERCADOS MUNDIALES: UNA
MIRADA DESDE LOS RANKINGS
INTERNACIONALES
Una parte del papel que España representa hoy en
el concierto económico mundial se explica por la
actividad internacional de nuestras empresas. En
concreto, tal y como ponen de manifiesto los ejemplos de las compañías antes analizadas, contamos
con distintas empresas que han alcanzado el carácter de auténticas multinacionales. De hecho, en los
últimos años las empresas españolas han irrumpido
y se han afianzado en la escena internacional, alcanzando posiciones destacadas en los rankings más
conocidos, publicados por importantes instituciones y distintos medios de comunicación de renombre. Con su entrada y ascenso en esas clasificaciones, nuestras multinacionales han generado una
mayor visibilidad internacional no sólo para ellas,
sino para el conjunto de la economía española.
Una de las mejores fuentes de información
acerca de la actividad mundial en materia de
Fuente: UNCTAD
En la clasificación de las 50 transnacionales financieras, España coloca a sus dos grandes bancos –Santander y BBVA–. Ambos han
experimentado un fuerte crecimiento de la
mano de un intenso proceso de internacionalización, de modo que hoy ocupan puestos
muy destacados en las clasificaciones mundiales.
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RESUMEN EJECUTIVO
* Algunas empresas se contabilizan dos veces por tener sus matrices en dos países
Fuente: elaboración propia sobre datos de la UNCTAD
* Entre paréntesis, posición por Spread Index
Fuente: UNCTAD y elaboración propia
En el caso de las transnacionales financieras,
España ocupa el 12º lugar por número de compañías entre las 50 primeras del ranking de UNCTAD. No obstante, si agregamos los resultados
obtenidos en las clasificaciones de las corporacio-
nes financieras y no financieras, España compite
con Italia por el octavo lugar entre las economías
con mayor peso en los rankings de las principales
transnacionales del mundo, al colocar a cinco compañías entre las 150 de ambas clasificaciones.
21
OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
a
El Spread Index mide el grado de internacionalización de la compañía (véase el WIR de 2006)
* Algunas compañías se contabilizan dos veces por tener sus matrices en dos países
Fuente: elaboración propia sobre datos de la UNCTAD
Otros rankings similares, aunque con su
atención fijada más en el tamaño de la empresa que en su internacionalización, también
dibujan una evolución similar a la observada a
través de las clasificaciones de la UNCTAD, con
la que además se amplía el número de las grandes transnacionales españolas para incluir a
otras compañías muy destacadas. Es el caso de
Iberdrola, empresa que es la tercera más importante del índice bursátil español IBEX-35, además de alcanzar lugares significativos en otras
listas, como el 228º en Forbes Global 2000. En
esa clasificación y en la Fortune Global 500 se
observa con claridad el modo en que a lo largo
de los últimos tiempos han entrado y ganado
posiciones las empresas de nuestro país. Un
dato muy ilustrativo de la importancia alcanzada por las multinacionales españolas se desprende de clasificación de las ciudades del
mundo en función del número de empresas del
Fortune Global 500 que las eligen como sedes
sociales. En este ranking, Madrid ocupa el octavo lugar del mundo, muy cerca de Toronto y
por encima de Zurich.
De la información que proporcionan esos rankings puede concluirse que la multinacional
española ha logrado situarse entre las más
importantes del mundo. Evidentemente, aún es
mucha la distancia que le separa de la empresa
estadounidense, británica, alemana, francesa o
japonesa. Pero cada vez se encuentra más cerca
de la de otros países, como Suiza, Holanda o Italia. Todas ellas economías que hace pocos años
nos aventajaban con claridad en esta dimensión
del mundo empresarial. Parece, por tanto, que
las empresas españolas han experimentado un
crecimiento y expansión internacional muy
semejantes a lo sucedido con el conjunto de
nuestra economía, hoy cerca del grupo de las
ocho mayores economías del mundo.
No ha sido sólo una expansión puramente
cuantitativa o de tamaño. También ha sido cualitativa. Así, distintas empresas españolas se han
incorporado al grupo de compañías más respetadas por inversores, ejecutivos y público en general, al menos según rankings como el de Financial
Times y PwC, el de Barron’s o lista The World’s
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RESUMEN EJECUTIVO
Most Respected Companies, elaborada por la revista Forbes y el Reputation Institute. Ahora bien,
el avance no ha sido tan positivo en términos de
la creación o difusión de marca e imagen de
marca, aspecto que puede considerarse como
una de las más importantes debilidades en la
internacionalización de las empresas de nuestro
país.
Fuente: Fortune Global 500
LA DIVERSIFICACIÓN INTERNACIONAL
DE LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS:
MERCADOS DE FUTURO
abrían al resto al mundo. La liberalización de
sus mercados, las privatizaciones en sectores tan
importantes para nuestras empresas como la
banca y los servicios, la experiencia adquirida en
procesos similares en España o un idioma
común son factores que explican aquella oleada
inversora.
Después, variables como el aprendizaje obtenido en esa primera fase de internacionalización
o la detección de nuevas oportunidades en otras
zonas del mundo de mayor dinamismo económico, han ido dando lugar a una mayor diversificación de las inversiones directas de las empresas
españolas. Es el caso de Europa del Este. Polonia,
Hungría, República Checa y otros países del área
han visto la llegada de las empresas españolas en
los últimos tres o cuatro años. De hecho, en 2005
un 20% de las inversiones procedentes de la UE15 en los 12 nuevos miembros de la UE-27 procedía de España, situando a nuestro país como
El proceso de internacionalización de la empresa
española, tal y como hoy lo conocemos, tuvo sus
orígenes en la primera mitad de la década pasada. En aquel momento distintos factores alentaron fuertes inversiones de nuestras empresas en
el extranjero. Fueron factores que cabe encuadrar en dos grandes categorías. Por un lado, las
capacidades propias de las empresas, esto es, sus
ventajas competitivas. Por otro, y en clara conexión con las anteriores, las características de los
países de destino de la inversión, es decir, las
denominadas ventajas de localización.
En un primer período, la conjunción de
ambas fuerzas llevó a nuestras mayores empresas
a una internacionalización orientada hacia los
mercados de América Latina, que entonces se
23
OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
líder en esa clasificación, por delante de los
inversores tradicionalmente más importantes en
esa zona, concretamente Alemania.
Se trata de una fase distinta a la que se vivió
en Latinoamérica. En Europa del Este la inversión española no se ha concentrado en manos de
unas pocas grandes multinacionales en sectores
muy concretos de servicios, incluido el financiero. Es más, éstas apenas si han entrado en esos
mercados (la excepción sería Telefónica, con
fuerte presencia en la República Checa y Eslovaquia). Se ha producido, más bien, la entrada de
multitud de empresas en sectores muy variados,
desde la distribución textil (Inditex, Mango, etc.)
hasta la hostelería (Sol Meliá, NH, Riu, etc.),
pasando por el industrial (MCC, Ficosa, etc.), las
constructoras (FCC, por ejemplo) o las energías
renovables (Gamesa). El atractivo de estos países
ha estado, por una parte, en su adhesión a la
Unión Europea y, por otra, en la semejanza de
sus circunstancias actuales con las que España
vivió hace treinta años.
Europa del Este no es una excepción. Nuestras empresas operan también en mercados tan
exigentes como el norteamericano, donde algunas de ellas incluso alcanzan posiciones destacadas en sus respectivos sectores. Sin embargo, quedan por descubrir y explotar oportunidades muy
importantes en otros mercados más desconocidos y lejanos, no sólo geográficamente, sino también culturalmente, como es el caso de Asia. Un
continente que ni mucho menos se reduce a los
dos grandes gigantes, China e India, sino que
presenta enorme atractivo en otras naciones,
particularmente en las que forman parte de la
ASEAN.
vicios, lo que le convierte en el país de la OCDE
con mayor cuota en los flujos comerciales mundiales.
Asimismo, a pesar de las incertidumbres que
rodean a la evolución de su economía en los últimos meses, lo cierto es que su crecimiento real ha
estado moviéndose en el entorno del 3% anual a
lo largo de un ciclo expansivo prolongado. Por
otra parte, y al margen de cómo se resuelvan esas
incertidumbres actuales, las instituciones americanas tienen sólidamente acreditada su credibilidad y eficacia para mantener las condiciones económicas sobre las que se han basado el éxito de
sus empresas y el dinamismo de su mercado.
Estados Unidos ofrece a los inversores internacionales una alta rentabilidad económica de
los proyectos de inversión, equiparables en algunos estados a los de los países emergentes; una
demanda exigente y de alto poder adquisitivo,
excelente laboratorio de pruebas para el lanzamiento de innovaciones; y la ventaja de invertir
en una de las economías más competitivas del
mundo, en la vanguardia tecnológica, con una
mano de obra altamente cualificada, una regulación estable y orientada al libre mercado, además
de múltiples instrumentos de financiación para
nuevos proyectos, entre ellos, el capital riesgo.
En los últimos años la entrada de empresas
españolas en el mercado estadounidense ha adquirido una dimensión notable, gracias entre otros factores a la fortaleza del euro, el propio crecimiento
económico de nuestro país y la experiencia adquirida en otros mercados. Así, las privilegiadas relaciones comerciales entre Estados Unidos y el resto
del continente americano abren oportunidades
para las empresas implantadas en América Latina,
donde nuestras empresas ya han demostrado su
capacidad de competir en múltiples sectores.
Con respecto a sus relaciones comerciales, no
hay que perder de vista que Estados Unidos ha
llevado a cabo un importante esfuerzo para
incrementar su relación con zonas geográficas de
especial interés, con las que ha conjugado la política exterior y la firma de tratados sobre flujos de
comercio y de inversiones, entre los que destaca
NAFTA.
– El mercado americano para las empresas españolas
El atractivo del mercado de los Estados Unidos
está fuera de toda discusión. No en vano se trata
del mayor mercado del mundo en términos de
PIB y uno de los mayores en términos de población y extensión geográfica. Estados Unidos
representa el 10% de las exportaciones y el 15%
de las importaciones mundiales de bienes y ser24
RESUMEN EJECUTIVO
La firma de estos acuerdos permite a los productos e inversiones que han accedido al mercado americano disponer de una puerta de salida
privilegiada para el acceso en condiciones preferenciales al mercado de terceros países de Norteamérica, Centroamérica o, incluso, Oriente
Medio. Estos acuerdos, que además de NAFTA
incluyen CAFTA-DR (con Centroamérica y República Dominicana) o el acuerdo con ASEAN, han
permitido impulsar de forma extraordinaria el
comercio y las inversiones de Estados Unidos con
los países afectados, por lo que pueden convertirse en un factor adicional que justifique la presencia de una empresa en el mercado americano.
Existen numerosas empresas españolas con
una implantación importante en el mercado estadounidense que cuentan con presencia, principalmente, en los Estados de Nueva York,
Pennsylvania, Florida, Illinois, Texas y California.
No obstante, la importancia de los EE.UU. en
términos cuantitativos para nuestro sector exterior no ha alcanzado aún el nivel que cabría
esperar dado el peso de ambas economías en el
mundo –EE.UU. es la mayor economía del
mundo por PIB, clasificación en la que España
ocupa el octavo lugar–.
Se trata de un mercado que brinda enormes
oportunidades para las compañías de nuestro
país para exportar bienes en el sector industrial y
de tecnología, productos agroalimentarios y
bienes de consumo; también en el sector servicios, donde nuestras empresas cuentan con ventaja comparativa en el sector financiero, en la
prestación de servicios en régimen de concesión
administrativa (obra civil, sanidad, tratamiento
de residuos), en los servicios de consultoría a
empresas, en comunicaciones y editorial, y en
turismo.
Además de esas ventajas competitivas, hay
que señalar la diversidad de la sociedad estadounidense y la consiguiente variedad de nichos de
mercado, entre ellos en el segmento dedicado a
la población inmigrante, donde la población latina es mayoría.
Cualquier estrategia de penetración en el
mercado americano debe plantear un posiciona-
miento adecuado, fijando el ámbito geográfico y
de demanda objetivo; una disponibilidad de
recursos suficiente –son pocas las empresas que
como consecuencia de una primera aproximación hayan obtenido resultados positivos a corto
plazo–; un acercamiento a socios locales, con
conocimiento de las especificidades del modelo
de negocio americano; así como una estrategia
adecuada de networking y de comunicación, que
permita a la empresa darse a conocer en el
inmenso mercado americano, en organizaciones
sectoriales y empresariales, y en las instituciones
de carácter federal y estatal en Washington.
Nada de lo anterior significa que estemos ante
un mercado fácil. Al contrario, es un mercado
enormemente competitivo, de difícil entrada dado
su carácter de permanente transformación e innovación. Pero el esfuerzo que exige merece la pena
porque estar a largo plazo en el mercado americano es garantía de excelencia, de visión estratégica,
de dedicación y de continuidad en el esfuerzo de
internacionalización. Por su extraordinario dinamismo y capacidad de recuperación, el mercado
estadounidense representa una oportunidad ineludible para el sector exterior español.
– ASEAN: un mercado emergente de gran potencial
Cuando se habla de mercados emergentes, rápidamente se produce una asociación del término
con algunos países concretos, como los llamados
BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Estos cuatro
inmensos mercados, a los que algunos analistas
añaden otros como México, con grandes recursos
humanos y naturales, y con procesos de modernización y apertura en curso, se han convertido
en grandes receptores de inversión extranjera.
Pero hay otros mercados emergentes de enorme atractivo que, por distintas razones, no son
tan conocidos entre nosotros. Es el caso del área
de libre comercio denominada ASEAN –Asociación de Naciones del Sudeste de Asia–, de la que
forman parte diez países del sudeste asiático
(Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunei Darussalam, Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya). Con 40 años de existencia, esta
25
OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
asociación de países ha avanzado decididamente
hacia un área de auténtico libre comercio, con un
mercado de 600 millones de personas. Su comercio exterior, medido tanto en exportaciones
como en importaciones, supera incluso al del
gran gigante asiático, China, un país mucho
mayor en PIB y en población. Hace lo propio con
los flujos comerciales de Japón, la mayor potencia económica de Asia.
Es cierto que aún persisten en algunos de
estos países bolsas de pobreza muy importantes.
Pero también lo es que, incluso en el entorno de
incertidumbre macroeconómica actual y con la
experiencia aún reciente de la crisis financiera de
finales de los noventa, estos países mantienen ritmos de crecimiento anual en el entorno del 7%
real.
Las perspectivas de futuro son halagüeñas.
Esta región del mundo cuenta con algunas de las
reservas minerales, forestales, agrícolas y marinas
más ricas del planeta. Indonesia y Malasia son
grandes productores de petróleo; Tailandia, Vietnam y Filipinas están entre los más destacados
exportadores de productos agrícolas y pesqueros.
Con el crecimiento actual de China, estas naciones están llamadas a convertirse en abastecedores privilegiados de una de las potencias económicas del futuro. Su proceso de desarrollo a su
vez generará (ya lo está haciendo) necesidades
–infraestructuras, tecnología, servicios, etc.– que
constituyen grandes oportunidades para los
inversores internacionales.
Presenta, asimismo, otras ventajas, como una
menor lejanía cultural de occidente debido a su
pasado colonial que ha dejado, por ejemplo, un
uso extendido del inglés. En el caso de Filipinas,
en ese mismo sentido, se une el atractivo de sus
lazos con nuestro país.
A pesar de todo lo anterior, el mercado de la
zona ASEAN se mantiene como una opción
infravalorada por las empresas españolas. Sigue
siendo un mercado poco importante tanto en términos de comercio exterior como de inversión
directa en el extranjero. Esta situación representa un error estratégico para el conjunto de la economía española. Las reuniones de la ASEAN
incorporan cada vez a un mayor número de países, de tal modo que hoy es el movimiento de
integración regional de más alcance en Asia, con
acuerdos con China y Corea, y en negociaciones
con Japón.
En ese mismo sentido, hay que señalar que la
Unión Europea y ASEAN lanzaban el año pasado
un Plan de Acción para implementar la denominada Declaración de Nuremberg; un plan que
pretende reforzar las relaciones y cooperación
entre ambos bloques comerciales en el medio
plazo (2007-2012). Entre otras cuestiones, el plan
incluye la negociación y conclusión de un tratado
de libre comercio entre ASEAN y la Unión Europea.
En el seno de la Unión Europea, nuestros
socios franceses, ingleses o alemanes han comenzado prestar una atención creciente al potencial
de esta zona del mundo. Así, están llevando a
cabo un mayor esfuerzo comercial en ASEAN,
que ya representa un 5% del comercio exterior
total de bienes de la UE, reconduciendo recursos
que antes se dirigían al mercado chino. Gracias
en parte a ese esfuerzo, la UE 27 redujo su déficit comercial con los países de la Asociación de
Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN) en cerca
de un 15% entre los años 2000 y 2006. Eso ocurrió gracias al mayor aumento de las exportaciones (15%) que de las importaciones (6%).
Entre los países europeos Alemania fue con diferencia el principal país exportador hacia la ASEAN,
con casi el 30% de las exportaciones de la UE hacia
ese bloque comercial, por delante de Francia con
un 14% y del Reino Unido con un 13%. España, a
pesar de su escasa presencia en esa área del mundo,
fue el país europeo con el tercer mayor déficit
comercial frente a ASEAN, lo que refuerza la idea
de que nuestro país y nuestras empresas deben
incorporar a los países de ASEAN a la agenda internacionalizadora de manera decidida.
IGEI 2008
La creciente presencia que las empresas españolas tienen en los mercados mundiales represen26
RESUMEN EJECUTIVO
ta un elemento adicional del peso relativo que la
economía española ha ganado en el concierto
mundial. De la mano de las mejoras institucionales, el crecimiento económico, la internacionalización de su tejido productivo o el compromiso frente a problemas globales, España parece llamada a participar de forma activa en el
gobierno de la economía internacional.
No estamos ante un concepto fácil ni de definición sencilla. Al contrario, la complejidad del
orden mundial contemporáneo es cada vez
mayor como resultado de múltiples pautas de
interacciones transnacionales recíprocas, forjadas por agentes estatales y no estatales. Así, el
gobierno de la economía mundial se ejerce en
esferas muy variadas, que dependen del poderío
militar, el desarrollo económico, el desarrollo
científico y tecnológico, la participación en la
ayuda y cooperación internacional, el tamaño
de la población, el nivel de democracia, la cultura, y otros muchos elementos. Se ejerce además a través de multitud de instituciones, tanto
formales como informales, desde las que se
establecen las reglas del juego en que se mueve
la economía mundial.
El Índice de Gobierno de la Economía Internacional (IGEI) no pretende ser un indicador preciso
de un concepto tan esquivo y con tantas vertientes
que, por su naturaleza, escapa de cuantificaciones
inequívocas. El objetivo con que se ha elaborado
este índice no es otro que el de ofrecer una información objetiva, sistematizada y transparente que
ayude a hacerse una idea cabal del lugar que España ocupa o puede aspirar a ocupar en el orden
económico mundial en función de las fortalezas y
debilidades del resto de naciones. Se trata de un
enfoque evidentemente sencillo, pero que tiene la
gran ventaja de su claridad.
El IGEI mide la capacidad de gobierno de
cada país en la economía internacional. Más
exactamente, el índice asigna a cada país un
valor que mide su presencia efectiva o potencial
en aquellos ámbitos que definen su papel en el
concierto económico internacional y en las instituciones que lo rigen. El IGEI puntúa a cada
nación en una escala de 1 a 10, donde los valores
más altos corresponden a una mayor significación del país en el gobierno de la economía internacional.
Para evaluar el gobierno de la economía internacional y calificar a cada país se analizan 56
variables independientes, que dan lugar a un
rating para cada país en la escala 1 a 10 antes
indicada. Estas variables se agrupan a su vez en
15 factores principales que determinan la capacidad de gobierno de la economía internacional de
cada país.
Esos factores analizados en forma conjunta,
determinan para cada país su presencia –potencial y efectiva– en el gobierno de la economía
internacional. Lo más importante es calificar con
exactitud cada uno de los 15 factores que determinan el gobierno de la economía internacional
de cada país, no necesariamente cada una de las
56 variables. El rating de cada país en cada factor
es la media de los ratings obtenidos en las variables que dan contenido al factor en cuestión.
Lógicamente, la escala en estos factores también
va de 1 (mínima capacidad de gobierno) a 10
(capacidad máxima).
A su vez los factores nos permiten evaluar los
distintos aspectos de cada uno de los cuatro componentes del Índice. Los componentes del índice
corresponden a cada una de las esferas que consideramos fundamentales para la correcta comprensión del gobierno de la economía internacional: la calidad institucional, los factores socioculturales, el peso e integración en la economía
mundial y la presencia política. El rating del país
en cada uno de estos componentes resulta de la
media de los ratings con que se califica al país en
los factores que forman el componente en cuestión.
En el IGEI se considera que los cuatro componentes tienen la misma importancia a la hora de
evaluar el gobierno de la economía internacional
de cada país. Por lo tanto, en el momento de fijar
el índice final de cada país, los componentes se
valoran de forma equitativa mediante una media
simple. Se repite así el criterio por el que los factores de cada componente son ponderados equitativamente para medir el valor del componente
27
OBSERVATORIO SOBRE EL GOBIERNO DE LA ECONOMÍA INTERNACIONAL (2008)
–como también se hace con las variables para asignar un valor a cada factor–. Este método de ponderación tiene una doble justificación. Por un lado,
la sencillez y la transparencia. Cualquier otro criterio para agregar valores hubiese requerido un fundamento estadístico y analítico que excede al objetivo con que se ha diseñado el indicador. Por otro,
es un criterio ampliamente utilizado en otros índices construidos sobre una importante variedad de
factores y variables, como en el caso del índice Economic Freedom of the World, publicado por el Fraser
Institute.
Por supuesto, con la adopción de este enfoque
no se pretende haber resuelto una cuestión tan
compleja como la de evaluar una realidad con
múltiples vertientes, todas relacionadas a través
de conexiones complejas. Tampoco debe entenderse que todos los factores y componentes se
consideran de igual relevancia. Tan sólo se aspira a transmitir una información clara que, después, podrá ser objeto de análisis estadísticos
más sofisticados, cuya aplicación vendrá orientada por el uso que se pretenda hacer de esa información. Es decir, para determinados fines, algunos factores pueden considerarse más importantes que otros. El usuario puede establecer su propio sistema de ponderaciones en función de
aquello que juzgue más relevante para su estudio.
El IGEI se elabora en esta su segunda edición
para los 61 países –9 americanos, 21 europeos,
23 asiáticos, 6 africanos y 2 oceánicos– que ya
aparecieron en el ranking de 2007. Este grupo
de países supone el 80% de la población del planeta y más del 87% del PIB mundial.
El IGEI incluye siempre los datos más recientes sobre las variables en cada país a medida que
se encuentran disponibles. Pare el Índice de
Gobierno de la Economía Internacional 2008, se
han analizado los datos correspondientes al período comprendido entre la segunda mitad del
2006 y la segunda de 2007. Hay una excepción,
ya que algunas variables se miden sobre la base
de información histórica. Por ejemplo, la variable
inflación corresponde a una tasa de inflación
promedio ponderada a lo largo de los últimos
cinco años. Otras variables, aunque publicadas
en ese período, se refieren a años anteriores,
pues son el resultado de encuestas y estudios que
requieren de un cierto margen temporal.
El Informe Anual tiene como vocación convertirse en una base de datos fiable sobre las
variables más relevantes del gobierno de la economía internacional. Por ello, para determinar el
valor de las distintas variables, factores y componentes se han utilizado diversas fuentes de reconocido prestigio internacional. En total se han
utilizado más de 30 fuentes estadísticas.
El IGEI 2008 no ofrece grandes variaciones ni
sorpresas con respecto a los resultados del 2007.
Esto resulta lógico, ya que muchas de las variables incluidas en la elaboración del indicador
reflejan elementos estructurales e institucionales
de las economías estudiadas. Así, los cambios son
resultados de variaciones el elementos más
coyunturales y de algunas transformaciones institucionales.
La ausencia de cambios es evidente entre los
diez primeros puestos de la clasificación, que se
reparten entre los mismos diez países que en
2007, con apenas alguna variación de posiciones
entre ellos.
Como se observa en la tabla precedente,
España se mantiene en ese grupo de cabeza, conservando el noveno puesto que ya alcanzara un
28
RESUMEN EJECUTIVO
año atrás. No obstante, hay que señalar que,
como consecuencia de un cierto deterioro en el
rating de nuestro país (una pérdida de 0,1 puntos en el índice global) y de una mejoría en el de
nuestro inmediato perseguidor, Suecia, la distancia con respecto al décimo clasificado se ha reducido.
economía europea, Polonia. Una entrada que
responde a las transformaciones que está experimentado la economía polaca desde su adhesión a la Unión Europea en 2004 y cuyo objetivo a medio plazo no es otro que la incorporación a la Unión Monetaria. En cualquier caso,
en estas variaciones entre las economías que
ocupan lugares intermedios por detrás de las
10 primeras hay que tener presente que, dada
la concentración de puntuaciones en valores
muy cercanos, cualquier modificación de la
nota final puede perjudicar muy notablemente
al país en cuestión en términos de ranking final
por elaborarse éste sobre medias simples. Así
ha ocurrido con China que, ocupando lugares
muy destacados en los componentes Factores
Socioculturales y Peso e Integración en la Economía Mundial, en los que se sitúa entre las 15
primeras posiciones del mundo, se ve lastrada
en el ranking agregado por una peor valoración de su calidad institucional.
Por la cola de la clasificación tampoco se producen novedades significativas. Los seis últimos
lugares se reparten de nuevo entre los mismos
países: Vietnam, Bangladesh, Libia, Cuba, Iraq y
Corea del Norte, con algún intercambio de posiciones.
Tampoco se observan modificaciones importantes entre los veinte primeros. De hecho, sólo
un país (China) se cae de esa lista, lo que permite la entrada en la vigésima posición de otra
29
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