Moscú invierte los papeles en Kiev

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Moscú invierte los papeles en Kiev
Thierry Meyssan :: 06/03/2014
Ahora son los cipayos del régimen de EEUU quienes se ven obligados –ya en el ejercicio del
poder– a enfrentar los disturbios que anteriormente organizaron
Mientras los dirigentes de la OTAN se regocijan por el golpe de Estado en Kiev, presentado a la
opinión pública de Occidente como una nueva revolución, en el terreno se invierte la situación. El
problema es que el país está arruinado y nadie, sea quien sea, podrá sacarlo rápidamente de la
bancarrota. Y ahora Rusia puede defender sus intereses sin tener por ello que asumir las
consecuencias de los 20 años de corrupción que antecedieron la nueva situación. Durante los Juegos
de Sochi, Rusia no reaccionó ante los acontecimientos ucranianos [1]. Mientras se producían los
graves desórdenes registrados en Kiev y en otras capitales de provincias ucranianas, la prensa rusa
siguió dedicando sus titulares a las hazañas de sus deportistas. El Kremlin consideraba, en efecto,
que en cualquier momento los enemigos de Rusia podían tratar aún de convertir la fiesta deportiva
en un baño de sangre. Tal y como estaba previsto, para el momento de la clausura de los Juegos, el
poder ya había cambiado de manos en Kiev. Ampliamente desinformada, la opinión pública
occidental tuvo la impresión de que se había producido una revolución proeuropea. Sin embargo, la
divulgación de una conversación telefónica entre la secretaria de Estado adjunta, Victoria Nuland, y
el embajador de Estados Unidos en Kiev, Geoffrey R. Pyatt, no deja lugar a dudas sobre la existencia
del complot estadounidense [2]. A golpe de imágenes falsas, un gobierno de corruptos [3] fue
presentado a la opinión como una banda de torturadores rusófilos [4]. Como en todas las demás
«revoluciones de colores», misteriosos francotiradores posicionados en los techos dispararon contra
la multitud y también contra la policía, y se responsabilizó al gobierno con esos hechos. En medio de
la confusión, la opinión pública occidental tuvo la impresión de que «el pueblo» se había apoderado
de los palacios nacionales. La realidad es que, mientras los activistas –en su mayoría nazis– se batían
en la plaza Maidan bajo los lentes de las cámaras de televisión, en otros lugares de la ciudad eran
los politiqueros quienes penetraban discretamente en los palacios nacionales. Por ese lado, los
europeos pueden dormir tranquilos: no fueron los nazis quienes se instalaron en el poder. Los nazis
ucranianos nada tienen que ver con la extrema derecha que se conoce en Europa occidental, por lo
general abiertamente sionista (con excepción del Frente Nacional francés). Durante la guerra fría,
los nazis ucranianos fueron incorporados a las redes stay-behind de la OTAN para sabotear la
economía soviética. Posteriormente, Polonia [5] y Lituania se encargaron de arroparlos. Durante los
pasados 3 meses de manifestaciones se les unieron islamistas tártaros especialmente traídos de
regreso desde Siria, donde estaban en plena yihad [6]. Habitantes históricos de Crimea, a los que
Stalin decidió dispersar por haberse unido a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, los
tártaros viven hoy principalmente en Ucrania y Turquía. En la plaza Maidan demostraron la pericia
adquirida en Siria: mutilando policías y sacándoles los ojos [7]. La revolución de la plaza Maidan
sirve para enmascarar un golpe de Estado extremadamente clásico [8]. En presencia de
«diplomáticos» estadounidenses, la Rada [parlamento ucraniano] violó la Constitución abrogándola
sin referéndum. Destituyó, sin debate ni proceso, al presidente en ejercicio y puso los poderes
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legislativos
ej
yecutivos
en
manos
del
ex
jefe
de
los
servicios
secretos,
Alexander
Turchinov.
Este nuevo dictador designó como
primer ministro a Arseni Yatseniuk, lo
cual coincide –¡Oh casualidad!– con los
cálculos expresados desde mucho antes
–en la conversación telefónica
anteriormente mencionada– por la
secretaria de Estado adjunta Victoria
Nuland. El nuevo primer ministro
conformó un gabinete que fue
presentado a los manifestantes en la
plaza Maidan. Estos últimos, ahora
mucho más numerosos y en una
proporción en la que los nazis ya
vienen siendo sólo una tercera parte,
abuchearon a varios de miembros del
nuevo gabinete porque son judíos. En Crimea, donde está basada la flota rusa del Mar Negro y la
mayoría de la población es rusa, el parlamento regional, también presa de una «inspiración
revolucionaria», derrocó el gobierno local (fiel a Kiev) y nombró uno nuevo (pro-ruso).
Simultáneamente, hombres uniformados, pero sin bandera ni insignias, tomaron el control de los
edificios oficiales y del aeropuerto, impidiendo así la posible llegada de fuerzas enviadas por el
nuevo gobierno de Kiev. En Kiev, la Rada denunciaba un acto de injerencia rusa y llamaba a que se
respete el Memorándum de Budapest. En 1994, Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia firmaron un
acuerdo sobre el congelamiento de las fronteras de Ucrania a cambio de su renuncia al arma nuclear
[9]. Para Moscú, sin embargo, ese acuerdo perdió toda vigencia desde que fue violado por
Washington y Londres en el momento de la «revolución naranja» de 2004 [10] y, con más razón aún,
con el golpe de Estado de la semana pasada. ¿Qué va a pasar ahora? El 25 de mayo tendrá lugar la
elección del Parlamento Europeo y Kiev organiza una elección presidencial mientras que Crimea
realizará un referéndum de autodeterminación. Cuando Crimea sea independiente podrá optar por
reintegrarse a la Federación Rusa, de la que formó parte hasta 1954. Por su parte, la Unión Europea
tendrá que ver cómo se las arregla para responder a las esperanzas que tanto se esforzó por suscitar
en Ucrania, y tendrá por lo tanto que pagar –no se sabe con qué fondos– al menos una parte de los
35 000 millones de deuda ucraniana. Por su parte, los nazis de la plaza Maidan no regresarán a la
clandestinidad sino que van a exigir formar parte del gobierno. Pero la historia no parará ahí porque
todavía quedarán por resolver, para el Kremlin, los problemas de la parte oriental de Ucrania –con
una numerosa población rusa y una importante industria de defensa– y también de Transnitria (la
antigua Besarabia, que sirvió en el pasado de centro de investigación para la cohetería soviética).
Este pequeño país, de población rusa, que no aparece en los mapas porque no es miembro de la
ONU–, proclamó su independencia en el momento de la disolución de la URSS pero aún está
considerado como parte de Moldavia. Resistió valientemente a la guerra que contra él desataron en
1992 Moldavia, la fuerza aérea rumana y los consejeros de la OTAN [11]. Logró conservar el modelo
social soviético, adoptando a la vez instituciones democráticas, y hoy en día una «fuerza de paz»
rusa garantiza su seguridad [12]. Como mínimo, una veintena de kilómetros cuadrados de territorio
ucraniano podrían sublevarse y unirse a Transnitria, ofreciéndole así una salida al Mar Negro, pero
Ucrania se vería entonces separada de su apéndice occidental. En el mejor de los casos, para unir
territorialmente la península de Crimea con el territorio de Transnitria habría que tomar varios
cientos de kilómetros de costa, incluyendo la ciudad de Odesa. Por lo tanto, continuarán los
desórdenes en Ucrania. Con la diferencia de que Estados Unidos y la Unión Europea se verán ahora
en la situación del «cazador cazado» y será su turno de enfrentar el caos. Además de la pesada
carga financiera, ¿cómo van a arreglárselas para controlar a sus victoriosos aliados nazis y
yihadistas? La demostración de fuerza orquestada por Washington se halla ahora a punto de
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convertirse en un fiasco [13].
Notas [1] «Después de Yugoslavia, ¿le ha llegado el turno a Ucrania?», por Thierry Meyssan, Red
Voltaire, 6 de febrero de 2014. [2] «Conversación entre la secretaria de Estado adjunta y el
embajador de Estados Unidos en Ucrania», Oriental Review/Red Voltaire, 8 de febrero de 2014. [3]
«L’Ukraine brade son secteur énergétique aux Occidentaux», por Ivan Lizan, Однако, Red Voltaire,
2 de marzo de 2013. [4] «Imágenes falsas en Ucrania», Red Voltaire, 6 de febrero de 2014. [5]
«Polonia, nueva cabeza de playa en el plan desestabilizador de la OTAN», por Andrew Korybko,
Oriental Review, Red Voltaire, 28 de febrero de 2014. [6] «Yihadistas dan servicio de seguridad a los
manifestantes de Kiev», Red Voltaire, 4 de diciembre de 2013. [7] «Евротвари выкололи глаз и
отрубили руку пленному бойцу», YouTube, 21 de febrero de 2014. [8] «Golpe de Estado
proestadounidense en Ucrania», Red Voltaire, 24 de febrero de 2014. [9] “Memorandum on Security
Assurances in connection with Ukraine’s accession to the Treaty on the Non-Proliferation of Nuclear
Weapons”, Voltaire Network, 5 de diciembre de 1994. [10] «Moscú y Washington se enfrentan en
Ucrania», por Emilia Nazarenko; «Ucrania: la calle contra el pueblo», Red Voltaire, 24 y 29 de
noviembre de 2004. [11] «En 1992, Estados Unidos trató de aplastar militarmente la Transnistria»,
por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 17 de abril de 2010. [12] «Tiraspol, base avancée de l’armée
russe?», por Arthur Lepic, Réseau Voltaire, 15 de agosto de 2007. [13] «¿Puede Washington
derrocar tres gobiernos a la vez?», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 23 de
febrero de 2014. Al-Watan (Siria), Red Voltaire
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