LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA Manuel Méndez del Río proporcionales respecto a la población mundial total y aunque en muchos países está disminuyendo también la pobreza relativa, no sucede lo mismo en términos absolutos: pese a las diferencias que presentan las distintas metodologías métricas utilizadas, parece innegable que la suma de la lentitud con la que el crecimiento económico beneficia a las personas pobres y del efecto del crecimiento demográfico, hace aumentar cada año el número de pobres. El panorama, en ese sentido, es desolador. Tomando como media el ingreso diario por persona, del total de 6.500 millones de personas en que se estimaba la población mundial en 2005, 1.100 millones ingresaban menos de 1 dólar por día (situación de máxima indigencia) y 2.800 menos de dos dólares (nivel que se suele tomar como referente de la pobreza extrema, porque por debajo de ese ingreso no es posible satisfacer mínimamente las necesidades básicas). A esta población incuestionablemente pobre hay que añadir la cifra de 1.200 millones de personas adicionales que ingresaban entre 2 y 9 dólares diarios, lo que –dependiendo de la zona de residencia– supone niveles también de pobreza o, cuando menos, de muy duras condiciones de vida. En total, no menos de 4.000 millones de personas con recursos insuficientes para lo que se entiende como una vida digna.3 1. POBREZA Y EXCLUSIÓN FINANCIERA Por encima de los vaivenes coyunturales, la humanidad ha atravesado a lo largo del último siglo por una fase de crecimiento económico de amplitud e intensidad sin precedentes en la historia. Algo que ha permitido una mejora también sin precedentes para amplios sectores de la población. Y todo ello en un contexto crecientemente globalizado, que posibilita –y fuerza– una interrelación acelerada entre todas las regiones del planeta. Sin embargo, este crecimiento cada vez más global no ha reducido las desigualdades. Todo lo contrario: la brecha entre los países más ricos y los más pobres se ha más que duplicado en los últimos cuarenta años. Según los datos de Naciones Unidas, el cociente entre la renta por persona de la quinta parte más rica y la quinta parte más pobre de la población mundial ha pasado de 30 en 1960 a 80 en el 2000.1 La perspectiva de más largo plazo confirma la evidencia: de acuerdo con los trabajos del profesor Angus Maddison, la renta por persona de los diez países más ricos del mundo superaba a la de los diez más pobres en seis veces en 1870, pero en 42 veces en el 2002.2 No es mucho más alentadora la situación de la pobreza. Aunque se ha reducido en términos 1 PNUD, Informe sobre el Desarrollo Humano, 2002, Mundi Prensa, Madrid, 2002 2 A. Maddison, La economía mundial. Una perspectiva planetaria, OCDE, París, 2002. 3 Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial, 2005, Mundi Prensa, Madrid, 2006. Desde una metodología diferente, llega a resultados parecidos (4.000 millones de perso- 269 LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS ponibles, lo que deja a la unidad familiar en una situación económica mucho más problemática, al perder parte de –si no todas– sus fuentes de ingresos. En definitiva, una paradoja más de la pobreza: los pobres acaban pagando por los servicios financieros, como por muchos otros productos, precios mucho más elevados que las personas con mayores recursos. La pobreza cuesta. Y mucho más cuanto más imperfecto es el mercado, en cuanto que esa imperfección facilita las condiciones para que proliferen los agentes que obtienen rentas extraordinarias de ese coste. Se trata, sin duda, de una realidad de enorme complejidad, con hondas raíces, con múltiples vertientes y con numerosas implicaciones de evidente gravedad, tanto por las propias consecuencias que la pobreza y la desigualdad comportan para la calidad de vida de las personas afectadas como en términos éticos, sociales, políticos e incluso económicos: porque esa inmensa pobreza constituye en sí misma un inmenso lastre para la capacidad de crecimiento y de desarrollo del mundo. Pero sin olvidar esa complejidad, merece la pena reparar en un factor que, siendo una más de las muchas consecuencias de la pobreza, se convierte en uno de los obstáculos más generalizados y difíciles para superarla, tanto en el ámbito individual como en el social. Una barrera decisiva frente a los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida: lo que se ha dado en llamar la exclusión financiera. Es decir, la imposibilidad –o muy alta dificultad– que, en general, las personas pobres tienen para acceder a los productos y servicios del sector financiero, y muy especialmente en los países pobres o en desarrollo. La exclusión financiera es reflejo pero también causa de una exclusión radical, que condena a los pobres a la perpetuación en la pobreza y que muy habitualmente, para sobrevivir, les obliga a recurrir a la usura. Una situación que constituye el día a día de muchísimas personas del mundo en desarrollo y que puede suponer –por poner un ejemplo de situaciones no demasiado extremas de determinados países de América Latina– tipos de interés del 10% diario. Tasas que no hacen sino condenar a las personas pobres que se ven obligadas a recurrir a este canal a una pobreza cada vez más severa y a una dependencia estructural: generando incluso situaciones de muy alto riesgo físico si el prestatario se enfrenta a dificultades para devolver el préstamo en las condiciones fijadas por el prestamista. Algo que, al margen de las seguras represalias, suele obligar a la venta de parte de los escasos activos dis- 2. UNA RESPUESTA A LA EXCLUSIÓN FINANCIERA: LA REVOLUCIÓN MICROFINANCIERA Y SUS DESAFÍOS Es precisamente la necesidad de superar esa barrera básica para escapar de la pobreza que es la exclusión financiera la finalidad fundamental que está en la base del surgimiento de lo que se ha denominado «microfinanzas». Un concepto que hace referencia a la prestación de productos financieros de todo tipo (y volúmenes reducidos) a personas de bajos ingresos –y habitualmente fuera de los circuitos de la economía formal– que no tienen acceso a los servicios bancarios tradicionales. Dentro de la pluralidad de productos que las microfinanzas pueden ofertar, los que, sin duda, han experimentado mayor desarrollo y conseguido mayor popularidad son los denominados «microcréditos»: en su acepción más canónica, créditos de muy pequeña cuantía para financiar la puesta en marcha de pequeñas iniciativas productivas (puestos de venta, servicios de reparaciones, pequeñas iniciativas agrarias, etc.) por personas de recursos escasos, normalmente fuera de la economía formal, sin empleo ni garantías ni posibilidad de aval alguno. Pero la actividad microfinanciera puede incluir todo tipo de productos y servicios financieros: préstamos para otras finalidades, cuentas corrientes y de ahorro, seguros, remesas, transfe- nas de bajos ingresos) S. L. Hart, The Capitalism at the Crossroads, Wharton School Publishing, 2005. 270 LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA rencias, etc. Siempre de cuantías muy reducidas (aunque esto no es lo determinante) y para personas pobres. No debe olvidarse, a este respecto, la importancia también crucial que tienen para los pobres los instrumentos para facilitar su ahorro: son vitales para disminuir su vulnerabilidad frente a incidentes externos, para ayudarles a establecer una cobertura frente a las variaciones estacionales de sus ingresos y para posibilitarles desarrollar una planificación de los ingresos y gastos familiares en el tiempo. Aunque con numerosos precedentes más o menos próximos, se trata de una actividad que, en su formulación actual, se empieza a desarrollar en los primeros años de la década de 1970 en diferentes áreas del mundo subdesarrollado: en países en los que la población vive y trabaja fuera de la cobertura y de la protección de los marcos legales y en los que gran parte de la población económicamente activa tiene que buscar vías de generación de ingresos a través de actividades de dimensión minúscula y casi siempre de carácter individual o familiar –«microempresas»–, que constituyen el tejido informal de la economía y la base de supervivencia para sectores muy amplios –muchas veces ampliamente mayoritarios– de la población. Es obligado recordar en este surgimiento la ingente y precursora labor del profesor Muhammad Yunus en Bangla Desh, pero la actividad microfinanciera moderna surge casi en paralelo en diferentes regiones: muy especialmente, en el Sudeste de Asia y en zonas de América Latina. En todas ellas, para facilitar el acceso a recursos financieros necesarios para hacer frente a las labores agrarias o, sobre todo, para poder encontrar alternativas frente a la falta de empleo y oportunidades de sectores mayoritarios y crecientes de la población. Iniciativas, por otra parte, que en no pocos casos surgen ante la constatación del fracaso prácticamente general de los programas de crédito subsidiado que se habían puesto en marcha en muchas zonas del mundo pobre en los años 50 y 60 del siglo pasado para impulsar el desarrollo, casi siempre canalizados por instituciones públicas nacionales y frecuentemente apoyados por agencias multilaterales. Un fracaso en buena medida derivado de la propia concepción subvencionadora de este tipo de estrategias: insustituibles, desde luego, en determinadas circunstancias, pero con fuertes limitaciones para fomentar la capacidad productiva y la iniciativa emprendedora individuales. En este fracaso debe verse el origen de la idea que está en la base de las microfinanzas: la necesidad de encontrar una alternativa autosostenible frente a la estrategia de la subvención. Es decir, la necesidad de encontrar una vía comercial –capaz de generar recursos suficientes para autofinanciarse– para la provisión de servicios financieros a los pobres. La idea, en definitiva, de utilizar los instrumentos del mercado para luchar contra la pobreza: desarrollar toda la potencialidad que el mercado puede tener como mecanismo de autoayuda para las personas pobres capaces de identificar e implementar una actividad económica sostenible. Una idea que resultaba peregrina para muchos (casi siempre, por prejuicios ideológicos), pero que se ha revelado brillante y poderosa; que ha demostrado su viabilidad y que ha constituido una verdadera revolución en la filosofía de la lucha contra la pobreza: la «revolución microfinanciera». Una revolución basada en un descubrimiento ciertamente revolucionario –que los pobres pueden ser buenos clientes del sector financiero– y que ha abierto la posibilidad de lo que algunos han llamado «la democratización financiera».4 En este sentido, las microfinanzas han evidenciado su capacidad para ayudar a la población más desfavorecida a desarrollar una actividad económica viable y a aumentar sus ingresos, potenciando así sus expectativas de futuro y su dignidad a través del fortalecimiento de su capacidad de esfuerzo, trabajo y emprendimiento para mejorar por sí misma su situación personal y familiar. Con ello, han demostrado sobradamente así mismo su potencial para ayudar a reducir la pobreza a nivel individual, pero tam- 4 L. A. Moreno, «Extending financial services to Latin America´s poors», The McKinsey Quarterly, 2007, edición especial (Shaping a new agenda for Latin America). 271 LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS bién su eficacia como instrumento reductor de la pobreza –e incluso de la desigualdad–5 a nivel social, posibilitando estrategias eficaces de impulso del desarrollo. Aspectos todos en los que las microfinanzas han probado su virtualidad, entre otras razones diferenciales, por su propia sostenibilidad –las entidades microfinancieras viables generan retornos suficientes para mantener y acrecentar su actividad–, porque fortalecen la capacidad de iniciativa productiva y permiten escapar de las trampas del limosnerismo y porque tienen un impacto no sólo económico, sino también de cohesión social. Al ayudar a superar la exclusión financiera, ayudan a que los pobres se ayuden a sí mismos, crean actividad y trabajo y no dependen del mantenimiento de donaciones continuas. Además, han demostrado también una especial utilidad para fortalecer la dignidad y equiparación social de la mujer, que –por su especial responsabilidad familiar– recurre con particular intensidad y rigor prestatario a las microfinanzas. En definitiva, un paradigma evidente del adagio tantas veces repetido de que es mejor enseñar a pescar a un hambriento que regalarle el pescado. Desde esta perspectiva, las microfinanzas han probado ser una de las mejores «cañas de pesca» para luchar contra la pobreza. Un ejemplo modélico de cómo iniciativas empresariales sostenibles pueden aportar soluciones eficaces para mejorar en la práctica las condiciones de vida de millones de personas que viven en situación de miseria. Es una idea que ha ido tomando cuerpo con rapidez a lo largo de los años 70 y 80, de la mano, en un primer momento, básicamente de entidades sin ánimo de beneficio y sin carácter mercantil (ONGs). A lo largo de esos años, las microfinanzas se expanden con rapidez en grandes áreas del mundo subdesarrollado e incluso se asientan en el desarrollado (aunque con diferencias muy sustanciales).6 Desde esas bases, va consolidándose toda una industria a su alrededor, que madura en la década de 1990 y que se ha caracterizado por la paulatina profesionalización de las entidades microfinancieras (EMFs) y por la progresiva entrada de nuevos actores.7 Muchas de las pequeñas entidades no reguladas (no bancarias) iniciales han ido creciendo y, en ciertos casos, acogiéndose a marcos regulatorios, lo que les ha permitido captar ahorro para financiar sus actividades y dar entrada en su accionariado a nuevos inversores. Por otra parte, han ido apareciendo nuevas entidades reguladas, al tiempo que han empezado a operar también en el sector entidades financieras convencionales –tanto facilitando financiación a las EMFs como interviniendo directamente en la actividad microfinanciera–,8 junto a una creciente pluralidad de actores (redes de EMFs, agencias de calificación, fondos de inversión, agencias de cooperación nacionales y multilaterales, etc.), dando lugar a lo que es ya una densa y compleja «industria microfinanciera». Una industria que está experimentando un crecimiento muy rápido en todas las áreas emergentes del mundo y que ya ha alcanzado una relevancia significativa en muchas de ellas (especialmente, en el Sur y Sureste de Asia y en América Latina), atendiendo en la actualidad a una cifra estimada entre 100 y 120 millones de clientes en todo el mundo. En América Latina –ámbito prioritario de actividad de la Fundación Microfinanzas BBVA–, durante el período 6 Un buen análisis de las singularidades de las microfinanzas en países desarrollados puede encontrarse en B. Gutiérrez y M. J. Pérez (coord.), Microcrédito en países desarrollados: problemas, retos y propuestas, Marcial Pons, Madrid, 2005. 7 Sobre la evolución de la actividad microfinanciera, es obra de consulta obligada M. Robinson, The Microfinance Revolution, Banco Mundial, Washington, 2001 (edición en castellano también del Banco Mundial en 2004). Tiene mucho interés también para entender los fundamentos económicos de la actividad microfinanciera, B. Armendáriz y J. Morduch, The Economics of Microfinance, The MIT Press, Cambridge, 2005. 8 Sobre el interés de la banca convencional en el sector, puede verse A Billion to Gain?, ING, Microfinance Support, Ámsterdam, 2006. 5 Respecto a la capacidad de las microfinanzas para reducir de las desigualdades, es útil G. D. Westley, ¿Pueden las políticas de los mercados financieros reducir la desigualdad del ingreso?, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2001. 272 LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA 2000-2005, la cartera promedio de las entidades microfinancieras se ha triplicado, alcanzándose en 2005 la cifra de 337 entidades con una cartera de más de 5.400 millones de dólares y cerca de 6 millones de clientes.9 Una industria en la que, sin duda –y sobre todo en sus primeros pasos–, han tenido un papel muy importante los donantes –públicos y privados– internacionales, pero en la que el protagonismo esencial ha correspondido a las EMFs especializadas, que en muchos casos han alcanzado espléndidos niveles de solvencia, morosidad y rentabilidad y con una notable capacidad de crecimiento. Entidades que han sabido demostrar con su experiencia que los pobres pueden ser buenos clientes del sector financiero y que han sabido también ayudarles con eficacia a mejorar su situación y, en muchos casos, a escapar de la pobreza. Algo que ha sido posible merced a su capacidad de conocimiento de sus clientes y de la realidad social y económica de sus mercados, lo que constituye su ventaja competitiva esencial: una ventaja muy difícilmente alcanzable por entidades financieras convencionales. Debe repararse también en la importancia que el entorno institucional ha tenido en esta expansión. La presencia de marcos reguladores apropiados ha sido un factor determinante en la emergencia de sectores de microfinanzas sanos y competitivos. Factores como la creación de estructuras jurídicas adecuadas para la actividad microfinanciera, centrales de riesgo cada vez más actualizadas y que se incorporan a estos nichos del mercado, la existencia de agencias calificadoras externas –que aportan información rigurosa sobre el desarrollo del sector a inversores externos–, etc., son elementos básicos en la consolidación y expansión de un sector microfinanciero capaz de hacer frente adecuadamente a sus objetivos.10 En suma, estamos ante una idea sólidamente asentada ya en la realidad y que ha conseguido éxitos evidentes, al tiempo que ha ido cosechando un respaldo institucional y académico ampliamente generalizado. Algo de lo que es buena prueba el decidido reconocimiento de las Naciones Unidas, que consideraron 2005 como Año Internacional del Microcrédito. Una celebración que sólo puede entenderse en el marco de la voluntad de ayudar a difundir e impulsar lo que se considera como uno de los más potentes instrumentos disponibles por la economía de mercado para contribuir a la mitigación de la pobreza. Es éste, por otra parte, el contexto en el que debe valorarse la concesión del Premio Nobel de la Paz en el 2006 a Muhanmad Yunus, reconociendo explícitamente no sólo la contribución de las microfinanzas a «impulsar el desarrollo económico y social desde la base», sino también su virtualidad para fomentar la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, y pese a estos logros indiscutibles, no debe olvidarse que las microfinanzas están todavía en una etapa muy incipiente. Es difícil estimar el tamaño potencial de este mercado, pero las cifras antes señaladas de población de bajos ingresos con severas dificultades de acceso al sector financiero (en torno a 4.000 millones) resultan suficientemente explicativas respecto al desafío que debe afrontar el sector microfinanciero para cumplir en niveles significativos su misión social. Ciertamente, la dimensión alcanzada por el sector rebasa claramente ya lo puramente testimonial, pero está muy lejos todavía de incidir de forma realmente relevante en el problema global de la pobreza. Hace falta una dimensión radicalmente mayor y eso exige del sector una transformación así mismo radical. Transformación que permita superar los obstáculos básicos que dificultan el salto cualitativo que el sector microfinanciero debería dar para afrontar adecuadamente los retos a los que se enfrenta. Obstáculos que, aparte de los derivados de los marcos regulatorios e institucionales, remiten –directa o indirectamente– a problemas de calidad de la gestión y, muy especialmente, a problemas de eficiencia: 9 S. Navajas y L. Tejerina, Microfinance in Latin America and the Caribbean: How Large is the Market?, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2006. 10 T. Janson, R. Rosales y G. Westley, Principios y prácticas para la regulación y supervisión de las microfinanzas, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2003. Sobre este tema tiene utilidad también G. D. Westley, op. cit. 273 LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS a la capacidad de ofrecer buenos productos y servicios, con costes de transformación cada vez menores y, por lo tanto, a precios inferiores. Y todo ello con márgenes y niveles de rentabilidad positivos, que permitan un crecimiento constante sin merma de la solidez financiera.11 recidas a través de las microfinanzas, con el objetivo de ayudarlas a satisfacer sus necesidades básicas y, particularmente, a emprender actividades productivas de pequeña escala, contribuyendo así a mejorar su nivel de vida y a fortalecer el desarrollo sostenible de las sociedades en que actúa. La Fundación aspira a la consecución de su misión a través de la orientación que ofrece su visión: la promoción de la accesibilidad financiera a través de la eficiencia. Una eficiencia enfocada a ayudar a extender y profundizar el alcance de la actividad microfinanciera. Cuenta para ello con una dotación –aportada por BBVA– de 200 millones de euros y centra inicialmente su actividad en América Latina, con una atención prioritaria a los países en los que el Grupo BBVA tiene una presencia significativa, si bien no excluye la actuación en otros países de la región e incluso en otras áreas en desarrollo. La Fundación desarrolla su misión a través de dos líneas de actuación: – La promoción general de las microfinanzas. – La construcción de una red microfinanciera. La primera es para la Fundación una línea complementaria de su actividad fundamental. Con un carácter esencialmente abierto –no limitado a las entidades de la red–, tiene por finalidad impulsar el desarrollo del sector y contribuir a la mejora de la calidad de la gestión de las entidades microfinancieras, centrando particularmente su atención en los campos de la tecnología, la formación, la información, la difusión y el fomento del conocimiento. En cuanto a la segunda línea de actuación, constituye la vertiente prioritaria del trabajo de la Fundación: la construcción de una red que la Fundación está consolidando a través de la adquisición de entidades microfinancieras ya existentes o de la creación de nuevas entidades, en colaboración con entidades previas sin forma societaria: siempre a través del acuerdo absoluto con las entidades con las que entra en relación. El objetivo a medio plazo de la Fundación es convertirla en una de las mayores redes microfinancieras de América Latina y del mundo. Un obje- 3. EL PROYECTO DE LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA Es la percepción de esta problemática la que está en la base del nacimiento de la Fundación Microfinanzas BBVA, que surge con la finalidad primordial de luchar contra la exclusión financiera a través del apoyo a la expansión de la actividad microfinanciera. Creada en 2007 por BBVA en el marco de su política de Responsabilidad Corporativa y de su compromiso con las sociedades en que opera, pero totalmente independiente en su personalidad jurídica, en su gobierno y en su gestión, es una entidad sin ánimo de beneficio, regulada por la legislación española, con el carácter de fundación de asistencia e inclusión social. Una entidad, por otra parte, que es expresión de una vía innovadora de filantropía empresarial –decididamente alternativa frente a los modelos convencionales– y que canaliza una forma de actuación presidida por criterios de máxima eficacia y utilidad social. Desde esta perspectiva, concreta su misión en la promoción de la accesibilidad financiera como instrumento básico de mejora del futuro de las personas de recursos escasos. Un objetivo que se materializa en el fomento del acceso al crédito y a la actividad financiera de las personas desfavo- 11 Sobre la necesidad de un salto radical en la dimensión del sector, es muy ilustrativo el breve texto de M. Chu, «Microfinanzas: movilizando mercados para combatir la pobreza. La experiencia de América Latina», Seminario Crecimiento Económico de Amplio Alcance, 47 Reunión Anual, BID, Belo Horizonte (Brasil), 31/3/2006. Sobre los problemas de gestión de las entidades microfinancieras, tiene mucho interés Armendáriz y Morduch, op. cit. Para los desafíos a los que se enfrenta el sector y sus posibles tendencias de futuro, puede verse E. Littlefield, B. Helms y D. Porteus, Financial inclusion 2015: four scenarios for the future of microfinance, CGAP, Focus Note, Washington, octubre de 2006. 274 LA FUNDACIÓN MICROFINANZAS BBVA: UNA APUESTA CONTRA LA EXCLUSIÓN FINANCIERA • No obstante la autonomía de cada entidad, la Fundación apoyará la gestión de las entidades de la red, particularmente en los ámbitos de la tecnología, la organización, la gestión del riesgo, el desarrollo comercial, la formación y la transparencia informativa, tratando también de facilitar su acceso a los recursos financieros. Un apoyo que permitirá avances en la eficiencia que las entidades difícilmente conseguirían fuera de la red. • Todo ello, al tiempo que las entidades se benefician de las ventajas que la participación accionarial de la Fundación las puede aportar en términos de fortalecimiento de la estructura de propiedad, de reputación y de capacidad de interlocución con reguladores, supervisores, inversores y suministradores de financiación. Características, en suma, que previsiblemente permitirán a las entidades alcanzar ventajas múltiples derivadas de las sinergias, las economías de escala y alcance y la capacidad de crecimiento que ofrece una red integrada, cohesionada y coherente de esta naturaleza. Se trata de un proyecto que ha superado ya el estado de las buenas intenciones: la Fundación –pese a su juventud– cuenta ya con cinco entidades en su Red microfinanciera: Caja Rural de Ahorro y Crédito Nor Perú, Caja Rural de Ahorro y Crédito del Sur y Edpyme Crear Tacna, en Perú, entidades que fusionará en una sola entidad en 2008; junto a la creación de una nueva entidad regulada en Colombia, Bancamía, en estrecha colaboración con la Corporación Mundial de la Mujer-Bogotá y Corporación Mundial de la Mujer-Medellín. A finales de marzo de 2008, estas cinco entidades atendían a 314.000 clientes, lo que –si se incluyen los familiares dependientes– supone una cifra cercana al millón de personas benefiarias. La Fundación está hincando proyectos en Argentina, Chile, Brasil y México, y espera cerrar el ejercicio con la incorporación a la Red de, al menos, tres o cuatro entidades adicionales. Son líneas de trabajo, de otro lado, en las que la Fundación alienta la colaboración con otras tivo, debe reiterarse, instrumental: la finalidad última es que la red permita potenciar sustancialmente la eficiencia y el alcance social de las entidades incorporadas. Si bien existen numerosas redes microfinancieras,12 la que promueve la Fundación se caracteriza por rasgos bien delimitados, que la convierten en un modelo claramente diferencial en el sector: • La Fundación pretende que las entidades que la conformen sean –siempre que sea legalmente posible– reguladas, ayudando cuanto esté en su mano a su transformación cuando aún no lo sean. • La Fundación aspirará a ser siempre accionista de referencia, y habitualmente, mayoritario. • La red se caracterizará por una estrategia y una cultura corporativa comunes, sistemas de gobierno corporativo y de cumplimiento coherentes y una plataforma tecnológica compartida. • Cada entidad mantendrá su identidad claramente diferenciada y desarrollará una gestión autónoma, pero con un requisito común –la autosostenibilidad– y un objetivo compartido: extender y profundizar el alcance de su actividad cuanto sea posible. La Fundación, en este sentido, velará por la garantía de la misión social de las entidades e impulsará en todas el desarrollo de sistemas rigurosos de evaluación del desempeño social. • La oferta de productos y servicios será todo lo diversificada que cada entidad esté en condiciones de conseguir: en la medida en que se tratará de que las entidades sean reguladas, todas avanzarán hacia la disponibilidad de productos de pasivo, que la Fundación considera un elemento básico para la autosostenibilidad económica. 12 Sobre redes microfinancieras, puede verse What is a Network? The Diversity of Networks in Microfinance Today, Focus Note, CGAP, Washington, julio de 2004. 275 LA FILANTROPÍA: TENDENCIAS Y PERSPECTIVAS entidades. En esta perspectiva, la Fundación ha suscrito acuerdos de colaboración para el fomento de la actividad microfinanciera con el Banco Interamericano de Desarrollo, International Finance Corporation, el Banco de Desarrollo Económico para Puerto Rico, Accenture, Management Solutions y la Universidad de Navarra. Acuerdos a los que se espera añadir convenios adicionales a lo largo de 2008 con diferentes instituciones (multilaterales, académicas y tecnológicas). En definitiva, la Fundación Microfinanzas BBVA quiere contribuir a través de todas sus actuaciones a la expansión y al mejor funcionamiento de las microfinanzas, con la finalidad última de contribuir a extender la accesibilidad financiera de los sectores de bajos ingresos. Una finalidad para la que está desarrollando un modelo de intervención diferencial e innovador en el sector microfinanciero. Apostando por él como uno de los instrumentos más eficaces y de mayor potencialidad en la lucha contra la pobreza y en el impulso del desarrollo. Más información www.fundacionmicrofinanzasbbva.org Reunión Anual, BID, Belo Horizonte (Brasil), 31/3/2006. B. Gutiérrez y M. J. Pérez (coord.), Microcrédito en países desarrollados: problemas, retos y propuestas, Marcial Pons, Madrid, 2005. S. L. Hart, The Capitalism at the Crossroads, Wharton School Publishing, 2005. T. Janson, R. Rosales y G. Westley, Principios y prácticas para la regulación y supervisión de las microfinanzas, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2003. E. Littlefield, B. Helms y D. Porteus, Financial inclusion 2015: four scenarios for the future of microfinance, CGAP, Focus Note, Washington, octubre de 2006. A. Maddison, La economía mundial. Una perspectiva planetaria, OCDE, París, 2002. L. A. Moreno, «Extending financial services to Latin America´s poors», The McKinsey Quarterly, 2007, edición especial (Shaping a new agenda for Latin America). S. Navajas y L. Tejerina, Microfinance in Latin America and the Caribbean: How Large is the Market?, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2006. PNUD, Informe sobre el Desarrollo Humano, 2002, Mundi Prensa, Madrid, 2002. M. Robinson, The Microfinance Revolution, Banco Mundial, Washington, 2001 (edición en castellano también del Banco Mundial en 2004). G. D. Westley, ¿Pueden las políticas de los mercados financieros reducir la desigualdad del ingreso?, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, 2001. What is a Network? The Diversity of Networks in Microfinance Today, Focus Note, CGAP, Washington, julio de 2004. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS A Billion to Gain?, ING, Microfinance Support, Ámsterdam, 2006. B. Armendáriz y J. Morduch, The Economics of Microfinance, The MIT Press, Cambridge, 2005. Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial, 2005, Mundi Prensa, Madrid, 2006. M. Chu, «Microfinanzas: movilizando mercados para combatir la pobreza. La experiencia de América Latina», Seminario Crecimiento Económico de Amplio Alcance, 47 276